Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Réquiem por el Consenso de Washington (página 4)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4

Por consiguiente, subsiste un grado considerable de libertad para
la adopción
de políticas
nacionales que todavía no ha sido limitado por los
acuerdos de la Ronda Uruguay. Sin
embargo, tampoco hay que infravalorar las asimetrías de
los acuerdos de esa Ronda. Esas asimetrías se deben al
hecho de que mientras que los acuerdos negociados se aplican en
pie de igualdad a
todos los miembros de la OMC desde el
punto de vista de las obligaciones
"jurídicas", representan una carga mucho mayor para los
países en desarrollo
desde las perspectivas "económicas". Por consiguiente, es
de importancia fundamental tener presente el principio de las
"reglas de juego
uniformes" no sólo en lo que se refiere a los imperativos
"jurídicos", sino también, cosa que es aún
más importante, en lo que se refiere a los imperativos
"económicos", teniendo presentes las diferencias en las
características estructurales y los niveles de desarrollo
industrial de los países. Asimismo, hay que considerar
qué es lo que quedará del grado de libertad
mencionado a los dirigentes de los países en desarrollo
después de que los acuerdos de la Ronda Uruguay se vean
todavía más limitados por la serie de acuerdos de
libre comercio
regionales y bilaterales concertados con países
desarrollados.

El Programa de
Trabajo de
Doha todavía tiene que cumplir las promesas de desarrollo
hechas en la Declaración de Doha. El resultado final puede
muy bien reducir la flexibilidad de los países en
desarrollo para adoptar políticas, en particular en el
sector de los aranceles
industriales. Por otra parte, la falta de progreso en las
negociaciones multilaterales puede hacer que se dé mayor
importancia a los acuerdos de libre comercio
regionales o bilaterales como mecanismos jurídicos en que
se definen las normas y
disciplinas del comercio
internacional. Aunque esos acuerdos pueden mejorar el acceso
de los países en desarrollo a los mercados de los
países desarrollados, también pueden
entrañar una mayor reducción del grado de libertad
de las políticas nacionales que el que permita el acuerdo
de la Ronda de Doha. Esto podría hacer aún
más difícil para los países en desarrollo
crear la capacidad de oferta
necesaria para aprovechar la mejora de las oportunidades de
exportación.

Los mercados
financieros y la elección del régimen de tipo
de cambio

El proceso de
globalización en curso también ha
cambiado el marco de la política
macroeconómica nacional. Para muchos países en
desarrollo y economías en transición, la apertura
de sus fronteras al comercio internacional y a las corrientes
privadas de capital ha ido
acompañada de crisis
provocadas por la inestabilidad y la agitación en los
mercados financieros internacionales.

La desregulación de los mercados financieros internos,
incluida la eliminación de los controles del crédito, la desregulación de los
tipos de interés y
la privatización de los bancos, fue un
elemento fundamental del programa de reformas de los años
ochenta y noventa. Se basó en la creencia de que la
eliminación de la "represión financiera" y la
imposición de la libertad de precios en los
mercados de capitales y monetarios mejorarían la
asignación intertemporal de recursos,
fomentarían el ahorro y
atraerían recursos adicionales al sistema bancario.
Combinando esto con una liberalización de la cuenta de
capital, los países en desarrollo podrían atraer
ahorros financieros procedentes de economías más
prósperas y más ricas en capitales, superando de
ese modo uno de los mayores obstáculos al crecimiento.

Al mismo tiempo, sin
embargo, no había un concepto claro de
cómo se deberían determinar o regular el precio
internacional más importante, el tipo de
cambio, y, estrechamente ligado a él, el tipo de
interés. Las dos opciones para la política nacional
relativa al tipo de cambio que
acabaron considerándose viables fueron la de permitir una
flotación libre de la moneda o la de adoptar un tipo de
cambio fijo ("paridad inamovible"), opciones a las que se dio en
denominar "solución bipolar".

Para las pequeñas economías abiertas, en
particular para los países en desarrollo, el tipo de
cambio es el precio más importante existente y tiene una
repercusión enorme en el nivel de precios interno y en la
competitividad
general. Debe ser suficientemente flexible para evitar desajustes
pertinaces que dañen la competitividad de los productores
nacionales y sus resultados comerciales. Al mismo tiempo, se debe
evitar una volatilidad excesiva del tipo de cambio, que
multiplicaría los riesgos para
las inversiones a
largo plazo, fomentaría la inflación interna y
alentaría la especulación financiera.

La "solución bipolar" se basa en la premisa de que, en
el caso de la flotación libre, los mercados financieros
internacionales ajustarán sin brusquedades los tipos de
cambio a su nivel de "equilibrio",
mientras que, en el caso de la "paridad inamovible", los mercados
de productos,
financieros y de trabajo siempre se ajustarán sin
brusquedades pero rápidamente a un nuevo equilibrio en el
tipo de cambio preestablecido. Sin embargo, la realidad es que
los tipos de cambio sometidos a un régimen de
flotación se han demostrado altamente inestables y han
provocado largos períodos de desajuste, con graves
consecuencias para la actividad económica real de los
países que lo han adoptado. La experiencia con las
"paridades inamovibles" tampoco ha sido satisfactoria: como el
tipo de cambio no puede corregirse cuando se producen graves
contingencias externas o desajustes, el proceso de ajuste es
costoso en términos de producción perdida, y son los sectores
reales de la economía nacional los que soportan la
carga.

