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El maltrato por negligencia de los cuidadores (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Actualmente en Colombia, una de
las Instituciones
de Protección que cuenta con la aprobación de
funcionamiento del ICBF, es la Fundación Centro de
Reintegro y Atención al Niño (CRAN), la cual
siendo una institución sin ánimo de lucro, tiene
como misión,
generar protección a niños
de 0 a 7 años, cuyos derechos han sido vulnerados
por situaciones de maltrato
infantil, con el fin de restituirlos y mejorar sus
condiciones de vida. La Fundación, cuenta con tres
programas de
protección que son familia gestante,
familia de crianza y familias biológicas; los cuales
tienen como finalidad, guiar a los padres/cuidadores hacia la
responsabilidad y respeto de los
derechos del
niño.

El último programa
mencionado, familias biológicas, tiene como
propósito restituir y proteger los derechos vulnerados del
niño, así como trabajar junto con las familias en
la construcción de adecuadas relaciones, donde
prevalezcan los derechos afectados. Es preciso en el programa,
considerar los datos aportados
en la caracterización psicológica de las familias
vinculadas, realizado por practicantes de psicología de la
Universidad Santo
Tomás en el año 2007, el cual al indagar el motivo
de entrada de la población infantil en su respectiva ficha
de ingreso, se destaca la actitud
negligente del cuidador hacia el niño con un 33.3%, siendo
ésta la principal razón de vinculación con
la institución y por tanto la causa para demandar un
estudio por parte de la misma, a las autoras del trabajo
durante el periodo de práctica.

Ante la demanda
mencionada anteriormente, el campo de Psicología, Salud y Calidad de
Vida de la Universidad Santo Tomás, a través
del proyecto de
autocuidado y culturas de salud en población infantil y
juvenil de la línea de investigación para la promoción y prevención; busca
asesorar a las practicantes de psicología en la
recolección de la información necesaria a través de la
utilización de diferentes metodologías, con el fin
de obtener una aproximación científica del
fenómeno y así generar los conocimientos y
resultados de una investigación que ayude con la
problemática presentada en las comunidades y grupos
sociales para mejorar la calidad de
vida.

Objetivos:

Teniendo en cuenta lo anterior y destacando que el tipo de
maltrato con mayor prevalencia en la actualidad es la
negligencia, así como el de mayor pronóstico
desfavorable, se plantean como objetivos para
el siguiente trabajo:

  1. Delimitar el término negligencia teniendo en cuenta
    las diversas posturas teóricas con el fin de
    conceptualizarlo y diferenciarlo de otras
    tipologías.
  2. Mostrar a partir de estudios, investigaciones
    y reportes consultados, las características del cuidador
    negligente, entre los que se hallan los factores individuales,
    familiares, sociales y contextuales; con el propósito de
    aportar un mayor conocimiento
    del perfil del maltratador que pueda servir como material de
    apoyo en la construcción de programas de
    prevención.
  3. Identificar los hallazgos sobre el impacto de la
    negligencia de los cuidadores sobre el desarrollo
    del lenguaje,
    socioafectivo, motriz, cognitivo y físico de los
    niños para proporcionar una guía que sirva como
    instrumento de evaluación e intervención.

La investigación de la problemática establecida
no es fácil de realizar, debido a la escasez de
estudios sobre el tema, pues como se mencionó
anteriormente, la mayoría de los autores centran su mirada
principalmente en el abuso sexual,
como forma principal de maltrato infantil. Sin embargo, el
aumento significativo en los últimos años de la
negligencia de los padres/cuidadores hacia el infante es
alarmante, siendo cada día más evidente y
justificando por lo tanto, la realización de esta
búsqueda y su propagación conceptual, con la
finalidad de aplicar los conocimientos de la disciplina y
de la profesión a las necesidades de promoción y
recuperación de la salud, a la prevención,
atención y rehabilitación de las disfunciones,
objetivos fundamentales para el campo de Psicología, salud
y calidad de vida en el cual se encuentra inscrito este trabajo,
así como para beneficio de la fundación CRAN
solicitante del mismo.

Método:

Con relación a lo anteriormente expuesto y teniendo en
cuenta que el tema no ha sido ampliamente estudiado, se decide
abarcar el fenómeno por sugerencia del campo a
través de una monografía, ya que esta permite recopilar
de manera exhaustiva datos de diferentes fuentes, con
la finalidad de informar y argumentar de forma analítica y
crítica
sobre la problemática .

El estudio se fundamenta en la consulta bibliográfica
de 112 investigaciones y trabajos teóricos en
países de habla hispana, de los cuales 50 son de España, 25
de Colombia, 12 de Chile, 13 de México, 6
de Cuba, 4 de
Argentina y finalmente Venezuela y
Puerto Rico con una sola publicación. Todos ellos
realizados desde el año 1991 al 2007. La ubicación
de los artículos se llevó a cabo por medio de
bases de datos
como Redalyc, Medline, Dialnet y Scielo; y en diferentes bibliotecas como
la de la Universidad Santo Tomás, Universidad Nacional de
Colombia, Pontificia Universidad Javeriana, Universidad
Católica, Biblioteca
Luís Ángel Arango y Biblioteca Virgilio Barco. Para
la búsqueda se emplearon los siguientes descriptores:
negligencia, maltrato infantil, tipologías del maltrato
infantil, maltrato por omisión, abandono, abuso infantil,
violencia,
niños institucionalizados, padres/cuidadores maltratantes,
desarrollo infantil, problemas en
el desarrollo, infancia,
entre otros.

La información encontrada en los artículos se
organizó a través de una ficha bibliográfica
(ver apéndice A), que resume los principales aspectos
como: resumen, ubicación física, muestra, variables,
procedimiento,
resultados y discusión. Además, se construyeron
cuadros para clasificar el impacto de la negligencia de los
padres/cuidadores sobre el desarrollo infantil y para recolectar,
de acuerdo con su función,
los diferentes instrumentos aplicados en las investigaciones
revisadas.

Con el propósito de aumentar la comprensión y
dar coherencia al documento, primero se proporcionará una
descripción del maltrato infantil, su
tipología y principales causas; después se
trabajará la negligencia de los padres/cuidadores,
así como los diferentes conceptos y posturas
teóricas planteadas por varios autores, con la finalidad
de delimitar el término, generando una
conceptualización más completa, que permita
diferenciarlo claramente de otros tipo de maltrato; seguido de
esto, se proporcionará una descripción de las
características del cuidador negligente y finalmente se
identificará su impacto en las áreas de desarrollo
del niño maltratado.

El Maltrato Infantil:
Un Término Multidimensional

Dificultades conceptuales

Definir el término maltrato no es tarea fácil,
ya que existe una gran variedad de denominaciones que aunque en
algunos casos se presentan muy similares, en otros suelen
caracterizarse por el uso de connotaciones totalmente diferentes,
trayendo como consecuencia la falta de consenso. A partir de lo
encontrado en la documentación, se describen algunas
dificultades a la hora de establecer lo que es un comportamiento
perteneciente a la línea del maltrato. Para una mayor
comprensión del lector, se ha organizado la
información dentro dos categorías que contienen de
manera lógica
estos conflictos
encontrados para conceptualizar (ver figura 1).

La primera dificultad esta relacionada con el contexto, el
cual se compone de dos variables: el espacio y el tiempo. Con el
espacio se hace referencia al lugar en el cual se desarrolla una
conducta, y el
tiempo al momento histórico en el que se dan los
hechos.

Dentro del espacio es importante tener en cuenta que el
maltrato no es un hecho aislado, sino que se presenta dentro de
un conjunto de variables biopsicosociales que se dan dentro de
una sociedad y que
por tanto influyen en los criterios que se utilicen para definir
un comportamiento como normal o anormal. Así, desde una
perspectiva sociocultural, el maltrato infantil se entiende como
un fenómeno social que sobrelleva diversas
transformaciones, dependiendo de la cultura en la
que se ubique.

Esta particularidad implica que se generen numerosas
interpretaciones al respecto, las cuales se convierten en el
criterio social que define una práctica parental como
peligrosa para el desarrollo de los niños. De esta manera
lo que en una comunidad
puede ser signo de violación de los derechos del
niño, en otra hace parte de las tradiciones culturales,
"…como por ejemplo, para una persona de la
ciudad puede ser maltratante cargar todo el día a un
niño, mientras que para una madre campesina o
indígena, es la forma normal de relación con su
hijo" (Zambrano, 2004, p.22).

Por otro lado, está el tiempo histórico, en el
cual se desarrolla una cultura. Dependiendo de las
características y necesidades de la época, se
gestan y organizan los comportamientos de los seres humanos, con
el fin de lograr una mayor adaptabilidad al medio, lo que trae
como consecuencia que se formen distintas maneras de pensar de
acuerdo con el entorno. Es así como el momento de la
historia
determina lo que en una sociedad es bueno o malo. Por ejemplo, lo
que en la antigüedad era considerado como parte de la
crianza de los hijos, en la actualidad puede ser denotado como
perjudicial para el desarrollo óptimo del niño.
Así lo subraya Antequera (2006) esta dificultad:

… el precisar el límite a partir del cuál
una conducta puede ser considerada como maltrato (es un ejemplo
ilustrativo de ello determinar cuándo una conducta
constituye una medida disciplinaria y cuándo se convierten
en una forma de maltrato), la falta de normas
específicas sobre los requisitos que hay que reunir para
ser considerado un "buen padre" o las características que
definen una "atención adecuada" (de especial relevancia en
los casos de abandono o negligencia) (p.1).

