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La V República y la Revolución Democrática. El Caso de Venezuela




Enviado por sepiabong



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    Indice
    1.
    Introducción.

    2. Punto Fijo y Sistema de
    Partidos
    .

    4. Puntofijismo.
    5. Las Fuerzas Armadas
    Nacionales.

    6. La Revolución
    Democrática
    .
    7.
    Cambios constitucionales.

    8. Percepción de la
    Coyuntura.

    9.
    Conclusión.

    10.
    Bibliografía.

    1. Introducción.

    El problema que nos congrega sobre estas líneas
    se refiere a la situación por la que actualmente transita
    la Democracia en
    Venezuela, ya
    que luego de 40 años de estabilidad, forjada con instituciones
    de representación extendidas y consolidadas, está
    hoy atravesando por una situación de incertidumbre, temor
    y desconcierto. Nuestro análisis comprenderá la coyuntura
    que ha dado paso a la fundación de la V República,
    coyuntura con raíces en un giro en la situación
    económica, en una ola de revueltas y en un golpe
    frustrado, hecho éste último que ha desencadenado
    con celeridad la total revolución
    del Estado. A
    partir del discurso dado
    por Hugo Chávez para comunicar a sus compañeros de
    armas el
    fracaso del golpe, la ola de descontento y crítica se
    generalizó, la idea de reunir a la Asamblea Nacional
    Constituyente empezó lentamente a dar esperanzas de un
    cambio en la
    conducción de los agudos problemas
    económicos y sociales.

    Los hechos que analizaremos están en pleno
    desarrollo,
    puesto que estamos en vísperas de la primera etapa del
    proceso
    eleccionario que permitirá poner en práctica la
    nueva constitución que la Nación
    venezolana se ha dado. Esto implica elegir al total de las
    "autoridades" que conformarán los poderes del Estado. El
    domingo 30 de Julio se efectuará la elección
    presidencial y parlamentarias, dejando para el 1 de Octubre las
    municipales. Asistimos a los primeros pasos que la sociedad
    venezolana da en el camino hacia la institucionalización
    de la nueva Constitución de la República
    Bolivariana de Venezuela, en
    la que se busca la transparencia de las Instituciones
    Públicas, las que habían caído en
    descrédito producto de la
    gran Corrupción
    advertida en el sistema.

    Durante toda la década de los noventa se
    observaron esfuerzos por cambiar el sistema de Punto
    Fijo, se agudizó la necesidad de reducir las desigualdades
    y estas tensiones fueron haciendo insoportable la brecha entre
    las dos Venezuela. Una, desesperanzada e indignada por la
    frustración que conlleva el caos; preocupada por el
    futuro, trabajo, esfuerzo; con angustia existencial, por el robo,
    por la ineficiencia, por la impunidad, por la falta de justicia, de
    moral y de
    ética.
    Otra, negativa y perniciosa, que ha causado tanto daño al
    país; una gran capa de venezolanos indolentes,
    irresponsables, flojos, que corrían tras la riqueza
    fácil, o que simplemente esperan que el Estado se
    lo dé todo, como antaño; que buscaban y conspiraban
    dentro de las entidades públicas y los partidos
    políticos, para obtener el negocio fácil, el
    contrato para
    su empresa; que
    ejercen un liderazgo
    negativo; que hoy destruyen la moral con
    su descarada defensa del puntofijismo; que no aportan nada, y que
    sólo dilapidaban el futuro de la Nación.

    A partir de la definición que Samuel Huntington
    da respecto de Revolución, y a la luz del proceso
    coyuntural que ha convulsionado a Venezuela en los últimos
    3 años, se ha decidido plantear una hipótesis de investigación que problematiza con dicha
    pauta de análisis, pues al aplicarla en el estudio
    del caso surgió la necesidad de replantearse el concepto. Este
    autor sostiene que una Revolución es un proceso de
    cambio
    rápido, fundamental y violento, que afecta a los valores y
    mitos
    dominantes en una sociedad, sus
    instituciones políticas,
    su estructura
    social, sus liderazgos y la actividad y normas de su
    gobierno.

    En su definición, Huntington reconoce las fases y
    condiciones que han de estar presentes en las coyunturas
    revolucionarias que para él resultan paradigmáticas
    y que se diferencian de otras coyunturas que no
    representarían una Revolución propiamente tal, como
    insurrecciones, rebeliones, alzamientos y golpes. Una
    Revolución comenzaría a manifestarse con la
    emergencia de nuevas fuerzas sociales, cuyas demandas van a ser
    canalizadas por las nuevas élites políticas
    recientemente constituídas, las que liderarán la
    lucha por revertir la ausencia de instituciones que sirvan de
    canales de expresión para los nuevos actores
    políticos. Estas van a evidenciar el desgaste en que se
    encuentran las estructuras
    del régimen, promoviendo la movilización en aras de
    las nuevas demandas de participación. Estas demandas
    llegarán a un punto de saturación, después
    del cual tenderán a producir una "explosión" de
    violencia con
    el objetivo de
    eliminar todo vestigio de las desgastadas instituciones. Mas,
    como dice el autor, "la medida del éxito
    de una revolución es la autoridad y
    estabilidad de las instituciones a que da nacimiento".

