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El carácter (página 2)




Enviado por Pedro Sandrea



Partes: 1, 2

Impulsivos, aquellos en que se presentan las
imaginaciones acompañadas de impulsos bruscos, impetuosos,
enérgicos, pero variables,
dando lugar a entusiasmos, pasiones momentáneas pero
ardientes con impulsos exaltativos.

Apasionados, aquellos hombres en que predominan
tendencias particulares que se torna en pasión exclusiva,
a la cual convergen las demás manifestaciones
Psicológicas.

Como se ve, los caracteres sensibles se diferencian muy poco
de los apáticos.

CARACTERES
INTELECTUALES

En estos preponderan los fenómenos de la inteligencia,
siendo accesorios emocionales, de acuerdo con los que, nacen las
siguientes subdivisiones:

Afectivos, caracterizado por una curiosidad continua y
superficial, cuya encarnación es el Diletantismo. (Gusto
refinado afección muy grande a un arte).

Apasionados, son los atenuados, sensibles y
volitivamente, por concentración intelectual, robustecida
por la afección al estudio pero en su forma estética.

Especulativos, grandes talentos cuya facultades
sensible y volitivas son atenuadas por el desarrollo
intelectual.

La intelectualidad, en el presente tiempo, se
atribuye solamente a los hombres literatos y conviene distinguir
estos adjetivos, intelectual y literato.

El hombre
intelectual o inteligente se encuentra en todas las ocupaciones,
posiciones y clases, y destaca su figura por sobre los otros
hombres por su disposición en ejecución,
comprensión y delineamiento de la obra, sin cuidar de la
belleza literaria, porque no es nada extraño que no sepa
letras y puede que no sepa poner su firma. Pero a menudo enmienda
yerros de su superior jerárquico por su carrera
técnica, pero que en la práctica es nulo. Sin
embargo, a éste lo llaman intelectual y al otro,
experto.

Los literatos (en general), no son inteligentes y se
llaman ellos mismos intelectuales.
La literatura no
puede salir de ser un arte; la intelectualidad una carrera
provechosa. Pero la inteligencia es siempre una facultad innata,
y aprovecha a propios y extraños. Los inteligentes son
pensadores y son siempre un verdadero carácter completo, Físico,
Psíquica y espiritualmente. ¿Ejemplos? Kant, Spinoza,
Cuvier, Sócrates,
Jesús, Moisés, Loyola, Darwin, etc.

CARACTERES
ENÉRGICOS

Son aquellos hombres en los que prepondera la tendencia a la
acción
y se dividen en:

Moderados, son rutinarios que persisten en los impulsos
iniciales, poco les motivan las representaciones y estados
emocionales.

Agitados, son de una intensa voluntad, pero demasiado
variables y aventureros; son como el azogue. Pero difícil
de sujetar ni de hacer unión con nadie.

Vigorosos, los de voluntad firme y perseverante hasta
la temeridad, al ejemplo de Pizarro y de Hernán
Cortés.

El tipo de carácter enérgico, sería unir
las cualidades de los moderados con las de los vigorosos, y
habría ejemplo como, Antulio, Sócrates,
Moisés, Napoleón y Kant.

CARACTERES
EQUILIBRADOS

Estos residen en individuos cuyas facultades se contrapesan,
pero ofrecen, dos variedades:

Amorfos, son aquellos cuyo equilibrio
Psicológico es causa de cierta inercia traducida en
variabilidad, que los hace adecuados a las circunstancias y
adaptables a todas las influencias.

Superiores, son aquellos cuyo equilibrio
Psicológico se traduce en ideas perfectamente ajustadas a
las leyes de la
lógica
y razón. Esto lo han enseñado en las facultades de
filosofía y letras.

En verdad que no se entienden a los filósofos modernos ni a los
psicólogos contemporáneos. Ahora, ¿por
qué los amorfos son equilibrados? El amorfo no tiene forma
o está terminado; como muerto. ¿Es esto equilibrio?
¿Quién pudo influir en Malapert, para anotar a los
amorfos como equilibrados? El no era amorfo porque cambiaba de
posición; luego la influencia que lo dominó en este
caso es el prejuicio de
religión,
sin duda; acaso la sociedad: tal
vez de algún error filosófico del que le sirviera
de maestro; pero en todo caso, él es responsable.

Los amorfos son religiosos aunque no vista
hábitos; políticos de conveniencia y
sistemáticos; rutinarios de un principio que en suma, es
la rémora del progreso.