Las revisiones a nivel histórico sobre el tema,
constatan claramente estas variaciones en la concepción
del término, teniendo en cuenta el tiempo y espacio en las
que se desarrollen. Mejía (1996) señala que en las
culturas antiguas los niños sufrían ante la
violación de sus derechos; tomando como ejemplos a
Grecia,
Roma, China e
India en donde
los infantes con algún tipo de discapacidad eran
declarados no aptos para vivir. Asimismo en Perú y
México se presentaba la costumbre de arrojar a los
niños a los ríos para asegurar la fortuna y la
buena cosecha. Como también la práctica de enterrar
niños recién nacidos en los cimientos de los
edificios y puentes, con el fin de construir estructuras
mucho más resistentes. De tal forma los niños
sufrían constantes abusos sin ningún tipo de
garantía para su protección, pues estos se
evaluaban como hechos constituyentes de las costumbres y por ende
aceptadas socialmente para la época. A partir de esta
dificultad, se puede concluir que el maltrato es un hecho que ha
sido parte de la historia, tan antiguo como el origen de los
hombres y que al igual que éste, ha ido evolucionando
hasta lo que hoy se describe como violencia infantil.

Vega (2001) menciona tres tendencias claves que facilitan la
comprensión de la violencia hacia los niños como
práctica cultural en todas las sociedades. La
primera hace referencia a la creencia de que los niños
eran propiedad de
los padres y por ende lo que se determinara hacer con ellos eran
una decisión personal en la
cual el estado no
podía involucrarse. La segunda idea es la práctica
del castigo físico como modo disciplinario recomendado, el
cual como se había mencionado anteriormente, hacía
parte de la normal crianza de los hijos y por lo cual no
sobrellevaba ninguna consecuencia negativa para el desarrollo del
niño. Por último el autor recalca la carencia de
derechos dentro de esta población, en donde no
existía ningún tipo de ley que por lo
menos resguardara el derecho a la vida de los infantes, ya que en
algunas culturas los padres tenían el absoluto derecho de
decidir si mantener o quitar la vida de sus hijos, siendo a
partir de esto que se origina la palabra patria
potestad. Estos niveles son funcionales a la hora de
establecer cuales son los comportamientos que dejan de hacer
parte de una práctica cultural, para convertirse en
conductas que se salen de la norma y por tanto pueden causar
daño.

Un claro ejemplo de estas costumbres se encuentra en la
cultura Romana.

Resulta muy gráfico, para comprender esta idea, la
imagen del
padre romano al que se le depositan los hijos a los pies para que
éste decida: si lo alza en brazos, el niño pasa a
formar parte de la prole; pero por el contrario, si esto no
ocurre, el niño es conducido a la calle donde muere
abandonado o es tomado por cualquiera como esclavo (Vega, 2001,
p.28).

Estas afirmaciones revelan una realidad social en la cual los
niños eran tratados como un
elemento más dentro de los bienes
materiales. El
caso de Mary Ellen Wilson, ilustra la primacía de los
animales sobre
los niños. Mary era una niña nacida en Nueva York
en 1866, quien mostraba una desnutrición severa, evidencias de
fuertes golpizas y heridas con tijeras; todas estas propiciadas
por parte de su madrastra. Una trabajadora de la caridad se
enteró de la situación e intentó intervenir
acudiendo a varios organismos estatales sin ningún logro,
debido a la ausencia de leyes en contra
del maltrato a los niños; por lo cual se vio obligada a
dirigirse a la Sociedad Americana para la Prevención de la
Crueldad hacia los Animales, ya que estos si contaban con
mecanismo de protección, justificando que Mary
pertenecía al reino animal y por lo tanto merecía
al menos la misma atención que un perro. Se logra en 1874
llevar a cabo el primer proceso
judicial en Estados Unidos en
defensa a un infante en contra de los malos tratos,
reconociéndose así por primera vez el maltrato
infantil. A partir de estos procesos se
implanta la Sociedad para la prevención de la crueldad
hacia los niños (Mejía, 1996). Además de
otras instituciones como por ejemplo en París y Londres
los primeros hospitales pediátricos, que a su vez mejoran
e incrementan el estudio de la naturaleza
infantil y sus enfermedades (Vega,
2001).

A modo de resumen y conclusión de lo dicho
anteriormente sobre las dificultades expuestas, se retoman los
tres niveles que influyen en la definición del
término dependiendo de la cultura, planteados por Jill
Korbin, (1981 citado por Mejía, 1996): el primer nivel
tiene que ver con las costumbres consideradas como aceptables por
una cultura, pero abusivas y negligentes por otra; el segundo,
está relacionado con los comportamientos definidos como
abusivos o maltratantes por una sociedad en particular, que
señalan ser opuestos a los comportamientos culturales
normalmente tolerables; por último, el abuso y el descuido
que se ha presentado por parte de la sociedad hacia los
niños, pobreza,
viviendas inadecuadas, nutrición deficiente,
falta de oportunidades de educación, etc.

Luego de describir detenidamente la influencia del contexto
dentro de la problemática, se pasará a trabajar la
segunda dificultad relacionada con las profesiones
(médicos, psicólogos, abogados, sociólogos,
pedagogos y trabajadores sociales entre otros) que están
involucrados en la categorización y delimitación
del término maltrato. En la tabla 1 se grafica el análisis propuesto por Mejía (1996),
quien muestra la multiplicidad de visiones del término de
maltrato, dependiendo de la disciplina o ámbito
profesional del que se estudie.

Figura 2. Diferentes visiones
profesionales del maltrato infantil.

De tal forma el maltrato infantil puede ser considerado
según el autor mencionado:

…como un problema médico, que necesita ser
diagnosticado y tratado (enfoque médico y/o
psiquiátrico); como un comportamiento criminal que
necesita ser definido en términos legales y perseguido
(enfoque jurídico); como un problema social que necesita
ser analizado como fenómeno social (enfoque social), como
un problema de protección del menor, mediante la
dotación e intervención de los servicios de
protección (enfoque legal); como un problema familiar, que
necesita entenderse en el contexto de la dinámica familiar (enfoque
psicológico); como un problema de comportamiento, que
necesita ser tratado terapéuticamente (enfoque
psicológico); como un problema de falta de
educación, que necesita ser atendido a través de
capacitación a padres y a comunidad en
general (enfoque educativo). Como un problema de la
violación de los derechos (enfoque ético)
(p.40).

Como se deja entrever en el texto, el
significado que se le da al término depende
significativamente de las necesidades y énfasis de quien
lo estudie, lo que lleva a confinar el problema dentro de una
categoría específica, más no a comprender el
total de su conceptualización y por tanto no llegar a
intervenir sobre todos los niveles y variables que lo
componen.

A partir de estas dos dificultades, se comienza a comprender
la magnitud del problema, así como un camino en la
búsqueda de su conceptualización dando como
resultado el incremento de estudios sobre el tema. A
continuación se pasará a explorar estas
conceptualizaciones planteadas por los autores más
representativos.

Definición

El Grupo de
Trabajo sobre Maltrato Infantil del Observatorio de Infancia,
dirigido por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, en el
año 2006, afirma que el concepto del
maltrato infantil inicialmente se hizo en referencia al maltrato
físico, con un predominio de criterios
médicos-clínicos, y a la explotación
laboral y
trabajo de los niños, para ir evolucionando hacia la
situación actual en que las definiciones se basan en las
necesidades y derechos de los niños. Es así, como a
partir de lo revisado se encuentran enunciaciones sobre el tema,
los cuales se ubican dentro de un continuo que va desde
definiciones basadas en las consecuencias físicas hasta
llegar a las que se fundan en los derechos del niño y
desarrollo óptimo.

Una de estas primeras definiciones fue la establecida por
Kempe y Silverman en 1962, quienes por primera vez hablan del
síndrome del niño golpeado para referirse al uso de
la fuerza
física no accidental, dirigida a herir o lesionar a un
niño y propiciada por parte de sus padres o parientes
(Santana, Sánchez & Herrera, 1998), "… a partir
de este momento queda registrado como una entidad
patológica en la literatura médica"
(Pérez, 1997. p.12). Estos primeros intentos resultan
importantes para la comprensión del fenómeno,
puesto que a partir de este momento se establecen algunos
parámetros como criterios médicos para el diagnóstico de maltrato infantil. El uso de
estos criterios incentiva los estudios epidemiológicos
sobre el tema, lo que conlleva a descubrir cantidades
considerables de niños agredidos tanto física como
psicológicamente. Estos hallazgos son interesantes en la
medida en que se forja la concepción del maltrato como un
problema social, que al salir a la luz, demanda
atención inmediata basada en un aumento de investigaciones
que establezcan formas adecuadas de intervenir.

