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África y la integración económica regional: Los procesos de integración económica en África Subsahariana (página 2)



Partes: 1, 2

África tiene además algunas de las más
grandes reservas mundiales de oro, diamantes –
recordemos las eras del oro y del diamante en 1867 y 1885
respectivamente – cobre, bauxita, manganeso,
níquel, platino, cobalto, radio, germanio, litio, titanio y
fosfatos. Otros importantes recursos minerales son el hierro, el cromo, el
estaño, el zinc, el plomo, el torio, el circonio, el
vanadio, el antimonio y el berilio. También hay cantidades
explotables de arcillas, mica, azufre, sal, natrón, grafito,
piedra, caliza y yeso.

Contrasta con tanta abundancia de recursos naturales la mayor
miseria, que hace de África la zona más pobre de
la tierra, asolada por
hambrunas y epidemias. El continente negro ha sido
históricamente explotado por las potencias capitalistas, que
lo sometieron a un saqueo sistemático privándole de sus
riquezas y esclavizando a sus gentes, repartiéndose sus
territorios en una agresiva competencia colonial.

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en su
reporte anual de 2006, reconoce que alrededor de 300 millones de
los habitantes en África Subsahariana –casi la mitad
de su población- vive con menos de 1 USD al día. Una de
cada dos personas en África Subsahariana se ubica entre el
20% de los más pobres del planeta, y la cantidad de
africanos que viven al Sur del Sahara ubicados en esta cohorte se
han más que duplicado desde 1980.

Ajena en su mayoría a los beneficios de la
globalización, datos del 2003 de las Naciones
Unidas proyectan que durante los próximos 15 años
el número de personas que viven en la pobreza absoluta en el
África Subsahariana se elevará a 404 millones de
personas, repartidas a lo largo y ancho del
continente.

La actual determinación de las fronteras, que
responde a un largo proceso acumulativo primero
por la trata de esclavos – tanto por los árabes como
por los europeos – y luego por la colonización que
siguió, y las dinámicas imperialistas interafricanas,
ha sido causa de numerosos dramas. La misma ha conducido a la
dislocación de las etnias africanas, fragmentadas bajo
diversas ciudadanías de pueblos sólidamente unidos no
por lazos de la política, sino por los de la lengua y la cultura.

Tal multitud de pueblos, grupos étnicos y tribus con
tradiciones y cultura diferentes se comunican a través de
una gran diversidad de lenguas y dialectos
autóctonos –más los idiomas oficiales impuestos por los antiguos
colonizadores. Se han clasificado más de 3 000 grupos
étnicos distintos e identificado más de mil lenguas
habladas en África.

No obstante la fragmentación de la que antes
hablábamos, las nociones de África y de africanidad han
tenido un impacto real y eficaz durante todo el periodo de
descolonización marcado por un ideal panafricano de
liberación. Esta lucha por la independencia de las naciones
africanas de la dominación colonial directa extranjera se
produce, fundamentalmente, a partir de la Segunda Guerra Mundial hasta
la década de los 60 del pasado siglo.

La triste historia de explotación y
dominación africana a manos de naciones extranjeras se
remonta a los años en que el continente funcionaba como la
fuente mundial fundamental proveedora de mano de obra esclava,
aproximadamente desde mediados del siglo XV hasta mediados del
siglo XIX. Antes nos remontamos a un brillante periodo
precolonial que finaliza con la llegada de los europeos a sus
costas occidentales, destacándose en esa época el
esplendor de la primera gran civilización africana a orillas
del Nilo la que, aún hoy, nos sigue asombrando y
maravillando.

La ocupación colonial de África
transcurrió entre 1870 y 1960. Las potencias europeas de la
época: Bélgica, Alemania, Francia, Inglaterra, Portugal, Holanda,
Italia y España, se
aseguraron posesiones africanas, las que explotaron en aras de
promover su desarrollo capitalista y financiar sus guerras de
rapiña.

 

Valor del
Índice de Desarrollo

Humano

(IDH)

2004

Esperanza de vida
al nacer

(años)

2004

Tasa de
alfabetización de adultos

(% de 15 años y
mayores)

2004

Tasa de mortalidad
infantil

(por cada

1 000 nacidos
vivos)

2004

Incidencia del
VIH-SIDA

(% de 15 – 49
años)

2005

PIB per
cápita

(PPA en USD)

2004

Tasa de
crecimiento anual del PIB per
cápita

(%)

1975-2004

Emisiones
CO2

(% del total
mundial)

2003

Consumo de
electricidad per
cápita

(kilowatios-hora)

2001

Población
desnutrida

(% del total)

2001 – 2003

Usuarios de
Internet

(por cada

1 000
habitantes)

2004

Países en
desarrollo

0,679

65,2

78,9

57

1,1

(1,0-1,4)

4 775

2,4

42,7

1 035

17

175

África
Subsahariana

0,472

46,1

63,3

103

6,1

(5,4-6,9)

1 946

– 0,6

2,1

495

30

77

Total Mundial

0,741

67,3

..

51

1,0

(0,9-1,2)

8 833

1,4

100

2 361

17

276

Fuente: Reporte de Desarrollo Humano (2006)
PNUD.

El tipo de contacto que entonces se produce con Europa no resultó ni en un
intercambio comercial en pie de igualdad que pudiera abrirle
vías hacia el mundo exterior, ni en la cruda sujeción
de tipo colonialista que provocara como reacción una
ideología africana de reafirmación que condujera al
cambio político y al
desarrollo económico.

