EL DIABLO
HUMA
Enmascarado que acompaña a los aruchicos en las
festividades relacionadas con la cosecha al norte de Quito. La
palabra huma, significa en Quichua "cabeza", por lo que su nombre
cabeza de diablo. La máscara del Diablo-Huma es de tela,
azul oscuro o rojo y le cubre hasta la mitad del pecho. Dos
agujeros corresponden a los ojos y uno a la boca. Las orejas se
representan por una par de asas embutidas de trapo y de
idénticamente manera una tercera representa la nariz. En
la parte superior lleva tres hileras de 4 cachos o cuernos
también embutidos de trapo. La máscara tiene dos
caras, la posterior es similar a la anterior, decoradas con
varios dibujos y
adornados de hilo de color. Lleva
camisa de color, pantalón bombacho o un zamarro y en una
de sus manos lleva un largo "fuete" o fuste que blande mientras
camina, sin dejar de emitir sucesivos silbidos. A diferencia del
Aricuchico, el Diablo huma toca instrumentos de viento: churos,
flautas y rondine
Diablos Huma
Previamente a su aparición en las comparsas de
San Juan o San Pedro, y de idéntica manera que los
Aricuchicos, se baña tres días en una cascada
(paccha) para compactarse con el diablo y adquirir poder y
habilidad necesaria para el combate ritual que protagonizaba en
otros tiempos o, simplemente, para adquirir las energías
necesarias que adquiere se extenuante baile; ritual que se
realiza hasta la actualidad.
El diablo Huma, que es el guía o consejero de la
comunidad y
lleva una máscara de tela azul o roja que le cubre hasta
la mitad del pecho; las ñustas, que son las reinas de las
fiestas, y los aricuchos.
SACHA
RUNA
En la boca del Tiputini vivía un indígena
de apellido Tapuy. Casi nadie recordaba su nombre. Todos lo
conocían como Sacharuna. Era de mirada perdida, lento al
andar, silencioso, como si algún acontecimiento
sobrenatural le hubiera alterado las facultades
mentales.
Pero él no nació así. Fue un
niño alegre y vivaracho que compartía juegos y
travesuras con sus hermanos, primos y parientes que vivían
en un gran tambo que servía de hogar
común.
Sus padres salían temprano a la montaña
para recoger lecheguayo, una substancia parecida al caucho. Un
día se acercó al muchacho un hombre
parecido a su padre y se lo llevó a la selva. Sus
familiares cansados de buscarlo acudieron donde el brujo, quien
les explicó que el niño había sido raptado
por el sacha runa o espíritu del monte. Les pidió
que fueran al monte a cortar bejucos para colocarlos enrollados
en los chaquiñanes a fin de que se enrede el sacha runa y
no pueda ir demasiado lejos.
Mientras los familiares cumplían este pedido el
brujo tomó mucho jugo de ayahuasca y guanto.
Cuando se reunieron nuevamente el brujo les
indicó que el muchacho se encontraba a orillas del
río Tiputini, sobre unos árboles
de guabilla, en forma de mono. Les explicó claramente la
forma de atraparlo.
En el lugar indicado estaba un mono chillando y dando
brincos. Cuando lo cogieron trató de morderlos. El padre
se golpeó la nariz hasta sangrar y esa sangre le hizo
lamer al mono que recuperó la forma humana, pero no todas
las facultades mentales
EL
CHUZALONGO
Personaje mitológico de los indios-quichuas y de
los campesinos mestizos del centro-norte de la sierra.
Se lo describe como un niño de dos años o
más, con una estatura de 80 cm., rostro blanco, labios
gruesos y morados, nariz chata, orejas grandes, ojos verdes
pequeños con un punto negro de fuego en el centro, pelo
corto, ralo y tieso de color rojizo o rubio que cae a veces hasta
el suelo.
El cuerpo -según algunos- lo lleva cubierto de
escamas de pescado, mientras que otros señalan que lo
tiene del color de la vara, pero pareciendo moreno por la
suciedad.
Sin embargo, su rasgo más destacado es el
tamaño descomunal de sus genitales, que los lleva
arrastrando por el suelo, igual que su cordón
umbilical.
Su miembro viril es extremadamente grande, al extremo de
darse con él, una vuelta al cuello.
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