Gestión de riesgo de contagio de VIH-SIDA en alumnos de la Universidad Católica
del Norte, IIª Región de Antofagasta, Chile
2. Marco Conceptual
3. Método
4. Resultados y
conclusiones
5.
Bibliografía
El SIDA o
Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida desde 1983,
año en el cual fue descubierto por el doctor Luc
Montagnier (Montagnier, 1987) hasta hoy, ha sido una de las
principales preocupaciones de los países del mundo,
surgiendo organizaciones e
instituciones
cuyo principal objetivo es
dar soluciones
médicas al problema, descubrir las formas de
prevención, asistencia social y psicológica a los
infectados y detectar los sectores de riesgo.
Epidemiológicamente se calcula que en todo el
mundo habría 33,4 millones de personas que viven con el
VIH-SIDA. Solamente durante el año 1998 hubo 5,8 millones
de nuevos contagios (UNAIDS, 1998). Del total de casos 1,2
millones son menores de 15 años de edad. Al 31 de marzo de
1999 en Chile se han
notificado 2.821 enfermos de SIDA y 3.839 personas que viven con
VIH (CONASIDA, 1999). Estas cantidades no reflejan,
necesariamente, la situación real de la infección
asintomática por VIH. (CONASIDA, 1999).
El primer caso de VIH positivo detectado en la IIª
Región de Antofagasta, se remonta al año 1987.
Actualmente, la IIª Región de Antofagasta presenta
una tasa de incidencia acumulada del orden del 16.1%, ocupando el
tercer lugar a escala nacional,
después de la Región Metropolitana con 37,2% y la
Vª Región de Valparaíso con 28,4%. (CONASIDA,
1999). Se vislumbran tendencias acordes con la situación
nacional en lo que respecta a: las vías de
transmisión, los grupos de edades
más afectados, y los números de casos por conducta
sexual.
Los principales grupos de edad
afectados por el VIH-SIDA en Chile y la IIª Región se
detectan entre los 18 y 49 años, donde se concentra el 85%
de los casos. Por ello esta investigación se centra en un universo que toma
en cuenta dicha variable etárea, en el ámbito
interactivo de la Universidad
Católica del Norte.
Los jóvenes universitarios, objeto de investigación de la presente tesis, se
encuentran insertos y participando de forma activa en el
ámbito anteriormente descrito, además cuentan con
características que les son propias y las
cuáles tendrían una mayor incidencia en una
creciente exposición
a un posible contagio de la enfermedad. Es por ello, que esta
investigación tuvo como objetivo
principal:
Descubrir y establecer parámetros sobre la
gestión
del riesgo de contagio de VIH-SIDA en estudiantes de la
Universidad Católica del Norte.
De manera específica, descubrir y establecer los
parámetros mencionados anteriormente,
requirió:
Descubrir antecedentes que permitan conocer la percepción
del riesgo de contagio del VIH-SIDA.
Sistematizar las variables que
estarían influyendo en la gestión de conducta de
riesgo de contagio del VIH-SIDA, tales como: variables
individuales; variables culturales y variables
sociales.
Se ha concluido
que el vih-sida no es exclusivamente un fenómeno
biomédico, sino también un fenómeno
psicosocial, cultural y de conductas individuales; más
específicamente, "la falta de conductas apropiadas propaga
la epidemia" (di clemente, hansen, ponton, 1996).
Evaluando lo anterior ha sido posible conceptualizar
importantes conceptos tales como: representaciones sociales, la
compleja dinámica que representan los roles de
género,
el RIESGO, la Percepción
De Riesgo, en concomitancia al constructo denominado
Gestión De Riesgo.
Con
relación a la conceptualización de la
percepción del riesgo, una definición posible y
bastante frecuente en la literatura respecto al
riesgo percibido, es concebir este constructo como la evaluación
que un sujeto hace de la probabilidad de
que un evento adverso ocurra en el futuro y de sus consecuencias
probables (Barrientos, 1998). Aunque a primera vista esta
definición puede resultar bastante coherente, parece que
lo que está sugiriendo es que los sujetos operan con
probabilidades numéricas de ocurrencia de determinados
eventos y de
sus posibles consecuencias. Por ello, para estudiar la
percepción de riesgo, se debe estudiar las creencias,
actitudes,
juicios, sentimientos, emociones y
valores que
las personas tienen o adoptan frente a los riesgos.