El avance en la
investigación incentiva a Fontana, quien modifica el
concepto en 1963, argumentando que los niños podían
ser agredidos no sólo en forma física, sino
también emocionalmente o por negligencia, de modo que
sustituyó el término golpeado por el de maltratado
(Francia,
2003). Las interpretaciones de Fontana marcan el siguiente avance
en la indagación, al no limitar los malos tratos a
sólo daños físicos, sino yendo mas
allá y analizando las consecuencias a nivel emocional.

Más adelante David Gil amplía las
características del término haciendo énfasis
en las intenciones del que maltrata. De acuerdo con el autor, el
maltrato es "el uso intencional, no accidental de la fuerza
física o actos intencionales, no accidentales de
omisión, de un padre u otro cuidador con el
propósito de lastimar dañar o destruir al
niño" (Gil, 1970 citado en Mejía, 1996. p.40).

En referencia a lo anteriormente expuesto, es necesario
considerar que no necesariamente puede existir maltrato con
intención de llevarlo acabo o no "accidental", puesto que
se han evidenciado casos en los que se producen daños en
el niño sin quererlo hacer, ya sea por ignorancia,
prioridad de otras necesidades dentro de la dinámica
familiar o incapacidad mental o física. Así, Ruiz y
Gallardo (2002) afirman que este puede desarrollarse dentro de
una familia de forma consciente o como una manifestación
de incultura, pobreza o incapacidad parental para proteger a sus
hijos.

Como se puede observar, la primera línea de pensamiento
frente al asunto estuvo caracterizada por el estudio de las
secuelas físicas del maltrato, pero gracias al incremento
en las investigaciones, el término se amplió y
modificó hasta llegar a incluir los riesgos
emocionales y psicológicos de niños víctimas
de este flagelo. Más adelante los estudios dejan de
centrar su mirada hacia el niño violentado, para comenzar
a profundizar el
conocimiento acerca del sujeto maltratador y las
prácticas parentales. En este enfoque se ubica el
investigador Gracia (2002) quien afirma que el maltrato infantil
es el extremo al que un padre puede llegar en la disciplina que
emplea con sus hijos. Así mismo, LaRose y Wolfe (1987
citados por Gracia) para referirse a la conducta parental
describen un continuo, que va desde los métodos
que proporcionan el desarrollo social, emocional e intelectual,
hasta las prácticas más severas y abusivas hacia el
niño (ver figura 3). De esta manera, en un lado se
encuentran los padres que muestran su amor y afecto
hacia los hijos, verbal o físicamente, mientras que en el
otro extremo están aquellos que sienten aversión
(antipatía), desaprueban o se sienten agraviados por sus
hijos.

Luego de explorar el comportamiento de los padres
maltratantes, el estudio del fenómeno sobrellevará
cambios interesantes gracias a la convención de los
derechos del niño. En 1989 se logra un giro significativo
en el trato hacia los pequeños, reconociéndolos
como sujetos de derechos al recoger en un texto jurídico
toda una serie de medidas y estándares internacionales,
que se hacen explícitos como derechos fundamentales del
niño (Canales, 2006). Este evento es muy importante para
la conceptualización de la problemática, puesto que
las nuevas delimitaciones se fundan en los derechos de los
niños y sus necesidades para el desarrollo óptimo,
es decir que cualquier falla en alguno de estos es considerada
como maltrato, ya sea por acción
u omisión. Lo anterior es ratificado en nuestro
país por dos documentos, uno
es la Constitución Política de 1991 en
el Artículo 44 que refiere:

Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la
integridad física, la salud y la seguridad
social, la alimentación
equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener una familia y no ser
separados de ella, el cuidado y amor, la
educación y la cultura, la recreación y la libre expresión de
su opinión. Serán protegidos contra toda forma de
abandono, violencia física o moral,
secuestro,
venta, abuso
sexual, explotación laboral o económica y
trabajos riesgosos. Gozarán también de los
demás derechos consagrados en la Constitución, en
las leyes y en los tratados
internacionales ratificados por Colombia. (p.7).

El segundo es el Código
de Infancia y Adolescencia
(Ley 1098 de 2006), que tiene como finalidad garantizar el
desarrollo de los niños, niñas y adolescentes,
estableciendo normas donde primen y se garantice el cumplimiento
de sus derechos y por lo tanto de su protección integral
(Artículo 7°). De igual manera, ante la presencia de
maltrato infantil u otros delitos, el
Código de Infancia y Adolescencia junto con la
Constitución Política de Colombia y el ICBF,
deberán defender y hacer cumplir los derechos del
niño, niña o adolescente, tomando además las
medidas necesarias en cuanto a procesos judiciales y programas de
atención especializada para que prime la protección
integral.

Como se ha subrayado, la concepción del maltrato cambia
radicalmente al acentuar los derechos del niño como
principios
fundamentales que no se pueden infringir. En este punto es
interesante destacar la propuesta del Centro Internacional de
París (2004) en donde se define maltrato infantil como
cualquier acto por acción u omisión realizado por
individuos, por instituciones o por la sociedad en su conjunto y
todos los estados derivados de estos actos o de su ausencia que
priven a los niños de su libertad o de
sus derechos correspondientes y/o que dificulten su óptimo
desarrollo.

Otro aspecto para resaltar, es el que se refiere a la
acción que se hace y a la que se deja de hacer. La
Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) propone la
siguiente definición para tener en cuenta este aspecto:
"Todo acto u omisión encaminado a hacer daño aun
sin esta intención pero que perjudique el desarrollo
normal del menor" (citado en Santana, et al., 1998 p.2). De
acuerdo con esto, se pueden destacar los casos en los que los
padres aun sin tener el propósito de causar daño a
sus hijos llegan a hacerlo, como por ejemplo los casos de
ignorancia sobre el desarrollo.

Al finalizar este período de ratificación de los
derechos
humanos se revelan otro tipo de comportamientos no
reconocidos como actos violentos. Estas declaraciones son
fundamentales en la medida en que se continúa con la
derroca de la idea de maltrato como sinónimo de traumas
físicos, circunscribiendo otras naturalezas que incluyen
consecuencias psicológicas y emocionales, sin necesidad de
ser producidas por golpes o ataques físicos.

Al respecto Giovanni y Becerra (1979 citado en Gracia, 2002)
consideran que el maltrato está relacionado con la
negación de experiencias normales que producen
sentimientos de ser amado, querido, de seguridad y de
valía, así como la exposición
a circunstancias desagradables y desmoralizantes. Como se puede
ver en el apartado anterior, se comienzan a reconocer diferentes
tipos de maltrato infantil y "… posteriormente se incluyen
la negligencia y los aspectos psicológicos como partes del
MI" (Santana et al., 1998 p. 2). Otra definición
importante de rescatar en esta línea, es la presentada por
la legislación española en el Código
Civil art. 172 (citado por el Grupo de Trabajo sobre el
Maltrato Infantil, 2006) refiriéndose a desamparo como una
situación que se produce a causa del incumplimiento, o del
imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de
protección establecidos por las leyes para la guarda de
menores, cuando éstos queden privados de la necesaria
asistencia moral o material. En la tabla 1 se presenta las
principales posturas expuestas hasta aquí.

Tabla 1

Definiciones de maltrato infantil.

CONSECUENCIAS FÍSICAS
Y EMOCIONALES

INTENCIONES

PRACTICAS
PARENTALES

DESARROLLO OPTIMO Y DERECHOS DEL
NIÑO

Kempe (1962)

Síndrome del menor golpeado:

fuerza física no accidental, dirigida a
herir o lesionar a un niño

David Gil (1970)

uso intencional, no accidental de la fuerza
física o actos intencionales, no accidentales de
omisión, de un padre u otro cuidador… con el
propósito de lastimar dañar o destruir al
niño"

Gracia (2002)

Expresión extrema de prácticas
parentales de socializaciones severas y abusivas hacia el
niño, incapaces de promover la competencia psicosocial del
menor.

Giovanni y Becerra
(1979)

Negación de experiencias normales que
producen sentimientos de ser amado, querido, de seguridad y
de valía" y la exposición a circunstancias
desagradables y desmoralizantes

Fontana (1963)

Deprivación emocional, la
malnutrición, la negligencia y el abuso
como

Síndrome del maltrato en los
niños.

Wolfe

(1987)

presencia de una lesión no accidental,
resultado de actos de perpetración (agresión
física) o de omisión (falta de
atención por parte de quienes están a cargo
del niño y que requiere de atención
médica o intervención

legal)

LaRose y Wolfe
(1987)

El maltrato infantil es el extremo clínico
de los estilos parentales de disciplina, coercitivos o
indiferente y negligente.

Centro internacional de infancia de
Paris.

