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Michel Foucault




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    Indice
    1.
    Introducción

    2. Notas sobre foucault en [y no-en] la
    fenomenologia.

    3. Notas sobre foucault en [y no-en] el
    estructuralismo

    4. Foucault. un posible
    ordenamiento de su estrategia

    5.
    Bibliografía

    1.
    Introducción

    Fragmento de la tesis "La
    Máquina Arqueológica. Una aproximación al
    Instrumento Arqueológico en el Michel Foucault de la
    Arqueología del saber (1969)"; presentada como requisito
    de la Licenciatura en Psicología en la
    Facultad de Psicología, Universidad
    Nacional de Córdoba, el 15 de Marzo de 2000.

    Michel Foucault. Cartografía de un pensador en
    marcha

    "Ha llegado el tiempo de aplicar
    a la obra de Foucault los métodos de
    clarificación, es decir, la genealogía y la
    interpretación que él mismo aplico a sus
    ámbitos de estudio".

    Georges Canguilhem

    La necesidad de hacer un desarrollo
    sintético acerca del contexto de producción teórica en el que Michel
    Foucault se encontró inmerso en su primera etapa de
    trabajo, vale decir, la arqueológica, surge como un
    intento por comprender algunos postulados, a los que de otra
    manera, no sería posible acceder teniendo en cuenta que
    Foucault, sobre todo en sus trabajos pilares, no es muy
    explícito acerca de quiénes son sus
    interlocutores.

    Gérard Lebrun, en un trabajo titulado "Notas
    sobre la fenomenología contenidas en las palabras y
    las cosas", coincidiendo quizás con nuestra idea, nos
    dice: "Las palabras y las cosas no fue un libro
    comprendido en su momento como el ensayo de
    un método
    nuevo, sino que se lo consideró una agresión que
    suscitó el alboroto que todos conocen. Esos tiempos ya
    están lejos. La oleada fenomenológica se ha
    retirado y Las palabras y las cosas perdieron su carácter
    polémico. De manera que el lector de hoy tiende a ignorar
    o a olvidar (…) que se trata de un libro de
    combate y también de un libro
    filosófico"(1).

    Es así como creemos adecuado trabajar, de manera
    acotada, dos cuestiones que nos parecen de suma relevancia al
    momento de introducirnos en su primera etapa de investigación, a saber, las discusiones que
    parece mantener con la Fenomenología y con el Estructuralismo.

    Teniendo en cuenta las limitaciones de la presente
    investigación, intentaremos abordar en
    primer lugar, la discusión que mantiene Foucault con Jean
    Paul Sartre, uno de
    los representantes más importantes de la
    Fenomenología.

    2. Notas sobre foucault en [y no-en] la fenomenologia.

    No podemos dejar de reconocer que la formación de
    Foucault se inicia, al igual que la de Sartre, en el
    interior de la fenomenología existencialista de Husserl;
    él mismo lo asiente cuando en una entrevista
    declara: "Pertenezco a una generación cuyo horizonte de
    reflexión estaba en general definido por Husserl y, de un
    modo más preciso, por Sartre y, más concretamente
    aún por Merleau Ponty"(2).

    Esta influencia puede fácilmente sondearse a
    partir de su primer trabajo publicado en 1954, a saber: Maladie
    mentale et personalité (Enfermedad mental y personalidad).
    Allí pueden encontrarse expresiones como las
    siguientes:

    "…Queremos demostrar que la raíz de la
    patología mental no debe estar en la especulación
    sobre cierta metapatología, sino sólo en una
    reflexión sobre el hombre
    mismo…".

    "…La enfermedad mental (…) implica una
    conciencia de
    enfermedad; el universo
    morboso no es un absoluto en el que se anudan las referencias a
    lo normal; por el contrario, la conciencia
    enferma se desarrolla siempre con una doble referencia para
    sí misma: lo normal y lo patológico, o lo familiar
    y lo extraño, o lo singular y lo universal, o bien la
    vigilia y el onirismo…"(3).

    Este horizonte teórico, dominado principalmente
    por Sartre, ve a la filosofía como una praxis; como un
    método de
    investigación y de explicación. Al respecto, Sartre
    nos dice: "…toda filosofía es práctica,
    aunque en un principio parezca de lo más contemplativa; el
    método es un arma social y política: el racionalismo
    analítico y crítico de grandes cartesianos los ha
    sobrevivido; nació de la lucha y se volvió sobre
    ella para iluminarla…"(4).

