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Características de la animación (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4

1st. Miedo a vernos rechazados

La necesidad de seguridad y de vernos aceptados es una de
nuestras necesidades básicas. Por eso tiene mucho que ver
con la comunicación y las relaciones interpersonales. El
miedo al rechazo , a la no aceptación (el riesgo sentido),
depende de dos factores:

a) La intensidad de la comunicación: sentimos
más riesgo en comunicar aquello que tiene más
importancia subjetiva para nosotros.

b) Las posibilidades percibidas de comprensión y
aceptación por parte del otro. A mayor posibilidad de
comprensión y aceptación, menos riesgo.

Se podría expresar de forma pseudo matemática
que el riesgo es función de estas variables, con la
siguiente fórmula:

Ambos factores, intensidad y posibilidad percibida de
aceptación y comprensión, están
íntimamente relacionados y buscan el equilibrio, como en
un termostato, para que el riesgo nunca suba más
allá de lo tolerable.

Si las posibilidades de comprensión y
aceptación, tal como las percibimos son pocas, la
intensidad disminuye para minimizar el riesgo: hablamos de algo
más inocuo.

De hecho el aceptar el riesgo pone en camino de descubrir una
comprensión – aceptación por parte de la otra
persona que no habíamos adivinado.

La intensidad la pone uno de los dos, el que inicia la
comunicación; la comprensión – aceptación
depende del otro. Por eso cuando uno crea un clima de
comprensión – aceptación y ese clima es percibido
adecuadamente, es permite al otro aumentar la intensidad de su
comunicación sin riesgo de verse rechazado. La calidad de
una relación interpersonal puede cambiar a partir de uno
de los dos.

2nd. Miedo a causar una impresión que no corresponde
a nuestra propia imagen.

La imagen propia tiende a permanecer estable, y uno de los
medios para lograr estabilidad es no arriesgarla. Somos
conscientes de que toda percepción es a la vez una
interpretación, porque también nosotros
interpretamos a los demás con escasos datos. Por eso
tendemos a "no ser percibidos" para evitar ser interpretados y
evaluados.

Ya vimos al hablar del feed – back que algo que sucede en la
comunicación auténtica es que se da una
revalidación de la propia imagen, de la cual
revalidación puede perfectamente surgir una
descalificación y necesidad de introducir correcciones
creadoras de ansiedad interior (la ansiedad que lleva consigo
siempre toda reestructuración en que abandonan estados
anteriores y se vive la fantasía de muerte).

3rd. Miedo al cambio.

En este caso, más que miedo a comunicarnos
habría que hablar de miedo a "escuchar con
empatía", miedo a cambiar de perspectiva y adoptar puntos
de vista ajenos. Esta visión desde el otro puede
cuestionar nuestras motivaciones y actitudes, y hacernos caer en
la cuenta de nuestras propias defensas.

¿QUÉ HUBO
DESDE LOS APÓSTOLES HASTA NOSOTROS?

(tomado de

"La Biblia Latinoamericana"

Ediciones Paulinas – Verbo Divino

Madrid, 1989

páginas 31-35)

Setenta generaciones de cristianos se han sucedido desde el
tiempo de los apóstoles. Hablar de la Iglesia es hablar de
estos hermanos nuestros; es fácil criticarlos o pensar que
debían haber sido mejores; es más difícil
conocer el mundo en que vivieron, muy diferente del nuestro, y
comprender lo que trataron de realizar, llevados por su fe.

Hombres libres, vírgenes y mártires

Los cristianos de los primeros siglos gozaron al sentirse
liberados: liberados de las supersticiones paganas como de su
propio temor y egoísmo. Pero pagaron cara esta libertad.
En su tiempo no había ley superior a la voluntad del
emperador o a las costumbres de su pueblo, pero ellos
ponían a Cristo por encima de las autoridades humanas y,
por ser opositores de conciencia, los trataron como a
malhechores. El amor cristiano y la virginidad insultaban los
vicios del mundo pagano.

De ahí que los cristianos fueran perseguidos. Durante
tres siglos hubo represión y mártires, a veces en
una provincia del imperio, a veces en otra. En algunos periodos
todas las fuerzas del poder se desencadenaron contra ellos y
pensaron acabar con el nombre de Cristo. Pero las multitudes que
para divertirse iban a contemplar los suplicios infligidos a los
cristianos volvían avergonzadas de su propia maldad y
convencidas que la verdadera humanidad estaba en los
perseguidos.

La conversión de Constantino

Mientras tanto el mundo romano entraba en decadencia. Antes
que fuera vencido por sus enemigos se debilitaron las fuerzas
espirituales que lo habían encumbrado: ya no
tenían-vida las creencias antiguas. En el año 315
el propio emperador Constantino pidió ser bautizado y,
después de él, los gobernantes fueron cristianos.
Este fue un acontecimiento decisivo para la Iglesia, que pasaba a
ser protegida en vez de perseguida.

Pero este triunfo trajo consigo desventajas que se iban a
medir con el tiempo. En adelante la Iglesia debió ser la
fuerza espiritual que necesitaban esos pueblos del Imperio
romano, reemplazando a las falsas religiones, y sus puertas se
abrieron para recibir a las muchedumbres en busca del bautismo.
La Iglesia ya no se limitaba a creyentes bautizados
después de ser convertidos y probados; tuvo que hacerse
la1 7AC1 .

¿O1007A .

educadora de un «pueblo cristiano» que no
difería mucho del anterior «pueblo pagano». Lo
que se ganaba en cantidad se perdía en calidad. Los
emperadores «cristianos» tampoco diferían de
sus predecesores. Así corno éstos habían
sido la suma autoridad en la religión pagana, ellos
también quisieron dirigir la Iglesia, nombrar y controlar
a sus obispos: protegían la fe y sometían las
conciencias.

Por otra parte, al salir de la clandestinidad o de una
situación postergada, los cristianos tuvieron que meterse
más en los problemas del mundo. ¿Cómo
podían conciliar la cultura de su tiempo con la fe? Ese
fue el tiempo en que los obispos a los que llaman «los
Santos Padres» hicieron una amplia exposición de la
fe respondiendo a las preguntas de sus contemporáneos.
Entre los de más genio se destacó San
Agustín.

Hay gente que prefiere no ver los puntos difíciles de
la fe. Pero los que se atreven a profundizarlos, como se debe, no
siempre se cuidan de los errores. El error que más se
difundió y por poco arrastró a la Iglesia fue el
«arrianisrno»: por miedo a dividir el Dios
único, los arríanos negaban que Cristo fuera el
Hijo igual al Padre; lo consideraban solamente como el primero
entre los seres de toda la creación. Los emperadores
arríanos designaban obispos arríanos; pero como lo
había prometido Jesús, el Espíritu Santo
mantuvo la fe del pueblo cristiano y el error
retrocedió.

En esos tiempos los cristianos deseosos de perfección,
al ver que la Iglesia no era ya la comunidad fervorosa del tiempo
de los mártires, empezaron a organizarse en comunidades
austeras y exigentes. Les pareció necesario aislarse de la
vida cómoda para buscar a Dios con toda el alma, y
así, en los desiertos de Egipto primero, y luego por todo
el mundo cristiano hubo monjes y ermitaños. Los monjes
mantuvieron en la Iglesia el ideal de una vida perfecta,
totalmente entregada a Cristo. Su existencia tan mortificada les
permitió conocer hasta los últimos rincones del
corazón humano. Y Dios, por su parte, les hizo
experimentar la transformación o divinización
reservada a quienes lo dejaron todo por él.

El fermento en la masa

Cuando se derrumbó el Imperio romano invadido por los
bárbaros, devastado, arruinado, despedazado,
pareció que fuera el fin del mundo. (Hablamos siempre del
Imperio romano, no porque fuera el único lugar poblado en
el mundo sino porque, de hecho, los predicadores cristianos no
habían salido, o poco, de sus fronteras.)

Pero, en realidad, esta destrucción anunciada por Juan
en el Apocalipsis dio la partida para otros tiempos; la Iglesia
no pereció en ese torbellino, sino que descubrió
una nueva tarea: evangelizar y educar a los pueblos que,
después de las invasiones bárbaras, habían
vuelto a una sociedad más pobre, muy inculta y totalmente
desorganizada.

Estos pueblos no conocían otra fuerza moral u otra
institución firme que la de la Iglesia. Muchas veces el
obispo había sido el único que se constituyera en
«Defensor del pueblo» frente a los invasores. No
había otros que los clérigos para educar al pueblo;
en los monasterios se guardaban al lado de las Escrituras
Sagradas los libros de la cultura antigua. La Iglesia fue el alma
de esos pueblos primitivos, crueles, generosos y excesivos en
todo. Y mientras luchaba perseverantemente para limitar guerras y
venganzas, proteger a la mujer y al niño, desarrollar el
sentido del trabajo constructivo,, ella misma se dejó
penetrar por las supersticiones y la corrupción. Por
momentos pareció que hasta las más altas
autoridades, los Papas, se hundieran en los vicios del mundo,
pero lo sembrado entre lágrimas floreció con el
tiempo.

Lo mismo como, en la Historia Sagrada, Dios había
educado al pueblo primitivo de Israel, dejando que muchos errores
solamente se corrigieran con el tiempo, así paso con la
llamada Cristiandad, o sea, con esos pueblos de Europa que
aprendían, a ser humanos, libres y responsables.
Nació una civilización nueva cuya cultura, arte y,
más que todo, ideales, eran fruto de la fe.