(2004)

Cualquier acto por acción u omisión
realizado por individuos, por instituciones o por la
sociedad en su conjunto y todos los estados derivados de
estos actos o de su ausencia que priven a los niños
de su libertad o de sus derechos correspondientes y/o que
dificulten su óptimo desarrollo

A partir de la exploración y estudio de las
diferentes conceptualizaciones sobre el tema, se establece como
maltrato infantil: todo acto u omisión caracterizado por
un incumplimiento en los derechos y necesidades del niño
por parte del cuidador, que perjudican el desarrollo
óptimo, teniendo en cuenta las diferentes áreas
evolutivas como: socioafectiva, cognitiva, lingüística, motriz y física;
siendo éste el producto de
practicas parentales que aceptan la violencia o la indiferencia
como forma de socialización, el cual puede efectuarse de
manera intencional o no intencional y presentando varias
tipologías dependiendo del área de desarrollo que
se vea afectada.

Tipología del maltrato Infantil

Progresivamente y gracias a los casos detectados se
genera un avance en el conocimiento de la epidemiología
del fenómeno. Este importante progreso genera algunas
clasificaciones que delimitan los diferentes patrones de malos
tratos dentro de unas sub-categorías, las cuales a pesar
de atender a una misma entidad, poseen explicaciones
etiológicas, consecuencias e intervenciones totalmente
diferentes.

Garbarino, Guttman y Seeley (1989 citado en
Gómez, 2006) coinciden en mencionar algunos aspectos en
común que estas tipologías presentan, las cuales se
caracterizan por ser patrones de conducta que buscan rechazar,
aislar, aterrorizar, ignorar y corromper. De manera general,
Pérez (1997) basándose en el mismo autor
conceptualiza estas manifestaciones, de tal modo que se entiende,
el rechazar, como una forma de exclusión del
niño de todas las iniciativas familiares, la falta de
apego al niño y las continuas valoraciones negativas del
mismo. El aislar, como el impedimento y obstrucción
de las relaciones sociales del niño. El
Aterrorizar
, como las continuas amenazas al niño con
castigos extremos, utilizando el miedo como disciplina, creando
sensación de inseguridad en
él. El Ignorar, como la frialdad y la falta de
afecto, así como no atender a las demandas del
niño. Y por ultimo, el corromper, como la forma de
impedir la normal integración del niño en la sociedad
ofreciéndose pautas de conducta antisocial.

No obstante es imprescindible resaltar las diferencias
de las mismas, mediante las distintas clasificaciones encontradas
durante la revisión literaria llevada a cabo. Es
así como se encuentran cuatro formas básicas de
clasificar los tipos de maltrato: por su intencionalidad, por los
autores del episodio de maltrato, por el momento evolutivo en el
que se dan los hechos y finalmente por la acción u
omisión.

Fernández y Perea (2004) describen una de las
primeras clasificaciones del maltrato basada en la
intencionalidad del sujeto maltratante:

"Una primera clasificación del SMI
es la que se basa en la intencionalidad del daño
clasificándolo en:

  • Maltrato intencional
  • Maltrato no intencional
    (negligencia-‘accidente’)
  • Maltrato indeterminado. (Cuando no es posible
    determinar intencionalidad)" (P.1)

Aunque sin bien esta distribución destaca la causalidad de los
hechos, no es muy clara al describir que comportamientos
específicos conforman cada sub-división. Las
siguientes dos clasificaciones intentan ir un poco mas
allá de las definiciones, para tener en cuenta el momento
evolutivo y el autor que comete el agravio. Así El Grupo
de Trabajo sobre Maltrato Infantil (2001) se refiere en primer
lugar al momento evolutivo dentro del cual se pueden presentar
dos situaciones de maltrato prenatal, que como su nombre lo dice
se evidencia ya en la vida extrauterina. La tercera
clasificación se basa en los autores del hecho, así
el maltrato puede ser familiar, extrafamiliar, institucional o
social. Esta última es de suma importancia si se tienen en
cuenta estudios que precisen en que agente y contexto se
presentan los mayores índices de maltrato, con lo que se
aportarían pistas imprescindibles para ubicar los
programas de prevención.

Finalmente numerosos investigadores (Azaola, 2006;
Gómez, M., Loredo, A., Cerezo, V., Jones, H & Perea,
2006; Mejía, 1996; Antequera, 2006; Marty & Carvajal,
2005) coinciden en algunos de los tipos de maltrato con mayor
prevalencia e incidencia a nivel mundial, entre los cuales se
mencionan el maltrato físico, el abuso sexual, maltrato
emocional o psicológico, negligencia, abandono
físico y abandono emocional. Existen otras formas que no
han sido ampliamente mencionadas y que igual hacen parte de este
espectro, tales como la corrupción, explotación laboral,
maltrato institucional, síndrome de Munchausen y maltrato
financiero. Dentro de esta clasificación es importante
rescatar los términos de acción o activo y
omisión o pasivo; puesto que son éstas dos
condiciones las que rigen la división de las anteriores
tipologías enunciadas. A continuación se grafica lo
anteriormente mencionado (ver figura 4).

Figura 4. Tipos de maltrato
infantil de acuerdo con la acción o la
omisión.

A continuación se proporciona una breve
descripción de los Principales tipos de maltrato descritos
por el ICBF (2006), sin llegar a profundizaciones ya que no es el
objetivo
primordial del presente trabajo.

Maltrato Físico. Agresión
física hacia un menor, causado de manera intencional por
parte de los padres, personas del grupo familiar o cuidadores.
Puede ser de intensidad leve, moderada o grave y su ocurrencia
antigua, reciente o recurrente.

Maltrato emocional. Es una agresión a la
vida afectiva del niño, lo cual genera múltiples
conflictos, frustraciones y traumas de orden emocional, en
forma temporal o permanente. En estos casos, la conducta del
agresor es ajena a todo sentido constructivo, educativo o
protector para con el menor.

Maltrato durante la gestación. Son
aquellas conductas que por acción u omisión
agreden a la mujer
embarazada poniendo en peligro el desarrollo normal del
feto. Su
gravedad está dada según el riesgo directo
o indirecto para el desarrollo del niño por nacer.
Indudablemente para que el feto llegue al nacimiento en las
mejores condiciones de vida, la madre debe haber sido atendida,
pues la atención prenatal es determinante en cómo
va a nacer el bebé.

Síndrome del bebé zarandeado. Es
un tipo de maltrato infantil en el que se sacude fuertemente a
los bebés. Esto puede producir graves lesiones y en
algunas ocasiones llevar hasta a la muerte.
Este síndrome se presenta porque un adulto vuelca su
frustración o ira en el bebé, generalmente porque
no cesa de llorar o está muy inquieto.

Negligencia. Es privar a los niños o
niñas de los elementos básicos necesarios para
garantizar su desarrollo armónico e integral: es decir,
de alimentación, educación, salud, cuidado,
afecto, entre otros.

Abuso sexual. Cualquier interacción o actividad de tipo sexual
(con o sin contacto) realizado a la fuerza, mediante
engaños o sobornos, entre un menor de edad y un adulto
(con una diferencia de al menos 5 años respecto a la
víctima) para gratificación o provecho de este
último y/o de terceras personas, desconociendo el
desarrollo psicosexual del niño o
niña.

Adicional a estos, Pérez (1997) en su estudio,
cita a otros autores, conceptualizando otras formas
como:

Síndrome de Munchausen. Es una forma sutil
de malos tratos, consistente en provocar síntomas
físicos patológicos que requieren
hospitalización o tratamiento médico reiterado
(Meadow, 1977). Es decir, que los cuidadores simulan la
enfermedad del niño. Por lo general es un niño
menor de 6 años, por lo cual es demasiado pequeño
para comprender el engaño.

Intoxicaciones no accidentales. Suministro al
niño de sustancias normalmente de consumo
familiar, como sedantes, drogas y
alcohol con el
objetivo de sedarlo para parar el llanto, hacerle dormir, sedarle
para la mendicidad o para realizar abusos sexuales (Bays,
1990).

Luego de haber explorado todo referente al maltrato
infantil en términos generales, se considera conveniente
pasar a la exploración del término negligencia como
forma de maltrato infantil.

Maltrato por Negligencia: Su Relación
con Otros Tipos de Maltrato Infantil

Como se ha venido mencionando, la negligencia de los
cuidadores o también llamado por algunos autores maltrato
pasivo (Arruabarrena & de Paúl, 1998, Cortés
& Cantón, 1997 citado por Ruiz & Gallardo, 2002),
es por hoy, uno de los principales tipos de maltrato que afecta
la población infantil y además provoca en ellos
gran impacto en las áreas del desarrollo, secuelas que se
intensifican creando un pronóstico desfavorable que
perdura y genera un deterioro en la salud de la víctima o
hasta su muerte. Aunque
es una problemática que al igual que el maltrato infantil
ha sido investigada por diversos autores, se ha ido
complementando con el paso del tiempo debido a la constante
presencia e identificación de casos; no obstante los
avances obtenidos hasta el momento sobre esta forma de maltrato,
siguen siendo relativamente escasos.