    Sartre, como el mismo lo afirma en "Cuestiones de
    método", se formó en el ámbito de la
    filosofía idealista-racionalista y pretendía que
    éstas -las filosofías engendradas por las
    prácticas sociales de una época- debían
    constituirse para dar su expresión al movimiento
    general de la sociedad y
    así servir de medio cultural a los
    contemporáneos.

    "Sí la filosofía tiene que ser al mismo
    tiempo
    totalización del saber, método, idea reguladora,
    arma ofensiva y comunidad de
    lenguaje; si
    esta visión del mundo es también un instrumento que
    está en actividad en las sociedades
    apolilladas, si esta concepción singular de un hombre o de un
    grupo de
    hombres se convierte en la cultura y a
    veces en la naturaleza de
    toda una clase, bien claro resulta que las épocas de
    creación filosófica son raras. Entre el siglo XVII
    y el XX, veo tres que señalaré con nombres
    célebres: están el "momento" de Descartes y
    Locke, el de Kant y Hegel, y
    finalmente el de Marx. Estas tres
    filosofías se convierten a su vez en el humor de todo
    pensamiento
    particular y en el horizonte de toda cultura, son
    insuperables en tanto que no se supera el momento
    histórico del cual son expresión"(5).

    Por razones a las que Foucault designa, en Saber y
    Verdad (6), de orden político, ideológico y
    científico, y en sus propias palabras: "difíciles
    de desentrañar", este panorama parece eclipsarse entre los
    años 1950 y 1955.

    Es así como desde 1960, Foucault ya muestra profundas
    diferencias con todas las formas de humanismo y
    filosofía de la conciencia. En su respuesta a Sartre,
    cuando el entrevistador, Jean Pierre El Kabbach, le pregunta:
    ¿Qué es para usted la filosofía?, Foucault
    responde:

    "Ha habido la gran época de la filosofía
    contemporánea, la de Sartre, de Merleau Ponty, en la que
    un texto
    filosófico, un texto
    teórico debía finalmente decir qué era la
    vida, la muerte, la
    sexualidad, si
    Dios existía o no, que era la libertad, que
    era preciso hacer en la vida política, cómo
    comportarse con el prójimo, etc. Tengo la impresión
    de que esta especie de filosofía no tiene cabida en la
    actualidad, que, si usted quiere, la filosofía sino se ha
    volatilizado se ha, al menos, dispersado, que hoy el trabajo
    teórico en cierto modo se conjuga en
    plural"(7).

    Ante todo, recordemos que el humanismo
    existencialista de Sartre no es aquel que toma al hombre como
    fin y como valor
    superior: "Esto supone que podríamos dar un valor al
    hombre de acuerdo con los actos más altos de ciertos
    hombres. Este humanismo es absurdo"; sino y más bien aquel
    que sostiene que: "…el hombre
    está continuamente fuera de sí mismo; es
    proyectándose y perdiéndose fuera de sí
    mismo como hace existir al hombre y, por otra parte, es
    persiguiendo fines trascendentales como puede existir; siendo el
    hombre este rebasamiento mismo, y no captando los objetos sino en
    relación a este rebasamiento, está en el corazón y
    en el centro de este rebasamiento. No hay otro universo que este
    universo
    humano, el universo de la
    subjetividad humana. Esta unión de la trascendencia, como
    constitutiva del hombre y de la subjetividad en el sentido de que
    el hombre no está encerrado en sí mismo sino
    presente siempre en un universo humano, es lo que llamamos
    humanismo existencialista…"(8).

    Es así como Sartre intenta fundar, en cierta
    medida y cómo lo sugiere Foucault al comienzo de su
    "Autorretrato", una filosofía en un nuevo cogito. Al
    respecto dice: "En el punto de partida no puede haber otra verdad
    que ésta: pienso, luego existo; ésta es la verdad
    absoluta de la conciencia captándose a sí
    misma"(9). Pero ante esta sentencia, quizás, sería
    pertinente destacar una diferencia basal. Para Descartes el
    cogito hace referencia a un yo pienso individual, ya que, como
    diría Miguel Morey (10), en ese momento en el que
    Descartes reflexiona es todo el mundo, no importa donde ni en que
    momento. Para Sartre, diferentemente, en este yo pienso nos
    captamos a nosotros mismos frente a un otro, y este otro es tan
    cierto para nosotros como nosotros mismos, y cada acto individual
    implica y compromete a la humanidad toda Es en este sentido que
    Sartre habla aquí de una universalidad del
    hombre.