    A partir de lo expuesto por Huntington, se podría
    establecer que hay Revolución donde no hay Democracia.
    Esto nos indica que en la práctica estas realidades se
    oponen, porque en la Democracia las demandas de
    participación son canalizadas por las vías de
    participación y representación que la permiten,
    como elecciones, partidos
    políticos y libertad de
    expresión, evitando la explosión de violencia. En
    una Revolución, la coyuntura se ha desatado por la
    necesidad de Democracia, la urgencia de una participación
    mayor, a través de la violencia.

    La realidad del caso de Venezuela nos revela la
    necesidad de precisar el concepto, por
    cuanto el proceso coyuntural que observamos nos plantea la
    posibilidad de una Revolución para Democratizar. No
    hablemos de Reforma, porque eso significa mantener las
    instituciones y normas del
    régimen cuestionado, hablemos de Revolución
    Pacifica o Revolución Democrática, porque se cumple
    la teorización dada por el autor acerca de
    Revolución, pero sin violencia, es decir, Democratizar
    desde la Democracia, a partir de la conciencia
    política
    generalizada de los actores, respecto de la caducidad de la
    realidad. No hay un verdadero cambio sin nueva
    institucionalización.

    2. Punto Fijo y Sistema de
    Partidos.

    Para poder
    comprender la real dimensión de las transformaciones
    ocurridas en la coyuntura por la que Venezuela atraviesa,
    será necesario establecer el contexto en el cual se
    desenvolvió la Democracia venezolana, remitiéndonos
    en este capítulo a revisar su Origen y analizar su
    Evolución. Dejaremos para el próximo
    capítulo el análisis que nos permitirá
    determinar las causas inmediatas de su Crisis.

    Para desarrollar este propósito, relacionaremos
    el diagnóstico con el aparato conceptual
    entregado por Mainwaring y Scully respecto de los sistemas de
    partidos. Para los autores, el caso de Venezuela representaba el
    paradigma de
    su teorización. Estos autores señalan que para la
    consolidación de una democracia es fundamental contar con
    un Sistema de Partidos Institucionalizado (SPI), lo que implica
    que los partidos políticos son, dentro de ese esquema, los
    instrumentos básicos de movilización y
    acción políticas; serán los agentes
    principales para la
    organización y canalización de los conflictos
    políticos. En la política moderna,
    llegarán a ser centrales el consentimiento y los votos
    movilizados. Y para que exista un SPI fuerte, se requerirá
    que los partidos tengan cierto grado de
    institucionalización y coherencia con el estado de
    la Sociedad Civil,
    que den cabida a sectores amplios de la población y que los grupos
    económicamente dominantes se consideren representados en
    el sistema de partidos, ya sea mediante un partido conservador o
    dentro de los demás partidos, más
    heterogéneos. Será necesaria la celebración
    de elecciones competitivas, regulares, libres, limpias y
    abiertas.

    Los partidos políticos han estado presentes en la
    Democracia venezolana moderna desde el comienzo. Durante el siglo
    XIX los "partidos políticos" no pasaban de ser bandas
    armadas al mando de un caudillo, prestando un vital servicio a los
    intereses de las elites económicas de la región
    andina, donde se encontraban los estados más ricos y
    poderosos de Venezuela. Pero avanzado el siglo XX, surgen y
    obtienen su fuerza de los
    cambios sociales masivos acarreados por el
    petróleo. Podemos afirmar que ellos mediaron y
    portaron toda forma de acción política desde el
    principio, siendo fundamental su rol en la creación de la
    Democracia en 1945 y en su renacimiento en
    1958.

    No deja de ser sugerente la semejanza entre el proceso
    mediante el cual Venezuela se desembarazó de la dictadura de
    los vástagos del general Gómez, y la actual
    coyuntura por la que pasa nuestro país hermano.

    Juan Vicente Gómez habría sido uno
    más de los tantos caudillos venezolanos, pero tuvo la
    fortuna de estar en el poder cuando
    la industria del
    petróleo
    llegó a Venezuela. Utilizó hábilmente esos
    inmensos recursos para
    estabilizar el país y destruir a sus enemigos. Durante su
    dictadura se
    produjo el desarrollo de
    la industria
    petrolera (desde 1920 en adelante), lo que conllevó
    discontinuidades radicales con el pasado; se produjo el fin de la
    economía
    agraria, se crearon ejércitos y burocracias nacionales
    permanentes; se construyeron caminos y se produjo una intensa
    migración interna. Junto con estos procesos,
    surgen nuevos grupos y fuerzas
    sociales, portando la necesidad de una expresión
    organizativa legítima: se trata de los movimientos
    universitarios y sindicales. Estas demandas no fueron
    consideradas sino hasta después de la muerte del
    dictador.