En Colombia muchos estudios se basan principalmente en
el maltrato infantil, el cual ha despertado gran interés a
las autoridades así como a los investigadores, pues como
lo menciona Ramírez
(2006), éste se presenta en todas las zonas rurales y
urbanas, generando daños a corto y a largo plazo en la
población. Es por esto, que se encuentran varios estudios
sobre la problemática, en donde se abarca de manera
general el fenómeno, mencionando los principales tipos de
maltrato, pero no de una forma más específica. En
el caso de la negligencia, aunque se tiene presente su
definición ésta no ha sido muy estudiada, por lo
tanto no hay claridad de su impacto en los niños y las
posibles intervenciones, propias de la cultura y
problemática colombiana.

En la investigación realizada por Zambrano (2004)
se abordan principalmente dos problemáticas:
omisión y maltrato infantil, donde se exponen las causas,
motivos y su intervención apropiada; sin embargo, se hace
una definición de los tipos de maltrato, en donde se
encuentra la negligencia, comprendida como la negación de
los elementos básicos (alimentación,
educación, salud, cuidado y afecto.) de manera temporal o
permanente, los cuales garantizan el desarrollo armónico e
integral de los niños. Cabe resaltar que el autor se
refiere a la incidencia de la negligencia que puede ser de manera
temporal (por un período determinado), ejemplificando un
caso de enfermedad; o con una incidencia permanente,
refiriéndose cuando es un abandono constante o
completamente.

También se encuentra que la negligencia es
definida por Ramírez (2006) como "la falta de cuidado y de
satisfacción de las necesidades físicas,
emocionales y educativas e incluye una falta de educación
moral y social" (p.292). Haciendo referencia al involucramiento
del niño a la exposición de actividades ilegales y
comportamientos antisociales (Righthand, Kerr & Drach, 2003
citado por Ramírez).

Asimismo, en un estado del
arte realizado
por Mejía (1996) para el ICBF, definen la negligencia como
"la deprivación de las necesidades básicas cuando
se pueden brindar (alimentación, educación, salud,
cuidado) para garantizar al niño un desarrollo
biopsicosocial normal (Art. 44 Constitución Nacional.
Derechos fundamentales del niño)" (p.46). Describiendo
además que su grado de severidad se da debido a las
posibilidades, o no, de recuperación. Como se resalta en
el texto, sólo se refiere a negligencia en los casos en
que la familia o
cuidadores pueden brindar las necesidades básicas y no lo
hacen. Al respecto se considera que esto no puede ser un
parámetro que la justifique, pues como lo señala
López (1995 citado en Moreno, 2001), la familia debe tener
la capacidad de satisfacer las necesidades básicas, ya sea
a través de sus propios medios o con
la ayuda brindada por las instituciones concernientes al sistema de apoyo
social.

Un ejemplo de la ayuda que brinda el Gobierno en
Colombia, es el sistema de apoyo que cubre esas necesidades en
los niños a través de varios programas como: La
Secretaría de Educación y otras instituciones, que
tienen como propósito apoyar la educación, por
medio de la construcción de una ciudad moderna haciendo
cumplir los derechos del niño con la aplicación del
artículo 67 de La Constitución Política de
1991. De acuerdo con éste artículo se estipula que
la educación es un derecho de la persona y un servicio
público con una función social, por lo tanto se
proporciona un servicio gratuito en las instituciones del
Estado.

En cuanto a los programas de salud, al Estado junto con
la Secretaría de Salud, le corresponde organizar y dirigir
la prestación de éste servicio, la cual no
sólo va dirigida a los menores de edad, sino a toda la
población que la necesite, siendo su atención de
manera gratuita. La Alcaldía Mayor de Bogotá y la
Secretaría Distrital de Salud, tiene la responsabilidad de
hacer cumplir el derecho a la salud, el cual según la
campaña realizada en julio de 2007 por el Estado, llamada
"la salud no es un favor, es un derecho" afirman que éste,
no abarca solamente la intervención y curación de
enfermedades sino también lo referente a la
prevención en cuanto a proporcionar y promover una
adecuada alimentación, nutrición y vivienda;
mejorar las condiciones sanitarias; generar un medio ambiente
sano; entre otras. Es por esto, que el propósito ante las
necesidades sociales requeridas en familias de estratos uno y dos
de Bogotá, es "brindar respuestas sectoriales,
transectoriales y comunitarias, que promuevan el mejoramiento de
la calidad de vida y salud de estas poblaciones" (p.6), a
través de programas de Atención Primaria en Salud
(APS), junto con su modelo de
salud a su hogar.

También se aportan otras ayudas como es el
programa del Distrito Capital
"Bogotá sin Hambre" donde a través de comedores
comunitarios que van dirigidos a las familias y prioritariamente
a niños y niñas en condiciones de pobreza y
vulnerabilidad, buscan mejorar las condiciones nutricionales y
promover estilos de vida saludables. De igual manera,
según el Boletín Epidemiológico Distrital
(2005), la Secretaría de Salud suministra a los
niños en edad escolar
la alimentación adecuada a través de refrigerios,
con el fin de favorecer el desarrollo
humano, así como sus efectos en la salud,
socialización y formación de buenos hábitos,
para combatir diversas problemáticas como lo son la
desnutrición, el decaimiento, la dificultad de
concentración, entre otros que afectan la población
infantil.

Además, a través del apoyo de otras
instituciones como es el caso de la Universidad Santo
Tomás (USTA), con el "programa de alto beneficio social y
comunitario" busca apoyar y mejorar la calidad de vida en las
comunidades de sectores marginados, trabajando con las familias,
los niños/as y adolescentes, por medio de un espacio
llamado Centro de Proyección Social, el cual brinda
asistencias de consultorías, asesorías,
prácticas sociales, cursos de capacitación,
servicio social obligatorio, interventoras, entre
otras.

A pesar de todos los programas propuestos por el
Gobierno colombiano y otras instituciones, se presentan dos
situaciones que dificultan el cumplimiento de los derechos de los
niños. La primera se evidencia cuando los cuidadores aun
teniendo conocimiento de estas ayudas, hacen caso omiso y no
acuden a ellas cuando lo necesitan, aquí la negligencia
seria de los cuidadores. La segunda tiene que ver con la
cobertura del Gobierno de estos programas, ya que se presentan
situaciones en las que los cuidadores acuden en ayuda del estado,
pero éste no alcanza a suplir las necesidades de toda la
población, dejando a un número significativo de
niños sin ningún tipo de auxilio, siendo por lo
tanto, la negligencia por parte del Estado.

Las anteriores definiciones de negligencia y los
proyectos de
ayuda y asistencia a las familias, contribuyen adecuadamente con
la manera de ver la problemática, aunque estos estudios no
se basen en ésta forma de maltrato particularmente. De
ahí la importancia de tener en cuenta las definiciones
referidas en otros estudios por investigadores de diferentes
países hispanoamericanos, los cuales sirven de guía
y apoyo en la profundización del tema, teniendo en cuenta
que muchos de sus aportes se deben a la recolección de
información, aplicación de instrumentos y
análisis del fenómeno en particular que es la
negligencia infantil.

Es así como el aporte realizado por Clark y Clark
(2001 citado en Azaola, 2006), coincide con las definiciones
anteriormente mencionadas, donde la negligencia es comprendida
como una forma de maltrato repetitivo generado por los padres,
cuidadores o responsables del bienestar del niño, ante la
no satisfacción de las necesidades básicas como
estándares mínimos de alimentación, vestido,
atención médica, educación, seguridad y/o
afecto, las cuales son tanto físicas como emocionales. Con
relación a lo anteriormente expuesto, se debe resaltar que
los autores han encontrado que éstos niños sufren
más problemas de salud que otros con diferentes tipos de
maltrato infantil; además en cuanto a las consecuencias
físicas y emocionales ocasionadas, son más severas
y duraderas éstas últimas que las generadas a nivel
físico.

Asimismo, Oliván (1999) aporta por medio de su
concepto de negligencia, la comprensión de otros elementos
importantes que hacen parte de las necesidades básicas del
niño, definiéndola como:

Situación en la que las necesidades
básicas del menor, en las esferas física, social,
psicológica y/o intelectual (p.e. alimentación,
vestido, higiene y
cuidados médicos, supervisión y vigilancia, condiciones
higiénicas y seguridad en el hogar, área
educativa, etc.) no son atendidas temporal o permanentemente
por ningún miembro adulto del grupo familiar con los que
convive (p.152).

A través de su definición, el autor hace
referencia a la clasificación de unas esferas
(física, social, psicológica y/o intelectual) que
influyen en el desarrollo del niño, debido al descuido de
sus padres o cuidadores; y de igual forma, como lo menciona
Zambrano (2004), pueden presentarse de manera temporal o
permanente.

Al respecto, Becedóniz (2003) propone ante las
necesidades básicas del niño, unas
categorías que dejan ver la conducta negligente de los
padres o cuidadores, distinguiendo las siguientes: negar o
retrasar los cuidados relacionados con la salud física y
mental, no supervisarlo o hacerlo de manera inadecuada, ser
irresponsable con el cumplimiento de la guarda y custodia,
proporcionar un hogar inestable y en condiciones peligrosas con
un inapropiado entorno sanitario, supervisar indebidamente la
higiene personal, y no atender a las necesidades nutricionales ni
educativas a las que tiene derecho el niño.