Estos cuatro siglos fueron una época de
aislamiento y parálisis para el continente que tanto
contribuyó al fenómeno de la acumulación
originaria del capital tal y como lo
describiera Marx, sin el cual no hubiera sido
posible el advenimiento del modo de producción capitalista.
África proveyó a Europa del combustible necesario para
su primera industrialización, mientras se condenaba a
sí misma a la pobreza y al subdesarrollo.

Años más tarde África aportó hombres
y materias primas a las dos Guerras Mundiales que asolaron al
mundo. Y es que la historia de África con occidente ha sido
una historia de robo continuado: robo de mano de obra, de
recursos naturales y agrícolas y de tierra. La todavía
pendiente deuda histórica de los ricos hacia África
está, evidentemente, más que justificada.

La
integración africana: un balance general

África también se considera un mosaico de
países desde el punto de vista económico. Por ejemplo,
en el África Subsahariana, junto a la extrema pobreza de la
mayoría de sus naciones, aparecen algunos países con
cierta prosperidad como Sudáfrica, Cabo Verde e Islas
Mauricio.

La pobreza se impone en la mayor parte del continente.
De las 49 naciones clasificadas como Países Menos
Adelantados (PMA), 34 son africanas. De las 42 naciones
identificadas como Países Pobres Altamente Endeudados
(PPAE), 33 son africanas. Todas ellas se encuentran ubicadas en
la zona al sur del Sahara.

País

PMA

PPAE País

PMA

PPAE

Angola

X

X

Guinea-Bissau

X

X

Benin

X

X

Kenya

X

Burkina Faso

X

X

Lesotho

X

Burundi

X

X

Liberia

X

X

Camerún

X

Madagascar

X

X

Cabo Verde

X

Malawi

X

X

República Centroafricana

X

X

Malí

X

X

Chad

X

X

Mauritania

X

X

Comores

X

X

Mozambique

X

X

Congo

X

Níger

X

Costa de Marfil

X

Rwanda

X

X

República Democrática del Congo

X

X

Sao Tomé y Príncipe

X

X

Djibouti

X

Senegal

X

X

Guinea Ecuatorial

X

Sierra Leona

X

X

Eritrea

X

Somalia

X

X

Etiopía

X

X

Sudán

X

X

Ghana

X

Togo

X

X

Gambia

X

X

Uganda

X

X

Guinea

X

X

Tanzania

X

X

Zambia

X

X

Si bien la gran mayoría de los territorios
africanos obtuvieron su independencia de las potencias europeas,
aún conservan vínculos económicos casi exclusivos
con sus antiguos amos, lo que demuestra su dependencia y
fragilidad económicas. Así tenemos que la mayoría
de las antiguas colonias inglesas mantienen estrechas relaciones
comerciales con su ex metrópoli y guardan sus reservas
monetarias en Londres. Las antiguas colonias francesas mantienen
lazos aún más estrechos con Francia, reforzados por el
uso de la misma unidad monetaria entre varias de las primeras: el
franco CFA, por lo que en África se ubica la Unión
Monetaria efectiva más antigua de las que hoy
existen.

Es así como casi todos los países africanos
tienen relaciones económicas con la Unión Europea (UE)
y se benefician de reducciones arancelarias por diversos
conceptos. Las complejidades de las políticas comerciales
entre Europa y África no serán objeto de análisis
en estas páginas. Solo nos limitaremos a señalar que
aquí en las mismas se mezclan un variado conjunto de
intereses económicos y geopolíticos y que, si bien por
una parte se permite la entrada libre de o con reducidos aranceles a la Unión
Europea de un determinado grupo de productos a un determinado
grupo de países africanos y en cantidades limitadas por
enrevesados sistemas de cuotas, por otro lado
se frena la entrada a Europa de otros géneros africanos,
cuya exportación libre de restricciones podría ser de
mucho provecho para las empobrecidas naciones africanas en aras
de sostener una espuria competitividad europea.
Ejemplifican esta dinámica de las complejas relaciones entre
Europa y África las relaciones entre la UE y las naciones de
la Asociación de Estados de África, Caribe y
Pacífico (ACP) o con el grupo de los países integrados
en la iniciativa europea “Everything but Arms”
(EBA).

En los últimos años se ha verificado,
además, un creciente interés por parte de los Estados Unidos (EE.UU.) hacia el
continente negro. Los EE.UU. han formulado una nueva agenda hacia
la región a partir de sus preocupaciones sobre
seguridad energética”
y “lucha global contra el terrorismo”. Como
muestra de lo anterior
mencionamos la aprobación en EE.UU. de la
Ley de Oportunidades de Crecimiento para África en
el 2000, que busca fortalecer la presencia norteamericana en la
región, en concordancia con el crecimiento del peso de los
hidrocarburos africanos en las
importaciones de
EE.UU. Actualmente, EE.UU. está negociando un
Acuerdo de Libre Comercio con la Unión
Aduanera del África Austral (SACU).

A continuación examinaremos algunos datos
significativos para entender las características
fundamentales de la economía africana. Al ser la región
más atrasada económicamente del planeta, la mayor
dinámica la concentra el comercio de mercancías.
El comercio de servicios y las relaciones
monetarias – financieras representan una pequeña
porción en la estructura de la economía
regional africana.

Exportaciones de mercancías de
África, por destino

Año 2005

Fuente: Estadísticas del Comercio Internacional 2004.
OMC

Las estadísticas demuestran el comercio
intrarregional africano no es más que una modesta
fracción del volumen global de su comercio,
mayormente concertado con Europa. Los sectores comerciales de
buena parte de los países africanos dependen mucho de uno o
unos pocos artículos de consumo. El comercio entre los
estados africanos está limitado por la competitiva, más
que complementaria, naturaleza de productos, las
barreras comerciales y la diversidad de monedas. Estos
intercambios comerciales se restringen a ciertos productos
manufacturados o al comercio intrarramal, involucrando
fundamentalmente petróleo, algodón, maíz, cacao y
ganado vivo.

