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Calentamiento global (página 2)




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Teorías y objeciones:

Al Gore, autor de "Earth in the Balance"
(La Tierra en juego) y el documental "Una
verdad incómoda"
recibió el Premio Nobel de la Paz en el 2007, junto al
Grupo
Intergubernamental sobre el Cambio
Climático (IPCC) de la ONU, «por
sus esfuerzos para construir y diseminar un mayor conocimiento
sobre el cambio climático causado por el hombre y
poner las bases para la toma de las medidas que sean necesarias
para contrarrestar ese cambio».[6]

Muchas de las teorías
del calentamiento
global son motivo de controversia, principalmente por sus
repercusiones económicas. Existe un debate social
y político sobre la cuestión, en tanto que la
comunidad
científica internacional ha llegado a un consenso
científico suficiente para exigir una acción
internacional concertada para aminorar sus
efectos.[7]

Los defensores de la teoría
del calentamiento global por causas antropogénicas
expresan una amplia gama de opiniones, aunque la posición
mayoritaria es la defendida por el IPCC, que culpa a la actividad
industrial y pide la disminución de emisiones de gases de
efecto invernadero.[8]

Algunos científicos simplemente reconocen como
datos
observables los incrementos de temperatura.

Estos piensan que el daño
medioambiental tendrá un impacto tan serio que deben darse
pasos inmediatamente para reducir las emisiones de
CO2, a pesar de los costos
económicos para las naciones. Los economistas
también han alertado de los efectos desastrosos que
tendrá el cambio climático sobre la economía
mundial con reducciones de hasta un 20% en el crecimiento,
cuando las medidas para evitarlo no sobrepasarían el
1%.[9] Los daños económicos predichos
provendrían principalmente del efecto de las
catástrofes naturales, con cuantiosas pérdidas de
vidas humanas, por ejemplo en Europa.[10]

También existen autores escépticos, como
Bjørn Lomborg, que ponen en duda el calentamiento global,
basándose en los mismos datos usados por los defensores
del calentamiento global. La revista
Scientific American (enero de 2002), dedicó un numero
especial para refutar el libro de
Bjørn Lomborg, donde los autores de los reportes citados
por el autor, le acusan de falsearlos o
malinterpretarlos.[11]

Algunos científicos defienden que no están
demostradas las teorías que predicen el incremento futuro
de las temperaturas, argumentando que las diferencias del
índice de calentamiento en el próximo siglo entre
los diferentes modelos
informáticos es de más del 400% (a pesar de que en
esta horquilla de variación siempre se recogen aumentos
significativos). Estos científicos han sido acusados de
estar financiados por consorcios petroleros[12] o
presionados por sus fuentes de
financiación públicas como el gobierno de los
EE. UU.[13]

Los cálculos de Wigley:

T.M.L. Wigley, del NCAR,[14] publicó
en 1998[15] los resultados de la aplicación de
un modelo
climático a los efectos del Protocolo de
Kioto, distinguiendo tres casos en el comportamiento
de los países del anexo B del protocolo (los
industrializados):

1. que el cumplimiento del protocolo fuera seguido por
una sujeción a sus límites,
pero sin nuevas medidas de reducción;

2. que el protocolo fuera cumplido, pero no seguido de
ninguna limitación (sino de lo que se llama en inglés
bussiness as usual);

3. que el protocolo, una vez cumplido, se continuara con
una reducción de las emisiones del 1% anual.