La investigadora gala, Geneviève Paicheler,
desarrolló la investigación: "Visiones del riesgo
de transmisión del SIDA: incertidumbre y percepción
del contagio" (Paicheler, 1996). Utilizando una metodología cualitativa, tomó en
cuenta factores sociales y psicológicos, pretendiendo
encontrar un sistema de
significación individual, que identificara
categorías de información las cuales, íntimamente
asociadas a la experiencia de cada persona,
podrían de alguna manera responder la pregunta:
¿Qué hace que las personas tengan una
percepción de riesgo de contagio frente al virus
VIH-SIDA?
En función de
tal investigación, Paicheler plantea un modelo de
gestión de riesgo (gestion du risque). En dicho modelo se
detecta que las acciones de
protección y prevención que adopten las personas
están compuestas por distintos factores que contribuyen a
una configuración particular en un momento dado, las
cuales serían:
- Representación del cuerpo.
- Posición personal desde
una trayectoria sexual. - Identidad.
- Sentimiento de vulnerabilidad.
- Sentimiento de seguridad.
- Sentimiento de eficacia.
- Percepción de riesgo.
- Orientaciones éticas.
En Chile, de acuerdo a la definición dada por el
CONASIDA, el proceso de
gestión de riesgo "es comprendido en una serie de
momentos, que las personas requieren vivenciar y asumir de manera
progresiva, permitiéndoles actuar con una permanencia en
el tiempo, al
asumir que el SIDA
estará presente en nuestras sociedades
aún por un largo período y que independiente de la
existencia de vacunas y
nuevas terapias, son las conductas las que necesitan ser
aprendidas, reforzadas o modificadas, con posibilidad de
sostenerse a largo plazo" (CONASIDA, 1999).
Dicho organismo define por conducta de riesgo "toda
acción de exposición al virus del
VIH-SIDA". Cabe destacar que en Chile la categoría de
exposición más frecuente, declarada en un 92,3% de
los casos, es la vía sexual (CONASIDA, 1999).
La Gestión de Riesgo, se divide en cinco etapas
(CONASIDA, 1996), las cuales serán desarrolladas a
continuación:
Realizar un
autodiagnóstico o diagnóstico compartido del
riesgo.
Crear o recrear soluciones
pragmáticas, adecuadas al contexto de vida de cada
persona en
particular.
La decisión personal de
llevar a cabo las soluciones.
Desarrollar destrezas y habilidades para llevar a cabo las
decisiones frente al riesgo.
Enfrentamiento directo de realizar la
decisión.
Otros modelos
relacionados con la salud y la enfermedad (por
motivos de espacio no han podido ser desarrollados en el presente
artículo) que sirven para explicar en parte la dinámica del contagio del VIH-SIDA en la
población serían:
Modelo biopsicosocial de la gestión de riesgo
(Irwin & Millstein, 1986; compilado por Di Clemente, et al.,
1996).
Modelo de creencias de salud (Soto Mas et al.,
1996).
Modelo PRECEDE (Bimbela, et al, 1994).
Locus de control en salud
(Mc Cornick, 1999).
La presente investigación se realizó sobre
la base del método
cuantitativo. La técnica de recolección de información utilizada fue la
aplicación de entrevistas en
profundidad, de tipo semi-estructurada.
Luego de establecer criterios para seleccionar a los
sujetos, se decidió entrevistar a un hombre de la
carrera de Ingeniería Plan Común
y una mujer de la
carrera de Periodismo,
tratando de abordar la diferencia de sexos, la complementariedad
de las visiones del mundo y de las cosas, y escoger a sujetos del
área técnica y del área humanista de la
Universidad Católica del Norte.
Los sujetos fueron escogidos de acuerdo a
categorías previamente establecidas, tales
como:
- Sujetos mayores de 20 años y menores de 29
años. - Sujetos sexualmente activos.
- Identidad de género: 1 varón y 1
mujer. - Sujetos con orientación heterosexual
declarada. - Estudiantes de alguna carrera de Pre-grado, en la
Universidad Católica del Norte. - Sujetos cursando sobre el segundo año en su
carrera.
Una vez contactados los estudiantes, se procedió
ha calendarizar las sesiones de entrevistas
las cuales fueron 7, con cada sujeto, y tuvieron una
duración de una y media horas cada vez.
Con la finalidad de lograr captar toda la
información que surgió en las entrevistas, se
utilizaron los siguientes instrumentos de registro:
Grabadora de cassette, la cual permitió captar
información fidedigna, con registro
consistente.