En relación con Asia, destaca la dinámica
comercial reciente entre África y China, nuevo y pujante socio.
Las estadísticas registradas en China demuestran que las
importaciones desde África se cuadruplicaron entre 2002 y
2005, mientras que las exportaciones chinas hacia
África alcanzaron 18, 6 mil millones de USD en 2005. Este
enérgico incremento de los flujos de comercio bilaterales
continuó reportándose durante la primera mitad de 2006.
Las exportaciones chinas hacia África aumentaron en un 30 %
respecto al año pasado, mientras las importaciones desde
África lo hicieron en la mitad.

Comercio de mercancías de
China con África

Período 2000 – 2005

(Miles de millones de dólares)

Fuente: Estadísticas del Comercio Internacional
2004
. OMC

Al analizar la naturaleza de los productos
comercializados se aprecia que este flujo comercial es
fundamentalmente complementario, al exportar China artículos
manufacturados e importar materias primas, básicamente
petróleo y productos agrícolas; características
muy semejantes al comercio bilateral entre África y
Europa.

En tales condiciones es difícil concluir que exista
una potencial significativo aún no explotado que pueda
incidir positivamente en un despegue del comercio intraafricano.
La debilidad de las infraestructuras, en particular la
insuficiencia de las redes de comunicación y el poco
desarrollo y alto costo de los transportes, explica
en gran parte esta “dinámica” del comercio
intracontinental. Ejemplo de lo anterior nos lo ofrece el
Banco Mundial, quien confirma
que, en África Subsahariana, solo el 13 % de las carreteras
están pavimentadas.

Justamente son los débiles vínculos
comerciales intrarregionales un primer e importante
obstáculo hacia una efectiva integración
económica. No debe entonces sorprendernos el poco éxito
alcanzado por los países africanos en su camino hacia la
integración regional. Los fuertes lazos que mantienen las ex
colonias con sus antiguas metrópolis, así como los
intercambios comerciales con actores económicos mundiales de
peso como EE.UU. y China, privilegian los intercambios
intercontinentales por sobre las relaciones económicas entre
vecinos.

Además de los escasos intercambios comerciales,
frenan los propósitos integracionistas la gran similitud en
las estructuras de
exportación de las naciones africanas, quienes a su vez
exhiben marcadas diferencias en los niveles de ingresos, de
industrialización y de infraestructuras, impidiéndose
así toda especialización intrarramal -en un contexto
caracterizado por la existencia de políticas
macroeconómicas divergentes y poco estables. A estas
disparidades en los niveles de desarrollo relativo se suma la
falta de los recursos necesarios para conformar los fondos de
compensación requeridos asociados a cualquier proceso de
integración regional.

Si las posibilidades en términos de
integración comercial resultan escasas, más
desalentador es el panorama que ofrece la integración
financiera. Con un escasísimo uso de sofisticados
instrumentos financieros en los pequeños y fragmentados
mercados financieros
regionales, insertos en una débil infraestructura
financiera, las finanzas africanas sufren
además el peso constante de una insoportable deuda externa que no terminan de
pagar jamás. Para el 2005, la deuda externa de África
se calculaba superior a los 300 mil millones USD. Cada año,
África Subsahariana debe pagar alrededor de 13 mil millones
USD por concepto de servicio de la
deuda.

Las dificultades para proveerse de un adecuado financiamiento, que se adecue
a las circunstancias particulares de las naciones africanas,
constriñe las posibilidades reales para avanzar en el camino
de la integración económica. La ausencia de recursos
financieros ha devenido carencia crónica, carencia que
también frena la integración económica regional.
Esta situación se agrava aún más en las naciones
del África Subsahariana, donde se concentran los países
más pobres y endeudados del planeta y quienes se suponen
contribuyan con los recursos financieros necesarios para asegurar
el funcionamiento de las comunidades económicas regionales a
las que pertenecen.

No extraña entonces que haya sido la asistencia
externa la fuente primaria de financiamiento de los
disímiles proyectos de integración
real, ante la imposibilidad real de muchas naciones africanas de
proveer los recursos comprometidos. La dependencia del
financiamiento externo aumenta la vulnerabilidad de los esquemas
de integración, factor debilita y amenaza la perdurabilidad
y éxito de las propuestas africanas.

La grave situación financiera del continente se
comprende mejor al recordar que el crecimiento económico del
continente permanece deprimido desde la mitad de los años 70
de la pasada centuria, con recuperaciones de carácter
coyuntural y no como consecuencia de transformaciones
definitivas.

Las guerras civiles y conflictos transfronterizos
agravan el panorama de pobreza extrema del continente,
obstaculizando el desarrollo de los diferentes intentos a favor
de la integración. Según datos de Naciones Unidas, en
el año 2003 cerca de 180 millones de personas en
África, en su mayoría pastores, granjeros y otros que
utilizan la tierra, vivían en terrenos secos y frágiles
donde hay conflictos por el agua y tierra. A la
pérdida de vidas humanas y los daños materiales asociados a tales
problemas se suman otras
consecuencias nefastas para sociedad y el medio ambiente. Así
tenemos que la cifra de personas desplazadas en África como
consecuencia de los conflictos fue de 15 millones, 3 343 700 de
ellos viviendo en países diferentes del suyo. La cantidad de
refugiados en África Subsahariana en 2005 fue de 2 415
millones personas.