    Para Foucault, y éste es quizás el primer
    punto de ruptura con el humanismo existencialista y con sus
    demás formas, es en el siglo XIX donde se han inventado
    las ciencias
    humanas, disciplinas que pretendían hacer del hombre un
    objeto de saber; constituirlo en objeto de conocimiento.
    Asimismo, se esperaba que ese conocimiento
    pudiese liberarlo de todas las formas de alienación, de
    todas las determinaciones que no controlaba; para Sartre no hay
    otro legislador que el hombre mismo, es en la soledad de su
    reflexión donde deberá decidir por sí y
    sobre sí mismo alguna forma, algún fin (telos)
    particular que le permita alcanzar una liberación que
    arrastre para sí su trascendencia y la de la sociedad en su
    conjunto; para Foucault, esa naturaleza humana
    o esa esencia humana, lo propio del hombre, aquella sustancia
    sobre la cual el hombre podría emprender el camino hacia
    su autodefinición, nunca se encontró. A cambio, a
    medida que se desarrollaban las investigaciones
    sobre el hombre en tanto que un objeto para un posible saber, lo
    que se descubrió fue un inconciente; inconciente que a
    modo de un sistema,
    funcionaba mediante los mecanismos emergentes de sus propias
    leyes, de su
    propio orden, en el interior de una espacialidad
    topológica bien definida y que lejos estaba de tener que
    ver con lo que se podía esperar de la esencia
    humana.

    Así, en el último apartado de Les mots et
    les choses titulado: "Etnología y Psicoanálisis", Foucault nos
    dice:

    "…el hombre no es el problema más antiguo
    ni el más constante que se haya planteado el saber humano.
    Al tomar una cronología relativamente breve y un corte
    geográfico restringido (…) puede estarse seguro de que el
    hombre es una invención reciente. El saber no ha rondado
    durante largo tiempo y oscuramente en torno a él
    y a sus secretos. De hecho, entre todas las mutaciones que han
    afectado al saber de las cosas y de su orden, el saber de las
    identidades, las diferencias, los caracteres, los equivalentes,
    las palabras, (…) una sola, la que se inició hace
    un siglo y medio y que quizá está en vías de
    cerrarse dejó aparecer la figura del hombre. Y no se
    trató de la liberación de una vieja inquietud, del
    paso a la conciencia luminosa de una preocupación
    milenaria, del acceso a la objetividad de lo que hacia mucho
    tiempo permanecía preso en las creencias o en las
    filosofías: fue el efecto de un cambio en las
    disposiciones fundamentales del saber. El hombre es una
    invención cuya fecha reciente muestra con toda
    facilidad la arqueología de nuestro pensamiento. Y
    quizá también su próximo
    fin"(11).

    El tema de la muerte del
    hombre, aparece ya anunciado en Nietszche a partir de la muerte de
    Dios(12), y es el recorrido de su obra, lo que parece motivar a
    Foucault al despliegue de una articulación que le
    permitirá, creemos, instalar los cimientos de su
    Arqueología y que lo conducirá, paulatinamente, a
    lo que en segunda instancia se conformará en un modelo
    genealógico de abordaje de la constitución histórica del sujeto
    como objeto de conocimiento.

    "…en mi opinión, es el mejor, más
    eficaz y actual de los modelos que
    tenemos a mano para llevar a cabo las investigaciones
    que propongo. Creo que en Nietszche se encuentra un tipo de
    discurso en el
    que se hace el análisis histórico de la
    formación misma del sujeto, el análisis histórico del nacimiento de
    un cierto tipo de saber, sin admitir jamas la preexistencia de un
    sujeto de conocimiento…"(13).