Diario del entrevistador en el cual se sistematizaron
los temas examinados en cada entrevista
junto con los comentarios que surgieron en la misma, por parte
del observador. Lo anterior ayudó a la comprensión
e interpretación de los datos.
El objetivo de las primeras entrevistas fue evaluar si
existían conductas de riesgo, y si esto se manifestaba en
la elaboración de la percepción del propio
riesgo.
La consigna de partida en la primera entrevista
fue:
¿Puedes decirme lo que evoca para tí la
palabra SIDA?
Posteriormente se indagó acerca de los siguientes
temas:
Recordar e identificar la primera vez que oyó la
palabra SIDA, identificando la fuente de esa información,
la calidad y
cantidad de la información, representaciones sociales
asociadas al tema y al contexto, significados, protagonistas y
relaciones.
El proceso del
análisis de la información en la
presente investigación, respondió al siguiente
ordenamiento:
El análisis integrativo de todo el material
segmentado fue descriptivo, dirigido a la identificación
de los sistemas de
significación, a través del análisis del
esquema narrativo, señalando categorías de
información, como por ejemplo: protagonistas, situaciones,
resultados; también tipos pertinentes de relaciones como
temporal, motivacional, etc. Lo anterior permitió dar
cuenta de las acciones de
los entrevistados, principalmente en la vida cotidiana y
situándolo en un contexto social para comprender sus
actos, sus causas, lazos y consecuencias.
Finalmente, y una vez identificadas las variables
involucradas, se estructuró un esquema tentativo posible
de ser aplicado a la realidad local, pasándose a las
discusiones y las conclusiones de la
investigación.
Dado que la sexualidad
está constituida por una compleja dinámica de
interacciones entre variables biológicas, evolutivas, y
socio-culturales, ha significado que la delimitación en el
cumplimiento de los objetivos de
la presente investigación, ha sido compleja (no es causal
ni lineal; es necesaria una profundización en su
análisis).
El primer punto a discutir, implica saber si existe o no
la percepción de riesgo de contagio de VIH-
SIDA.
Dado que la muestra estuvo
representada por individuos de distinta identidad de
género: una mujer y un varón, analizaremos los
antecedentes que, a nuestro juicio, responden la interrogante,
atendiendo a la diferencia genérica.
En ambos casos (tanto en el varón como la mujer) se
manifiesta una percepción de riesgo la cual, si bien
existe, también varía. La percepción de
riesgo es moderada tomando como referencia al grupo de pares
y atendiendo al período evolutivo de los
entrevistados.
Debe mencionarse que existen episodios circunscritos en
los cuales hay percepción de alto riesgo de contagio del
VIH-SIDA, pero vinculado a conductas de riesgo específicas
(el varón informa de relaciones sexuales establecidas con
una joven calificada como promiscua; la mujer
relaciona la monogamia serial con el sentimiento de
vulnerabilidad elevado).
En ambos casos, la manera de gestionar el riesgo
respondería, desde una perspectiva teórica, a la
necesidad de autocuidado, surgiendo antecedentes a discutir, como
es el empoderamiento y apropiación de la salud y del
propio cuerpo, variables que se manifiestan de manera ambigua,
tal vez marcadas por características personales entre las que se
destacan el locus de control
externo.
La gestión de riesgo detectada en esta
investigación concuerda en gran medida con las políticas
de prevención, orientadas por el Ministerio de Salud, a
través, del CONASIDA (ente oficial encargado del control,
seguimiento y prevención de la enfermedad) que se
desarrollaron, a través del modelo francés y el
modelo chileno de gestión de riesgo. También
aparecen elementos de los demás modelos
presentados en el marco
teórico de esta tesis. De
hecho, no se podría tratar de validar sólo un
modelo de manera excluyente, por ello hemos encontrado que
éstos son complementarios. La diferencia fundamental entre
estos modelos y los resultados obtenidos en la presente
investigación, radica en la importancia de los roles de
género en el ejercicio de la sexualidad de
los chilenos.
En el análisis de la situación actual de
la información sobre el SIDA, producto de
las campañas de prevención masivas, podemos
mencionar los siguientes parámetros:
La sensibilización respecto del SIDA ha sido
eficaz, es decir, las personas tienen conciencia de que
el SIDA es una enfermedad real, que no tiene estatus, y que
"está muy cerca".
Las personas tienen un buen nivel de información
respecto de lo que es el SIDA, sin embargo, se han detectado
errores en la interpretación de algunos mensajes
preventivos, como por ejemplo:
La manera de interpretar el concepto "pareja
estable" varía de acuerdo a la persona que lo define.