Añádase a lo anterior la ausencia de
armonización de la política exterior, con naciones
vecinas alineadas en bandos opuestos durante la época de la
guerra fría y enfrentadas
en conflictos armados diversos. Resulta entonces difícil
concebir proyectos y estrategias de integración
económica en un clima caracterizado por marcadas
tensiones políticas. Muchos expertos consideran que la falta
de voluntad política es una de las razones fundamentales que
impiden una exitosa integración africana, razón que
obedece a los fuertes vínculos intercontinentales que los
países africanos han establecido desde su
creación.

Como ejemplo de tal ausencia de compromisos
políticos de los Estados nos encontramos ante la negativa de
los países africanos de asumir las obligaciones contraídas
asociadas a las posibles pérdidas económicas que se
producen durante los procesos de integración.
Lo anterior resulta en la persistencia de barreras al libre flujo
de bienes, servicios y personas a
través de las fronteras. Es así como asistimos a un
panorama donde prima la lenta ratificación e
implementación de los protocolos firmados en el marco
de los grupos de integración regional, cuyo incumplimiento
redunda finalmente en el fracaso de los mismos. Otra deficiencia
radica en que las naciones africanas tampoco han sabido hacer de
los objetivos y planes de
integración parte sustancial de sus programas de desarrollo
doméstico.

Entre los factores más importantes que obstaculizan
el éxito de la integración económica regional
está la multiplicidad de organizaciones y mecanismos
creados con este fin, que se yuxtaponen y disipan los esfuerzos y
precarios recursos. Esto complica los trabajos de
armonización y coordinación de políticas, y
dificulta la fusión futura de comunidades económicas
regionales que se prevé ocurra en el futuro, muchas de las
cuales adolecen a su vez de ausencia de visión y
proyección estratégica. Tal situación redunda en
la falta de coherencia entre los programas de cooperación
sectorial y las políticas macroeconómicas determinadas
dentro de cada uno de los bloques regionales.

En África se cuentan alrededor de 30 agrupaciones
de integración comerciales regional, con dos o más de
ellas en casi cada una de sus subregiones del continente. En
promedio, cada nación africana pertenece a 4 de entre estas
agrupaciones. De los 54 países africanos, 26 son miembros de
dos agrupaciones económicas regionales, 20 pertenecen a tres
y una nación, la República Democrática del Congo
es miembro de cuatro. Solo 6 países mantienen su
adhesión a solo una comunidad económica. Por
otra parte, 34 son las naciones africanas Miembros de la
Organización Mundial del Comercio (OMC).

África del Norte

Unión Árabe del Maghreb (UMA)

Comunidad de Estados del Sahel – Sahara
(CEN-SAD)

África

al Sur

del

Sahara

África del Oeste

Unión Económica y Monetaria del África
del Oeste (UEMOA)

Comunidad Económica del África del Oeste
(CEDEAO)

Unión del Río Manu

África Central

Comunidad Económica de Estados de África
Central (CEEAC)

Comunidad Económica y Monetaria de África
Central (CEMAC)

Comunidad Económica de los Países de los
Grandes Lagos

África del Este y África del
Sur

Mercado Común para África del Sur y el Este
(COMESA)

Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo
(IGAD)

Comisión para el Océano Índico (COI)

Comunidad para el Desarrollo del África Austral
(SADC)

Unión Aduanera del África Austral (SACU)

Es así como a pesar de las ideas de unidad
panafricana, en la actualidad África se caracteriza por la
diversidad de tratados de integración de
carácter subregional. A continuación profundizaremos en
el estudio de los más importantes entre estos y que
comprendan a países del África Subsahariana. Los mismos
han sido seleccionados de acuerdo a su representatividad
geográfica, cantidad de países miembros, éxitos
relativos y perspectivas futuras, así como por su
importancia regional y proyección internacional.

Principales experiencias en el
África Subsahariana

Si bien los países del África Subsahariana
conocen de la experiencia del regionalismo, sus tentativas han
resultado fallidas en la mayoría de los casos. Tal
afirmación se sustenta al observarse el discreto volumen del
comercio interregional, los deprimidos niveles de ingresos y la
desigualdad creciente en materia de
industrialización y desarrollo de las naciones, entre otros
indicadores.

Además de los elementos antes apuntados debemos
subrayar que las estrategias de integración en el
África Subsahariana se inspiraron en el modelo de substitución de
importaciones, que ya había demostrado sus limitaciones en
su aplicación a escala nacional. Esta
orientación de política económica resultó en
un marcado carácter proteccionista en los modelos de integración
ensayados, lo que obstaculizó el éxito de las
propuestas.

Comercio al interior de los
grupos

(% de las exportaciones totales)

Grupos de integración
regional

Comercio intra-grupo

(2002)

CEMAC

1,3

CEEAC

1,3

COMESA

5,6

UEMOA

12,6

CEDEAO

11,1

SADC

8,8

No obstante, desde los finales del siglo XX, marcados
por el fenómeno de la globalización neoliberal que se
acompañó a su vez de un auge de los procesos de
integración económica regional, asistimos a un renacer
de los fallidos intentos africanos. El renovado interés en
la integración regional, tanto entre los países del
África Subsahariana como en los agentes externos que se
interesan por los procesos económicos en el continente,
obedece a diferentes motivaciones. Las preocupaciones africanas
descansan, sobre todo, en la necesidad de superar lo limitado de
sus mercados y la
marginalización creciente en un mundo dominado por pujantes
bloques comerciales.