    Para entender esta idea, en la conferencia
    primera de La verdad y las formas jurídicas, Foucault
    comienza citando un texto de Nietszche fechado en 1873 y
    titulado: "De verdad y mentira en sentido extramoral".
    Allí, Foucault advierte y remarca una frase que pone en
    cuestión la idea metafísica
    del conocimiento y su preexistencia:

    "En algún punto perdido del universo, cuyo
    resplandor se extiende a innumerables sistemas solares,
    hubo una vez un astro en el que unos animales
    inteligentes inventaron el
    conocimiento. Fue aquel el instante más mentiroso y
    arrogante de la historia
    universal".

    Así, Foucault nos acerca un grupo de
    ejemplos; ejemplos de los que sólo tomaremos uno, el que
    creemos es el más representativo y esquemático a la
    hora de explicar esto que afirmamos. En "La gaya ciencia",
    Nietszche nos dice que Shopenhauer, cometió el error de
    buscar el origen (Ursprung) de la religión en una
    especie de sentimiento metafísico que estaría
    presente en todos los hombres de modo anticipado y que
    conformaría el núcleo de toda religión. Para
    Nietszche, este análisis de la religión es
    totalmente falso; la historia no se hace de esa
    manera; las cosas no suceden así; la religión
    carece de origen; no tiene Ursprung; fue inventada; hubo una
    Erfindung de la religión.

    Al respecto, Foucault aclara que: "la palabra que
    emplea, invención -el término alemán es
    Erfindung- reaparece con frecuencia en sus escritos y siempre con
    intensión y sentido polémico. Cuando habla de
    "invención" tiene in mente una palabra que opone a
    invención, la palabra "origen". Cuando dice
    invención es para no decir origen, cuando dice Erfindung
    es para no decir Ursprung"(14).

    Este argumento, que Nietzsche
    opone a la metafísica de Shopenhauer, es quizás el
    mismo con que Foucault -identificado en cierta medida a la mirada
    estructuralista- enfrenta las posiciones teórico-políticas
    de la fenomenología existencialista de Sartre. Para
    éste, si se trataba de indagar por el sentido de un
    fenómeno -por ejemplo el de la religión-
    debía hacérselo a partir de una reflexión
    sobre el hombre, ya que éste, condenado a la libertad y a
    la creación de sí mismo, es el único
    portador y a la vez garante del sentido.

    Para Foucault, como ya expusimos más arriba, es
    el sistema lo
    pre-existente, lo que nos atraviesa profundamente; es el sentido
    sólo un efecto de superficie; el resultado de un juego de
    relaciones entre elementos que se determinan y se transforman
    independientemente de las cosas que conexionan. Este sistema, se
    modifica históricamente, es anónimo y es el que
    rige, para las sociedades,
    las formas de pensar y de hablar.

    Más allá de la polémica
    relación que mantendrá Foucault con el pensamiento
    estructuralista -cuestión que trataremos de abordar
    más adelante- no podemos dejar de reconocer en esta idea
    de sistema, una aproximación a los dos principios
    básicos establecidos por Ferdinand de Saussure en su Curso
    de lingüística general y que han tenido hasta la
    actualidad, amplia relevancia en el desarrollo de
    las ciencias
    humanas.

    Tales principios
    son:

    A] La relación entre significante (costado
    material del signo; imagen
    acústica) y significado (concepto: lo que
    ese signo quiere decir) es plena o relativamente arbitraria, vale
    decir, no hay nada en el significante «mesa» que se
    parezca a la idea de «mesa».

    B] Cada elemento de la lengua se
    define por su relación con los demás, es decir, se
    trata de una función
    cuyo significado depende de su posición dentro de un
    sistema, por ejemplo: el significante «perro» no se
    define por el objeto que dice nombrar sino y más bien, por
    la relación de oposición que mantiene con los otros
    significantes dentro del sistema de la lengua.

    A partir de aquí, y si con esto tenemos en cuenta
    que para Saussure la lengua es el asiento de la realidad(15),
    entonces, será el lenguaje lo
    preexistente y no el sentido; será el lenguaje
    posibilidad a la vez que construcción de la realidad. En palabras de
    Foucault: "…El yo ha estallado (vease la literatura moderna), estamos
    ante el descubrimiento del hay. Hay un se. En cierto modo se
    vuelve al punto de vista del siglo XVII con una diferencia: No se
    coloca al hombre en el puesto de Dios, sino a un pensamiento
    anónimo, a un saber sin sujeto, a lo teórico sin
    identidad…"(16).