De otro lado, Vallejo y España (1997 citados por
Vallejo et al., 2001) aseguran que se debe entender por
negligencia infantil toda consecuencia desfavorable para el
niño, que se presenta por una acción inadecuada o
descuidada de sus padres, siendo usualmente de forma involuntaria
y accidental. Estos autores aportan a través del concepto,
que el comportamiento de los padres es usualmente involuntario y
accidental, el cual es importante determinar para un adecuado
manejo en el proceso de intervención familiar e
individual.

A demás, la premisa de Polansky, De Saix y
Sharlin (1972 citado por Ruiz & Gallardo, 2002), indica que
"la negligencia es un fenómeno invisible, silencioso,
insidioso, provocado por una indiferencia generalizada familiar;
por esto los casos de negligencia suelen ser en su mayoría
más crónicos y de mucho peor pronóstico"
(p.261). Lo anterior aporta hacia la comprensión del
fenómeno, al indicar que ésta presenta una
situación que pasa de manera desapercibida para la
sociedad y poco entendida para la familia, cuando no se tiene un
conocimiento del daño que le genera, convirtiéndose
a medida que avanza en una problemática de mayor
incidencia y por lo tanto más perjudicial para el
niño que lo sufre.

En este orden de ideas, también se identifican y
describen las necesidades básicas que deben ser cubiertas
por los padres o cuidadores encargados del niño. Como lo
refiere Soriano (2005), en España el encargado mantiene un
comportamiento negligente cuando: la alimentación no es
adecuada para la edad; no atiende a las necesidades de vestido,
calzado y sanitarias, refiriéndose ésta
última a la no proporción adecuada de vacunas,
medicina y
asistencia médica cuando el infante lo requiere; no
atender a las necesidades educativas, presentándose
ausencia escolar; dejadez en la higiene; poca supervisión
de los padres o cuidador hacia el niño; y continuos
accidentes
domésticos.

Sin embargo, cabe resaltar a los autores que se nombran
a continuación, quienes ante la presencia de la
negligencia infantil por parte de los cuidadores, proporcionan
una clasificación de las necesidades básicas
mencionadas anteriormente y otras que no son cubiertas: Para
Mazadiego (2005) se puede presentar insuficiencia en la parte
física, donde se genera una falta en el cubrimiento de la
alimentación, resguardo, limpieza y protección;
también en lo médico, debido a la carencia de
tratamientos o a la atención para la salud mental; y
la parte educacional, la cual implica una falta de
atención a las necesidades emocionales, así como al
cuidado psicológico o en el caso contrario a la
aprobación al consumo de sustancias adictivas.

También López (1995 citado por Moreno,
2001) refiere que existen tres necesidades fundamentales, la
primera abarca la alimentación, higiene, vestido,
protección, salud, supervisión, entre otras,
denominadas necesidades físico-biológicas; la
segunda son las cognitivas, donde se espera que el niño
sea estimulado en sus sentidos, se le permita explorar el
contexto físico y social, adquirir una ideología de los valores y
las normas, al igual que la comprensión adecuada de su
ambiente;
finalmente las emocionales y sociales, donde se percibe la
adquisición de afecto por parte de sus padres, el apoyo,
cariño y aceptación de su grupo familiar, esperando
además que el niño/a genere adecuadas relaciones
tanto en la comunidad y como con su grupo de iguales .

Existen varias conceptualizaciones acerca del
término negligencia, el cual en algunos casos es
relacionado con otros tipos de maltrato infantil,
reconociéndose que éstos se presentan en distintos
grados de severidad; en otros casos se reporta que son similares,
siendo etiquetados con diferentes nombres para referirse a la
misma forma de maltrato. A continuación se
explorarán las relaciones de la negligencia con otras
formas de maltrato.

Abandono y Negligencia

Es importante explorar las distintas definiciones que se
han expuesto ante la problemática del abandono infantil,
así como su relación con la negligencia. Se
comenzará resaltando a autores como Oliván (1999),
quien cataloga el abandono como la acción donde la persona
que tiene la responsabilidad de cuidar y atender a un
niño, aun teniendo la capacidad, rechaza total e
intencionalmente éstas obligaciones.

De la misma manera Moliner (1999 citado por Moreno,
2001) da una definición refiriéndose al abandono
como "la acción de abandonar, es decir, dejar algo o
alguien a quien se tiene la obligación de cuidar o
atender, sin cuidado, apartándose o no de ella" (p.36).
Manifestando además, que no es necesario alejarse de
alguien para tenerlo abandonado. Del mismo modo, define el
término negligencia como "la actitud o comportamiento del
que descuida algo o se descuida en algo o adopta posturas
negligentes" (p.36). Asemejando este término con el
abandono y el descuido. Ante la postura planteada por el autor,
se destacan las palabras utilizadas por el mismo, al referirse a
la acción para hablar de abandono y la actitud o
comportamiento para la negligencia, evidenciando a través
de estos una concordancia en los términos en cuanto al
descuido que se le da, ya sea parcialmente (negligencia) o de
manera definitiva (abandono).

Según Hermosilla (1989 citado por Rosas, Gallardo
& Angulo, 2000) la psicología toma el abandono como la
no existencia de un vínculo afectivo. Ante esto Angulo
(2000), refiere que al producirse abandono, el niño es
agredido en sus diferentes áreas de desarrollo
(físico, intelectual, afectiva y moral) por la persona que
debería protegerlo, convirtiéndose en el
máximo ataque a un ser humano desprotegido.

No obstante, Díaz et al. (2006) propone una clara
diferenciación en cuanto a los términos de
negligencia y abandono. La negligencia se constituye como "una
forma de maltrato infantil que consiste en dejar o abstenerse de
atender a las necesidades del niño y a los deberes de
guarda y protección o cuidado inadecuado del niño"
(p.95); el segundo, abandono, se refiere según el autor a
un grado máximo de negligencia, el cual "tiene
repercusiones psicológicas y somáticas
características e, incluso, se podría hablar de una
situación sanitaria específica de aquellos que son
atendidos en instituciones de protección a la infancia
(inclusas, orfanatos, hogares)" (p.15).

Como han destacado algunos investigadores, en el
abandono se presenta una separación de manera intencional
y decisiva del niño por disposición de sus padres o
cuidadores, dejándolos a cargo de terceros y por lo tanto
constituyéndolo como un grado avanzado de negligencia;
además, por ser un acto de omisión termina siendo
al igual que ésta última un tipo de maltrato cuyas
implicaciones y consecuencias son similares y pueden acentuarse y
repercutir en su desarrollo para toda la vida.

Para tener una mejor explicación del concepto de
abandono, es importante conocer el proporcionado por el ICBF
(2006), quien lo comprende como una forma de maltrato emocional
que perturba el bienestar del infante; además menciona,
que se presentan dos formas de abandono:

Abandono absoluto. Cuando el adulto deja de convivir y
de encargarse del niño definitivamente, dejándolo
a su suerte, dentro de una vivienda o en la calle. Abandono
relativo. El adulto convive con el menor de edad pero lo trata
mal, y en forma repetida rechaza su presencia y
comportamientos, lo grita, lo insulta, lo aísla y lo
amenaza; no le brinda afecto, no lo estimula para estudiar, no
le permite jugar ni estar con otros niños o adultos
cercanos. Asimismo, lo obliga a realizar tareas
domésticas, cargar objetos, cuidar a otros menores de
edad y, en general, a hacer actividades que el niño no
debe desempeñar por su tamaño, fuerza o capacidad
emocional (p.10).

Se debe señalar en el anterior aporte dado por el
ICBF, que el abandono es comprendido como muchos otros autores lo
definen, además en cuanto a la relación con la
negligencia del cuidador, éste tipo de maltrato infantil
se asemeja con la segunda forma de abandono denominado relativo,
donde el adulto sigue conviviendo con el niño pero
ignorando su presencia. Sin embargo, se debe resaltar una gran
contribución en ésta investigación, la cual
se refiere a la obligación que repercute sobre el
niño, el cual a pesar de tener un trato negligente, es
tomado en cuenta para cumplir con las tareas asignadas en su
hogar, a pesar de que no esté en la edad adecuada para
desempeñarlas.

Ahora bien, con la finalidad de comprender mejor el
abandono y su relación con la negligencia, se hace
indispensable diferenciar los cuatro tipos de abandono citados
por Rosas et al. (2000): el primero denominado precoz, consiste
en dejar al recién nacido en cualquier lugar (vía
publica o propiedad privada) donde se desconozca el paradero de
la madre; el segundo, por incapacidad de los padres, se presenta
por condiciones (alcoholismo
crónico, maltrato a los hijos, ciertas enfermedades
mentales) que inhabilitan a los mismos ante el cuidado de sus
hijos, generalmente en estos casos los niños quedan en
custodia del estado; el tercero, nombrado como desinterés
progresivo o abandono diferido, se presenta cuando el niño
es dejado en hogares sustitutos o se encuentra bajo medida de
protección y los padres van perdiendo el interés
paulatinamente, prolongando sus visitas y finalmente
desapareciendo de la vida del pequeño , en el peor de los
casos éste pasa toda su infancia y adolescencia en una
institución; y finalmente el denominado prenatal se
produce cuando la madre, en estado de gestación rechaza al
feto o reacciona indiferente al nacimiento de su hijo
(Hermosilla, 1989).