Católicos y Ortodoxos: El Cisma

La parte oriental del Imperio romano había resistido a
las invasiones bárbaras. Esta parte de la Iglesia, llamada
Griega u Ortodoxa, y que luego evangelizaría a Rusia, se
apartó poco a poco de la parte occidental ocupada por los
bárbaros y animada por la Iglesia de Roma. Hubo dos
Iglesias diferentes por la cultura, el idioma y las
prácticas religiosas, a pesar de que guardaban la misma
fe, y esto no era malo. Pero ambas cometieron el pecado de
fijarse más en sus propias costumbres que en la fe
común, y así, la Iglesia oriental se apartó
del Papa, sucesor de Pedro en Roma.

Posteriormente los turcos, que se adherían a la
religión de Mahoma, conquistaron los restos del Imperio
romano en Oriente y solamente quedaron escasas comunidades
cristianas ahí donde habían prosperado las antiguas
Iglesias de Siria. Palestina. Egipto.,. En tiempos actuales,
Grecia, Rumania y, más que todo, Rusia, forman lo
más importante del mundo ortodoxo.

La Iglesia y la Biblia

En el año 1460 los descubrimientos de Gutenberg
permitieron imprimir libros. En tiempos anteriores no
había sino libros escritos a mano, caros y escasos. No
estaba al alcance del hombre común tener una Biblia ni
siquiera un Evangelio. La Biblia se leía en la Iglesia y
servía de base para la predicación. Y para que
estuviera más presente en la memoria de los fieles, no se
construían templos sin adornarlos por todas parles con
pinturas, esculturas o vitrales que reproducían escenas
bíblicas.

Pero en adelante cada uno podría tener las Escrituras
Sagradas con tal que supiera leer. Este descubrimiento
técnico iba a precipitar una crisis latente en la Iglesia.
Porque durante siglos las instituciones de la Iglesia, su clero,
sus religiosos, habían forjado la cultura y la unidad del
mundo cristiano; siendo sus guías en lo político
como en lo espiritual, las preocupaciones materiales superaban
muy a menudo la dedicación por el Evangelio. Muchos
hombres destacados, religiosos, santos, habían protestado
pidiendo reformas. Pero las reformas no salían adelante.
Con la impresión de la Biblia, muchos pensaron que la
única solución para reformar la Iglesia era
entregar a todos el Libro Sagrado para que, al leerlo, bebieran
el mensaje en su misma fuente y corrigieran los desvíos y
malas costumbres establecidas.

Cuando Martín Lutero tomó la iniciativa de una
Iglesia reformada, apartándose de la Iglesia oficial,
acometió la obra de traducir toda la Biblia al idioma de
su pueblo, el alemán, pues hasta entonces se publicaba
casi siempre en latín.

Es que, en la Iglesia, la mayoría de los
clérigos, desconociendo el provecho que se sacaría
de la lectura individual de la Palabra de Dios, se fijaban
más bien en los peligros de que cada uno se creyera
capacitado para comprenderlo todo sin error si se entregaba el
Libro Sagrado a todos. No se equivocaban totalmente, pues apenas
Lutero hubo traducido la Biblia, sus seguidores empezaron a
pelear entre ellos y a fundar Iglesias opuestas, segura cada una
de retener sola la verdad.

Cuando, años después, la Iglesia se
reformó a si misma, no por eso se promovió
suficientemente el interés por la Biblia. Predicadores y
misioneros no dejaban de enseñar el Evangelio, pero todo
llegaba al pueblo desde arriba sin que fuera estimulado a buscar
personalmente la verdad.

Conquistadores y misioneros

' Desde los Apóstoles, los creyentes se han preocupado
por transmitir su fe a los demás. También hubo
misioneros que se aventuraron entre los pueblos enemigos o de
otro idioma, para predicar el Evangelio. Pero cuando toda Europa
se encontró más o menos reunida en la cristiandad,
o sea en el área cultural y social animada por la Iglesia,
creyeron que se había cumplido la tarea misionera-
¿Qué había fuera cíe los
países cristianos? Ellos hubieran contestado: «Los
moros, nada más.» Los moros, es decir, los pueblos
árabes de religión musulmana, enemigos encarnizados
de los países cristianos. Y no pensaban que hubiera
pueblos mas allá.

Algunos profetas como Francisco de asís o Ramón
Luí! comprendía 011 que seria mejor anunciar a
Cristo entre los musulmanes que luchar contra ellos con armas.
También misioneros como Juan de Monlccorvino recorrieron
toda Asia a pie, hasta China. Pero fueron excepciones. Ya en
estos tiempos, que nos parecen lejanos, las Iglesias de Europa
tenían siglos de tradición; tenían su
cultura, su manera propia de reflexionar la fe y de vivir el
Evangelio. Y para los hombres de ese tiempo era muy costoso
comprender a pueblos de otra cultura y transmitirles el Evangelio
de manera que pudieran organizarse en Iglesia según su
temperamento propio y conforme a su idiosincrasia. Por esto las
Iglesias fundadas en los extremos del mundo no prosperaron y la
Iglesia se confundió con la cristiandad europea.

Pero cuando Marco Polo, Vasco de Gama y Cristóbal
Colón abrieron e! muro de ignorancia que protegía a
: i cristiandad, la Iglesia conoció la dimensión
real de! mundo que no había recibido todavía el
Evangelio: África, Asía y América.

Eran aventureros los conquistadores, pues la gente tranquila
no suele arriesgarse en tales cosas. Pero apenas descubrieron el
Nuevo Mundo los acompañaran los aventureros de la fe,
ansiosos por conquistar para Cristo a los que todavía no
lo conocían, y entre los que partieron así sin
armas, sin otra preparación que su fe, no faltaron los
santos ni los mártires.

La misión en América pareció que
sería muy fácil y fecunda. Los españoles
habían destruido ¡as naciones indígenas y, a
veces, arrasado su cultura. Los indios no se resistieron a la fe,
y en varios lugares se concedieron privilegios a los que se
hacían cristianos. Poca gente se dio cuenta de que !a
cristianización era muy superficial. Bajo la
película delgada de las prácticas católicas
los pueblos indios guardaban sus creencias paganas.
Seguían muy religiosos .como lo eran antes, pero a su
manera, y, si bien es cierto que la Iglesia suprimió
costumbres inhumanas e hizo obra de educación moral, los
hombres, en su mayoría, no se encontraron con Cristo ni se
convirtieron a su mensaje en forma responsable. ¡

La rebeldía de los laicos ' '

Al hablar de la cristiandad dijimos que la Iglesia se
había hecho responsable de muchos sectores de la vida
pública, y esto, por necesidad, porque no había
autoridad civil o militar que se encargara de ellos. El clero
fundaba y atendía las escuelas y universidades; los
religiosos se hacían cargo de la Salud Pública:
hospitales, hospicios, orfanatos. Los monjes colonizaban y
valorizaban las tierras sin cultivar.

Pero llegó el día en que los más
conscientes entre los dirigentes c intelectuales comprendieron
que todas estas tareas debían ser devueltas a las
autoridades civiles. En eslo estaban de acuerdo con el Evangelio,
que distinguió lo que es del Cesar y lo que es de Dios.
Pero también en esto se enfrentaron con las ideas
tradicionales. Raras veces nos convencemos de que debemos
transmitir a otro una responsabilidad nuestra. Así
pasó con las autoridades de la Iglesia. De la! manera que
los cambios necesarios para que la cristiandad decadente diera
lugar a naciones modernas, a instituciones laicas, a ciencias
independientes, se hicieron en forma de lucha. Todos saben el
proceso ridículo hecho al físico Gallito y los
conflictos políticos que hubo entre los papas y los
reyes.

La Iglesia y el mundo moderno

En los últimos cuatro siglos, el mundo ha conocido
más crisis, más adelantos, más cambios que
en todos los tiempos anteriores. La fe cristiana había
dado al hombre europeo una cncrgia, una seguridad, una conciencia
de su misión en el

universo, que fe permitieron construir la ciencia, desarrollar
las técnicas dominar los otros continentes. Por supuesto
que tas conquistas y la colonización obedecían
motivos muy extraños a ly fe. pero, aun con esto, llevaban
-'t efecto el plan de Dios que, desde el comienzo,
contempló la reunificación de todos los
pueblos.

La Iglesia participó de esta extensión. En el
siglo XIX hubo hasta 100.000 misioneros, sacerdotes y religiosas,
empeñados en la evangelización y educación
en Asia, África y América.

Lo más importante, sin embargo, sucedía en
Europa. La Iglesia se veía enfrentada a esta cultura
moderna que había salido de ella, pero que, ahora
independizada, se volvía su enemiga. Los espíritus
ilustrados pensaban comúnmente que eran capaces de dar a
la humanidad progreso, felicidad y paz, y no veían en la
Iglesia sino ignorancia y prejuicios, en una palabra: el mayor
obstáculo para la liberación de los hombres. Muchos
se atrevieron a predecir la muerte del cristianismo antes del
siglo XX.