    En definitiva, Foucault parece concluir con su
    alejamiento de la fenomenología existencialista con
    palabras de este tenor: "mi trabajo consiste en liberarnos
    definitivamente del humanismo y en este sentido mi empeño
    es un trabajo político en la medida en que todos los
    regímenes del Este o del Oeste hacen contrabando con sus
    malas mercancias bajo las banderas del humanismo"(17).

    3. Notas sobre foucault en
    [y no-en] el estructuralismo

    Entre los diversos autores que hemos consultado con el
    fin de comprender ¿Qué es el Estructuralismo?, encontramos que la
    mayoría acuerda en hablar de estructuralismo en tanto
    esté presente el modelo
    lingüístico, en este sentido, se refieren al
    término estructural como aquel en el que se expresa el
    ordenamiento que en los lenguajes y signos humanos produce
    significación, y éste en oposición al
    término estructurel con el que califican toda forma
    concreta de organización directamente perceptible en la
    realidad. Así, para estudiar lo estructural a diferencia
    de lo estructurel, es necesario "reconstruirlo"; organización del lenguaje y no
    de la naturaleza.

    A partir de aquí, y si tratáramos de
    definir lo que se conoció centralmente como movimiento
    estructuralista, nos encontraríamos con la dificultad de
    tener que respetar, en cada uno de sus representantes, su
    especifica originalidad de articulación, vale decir: no
    podemos entender al Estructuralismo como una unidad
    teórica coherente sino y más bien, como un
    método que irá tomando sus particularidades en
    relación al campo en el cual se pretende su
    aplicación (etnológico, sociológico,
    psicológico, etc.). Como bien dirá Foucault: "Solo
    desde el exterior se puede decir éste o ese son
    estructuralistas. Es a Sartre a quien hay que preguntarle
    qué son los estructuralistas puesto que él
    considera que constituyen un grupo coherente
    (Lévi-Strauss, Althusser, Dumézil, Lacan y yo), un
    grupo que presenta una especie de unidad; sin embargo esta
    unidad, nosotros no la percibimos"(18).

    Para Jean-Marie Auzias, en su libro: El estructuralismo,
    el pensamiento estructuralista puede ser enteramente definido por
    los trabajos de Claude Lévi-Strauss, en el sentido de que
    recoge nociones de las matemáticas, de la música (las fugas de
    Bach y de Wagner entre otros) y de la lingüística de
    Saussure.

    "Digámoslo claramente: el Estructuralismo es
    Lévi-Strauss. Las coincidencias, los préstamos, las
    simpatías, nos liberan del tipo de costumbres que
    practican los tiburones de París y los tiburoncitos de
    provincia, devorándose entre sí. Dichas
    convergencias crean una red de afinidades
    estructuralistas que permite reemplazar por la noción de
    campo estructuralista la idea de una doctrina general, de una
    ideología imperialista compartida por real
    decreto"(19).

    La novedad metodológica de Lévi-Strauss,
    como lo afirma Antonio Bolivar Botia en: El estructuralismo: de
    Lévi-Strauss a Derrida (20), puede entenderse en
    contraposición con el Historicismo y el Funcionalismo
    (escuelas dominantes a mediados de siglo). El historicismo,
    supone la existencia de una línea de continuidad en el
    espacio y el tiempo entre las diversas culturas, entiende que los
    productos
    culturales se han difundido por contactos y préstamos
    culturales de un grupo o lugar a otro; esta es su forma de
    explicación. El Funcionalismo,
    por su parte, hace un análisis minucioso de las
    costumbres, instituciones
    o sistemas de
    intercambio social, para ver qué funciones cumple
    en la vida y organización de una población, lo que le lleva a hablar de
    estructuras
    sociales, pero entendidas éstas en un sentido naturalista
    y empírico.