    La vida moderna venezolana comenzó con la
    muerte de
    Gómez, la que se produjo el 17 de diciembre de 1935. Al
    día siguiente asume el general Eleazar López
    Contreras, en calidad de
    encargado de terminar el período del mandatario fallecido.
    Para el siguiente período (1936-1943), el Congreso
    eligió al mismo López, pero reduciendo el
    período a 5 años. A pesar de su pasado como
    Ministro de Guerra del
    dictador, su gobierno se
    realizó con el mayor respeto a las
    normas cívicas. El nuevo régimen inició la
    difícil tarea de realizar la transición de la
    dictadura a la democracia. Este proceso fue favorecido por el
    compromiso asumido por su sucesor, Isaías Medina Angarita,
    de respetar la estricta alternabilidad en el ejercicio de las
    funciones
    públicas. A poco de comenzar su gestión
    el general Medina Angarita se ganó la voluntad popular,
    impulsándola a una idea de libertad que
    el pueblo siempre ambicionó. Comenzó por entonces
    una gradual liberalización del régimen, facilitando
    la organización sindical y
    política.

    En este contexto surge el primer partido político
    reconocido legalmente: Acción Democrática (AD) en
    1941. Sus líderes y activistas se propusieron construir un
    tipo de estructura
    política desconocido hasta entonces en Venezuela: un
    partido que fuera permanente, con presencia en todos los niveles
    de la vida nacional y local, capaz de integrar muchos intereses y
    grupos en su vida organizada. Ellos presenciaron la
    creación de la sociedad civil,
    incluyendo sindicatos,
    grupos campesinos, organizaciones de
    profesores, sociedades de
    estudiantes y profesionales, etc., e integraron a esos grupos
    desde un comienzo, produciendo una sólida alianza con las
    masas. Se observa como desde un principio los partidos
    políticos en Venezuela han sido socialmente
    heterogéneos.

    El poder continuaba firme en las manos de las elites
    militares y estatales andinas, de un tradicionalismo a ultranza.
    Había organización masiva, pero no poder real;
    las elecciones seguían siendo indirectas y con un sufragio
    limitado. El 18 de octubre de 1945 marcará el inicio de la
    política de masas en Venezuela. Seis meses antes de
    terminar el período constitucional, y en plena
    discusión política para candidatos a las elecciones
    de presidente para el nuevo período, un golpe militar, con
    el apoyo del partido AD, derribó el régimen. Al
    día siguiente, una junta revolucionaria de gobierno
    tomó el poder; fue integrada por dos oficiales del
    ejército, cuatro dirigentes de AD (Rómulo
    Betancourt como presidente) y un independiente. En un discurso a la
    Nación comunicaron que su misión
    inmediata sería la de "convocar al país a
    elecciones generales, para que mediante el sistema de sufragio
    directo, universal y secreto, puedan los venezolanos elegir a sus
    representantes, darse la Constitución que anhelan y
    escoger el futuro presidente de la república". El 17 de
    diciembre de 1946 se reunió la Asamblea Nacional
    Constituyente, la que aprobó una nueva Constitución
    en 1947 y un nuevo estatuto Electoral, realizándose las
    elecciones para presidente en medio de grandes disturbios. Se
    inscribieron 1.621. 607 sufragantes mayores de 18 años.
    Los resultados fueron favorables para Rómulo Gallegos
    (AD), quien recibió el poder de manos de la junta de
    gobierno el 4 de febrero de 1948. El régimen de partidos
    nació muerto, por cuanto la excesiva
    polítización de los ciudadanos impulsó a
    elementos reaccionarios de las Fuerzas Armadas a derrocarlo,
    produciéndose un golpe militar el 24 de noviembre de 1948.
    En realidad, los temores habían sido despertados entre la
    antigua élite, pues AD controlaba las organizaciones
    populares como garantía de su poder; en cambio, las
    élites económicas y sociales, confiaban en el
    ejército y el control de la
    administración para perpetuar sus
    privilegios.

    Durante este período, conocido como el trienio,
    se formaron nuevos partidos: el Comité de
    Organización Política Electoral Independiente
    (COPEI), inspirados en la doctrina social de la iglesia
    católica; y la Unión Radical Democrática
    (URD), representando a la izquierda no comunista. También
    se extendieron los sevicios a la población, recibiendo Educación (el
    analfabetismo
    superaba el 50%), Salud, Agua y acceso
    a los medios de
    comunicaciones.

    Luego del derrocamiento del primer gobierno propiamente
    democrático de Venezuela, vinieron 10 años de
    dictadura
    militar, a cargo del coronel Marcos Pérez
    Jiménez, quien se hizo notar por la crueldad en la
    persecución de los enemigos políticos y por el
    enriquecimiento ilícito por el cual el dictador y todo un
    sector de la burguesía se enriquecieron visible e
    ilegalmente. Bajo su mandato, todos los partidos políticos
    desaparecieron, aunque de todos modos subsistió una
    red clandestina
    de resistencia, la
    que fue aumentando notoriamente desde 1957. Ese mismo año,
    Pérez Jiménez se burlaría del pueblo
    venezolano, causando su propio derrocamiento. Confiado,
    llamó a elecciones en diciembre. De pronto, y sin mediar
    consulta alguna, canceló la elección y la
    sustituyó por un plebiscito: habría un solo
    candidato por cada cargo. El pueblo tomó estos hechos como
    una afrenta, lo que unió y estimuló a la
    oposición. Se encendió la lucha callejera y una ola
    de manifestaciones, por parte de fuerzas políticas
    clandestinas, las que se unirían a un movimiento
    militar. Esta situación alcanzó su punto culminante
    el 23 de enero de 1958.

