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Romanticismo (página 2)




Enviado por andresmartino



Partes: 1, 2

El Romanticismo significó un cambio de
gusto de la época y de las teorías
estéticas de la creación. Lo moderno frente a lo
neoclásico, simbolizado en lo francés y en la
imitación de los modelos
antiguos. Lessing ataca el teatro
francés clasicista, propone imitar a Shakespeare y
crear un drama nacional. Herder defiende la existencia de un
espíritu nacional ligado al idioma cuyo desarrollo es
la historia de cada
país; la manifestación de ese espíritu en
las creaciones del pueblo y en los grandes poetas, sobre todo en
la Edad Media
cristiana. Afirma el nacionalismo y
el populismo que
Schiller practicaría en su teatro. En
Inglaterra revive
el interés
por la mitología y tradiciones medievales
escandinavas o celtas y se cultiva un nuevo sentimiento ante la
Naturaleza (Wordsworth y Coleridge). Goethe, en Werther, dibuja
el "mal del siglo", y en su Fausto, busca un sueño
imposible de inmortalidad.

F. Schlegel, contra la necesidad defendida por los
neoclásicos de ajustar la creación a unas reglas o
leyes,
sostiene que la poesía
crea sus propias normas pues es
engendrada por la fuerza
original invisible de la humanidad. Sigue a Schiller, que
oponía la poesía
ingenua y sentimental (moderna) a la poesía objetiva. Esta
tenía por objeto la perfección formal, que se
conseguía a través de sus limitaciones, mientras la
moderna y sentimental subordinaba lo formal al contenido, que era
una aspiración al infinito.

Francia había representado la vanguardia del
Neoclasicismo,
y a pesar de las tempranas manifestaciones que surgen
dispersamente en este país y en Inglaterra preludiando el
advenimiento del romanticismo, la vanguardia
romántica nace en Alemania, bajo
el principio kantiano del progreso hacia el infinito de los seres
racionales finitos y en las inmediatas manifestaciones
nacionalistas alemanas. Herder habla de una nueva literatura, moderna, frente
a la clásica francesa. La búsqueda de una identidad
nacional se hace coincidir con la necesidad de impulsar una
cultura
propia.

3. El
romanticismo moderno.

"Antes de Dante y Petrarca, el YO yace enquistado bajo
la fortaleza de una ontología tiránica pero consoladora;
después de Galileo y Shakespeare,
transcurrida su gran aventura de autorreconocimiento, su
agotadora vitalidad deberá perderse en los distintos
caminos del empirismo, del
racionalismo y
de la restauración de la metafísica
tradicional. Entre ambos momentos, el hombre -ya
hombre moderno- por primera vez ha alcanzado a ver, con una
fecundísima mezcla de fascinación y terror, la
verdadera dimensión de su soledad". (Rafael Argullol, La
razón romántica)

La Ilustración, heredera del Renacimiento en
esto, significó una reordenación del mundo y un
impulso al progreso de las ciencias, todo
ello necesario para acabar con la metafísica, los
prejuicios y la superstición y exponer la relatividad de
las costumbres que se acataban como verdades reveladas. La
Ilustración cumplió su misión:
afirmar al hombre, concediéndole el poder de conquistar la
Naturaleza y dominarla en un sueño de progreso hacia la
felicidad. Pero los pensadores ilustrados imponen límites al
conocimiento:
ante la imposibilidad de conocer la cosa en sí,
sólo se interesan por el
conocimiento de los fenómenos, de la realidad
sensible, considerando que aquello que nuestros sentidos no
pueden concebir no tiene ninguna utilidad.

El romántico, sin embargo, entiende que en el
interior del hombre actúan distintas fuerzas, y que la
esencia de lo humano rebasa la esfera de lo inconsciente y de lo
racional. El romántico, además de su
rebeldía contra el orden del mundo heredado, se opone a la
separación entre razón y sentimiento, entre lo real
y lo irreal.

Para el romántico la naturaleza no es un objeto,
un todo mecánico como quería Descartes,
sino un todo orgánico, vivo. El yo romántico
rechaza formar parte de la naturaleza como una pieza más
de su engranaje, y, por el contrario, hace constar su
individualidad, su capacidad creadora y transformadora que extrae
de sí mismo, de su interior, y plantea una relación
con la naturaleza como una comunicación del Uno al Todo, que a la vez
desencadena su aspiración al infinito: "imagínate
lo finito bajo la forma de lo infinito y pensarás al
hombre" (F. Schlegel).

El romántico transforma el instinto en arte y el
inconsciente en saber. Crear significa aproximarse a su verdad, a
la última dimensión del ser.

El conflicto del
hombre romántico, el "mal del siglo", su crisis
religiosa y existencial es consecuencia de su propia singularidad
y de la imposibilidad de fundir su Yo con la alteridad, con el
Todo; de, siendo finito, desear unirse y transformarse en
infinito.