Las reducciones del calentamiento previsto por el modelo
para 2050 (2,5°C) eran respectivamente 0,11-0,21 °C
(aproximadamente 6%), 0,06-0,11 °C (3%) y alrededor de 0,35
°C (14%). Los llamados escépticos se atuvieron al
segundo caso (3% de 2,5 °C, es decir, 0,7 °C) y lo
esgrimieron sistemáticamente como prueba de la inutilidad
del protocolo de Kioto. Fue usado por ejemplo, en el Congreso de
Estados
Unidos, aún bajo administración Clinton, para parar la
adhesión a Kioto.[16] Wigley es citado por los
opuestos a cualquier regulación para declarar que el
protocolo de Kyoto es innecesario, por inútil, en contra
de la conclusión del propio Wigley para quien es
insuficiente, pero aún así es «importante
como primer paso hacia la estabilización del sistema
climático.»[15] El propio Wigley ha
revisado la cuestión en un trabajo
más reciente,[17] concluyendo que «para
estabilizar las temperaturas medias globales, necesitamos
finalmente reducir las emisiones de gases de invernadero muy por
debajo de los niveles actuales».

TEORÍAS QUE INTENTAN EXPLICAR
LOS CAMBIOS DE TEMPERATURA

El clima
varía por procesos
naturales tanto internos como externos. Entre los primeros
destacan las emisiones volcánicas, y otras fuentes de
gases de efecto
invernadero (como por ejemplo el metano emitido en
las granjas animales).

Los especialistas en climatología aceptan que
la Tierra se
ha calentado recientemente (El IPCC cita un incremento de 0.6
± 0.2 °C en el siglo XX). Más controvertida es
la posible explicación de lo que puede haber causado este
cambio. Tampoco nadie discute que la concentración de
gases invernadero ha aumentado y que la causa de este aumento es
probablemente la actividad industrial durante los últimos
200 años.

También existen diferencias llamativas entre las
mediciones realizadas en las estaciones meteorológicas
situadas en tierra (con
registros en
raras ocasiones comenzados desde finales del siglo XIX y en menos
ocasiones todavía de una forma continuada) y las medidas
de temperaturas realizadas con satélites
desde el espacio (todas comenzadas a partir de la segunda mitad
del siglo XX).

Teoría de los gases invernadero

Concentración de dióxido de carbono en los
últimos 417.000 años. La parte roja indica la
variación a partir de 1800.

La hipótesis de que los incrementos o
descensos en concentraciones de gases de efecto invernadero
pueden dar lugar a una temperatura global mayor o menor fue
postulada extensamente por primera vez a finales del s. XIX por
Svante Arrhenius, como un intento de explicar las eras glaciales.
Sus coetáneos rechazaron radicalmente su
teoría.

La Academia Nacional de Ciencias de
Estados Unidos (National Academy of Sciences,
NAC) también respaldó esa teoría.
El físico atmosférico Richard Lindzen y otros
escépticos se oponen a aspectos parciales de la
teoría.

Hay muchos aspectos sutiles en esta cuestión. Los
científicos atmosféricos saben que el hecho de
añadir dióxido de carbono CO2 a la
atmósfera,
sin efectuar otros cambios, tenderá a hacer más
cálida la superficie del planeta. Pero hay una cantidad
importante de vapor de agua (humedad,
nubes) en la atmósfera terrestre, y el agua es un
gas de efecto
invernadero. Si la adición de CO2 a la
atmósfera aumenta levemente la temperatura, se espera que
más vapor de agua se evapore desde la superficie de los
océanos. El vapor de agua así liberado a la
atmósfera aumenta a su vez el efecto invernadero (El vapor
de agua es un gas de invernadero más eficiente que el
CO2. A este proceso se le
conoce como la retroalimentación del vapor de agua
(water vapor feedback en inglésLa cantidad de
vapor de agua así como su distribución vertical son claves en el
cálculo
de esta retroalimentación. Los procesos que controlan la
cantidad de vapor en la atmósfera son complejos de modelar
y aquí radica gran parte de la incertidumbre sobre el
calentamiento global.