    Una junta militar se hizo cargo del gobierno, para luego
    ceder el poder a una junta de gobierno integrada por los
    líderes políticos que regresaron del exilio. Ambas
    dirigieron el país durante una breve transición a
    la democracia representativa. Ésta se inició cuando
    el fundador de AD, Rómulo Betancourt, asumió la
    presidencia después de su triunfo en las elecciones. El
    carácter específico de la
    transición a la democracia en 1958 reside en que se
    trató de una empresa
    construída sobre coaliciones, que integraron a los
    partidos políticos, a grupos de empresarios y
    profesionales, a organizaciones populares y a sectores claves
    entre los militares.

    Antes de las elecciones de 1958, los principales
    partidos no comunistas (AD, COPEI, URD) firmaron 2 acuerdos: el
    Pacto de Punto Fijo, que obligaba a los firmantes a respetar los
    resultados de las elecciones, a mantener la tregua
    política, despersonalizando el debate y
    asegurando mecanismos de consulta entre los partidos para la
    toma de
    decisiones de trascendencia; y el Programa
    Mínimo de Gobierno, que corresponde a un modelo de
    desarrollo basado en capital
    privado, extranjero y nacional, subsidios al sector privado y un
    enfoque cauteloso respecto a las reformas económicas y
    sociales. Se procuró desincentivar la oposición
    potencial: a los militares se les destinaron jugosos presupuestos,
    la Iglesia obtuvo
    un status mejor y fue permanentemente consultada en materia de
    educación
    y en lo social, se llevó a cabo la baja de la oficialidad
    opositora en el Ejército y se derrotó a la
    Izquierda guerrillera. Así Venezuela, de ser el
    país menos democrático de América
    Latina antes de 1958, pasó a ser una de las
    democracias más estables después.

    Punto Fijo estableció la necesaria solidaridad
    política sobre la estabilidad del poder civil,
    poniéndole límites al
    canibalismo político y salvaguardando el régimen
    democrático que se estaba fundando. La democracia no
    habría sido posible en Venezuela sin un pacto para moderar
    las controversias y las pugnas por el poder. Es por esto que se
    considera que la viabilidad de la consolidación de la
    democracia comenzó sobre la base de este pacto, firmado el
    31 de octubre de 1958. El día antes de los comicios, los
    tres candidatos firmaron, en la sede del Consejo Supremo
    Electoral, una Declaración de principios y el
    Programa
    Mínimo. En las elecciones del 7 de diciembre de ese
    año fue electo presidente Rómulo Betancourt.
    Quedando demostrado así como la
    organización de los partidos decidió las
    elecciones y, en los años posteriores, decidirán
    las siguientes elecciones y la vida de la Nación en su
    conjunto.

    En 1961 se puso en vigencia una nueva
    Constitución, y en 1963 se dio el primer traspaso de mando
    legítimo, cuando triunfa en las urnas Raúl Leoni
    (AD) el 1 de diciembre. Durante la década de los 60, el
    juego
    político irá cambiando, aunque se mantendrá
    el espíritu de cautela y compromiso, de dedicación
    a la competencia y a
    la democracia, que seguirá marcando el proceso de
    consolidación. En esa década se superó la
    fragmentación y surgió un sistema de partidos
    dominado por la competencia
    bipartidista. Esto, debido a la declinación constante de
    AD y al crecimiento sostenido de COPEI, que gana las elecciones
    de 1968, que marca la cota
    más alta de dispersión electoral en la historia política de
    Venezuela, marcando un hito, pues posteriormente se
    producirá una alta concentración de los votos por
    parte de AD-COPEI. El nuevo presidente fue el doctor Rafael
    Caldera (COPEI), quien ganó por un escaso margen de 30 mil
    votos. Durante su presidencia, en el marco del proceso de
    "pacificación" que emprendió, el Partido Comunista
    de Venezuela (PCV) se reintegró al debate
    político pacífico y legal (había apoyado al
    movimiento
    guerrillero procastrista que pretendió tomarse el poder
    unos años antes).

    Desde los 70, la competencia entre los dos partidos
    "grandes" ha dominado el escenario político. En las
    elecciones de 1973 se consolidó el sistema bipartidista,
    resultando electo para presidente Carlos Andrés
    Pérez (AD). El nuevo residente del palacio de Miraflores,
    apoyado en su gran popularidad y en la abrumadora mayoría
    parlamentaria, promovió la nacionalización de la
    industria petrolera en 1975. Esto coincidió con un aumento
    notable de los precios del
    petróleo,
    lo que llevó al país a una especie de euforia y
    distensión por la riqueza fácil. Asimismo, el
    Estado se fue haciendo cargo de una serie de compromisos que
    después le pasarían la cuenta, solicitando créditos para la construcción de monumentales obras
    públicas y subvencionando los artículos de primera
    necesidad hasta en un 50%.