Teniendo en cuenta esa experiencia con los tipos de cambio
rígidamente fijos o de flotación libre, los
regímenes "intermedios" se han convertido en la
opción preferida por la mayoría de los
países en desarrollo con mercados de capital abiertos.
Estos regímenes ofrecen más espacio para maniobrar
cuando se produce una inestabilidad en los mercados financieros
internacionales y permiten el ajuste del tipo de cambio real a un
nivel más adecuado a la estrategia de
desarrollo de un país. Ninguna de las dos opciones que
conforman la "solución bipolar" ofrece esas posibilidades.
Combinar una cuenta de capital "completamente" abierta con una
autonomía "plena" en la política
monetaria y una estabilidad "absoluta" del tipo de cambio es
imposible, pero establecer un régimen de tipo de cambio de
"flotación dirigida", combinado con controles de capital
"selectivos", (es decir, que mantengan "cierto grado" de
autonomía de la política monetaria) parece ser una
solución no perfecta pero sí viable.

Un objetivo
más eficaz de las políticas
macroeconómicas

La idea de que la estabilidad de precios es la
condición más importante para lograr un crecimiento
satisfactorio ha dominado la elección de los instrumentos
de la política macroeconómica en los países
desarrollados y en los países en desarrollo en los dos
últimos decenios. El enfoque ortodoxo de "políticas
macroeconómicas seguras" ha asignado a la política
monetaria el papel de parachoques frente a cualquier
combinación de políticas fiscales y estructurales y
a cualquier tipo de crisis grave, independientemente de si
ésta se ha originado en el sector de la oferta o en el de
la demanda. El
papel de la política
fiscal se ha limitado en ese caso a ayudar a la
política monetaria a mantener bajos los déficits
presupuestarios.

La estabilización de precios también ha sido una
meta fundamental en los casos en que la convergencia
económica se ha visto coronada por el éxito,
pero la adopción de políticas para lograr esa meta
ha sido diferente. En las nuevas economías industriales
(NEI) de Asia, la
estabilización se logró principalmente mediante
instrumentos no monetarios heterodoxos, como la política
de ingresos o la
intervención directa en los mercados de productos y de
trabajo. Al mismo tiempo, las políticas monetaria y
fiscal
adoptaron instrumentos para lograr un crecimiento rápido y
una inversión elevada: tipos de interés
bajos y, al menos desde la crisis financiera asiática, un
tipo de cambio ligeramente infravalorado, combinado con un
estímulo fiscal cuando fue necesario teniendo en cuenta
los acontecimientos cíclicos.

El punto de partida de esas políticas es la percepción
de que en un mundo en que el aumento programado del ahorro no
genera automáticamente un aumento de la inversión
fija, la política
económica debe centrarse en la creación de
ahorro mediante la inversión y el crecimiento resultante
de los ingresos. Este método
requiere una política monetaria que proporcione
posibilidades de financiación a empresas que
todavía no existen. Esa política es potencialmente
inflacionaria, pero no provocará inflación si la
inversión y el crecimiento reales absorben el exceso de
liquidez creado. Por lo tanto, hay un vínculo estrecho
entre el proceso de crecimiento convergente y el cambio
estructural, por una parte, y el desarrollo del sistema monetario
y de los instrumentos de estabilización de un país,
por otra.

La financiación externa sigue siendo necesaria en la
medida en que las mayores importaciones de
bienes de
capital como resultado del aumento de las inversiones provocan un
déficit por cuenta corriente. Pero muchos casos de
éxito del crecimiento convergente, y muy recientemente el
caso de China, han
demostrado que esos déficit no se producen inevitablemente
y que la financiación interna de las inversiones puede
determinar un aumento considerable de las tasas de crecimiento
sin necesidad del ahorro extranjero. El factor decisivo para el
crecimiento convergente es la acumulación interna de
capital en un proceso de aumento de los ingresos reales de todos
los grupos de la
sociedad.

En cualquier caso, la estabilización de precios es
fundamental para sostener un proceso de crecimiento
dinámico: en los países expuestos a una
inflación elevada es mucho más difícil
iniciar y mantener un proceso de desarrollo y de crecimiento
convergente debido a la necesidad frecuente de limitar la
creación de dinero y
crédito. Sin un número suficiente de instrumentos
de política que puedan utilizarse de modo eficaz para
reducir los riesgos inflacionarios, el intento de promover el
desarrollo mediante políticas macroeconómicas
expansionistas está por lo general destinado al fracaso,
ya que la inflación aumentará rápidamente.
De modo inverso, los países que utilizan con éxito
instrumentos heterodoxos para lograr la estabilidad de precios
tienen más margen de maniobra para emplear la
política macroeconómica a fin de fomentar un
proceso de desarrollo promovido por las inversiones.

Tipos de cambio, tipos de
interés y entrada de corrientes de capital

En ausencia de acuerdos multilaterales eficaces de
regulación de los tipos de cambio, la política
macroeconómica de muchos países en desarrollo ha
tratado cada vez más de evitar la sobrevaloración
de las monedas. Esto no sólo ha sido un medio de mantener
o mejorar la competitividad internacional, sino que
también es una condición necesaria para mantener
bajos los tipos de interés nacionales y un seguro contra el
riesgo de
futuras crisis financieras.