Esta situación compleja obligó a la Iglesia a
salir de su seguridad y a responder interrogantes cada vez
más cruciales. Bien era cierto que Cristo le había
entregado la verdad y reinaba después de resucitado. Pero
la Iglesia tenia que descubrir y probar cada día !o que
significaba esta verdad para hombres diferentes. Y no era para
ella el momento de reinar, sino de servir en medio de las
humillaciones.

El gran siglo de la evangelización !
:

ni siglo XX parece que ha simplificado la situación.
Por una parte, al cabo de
tres siglos de luchas estériles, la Iglesia se ha dado
cuenta que, al perder sus recursos,
su poder político y su monopolio cultural, ha vuelto a
encontrar su verdadera
misión, que es la de ser en el mundo una fuente de amor.y
de unidad, la levadura
en la masa. |

La Iglesia no es más que una minoría en el
mundo: unos 700 millones tle católicos ende cuatro mil
millones cíe pobladores de la tierra. Pero son, más
que nunca, una minoría inquieta y preocupada por todo lo
humano, sabiendo que la obra cíe Dios es salvar todo lo
humano.

Por otra parte, la cultura laicizada que pretendía
solucionar todos los apuros de la humanidad sin recurrir a la fe,
ha visto sus limites y, luego, su fracaso. Los mejores entre los
que piensan, reconocen que la humanidad corre al caos si los
hombres no vuelven a tener una fe, una esperanza y una
visión común de su destino. De otra manera, las
tensiones entre ricos y pobres, e! choque de las
ideologías, el desconcierto de las sabidurías
humanas,-nos lleva directamente a un enfrentamiento
universal.

En muchas partes del mundo, la Iglesia, que antes iba de la
mano con los gobernantes, es perseguida. Esto sucede en los
países comunistas, decididos a eliminar toda
religión; esto sucede en países dominados por otra
religión, como son los musulmanes y los hindúes;
esto sucede en las mismas sociedades que se proclaman cristianas,
pero dan de espaldas a la justicia y el respeto al hombre, como
es el caso en América.

Ahora bien, la Iglesia entiende mejor lo que es dar testimonio
de Cristo y entregar su Buena Nueva a los pobres. Deja de ser una
institución dirigida por una clase superior, el clero, y
vuelve a ser una comunidad de comunidades. La Iglesia entiende
que para todos los pueblos se acerca el desastre .si no saben
reconciliarse; y la reconciliación en base a la verdad, la
justicia y el perdón, es el fruto de la
Evangelización. Para quien no se detiene en la
mediocridad, inevitable de la mayoría de los creyentes, ni
en los errores en el recorrido, ni en la lentitud de ciertos
cambios, no cabe duda que este siglo es el gran siglo de la
evangelización de las naciones.

LA REALIDAD EN QUE VIVIMOS…

Un mandarín decide bajar al pueblo
disfrazándose de mendigo y pasearse entre sus
súbditos. Se traba en lucha con otro mendigo y le da
muerte. El juez sentencia rápidamente:

– Quien mate a uno de su misma calaña será
condenado a muerte con tortura.

En ese momento le ve un anillo y dice:

  • Oh, perdón… El ciudadano que osare matar a un
    mendigo, será condenado a torturas por una
    semana.

El mandarín muestra entonces una daga que lo indica
como un señor. El juez se vuelve ante el libro y leyendo
dice:

  • El amo que matare a su siervo será condenado a
    ayunar durante una semana completa.

Antes de que el juez se retire, el mandarín muestra
su collar, que le da su dote de mandarín. El juez toma una
daga y, antes de clavársela en el corazón,
dice:

  • Quien osare juzgar a su mandarín, debe darse
    muerte a sí mismo.

Ciertamente este breve cuento nos puede hablar de muchas
cosas, pero pensemos en la realidad de la que somos permanentes
testigos. Claro que resulta absolutamente difícil
abarcarla en su totalidad, y sin darnos cuenta caemos en
reconocer como realidad aquello que nos toca directamente, y
vamos construyendo ventanitas que nos permiten ver partes de la
misma.

Pero esto no nos pasa por propia voluntad. Desde
pequeños crecemos con relatos que se desvirtúan y
verdades a medias.

La gran ventana de la realidad en que se ha convertido el
televisor de nuestra casa también nos fragmenta la verdad
y la relativiza según desde dónde se mire o quienes
sean sus protagonistas; y así vamos viendo, como "el
mandarín", que la realidad cambia permanentemente, hasta
el punto que nos desborda y no sabemos cómo juzgar, tomar
postura y responder frente a ella.

Siendo parte de esta realidad, no podemos dejar que la
vertiginosidad de la misma nos arrastre, nos sacuda y nos deje
atrás, pensando en cómo pudo ser. Debemos ser
activos protagonistas, "serenos como palomas y astutos como
serpientes", que esperan con fe.

Tres palabras, tres claves, tres conceptos resultan
facilitadores para comprender la realidad en la que vivimos:
GLOBALIZACIÓN, NEOLIBERALISMO Y POSMODERNIDAD.

Seguro no resulten palabras desconocidas, pero lo que cada una
implica ha variado en el tiempo y según quienes han sido
sus promotores o verdugos, según quienes están a
favor o en contra. Seguro es también que en cualquier
lugar del planeta en que estemos, estando a favor o en contra,
opinando que lo que se vive es bueno o malo, la realidad es esta,
es lo que hay, y en ella somos llamados a trabajar por el
Reino.

Una aproximación a estos conceptos y cómo se
materializan en hechos concretos en nuestra realidad es lo que se
pretende, una actitud de compromiso frente a lo que nos pasa es
lo que se busca, la formación y la información se
creen imprescindibles para acompañar en estos tiempos
donde interpretar las señales resulta confuso.

Como una aproximación al concepto, definiremos la
GLOBALIZACIÓN como la gravitación de los procesos
económicos (desde el directo intercambio comercial hasta
la sutil especulación bursátil), políticos
(desde los poderes mundiales y las grandes guerras, hasta el
destino de las doctrinas, la democracia incluida), y culturales
(desde la filosofía y la ciencia hasta el deporte y el
teleteatro) de carácter mundial sobre aquellos de
carácter nacional o regional.

Esto brinda sin duda oportunidades para el desarrollo, pero
con riesgos como nuevas fuentes de inestabilidad (comercial,
financiera, política), riesgos de exclusión para
países que no pueden responder a las demandas competitivas
propias del mundo contemporáneo; riesgos de heterogeneidad
estructural entre sectores sociales y regiones dentro de los
países que se integran, de manera segmentada y marginal a
la economía mundial.

Como consecuencia del uso, mal uso y abuso de nuestro planeta,
nos enfrentamos a una extensión de los problemas
ambientales de carácter global: calentamiento global,
adelgazamiento de la capa de ozono, la merma de la biodiversidad,
el avance de la desertificación y la sequía. Esto
pone de manifiesto la mayor interdependencia ecológica de
los países, que han dado origen a nuevos imperativos y
oportunidades de cooperación internacional.

Somos testigos de una globalización de los valores,
entendida como la extensión gradual de principios
éticos comunes:

Los derechos civiles y políticos que garantizan
autonomía y participación.

Los derechos económicos, sociales y culturales que
responden a los valores de igualdad económica, social,
solidaridad y no discriminación.

Declaraciones de las cumbres mundiales sobre medio ambiente,
desarrollo social, población, mujer y protección de
los derechos del niño.

En algunos casos se enfrenta a una globalización de
carácter diametralmente opuesto, por la extensión
de las relaciones de mercado en la esfera de los valores. En
contra de esto mismo, ha surgido en los últimos
años un fuerte movimiento anti-globalización, cuya
aceptación se ha generalizado a nivel planetario. A pesar
de su infancia e inexperiencia, esta nueva dinámica
internacional de construcción común, presupone una
serie de valores y "verdades" nacidas de una constatación
de base: a problemas globales –la globalización
neoliberal- se le debe contraponer respuestas/propuestas globales
-mundialidad solidaria (la otra mundialización).

La globalización ataca y fomenta a la vez la diversidad
cultural. Segmentos enteros de la humanidad sienten amenazadas
sus historias y valores que rigen sus comunidades. Pero al mismo
tiempo estrecha las relaciones entre las diferentes tradiciones
culturales y modos de vida distintos, y propicia una pluralidad
de interpretaciones sobre el orden global.

La globalización amenaza convertir el enriquecedor
diálogo de las culturas en un monólogo, pero
también la interacción plantea y abre oportunidades
culturales a nuevos y variados grupos y personas.

En este mundo globalizado, los medios de comunicación
juegan un papel fundamental y determinante, siendo facilitadores
de un proceso vertiginoso de acercamiento entre las culturas, y
al mismo tiempo agiganta la brecha entre los cánones
culturales privilegiados por las cadenas globales de
televisión y las bases culturales y artísticas de
los países y regiones.

El control de los medios a nivel nacional e internacional
está concentrado en pocas manos, lo cual hace subjetivos y
por supuesto comerciales los contenidos que llegan a los
receptores.

El mismo 11 de setiembre de 2001 fue un episodio de la
globalización, trasmitido al mundo en televisión a
color, en vivo y directo, y liderado por un personaje cuasi
virtual que universalizaba su mensaje a través de los
canales montados para la información global. De la misma
forma hizo ver su "poder" al mundo entero el gobierno
estadounidense en su último ataque a Irak.