En los cuatro tipos de abandono, se destaca la actitud
rechazante de los padres por el bienestar de los infantes a su
cargo, evidenciando un comportamiento negligente, que permite
considerar la relación entre las dos formas de maltrato
infantil, como se mencionaba anteriormente. Por lo tanto,
según las investigaciones realizadas, el abandono se
presenta como un grado elevado de severidad de la negligencia de
los cuidadores hacia el niño.

Abandono Físico y Negligencia

Se presentan varias explicaciones acerca del abandono
físico, algunos autores, lo describen como las situaciones
donde las necesidades básicas del niño
(alimentación, vestido, higiene, protección y
vigilancia en las situaciones potencialmente peligrosas,
área educativa y/o cuidados médicos) no son tomadas
en cuenta por ninguno de sus padres o cuidadores de manera
temporal o permanente (Aisa, et al. 2000; Arruabarrena & De
Paúl, 1994 citado por Pino, Herruzo & Moya, 2000).
Debe señalarse que este concepto corresponde o se asemeja
al de negligencia, ya mencionado anteriormente, por lo cual se
puede entender que el abandono físico es sinónimo o
hace parte de ella; es por esto que se tendrá en cuenta
las citas dadas por diferentes autores con la finalidad de tener
mayor claridad de los dos conceptos y sus semejanzas.

Del mismo modo, Polansky y cols. (1972 citado por Moreno
2001), refieren que el abandono físico es una
situación donde el cuidador deja que el niño a su
cargo sienta un sufrimiento previsible y/o fracasando en la
suministración de una o varias de las necesidades
básicas para su desarrollo, ya sea de manera deliberada o
por falta de atención. Esta postura deja entrever un
cierto grado de intencionalidad por parte de los cuidadores
quienes están en búsqueda del sufrimiento del
niño.

Así mismo, Moreno (2006) en su exploración
hace referencia a Herrenkohl, Herrenkohl y Egolf (1983), quienes
plantean una hipótesis sobre un "síndrome de
apatía" de los cuidadores o falta de motivación de estos ante la
manifestación de rechazo por satisfacer las necesidades
familiares y las del niño; Moreno menciona además,
que los niños en cuyos casos se presenta este tipo de
maltrato son rechazados por sus padres y a pesar de su conducta
(positiva o negativa), no incitan ni motivan el comportamiento en
ellos. Por su parte, Knutson (1995 citado por Moreno, 2001)
señala que "los actos de omisión del abandono
físico suelen referirse al fracaso de los
padres/cuidadores en la realización adecuada de sus
deberes como responsables del menor" (p.37). Estas últimas
interpretaciones, resaltan el fracaso de los padres al no
poder cumplir
con sus deberes, expresando constantemente un rechazo hacia
él y su comportamiento.

Por el contrario, nuevas aproximaciones como las de
Martínez y De Paúl (1993, citado en Moreno, 2002),
hacen una clara diferenciación entre negligencia y
abandono físico. Para ellos, el maltrato por negligencia
es consecuencia de comportamientos inadecuados por parte de los
cuidadores que pueden ser conscientes o inconscientes
(ignorancia, incultura, pobreza, etc.) ante las necesidades
físicas, psíquicas, sociales e intelectuales,
las cuales se podrían generar debido a la presencia de
otras necesidades familiares. Mientras que el abandono
físico es una situación de negligencia infantil,
donde las consecuencias físicas en el niño son
más significativas. En definitiva, los anteriores autores
refieren el abandono físico como una acción
negligente avanzada, donde generando un mayor impacto en el
área física, dejando entrever que pueden existir
diferentes tipos y niveles de negligencia.

Arruabarrena y De Paúl (1994 citado por De
Paúl, Pérez, Paz, Alday & Mocoroa, 2002)
destacan el término negligencia física para
referirse a "cualquier situación en la cual las
necesidades físicas del niño (alimentación,
vestido, seguridad, atención sanitaria, protección
y supervisión en situaciones peligrosas) no son cubiertas
temporal o crónicamente por ningún miembro de la
familia" (p.55). Lo anterior evidencia una demarcación de
las necesidades físicas respecto a la situación de
abandono físico, relacionándose como muchos de los
autores mencionan, como un tipo de negligencia que se presenta de
manera avanzada, respecto al cubrimiento de las necesidades
básicas requeridas por el niño.

Abandono Emocional y Negligencia

Los estudios han revelado que además del maltrato
mencionado anteriormente, se conoce también por otros
escritores una analogía existente entre el abandono
emocional y la negligencia (Gómez, 2006). Por lo tanto se
procederá a definir este concepto con el fin de comprender
mejor su relación con la negligencia.

Becedóniz (2003) da una definición del
abandono emocional, refiriendo que éste es una constante
falta de respuesta del cuidador responsable del niño, ante
las señales, expresiones emocionales y
conductas emitidas en busca de proximidad e interacción.
Expresando además el autor, que la carencia afectiva y el
no suplir las necesidades afectivas (cariño, estabilidad,
seguridad, estimulación, apoyo, entre otras), son signos de este
tipo de maltrato. Se evidencia a través de la
definición, una forma de negligencia que comprende el
área emocional, la cual conforma una de las necesidades
básicas del niño y al igual que otras formas de
maltrato genera consecuencias.

Del mismo modo, Aisa et al. (2000) comprenden el
abandono emocional como "la falta persistente de repuesta por
padres, tutores, o figura adulta estable, a ciertas
señales o expresiones emocionales del niño/a
(llanto, sonrisa) o a los intentos de aproximación,
interacción o contacto hacia dichos adultos" (p. 19).
Además destaca la indiferencia, que es el estado de no
disponibilidad de los padres/cuidadores hacia el niño,
como la conducta que se identifica en esta
problemática.

Es así como se puede concluir que el abandono
emocional hace parte de la negligencia debido a que las
expresiones afectivas emitidas por el niño no despiertan
conductas adecuadas en los padres o cuidadores, siendo
ésta una característica de omisión
relacionada estrechamente. Además, por las consideraciones
señaladas se ha evidenciado que en la negligencia, los
cuidadores no cubren las necesidades básicas de los
niños, siendo éstas tanto emocionales como
físicas.

A partir de la búsqueda y estudio de las
diferentes conceptualizaciones, así como la
relación con otros términos, se establece como
negligencia: un fallo que se presenta de manera involuntaria
(ignorancia, incultura y pobreza) o voluntaria por parte de los
cuidadores, para la satisfacción temporal o permanente de
las necesidades básicas requeridas por el niño a su
cargo, las cuales se agrupan en las categorías
físico-biológicas, cognitivas y emocionales; a su
vez, de éstas se desprenden los diferentes tipos de
negligencia, que tienen un impacto en las áreas de
desarrollo (área cognitiva, lenguaje, socioafectiva,
motriz y física), presentándose un grado de
severidad que depende del pronóstico y la posibilidad o no
de recuperación del mismo, llegando al abandono
físico, emocional o total del niño.

Con relación a lo anteriormente expuesto, se
propone a través de la figura 5 una compilación del
concepto de negligencia con el propósito de facilitar su
comprensión y enriquecer esta
investigación.

Tipos de negligencia

Debido a las diferentes áreas del desarrollo
afectadas en los niños, así como aquellas
necesidades básicas (física, médica,
educacional, emocional, nutricional, entre otras) que son
descuidadas por los cuidadores encargados de proporcionarlas, se
conocen varios tipos de negligencia, los cuales se han nombrado
por los investigadores según las áreas y
necesidades mencionadas anteriormente; para algunos autores
(Wanda, Allison & McCarley, 2003 citados por Fernández
& Perea, 2004), la negligencia es agrupada en tres tipos
fundamentales:

La negligencia física, la cual comprende
las necesidades como alimentación, vestido, amparo, higiene,
supervisión y además se incluye en este tipo el
cuidado médico, en donde el tutor no le ofrece al
niño una atención adecuada y oportuna ante la
presencia de enfermedades o en el cumplimiento de los
controles.

La negligencia educacional, que se refiere a la
irresponsabilidad del cuidador por no cerciorarse que el
niño cumpla con los deberes y compromisos establecidos en
la institución, así como suplir sus necesidades
educativas, es decir, no estar pendiente de la asistencia a las
clases, de las reuniones de padres u acudientes, del desarrollo
de tareas y trabajos, entre otros;

Negligencia de seguridad, que abarca las
condiciones higiénico-sanitarias, protección hacia
cualquier daño y el cuidado del ambiente. Moreno (2001)
complementa, al nombrar el inapropiado vestido en relación
con la época climática del momento, pudiendo
causarle lesiones graves, así como los accidentes
domésticos, tales como congelaciones, quemaduras e incluso
deshidrataciones por permanecer durante horas en ambientes
excesivamente fríos o calurosos, sin una protección
adecuada (especialmente en lactantes y en niños de edad
preescolar).