El papel de las nubes es también crítico.
Las nubes tienen efectos contradictorios en el clima. Cualquier
persona ha
notado que la temperatura cae cuando pasa una nube en un
día soleado de verano, que de otro modo sería
más caluroso. Es decir: las nubes enfrían la
superficie reflejando la luz del Sol de
nuevo al espacio. Pero también se sabe que las noches
claras de invierno tienden a ser más frías que las
noches con el cielo cubierto. Esto se debe a que las nubes
también devuelven algo de calor a la
superficie de la Tierra. Si el CO2 cambia la cantidad
y distribución de las nubes podría tener efectos
complejos y variados en el clima y una mayor evaporación
de los océanos contribuiría también a la
formación de una mayor cantidad de nubes.

A la vista de esto, no es correcto imaginar que existe
un debate entre los que "defienden" y los que "se oponen" a la
teoría de que la adición de CO2 a la
atmósfera terrestre dará como resultado que las
temperaturas terrestres promedio serán más altas.
Los científicos han estudiado también este tema con
modelos computerizados del clima. Estos modelos se aceptan por la
comunidad científica como válidos solamente cuando
han demostrado poder simular
variaciones climáticas conocidas, como la diferencia entre
el verano y el invierno, la Oscilación del
Atlántico Norte o El Niño. Se ha encontrado
universalmente que aquellos modelos climáticos que pasan
estas evaluaciones también predicen siempre que el efecto
neto de la adición de CO2 será un clima
más cálido en el futuro, incluso teniendo en cuenta
todos los cambios en el contenido de vapor de agua y en las
nubes. Sin embargo, la magnitud de este calentamiento predicho
varía según el modelo, lo cual probablemente
refleja las diferencias en el modo en que los diferentes modelos
representan las nubes y los procesos en que el vapor de agua es
redistribuido en la atmósfera.

Sin embargo, las predicciones obtenidas con estos
modelos no necesariamente tienen que cumplirse en el futuro. Los
escépticos en esta materia
responden que las predicciones contienen exageradas oscilaciones
de más de un 400% entre ellas, que hace que las
conclusiones sean inválidas, contradictorias o absurdas.
Los ecólogos responden que los escépticos no han
sido capaces de producir un modelo de clima que no prediga que
las temperaturas se elevarán en el futuro. Los
escépticos discuten la validez de los modelos
teóricos basados en sistemas de
ecuaciones
diferenciales, que son sin embargo un recurso común en
todas las áreas de la
investigación de problemas
complejos difíciles de reducir a pocas variables,
cuya incertidumbre es alta siempre por la simplificación
de la realidad que el modelo implica y por la componente
caótica de los fenómenos implicados. Los modelos
evolucionan poniendo a prueba su relación con la realidad
prediciendo (retrodiciendo) evoluciones ya acaecidas y, gracias a
la creciente potencia de los
ordenadores, aumentando la resolución espacial y temporal,
puesto que trabajan calculando los cambios que afectan a
pequeñas parcelas de la atmósfera en intervalos de
tiempo
discretos.

Las industrias que
utilizan el carbón como fuente de energía, los
tubos de escape de los automóviles, las chimeneas de las
fábricas y otros subproductos gaseosos procedentes de la
actividad humana contribuyen con cerca de 22.000 millones de
toneladas de dióxido de carbono (correspondientes a 6.000
millones de toneladas de carbón puro) y otros gases de
efecto invernadero a la atmósfera terrestre cada
año. La concentración atmosférica de
CO2 se ha incrementado hasta un 31% por encima de los
niveles pre-industriales, desde 1750. Esta concentración
es considerablemente más alta que en cualquier momento de
los últimos 420.000 años, el período del
cual han podido obtenerse datos fiables a partir de
núcleos de hielo. Se cree, a raíz de una evidencia
geológica menos directa, que los valores de
CO2 estuvieron a esta altura por última vez
hace 40 millones de años. Alrededor de tres cuartos de las
emisiones antropogénicas de CO2 a la
atmósfera durante los últimos 20 años se
deben al uso de combustibles fósiles. El resto es
predominantemente debido a usos agropecuarios, en especial
deforestación.[18]

Los gases de efecto invernadero toman su nombre del
hecho de que no dejan salir al espacio la energía que
emite la Tierra, en forma de radiación
infrarroja, cuando se calienta con la radiación procedente
del Sol, que es el mismo efecto que producen los vidrios de un
invernadero de jardinería. Aunque éstos se
calientan principalmente al evitar el escape de calor por
convección.