La tecnología y la informática, esta era
cibernética en la que vivimos, acompaña y lleva
como un fuerte torrente por un mundo que siendo virtual se vuelve
tan real como fascinante. La integración o
marginación del intercambio informático hace la
diferencia entre los que están dentro y los que
están fuera; y genera la brecha entre los informatizados y
los que sufren la invisibilidad electrónica.

A pesar de vivir en la era de la comunicación, el
hombre actual, inmerso en la "aldea global", sufre más que
nunca los estragos de la soledad, el aislamiento y la
incomunicación. Surge un nuevo tipo de hombre, el de la
imagen más que el de la palabra, del lenguaje audiovisual
más que del escrito, un hombre más informatizado
que comunicado. Para muchos, la realidad corresponde más a
lo que los medios definen como tal que la realidad en sí
misma.

La Posmodernidad, más que una teoría, es una
reacción vitalista, no es definible, sino que nace del
desencanto del hombre común, por la frustrada promesa de
la ciencia de que todo lo iba a solucionar. Hay un desplazamiento
del imperio de la razón, y una mayor valoración del
sentimiento. El desencanto por el proclamado progreso de la
historia. El cansancio del viejo militante, degastado por tantos
sueños y esfuerzos que no han dado los frutos
esperados.

Vivimos en la cultura del "qué me importa", del
"hacé la tuya", del "sálvese quien pueda", del
"todos lo hacen", del "si te hace feliz, hacelo", del "mientras
no me descubran o no se sepa…". El individualismo en nombre de
la excelencia, el rendimiento y la competitividad, y la renuncia
a cualquier proyecto común.

La modernidad hizo especial énfasis en el valor de la
vida y del bienestar colectivo. La postmodernidad convierte la
vida privada en la medida de todas las cosas; los problemas de
los otros son de los otros y deben ser enfrentados y solucionados
por ellos. Predomina la lógica de la vida privada: darse
los propios gustos, comportarse al estilo propio de cada uno,
creer en el Dios de cada uno, etc.

La postmodernidad niega la existencia de una ley de naturaleza
universal y cree que la sociedad no se fundamenta en un pacto
social, sino en los pequeños acuerdos que puedan darse
entre partes que están siempre en conflicto. Todo son
preguntas, no hay respuestas, y si las hay, las respuestas se
formulan en forma de nuevas preguntas.

La postmodernidad es una crisis al interior de la modernidad.
Estas son algunas de sus características principales:

* Un neoindividualismo, entendido como afirmación
radical de autodeterminación y como desconfianza de lo
colectivo, de lo solidario y de todo lo que aparezca como asomo
de compromiso con los demás. Reivindica la
autonomía de la persona humana, valora la creatividad y la
subjetividad, pero tiende a hacer una persona sin sentido
histórico, replegada sobre sí misma, preocupada
sólo del presente y de su vida personal e inclinada
fácilmente a caer en la soledad, el aislamiento y el
anonimato.

* Una nueva forma de nihilismo que acaba con cualquier posible
fantasía utópica. Se niega que la fuerza de las
utopías pueda llegar a cambiar el mundo. Es la cultura del
gran vacío y de la descreencia, donde nada tiene
suficiente fundamento para orientar globalmente la existencia.
Recupera la dimensión de lo personal, lo íntimo y
lo privado frente a lo público, pero reduce horizontes,
promueve el inmediatismo, la ausencia de visiones a largo plazo y
la falta de entusiasmo para trabajar por el cambio de la
situación. Lleva a evitar los compromisos permanentes y a
no adherir a propuestas de proyectos históricos.

* Una mayor permisividad en la conducta moral, fruto del
neoindividualismo y consecuencia de la falta de puntos de
referencia universales y de valores absolutos. Antes, la familia,
la educación y la misma religión imponían
las normas de conducta, las formas de pensamiento, las evidencias
colectivas y los principios de legitimación. Hoy, hay
multiplicidad de ámbitos de vida y de comunicación
donde todos se expresan libremente, sin que haya un poder capaz
de imponer ideas y conductas para todos.

Promueve una ética más personal, donde vale
más el convencimiento que la norma, legitima la
búsqueda de felicidad en el tiempo presente, reafirma la
libertad individual, la necesidad de ser, sentir y expresarse
según la originalidad de cada uno y el derecho a la
diferencia. Pero pone la búsqueda de la salvación
en el presente, debilita y relativiza las convicciones
éticas, centra más la atención en los
derechos que en los deberes, lleva a la crisis del amor y de la
sexualidad y a la pérdida del sentido de felicidad y del
compromiso.

* Un pensamiento débil frente a las ideologías
más o menos radicales. Este pensamiento débil
quiere echar abajo un mundo que tenga consistencia en sí
mismo y una conciencia capaz de descubrir, conocer y expresar el
mundo real. Prefiere experimentar las cosas antes que discutir
teorías, recupera el valor de lo cotidiano, el sentido de
lo simbólico y de lo ritual. Pero aumenta la
fragmentariedad de la vida, dificulta la elaboración de
proyectos globales y favorece la manipulación por la
publicidad, las modas, los medios de comunicación social y
las imposiciones culturales.

Como movimiento cultural, el postmodernismo tiene un mensaje
suficientemente sencillo: "todo vale". Este mensaje no es ni
conservador, ni revolucionario, ni progresista; hace irrelevantes
las distinciones de este tipo… todos pueden formar parte de
él. Se trata de una oleada en la que son posibles todos
los tipos de movimientos artísticos, políticos y
culturales.

La sociedad actual es resultado de varias décadas de
intentos frustrados por salir del subdesarrollo. Tras la
caída del socialismo, el neoliberalismo ha pasado a
constituirse, al menos por el momento, en el único modelo
socioeconómico viable. Cuando un modelo social no es
único y tiene que competir con los demás, necesita
suavizarse y humanizarse para no ser reemplazado por otras
alternativas; pero cuando un modelo es único, no necesita
contemporizar. Es lo que sucede con el neoliberalismo, que se
está desarrollando de una manera casi salvaje en la
sociedad actual.

El neoliberalismo es funcional, en primer lugar, a los
mercados financieros especulativos, aunque nada tengan que ver
con la actividad real de la producción, inversiones,
comercio y empleo. Vivimos en una era de hegemonía de lo
financiero sobre lo real. Es esencial la liberalización de
las transacciones económicas internacionales, corrientes y
de capital. Junto a la movilidad de los capitales, los bienes y
los servicios, existen fuertes restricciones a la libre movilidad
de la mano de obra, que son objeto de una estricta
regulación por parte de las autoridades nacionales.

Divide al mundo (como en todo el transcurso de la historia
humana) entre débiles y poderosos, y que unos dependen de
otros. La "recolonización del mundo" y la
aniquilación de la periferia son dos caras de la moneda
que deja a más de las tres cuartas partes de la humanidad
fuera de una pretendida civilización, que no parece
tal.

Los países en desarrollo están sujetos a las
incertidumbres que generan las políticas
macroeconómicas adoptadas por los países
desarrollados, que no internalizan adecuadamente sus efectos
sobre el resto del mundo. A ello se suman los problemas propios
del mercado financiero, en especial el fenómeno de
"contagio". Cuando no existe una auténtica igualdad de
oportunidades a nivel internacional, las normas globales
sólo generan mayores disparidades. Desaparición de
los espacios nacionales como ámbito primario de la
actividad económica y social.

Para muchos países latinoamericanos se generalizan
medidas conocidas como neoliberales:

Ponen el crecimiento económico -y no la plenitud de
todos los hombres y mujeres en armonía con la
creación- como razón de ser de la
economía.

Restringen la intervención del Estado hasta
despojarlo de responsabilidades por los bienes mínimos
que se merece todo ciudadano por ser persona.

Eliminan los programas generales de creación de
oportunidades para todos y los sustituyen por apoyos
ocasionales a grupos focalizados.

Privatizan empresas con el criterio de que en todos los
casos el Estado es mal administrador.

Abren sin restricciones las fronteras a mercancías,
capitales y flujos financieros y dejan sin suficiente
protección a los productores más débiles y
pequeños.

Hacen silencio sobre el problema de la deuda externa cuyo
pago obliga a recortar drásticamente la inversión
social.

Insisten en que los ajustes producirán un crecimiento
que, cuando sea voluminoso, elevará niveles de ingreso y
resolverá por rebalse la situación de los
desfavorecidos.

Para incentivar la inversión privada, eliminan los
obstáculos que podrían imponer las legislaciones
que protegen a los obreros.

Liberan a grupos poderosos de impuestos y de las
obligaciones con el medio ambiente, y los protegen para
acelerar el proceso de industrialización, y así
provocar una concentración todavía mayor de la
riqueza y el poder económico.

Ponen la actividad política al servicio de esta
política económica.

El neoliberalismo favorece al máximo el desarrollo de
las transnacionales, que para promover el consumo, privilegian
ciertos modelos de vida -el "american way of life"- y tienden a
universalizar y uniformar por la propaganda una cultura del
espectáculo, del tener y del aparentar. Las culturas
indígenas y autóctonas se sienten avasalladas,
aunque, afortunadamente, se sigue gestando una cultura de
resistencia.

Los procesos, formas concretas y tiempos con que se va
implementando el modelo neoliberal, dependen del lugar y de la
orientación que se les asigna a las economías
nacionales para su inserción en la economía
mundial. Los países latinoamericanos han sido considerados
como centros industriales y de producción de
artículos manufacturados y como exportadores de productos
agrícolas y de materias primas, con particular
interés en la producción petrolera.