La independencia
frente a los mercados internacionales de capitales permite a los
bancos centrales utilizar los instrumentos de que disponen para
perseguir activamente el logro de las metas de desarrollo, a
condición de que se mantenga controlado un posible repunte
de la inflación mediante el empleo de
medidas no monetarias como la política de ingresos, el
fomento de las instituciones
a fin de lograr un consenso nacional en apoyo de reivindicaciones
salariales razonables o la intervención gubernamental
directa en la fijación de los precios y, lo que incluso es
más importante, de los salarios
nominales. Ejemplos de este enfoque son la combinación de
políticas económicas de algunas NEI
asiáticas y de China después de su crisis
financiera de 1994 y, más recientemente, el experimento de
la Argentina con nuevos mecanismos de estabilización de
precios. Muchos otros países en desarrollo que
carecían de instrumentos de política adicionales
para estabilizar la inflación tuvieron que elegir entre
una política de bajos tipos de interés que favorece
las inversiones internas y desalienta la entrada de capitales,
pero alimenta la inflación, y una política de tipos
de interés relativamente elevados que mantiene baja la
inflación pero desalienta la inversión interna y
atrae la entrada de capitales, lo que hace necesaria la
intervención y, a menudo con altos costes, la
esterilización monetaria.

La heterodoxa combinación asiática de
políticas económicas se ha complementado con varias
formas de regulación de la cuenta de capital. Aunque esa
regulación puede ayudar a contener las crisis, y en alguna
medida también a prevenirlas, el objetivo principal de la
política económica debería ser evitar el
surgimiento de grandes diferencias entre los tipos de
interés, de posibilidades de arbitraje y de
incentivos a
la especulación. Aunque la especulación basada en
la revaluación de las monedas y las desestabilizadoras
corrientes de capital especulativo que se derivan de ella no
pueden evitarse por completo, la adopción de un criterio
pragmático de regulación de esos fenómenos
se ha demostrado útil.

Mejora de las
instituciones nacionales y de la gobernanza

Es cada vez mayor el consenso entre los economistas y las
instancias normativas de que las instituciones nacionales son un
factor fundamental del crecimiento. Hay mucho menos acuerdo
respecto a cuál es exactamente el papel de las
instituciones en el logro de los objetivos de
desarrollo y qué tipo de medidas institucionales es el
más apropiado para alcanzar dichos objetivos.

La opinión generalizada es que el papel fundamental de
las instituciones debe ser reducir los costos de
transacción a fin de crear nuevos mercados y hacer que los
mercados existentes funcionen de modo más eficiente. Las
políticas económicas deben recibir el apoyo de
instituciones análogas en todo el mundo, dedicadas en
particular a conceder y proteger los derechos de propiedad, de
modo congruente con las "prácticas idóneas
universales" vigentes en la actualidad en los países
desarrollados. Quienes proponen ese criterio apuntan a los
datos
empíricos de análisis comparativos entre países
en los que de modo generalizado se establece una
correlación positiva entre la calidad de las
instituciones y el nivel de ingresos. Sin embargo, esto no
entraña que una mejora de las condiciones institucionales
que son favorables a los mercados (como la protección de
los derechos de propiedad, el Estado de derecho
y las políticas de lucha contra la corrupción) sea una condición
imprescindible para el crecimiento y la convergencia con los
países avanzados. Más bien, las buenas
instituciones y los buenos resultados económicos
están interrelacionados.

Un análisis más a fondo de la relación
que existe entre la calidad de las instituciones y la
convergencia de los ingresos de los países en desarrollo
con los de los países desarrollados pone de manifiesto que
tanto las economías en desarrollo divergentes como las
convergentes poseen un nivel relativamente bajo de calidad
institucional. Esto sugiere que una reforma institucional en gran
escala es
raramente necesaria en las fases iniciales a fin de acelerar el
crecimiento. Es únicamente después de que los
países en desarrollo hayan alcanzado una convergencia
económica sostenida cuando puede hacerse necesario crear
instituciones análogas a las existentes en los
países desarrollados actuales.

Instituciones de
apoyo a las políticas comerciales e industriales
dinámicas

Dar preponderancia a la industrialización y al cambio
estructural entraña asignar a las instituciones un papel
adicional de provisión de mecanismos para la
aplicación eficaz de las políticas destinadas a
lograr altos niveles de inversión y a estimular la
adopción de nuevas
tecnologías. Por consiguiente, el principio orientador
del cambio institucional debe ser solucionar los problemas de
información y coordinación que obstaculizan la
adopción de las decisiones empresariales y mejorar los
frenos y contrapesos a la discrecionalidad gubernamental para
tomar medidas. Aunque las instituciones deben desempeñar
funciones muy
análogas en los diferentes países, su forma puede
variar considerablemente de un país a otro, así
como en un mismo país con el transcurso del tiempo.

Un elevado número de países en desarrollo
adoptaron políticas comerciales e industriales
dinámicas hasta el inicio de los años ochenta. Sin
embargo, en aquella época no se reconocía
suficientemente que la aplicación con éxito de esas
estrategias
requería disponer de una capacidad institucional y
administrativa complementaria. Fue únicamente
después de haberse llevado a cabo un análisis de
los éxitos obtenidos por los países de
industrialización tardía, particularmente en el
Asia oriental, que se reconoció de modo amplio la
importancia que tenía el apoyo institucional para hacer
más eficaces los instrumentos de la política
nacional.

A los efectos de iniciar y mantener un proceso de crecimiento
sostenido y de cambio estructural es particularmente importante
contar con instituciones que administren las rentas
económicas derivadas de las
políticas comerciales e industriales dinámicas. Una
vez que una economía ha emprendido el camino del
crecimiento convergente sostenido, aumentará paralelamente
la capacidad del gobierno para
apoyar la creación de instituciones de alta calidad
mediante un incremento del gasto
público. Esos dos procesos
están estrechamente interrelacionados y crean un
círculo virtuoso de mejora de los resultados
económicos, transformación profunda de las
instituciones y adopción de políticas
públicas más eficaces.