Algunos lo entienden como la fidelidad intracopular, y otras lo
conceptúan como cópulas con una sola pareja en toda
la vida, la segunda opción la descartan.
Se entiende que la principal vía de
transmisión del SIDA son las relaciones sexuales,
incluyendo en esta categoría solamente las relaciones
penetrativas vaginales y dudando acerca de su inclusión o,
simplemente descartando de ellas las relaciones penetrativas
anales y bucogenitales.
Existe confusión al reconocer que el SIDA no se
transmite por la picadura de un zancudo, pero no se encuentra una
explicación del por qué esto no ocurriría,
duda que se comparte con la información que el SIDA se
transmite por compartir jeringas con agujas infectadas, pero se
tiene la duda de si esto tiene relación con medidas de
asepsia).
En la práctica resulta difícil acotar las
estrategias de
gestión de riesgo de los sujetos entrevistados en una sola
categoría de cualquiera de los modelos presentados en el
marco
teórico. Como ejemplo de esto podemos señalar
que según el modelo de gestión de riesgo basado en
estudios franceses se deduce que los sujetos se
encontrarían gestionando su riesgo en el modelo de
"Estrategias de
deprivación" oscilando hacia "estrategias de
prevención de un mundo incierto" a "estrategias de
prevención basadas en la influencia del medio social e
inmediato".
La gestión de riesgo tampoco es estática,
sino que va cambiando con la misma persona. A medida que crece,
se relaciona, aprehende del medio y procesa e introyecta sus
nuevas vivencias junto con los roles que les son
indicados.
La gestión de riesgo surge como respuesta a la
percepción del propio riesgo vinculado a las propias
conductas, y se construye en concordancia con una serie de
representaciones, entre las cuales podemos mencionar:
Representaciones de ordenamiento social. Se vislumbra
una organización social ambivalente, que
reivindica los derechos de las mujeres al
compás de cambios a nivel mundial. Estas transformaciones
coexisten en una sociedad que se
autodefine como esencialmente machista.
En la sexualidad de la mujer se observa predominancia de
un mito que la
contempla en un estado de
pureza donde su rol está basado en la maternidad y su
principal función social es cuidar a los hijos, para lo
cual debe negarse a sí misma y su propia sexualidad hasta
llegar al matrimonio y, en
muchos casos, después de éste, tal como es
concebido para la orientación religiosa cristiana en que
una virgen concibe al Hijo de Dios. En un difícil
complemento y en el marco de la reivindicación de los
derechos de la
mujer, aparece la posibilidad del trabajo y desarrollo
personal.
Partiendo de esta base, se puede comprender la
visión de la mujer frente a las relaciones sexuales, que
trae como consecuencia inherente a su sexo: la
posibilidad de la maternidad.
El varón aprehende a cumplir el rol de proveedor
en la familia,
bastante más desvinculado de otras responsabilidades para
con los hijos. Al varón se le incentiva a ser "macho",
paradójicamente son las madres – mujeres – las
que los enseñan. Existe el mito de que el
estatus de "macho" se puede validar, entre otras conductas,
teniendo varias experiencias sexuales. En contraposición,
la mujer debe abstenerse para no ser sancionada socialmente. Cabe
mencionar que para los hombres no siempre es fácil asumir
el rol en una sociedad
machista, pero éste no es un proceso que se pueda entender
linealmente; es un proceso recursivo, en constante retroalimentación, en el cual hay ganancias
secundarias que mantienen a hombres y mujeres manteniendo y
validando el sistema.
La concepción de los roles de género en la
sociedad chilena es preponderante sobre las potencialidades de
adoptar medidas preventivas frente al SIDA, por parte de hombres
y mujeres.
Representaciones del significado y práctica de la
prevención. Se inicia en la desigualdad de género
respecto de la posibilidad de adoptar medidas prácticas de
prevención.
Debido a que la medida de prevención más
validada por las personas es el uso del preservativo, se
cuestiona su utilización producto de
las divergencias al momento de decidir quién lo porta y/o
quién lo exige, etc.
Representaciones acerca de la enfermedad. En un primer
momento, en Chile, el SIDA aparece como una enfermedad lejana,
propia de grupos de orientación homosexual, vale decir, un
mal propio del Siglo XX. También surgen diversas teorías
sobre su génesis.