El efecto invernadero natural que suaviza el clima de la
Tierra no es cuestión que se incluya en el debate sobre el
calentamiento global. Sin este efecto invernadero natural las
temperaturas caerían aproximadamente 30 ºC. Los
océanos podrían congelarse, y la vida, tal como la
conocemos, sería imposible. Para que este efecto se
produzca, son necesarios estos gases de efecto invernadero, pero
en proporciones adecuadas. Lo que preocupa a los
climatólogos es que una elevación de esa
proporción producirá un aumento de la temperatura
debido al calor atrapado en la baja atmósfera.

Los incrementos de CO2 medidos desde 1958 en
Mauna Loa, muestran una concentración que se incrementa a
una tasa de cerca de 1.5 ppm por año. De hecho, resulta
evidente que el incremento es más rápido de lo que
sería un incremento lineal. El 21 de marzo del 2004 se
informó de que la concentración alcanzó 376
ppm (partes por millón). Los registros del Polo Sur
muestran un crecimiento similar al ser el CO2 un gas
que se mezcla de manera homogénea en la
atmósfera.

Teoría de la Variación
Solar:

Se han propuesto varias hipótesis para
relacionar las variaciones de la temperatura terrestre con
variaciones de la actividad solar, que han sido refutadas por los
físicos Terry Sloan y Arnold W. Wolfendale.[19]
La comunidad meteorológica ha respondido con escepticismo,
en parte, porque las teorías de esta naturaleza han
sufrido idas y venidas durante el curso del siglo
XX.[20]

Sami Solanki, director del Instituto Max Planck para la
Investigación del Sistema Solar, en
Göttingen (Alemania), ha
dicho:[21]

El Sol está en su punto álgido de
actividad durante los últimos 60 años, y puede
estar ahora afectando a las temperaturas globales. (…) Las dos
cosas: el Sol más
brillante y unos niveles más elevados de los así
llamados "gases de efecto invernadero", han contribuido al cambio
de la temperatura de la Tierra, pero es imposible decir
cuál de los dos tiene una incidencia mayor.

Willie Soon y Sallie Baliunas del Observatorio de
Harvard correlacionaron recuentos históricos de manchas
solares con variaciones de temperatura. Observaron que cuando ha
habido menos manchas solares, la Tierra se ha enfriado (Ver
Mínimo de Maunder y Pequeña Edad de Hielo) y que
cuando ha habido más manchas solares, la Tierra se ha
calentado, aunque, ya que el número de manchas solares
solamente comenzó a estudiarse a partir de 1700, el enlace
con el período cálido medieval es, como mucho, una
especulación.

Las teorías han defendido normalmente uno de los
siguientes tipos:

Los cambios en la radiación solar afectan
directamente al clima. Esto es considerado en general improbable,
ya que estas variaciones parecen ser pequeñas.

Las variaciones en el componente ultravioleta tienen un
efecto. El componente UV varía más que el
total.

Aunque pueden encontrarse a menudo correlaciones, el
mecanismo existente tras esas correlaciones es materia de
especulación. Muchas de estas explicaciones especulativas
han salido mal paradas del paso del tiempo, y en un
artículo "Actividad solar y clima terrestre, un análisis de algunas pretendidas
correlaciones" (Journal of Atmospheric and Solar-Terrestrial
Physics
, 2003 p801–812) Peter Laut demuestra que hay
inexactitudes en algunas de las más populares,
notablemente en las de Svensmark y Lassen (ver más
abajo).