Vincular el apoyo a los resultados económicos obtenidos
asegura que las rentas iniciales se utilicen para una labor de
fomento y que esa utilización acabe suprimiéndose
una vez que madura la actividad que recibía el apoyo. En
cierto modo, la aplicación de esas prescripciones en
materia de
resultados es el "bastón" que complementa necesariamente
la "zanahoria" representada por la creación de rentas
temporales procedentes de subvenciones o derivadas de la
protección. La relación entre la administración
pública y el sector privado debe ser de
"autonomía integrada". La eficacia de las
políticas comerciales e industriales dinámicas para
lograr sus objetivos depende de la profesionalidad de la
administración pública y de la eficiencia del
intercambio de información entre los sectores
público y privado. También depende del grado de
autoridad que
posean los órganos que establecen la política
pública y del acceso que tengan a recursos presupuestarios
que puedan destinarse al logro de los objetivos correspondientes,
incluso mediante la creación y la eliminación de
rentas. Sin embargo, no hay motivo para suponer que las
disposiciones institucionales necesarias para aplicar
políticas más ortodoxas (como una rápida
liberalización y privatización) sean menos
exigentes que las que se requiere adoptar para aplicar
políticas de apoyo dinámicas.

– Instituciones multilaterales y gobernanza a nivel
mundial

El grado considerable, que sigue en aumento, de
interdependencia global en las relaciones económicas del
mundo contemporáneo justifica firmemente la necesidad de
un sistema sólidamente estructurado de gobernanza
económica a nivel mundial. Las políticas
económicas nacionales de carácter egoísta, si no se
contrarrestan, pueden provocar efectos acumulativos. Por otra
parte, la interdependencia económica mundial ofrece una
oportunidad a los dirigentes de los países
económicamente poderosos para adoptar deliberadamente
políticas de empobrecimiento de los vecinos. Pueden
sentirse tentados a utilizar políticas comerciales,
macroeconómicas, financieras o cambiarias para lograr
determinados objetivos económicos nacionales -como lograr
fines mercantilistas o retrasar el ajuste de desequilibrios
internos o externos- que pueden dañar los resultados
económicos de otros países. En ausencia de
disciplinas y cooperación multilaterales, la
adopción de medidas de retorsión por los
países que resultan afectados negativamente puede
desembocar en inestabilidad y perturbaciones en las relaciones
económicas internacionales, con consecuencias
desfavorables para todos los países.

Pero para que esa acción
colectiva a nivel mundial sea aceptable para todas partes debe
ser el resultado de un proceso de consultas basado en la
participación plena, voluntaria y en condiciones de
igualdad de todas las partes interesadas. La percepción de
que las disciplinas multilaterales tienen un alcance
excesivamente amplio y limitan el logro de los objetivos
legítimos de desarrollo nacional depende en grado elevado
de las características estructurales y el nivel de
desarrollo de la economía de cada país. No existe
un único punto de
equilibrio cuantificable entre las disciplinas multilaterales
y la autonomía de la política nacional que pueda
aplicarse a todos los países o a todas las esferas de
actividad económica.

El régimen multilateral de comercio administrado por
la
Organización Mundial del Comercio contribuye a la
certidumbre y previsibilidad del comercio internacional, ya que
ofrece un marco para la realización ordenada y regulada
del comercio internacional, con frenos y contrapesos, arbitraje
de las diferencias entre Estados y determinación de las
sanciones aplicables. Ese régimen ha sufrido presiones
cada vez más intensas para ampliar el número de
sectores regulados por disciplinas multilaterales y avanzar hacia
el establecimiento de un marco regulatorio homogéneo. Sin
embargo, es improbable que esos cambios puedan tener
suficientemente en cuenta las asimetrías existentes entre
los diferentes agentes de la economía
mundial. A fin de evitar una parálisis de las
negociaciones multilaterales, que tendría consecuencias
negativas sobre los avances sustanciales que las disciplinas
multilaterales en el ámbito del comercio internacional han
logrado hasta ahora, el régimen de comercio multilateral
debe ser por completo no excluyente y tener un grado suficiente
de flexibilidad para acomodar los intereses y necesidades de
todos sus miembros.

¿Cómo puede
progresar el régimen multilateral de comercio?

Habrá que llevar a cabo más deliberaciones y
negociaciones para explorar la gama de opciones existentes de
establecimiento de un nuevo marco o nuevas directrices de la OMC
en relación con el trato especial y diferenciado.
Convendría, probablemente, que esa labor partiera del
reconocimiento de que el trato especial y diferenciado aplicable
a los países en desarrollo tiene como objeto corregir los
desequilibrios estructurales más que el otorgamiento de
concesiones. Desde esa perspectiva, y en el espíritu de
una asociación mundial para el desarrollo, los
países desarrollados deberían convenir en el
establecimiento de un nuevo marco o de nuevas directrices en
relación con el trato especial y diferenciado sin recibir
concesión alguna a cambio.