"¿Queréis saber la historia abreviada de casi
toda nuestra miseria? Es esta. Existía un hombre natural;
se ha introducido dentro de este hombre un hombre artificial; y
se ha suscitado en la caverna una guerra civil
que dura toda la vida. Tan pronto el hombre natural es el
más fuerte, como es derribado por el hombre moral y
artificial; y en uno y en otro caso, el triste monstruo es
distendido, atenaceado, atormentado, extendido sobre la rueda;
gimiente sin cesar, incesantemente desdichado, ya lo transporte y
embriague un falso entusiasmo de gloria o lo encorve y abata una
falsa ignominia" (Diderot).

4. Temas
románticos

Egocentrismo: El alma del hombre es su enemigo interior,
identificable con una obsesión incurable por lo imposible,
que priva del goce de la vida al individuo y hace que ésta
le sea adversa. El alma romántica no es dada desde fuera
al individuo, sino que éste la crea cuando tiene conciencia de sus
sentimientos. Convierte al individuo en singular y universal, de
modo que el Universo
sólo es posible concebirlo partiendo del conocimiento
de sí mismo, pues el hombre es la imagen del
Macrocosmos. Este egocentrismo en gran parte remite a Fichte: el
Yo es la única realidad existente, pues "no hay más
objetos que aquellos de los cuales tienes conciencia.
Tú mismo eres tu propio objeto". Por tanto sólo el
Yo es real, es el absoluto, y la poesía permite hacer
sensible y comunicativa esta experiencia en tanto que es
representación del alma y representación del mundo
interior en su totalidad. El poeta es alma y universo. Este
egocentrismo romántico tiene sus raíces en la
filosofía kantiana y en el idealismo
trascendental. Kant llevó
el centro de gravedad de la filosofía hacia el interior
del propio hombre y valoró
el sentimiento para el acto del conocer. Y Schelling, con su
filosofía de la naturaleza dio salida a la circularidad
destructora de Fichte, pues el mundo entero se le acababa
convirtiendo en un espejo que eternamente le presentaba al yo su
propia soledad.

Schelling liberaba al hombre de encontrarse a sí
mismo y sólo a sí mismo en todas partes. Admite la
existencia de un mundo exterior opuesto al mundo interior (Yo).
La intuición realiza la síntesis
entre el Uno ("yo") y el Todo (la naturaleza). El Yo, el Uno se
acerca a ese mundo externo para dialogar con él, coexistir
con él y reconciliarse con él. El sujeto cree en
una visión de algo que está más allá
de la cosa, que puede percibir gracias a una intuición
esencial en un ámbito de libertad.

La Libertad: El reino de la libertad absoluta es el
ideal romántico, el principio de toda ética
romántica: libertad formal en el arte, entendida como
necesidad del individuo para explorarse y explorar el mundo
exterior, y para lograr la
comunicación del Uno con el Todo, en una marcha
progresiva hacia el infinito. El romántico se concibe como
un ser libre, el cual se manifiesta como un querer ser y un
buscador de la verdad. No puede aceptar leyes a ninguna
autoridad.
Muchos románticos heredaron la crisis de la
conciencia europea que la Ilustración provocó al
cuestionar, en nombre de la razón, los dogmas
religiosos.

El amor y
la muerte: El
romántico asocia amor y muerte, como
ocurre en el Werther de Goethe. El amor atrae
al romántico como vía de conocimiento, como
sentimiento puro, fe en la vida y cima del arte y la belleza.
Pero el amor acrecienta su sed de infinito. En el objeto del amor
proyecta una dimensión más de esta fusión del
Uno y el Todo, que es su principal objetivo. Pero
no alcanzará la armonía en el amor. El
romántico ama el amor por el amor mismo, y éste le
precipita a la muerte y se
la hace desear, descubriendo en ella un principio de vida, y la
posibilidad de convertir la muerte en
vida: la muerte de amor es vida, y la vida sin amor es muerte. En
el amor se encarna toda la rebeldía romántica:
"Todas las pasiones terminan en tragedia, todo lo que es limitado
termina muriendo, toda poesía tiene algo de
trágico" (Novalis).

5. La religión de los
románticos

Las posturas románticas acerca de la religión son
variadas. No obstante, en general la creencia no la fundan los
románticos en ninguna norma establecida, en ninguna
moral
instituida, sino en un sentimiento interior y en una
intuición esencial de lo divino que conduce a una
unión mística con Dios.

Lo que hay de esencialmente nuevo en la religión
de los románticos, sobre todo en Alemania, es este
sentimiento interior. El intercambio o comunicación entre el individuo y el universo
denota una vida superior, y la primera condición de la
vida moral. La conciencia de pertenecer a un todo, de formar
parte de él desde la propia individualidad, conlleva una
responsabilidad moral.

Para todos los románticos no existe Dios fuera
del mundo y del hombre, y debemos actuar motivados por el
entusiasmo y el amor ("sintiéndose lleno de Dios", F.
Schlegel), una comunicación directa entre el hombre y la
naturaleza, el hombre y Dios, el Uno y el Todo.