    La crítica de Lévi-Strauss al historicismo
    se nos hace sintética y trasparente en las palabras de
    Auzias en el trabajo ya
    mencionado: "Con el estructuralismo desaparece, en efecto, el
    privilegio durante mucho tiempo exorbitante, de la historicidad
    (…) para encontrar la explicación de un fenómeno
    era forzoso remontarse hasta el que le precedía; todo se
    convertía en histórico: la vida explicaba la obra,
    las obras precedentes explicaban las que venían a
    continuación; los estados observables de una sociedad se
    explicaban a partir de los estados anteriores"(21). Charles
    Parain citando a Lévi-Strauss en El pensamiento salvaje,
    reconoce: "El etnólogo respeta la história, pero no
    le concede un valor privilegiado, la concibe como una
    investigación complementaria de la suya: Una despliega el
    abanico de las sociedades humanas en el tiempo, la otra en el
    espacio"(22). Diremos en resumidas cuentas que
    cuando se pretende conocer una estructura se
    debe dejar de lado el proceso
    histórico de su formación; cuando se pretende
    conocer ese proceso, se
    debe dejar de lado la estructura,
    vale decir y en palabras de Auzias: "El proceso y la estructura
    guardan una relación de incertidumbre"(23) (en el sentido
    del principio de Heisenberg: cuando se conoce la velocidad de
    un electrón no se conoce su posición, cuando se
    conoce su posición, no se conoce su velocidad).

    Auzias agrega: "Volvemos a encontrar la
    comparación con la física en la ley de
    reciprocidad entre el observador y el fenómeno (…) se ha
    mostrado como el observador y el instrumento modifican "la
    aparición" (el fenómeno) del objeto físico
    (…) Se ha señalado que el estructuralismo así
    concebido tiende a tomar como objeto de estudio más bien
    el interior de las sociedades que su exterior (…) este
    inmanetismo a ultranza de las ciencias humanas es un aspecto
    más de su rigor. No buscan la explicación fuera del
    objeto de análisis, aunque pidan ayuda a otras
    disciplinas. En antropología es posible encontrar una
    estructura matemática; ni se la importa ni se la
    exporta. Ello se debe al hecho de que las ciencias humanas han
    preferido permanecer en las culturas por ellas analizadas, en vez
    de imponerles nociones «meta-culturales», o, incluso,
    «sobre-naturales», lo que se resume en último
    término, en una ruptura total con las ideologías
    (…) del mismo modo y a la vez que elimina a las
    ideologías, la explicación estructural excluye la
    praxis como tesis de
    explicación. Las prácticas se estructuran en la
    explicación y no estructuran la
    explicación"(24).

    Esta idea se entiende con claridad si se toma en cuenta
    que antes de la práctica, el etnólogo configura un
    modelo teórico para explicar las relaciones
    empíricas, evitando de esa manera, la contaminación ideológica de la
    observación (el evolucionismo estudia las
    culturas tomando como modelo de comparación y como
    último estadío del desarrollo evolutivo la
    civilización occidental). Es así como Auzias
    concluye su trabajo, remarcando que Lévi-Strauss, en Le
    totémisme aujourd´hui, rechaza la teoría
    funcionalista de Malinowski, según la cual los clanes
    totémicos habrían tomado nombres de animales porque
    estos últimos son comestibles o útiles: "Respecto
    de las ciencias exactas y naturales, las ciencias
    sociales están en posición de clientes,
    mientras que las ciencias humanas aspiran a llegar a ser
    discípulas (…) de las ciencias exactas y naturales, las
    ciencias humanas han recogido la idea de que, para comprender el
    mundo, hay que rechazar las apariencias, mientras que las
    ciencias
    sociales utilizan la lección simétrica
    según la cual hay que aceptar el mundo si se pretende
    cambiarlo"(25).

    En definitiva y como asiente Antonio Bolivar Botia: "El
    estructuralismo trata de buscar una racionalidad sin sujeto,
    liberando al hombre de las falsas ilusiones humanistas, al poner
    de manifiesto que dentro de la estructura no corresponde al
    hombre elegir"(26).

    Por lo expuesto hasta aquí, no podemos considerar
    a Foucault, por la definición misma de estructuralismo, un
    estructuralista. El método aplicado por Foucault no
    será el estructuralista sino el definido por su
    arqueología; cuestión a la que pretendemos
    aproximarnos a lo largo de éste, nuestro trabajo de
    investigación. Sin embargo, no podemos dejar de reconocer
    en el pensamiento de Foucault, el conjunto de nociones generales
    trabajadas hasta aquí y que se desprenden del
    método propiamente estructural, a saber: la
    desvalorización de la historia (en términos
    de continuidad causal y su correlato en la búsqueda de los
    orígenes (génesis); la renuncia a la idea de
    función; la negación del sujeto mismo (la
    desaparición del concepto de
    hombre) y la idea de que lo que preexiste no es el sentido sino
    el sistema: "Se piensa en el interior de un pensamiento
    anónimo y constrictor que es el de una época y el
    de un lenguaje. Éste pensamiento y éste lenguaje
    tienen sus leyes de
    transformación"(27).