Las diferencias entre los países en sus
características estructurales o en sus planteamientos de
política económica pueden ser tenidas en cuenta de
dos modos. El primero es adoptar un enfoque específico
respecto de cada país que dé a los países
miembros la opción de no aplicar determinadas normas y
compromisos, dependiendo de sus prioridades nacionales concretas.
Esta flexibilidad permitiría a los países en
desarrollo reivindicar cierta libertad en la aplicación de
las disciplinas multilaterales de modo consecuente con la
política de logro de los objetivos de desarrollo que tenga
cada uno de ellos. La principal desventaja de ese criterio es que
daría como resultado un régimen de comercio con
múltiples categorías, lo que violaría la
norma básica de no discriminación y complicaría la
adhesión al régimen vigente basado en el consenso.
Asimismo, ese criterio corre el riesgo de provocar una
proliferación de acuerdos específicos, con
disciplinas que podrían ir más allá del
alcance deseado por los países en desarrollo durante un
número elevado de años. Conforme a ese criterio los
países que elijan no aplicar determinadas normas no
disfrutarán de las ventajas de las disciplinas
multilaterales vigentes y quizás no puedan renegociarlas
una vez que decidan firmar un acuerdo específico.

El segundo modo es adoptar un enfoque específico
respecto de cada país que establezca criterios para la
concertación de acuerdos individuales en los que se
establecerían las bases para determinar si los
países miembros podrían no aplicar durante un
período limitado de tiempo las disciplinas negociadas.
Como en el caso del primer modo, la elección de este
segundo modo establecería una diferenciación entre
los países en desarrollo, pero en este caso la
diferenciación se basaría en criterios objetivos.
Los criterios utilizados y los niveles concretos elegidos se
establecerían en negociaciones en que se
determinaría un equilibrio entre las necesidades de un
país y el posible daño
infligido a otros miembros al no aplicarse la norma
correspondiente.

Esos modos de diferenciación se han reseñado con
el único objetivo de indicar algunas soluciones
posibles. Las deliberaciones y negociaciones multilaterales
pueden muy bien ofrecer otras soluciones, pero independientemente
de la opción que se elija, es necesario que se tenga
presente la amplia disparidad de características
estructurales y de planteamientos de política
económica que existen entre los numerosos países
miembros de la OMC, así como la consiguiente necesidad de
una mayor flexibilidad.

Asimetrías en
la gobernanza económica mundial

Para lograr un equilibrio apropiado entre dar espacio a las
políticas nacionales y respetar las disciplinas y
compromisos internacionales no sólo es necesario reforzar
la dimensión de desarrollo del sistema multilateral de
comercio sino también mejorar la gobernanza mundial de las
relaciones monetarias y financieras internacionales. En la
actualidad, ese equilibrio no está asegurado debido sobre
todo a dos asimetrías. La primera es que, contrariamente a
la estructura
institucional existente en el comercio internacional, los
acuerdos monetarios y financieros vigentes en el plano
internacional no están integrados en un sistema
multilateral basado en normas que aplique una serie concreta de
principios
básicos a todos los participantes. Esta asimetría
tiene efectos negativos particularmente fuertes sobre los
países en desarrollo, porque las políticas
monetarias y financieras nacionales que los países
persiguen de modo egoísta pueden tener efectos mucho
más perjudiciales que los provocados por las
políticas de comercio o relacionadas con el comercio. La
segunda asimetría es que las normas y compromisos
multilaterales que regulan las relaciones económicas
internacionales son, en términos jurídicos,
igualmente vinculantes para todos los participantes, mientras
que, en términos económicos, adolecen de un sesgo
favorable a tener en cuenta de modo primordial las necesidades de
los países desarrollados.

Conjuntamente, esas dos asimetrías dan como resultado
normas y prácticas internacionales que están
dirigidas a aumentar la integración
económica en una serie de sectores fundamentales para
los intereses y prioridades de los países desarrollados, y
a reducir el grado de libertad de las políticas
económicas nacionales en sectores fundamentales para la
industrialización y la convergencia económica de
los países en desarrollo. De ese modo, en términos
cualitativos, y desde la perspectiva del desarrollo, el alcance
de las disciplinas multilaterales en la realidad vigente de la
gobernanza económica mundial parece ser excesivamente
reducido en el ámbito de las relaciones monetarias y
financieras internacionales, mientras que puede ser excesivamente
amplio en el ámbito del comercio internacional.

Esto es así debido a que el rápido avance de
la
globalización en las relaciones monetarias y
financieras no ha ido acompañado de una
transformación igualmente rápida de las normas y
disciplinas monetarias y financieras internacionales. Sobre todo,
el sistema actual carece de acuerdos institucionales para hacer
que se aplique la disciplina
multilateral en materia de tipos de cambio. Hasta principios de
los años setenta, el sistema de Bretton Woods obligaba a
los bancos centrales a intervenir en los mercados cambiarios a
fin de mantener dentro de un margen estrecho la estabilidad del
tipo de cambio y de limitar los movimientos especulativos de
capitales a corto plazo que se habían demostrado tan
perjudiciales en el período de entreguerras. Mediante el
establecimiento de bandas estrechas de fluctuación del
tipo de cambio, el sistema de Bretton Woods limitaba la capacidad
de los gobiernos para manipular los tipos de cambio de sus
monedas. Estos arreglos institucionales permitían al
sistema mantener un equilibrio entre la autonomía de la
política nacional por una parte y las disciplinas
multilaterales, por otra. El sacrificio de la autonomía
monetaria formal se veía compensado por la estabilidad en
los mercados financieros y por una mayor previsibilidad en el
comercio internacional y en las decisiones conexas relativas a
las inversiones en capital fijo.