Los superiores son los que empujan continuamente la
máquina del progreso; son anti-religioso, anti-guerreros,
pero revolucionarios por principios; y
aunque no lo sepan, son espiritistas. Los espiritualistas
también son amorfos, sean religiosos o no;
políticos o mentecatos; porque son cobardes que a todo se
amoldan menos a la verdad austera.

CARACTERES
VOLUNTARIOS

Son aquellos en los que su gobierno racional
se impone a las pasiones, reforzado por un grado supremo de
energía; y se subdividen en:

Dueños de sí mismos: aquellos que
reprimiendo las pasiones propias las purgan como si no les
perteneciera.

Hombres de acción: aquellos cuya energía
es enderezada racionalmente hacia a un fin o propósito
persistente y grandioso.

Y bien; son estás las conclusiones de la ciencia
sobre el carácter y en verdad que encierran esos seis
caracteres todos los infinitos que en las humanidades se
muestran.

Mas, ¿Hemos tenido un carácter perfecto o
perfectamente invariable? No lo hubo ni la habrá, mientras
exista el pensamiento.

El carácter puede conservar su todo; pero (no siendo
amorfo) subir y bajar de temple; agrandándose y
estrechándose en intensidad y cambiar de acción
aparentemente.

Pero si el hombre es
superior y voluntario, aunque tenga en su carácter propio
más zigzagueos que un rayo, será su fuerza, su
energía, su acción; pero su centro, estará
inconmovible.

¿SON HEREDITARIOS LOS
CARACTERES?

La herencia y el
carácter son hábitos trascendentales, pues obedecen
a su leyes y a la memoria,
por la cual prolonga los efectos de la educación
individual a través de las especies, teniendo como
insuperable instrumento la generación; la
procreación que perpetúa las humanidades en cuya
unidad se transmiten las aptitudes orgánicas, en
proporción al desarrollo individual.

Pero esta máxima trascendental, a la que sólo
supera el destino es todo un punto necesario que se
reconozca en verdad lo que es y como se efectúa una
concepción y se habrán matado tantos capitales
errores vergonzosos.

La verdadera herencia es del
espíritu es decir, que el espíritu hereda
del espíritu.
Así, también el
carácter, por ser cualidades del espíritu,
es hereditario; por eso, cada individuo es
tan diferente según el número de ellos en una
familia.

Verdad irrebatible ya sostenida por los verdaderos
filósofos, profetas y misioneros desde Set, que lo
sentó como verdad suprema. Esta ha sido olvidada entre
tanto párrafo
filosófico y Teológico.

Pero al efecto, Ribot dice, "La herencia es como la ley
biológica en cuya virtud todos los seres vivos tienden a
reproducirse en sus descendientes. Este factor principal es a la
especie, lo que la identidad
personal es al
individuo"; entonces, el carácter identifica y diferencia
las actitudes de
cada individuo universalmente.

"Merced a la herencia, dice Ball, se reproduce incesantemente
la naturaleza
copiándose a sí misma; y sin herencia,
quedarían entregados al acaso los tipos animales y
permanecerían en el estado
salvaje, las agrupaciones humanas".

Los falsos librepensadores, han querido sostener en la
transformación hereditaria del hombre, del mono.
Pero de todos modos no podría el hombre heredar, el
carácter, la inteligencia, la estética y la belleza
de quien no la tiene; del mono.

Ahora bien, es notorio el gran cuadro de manifestaciones de la
herencia en el mundo orgánico. Los mejores experimentos que
corroboran esa ley de las evoluciones progresivas, son los que se
llaman y constituyen la herencia artificial, de la
que se mejoran las especies vegetales y animales conocidas, por
el injerto y cruce.

De este punto capital en
nuestra filosofía racionalista y austera se ha hecho una
ley, que trata de llegar a la belleza y perfección ideal o
máxima posible en la tierra, en
el tipo humano; pero sin prescindir del espíritu,
que es quien ha de presidir todas las evoluciones y
transformaciones; y esa no prescindencia, es justamente la fuerza
y novedad de nuestra leyes, doctrinas y lecciones de
filosofía. Y es que hacemos la plena luz
usando el polo positivo espíritu con
el polo negativo cuerpo, regulado por el alma
neutral; con lo que se aprovechan todas las fuerzas: la
central, la centrípeta y la centrífuga.

Se trata, sí, de un gran ciclo
epopéyico. La herencia imprime en cada nuevo
organismo, sus caracteres sobresalientes,
principalmente los habidos a las causas o influencias generales:
había una incógnita, porque habían envuelto
y semianulado, la acción del espíritu; y hoy se
descubre y desaparece la incógnita, con la que han de
saber ya todos que en todas formas, las evoluciones sólo
las hizo y las hará el espíritu,
eternamente.