A esto se añade la preocupación asociada a los
costos que significa una
liberalización unilateral, más aun cuando los
principales actores del comercio mundial – Estados Unidos y
la Unión Europea – se muestran interesados en proteger
aquellos sectores donde los países africanos podrían
devenir serios concurrentes.

El interés creciente por el regionalismo debe ser
entendido, además, en el contexto más amplio de las
reformas estructurales comprometidas a nivel nacional en la
mayoría de los países al sur del Sahara. Recordemos
que, ante las exigencias de los prestamistas internacionales
entre los que sobresale el Fondo Monetario Internacional,
los Estados africanos más pobres se han visto obligados a
adoptar Programas de Ajuste Estructural como prerrequisito
indispensable para acceder a diversas fuentes de financiamiento, las
que les son imprescindibles para sobrevivir en un mundo marcado
por la globalización neoliberal.

África puede considerarse pionera de los ensayos integracionistas
contemporáneos a nivel mundial. En 1910 aparece una
Unión Aduanera de África Austral, primer intento de
integración económica en el continente y en el mundo, y
de la que es heredera la actual Unión Aduanera de
África Austral (SACU) creada en 1969, cuyo éxito
relativo se explica por la participación de Sudáfrica,
país de mayor desarrollo del subcontinente –quien ya
firmó un Tratado de Libre Comercio con la
Unión Europea. Dicha razón también justifica el
impulso recibido por la Comunidad para el Desarrollo del
África Austral (SADC), cuya viabilidad como comunidad
económica se vio reforzada a partir de la adhesión de
Sudáfrica en 1994 tras la derrota del régimen del
apartheid. Es, por tanto, en el África Austral donde
más se ha progresado en la reformulación de las
iniciativas de integración, tanto en el plano comercial como
en el financiero –con un marcado protagonismo de la
banca privada
sudafricana.

En África del Este, el imperio británico
dejó tras de sí una estructura bastante sofisticada de
instituciones encargadas de
coordinar las acciones de los poderes
públicos en asuntos relativos a las aduanas, la recolección de
impuestos a nivel nacional, las infraestructuras de transporte y la política
monetaria entre Kenya, Uganda y Tanganika, que después
devendría en la Tanzania actual. Sin embargo, esta herencia no sobrevivió a las
crecientes divergencias ideológicas y económicas de
estas tres naciones, lo que conllevó al fracaso de la
Comunidad del África del Este (CAE) en 1973 y que ha sido
recientemente relanzada. Solamente la SACU, de la que
Sudáfrica es pilar como antes mencionábamos, ha
permitido una integración destacable en los mercados de
bienes.

Comunidad

Miembros

Objetivos

Estado actual

Comunidad Económica y Monetaria de
África Central (CEMAC)

Camerún, Congo, Gabón, Guinea Ecuatorial,
República Centroafricana y Chad.

Unión Económica

Aún no se establece como Zona de Libre
Comercio (ZLC). Sin embargo, funcionan convenios que
regulan las inversiones, los pagos
y el transporte terrestre. Es una Zona Monetaria
vinculada a la Zona Franco, por lo que se subordinan a un
Banco Central Regional
y posee además una Comisión
Bancaria.

Comunidad Económica de Estados de
África Central

(CEEAC)

Angola, Burundi, Camerún, Congo, Chad,
Gabón, Guinea Ecuatorial, República
Centroafricana, República Democrática del
Congo, Rwanda y Sao Tomé y Príncipe

Unión Económica

La implementación de una ZLC aún está
en consideración.

Mercado Común para África del Este y
el Sur

(COMESA)

Angola, Burundi, Comores, Djibouti, Egipto, Eritrea,
Etiopía, Kenya, Madagascar, Malawi, Mauricio,
Mozambique, Namibia, República Democrática del
Congo, Rwanda, Seychelles, Sudán, Swazilandia,
Uganda, Zambia y Zimbabwe

Mercado Común

Funciona como ZLC desde octubre de 2000 y como
Unión Aduanera desde diciembre de 2004.

Existen criterios de convergencia para la
política macroeconómica. El programa de
armonización monetaria considera una Unión
Monetaria hacia el 2025. En 2003 aprobaron un marco
común para el funcionamiento bancario.

Unión Económica y Monetaria del
África del Oeste (UEMOA)

Benin, Burkina Faso, Costa de Marfil,
Guinea-Bissau, Malí, Níger, Senegal y
Togo.

Unión Económica

Unión Aduanera alcanzada desde 1996 para
los productos de agricultura y
artesanía, y desde 2000 para las manufacturas,
asumiendo una tarifa exterior común. También
han logrado la armonización de leyes mercantiles y
convergencia macroeconómica establecida,
especialmente en lo relativo al manejo del presupuesto. Es una
Zona Monetaria vinculada a la Zona Franco, por lo que se
subordinan a un Banco Central Regional y posee
además una Comisión Bancaria creada en
1990.

Comunidad Económica del África del
Oeste

(CEDEAO)

Benin, Burkina Faso, Cabo Verde, Costa de
Marfil, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea – Bissau,
Liberia, Malí, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra
Leona y Togo.

Unión Económica

Se propone el establecimiento de la ZLC y la
Unión Aduanera antes de 2007, a partir de la real
eliminación de tarifas para bienes no procesados.
Aquellos países que no pertenecen a la UEMOA
prevén la creación de una segunda zona
monetaria para su posterior fusión con la zona
monetaria UEMOA, que desembocará en una única
zona monetaria CEDEAO. Mantienen la convergencia de las
políticas macroeconómicas, y mecanismos de paz
y seguridad adoptados. Exhiben una nomenclatura aduanera
común. Desarrollan proyectos relativos a la
construcción de rutas intracomunitarias, las
telecomunicaciones y
el desarrollo de recursos agrícolas,
energéticos e hidráulicos.