El Convenio Constitutivo del FMI
contenía disposiciones para que los países miembros
pudieran llevar a cabo modificaciones de los tipos de cambio a
fin de prevenir o corregir los desequilibrios de sus balanzas de
pagos sin tener que recurrir a medidas "perniciosas para la
prosperidad nacional o internacional" (art. 1). En muchos casos
esas medidas iban acompañadas de recursos financieros
suficientes para que los países afectados pudieran hacer
frente a sus obligaciones, lo que permitía suavizar las
presiones del ajuste. Sin embargo, a raíz de la
desaparición del sistema de Bretton Woods de
regulación de los tipos de cambio, el equilibrio entre la
financiación y el ajuste en las situaciones de crisis se
fue perdiendo gradualmente. La provisión de liquidez para
permitir a los países hacer frente a sus dificultades en
los pagos era a menudo insuficiente, a la vez que el FMI
comenzaba a imponer amplios requisitos de ajuste de las
políticas macroeconómicas e incluso
estructurales.

En la actualidad, el FMI puede intervenir en la
política cambiaria de un país únicamente
sí ese país solicita apoyo financiero del Fondo,
quedando entonces sujeto a la condicionalidad del FMI. Por el
contrario, en los casos en que se celebran negociaciones sobre
los tipos de cambio de las monedas más importantes, dichas
negociaciones se llevan a cabo fuera del FMI, principalmente en
las reuniones del Grupo de los
Siete o en conversaciones bilaterales entre los principales
países industrializados. De hecho, la institución
encargada de promover la estabilidad de los tipos de cambio y de
prevenir un desequilibrio excesivo y prolongado en los pagos no
tiene capacidad para imponer disciplinas válidas en
relación con las políticas de los países que
son responsables de los mayores desequilibrios externos y cuya
volatilidad en materia de tipos de cambio tiene las más
amplias repercusiones -negativas- sobre la economía
internacional. La supervisión de las políticas llevada
a cabo por el FMI está limitada principalmente a sus
miembros más pobres, que deben solicitar recursos
financieros al Fondo debido a que carecen de acceso a fuentes de
financiación privadas, y, ocasionalmente, a las
economías de mercado
emergentes que sufren perturbaciones en los mercados financieros
y crisis financieras. Como resultado de esto, la mayor parte de
los ajustes en caso de desequilibrios externos se concentra en un
grupo de países en desarrollo y de países en
transición, a pesar de que la fuente de esos
desequilibrios puede encontrarse en el mundo desarrollado.

La falta de un marco financiero que funcione bien en una
economía globalizada hace necesario el establecimiento de
un nuevo método multilateral de regulación del
precio internacional más importante: el tipo de cambio.
Hace falta disponer de una institución nueva o reformada
que cree un sistema de tipos de cambio estables a fin de dar
mayor previsibilidad al intercambio comercial, sobre la base de
un trato más simétrico de todos los países
que sean miembros de ella. El objetivo principal de esa
institución sería evitar crisis financieras
sistémicas mediante una estrecha vigilancia de los
desequilibrios comerciales y de los desajustes de los tipos de
cambio tanto en los países con superávit como en
los países con déficit. Separar las decisiones de
supervisión de las decisiones de provisión de
fondos financieros y asignar las primeras a una autoridad
independiente podría mejorar su calidad, legitimidad y
repercusión".

Supachai Panitchpakdi

Secretario General de la UNCTAD

Anexo: Las "obras" de
ayer

Los "jíbaros" del Fondo Monetario
Internacional las llaman: "Partidas Informativas"

Las "serpientes encantadoras de hombres" de Wall Street (tanto
monta, monta tanto) los llaman "fundamentals".

Ustedes, pueden llamarlas como quieran: fotografía, analítica,
radiografía, resonancia magnética,
tomografía computada…

Humildemente, prefiero optar por: "dura realidad". Indicadores
como palabras… (que es de lo que se trata).

Comparando la tasa media de crecimiento anual del Producto
Interior Bruto (PIB real), en
los periodos 1980-1990 y 1990-1999, puede observarse que en Asia
Oriental, Europa & Asia
Central, han resultado más altos en el primer tramo de la
serie; en América
Latina & Caribe, Oriente Medio & Norte de África y
África Subsahariana han resultado más altos en el
segundo tramo de la serie. En Asia Meridional, no se registran
variaciones en el ritmo de crecimiento en ambos periodos.

En los Países de Ingreso Alto y en los Países de
Ingreso Medio y Bajo, los ritmos medios de
crecimiento anual registrados son más altos en el periodo
1980-1990, que en el periodo 1990-1999.

Se agregan los datos correspondientes al periodo 1990-2001 a
efectos comparativos.