    En las elecciones de 1978 volvió al poder el
    partido democratacristiano COPEI, eligiendo a Luis Herrera
    Campins. Con esos resultados, los venezolanos dieron un notable
    ejemplo de la viabilidad de la alternancia pacífica en el
    poder, robusteciendo sus instituciones democráticas. Al
    comenzar el nuevo período presidencial, la bonanza
    económica se estimuló por una nueva alza en los
    precios
    internacionales del petróleo, hasta caer estrepitosamente
    hacia el final del mandato. Esto provocó la devaluación del bolívar y una
    inédita inflación, la que se agregó a la
    generalización de la corrupción
    administrativa, a manejos inescrupulosos en las entidades
    bancarias y a la intensificación del escándalo
    político; elementos de descomposición social y
    política de esos años.

    Al promediar la década de los 80, encontraremos
    los orígenes de la Crisis del
    sistema de partidos, tema que abordaremos en el próximo
    apartado.

    3. La Crisis de los tres
    febreros.

    En este capítulo deseamos abordar la urgencia de
    reforma fundamental que se comenzó a sentir en el
    régimen de partidos en Venezuela durante la década
    de los 80 y comienzos de los 90. Esta tomó sentido de
    Crisis luego de tres hechos ocurridos en febrero y que
    afectarán a los pilares sobre los cuales se
    sostenía la democracia de Punto Fijo.

    El 18 de febrero de 1983 se produjo el llamado "Viernes
    Negro", que debilitó la fuerte economía, iniciando
    un inusitado período de inflación. Tras todos los
    problemas
    económicos y sociales que esto suscitó, el sistema
    político fue siendo objeto de una creciente
    crítica, ante lo que se veía como la incapacidad
    del sistema para garantizar un mejor estándar de vida a
    una población mal acostumbrada a la opulencia de los
    años de oro del "oro negro"; incapacidad para canalizar
    las nuevas demandas por mayor participación
    política y socioeconómica. El debate se
    centró en la necesidad de efectuar reformas electorales,
    pues se cayó en cuenta que el sistema electoral vigente
    hasta entonces favorecía la oligopolización del
    juego
    político, lo que se conoce por "partidocracia". Esto se
    debe a que se votaba por lista cerrada, adquiriendo una
    desmesurada relevancia la competencia interna de los partidos por
    la selección
    de los candidatos, donde los líderes decidían
    más, entre sus cuatro paredes, que el pueblo con sus
    votos.

    En este contexto, AD vuelve al poder por las elecciones
    del 4 de diciembre de 1983, resultando presidente Jaime Lusinchi,
    para el período 1984-1989. El nuevo presidente, escuchando
    a la opinión
    pública, creó la Comisión Presidencial
    para la Reforma del Estado (COPRE), el 17 de diciembre de 1984,
    debido a la insuficiente complejidad de las instituciones
    políticas en comparación con la complejidad
    alcanzada por la sociedad venezolana. Las propuestas de reformas
    tuvieron tres objetivos:
    procurar la democratización interna de los partidos,
    establecer condiciones de "juego justo" en la competencia entre
    partidos, y la mencionada reforma institucional para el fomento
    de una mayor calidad en el
    proceso electoral. Como resultado se pudo apreciar por primera
    vez el nombre de los candidatos en el voto, dejando atrás
    el método de
    lista cerrada.

    Se introdujo la separación de las elecciones
    municipales, es decir, un voto para alcalde y otro para concejal,
    lo que dio mayor relevancia política e identidad al
    gobierno local, permitiendo a los partidos y grupos
    pequeños competir en política y obtener una
    representación para sus minorías. También se
    instauró la elección directa de los gobernadores
    estatales, creando un nuevo espacio de participación y de
    paso reforzando la tendencia a la descentralización del poder. En general, la
    puesta en práctica de dichas reformas generó nuevas
    dinámicas en el sistema de partidos venezolano, pero, como
    lo prueban los hechos posteriores, fueron reformas más de
    forma que de fondo.

    Durante el gobierno de Lusinchi, las complicaciones
    económicas y sociales fueron agravándose, afectando
    la credibilidad y legitimidad de la que gozaban los partidos
    políticos y deteriorando seriamente la calidad de
    vida de la población. Al mismo tiempo, se
    ponía en entredicho la capacidad de la democracia y de los
    partidos para hacer frente a esas complicaciones y resolverlas.
    La crisis económica hizo dudar sobre la capacidad del
    sistema de operar en circunstancias tan adversas y tan distintas
    a los inicios de la democracia. Al finalizar su período,
    Venezuela está inmersa en una crisis global.
    Situación que será aprovechada por el ex presidente
    Carlos Andrés Pérez (quien solo podía
    presentarse a la reelección tras dos períodos, es
    decir 10 años), para presentarse a las elecciones del 4 de
    diciembre de 1988, en las que obtuvo un rotundo
    triunfo.

    Su gobierno comenzó con grandes expectativas,
    pero casi de inmediato debió afrontar una inesperada
    oleada de varios días de protestas populares
    acompañadas de saqueos y violencia, lo que
    constituirá el segundo febrero.