Comunidad para el Desarrollo del África
Austral (SADC)

Angola, Bostwana, Lesotho, Malawi, Mauricio,
Mozambique, Namibia, Sudáfrica, Swazilandia,
República Democrática del Congo, Tanzania,
Zambia y Zimbabwe.

Unión Económica

ZLC lanzada desde septiembre del 2000, y
mecanismos de paz y seguridad adoptados. Exhiben avances
en el enlace de las redes energéticas nacionales y
en una mayor seguridad alimentaria, así como en el
desarrollo de proyectos relativos a la
rehabilitación de caminos y carreteras, puertos y
líneas férreas. Aún confrontan problemas
con las reglas de origen para algunos productos. Desde
1997 se negocia un Protocolo para
Finanzas e Inversiones. A finales de 2004 se crea un
Comité de Supervisores Bancarios para armonizar las
legislaciones bancarias y supervisar sistemas y
prácticas bancarias.

Unión Aduanera del África Austral
(SACU)

Bostwana, Lesotho, Namibia, Sudáfrica y
Swazilandia. Es la más antigua unión aduanera
del mundo, y surge en 1969 como sustitución de la
Unión Aduanera de 1910.

Unión Aduanera

La Unión Aduanera es una realidad, así
como un acuerdo monetario entre sus miembros con la
excepción de Bostwana.

Comisión para el Océano Índico
(COI)

Comores, Madagascar, Mauricio, Seychelles y
Reunión (esta última isla pertenece a
Francia).

Comisión creada para promover el desarrollo sostenible
a partir de la cooperación en comercio, medio
ambiente y
política exterior.

Novedoso programa comercial y creación de
la Universidad Virtual
del Océano Índico.

Autoridad Intergubernamental para el
Desarrollo

(IGAD)

Djibouti, Eritrea, Etiopía, Kenya, Somalia,
Sudán y Uganda.

Unión Económica

Elaborados programas multilaterales en
áreas claves tales como agricultura y medio
ambiente, asuntos políticos y humanitarios y la
cooperación económica regional.

En el África del Oeste, si bien encontramos
numerosos organismos intergubernamentales que trabajan sobre las
cuestiones de integración y existen, teóricamente, las
condiciones propicias para la cooperación, los resultados
concretos son poco alentadores pues en la mayoría de los
casos los países involucrados participan a su vez en varios
esquemas construidos sobre objetivos y estrategias divergentes.
La Comunidad Económica del África del Oeste (CEDEAO)
tuvo una influencia positiva en el comercio intrarregional apenas
verificada su conformación, pero la expansión de los
intercambios fue deteriorándose con el paso del tiempo.

Por su parte, la Unión Económica y Monetaria
del África del Oeste (UEMOA) exhibe progresos notables al
instituir una tarifa exterior común en enero de 2000,
así como un conjunto de reglas jurídicas. Se nota
demás una interacción política creciente, que se
manifiesta sobretodo en las actividades de mantenimiento de la paz en
Liberia y Sierra Leona. En el seno de la UEMOA se ha comenzado a
discutir sobre la convergencia de las monedas y la creación
de una Zona Monetaria Única en el contexto de un
acercamiento dual que a su vez engloba a país no miembros,
objetivo muy ambicioso en
el estado actual del proceso.
En este propósito resulta beneficiada por la existencia de
un Banco Central Regional, creado para el necesario
funcionamiento de la Zona Franco. No obstante, aunque la UEMOA ha
establecido una regulación bancaria común a todas las
naciones, no se reportan progresos sustantivos en la
integración financiera.

Los esquemas de integración ensayados en
África Central no se destacan particularmente, clasificando
como la zona con menos avances que mostrar. Ni la Comunidad
Económica y Monetaria de África Central (CEMAC) ni la
Comunidad Económica de Estados de África Central
(CEEAC), han sido capaces siquiera de establecer Zonas de Libre
Comercio exitosas. La CEMAC, al insertarse dentro de la Zona
Franco –por lo que sí ha alcanzado la Unión
Monetaria- exhibe un Banco Central Regional junto a otras
estructuras regionales de control bancario, justo como le
ocurre a la UEMOA. A principios de este siglo, se
aprobó un “acuerdo único” con el fin de
eliminar las trabas administrativas al proceso de
integración financiera en la región. Los avances, sin
embargo, tal y como en el caso de la UEMOA, no van más
allá.

Resulta impresionante conocer que las instituciones
económicas regionales de África Subsahariana a menudo
han jugado un rol importante en el plano militar. Los Estados han
otorgado a los acuerdos de integración un rol político
demasiado ambicioso y el simple hecho de que las organizaciones
regionales se comprometan en operaciones de mantenimiento de
la paz es una muestra de la imposibilidad de los países de
ofrecer un ambiente más estable a la política
continental.

A pesar de las numerosas dificultades y amenazas que
conspiran contra el avance de la integración, podemos
constatar algunos éxitos relativos. Tal es el caso de la
consecución de Zonas de Libre Comercio en la mayoría de
las comunidades regionales y los avances en la Zona del Franco
CFA con respecto a la Unión Monetaria. También se
aprecian esfuerzos significativos en lo relativo a la
convergencia macroeconómica y en las negociaciones para el
establecimiento de un esquema de integración regional que
abarque la totalidad del continente.