En un trabajo titulado: "Desarrollo
económico: del Consenso al Post-Consenso de Washington
y más allá, de abril de 2003, el Profesor de
Economía de la Universidad
Complutense de Madrid,
Francisco Bustelo, realiza el siguiente comentario:

"Hacia mediados del decenio de los noventa ya parecían
claras algunas insuficiencias de los resultados prácticos
del Consenso de Washington. La aplicación, de la mano del
FMI, de los postulados del Consenso a la transición desde
la planificación central a la economía
de mercado (en Rusia y en los
países de Europa Central y Oriental, PECO) no había
tenido precisamente resultados positivos. En América
Latina y el Caribe, pese a una indudable recuperación, el
ritmo de crecimiento no fue lo bastante alto como para reducir
sustancialmente la pobreza.
Además, la crisis financiera mexicana de 1994-95,
registrada en un país que hasta entonces había sido
alabado como el alumno más brillante y aventajado de las
instituciones financieras internacionales, puso en solfa las
pretendidas bondades del Consenso. Basta un simple vistazo a las
cifras de variación del PIB per cápita en varias
regiones del Tercer Mundo y en Rusia en 1991-95, en
comparación con las correspondientes al 1974-1990, para
darse cuenta que las zonas en las que se aplicaron más
nítidamente las recomendaciones del Consenso registraron
tasas negativas (Europa Central y Oriental, así como toda
África) o bien positivas pero bajas (América Latina
y el Caribe). Por el contrario, las que se mantuvieron al margen,
como Asia Oriental y, en menor medida, Asia Meridional, crecieron
de manera sostenida e incluso espectacular. Finalmente, las
graves crisis asiáticas de 1997-98 acabaron de dar la
puntilla a un enfoque que había insistido mucho en la
liberalización financiera como requisito esencial del
desarrollo"…

Continúa el Profesor Bustelo: "Podría
argumentarse que, desde mediados de los años noventa, las
cosas han cambiado sustancialmente en la economías en
transición y en América Latina. Sin embargo, ese no
es precisamente el caso, como se ilustra en el cuadro anterior,
que compara la evolución del PIB per cápita en
1991-2000 con la del periodo 1981-1990.

A principios del siglo XXI, las dos percepciones que
había a mediados de los años noventa han seguido
siendo tales. El fracaso de los procesos de transición en
los PECO -con la posible excepción de Polonia- y en la
Federación Rusa, que ha contrastado con los buenos
resultados de China y Vietnam (que nunca se adhirieron al
Consenso), ha sido, en perspectiva, evidente. Los resultados
insatisfactorios en América Latina se han mantenido y si
cabe se han acentuado con lo que la CEPAL ha llamado la "media
década perdida" (1995-2000). En cuanto a las
economías emergentes tras las crisis asiáticas, se
han producido nuevas crisis financieras en Turquía
(2000-2001) y en Argentina (2001-2002), lo que ha dado más
argumentos, si cabe, a quienes defienden posiciones
críticas con el Consenso de Washington.

Mas en general, los últimos años noventa fueron
un período en el que parecía surgir un nuevo
consenso a la importante idea de que el mercado, siendo
condición necesaria para el desarrollo (como atestiguaron
el fracaso sin paliativos de la planificación central y el
éxito de China en la introducción -aunque paulatina- de
mecanismos de mercado), no era ni mucho menos condición
suficiente. La versión más moderada del Consenso de
Washington (el enfoque favorable al mercado) insistía sin
embargo en que el Estado se
debía limitar a sustentar o apoyar (en ningún caso
a corregir o sustituir) al mercado. El Post-Consenso, sin
embargo, empezó a difundir la idea de que el Estado
debía crear mercados, corregir imperfecciones de los
existentes e incluso distorsionar deliberadamente algunos de
ellos para acelerar el crecimiento
económico y el desarrollo"…

A efectos comparativos, se presenta una serie
cronológica más ampliada, con el desagregado entre
Países de Ingreso Medio y Países de Ingreso Bajo, y
con la inclusión y exclusión de China en los datos
correspondientes al Asia Central.

Como puede observarse, en la serie ampliada, sólo en el
caso de la agrupación de Países de Ingresos Bajos y
en Asia Meridional, los resultados comparativos favorecen al
periodo 1990-1998. En América Latina & Caribe el
promedio de crecimiento anual del periodo 1965-1988 y 1990-1998
coinciden.

Del cuadro anterior surge que mientras los 20 países
más pobres han visto mejorado su producto bruto
interno per cápita un 25,94% en el comparativo
2000-2002 con 1960-1962, los 20 países más ricos
han alcanzado una mejora equivalente al 183,25% en el mismo
período.

Como puede observarse en el cuadro anterior, África
Sub-Sahariana, Oriente Medio y África del Norte, y
América Latina & Caribe son los "grandes perdedores"
del proceso de globalización económica.

  • África Sub-Sahariana tiene una pérdida
    equivalente al 42,42% en la evolución del ingreso
    regional per cápita como porcentaje del ingreso per
    cápita promedio de los países miembros de la
    OCDE, en dólares constantes, comparando 2001 con
    1980.
  • Oriente Medio y África del Norte tiene una
    pérdida equivalente al 30,93%.
  • América Latina & Caribe tiene una pérdida
    equivalente al 28,89%.

Como puede observarse el ratio de desempleo empeora
en las Economías en transición (46,03%), Este de
Asia (37,50%), América Latina & Caribe (15,94%) y
Sudeste de Asia (61,54%), en el comparativo del año 2003
con el año 1993.

El ratio de crecimiento anual del PIB supera al ratio de
crecimiento de la población activa en todas las regiones, en
el comparativo 2003 – 1993; aunque las diferencias más
significativas: Economías industrializadas (212,50%),
Economías en transición (300%), Este de Asia
(538,46%), Sur de Asia (139,13%) y Sudeste de Asia (83,33%),
contrastan con la baja performance de América Latina &
Caribe (13,04%), Oriente Medio & Norte de África
(6,06%) y África Sub-Sahariana (3,57%).

Los datos anteriores alcanzan mayor significación si se
comparan con el crecimiento total a nivel mundial (94,44%).

Este cuadro permite apreciar las "marcadas" diferencias de
gastos en el
sector social por países agrupados según ingresos,
como porcentaje del PIB (Social Situation 2005).