6. Nacionalismo
romántico y Literatura

La reivindicación del espíritu nacional
(Volkgeist), la manifestación de ese espíritu en
las creaciones del pueblo y en los grandes poetas y la
oposición al clasicismo francés favoreció el
cultivo de literaturas nacionales modernas o
románticas.

El Romanticismo en literatura significa libertad, en la
elección de la forma y en la elección del
contenido. Se trata de una literatura revolucionaria por cuanto
supone la liquidación de la norma clásica y la
enemiga de los neoclasicistas. En Francia se dio
la más cruenta batalla entre clásicos y
románticos.

El drama nuevo exige una libertad que sólo se
había alcanzado en la obra de Shakespeare, y en casi todos
los países europeos es producto entre
otros factores de un desarrollo del
espíritu nacional y nacionalista que propugna la necesidad
de suprimir la influencia extranjera y la importación del programa
clásico procedente de Francia, y de crear una literatura
nacional. De ahí que los temas históricos y
nacionales desempeñen en este nuevo drama un papel de suma
importancia, en la medida que se reivindica la propia identidad.

La nueva novela se
convierte en un medio de describir sensaciones y pasiones, y se
crea la novela
histórica, cuyo maestro fue Walter Scott. El protagonista
frecuentemente es el doble del autor, el cual penetra en su
interior y describe sus sentimientos, al igual que recrea lo
maravilloso, lo exótico o la aventura. Werther, de Goethe,
fue para los románticos el modelo bajo la
forma una novela-diario que
penetra en la interioridad del personaje, comunica sus
sentimientos, y los hace universales.

7. La subjetividad del
romanticismo

Los románticos convirtieron al sujeto individual
en el punto de vista desde el que había de considerarse el
mundo, por lo que tuvo este movimiento un carácter
profundamente introspectivo. De modo que el verdadero tema de la
literatura o el arte romántico no suele ser el tema
externo, sino la vida psicológica íntima. El
espacio psíquico se hace cada vez más profundo y
abismal.

Una consecuencia de su postura determinadamente
individualista fue que el universo
podía reflejarse dentro de un sujeto individual. El poeta
romántico define, crea y transforma en sus textos la
realidad y da vida al yo definidor y creativo. El centro
dominante y volitivo de la conciencia que rehace la existencia en
los textos románticos es la "imagen del deseo"
proyectada por el poema.

El Yo representado por el texto
romántico es, por tanto, inevitablemente, el sujeto autor
en el proceso de
construirse a sí mismo: el esfuerzo de sobrepasar la
conciencia de sí alienante mediante los poderes de la
imaginación, es decir, el poder mental de
introspección y reconstrucción del mundo
externo.

Así, pues, el texto
romántico anima al lector a confundir al verdadero
escritor-persona con el
sujeto narrador o el sujeto de la acción creado por el
texto.

Pero la obra romántica podía leerse
también como imagen del deseo colectivo, de una
subjetividad generalizada y no sólo como
auto-representación de un individuo. Esa relativa apertura
de la obra desaparece en los sucesores del romanticismo de
finales del siglo XIX.

8. La herencia
romántica

Las actitudes
románticas se siguen manifestando en literatura, música, pintura, etc.
El término se sigue utilizando y sus connotaciones han
evolucionado.

La llegada del Romanticismo se debió a la
necesaria reconstrucción frente a la decadencia estética del Neoclasicismo.
Esto deriva en cierto modo de la revolución que supuso el
Romanticismo.

Esta libertad ha presidido el proceso
libertador del mundo actual hasta hoy mismo: liberación
del individuo frente a la sociedad, de
la mujer frente
al hombre, de la región frente a la nación,
de la colonia frente a la metrópoli y del obrero frente al
burgués. Liberación en la palabra, admitiendo lo
vulgar y aun lo soez. Liberación en la religión,
admitiendo la convivencia de cultos. Liberación en la
educación,
permitiendo el desarrollo de la
personalidad.

Pero toda esta liberación tiene un precio, que
suele ser un hondo sentimiento de soledad y vacío. Romper
con un orden, con una seguridad, con
una obediencia lleva consigo ese doloroso desgarramiento en que
el individuo se encuentra de pronto consigo mismo, sin nadie
más. Aquí radica sin duda el pesimismo, la
angustia, la melancolía, el "mal del siglo" con su
insatisfacción imposible de colmar, que tan admirablemente
expresaron los románticos y tras ellos sigue expresando la
cultura
occidental moderna.

9. Bibliografía

Abrams, M. H., El Romanticismo: tradición y
revolución.
Bowra, C. M., La Imaginación romántica.
Gras Balaguer, M., El Romanticismo.
Enciclopedia Encarta 1999 / 2000
Libro de
Historia, El mundo contemporáneo S. XVIII, XIX y XX.
Editorial Estrada
Libro de
Lengua y
Literatura I. Editorial Estrada

Trabajo enviado y realizado por:
Juan Andrés Martino

Partes: 1, 2
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