Aunque la mayoría de los intentos neoliberales
proclaman sus resultados positivos y los grandes indicadores de
la economía como el crecimiento del producto bruto
interno, la caída de la inflación, el crecimiento
económico, el auge de las exportaciones y de las
inversiones de capital extranjero y los mayores niveles de
consumo son generalmente favorables; en realidad, no han generado
mejores condiciones de vida y especialmente no han cambiado las
formas de distribución de la riqueza generada, lo que
mantiene y aún ha acrecentado las condiciones de
pobreza.

La pobreza extrema a que está llegando la franja
más débil de la población, está
produciendo una exclusión violenta de las grandes
mayorías de los beneficios del esfuerzo colectivo de los
pueblos. El deterioro ecológico se hace sentir
también en todos los aspectos. Los recursos materiales, la
biodiversidad y las riquezas naturales se sacrifican a planes
económicamente rentables para las transnacionales a corto
plazo, pero de consecuencias desastrosas para el futuro. No temen
sacrificar poblaciones enteras y aniquilarlas por el hambre, el
desempleo y la violencia, como ha sucedido con muchas comunidades
negras, indígenas y campesinas.

El neoliberalismo agrede violentamente los estilos de vida y
las formas de ver y entender el mundo de los pueblos
latinoamericanos e influye de forma negativa especialmente en los
jóvenes, en quienes se concentran sus efectos más
dramáticos: profundas carencias materiales y de vida
digna, desempleo, empleos peligrosos, mal remunerados y sin
seguridad social; crisis del sistema educativo, incapaz de
brindar una cobertura suficiente, mayor deserción y mala
calidad educativa; inexistencia de espacios para lo cultural y
para la recreación; el señalamiento de la juventud
de sectores populares como grupo social indeseable, hasta el
punto de legitimar su exterminio físico; la
criminalización de los intentos de organización y
expresión juvenil y la ausencia de proyectos de
participación social y política juveniles.

Desde que empezamos a ver y a oír, nos han
enseñado que la realidad es lo que está
ahí, lo que vemos, lo que podemos tocar, lo que existe.
Nos formamos una idea de realidad a partir de lo que está
presente, de lo que existe ahora. Pero, podemos preguntarnos,
¿ sólo eso es realidad? ; ¿ no será
también realidad, lo que vendrá? ; ¿no forma
parte de la realidad lo que es "posible" ?

¿Qué implica aceptar como verdad y realidad lo
que está ahí? En pocas palabras: implica cerrar el
camino a la transformación y al cambio; o mejor, significa
¿trancar la esperanza! Cuando identificamos lo verdadero y
lo real con lo que está ahí,
automáticamente, estamos invitados a pensar que lo que
está ahí es bueno, es lo mejor, debe continuar,
debe ser siempre así, no debe ser cambiado. Cerramos la
ventana a lo posible, al futuro. Perdemos el ímpetu de la
creación y de la renovación del mundo, de la
sociedad y de las cosas. Pasamos a identificar lo existente con
lo único posible, con lo absoluto y determinado.
Identificamos lo cultural (lo creado por los hombres) con lo
natural (lo determinado, lo necesario).

¿Qué vemos en nuestro mundo? Afirmaciones como
ésta: "Pero, eso es natural". O "Siempre fue así".
O también "¿no ves que eso es así
nomás?. Detrás de estas frases está la
ideología del mantenimiento del "statu quo", la
ideología de que es imposible cambiar y mejorar las cosas,
la ideología que mata toda esperanza.

¿ A quiénes interesan estas afirmaciones, estas
creencias de que todo es "natural"? Evidentemente, a quienes
están arriba, a quienes están bien como
están, porque están llenos de privilegios y tienen
que desestimular a quienes quieren cambiar. Y la mejor manera de
desestimularlos es convenciéndolos de que nada se puede
cambiar, de que todo siempre fue así. Cuando alguien se
convence de que las cosas son así, perdió la
batalla.

Aquí surge la utopía. Es la cualidad del ser
humano que aún no se ha embrutecido por su fragilidad o
por la tremenda realidad. Es la libertad que el hombre se reserva
para oponer a las situaciones decepcionantes e injustas, una
fuerza contradictoria: la esperanza. Esperanza de que aquello que
ahora no es, puede ser, puede hacerse realidad.

La utopía es la imaginación creadora, exigente,
que hace presente le futuro real a partir de un presente capaz de
ser transformado y mejorado.

Pienso que no haya realidad más central, más
presente y más urgente para la juventud de hoy, que esta
discusión sobre la utopía. De ellos depende que
llegue a concretarse, que se haga realidad. El futuro
también es realidad, también forma parte de las
cosas posibles. No dejemos que nos convenzan que la libertad, la
igualdad, la fraternidad, la justicia, son imposibles. Y a quien
nos grite en los oídos, o nos susurre dulce y
seductoramente que nos callemos, que hagamos solamente lo que
ellos hacen o indican, respondamos con la afirmación de
los estudiantes europeos que consiguieron, por su lucha y su
coraje, cambiar completamente la enseñanza en las
universidades: "Seamos realistas: exijamos lo imposible".

No nos dejemos atar y aprisionar por lo que está
ahí. Eso es, apenas, una parte de la realidad y de la
verdad. El futuro también es parte de esa realidad y de
esa verdad. El futuro está siendo gestado en el presente.
Depende de nosotros hacerlo hacer. Todo es posible para quien
quiere. Esa es nuestra conciencia y nuestra convicción.
Para nosotros, lo imposible no existe.

" Seamos realistas: Exijamos lo imposible."

PROCESO PERSONAL –
NECESIDADES BÁSICAS

Cada experiencia grupal nueva anima a re-presentarse no
sólo ante los otros sino ante uno mismo. La presencia del
otro ayuda a seguir conociéndose, bajo un signo de
identidad comunitaria. La experiencia grupal no sólo es
natural e inevitable sino necesaria, y adquiere un sentido de
opción personal que lleva a sentirse completo.

Aclaramos esto un poco más. Toda experiencia es
única, y por lo tanto, nueva. Si no fuera así,
sería un experimento, predecible, repetido, demostrativo.
Reconocer esto permite afirmar que también nosotros, cada
uno, vive las experiencias grupales con la expectativa de lo
nuevo. Esta vivencia será el punto de partida de una
actitud de apertura hacia el otro y a todo lo que suceda en el
grupo.

La necesidad de controlar esta nueva situación nos
impulsa a "saber" con quien nos estamos embarcando; por eso nos
proponemos conocernos, presentarnos. Pero lo que en realidad
hacemos es re-presentarnos, no sólo porque es algo que
volvemos a hacer, sino porque brindamos una (de las tantas)
imágenes de lo que somos. Es decir, al mismo tiempo que
nos mostramos a los otros , nos escondemos convenientemente; al
mismo tiempo que nos formamos una imagen de los otros, los otros
se representan y nosotros los representamos. Esta vivencia
será el origen de los conflictos que surjan en el
grupo.

Es que en realidad nadie puede presentarse tal cual, porque
sencillamente no sabe cómo será él mismo
frente a la nueva situación. Lo que hacemos es "salir del
paso", lo que nos lleva a descubrir la existencia de necesidades
personales que están en relación con la experiencia
grupal. Vivir una necesidad, no es lo mismo que vivir una
carencia. La carencia es estática y provoca estancamiento,
la necesidad es dinámica y provoca movimiento,
búsqueda.

Aquí nos proponemos conocer y clarificar cuáles
son las necesidades personales que mueven a los grupos, ya
que éstas son las que marcan el proceso personal de los
individuos en su búsqueda de identidad. Una identidad que
no es considerada aquí como un punto de llegada o como
final del camino sino como motor que genera energía, que
mueve, que da sentido de propuesta a la vida misma del grupo; una
identidad que se va haciendo y deshaciendo constantemente.

Si bien nos lanzamos intrépidamente a conocer lo nuevo
de cada uno de nosotros, nos presentamos con nuestra historia,
que es el recurso más auténtico con que contamos.
Con esto queremos decir que las necesidades se presentan muchas
veces como expresión de nuestra historia, de nuestras
experiencias grupales previas en el grupo familiar, de amigos, de
escuela, etc.

En concreto:

* hablaremos de necesidades como una dimensión que
moviliza el accionar de las personas y por lo tanto de los
grupos. Cuando éstas se satisfacen adecuadamente,
podremos hablar de crecimiento como fruto del encuentro con el
otro; cuando no se satisfacen, lo notaremos en diversas formas
de tensión que pueden ir del estancamiento del grupo
hasta la angustia personal manifestada en forma de demandas al
grupo y al animador o incluso en aspectos físicos como
dolores de cabeza, torpeza en los movimientos, etc.;

* hablaremos de un proceso, en la medida que se desarrolla
en función del tiempo y con un cierto ordenamiento;

* hablaremos de personal, en la medida que nos referimos a
lo que sucede en la persona a partir del vínculo
interpersonal.