    Las sangrientas manifestaciones urbanas (saqueos) que
    estallaron el 27 de febrero de 1989, se produjeron en respuesta
    al ajuste estructural del gobierno, cuando el pueblo se
    negó a pagar los precios que exigían los
    transportistas. Esta manifestación espontánea
    minó la capacidad de los partidos de canalizar y controlar
    la participación. En respuesta a la furia popular, que en
    corto tiempo
    desbordó a la policía, el presidente Pérez
    envió al ejército a controlar la situación
    en Caracas y decretó la suspensión de las
    garantías constitucionales y la vigencia del toque de
    queda. Estas fueron las repercusiones sociales a los ajustes del
    tipo venezolano, esos en los que "ustedes se aprietan el
    cinturón pero nosotros seguimos haciéndonos de
    mansiones, cuentas bancarias
    y lujosos viajes".

    El 27 de febrero de 1989 representa el inicio de la
    noción de Crisis del régimen democrático
    venezolano, y al inicio de las demandas por "democratizar la
    democracia", solicitando nuevos canales de participación
    ciudadana, ante la emergencia de nuevos grupos y/o movimientos,
    más allá de las redes controladas por los
    partidos. Esa jornada, triste por las tres centenas de muertos,
    por los saqueos y los casi 200 incendios
    provocados por la turba, fue señalada como "el 23 de enero
    social", por los historiadores venezolanos, significando con esto
    el arranque de una lucha por una nueva sociedad. En marzo de ese
    año, fue restituída la libertad de
    expresión, las garantías constitucionales y el
    presidente anunció vastos programas
    sociales.

    En lo sucesivo la abstención irá creciendo
    a ritmo sostenido, hasta llegar a niveles impensables en 1958.
    Diversos actores afloran en la escena política y hacen
    suya la demanda por
    una reforma completa del sistema institucional del gobierno,
    incluso de los partidos políticos y del Poder Judicial,
    acusados de ser cómplices y culpables de la
    dilapidación de la rica Venezuela.

    Durante el mandato de Pérez, un grupo de
    militares jóvenes encabezó un levantamiento armado,
    que pretendía aniquilar al presidente, y que
    fracasó. Eso si, el intento de golpe militar del 4 de
    febrero de 1992, derribó la superioridad obtenida por los
    partidos en el equilibrio de
    fuerzas con los militares. Después de la intentona
    liderada por Hugo Chávez Frías, nuevas
    organizaciones comenzaron a consolidarse como organizaciones
    políticas alternativas y los líderes de los
    partidos vieron con horror el eco favorable que las intentonas
    golpistas tenían en la opinión
    pública.

    Luego de la deposición de las armas vino el
    encarcelamiento de los rebeldes, castigo que duró hasta
    que, tras la destitución por corrupción de Carlos
    Andrés Pérez en 1993, el nuevo presidente Rafael
    Caldera los liberara en 1994. En todo caso esos meses sirvieron
    para generar la convicción de que el mejor camino para
    acabar con los corruptos era la vía de los votos, no la de
    la violencia. El descontento económico y social
    comenzó a hacerse oír, dejando la sensación
    de que los partidos eran dirigidos por camarillas corruptas que
    se habían distanciado irreversiblemente de las masas y que
    habían creado un sistema de gobierno de los partidos,
    más que del pueblo. La crítica se hizo despiadada y
    arreciaron las acusaciones de corrupción, amiguismo y
    apoyo mutuo e interesado entre los dos partidos principales.
    Así surgió el concepto de "puntofijismo", que
    sirvió a los nuevos portadores de demandas de
    participación, para designar al sistema de partidos
    originado en el Pacto de Punto Fijo de 1958, y que tiene una
    connotación negativa.

    Entre los nuevos actores políticos destacan el
    Movimiento al Socialismo (MAS)
    y el Movimiento V República (MVR), que apoyaron la
    candidatura de Hugo Chávez y su programa de profunda y
    radical reforma del Estado, materia que
    será analizada en el próximo
    capítulo.

    4.
    Puntofijismo.

    El "puntofijismo" se ha convertido en un calificativo
    denigrante de tono claramente peyorativo dentro del lenguaje
    empleado en la realidad que se está viviendo en Venezuela.
    Para algunos esto resulta vergonzoso puesto que sin un Pacto de
    Punto Fijo para moderar las controversias y las pugnas por el
    poder la democracia no habría sido posible en Venezuela.
    Un venezolano, quien participó en la política en
    aquellos días, solía decir que "si los venezolanos
    fuéramos tan pacientes con la democracia como lo
    éramos con las dictaduras, otra sería la
    situación". Durante los primeros años de la
    democracia abundaron los intentos de golpe militar, como el
    encabezado por el general Castro León. Las raíces
    de la dictadura mostraban resistencia al
    cambio. Si la alianza de los partidos para defender el
    régimen democrático de estos coletazos
    dictatoriales, este no hubiese sobrevivido, pese al respaldo
    masivo con que contaba la democracia. Quienes concertaron el
    cambio, los jefes de AD, COPEI y URD, interpretaron
    inteligentemente lo que era una prioridad de carácter
    histórico. Cometieron un error: discriminaron al Partido
    Comunista, quizás por el temor que éste suscitaba
    entre los militares, lo que generó malestar en el
    tiempo.