A medida que aparecieron cifras oficiales de la tasa de
contagio en Chile, y éstas fueron aumentando, la
enfermedad pareció más cercana.
Ya en un segundo momento la información fue la
principal herramienta de prevención: por los medios de
comunicación, las organizaciones de
salud, la escuela, etc. Sin
embargo, se produce que se produce una saturación de la
información, y el SIDA deja de parecer tan importante,
posiblemente como medida de asepsia mental, ante la presión
constante del riesgo.
Aquí surgen mitos y
creencias, los cuales se ha tratado de aclarar y de responder,
para que las personas adquieran compromisos y modelos de conducta
más seguros.
Representaciones individuales y sociales: "de cara al
SIDA". Se organiza la conducta sobre la base del contenido que
aparece en las representaciones anteriormente mencionadas. Se
vislumbran posiciones personales que se retroalimentan con las
posturas sociales frente al tema.
Representaciones de categorías de
exposición. Se describen las categorías que
expondrían a un mayor riesgo de contagio, como son: la
homosexualidad, mantención de
múltiples parejas sexuales, negación del uso del
preservativo, relaciones esporádicas, etc.
Representaciones de territorialidad o pertenencia. Se
define la dinámica en que se desenvuelven los grupos con
las correspondientes transacciones, interacciones, normativas y
sanciones. Lo que regula ciertas conductas y su
explicitación, producto de la respuesta del grupo de
pares.
Representación con relación a grupos de
pares y desarrollo
evolutivo. Abarcan las variables evolutivas de los personajes que
conforman el contexto social inmediato de la persona que
desarrolla la percepción de su sociedad, la cual toma como
antecedente para la evaluación
de los posibles riesgos.
Representaciones de las consecuencias de la enfermedad.
Responden más claramente por qué el SIDA es un
problema y las razones por las cuales se deberían realizar
esfuerzos para evitar el contagio.
Variables vinculadas a locus de control. Se observan
características personales que regularían la
toma de
decisiones frente a la prevención, y todas las
conductas relacionadas con el problema.
A través de esta investigación, podemos
apreciar que las dinámicas entre las conductas de riesgo y
su gestión se dan en un proceso recursivo, del cual se
puede desprender una pauta de mantención de conductas de
riesgo. En ellas se conjugan ganancias primarias y ganancias
secundarias, por las cuales se realizan transacciones visibles y
encubiertas, tremendamente poderosas para regular la conducta. La
manera en que se conjugan estas ganancias y transacciones
dependen de una serie de variables individuales muy influenciadas
por la experiencia.
Se pueden develar pautas de mantención en la
Gestión de Riesgo particulares a cada persona y siempre en
relación con otro. Para los casos estudiados en esta
investigación pueden apreciarse similitudes y diferencias,
las cuales se detallan a continuación:
En el caso de la mujer se observó:
En el caso del varón, la pauta es similar, la
ganancia primaria es más manifiesta, responde a una
necesidad catalogada como: fisiológica, imperiosa y
acumulada. También se transa la seguridad la
salud personal a cambio de
ganancias secundarias de carácter
afectivo, aunque en este caso parecería que las ganancias
primarias fueran más relevantes. De hecho las ganancias
secundarias del hombre y de la
mujer están avaladas por las vivencias de rol de
género.
Este varón, en algunos casos, opta por evitar el
riesgo y, por ende, la relación sexual. Ésta
también es una transacción, aquí se transa
la necesidad sexual a cambio de
ganancias secundarias que se dan como garantía del logro
de metas relacionadas con la concreción del proyecto de vida,
que aparece mucho más claro en el caso del varón,
ya que tiene una hija, y metas de formar, a corto plazo, una
familia. En
cambio en el caso de la mujer, ésta tiene proyecciones a
mediano y largo plazo. Ella desea terminar su carrera, en parte,
por no fallar a las expectativas familiares y, por otro lado, el
anhelo de un desarrollo
personal.
En el caso del varón, como medida de control en
su gestión de riesgo, se aprecia:
La abstinencia sexual con otras personas que no es su
pareja estable.
Evaluación más suspicaz de las relaciones
interpersonales.
"…trato de evitar las relaciones por primera
vez y ahora veo a la gente con más desconfianza; a las
mujeres la veo con más desconfianza (la) que en realidad
hoy en día cualquiera puede tenerlo y no es una
cuestión de clase y a cualquiera le puede
tocar…".
En el caso de la mujer, como medida de control en su
gestión de riesgo, se aprecia:
Utilización del juego
erótico como medida de evitar tener relaciones
sexuales.