De acuerdo a investigaciones de psicología grupal, se
pueden distinguir tres necesidades básicas que se
darían siempre que se vivencia una situación
grupal, y más aún, cuando ésta persigue una
propuesta que implica un encuentro personal con los demás
y no es simplemente ejecutiva. Son: la necesidad de
inclusión
, que hace referencia al sentido de
pertenencia al grupo; la necesidad de poder o control, que
se refiere al desarrollo de las capacidades personales y la
necesidad de afecto, por la que la persona busca el
encuentro afectivo con el otro.

En principio diremos que la dinámica natural es que
sigan este orden de aparición, dependiendo de la historia
de cada sujeto, el tiempo de duración de cada una y el
grado en que se manifiesta. Tener en cuenta la necesidad que
prevalece en cada momento de la vida del grupo, será de
gran importancia a la hora de acompañar y facilitar el
proceso, e iluminará al animador para conocer los bloqueos
que existen en el grupo y para aplicar los instrumentos adecuados
para resolverlos, como por ejemplo, ejercicios o técnicas
de grupo.

Vamos a explicar una a una cada necesidad.

La Necesidad de Inclusión.

Se refiere a la necesidad de incluir a otros en mis
actividades y de ser incluido por ellos en las suyas. Lleva
consigo un sentimiento de aceptación o de rechazo. La
inclusión hace referencia a la temática de estar
"dentro" o "fuera" del grupo y al grado en que se da cada una de
estas realidades. Esto recuerda los primeros momentos de vida de
una persona, en los que a través de la boca va
incorporando elementos del mundo circundante en su ser y a
través de la confianza básica que le brinda la
madre va afianzándose como integrante del mundo humano y
va siendo incluido en la humanidad, como primer paso de la
identidad que nace de la relación con el otro.

La necesidad de sentirse "uno más" se vive en forma
conflictiva porque es una necesidad que amenaza la
individualidad, el ser distinto. Una persona vive en forma
estanca la inclusión tanto cuando se disuelve en el grupo
y pierde la individualidad, como cuando es incapaz de pertenecer
al mismo por temor a mostrarse distinto. Las dos situaciones se
cierran al vínculo.

La respuesta correcta, o al menos la que proponemos, es que
esta necesidad lleve al compromiso con el grupo.

Para detectar esta necesidad, deberemos estar atentos a
ciertos signos físicos y a las manifestaciones verbales.
La inclusión hace referencia a las barreras que separan
del resto del mundo. Su temática es acerca de la periferia
del cuerpo, piel, órgano de los sentidos,
respiración. Mirar ,oír, respirar… A estos
aspectos deberían dirigirse los ejercicios de rompehielos,
corporales, de integración que se hagan cuando se quiere
abordar un problema de inclusión.

Un análisis dialéctico de esta necesidad nos
lleva a reflexionar acerca de los fenómenos de
exclusión que se experimentan en el grupo y sus distintas
manifestaciones. Así como en la sociedad se representan
por los signos más débiles, como la pobreza, la
desocupación, el desalojo; en el grupo sus signos
serían el aislamiento, la discriminación, el
rechazo. Si estos los consideramos los signos que llevan a la
destrucción y a la muerte, podemos, por oposición
considerar la inclusión como un signo de animación
y de vida.

La Necesidad de Poder o Control.

Partiendo de la base que la anterior necesidad está
cubierta, se empieza a plantear en el individuo que su compromiso
grupal, que lo identifica e iguala a los demás necesita
verse complementado por el reconocimiento de las capacidades
propias. Este es el poder personal que descubre en el grupo y el
grupo descubre en él. Es a través del cual la
persona percibe la posibilidad de controlar o estructurar la
situación del grupo de acuerdo a las capacidades propias.
De otra manera, es lo que me permite ejercer el liderazgo a
través del rol que asumo en el grupo. Por ejemplo, mi
capacidad creativa, será tenida en cuenta a la hora de
elaborar un proyecto, mi capacidad de síntesis
servirá para redactar conclusiones, o simplemente, como se
tocar guitarra, en determinada situación de
recreación estructuro la situación del grupo en
torno a mi capacidad.

Obviamente que no es solo esto, sino que, fundamentalmente se
refiere a la necesidad de resolver los problemas de toma de
decisiones, de poder, de influencia, de ejercer una autoridad. La
manifestación de esta dimensión abarca una amplia
gama que va desde el deseo de autoridad sobre otros, hasta el
deseo de ser controlado por los demás, siendo los extremos
no aconsejables, pero que se darían de una manera
inconsciente.

En cada uno de nosotros se puede descubrir una capacidad, el
hecho de no descubrirla provoca un sentimiento de impotencia que
se traduce en las conductas extremas en cuanto al control de las
situaciones sociales, es decir, o bien lo compenso ejerciendo un
poder autoritario que intente dominar a los demás, o bien
me escondo en el anonimato siguiendo en forma dependiente a los
demás.

Como vemos en esta dimensión lo que más importa
es ser reconocido, "ganar" un lugar en el grupo. Pero, se pude
ejercer el control sin ser participante?, aunque normalmente los
problemas de poder surgen después que los de
inclusión, hay "poderes" que se manifiestan desde fuera
del grupo, desde el no incluido (pensar ejemplos). Se puede decir
que las personas que vivieron con soltura y resolvieron su
inclusión, adquiriendo su confianza básica, luego
pueden poner su capacidad al servicio del grupo en forma
autónoma.

Las manifestaciones concretas de esta necesidad se pueden ver
en todo lo que pueda ser interpretado como conductas de control,
por ejemplo, el control intelectual sobre la espontaneidad, la
falta de flexibilidad a nivel físico, la búsqueda
de normas que estructuren la situación del grupo, la
necesidad de establecer objetivos claros y bien precisos para
seguirlos, los intentos de "marcarle" el camino al
grupoဦ..Sus polos son la
desorganización y el supercontrol.

Aquí la respuesta que proponemos es acompañar
estas necesidades en la búsqueda de que se asuma lo
conflictivo que se presenta e vínculo en cuanto a que
surge del encuentro de distintos. El reconocer la
diversidad ayuda a descubrir la riqueza de capacidades que nos
hará no solo seguir un objetivo sino adherir a él,
asumirlo.

Las técnicas y ejercicios que aclaran la presencia de
esta necesidad y su satisfacción son todas aquellas que
permitan diferenciar roles, capacidades personales, establecer
normas como grupo, que fomenten la cooperación y el
consenso desde posiciones diferentes, etc… que ayuden a
realizar el pasaje del "ganar" al compartir.

La Necesidad de Afecto.

Hasta ahora el grupo adquiría una vital importancia
para la satisfacción personal de inclusión y de
poder. Una vez que me siento integrante, una vez que me siento
reconocido en una capacidad, surge la necesidad de ser querido
por lo que soy y hago; puedo tener una gran capacidad , pero
puede que no me banquen. La búsqueda personal ahora va por
el lado de lo afectivo, de la intimidad; por eso, lo que va a
estar en juego son las relaciones interindividuales, de dos en
dos, de tres en tresဦ, esto se refiere a la
necesidad de cercanía afectiva entre los sujetos del
grupo. Así como el control tenía que ver con la
confrontación entre las personas, el afecto tiene
que ver con el encuentro con los otros. No cabe duda que
esta dimensión está presente desde ellos comienzos,
sin embargo recién ahora se le brinda un espacio para su
satisfacción, luego de cubrir otras, también
básicas. Habrá sujetos que llevan esta necesidad a
flor de piel, y pretenderán ejercer un control sobre los
otros a través de la misma.

A nivel personal los extremos de conducta respecto a este
aspecto serán, por un lado el distante, por medio
de la superficialidad, ausencias, no compromiso, que siempre teme
no ser amado y por eso no quiere poner a prueba el grado en que
lo es, y el intimista, que necesita constantemente sentir
cercanía y afecto, en un intento siempre repetido por
devorar o consumir cariño. Lo que se buscaría en
esta situación sería alcanzar la intimidad que
lleve a la generatividad, es decir, que facilite la
generación del encuentro para la realización de
proyectos, objetivos asumidos, lo nuevo, la
vidaဦ.

El vivir sin dificultades ni bloqueos esta dimensión,
ya sea en el grupo, como en la vida misma del sujeto (su
historia), le permitirá abordar en forma madura las
situaciones de lejanía, de soledad, y de despedida. Quien
se vive amado no se vive solo. El cubrir esta necesidad
básica completa la identidad que la persona viene a buscar
en el grupo.

La manifestación de esta relación, tiene que
ver, en lo físico con lo visceral, con "los movimientos
del corazón", con la circulación. Por esto las
barreras a romper, no son ya las de la integración, sino
las del encuentro, de la apertura para acercarme al otro. A nivel
físico también, hay quienes marcan como
interacción típica del afecto, el abrazo. Las
técnicas y ejercicios varían mucho, siendo
más ejercicios de sensibilización que
técnicas, ya que estas buscan más la
relación efectiva que afectiva. Se aplican ejercios de
relajación, de comunicación interpersonal, de
apertura personalဦ.

Estas necesidades, como pueden observar, se van a ir
repitiendo con distinto grado de profundidad de acuerdo al tiempo
y frecuencia en que el grupo se encuentre, así como los
proyectos que asuman.

Culminada la presentación de el proceso personal a
través de las necesidades que van cubriendo los individuos
en el grupo, será importante confrontar este
análisis con el proceso grupal, que si bien
referirá al proceso de las relaciones interpersonales,
este va a ir de la mano con lo que pasa con cada uno de los
individuos.