    Punto fijo tuvo vigencia, así, para preservar,
    ante todo, el poder civil. Hubo coaliciones de partidos para
    ejercer el poder, en unas ocasiones de los tres partidos, en
    otras de dos partidos y finalmente, el pacto se redujo al
    Parlamento. Punto Fijo se fue ocultando en el pasado, mientras en
    los partidos se pensaba que la democracia estaba garantizada de
    una vez y para siempre. Craso error, porque la democracia es una
    batalla cotidiana.

    De esa concepción de Punto Fijo a la
    utilización de la palabra "puntofijismo" para condenar
    todo lo que es condenable del pasado, y confundirlo con lo que no
    es condenable, no le rinde ningún tributo a una
    interpretación equilibrada de la política. Se tuvo
    éxito por que los partidos se comprometieron
    también a no monopolizar el poder, como había
    ocurrido en el período 1945-1948.

    Ahora están frente al renacimiento de
    los dos males políticos que se trató de evitar
    entonces: el canibalismo y el monopolio del
    poder. El debate ha degenerado en pugnas personales. Se
    dividieron los generales del 4 de febrero, y se pusieron de
    manifiesto discrepancias y enconos que pocos imaginaban. Civiles
    y militares del MVR no parecen estar conformes unos con otro, y
    se ha abierto entre ellos un duelo impredecible. En una palabra,
    que el poder concentrado a sido inmanejable, y que quienes lo
    controlan parecen haber perdido la perspectiva del enorme
    compromiso adquirido con el país. De modo que todo aquello
    que se condena indiscriminadamente con la palabra puntofijismo no
    desaparece de la escena.

    El país se encuentra envuelto en una alarma
    generalizada. Ha pasado de la incertidumbre al desconcierto y al
    temor. Venezuela deberá enfrentar el complejo proceso de
    relegitimación de los poderes, en un clima de
    inusitada "violencia verbal". Se necesitan medios que
    garanticen la transparencia en los asuntos del Estado, y como en
    las peores prácticas de la tradición venezolana,
    antes de Punto Fijo, y con Punto Fijo, los factores
    políticos se obstinan en mantener como secretos de Estado
    todo lo que legítimamente concierne a los dominios de la
    opinión pública.

    Dentro de los argumentos que esgrime Hugo Chávez
    para ganar las elecciones podría sintetizarse de la
    siguiente manera: en las elecciones de 1998 su eslogan electoral
    fue "hay que acabar con esto", y a la inmensa mayoría de
    los venezolanos, hastiados de ese régimen corrupto,
    compartió esa necesidad. A partir de 1999 cambia el
    discurso electoral, ahora es "la culpa de tu pobreza la tiene
    los ricos, y yo voy a quitarles a ellos para darte a ti". Ya no
    son los corruptos de la Cuarta República, son los ricos.
    Una apelación directa al sentimiento más ruin de
    los que tiene enraizado la mente humana desde tiempo inmemorial:
    la envidia generadora del odio social. Según la estrategia
    chavista al envidioso en realidad no le importa si por su voto
    él permanece igual o si incluso empeora. Lo que le importa
    es que le quiten algo al envidiado. La segunda parte de la
    oferta, que
    después se lo den a él, le importa menos. En otras
    palabras ya no es el puntofijismo y su corrupción que
    desaparecieron, el enemigo responsable de la pobreza, ni
    siquiera los nuevos corruptos de la quinta república, sino
    que los responsables desde tiempos de la Independencia,
    son los oligarcas.

    5. Las Fuerzas Armadas
    Nacionales.

    La Constitución de 1961 establece que las FAN son
    una institución profesional, impersonal y apolítico
    al servicio
    exclusivo de la Nación, y tiene por objeto fundamental su
    defensa, el mantenimiento
    de la estabilidad interna y el cumplimiento de la
    Constitución y de las leyes; sus
    miembros no pueden ejercer el derecho de sufragio, pertenecer a
    agrupaciones políticas ni tomar parte en las actividades
    de éstas, mientras permanezcan en servicio
    activo.

    Durante la época de Betancourt se hicieron
    esfuerzos en el sector militar por definir de manera clara las
    funciones de
    las Fuerzas Armadas en un país democrático. Al
    efecto, las FAN fueron definidas como instrumento
    político, se adoptó la separación del poder
    civil y el poder militar, y se estableció su
    carácter de institución profesional, impersonal y
    apolítica.

    A finales del gobierno de Leoni se alcanzó un
    modelo de
    articulación civil-militar caracterizable en su
    definición de resguardadora de la integridad del sistema,
    un papel
    político dado formalmente por unas normas legales
    complementadas sustitutivamente por unas reglas no escritas y un
    proceso de socialización política, y por
    garantizar su desarrollo profesional y su estabilidad
    socioeconómica.

    El presidente Chávez por su parte ha conducido a
    las FAN a jugar un papel
    político convirtiéndolas en centro de su Gobierno,
    el Plan
    Bolívar 2000y las utiliza en toda la sociedad venezolana
    para enfrentar la crisis social, buscando una simbiosis
    vico-militar, a esto hay que agregar que el Partido de
    gobierno es constituido de una manera importante en su junta
    directiva por los oficiales que estuvieron involucrados en el 4
    de febrero y el 27 de noviembre; esto, a la vista de
    especialistas puede resultar muy peligroso y delicado,
    comprometiendo al régimen político existente en el
    país. Agregan que por lo menos lo venezolanos han
    interpretado que por lo menos las FAN están jugando un
    papel por encima de lo que establece la
    Constitución.