VARIACIONES EN EL CICLO
SOLAR

En 1991 Knud Lassen, del Instituto Meteorológico
de Dinamarca, en Copenhague, y su colega Eigil Friis-Christensen,
encontraron una importante correlación entre la
duración del ciclo solar y los cambios de temperatura en
el Hemisferio Norte. Inicialmente utilizaron mediciones de
temperaturas y recuentos de manchas solares desde 1861 hasta
1989, pero posteriormente encontraron que los registros del clima
de cuatro siglos atrás apoyaban sus hallazgos. Sin
embargo, el 6 de mayo de 2000 la revista New Scientist
informó que Lassen y el astrofísico Peter Thejil
habían actualizado la investigación de Lassen de
1991 y habían encontrado que, a pesar de que los ciclos
solares son responsables de cerca de la mitad de la
elevación de temperatura desde 1900, no logran explicar
una elevación de 0,4 ºC desde 1980:

Las curvas divergen a partir de 1980 y se trata de una
desviación sorprendentemente grande. Algo más
está actuando sobre el clima. […] Tiene las
«huellas digitales» del efecto
invernadero.

Posteriormente, en el mismo año, Peter Stoff y
otros investigadores de Centro Hadley, en el Reino Unido,
publicaron un artículo en el que dieron a conocer el
modelo de simulación
hasta la fecha más exhaustivo sobre el clima del Siglo XX.
Su estudio prestó atención tanto a los agentes forzadores
naturales (variaciones solares y emisiones volcánicas)
como al forzamiento antropogénico (gases invernadero y
aerosoles de sulfato). Al igual que Lassen y Thejil, encontraron
que los factores naturales daban explicación al
calentamiento gradual hasta aproximadamente 1960, seguido
posteriormente de un retorno a las temperaturas de finales del
siglo XIX, lo cual era consistente con los cambios graduales en
el forzamiento solar a lo largo del siglo XX y la actividad
volcánica durante las últimas
décadas.

Sin embargo, estos factores no podían explicar
por sí solos el calentamiento en las últimas
décadas. De forma similar, el forzamiento
antropogénico, por sí solo, era insuficiente para
explicar el calentamiento entre 1910-1945, pero era necesario
para simular el calentamiento desde 1976. El equipo de Stott
encontró que combinando todos estos factores se
podía obtener una simulación cercana a la realidad
de los cambios de temperatura globales a lo largo del siglo XX.
Predijeron que las emisiones continuadas de gases invernadero
podían causar incrementos de temperatura adicionales en el
futuro "a un ritmo similar al observado en las décadas
recientes
".[22]

Otras hipótesis:

Se han propuesto otras hipótesis en el
ámbito científico:

El calentamiento se encuentra dentro de los
límites de variación natural y no necesita otra
explicación particular.[23]

El calentamiento es una consecuencia del proceso de
salida de un periodo frío previo, la Pequeña Edad
de Hielo y no requiere otra explicación.

En ocasiones se atribuye el aumento en las medidas al
sesgo en la lectura de
los termómetros de las Estaciones Meteorológicas
"inmersas" en las isla de calor que han formado las edificaciones
en las ciudades.

Algunos escépticos argumentan que la tendencia al
calentamiento no está dentro de los márgenes de lo
que es posible observar (dificultad de generar un promedio de la
temperatura terrestre para todo el globo debido a la ausencia de
estaciones meteorológicas, especialmente en el
océano, sensibilidad de los instrumentos a cambios de unas
pocas decenas de grados celsius), y que por lo tanto no requiere
de una explicación a través del efecto
invernadero.