Es cierto que el hábito modifica o desarrolla las
aptitudes innatas y pueden crecer otras nuevas por
medio de la educación y entonces, el caudal
Psico-físico, es aumentado o reformado,
transmitiéndolo a los futuros organismos por medio de la
generación forzosa como lo concebía Schopenhauer.

Entonces se confirma que la educación como efecto
general de los hábitos, y la generación como
vínculo general y único de la vida de la especie
son los dos grandes factores de la herencia. Pero "nada puede
operarse sin la acción del espíritu que obra quiera
o no, la voluntad divina", ha dicho Paracelso y nada hay
más verdad.

Así la ley de la herencia se presenta como una ley
biológica, es decir, inherente a todo lo que vive y sin
más límites
que los de la misma vida.

Entonces esta misma ley rige a la misma
vida bajo todas sus formas: vegetal, animal y humana;
normal mórbida y física mental y
metafísicamente.

Pero para ascender al conocimiento
metafísico de la herencia, se requiere el
conocimiento exacto de física, sin prejuicios de
conveniencia, cualquiera que sea, religiosa o civil, porque eso
es un tupidísimo velo, para lo cual, entre las diversas
funciones cuyo
conjunto constituye la vida palpable, hay dos capitales que son:
la nutrición,
que conserva al individuo, y la generación, que
perpetúa la especie.

Y como es de ésta, de donde la herencia deriva
directamente visible y palpable, resulta pues, que la ley de la
transmisión hereditaria, surge de las fuentes mismas
de la vida. Y como sentó Set y nadie lo desmintió y
hoy afirma todo, que "En él estaba la vida y la vida es la
luz de los
hombres", y lo dice por el espíritu, resulta
infaliblemente que "esas leyes que surgen de la fuentes mismas de
la vida", surgen simplemente del espíritu: Y así
es, aun contra todas las ciencias y
filosofías ultramaterialistas que quisieron prescindir del
espíritu y no han podido, y contra todas las
Teosofías e hipocresías religiosas que reconocen el
espíritu, pero que no lo denigran haciéndolo lo que
no es, solo criatura... y es hijo
directo y consustancial de su padre el Creador; pero por
eso mismo es el Creador y demostrador de la vida en formas
.
Eso es el espíritu.

Parece que la ley del espíritu debería ser una
simplicidad ideal, produciendo el semejante al semejante, y
repitiéndose el ascendiente en el descendiente. Los tipos
primitivos, así, persistirían continuamente
reproducidos y el mundo y la vida no sería más que
un espectáculo de una perfecta monotonía regular.
Pero existe todo eso menos la
monotonía, que al contrario, es todo accidentes que
se suceden sin interrupción. ¿Cuál es la
causa? En verdad es el movimiento eterno siempre
ascendente y que no pasa una onda dos veces por el mismo sitio;
ni cada capa etérea es igual a su próxima vecina.
El espíritu a la vez tiene que obrar cosa diferente en
cada prueba de su vida, encarnado. El antagonismo es perpetuo en
los instintos en toda la naturaleza, no porque se traten de
destruir uno al otro, sino porque unos son el flujo y el
otro el reflujo, lo que constituye eternamente el movimiento, en
todas las direcciones, latitudes y altitudes; lo cual tiene por
fuerza que romper en cada instante la monotonía que
sería vida de reposo, que no cabe; lo
cual asegura una verdad indiscutible: que la muerte no
existe.

Además, la ley única y suprema se fragmenta en
tantos artículos como seres existen, porque cada uno es un
grado diferente de progreso; y esto ha de romper la
monotonía aterradora que nos parecería muerte.

Ante tan infinitos grados de progreso constituyendo cada ser
una excepción (aparente), de la ley única, parece
que desaparece la ley y nunca está latente, viva y
unificada que cuando hay una excepción en cada ser; porque
entonces se comprende la perfecta armonía, en tan infinita
variedad y que cada cosa obra según su grado y todos
juntos completan y complementan la ley.

¡Qué profundidades de sabiduría y grandeza
se le presentan aquí al filósofo!…
¡Cómo desaparece así ante la razón, la
falsedad de los filosofastros, materialista y fanáticos
religiosos!…

La lucha se presenta como agente necesario para la existencia
de la vida y esa lucha rompe la monotonía.