    En general los militares han considerado que no deben
    votar, porque consideran que el voto puede dividir las FAN, que
    el país no está suficientemente maduro y que hay
    demasiada pasión por la política.

    Asamblea Nacional Constituyente.

    Es la forma como el pueblo ejerce el poder
    constituyente. El poder constituyente es la voluntad primaria y
    soberana del pueblo que se manifiesta en la creación de
    una Constitución, mediante la cual se organiza como
    República o Estado y regula su convivencia en comunidad. Es,
    por tanto, la soberanía misma, que se ejerce para
    estructurar el sistema político. Consiste, por ende, en la
    suprema capacidad y dominio del
    pueblo sobre sí mismo, al darse por su propia voluntad una
    organización política y un ordenamiento
    jurídico. Es el inicio de la coyuntura concreta que
    abordamos en este trabajo.

    El vocablo "constituyente" fue creado por al Abate
    Sieyes como adjetivo calificativo de aquel poder
    específico que constituye la expresión de la
    soberanía. A partir de ese momento
    quedó el término e incorporado al derecho
    público moderno, desde la publicación de su
    famoso libro
    "¿Qué es el Tercer Estado?" (1788).

    La importancia del poder constituyente se percibe en los
    momentos de cambio de la Constitución, "pacíficos o
    revolucionarios", cuando surge de un "clima
    constituyente" que sensibiliza a la opinión
    pública. Aunque la mayoría de los ciudadanos ignora
    los argumentos y términos jurídicos, este clima
    constituyente les atrae y obliga a seguir los debates en torno al nuevo
    texto
    constitucional.

    Es soberano o supremo, porque el poder constituyente
    está por encima de todos los demás poderes y
    órganos. No se encuentra subordinado a ningún poder
    externo o interno. Las bases fundamentales de la
    organización y funcionamiento de la comunidad han de
    proceder de la voluntad soberana del pueblo, ya que afectan su
    existencia y continuidad.

    Es primario u originario, porque el poder constituyente
    no deriva de la Constitución sino del pueblo integrado en
    Nación. El poder constituyente es distinto a los poderes
    fundados en la Constitución (ejecutivo, legislativo y
    judicial). El poder lo ejerce el pueblo a través de
    representantes suyos extraordinarios.

    Mediante el ejercicio de su poder soberano, el pueblo
    puede romper "revolucionariamente" con el régimen
    jurídico, político o socioeconómico que no
    se adecue a sus aspiraciones o que sea obstáculo para su
    progreso. De allí que el poder constituyente tenga, en
    primer lugar, un fin destructivo, en cuanto rompe con el sistema
    anterior. Y, en segundo lugar, un fin constructivo, porque
    persigue construir un nuevo sistema
    jurídico-político en el cual se plasmen los
    designios del pueblo, se apunten las soluciones a
    los grandes problemas que lo afectan y se indique las medidas
    para satisfacer las necesidades y carencias
    colectivas.

    El sujeto originario sobre el que descansa el poder
    constituyente es el Pueblo, en cuanto colectividad
    orgánica y unitaria. Encuentra su justificación en
    las exigencias imperiosas del bien común.

    Si la soberanía reside en el Pueblo, el Poder
    Constituyente sólo a él pertenece. Es, por tanto,
    la actividad que el pueblo despliega para realizar una
    determinada finalidad que el mismo se propone, consistente en
    darse una constitución positiva en la que se conviertan en
    normas jurídicas los elementos que constituyen la
    "constitución real"; es decir, el ser, el modo de ser y el
    querer ser populares. El ser de un pueblo es su existencia misma;
    el modo de ser, sus atributos; y el querer ser entraña sus
    designios, aspiraciones e ideales.

    El pueblo no puede ejercer por sí mismos el poder
    constituyente. Es imposible que todo el pueblo participe en la
    elaboración de la Constitución. Esta tarea es obra
    de la inteligencia y
    de la voluntad y su producción requiere la acción del
    entendimiento manifestada en varias operaciones
    sucesivas tales como la redacción de un proyecto, su
    estudio y discusión, y finalmente su aprobación.
    Estas operaciones no
    son susceptibles de realizarse por el mismo pueblo directamente.
    Por esta razón el ejercicio del poder constituyente se
    delega en un cuerpo integrado por representantes del pueblo que
    se denomina Asamblea Constituyente.

    Este es el órgano al cual se le confía o
    entrega el ejercicio del poder constituyente. Por este motivo los
    títulos de legitimidad de dicha asamblea y de su obra
    derivan de la relación directa que exista entre ella y el
    pueblo, o sea, de la auténtica representación
    popular que ostente. Sin esa relación directa o faltando
    la representación, la obra constitucional, por más
    perfecta que se suponga, tendrá un vicio de origen: su
    carácter espúreo o ilegítimo.

    Partes: 1, 2

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