"Nosotros nos cuidamos; es que solamente jugamos, no
tenemos relaciones o sea encima de la ropa casi no tenemos
relaciones, son muy pocas veces cuando las tenemos, el que se
cuida es él… hay momentos en que tenemos relaciones y no
nos cuidamos y después uno empieza a pensar y tiene el
remordimiento de conciencia…"
Trata de controlar el riesgo, teniendo relaciones
sexuales bajo conocimiento
de la cantidad y calidad de
parejas sexuales que haya tenido su pareja actual (realiza un
interrogatorio previo a la relación sexual).
"…yo puede que no lo sepa ahora ni en cinco
años más, pero con qué pareja se han metido
ellos, entonces yo sinceramente yo les hago un interrogatorio
así cuando estoy con ellos y qué onda, con
cuántas personas has estado…"
Se previene del riesgo "poniéndose a la defensiva" con su
pareja lo que le permite evitar una relación sexual.
"Cuando yo me cuido, me coloco muy a la defensiva o me pongo muy
como que no quiero tener relaciones…"
Su posibilidad de protegerse radica en percepciones de
autoeficacia:
Pensar en lo que se está haciendo, tener
conciencia.
Mantener el control de la relación.
"Yo si, yo por lo menos lo pienso dos veces y trato de
estar con los cinco sentidos… pero no tanto para estar con la
duda; mantener el control, tratar de mantenerlo porque la otra
persona no se va preocupar de un control de cuidarse"
Las Campañas De Prevención del contagio
del VIH-SIDA estructuradas y auspiciadas por el CONASIDA, han
tenido los siguientes efectos en los entrevistados:
El primer contacto que tuvieron ambos entrevistados con
la realidad del SIDA, se remonta a las primeras campañas
de prevención de la enfermedad. En ese tiempo la
percepción generalizada les llevaba a pensar que se
trataba de una enfermedad propia de los homosexuales y de
ocurrencia en el extranjero, por ello no existía una
sensación de proximidad frente a la enfermedad.
En este primer período, puede apreciarse la
aparición de temor debido a la falta de información
relativa a las vías de contagio de la enfermedad, tal vez
por ello surgen mitos sobre la
forma de contagiarse, se estigmatiza aún más a la
población homosexual, agregándose a
la categoría de población expuesta a las
prostitutas y drogadictos. Fue en este período donde las
campañas tuvieron un rol importante en el ámbito
educativo, ya que las fuentes de
información de tipo informal (amigos, colegio, barrio)
generaban información alarmante sobre la
enfermedad.
Un segundo período, es el que claramente se
define como la toma de conciencia de que la enfermedad
está más cerca. Ya el mal toma rostros de personas
que salen en los medios masivos
de comunicación y advierten sobre determinadas
conductas. Surge una sensibilización ligada al
ámbito afectivo, los entrevistados se conmueven con los
casos humanos que muestran las campañas, deciden tomar
precauciones y medidas de control argumentando que ello les
modifica la forma de percibir las relaciones.
Realizando un análisis más profundo del
discurso de
los entrevistados sobre este último punto, se aprecia que
surge una intención militante de cuidarse contra un mal
aparentemente fuera de control. Tanto la mujer como el
varón, deciden hacerse el Test de Elisa,
surgiendo éste como un instrumento válido que sirve
como parámetro para asegurar la propia experiencia sexual
dentro de un marco de seguridad. Sin embargo, dicha
intencionalidad no se expresa en conductas concretas, sino queda
en el universo
discursivo de los sujetos.
Otro punto importante de analizar relacionado con las
campañas de prevención del contagio de la
enfermedad, es el hecho de que ambos sujetos creen que
éstas no tuvieron el impacto apropiado en la
población debido a que surgieron sectores que se opusieron
a la difusión de los contenidos. Las críticas van
dirigidas de forma concreta hacia la Iglesia
Católica, la cual se identifica con un sector conservador
y mantenedor (de forma indirecta) de un clima de
ignorancia frente a la problemática auspiciante de mayores
contagios. Ambos jóvenes creen que se aplicó una
censura que fue contraproducente, por un lado se trató de
sensibilizar a la mayor cantidad posible de personas respecto de
la enfermedad; por otro, un sector poderoso de la sociedad, como
lo es el religioso conservador, se opuso a dicha iniciativa, por
considerar los contenidos como desvirtuantes de la naturaleza de la
sexualidad humana.