Neoliberalismo

  • Desaparición de los espacios nacionales como
    ámbito primario de la actividad económica y
    social.
  • Es funcional, en primer lugar, a los mercados financieros
    especulativos, aunque nada tengan que ver con la actividad real
    de la producción, inversiones, comercio y empleo.
    Vivimos en una era de hegemonía de lo financiero sobre
    lo real. Es esencial la liberalización de las
    transacciones económicas internacionales, corrientes y
    de capital.
  • Junto a la movilidad de los capitales, los bienes y los
    servicios, existen fuertes restricciones a la libre movilidad
    de la mano de obra, que son objeto de una estricta
    regulación por parte de las autoridades nacionales.
  • Divide al mundo (como en todo el transcurso de la historia
    humana) entre débiles y poderosos, y que unos dependen
    de otros. La "recolonización del mundo" y la
    aniquilación de la periferia son dos caras de la moneda
    que deja a más de las tres cuartas partes de la
    humanidad fuera de una pretendida civilización, que no
    parece tal.
  • Los países en desarrollo están sujetos a las
    incertidumbres que generan las políticas
    macroeconómicas adoptadas por los países
    desarrollados, que no internalizan adecuadamente sus efectos
    sobre el resto del mundo. A ello se suman los problemas propios
    del mercado financiero, en especial el fenómeno de
    "contagio". Cuando no existe una auténtica igualdad de
    oportunidades a nivel internacional, las normas globales
    sólo generan mayores disparidades.

Para muchos países latinoamericanos se generalizan
medidas conocidas como neoliberales:

Ponen el crecimiento económico -y no la plenitud de
todos los hombres y mujeres en armonía con la
creación- como razón de ser de la
economía.

Restringen la intervención del Estado hasta
despojarlo de responsabilidades por los bienes mínimos
que se merece todo ciudadano por ser persona.

Eliminan los programas generales de creación de
oportunidades para todos y los sustituyen por apoyos
ocasionales a grupos focalizados.

Privatizan empresas con el criterio de que en todos los
casos el Estado es mal administrador.

Abren sin restricciones las fronteras a mercancías,
capitales y flujos financieros y dejan sin suficiente
protección a los productores más débiles y
pequeños.

Hacen silencio sobre el problema de la deuda externa cuyo
pago obliga a recortar drásticamente la inversión
social.

Insisten en que los ajustes producirán un crecimiento
que, cuando sea voluminoso, elevará niveles de ingreso y
resolverá por rebalse la situación de los
desfavorecidos.

Para incentivar la inversión privada, eliminan los
obstáculos que podrían imponer las legislaciones
que protegen a los obreros.

Liberan a grupos poderosos de impuestos y de las
obligaciones con el medio ambiente, y los protegen para
acelerar el proceso de industrialización, y así
provocar una concentración todavía mayor de la
riqueza y el poder económico.

Ponen la actividad política al servicio de esta
política económica.

Posmodernidad

  • La Posmodernidad, más que una teoría, es una
    reacción vitalista, no es definible, sino que nace del
    desencanto del hombre común, por la frustrada promesa de
    la ciencia de que todo lo iba a solucionar. Hay un
    desplazamiento del imperio de la razón, y una mayor
    valoración del sentimiento.
  • Vivimos en la cultura del "qué me importa", del
    "hacé la tuya", del "sálvese quien pueda", del
    "todos lo hacen", del "si te hace feliz, hacelo", del "mientras
    no me descubran o no se sepa…"
  • El individualismo en nombre de la excelencia, el
    rendimiento y la competitividad, y la renuncia a cualquier
    proyecto común.
  • El desencanto por el proclamado progreso de la historia. El
    cansancio del viejo militante, degastado por tantos
    sueños y esfuerzos que no han dado los frutos
    esperados.
  • A pesar de vivir en la era de la comunicación, el
    hombre actual, inmerso en la "aldea global", sufre más
    que nunca los estragos de la soledad, el aislamiento y la
    incomunicación. Surge un nuevo tipo de hombre, el de la
    imagen más que el de la palabra, del lenguaje
    audiovisual más que del escrito, un hombre más
    informatizado que comunicado. Para muchos, la realidad
    corresponde más a lo que los medios definen como tal que
    la realidad en sí misma.

CARACTERÍSTICAS
DE LA ADOLESCENCIA

La adolescencia se caracteriza por ser un período de
transición entre la pubertad y el estado adulto del
desarrollo. Es un proceso de cambio, un momento crucial, una
etapa decisiva en el proceso de desprendimiento que comienza con
el nacimiento y termina con la entrada a la vida adulta. Es un
proceso doloroso, que tiene una evolución flucluante entre
la niñez y la adultez.

Si durante la pre-pubertad y la pubertad se producen los
cambios corporales (funcionales, endocrinos y
fisiológicos), durante la adolescencia se dan los cambios
psicológicos. Estos cambios, en cierta medida, parten de
los cambios biológicos, que hacen que el niño ya no
se conozca, se sienta extraño, inseguro, torpe, porque no
logra controlar su nuevo cuerpo, y sobre todo, 110 logra saber
quién es: un niño o un adulto.

I.

CARACTERÍSTICAS GENERALES

Mauricio Knobel define la adolescencia en los siguientes
términos:

"… etapa de la vida durante la cual el individuo busca
establecer su identidad adulta, apoyándose en las primeras
relaciones objetales-parentales internalizadas y verificando la
realidad que el medio social le ofrece, mediante el uso de los
elementos biofísicos en desarrollo a su disposición
y que a su vez tienden a la estabilidad de la personalidad en un
plano genital, lo que sólo es posible si se hace el duelo
por la identidad infantil".

El adolescente debe elaborar el "duelo" del cuerpo y el rol
infantil y también el vinculado con la pérdida de
los padres de la infancia. Junto con el duelo por la
pérdida de su cuerpo de niño también tiene
que hacer el duelo por el cuerpo adulto que había
soñado tener y que ya skbe que nunca va a poseer. Junio
con el rol infantil tiene que abandonar la fantasía de la
bisexualidad.

M. Knobel habla de un síndrome normal de la
adolescencia que serviría para describir las conductas
semipatológicas propias del adolescente, que a esta edad y
por la situación que vive, no son consideradas
patológicas, sino normales. Más bien, sería
más "peligroso" que no se presentaran. Este
síndrome normal de la adolescencia tiene según
él, diez síntomas.

a. La búsqueda de sí mismo y de la
identidad.

Aquí son de fundamental importancia los procesos de
duelo con respecto al cuerpo infantil perdido, que obligan a una
modificación del esquema corporal y del conocimiento
físico de sí mismo. El adolescente necesita
integrar todo lo pasado, lo experienciado, lo internalizado, lo
desechado, con las nuevas exigencias del medio y

con la urgencias instintivas. Necesita darle a todo esto una
continuidad dentro de la personalidad, por lo que se establece la
búsqueda de un nuevo sentimiento de continuidad y
mismidad.

En esta búsqueda de identidad, el adolescente recurre a
las situaciones que se presentan más favorables en el
momento. Una de ellas es la de la uniformidad, que le brinda
seguridad y estima personal. Aquí se da el proceso de
doble identificación masiva, en el que lodos se
identifican con cada uno, que explica, por lo menos en parle, el
proceso grupal del que participa el adolescente.

La situación cambiante hace que el adolescente se vea
obligado a reestructuraciones externas e internas permanentes que
son vividas corno intromisiones en el equilibrio logrado en la
infancia y lo llevan a tratar de refugiarse férreamente en
su pasado mientras trata también de proyectarse
intensamente en el futuro.

La identidad del adolescente se caracteriza por el cambio de
relación, básicamente con sus padres. La
separación de éstos comienza desde el nacimiento,
pero es durante la adolescencia cuando los seres humanos quieren,
más que nunca, ser ellos misinos. Dentro del
"contínuum" de su identidad, los elementos
biológicos introducen una modificación
irreversible. Ya no se volverá a tener el cuerpo infantil.
Aunque todo el proceso evolutivo está colmado de
microduelos, éste es un duelo mucho más evidente y
significativo, al cual acompañarán luego los duelos
por el rol y la identidad infantiles y el duelo por los padres de
la infancia a quienes tanto se necesitaba y de quienes se
podía depender. La presencia externa, concreta, de los
padres empieza a hacerse innecesaria. La separación de
éstos no sólo es posible, sino también
necesaria. Las figuras parentales están internalizadas e
incorporadas a la personalidad del sujeto y por eso puede iniciar
su proceso de individuación. El volumen, la
configuración y la calidad de las figuras parentales
internalizadas adecuadamente, enriquecen el yo, refuerzan sus
mecanismos defensivos útiles, permiten el desarrollo de
sus áreas más sanas, estructuran el super-yo y le
dan las características necesarias para encauzar la vida
sexual que comienza a exteriorizarse en la satisfacción
genital, ahora biológicamente posible.

b. La tendencia grupal.

En su búsqueda de identidad, el adolescente recurre
como comportamiento defensivo a la búsqueda de uniformidad
que pueda brindarle seguridad y estima personal. Allí
surge el espíritu de grupo al que el adolescente se
muestra tan afecto. Hay un proceso de sobre-identificación
masiva en donde todos se identifican con cada uno. A veces este
proceso es tan intenso que la separación del grupo parece
casi imposible y el individuo parece pertenecer más al
grupo de pares que al grupo familiar.