EL
CALENTAMIENTO GLOBAL EN EL PASADO

Los geólogos creen que la Tierra
experimentó un calentamiento global durante el
Jurásico inferior con elevaciones medias de temperatura
que llegaron a 5 ºC. Ciertas investigaciones[24]
[25] indican que esto fue la causa de que se acelerase
la erosión de
las rocas hasta en un
400%, un proceso en el que tardaron 150.000 años en volver
los valores de
dióxido de carbono a niveles normales. Posteriormente se
produjo también otro episodio de calentamiento global
conocido como Máximo termal del
Paleoceno-Eoceno.[26]

Modelos Climáticos:

La simulaciones climáticas no atribuyen
inequívocamente el calentamiento que ocurrió desde
1910 hasta 1945 a variaciones naturales o a forzamientos
antropogénicos. Todos los modelos muestran que el
calentamiento habido entre 1975 y 2000 es en gran medida
antropogénico. Estas conclusiones dependen de la exactitud
de los modelos utilizados y de la correcta estimación de
los factores externos.

La mayoría de los científicos están
de acuerdo en que hay procesos climáticos importantes que
están incorrectamente explicados en los modelos
climáticos, pero no piensan que otros modelos mejores
puedan cambiar la conclusión sobre el origen del
calentamiento global actual (fuente IPCC).

Los críticos puntualizan que hay defectos y
factores externos no especificados que no se han tenido en
consideración, y que podrían cambiar la
conclusión del IPCC. Algunos críticos no
identificados dicen que las simulaciones climáticas son
incapaces de acomodar los mecanismos de autorregulación
del vapor de agua ni de manejar nubes. El IPCC en
Climate Change 2001: The Scientific Basis.
Cambridge, UK: Cambridge University Press, 2001, p774: "En
la investigación y la creación de modelos
climáticos, debemos reconocer que nos enfrentamos con un
sistema caótico no lineal, y por lo tanto las predicciones
a largo plazo de los estados climáticos futuros no son
posibles".

Datos de Interés
del Calentamiento Global:

Según un artículo publicado en enero del
2004, el calentamiento global podría exterminar a una
cuarta parte de todas las especies de plantas y
animales de la Tierra para el 2050.

Estudios realizados, muestran que la década de
los noventa, fue la más caliente en los últimos mil
años.

En caso de que todo el hielo que forma el Inlandsis
antártico se fundiera, el nivel del mar
aumentaría aproximadamente 61 m; un aumento de sólo
6 m bastaría para inundar a Londres y a Nueva
York.

El nivel del dióxido de carbono (CO2)
en la atmósfera podría duplicarse en los
próximo 30 o 50 años.

Los países más afectados son los
principales en promover la reducción de emisión de
los gases invernadero

En 1984 el tamaño del hueco en la capa de
ozono
, que se mide sobre la Antártida, era aproximadamente 7 millones
de km², hasta 1990 alcanzó los 29 millones de
km² (cuatro veces mayor). Desde el año 90, el agujero
de Ozono sigue una tendencia a la reducción[27]
(Imagen,
medidas del "agujero de ozono de la Antártida" anuales por
la NASA)

(Estos datos se miden en la época de mayor amplitud
del agujero, verano
)

La aceleración del flujo del hielo en regiones de
Groenlandia se estimó en 2000 que disminuye el volumen de su
inlandsis en 51 km³/año[28] , aunque una
revaluación más reciente[29]
sitúa el número en 150 km³/año. Parte
del aumento se debe a una aceleración reciente de la
fusión
de los glaciares periféricos, y se estima que su
contribución al aumento del nivel del mar ha alcanzado en
2005 un valor
0,57±0.1 mm/año.

Indonesia es el país con mayor número de
mamíferos y pájaros en peligro de
extinción, 128 y 104 respectivamente.

En Estados Unidos se recupera sólo el 11% de los
residuos
sólidos producidos, y en Europa Occidental es del
30%.

Brasil fue entre 1990 y 2000 el país en el que
hubo mayor deforestación con 22.264 km²

Cinco de los 10 países que más deforestan
se encuentran en el continente africano.

 

 

 

 

Autor:

Francisco Augusto Montas Ramirez

Partes: 1, 2
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