Varios han sido los esfuerzos en este sentido. Uno de
los esquemas presentados anteriormente, el Mercado Común para
África del Este y el Sur (COMESA), supera la usual
división zonal establecida en el continente, al expandirse
tanto hacia el este como hacia el sur. Sin embargo, este esquema
de integración es uno de los más atrasados, a pesar de
las ambiciosas metas que se ha propuesto. Justamente la mayor
extensión territorial y la cantidad de naciones que lo
integran son trabas a los consensos y la homogeneización
necesarios para el avance del proceso integrador.

Los progresos tampoco son notorios en los
propósitos fijados para la total integración africana.
Como primer antecedente contemporáneo reseñamos el
Tratado de la Comunidad Económica Africana (CEA) de 1991,
más conocido como el Tratado de Abuja, que perseguía la
creación de la CEA en un proceso de 6 etapas que
culminaría con el establecimiento de un Mercado Común
Africano, apoyándose en las comunidades económicas
regionales como pilares básicos.

Sin embargo, los propósitos mayores y más
recientes referidos a la integración continental se recogen
en la Acta Constitutiva y la Carta de la Organización
de la Unidad Africana (OUA), remplazada por la Unión
Africana (UA) en un intento de los países africanos de
relanzar la visión de unidad económica y política.
La UA se propone avanzar, a través de las comunidades
regionales que deberán transitar hacia Zonas de Libre
Comercio y Uniones Aduaneras, hacia un Mercado Común que
comprenda la totalidad del continente.

La meta es que la Unión Africana no resulte en una
simple prolongación de la OUA bajo un nuevo nombre, sino en
una estructura diferente que, inspirándose más o menos
en el modelo de la Unión Europea, deberá centrarse en
su carácter africano. Conseguir la unidad de la totalidad
del continente es clave para superar la fragmentación
económica, promover la diversificación y construir
vínculos transfronterizos entre entidades productivas. Para
ello se prevé un prolongado periodo de tiempo cuyo primer
paso será el fortalecimiento de las comunidades
económicas regionales.

Unión Africana

Otra de las iniciativas adoptadas para consolidar los
ideales de unidad panafricana fue la creación de la Nueva
Asociación para el Desarrollo de África (NEPAD). El
surgimiento de la NEPAD ocurre en la 37ma Cumbre de la
OUA, en Lusaka, en julio de 2001. Su objetivo era dotar a la OUA
de un marco estratégico para un desarrollo
socioeconómico integrado.

La NEPAD reconoce como su objetivo central la
erradicación de la pobreza en el continente, a la
vez que ubicar a los países africanos en la senda de un
crecimiento sostenido y de desarrollo, sustrayendo a África
de la marginalización de los procesos de la
globalización. Presta especial atención a los temas de
género, con el propósito de un mayor reconocimiento a
la mujer africana y su papel en
la sociedad.

Los propósitos anteriormente descritos pueden
calificarse de muy ambiciosos si se tienen en cuenta las
limitaciones de recursos y capacidades, así como los otros
numerosos obstáculos que históricamente han impedido
avances en los diferentes procesos de integración regional
ensayados. A esto súmese el recelo que tales iniciativas
despiertan en varios sectores de la sociedad africana, que
identifican las mismas como propuestas sesgadas y favorecedoras a
Sudáfrica o diseñadas desde Occidente, y no como
soluciones autóctonas
pensadas desde y para toda África. Rescatar tales esquemas y
legitimarlos como modelos de integración deseables es
también tarea difícil para los Estados
africanos.

Retos a la integración
africana

La mayoría de los acuerdos que regulan la
integración del África Subsahariana son instrumentos
sofisticados, tales como pueden encontrarse en otras regiones del
planeta para propósitos similares. Las comunidades
económicas regionales cuentan con Secretarías que
funcionan efectivamente, capaces de organizar reuniones,
conferencias y cumbres.

Sin embargo, tales esquemas de integración
económica subregional no han proporcionado los resultados
concretos que de ellos se esperaba. Su contribución a un
mayor crecimiento económico, o incluso a un aumento de los
volúmenes de comercio intrarregional ha sido
mínimo.

Para avanzar en los objetivos de la integración
económica se requiere de los países del África
Subsahariana –recomendaciones también efectivas para
el resto de las naciones del continente – las siguientes
acciones:

  1. Establecer programas de cooperación, concebidos
    fuera de los tradicionales esquemas neoliberales y con alcance
    regional, encaminados a la erradicación definitiva de la
    pobreza y al avance en los campos de la salud, educación y desarrollo
    científico-técnico. Son estos los soportes
    imprescindibles para una integración exitosa.
  2. Impulsar la competitividad de las comunidades
    económicas regionales, así como de todo el
    continente, tanto en el ámbito doméstico como
    internacional.
  3. Priorizar la construcción y fortalecimiento de
    los vínculos intracontinentales a los nexos bilaterales
    que actualmente relacionan a los Estados africanos con las
    áreas de alto desarrollo capitalista de Europa Occidental
    y EE.UU.
  4. Consolidar una política interna basada en la
    resolución pacífica de los conflictos intra e
    internacionales.
  5. Racionalizar los esfuerzos integracionistas, en aras
    de aprovechar mejor el tiempo, los esfuerzos y los
    recursos.
  6. Asegurar la compatibilidad entre los esquemas de
    integración regional, definiendo y delimitando
    convenientemente sus lazos e interrelaciones, en aras de evitar
    confusiones futuras.
  7. Crear mecanismos efectivos para organizar,
    implementar, controlar, monitorear y revisar la marcha de los
    procesos de integración económica regional, tanto en
    el nivel nacional como subregional.
  8. Promover una distribución equitativa de los
    costos y beneficios asociados a los procesos de
    integración.
  9. Proveerse del apoyo técnico y financiero
    suficiente para los programas de integración
    regional.
  10. Hacer la agenda de integración africana
    compatible con las obligaciones contraídas o a contraer a
    nivel global, tales como los acuerdos que rigen la
    Organización Mundial del Comercio (OMC), los vínculos
    con la UE y los países ACP.