Todo esto es una herencia que el espíritu trasmite al
espíritu, bajo la cual y sin temer a los sufrimientos,
triunfa en todos los seres la idea de conservación de la
especie, en cuyo acto se reúnen todas las leyes
universales y máximas. Y sin hacer caso de las causas de
los hábitos modificadores (según el ambiente), que
cuando es necesario el concurso de los individuos de distinto
sexo, para
engendrar un nuevo ser, ninguno de los dos mide ni tiene en
cuenta los sacrificios ulteriores; sólo tiene en cuenta la
consecuencia final; El producto de
esa lucha debe resultarles de la mayor identidad a sus
progenitores, del hijo que los perpetuará.

Si no fuera por la imposición de la ley de perpetuidad
de la especie, ¿cómo pensar que una mujer se
entregara al ruego de un hombre, a que se sacrifique en su
libertad, en
su belleza y salud, envolviendo
aún su vida bajo una terrible incógnita, por dar la
vida a otros seres? Aquí radica la ley de la herencia
fisiológica y biológica. Su raíz es divina.
¿Cómo habrán pretendido explicarla por
sólo la materia? Por
esto están llenas de errores la ciencia y
leyes Fisiológicas, Biológicas y
Psicológicas: errores que nuestra Escuela no puede
admitir ni quiere tener.

Todos los padres tienen tendencia innata de transmitir a sus
hijos todos sus caracteres Psíquicos generales e
individuales, antiguos o nuevos adquiridos.

Por la ley de transmisión del carácter, el padre
y la madre tienen la tendencia innata de trasmitir a sus hijos
sus caracteres y poderes esenciales, uno de los padres tiene
influencia preponderante sobre la constitución mental del hijo.

A pesar de esa tendencia innata de la ley de retorno o
atavismo, muchas veces prepondera en un hijo las cualidades
físicas y caracteres de otros antepasados (de la familia o
no) y aquí hay gran secreto Psíquico.

Por la ley de homocronismo o periódica, ciertas
disposiciones físicas y mentales, de naturaleza netamente
determinada, se manifiestan en los descendientes, en la misma
edad que los ascendientes, sus caracteres y aun sus hechos.

Ahora bien: referente a la primera ley es un natural
egoísmo de los individuos, pero es innato y no contradice
ninguna divina ley, sino que aún obedecen a la ley
específica que impone la perpetuidad de los tipos,
caracteres y cualidades individuales, aunque siempre en
ascensión de perfeccionamiento, y esto es conforme a la
vida eterna y continuada de todas la cosas y por las
reencarnaciones del espíritu indeterminadamente,
que
tiene por principio infalible: "Lo que una vez es, ya no puede
ser que no sea".

Pero según la segunda ley parece poner un antagonismo
peligroso entre los dos padres, desde que triunfa el que
más fuerza o disposiciones psíquicas tiene y es a
él, a quien se le parece y retrata el hijo aquel. No hay
antagonismo: es el cumplimiento exacto de que "Lo que una vez es,
ya no puede ser que no sea". Y en cada hijo predomina por
justicia la
influencia del padre indicado, para reproducir lo que debe
revivir del antepasado.

La tercera ley confirma también la segunda y la
primera; pero aquí hay un caso Psíquico
especialísimo por el que triunfa un recuerdo del pasado,
pero sin que se den cuenta los progenitores; y su no conocimiento
ha dado muchas veces a desgracias, discordias, celos y
vergüenzas en los matrimonios, terminando algunos por actos
y procesos
judiciales.

Este caso es tan simple como grande. Un antepasado, de la
familia consanguínea, o no, pero seguro
afín y amigo (o enemigo también y en venganza),
puede predominar con su influencia sobre el espíritu que
obra la gestación del feto que luego
será su cuerpo de hombre o mujer.

Durante la gestación, el espíritu que encarna se
hace su cuerpo, órganos y figura, teniendo como espejo una
figura dominante: la del padre, la madre, el abuelo, tíos
o personalidades de nombre, amados u aliados. Esta figura se
impone y es copiada en sus facciones y hasta en sus tendencias
para el bien y el mal. Cuya influencia, a pesar de la
educación que la puede modificar, triunfará.

Los padres y las madres pueden darse cuenta muchas veces, por
ciertos fenómenos operados en ellos mismos, bien en el
acto de la concepción o en la madre durante el embarazo que,
a pesar, se presenta una imagen de otro
individuo (varón o hembra) y acaso no los conocen; y sin
embargo, el parecido, el carácter y cualidades de su hijo,
será el de ese predominante.

La cuarta ley no necesita explicaciones, desde que en general
obran los hechos biológicos, historiados o
tradicionales.

 

 

 

Autor:

Pedro Sandrea

(Filosofía Espirita Racional)

Partes: 1, 2
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