Si a lo anterior se le suma el hecho de que
existiría poca continuidad en la entrega de
información y sensibilización de la
población por parte de campañas oficiales (debido a
la falta de fondos o la censura ejercida sobre éstas), nos
encontramos que ambos jóvenes realizan una
evaluación relativamente negativa de las campañas.
Argumentan que falta interés
político real en la problemática, junto a la
divulgación de programas
permanentes de educación en la
temática. Evidentemente, el SIDA no es algo, que pueda
solucionarse con un par de minutos en la
televisión cada dos años.
En el transcurso de la presente investigación
quedó manifestada la relevancia de los ROLES DE
GÉNERO en la percepción y la gestión de
riesgo de contagio del VIH-SIDA. Al respecto es necesario
considerar que:
Existe una desigualdad respecto a la gama de
posibilidades de prevención y de conductas a adoptar con
relación al VIH-SIDA entre los hombres y las mujeres.
Quizás la frase más ilustrativa al respecto, es el
comentario hecho por el varón "…el macho es el que
manda…". A pesar que ambos entrevistados reconocen la
reivindicación de los derechos de la
mujer, en la práctica esta última se ve
limitada por imposiciones derivadas del
sector masculino.
Llama la atención, como la misma mujer justifica y
plantea una serie de conductas que serían prohibidas a su
género:
No tener la iniciativa en el contacto de alguien del
sexo opuesto
con la finalidad de cortejarlo.
Carecer de injerencia en las conductas que el
varón tenga en las que ella esté directamente
involucrada y, por lo tanto, peligre su salud, como por ejemplo,
no poder exigir
la utilización de preservativos ni la realización
del Test de Elisa,
etc.
Adoptar una posición pasiva en la
relación, siendo la mujer constantemente sensibilizada
acerca del "mito mariano" y de su condición inferior a la
del hombre. Incluso existe la creencia y afirmación que
los impulsos sexuales del hombre serían más
importantes y apremiantes que los de la mujer. Ni siquiera la
autosatisfacción erógena, a través de la
masturbación en el caso de la mujer, es permitida, siendo
socialmente condenada y generando sentimientos de "suciedad" y
"pecado".
Prácticamente puede hablarse, en el campo de la
sexualidad humana, de dos esferas o tipos (ejercicios) de
sexualidad, la masculina y la femenina. Mientras el ordenamiento
social imperante sustente y valide este tipo de desigualdad,
será más difícil realizar esfuerzos
efectivos y eficaces en el control de la epidemia del
SIDA.
Si la mujer no posee la capacidad práctica y real
de ejercer su sexualidad de forma plena y libre de imposiciones
genéricas de tipo machista, los esfuerzos para entender y
abordar la problemática del contagio del VIH-SIDA resultan
incompletos.
Cómo psicólogos desempeñamos el rol
de facilitadores sociales, desde una perspectiva holística
de la problemática. Pensamos que una de las esferas en las
que se debiera trabajar con prontitud es la que hace referencia a
los roles de género.
Muchas de las disposiciones necesarias para enfrentar de
forma efectiva el flagelo del VIH-SIDA se ven neutralizadas por
imposiciones sociales y culturales referidas a la sexualidad. Lo
anterior puede ejemplificarse, por un lado, en el hecho de lo
difícil que resulta para una mujer adquirir un
preservativo en cualquier farmacia sin que su conducta sea
valorada como de "libertina" o "permisiva", la circunstancia que
un hombre en el mismo hecho, no tiene tal connotación
peyorativa ni denigrante.
Por otro lado, existe la creencia generalizada de que la
mujer debe, necesariamente, tener relaciones sexuales en el
contexto de una relación establecida como
romántica, es decir, el propio placer debe estar
supeditado a la existencia de lazos afectivos y de
significatividad para ser validada. En tales circunstancias, son
muchas las jóvenes que viven la paradoja de no poder exigir a
sus parejas, ya sean estas estables o esporádicas, el uso
de medidas precautorias frente a la enfermedad, ya que
sería quitarle el componente de confianza y
cercanía a la relación.
En el ámbito de la psicología
social, debe considerarse la urgencia de disponer de
más estudios que determinen los modelos atribucionales que
subyacen a los patrones de comportamientos anteriormente
mencionados, con un análisis específico de la
problemática del SIDA. La influencia de los grupos de
pares y de referencia es determinante como puede concluirse de
los resultados de la presente investigación. Es en ese
ámbito (además del individual) donde los
psicólogos podemos intervenir, a través de la
estructuración y el diseño
de programas que
contemplen las variables psico-sociales que estarían
influyendo de forma directa en la cifra de nuevos
contagios.