    A medida que avancemos, nos resultará
    quizás más claro pensar a Foucault no-en el
    estructuralismo; sobre todo si tenemos en cuenta que el
    "historiador" (en un sentido Nietzscheano) no se
    interesará por el estudio de las leyes de formación
    de las estructuras,
    de los códigos con los que pensamos, sino y más
    bien, por sus condiciones de posibilidad y de existencia, serie
    de problemas que
    Foucault intentará reunir y ordenar en Les mots et les
    choses bajo la idea de episteme.

    De todos modos, debemos tener siempre presente que estos
    interrogantes, los nuestros, hallarán quizás sus
    respuestas -o no- en la medida en que nos adentremos al estudio
    puntual de la aplicación arqueológica en la que
    Foucault pretende orientarnos desde su segundo trabajo: Histoire
    de la folie, hasta: L'archéologie du savoir, su primer
    «anclaje» metodológico. Preferimos decirlo
    así pues nos parece, y esto se desprende de un
    primerísimo acercamiento a su trabajo general, que la
    arqueología, en sus aspectos nucleares, nunca
    cesará de ser reformulada y reaplicada. Esto es así
    si entendemos las investigaciones que Foucault realiza
    posteriormente sobre el poder
    (Genealogía) o sobre las prácticas de sí
    (Ética)
    como un cambio de mirada y un enriquecimiento metodológico
    y no como una mutación radical o como unas rupturas
    irreconciliables en el interior de un proyecto
    filosófico más general (si es posible hablar
    estrictamente en términos de un proyecto).

    Con respecto a esto dice Miguel Morey: "El
    obstáculo es sin duda de mucho peso. Y con ello no quiere
    decirse que no exista diferencia de procedimiento
    entre la arqueología y la genealogía, sino que esta
    diferencia puede que no sea en absoluto lo esencial.
    Anteriormente, sostuve que la diferencia entre arqueología
    y genealogía es la que media entre un procedimiento
    descriptivo y un procedimiento explicativo: que la
    arqueología pretende alcanzar un cierto modo de descripción (liberado de toda
    «sujeción antropológica») de los
    regímenes de saber en los dominios determinados y
    según un corte histórico relativamente breve; y que
    la genealogía intenta por recurso a la noción de
    «relaciones de poder»,
    explicar lo que la arqueología debía contentarse
    por describir"(28).

    Por el momento, el problema que nos planteamos fue tan
    sólo el de desentrañar, en la medida de nuestras
    posibilidades, algunas interlocuciones que nos permitan pensar
    los trabajos de Foucault en un contexto dominado principalmente
    por la Fenomenología y atacado en sus fundamentos por las
    novedades del Estructuralismo.

    Dice Maurice Florence:

    "Sin duda todavía es demasiado pronto para
    apreciar la ruptura introducida por M. F., profesor en el Colege
    de France (cátedra de historia de los sistemas de
    pensamiento) desde 1970, en un paisaje filosófico dominado
    hasta entonces por Sartre y lo que éste designaba como la
    filosofía insuperable de nuestro tiempo: el marxismo. De
    entrada, desde Histoire de la folie (1961), M.F. está en
    otra parte. Ya no se trata de fundar la filosofía sobre un
    nuevo cogito, ni de desarrollar en un sistema las cosas ocultas
    hasta entonces a los ojos del mundo, sino más bien de
    interrogar este gesto enigmático, quizá característico de las sociedades
    occidentales, por medio del cual se ven constituidos unos
    discursos
    verdaderos (y, por tanto, también la filosofía) con
    el poder que se les conoce"(29).

    En adelante intentaremos esbozar el mapa teórico
    que nos permita, en pos de una posible instrumentalización
    del pensamiento de Foucault, avanzar con una mirada prudente pero
    no por ello menos ambiciosa de reconstrucciones.

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