No puede apartarse de la " barra" ni de sus caprichos o modas,
y por eso se inclina ante los dictados del grupo en cuanto a
modas, vestimentas, lenguaje, etc. La actuación del grupo
y de sus integrantes representa la oposición a las figuras
parenlales y una manera activa de determinar una identidad
distinta de la del medio familiar.

El fenómeno grupal adquiere una importancia
transcendental ya que se transfiere al grupo gran parte de la
dependencia que anteriormente se mantenía con la
estructura familiar y especialmente con los padres. El grupo
constituye así la individualización adulta.El grupo
facilita la conducta psicopática "normal" del adolescente
que se expresa en conductas de desafecto, de crueldad con el
objeto, de indiferencia, de falta de responsabilidad,

c. La necesidad de intelectual izar y fantasear.

Es una característica del pensamiento adolescente. La
necesidad de renunciar al cuerpo, al rol y a los padres de la
infancia, así como a la bisexualidad que acompañaba
su identidad infantil, enfrenta al adolescente a una vivencia de
fracaso o de impotencia frente a la realidad exterior. Esto lo
obliga a recurrir al pensamiento para compensar las
pérdidas que ocurren dentro de sí misino y que no
puede evitar. La incesante fluctuación de la identidad
adquiere caracteres que suelen ser angustiantes y que obligan a
buscar un refugio interior que es muy característico. Esta
huida al inundo interior permite una especie de reajuste
emocional, en el que se da un aumento de la
intelectualización que lo lleva a preocuparse por los
principios éticos, filosóficos y sociales que no
pocas veces implican formularse un plan de vida distinto al que
se tenía hasta ese momento y que permite también la
teorización acerca de las grandes reformas que pueden
ocurrir en el mundo exterior.

d.Las crisis religiosas.

El adolescente puede manifestarse como un ateo exacerbado o
corno un místico muy fervoroso; entre estos dos extremos
hay una gran variedad de posiciones religiosas y cambios muy
frecuentes. Es común observar que un mismo adolescente
pase por períodos de devoción y por períodos
de ateísmo radical. Esto concuerda con la situación
cambiante y fluctuanle de su mundo interior.

e. La desubicación temporal.

El adolescente convierte el tiempo en presente y activo como
un intento para poder manejarlo. Parecería vivir un
proceso primario con respecto a lo temporal: las urgencias son
enormes y las postergaciones son aparentemente irracionales.

Es común, por ejemplo, que a un adolescente a quien se
le dice que vaya a estudiar para el escrito que tiene al otro
día responda que tiene mucho tiempo y que recién es
de mañana. Quizá esa misma adolescente tenga al
otro día una gran discusión con su madre porque
ésta no accede a comprarle ya el vestido que necesita para
un cumpleaños de quince que será dentro de dos
meses.

El adolescente puede tener dificultades para distinguir
presenle-pasado-futuro y puede unir pasado y futuro en un
presente devorador. Cuando el individuo llega a reconocer el
pasado y a formular proyectos de futuro, con capacidad de espera
y elaboración en el presente, supera gran parte de la
problemática adolescente.

f.La evolución sexual: desde el autoerotismo hasta la
heterosexualidad.

El adolescente oscila permanentemente entre la actividad de
tipo masturbatoria y los comienzos del ejercicio genital. Al ir
aceptando su genitalidad, inicia la búsqueda de la pareja
en forma tímida pero intensa. Es el período en que
comienzan los contactos superficiales, las caricias (cada vez
más profundas y más íntimas) que llenan su
vida

sexual. En la actualidad, con los cambios sociales que se han
ido produciendo, tanto los chicos como las chicas acceden
más tempranamente a este tipo de actividades y
también al coito. Hablamos en general, sin querer afirmar
que este fenómeno se da en todos los adolescentes.

Otro fenómeno que adquiere características
singulares en la adolescencia es el enamoramiento apasionado, con
todos los aspectos de vínculos intensos pero
frágiles de toda relación interpersonal
adolescente. El primer episodio de enamoramiento ocurre en la
adolescencia temprana y suele ser de gran intensidad. Aparece el
llamado "amor a primera vista" que no sólo puede no ser
correspondido, sino que incluso puede ser totalmente ignorado por
la pareja amada, como ocurre cuando ese ser amado es una figura
idealizada, un actor, un gran deportista, un cantante, etc.

La conducta de los padres frente a la fase genital previa y
frente a toda la genilalidad infantil, influirá en forma
determinante en la evolución genital del sujeto.

Cabe señalar aquí el problema de la curiosidad
sexual, expresada en el interés tan frecuente que se da
entre los adolescentes por las revistas y los videos
pornográficos. El exhibicionismo y el "voyeurisrno" se
manifiestan en la vestimenta, el cabello, los bailes, y
más directamente en los vestuarios de los clubes
deportivos.

En la adolescente existe el fenómeno específico
de la menstruación, muchas veces vivida en nuestra cultura
como algo peligroso o dañino, lo que refuerza todo tipo de
fantasías persecutorias y destructivas. Cuando, en cambio,
las fases genitales tempranas y la sexualidad en general son
más aceptadas por los padres, y cuando éstos
mantienen una relación armoniosa brindando una imagen
externa de escena primaria positiva, la aparición de la
menstruación puede ser vivida como una confirmación
de la sexualidad femenina y puede iniciar en la niña una
etapa de satisfacciones y realizaciones genitales muy
positivas.

El adolescente vive la sexualidad como una fuerza que se
impone en su cuerpo y que lo lleva a separarla de su personalidad
haciendo que sienta su cuerpo como algo externo y ajeno a
sí mismo. La masturbación tiene en esta etapa una
finalidad exploratoria y de aprendizaje, preparatoria para la
futura genitalidad procreativa.

g. La actitud social reivindicatoría.

No todo el proceso de la adolescencia depende del adolescente
mismo. Sin duda, la familia es la primera expresión de la
sociedad que influye y determina gran parle de la conducta de los
adolescentes. Es sabido que muchos padres se angustian y
atemorizan frente al crecimiento de sus hijos. La misma
situación ambivalente que presentan los lujos
separándose de los padres, la presentan éstos al
ver que sus hijos se alejan.

El mundo adulto percibe la adolescencia predominantemente en
forma hostil y crea "estereotipos" con los que se trata de
definir, caracterizar, señalar, e inclusive, aislar a los
adolescentes del mundo de los adultos.

El fenómeno de la sub-cultura adolescente se expande y
contagia como un signo de rebeldía. La sociedad impone
restricciones a la vida del adolescente. Y el adolescente, con su
pujanza, su actividad y la fuerza reestructuradora de su
personalidad, trata de modificar la sociedad, que por su parte,
vive constantemente intensas modificacionesEl adulto proyecta en
el adolescente su propia incapacidad para controlar lo que
está ocurriendo al adolescente.

Las actitudes reivindicatorías y de reforma social del
adolescente pueden ser la cristalización en la
acción de lo ocurrido ya en el pensamiento. Las
intelectualizaciones, las fantasías conscientes, las
necesidades del yo fluctuante que se refuerza en el yo grupal,
hacen que se transforme en pensamiento activo, en verdadera
acción social, política, cultural. Esta
elaboración del proceso de la adolescencia será
fundamental en todo el desarrollo evolutivo del individuo.

h.Las contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones
de la conducta.

La conducta del adolescente está dominada por la
acción, que constituye la forma de expresión
rnás típica en estos momentos de la vida, en los
que hasta el pensamiento necesita hacerse acción para
poder ser controlado. El adolescente no puede mantener una
línea de conducta rígida, permanente y absoluta,
aunque muchas veces la intenta y la busca. La personalidad del
adolescente es permeable, en ella los procesos de
proyección e introyección son intensos, variables y
frecuentes.

i. La separación progresiva de los padres.

Uno de los duelos fundamentales que tiene que elaborar el
adolescente es el duelo por los padres de la infancia, de los
cuales va a tener que ir separándose.

Como dijimos, muchos padres se angustian y atemorizan frente
al crecimiento de sus hijos, lo que da lugar a situaciones
conflictivas sumamente complejas.

El adolescente piensa que desarrollarse y crecer es
sinónimo de poder hacer lo que se le viene en ganas. El
conflicto mterno generará una serie de relaciones
conflictivas con lo circundante para conseguir una independencia
que no ha descubierto todavía no como la posibilidad de
hacer lo que quiere, sino fundamentalmente, como una capacidad de
vida y de reflexión personales.

El adolescente entra en oposición con las personas y
los valores que estas personas le han presentado hasta el
momento. Los adultos son percibidos como una amenaza para la
independencia que desea conquistar. Adopta
sistemáticamente el lado opuesto de todo lo que el medio
le propone, con el secreto deseo de escandalizar y llamar la
atención. Cree conquistar su independencia
volviéndose un incondicional del no. Hace alarde de su
sabiduría de la vida, cree saberlo todo, pero en realidad
se sabe débil y ataca para defenderse.

En esta etapa, la familia comienza a perder importancia para
el adolescente, aunque sigue recurriendo a ella cuando tiene
problemas. El adolescente se angustia porque desea ser
independiente, pero se sabe profundamente dependiente. Desea ser
escuchado, respetado y que se lo tome en serio.

Partes: 1, 2, 3, 4
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