Alcanzar estos objetivos requerirá de una firme
voluntad política, la planeación cuidadosa y el
mejoramiento de las políticas e instituciones existentes,
así como de los recursos necesarios.

Vale destacar que apostar al éxito de acuerdos de
integración que se basen exclusivamente en el comercio y las
finanzas no parece ser la mejor opción para estimular los
intercambios intraafricanos de manera significativa. La tendencia
actual a la especialización de los países del
África Subsahariana difícilmente propiciará el
desarrollo del comercio regional. Por ende, para mejorar el
acceso a los mercados mundiales, aumentar los flujos de capitales
y estimular los intercambios intrarregionales se necesitan
organizar formas de cooperación que comprendan una cierta
armonización de las políticas económicas, así
como la puesta en marcha de proyectos conjuntos para la
construcción de infraestructuras. En cualquier caso, una
fuerte dirección política inspirada en la
tradición panafricana es indispensable para vencer las
disímiles resistencias existentes y el
profundo escepticismo que niega las posibilidades africanas de
desarrollarse y superar la pobreza y el subdesarrollo.

Consideraciones
finales

En África se reconoce hoy la importancia de los
procesos de integración regional. Tras un periodo de
estancamiento y declive de los grupos constituidos con este fin a
lo largo y ancho del continente, en la actualidad se entiende la
urgencia de acelerar la integración económica regional,
concibiéndose incluso el ambicioso proyecto de la total unión
africana.

De la integración económica podría hacer
África una poderosa herramienta que le permita enfrentar los
retos que significa la globalización de la economía,
sustrayendo al continente de la marginalización que lo
aparta del concierto de naciones. Con la unión efectiva de
sus economías podrían superarse los obstáculos
diversos que individualmente enfrentan los países africanos,
carentes de los recursos financieros, tecnológicos y humanos
para participar de los beneficios potenciales asociados al
fenómeno de la globalización. Puede y debe ser
además la integración económica regional el
instrumento que impulse el crecimiento sostenido y el desarrollo
económico, tanto en el continente como en la subregión
al sur del Sahara.

En este esfuerzo, la necesidad de jerarquizar las
prioridades es evidente, bajo el riesgo de asistir a una
sucesión de Cumbres sin resultados políticos tangibles.
Lo anterior necesita de una firme voluntad política a la vez
que remontar la resistencia inevitable de
pequeñas élites habituadas a sus privilegios
–vuelos directos a Europa una vez por semana preferidos a
los contactos regionales– y vigilar que sean puestos en
funcionamiento dispositivos de salvaguarda y otras instituciones
apropiadas para el monitoreo e impulso a los diversos procesos de
integración regional.

Al mismo tiempo, es imprescindible implementar programas
importantes en las áreas de la salud, la educación y el
empleo, tan necesarios para
rescatar la mayor y mejor riqueza que desde siempre África
ha ofrecido y aún puede ofrecer: su gente. No es posible
pensar en una integración regional exitosa donde ni siquiera
existe la infraestructura mínima adecuada para garantizar el
abastecimiento de agua potable y las personas
contagiadas con el VIH SIDA aumentan
dramáticamente, modificando incluso la estructura
demográfica de la región.

Por su parte, la comunidad internacional deberá
apoyar los esfuerzos de unión de los Estados africanos y
ayudarles a vencer las resistencias y el escepticismo, lejos de
intentar capitalizar las ventajas de la situación actual tal
y como hacen los países más desarrollados. La
condonación total de la deuda externa junto a la
supresión de los obstáculos comerciales que aún se
mantienen –especialmente en el sector de la
agricultura– son los pasos más importantes que los
países de la OCDE deben tomar para apoyar la
integración regional y el desarrollo económico en
África.

Las grandes interrogantes quedan entonces planteadas:
¿Resulta posible, en las circunstancias presentes, la
consolidación efectiva de los esquemas de integración
africanos? ¿Cómo superar el estancamiento predominante?
¿Hacia que tipo de integración regional avanza
África? ¿Cuánto se beneficiarían los pueblos
africanos en caso de alcanzarse una efectiva integración
regional?

Las respuestas a estas preguntas no son definitivas; son
numerosos los factores que podrán mantener o desviar a las
naciones africanas de sus derroteros actuales. Lo que sí
podemos concluir es que los países africanos necesitan
avanzar con rapidez en sus procesos de integración regional.
La oportunidad de unirse en la promoción del crecimiento
económico y el desarrollo social desde una
visión panafricana, que sin concebirse autárquica vele,
en primer lugar, por los intereses regionales y populares, no
debe desperdiciarse una vez más. En el éxito de sus
esfuerzos va la suerte de sus pueblos empobrecidos, hambrientos e
históricamente explotados.

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Autora:

Jacqueline Laguardia Martínez

galadriel162001[arroba]yahoo.com

Breve biografía de la autora: Jacqueline Laguardia
Martínez (La Habana, 1976). Graduada de Economía e
Historia de la Universidad de La Habana y M.Sc. en Relaciones
Económicas Internacionales y Gestión de la
Política Económica. Es Profesora Adjunta de la Facultad
de Filosofía e Historia de la Universidad de La
Habana.

La Habana, Cuba, 2006

Partes: 1, 2
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