Es importante que las políticas
de salud de la administración de presidente Lagos, en lo
referido a la Salud Mental,
contemplen la necesidad de realizar trabajos en el ámbito
de la promoción y prevención de la salud.
Son conocidas las consecuencias catastróficas que se
desprenden de un caso de SIDA. Cómo psicólogos
tenemos un rol fundamental frente a la responsabilidad
social que representa llevar a cabo una labor
psico-educativa. Es conocido el antecedente que realizar
campañas de prevención y promoción, conlleva a una inversión económica más
productiva que lidiar con los costos de la
enfermedad una vez que ésta se ha declarado.
Recientemente, el grupo de las naciones más
desarrolladas reunidas en el Banco Mundial,
en la ciudad estadounidense de Nueva York,
declararon que el "VIH-SIDA dejó de ser un problema
meramente sanitario, pasando a ser una problemática
relacionada con factores económicos mundiales de primer
orden, los cuales si no son atendidos, conllevan perjuicios de
tal magnitud, que las naciones que no tomen medidas eficaces de
control, están destinadas a sufrir consecuencias
macroeconómicas, como falta de mano de obra,
envejecimiento de la población, orfandad, gastos elevados
en medicinas y terapias, etc."
En verdad, nos encontramos frente a una oportunidad
histórica. Cuarenta millones de personas infectadas en
todo el mundo son un grito desesperado ante la necesidad de
intervención eficaz, de trabajo en el ámbito
comunitario e individual, de compromiso más allá de
las barreras impuestas por los actores (a veces censores) morales
y religiosos, de una enfermedad que dejó de ser
exclusivamente de sectores parias de nuestra sociedad
(homosexuales, prostitutas, bisexuales, etc.) y pasó a
constituir uno de los peligros mayores y latentes de la modernidad, de la
compleja sociedad del siglo XXI, y que nos debe llevar a
replantearnos y/o dudar de la perpetuación de la especia
humana.
BARRIENTOS, Jaime
BIMBELA, J.
CONASIDA, MINSAL
DI CLEMENTE Ralph; Hansen William.
PAICHELER, Geneviève
SECRETARÍA REGIONAL MINISTERIAL DE SALUD
SOTO, Francisco
MC CORMICK, Kelly
MONTAGNIER, Luc
Resumen
la presente investigación se desarrolló en la
universidad católica del norte, en la cual aportaron sus
vivencias un varón y una mujer, estudiantes,
heterosexuales, sexualmente activos,
representativos del área técnica y del área
humanista, respectivamente. Con utilización de técnicas
cualitativas de recolección de información se
exploró la percepción de riesgo de contagio de
vih-sida, y variables determinantes de la gestión de
riesgo del contagio. De los resultados se desprenden diversas
representaciones sociales del sida y una marcada influencia de
los roles de género imperantes en la cultura
chilena. Se determinó percepción de riesgo
moderado, vinculado a identificación de conductas de
riesgo específicas de la población abordada, muy
influenciadas por variables de desarrollo
evolutivo como: subvaloración del propio riesgo, gama de
experiencias en el ámbito de la sexualidad previas, mito
de invulnerabilidad personal, entre otros. La Gestión de
Riesgo de Contagio, comparada con los modelos norteamericanos,
europeo y chileno, presenta grandes similitudes y
complementariedades. Las diferencias significativas encontradas
en esta investigación esta dada por la importancia
asignada por los sujetos a los roles de género. La
gestión detectada muestra conductas
protectoras, y manejo en el ámbito conceptual, de
información como herramienta protectora. Puede hablarse,
en términos concretos, de la existencia de dos tipos
definidos de sexualidad: la masculina y la femenina; se aprecia
cómo el ejercicio de la sexualidad femenina, está
limitado por imposiciones del sexo opuesto, muchas veces
validadas por la misma mujer, concluyéndose que la
variable más importante al momento de sistematizar tanto
la percepción del riesgo como la gestión del mismo,
corresponde al conflicto
surgido en esta interacción: dominio del
género masculino sobre el femenino.
Autor:
Jacobs Castedo, Juan Pablo
Reyes Crespo, Silvia
24 años
Licenciados en Psicologia,
Universidad Católica del Norte,
Chile
Revista
Psicología
2000