Sin embargo, esta clasificación deja por fuera
comportamientos calificados como negligentes y sobre todo
aquellos relacionados con las necesidades psicológicas de
los pequeños. Por esta razón, Azaola (2006)
además de mencionar igualmente estas tres formas de
negligencia, hace referencia a la negligencia emocional,
la cual abarca todo lo relacionado con las desatenciones a las
necesidades emocionales, así como aprobar el consumo de
alcohol y drogas en el niño; y la presencia de violencia
doméstica. Frente a este último aspecto,
Ramírez (2006) refiere que en algunas familias se
presentan situaciones que vulnerabilizan al niño, siendo
esto un factor de riesgo ya que existe una constante
exposición a episodios de violencia
intrafamiliar. En concordancia con el autor, se cree que
estas exposiciones son consideradas como actos negligentes, ya
que no le aseguran al niño un ambiente con condiciones
favorables y estables, que le permitan establecer vínculos
saludables con las figuras paternas o cuidadores. Entonces, al no
aislar al niño de estas situaciones se incurre en la no
protección de las situaciones potencialmente peligrosas y
por tanto se comete un acto de negligencia por
omisión.

Existen otros tipos de situaciones que plantea
Becedóniz (2003). Aunque el autor no las describe dentro
del tipo de negligencia, se ha considerado importante incluirlas
en esta categoría, ya que sus características son
acordes con la conceptualización del término
propuesto en este trabajo, las cuales son:

Dificultad de control de la
conducta del hijo.
Con esta categoría el autor expone
como los padres o tutores, manifiestan o demuestran claramente
una gran dificultad para controlar y manejar de manera adaptativa
el comportamiento de sus hijos. Resulta muy representativo para
comprender esta idea, aquellas situaciones en la que los padres
por querer "ser los mejores amigos de sus hijos" no ejercen
ningún tipo de autoridad
frente al comportamiento de estos, permitiéndoles emitir
cualquier tipo de conductas sin importar si es apropiada o no
para su desarrollo óptimo. La teoría
del aprendizaje
social (Youngblade & Belsky, 1990 citados por Moreno, 2001)
explica claramente esta dificultad. Estos autores la designan
como pautas de socialización inadecuadas, llevadas a cabo
por los padres o cuidadores al enfrentar situaciones conflictivas
en el período de crianza del niño. De esta manera,
los autores resaltan la falta de criterios educativos adecuados
para imponer normas de conducta, que conlleva a consecuencias a
corto, mediano y largo plazo, que son el resultado de la falta de
reforzamiento contingente con las conductas llevadas a cabo. Este
impacto conductual será estudiado con mayor detenimiento
en el capitulo 4 del presente trabajo.

Retraso no orgánico en el desarrollo. Se
determina mediante un diagnóstico médico dado a
aquellos niños que no incrementan su peso con normalidad
en ausencia de una enfermedad orgánica. Esta
problemática es causada por la inadecuada atención
a las necesidades psico-afectivas y sociales del niño,
trayendo consigo consecuencias físicas y psicosociales. De
acuerdo con esto, se podría pensar en este retraso no
orgánico más que como un tipo de negligencia, como
una consecuencia de la misma; puesto que no se proporcionan al
niño los alimentos
necesarios para su crecimiento, afectando el desarrollo
físico normal.

Por último, Becedóniz (2003) hace
referencia a la situación de necesidad familiar,
aclarando que más que un tipo de maltrato, esta
tipología esta asociada a la carencia de recursos del
medio familiar y por lo tanto, afecta a cada miembro de la misma.
En este punto, es importante resaltar que en ningún
momento, esta necesidad familiar es causada por un acto de
acción u omisión por parte de los padres o
responsables del cuidado del niño. Los acontecimientos que
provocan estas situaciones de necesidad familiar pueden ser:
nacimiento de un nuevo hijo, pérdida de empleo,
enfermedad, etc.

La aparición de otras necesidades dentro de la
familia, dificultan el cumplimiento de los padres ante los
derechos y requerimientos del niño. Un claro ejemplo de
esto, se evidencia en nuestra sociedad colombiana en la medida en
que algunos padres o cuidadores, no pueden acompañar el
desarrollo de sus hijos como se esperaría puesto que,
tienen que salir a trabajar largas jornadas para poder suplir las
necesidades básicas de éstos. En otros casos
más extremos, el salario recibido
no es suficiente para suplir necesidades como las educativas,
viéndose obligados a dejar a los niños en casa, sin
educación y por largos períodos de tiempo solos sin
la custodia de un adulto mayor.

Finalmente, Gómez (2006) aboca al tema al
plantear tres formas de las cuales, la primera es considerada
más que un subtipo, una característica que define y
complementa las indicadas en los apartados preliminares. Y las
dos últimas, como aportaciones diferentes que por tanto
constituyen nuevas categorías.

En primer lugar, se hace referencia a una falta de
disposición emocional
que incluye
insensibilidad parental. Al retomar la lectura, se
observa claramente la relación de esta idea con el tipo de
negligencia emocional que describen Azaola
(2006), Becedóniz (2003) y
Ramírez (2006), en donde se expone
principalmente la falta de respuestas afectivas que fortalecen el
vínculo del niño con su cuidador.

Seguida de ésta, se mencionan las atribuciones
negativas o pobres hacia el niño,

muestras de hostilidad, de desprecio y rechazo hacia
este
. Si se analiza con detenimiento este
aspecto, se puede entender como perteneciente al tipo de maltrato
emocional y no como negligencia. La razón por la que se ha
decidido incluir dicha descripción dentro de esta
naturaleza, se basa en la sistematización mencionada como
negligencia por acción u omisión. En este caso, se
estaría tratando de una acción realizada por los
padres como estrategia de
corrección y disciplina, en la cual no se calcula y
proyectan los niveles saludables, teniendo repercusiones notables
en la salud global de los niños.

De la misma forma, se presentan los casos en que no se
valoran los esfuerzos del niño por superar
obstáculos y por tanto, nunca se refuerzan los avances y
resultados positivos. Esto constituye un fenómeno
interesante de estudiar, en la medida en que se emiten conductas
asertivas que no aseguran la obtención de una consecuencia
positiva, o simplemente ningún tipo de respuesta del
ambiente. Por consiguiente, generan frustraciones que sin duda,
condicionan la futura extinción después de una
serie de repeticiones. Esta podría ser una
hipótesis
válida al buscar explicaciones de cómo los
niños víctimas de negligencia, evidencian un
retraimiento social.

Finalmente, el autor hace referencia a una nueva
categoría en donde se describen las interacciones
inapropiadas o inconsistentes respecto al desarrollo del
niño
. La cual hace referencia a las expectativas por
debajo de las capacidades que el niño posee, de acuerdo a
su etapa evolutiva. Es decir, que muchos cuidadores no permiten
que el niño realice procesos de ensayo-error,
con los cuales se logra aprender y aprehender las
características de su mundo exterior. Así, muchos
cuidadores en su afán por responder altamente a las
necesidades del niño caen en negligencia, ya que lo
sobreprotegen, al no permitirle la exploración. Ante este
problema, Gómez (2006) afirma que las interacciones con
los hijos se caracterizan por ser dañinas, irreflexivas y
equivocadas, cuyo objetivo no es causar daño. Por lo que
se puede concluir que ésta, es una forma de negligencia
por acción, más no por omisión.

A modo de conclusión, y luego de revisar los
principales autores que describen las tipologías de la
problemática estudiada, se evidencian nueve formas de
negligencia: la negligencia física, la negligencia
educacional, negligencia de seguridad, negligencia emocional o
falta de disposición emocional, dificultad de control de
la conducta del hijo, retraso no orgánico en el
desarrollo, situación de necesidad familiar,
atribuciones negativas o pobres hacia el niño
y las interacciones inapropiadas o inconsistentes.
Una vez aclarada esta distribución, la cual permite
comprender de mejor manera, los factores a los que están
expuestos los niños, así como sus cuidadores. Se
puede pasar a continuación, a exponer las
características de los padres/cuidadores
negligentes.

Características del Cuidador
Negligente

El maltrato por negligencia hacia los niños, como
se ha mencionado, es propiciado o se encuentra en la
clasificación de un entorno intrafamiliar, es decir, que
se produce dentro de ese contexto, siendo un lugar de principal y
mayor impacto para el desenvolvimiento y desarrollo
óptimo. Sin embargo, es de destacar que el contexto y la
sociedad también cumplen un papel estresante que puede
perjudicar la familia, por lo tanto para un mejor entendimiento
del fenómeno, es importante comprender las principales
problemáticas que se presentan, las cuales conllevan a la
aplicación de esta forma de maltrato infantil, con el fin
de entender claramente las diversas situaciones o necesidades que
deben vivir las familias.

Antes de comenzar con las problemáticas y
características que destacan a los cuidadores negligentes,
se debe comprender la importancia que tiene el grupo familiar en
el cumplimiento de los derechos del niño y su influencia
para un adecuado desarrollo. Primero, se comenzará dando
una definición de familia mencionada por Ríos
(1998) y retomada por Covadonga en el año de 1999,
refiriéndose a este conjunto como:

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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