Mientras los países de altos ingresos aplican el
equivalente al 27,3%, los países de altos ingresos medios
aplican el 19,2%, los países de bajos ingresos medios
aplican el 14,5%, los países de bajos ingresos sólo
aplican el 11,5%. Al margen de las magnitudes absolutas (no es lo
mismo aplicar un porcentaje sobre el PIB de los países de
altos ingresos que aplicar el mismo porcentaje sobre el PIB de
los países de bajos ingresos, las magnitudes relativas
"alarman" (aunque no sorprenden).

La diferencia relativa entre lo asignado por los países
de altos ingresos (27,3%) y los de bajos ingresos (11,5%)
representa un 137,37% menos de gastos en el sector social como
porcentaje del PIB.

(Dada la importancia del mismo se traduce, parcialmente, el
comentario específico ofrecido en el informe de las
Naciones
Unidas)

Un análisis de la base de datos
correspondiente a las desigualdades en los ingresos mundiales
(world income inequality database -WIID- en el original) indica
que la desigualdad interna respecto a los ingresos de los
países se elevó (aumentó) entre la
década del 50" y la del 90" en 48 de los 73 países
con información disponible suficientemente confiable.
Juntos, estos 48 países representan el 59% de la
población total de los países incluidos en el
análisis. En los inicios de la década de los 80",
29 de los 73 países tenían un coeficiente de Gini
superior a 0,35 – 0,40, el umbral más allá del cual
el crecimiento y alivio (mitigación) de la pobreza puede ser
percibido sensiblemente; pero en la segunda mitad de la
década de los 90" el número de países con
altos niveles de desigualdad de ingresos había subido a
48.

La desigualdad interior de los países quedó
relativamente constante en 16 países de los que
participaron en el estudio, aunque los datos sugieren que la
situación ha empeorado en 3 de ellos durante los
últimos años de la década.

Sólo 9 de los países incluidos en el
análisis han registrado una disminución en la
desigualdad de los ingresos entre la década del 50" y la
década del 90"; incluyéndose en este grupo a los
siguientes: Bahamas, Francia,
Alemania,
Honduras, Jamaica, Malasia, Filipinas, República de Corea
y Túnez.

La desigualdad en los ingresos internos de los países
ha aumentado en muchos países en desarrollo y en un
"sorprendente" gran número de países
industrializados…

Un análisis comparativo de los ratios de pobreza en el
Mundo y las principales Regiones, China e India
considerando el porcentaje de la población, que
vivían en 1981 y en 2001 con ingresos menores a US$ 1 por
día, permite observar lo siguiente:

Comparando la variación habida entre 1981 y 1990 y
entre 1990 y 2001,

. A nivel mundial presenta una mejora (M) equivalente a
un 30% en el comparativo 1990 y 2001 y una mejora (M) equivalente
a un 25% en el comparativo 1990 y 2001.

. Este de Asia & Pacífico presenta una (M)
equivalente a un 48,28% en el comparativo 1990 y 2001 y una (M)
equivalente a un 50% en el comparativo 1990 y 2001.

. Europa & Asia Central no presenta cambio en el
comparativo 1990 y 2001 y presenta un empeoramiento (E)
equivalente a un 400% en el comparativo 1990 y 2001.

. América Latina & Caribe presenta un (E)
equivalente a un 10% en el comparativo 1990 y 2001 y una (M)
equivalente a un 9,10% en el comparativo 1990 y 2001.

. Oriente Medio & Norte de África presenta
una (M) equivalente a un 60% en el comparativo 1990 y 2001 y no
presenta cambio (S/C) en el comparativo 1990 y 2001.

. Sur de Asia presenta una (M) equivalente a un 21,15%
en el comparativo 1990 y 2001 y una (M) equivalente a un 24,39%
en el comparativo 1990 y 2001.

. África Subsahariana presenta un (E)
equivalente a un 7,14% en el comparativo 1990 y 2001 y un (E)
equivalente a un 4,44% en el comparativo 1990 y 2001.

. China presenta una (M) equivalente a un 48,44% en el
comparativo 1990 y 2001 y una (M) equivalente a un 48,48% en el
comparativo 1990 y 2001.

. India presenta una (M) equivalente a un 22,22% en el
comparativo 1990 y 2001 y una (M) equivalente a un 16,67% en el
comparativo 1990 y 2001.

Un análisis comparativo de los ratios de pobreza en el
Mundo y las principales Regiones, China e India considerando el
porcentaje de la población, que vivían en 1981 y en
2001 con ingresos menores a US$ 2 por día, permite
observar lo siguiente:

Comparando la variación habida entre 1981 y 1990 y
entre 1990 y 2001,

. A nivel mundial presenta una mejora (M) equivalente a
un 8,96% en el comparativo 1990 y 2001 y una mejora (M)
equivalente a un 13,11% en el comparativo 1990 y 2001.

. Este de Asia & Pacífico presenta una (M)
equivalente a un 17,65% en el comparativo 1990 y 2001 y una (M)
equivalente a un 32,86% en el comparativo 1990 y 2001.

. Europa & Asia Central no presenta cambio en el
comparativo 1990 y 2001 y presenta un empeoramiento (E)
equivalente a un 400% en el comparativo 1990 y 2001.

. América Latina & Caribe presenta un (E)
equivalente a un 3,70% en el comparativo 1990 y 2001 y una (M)
equivalente a un 10,71% en el comparativo 1990 y 2001.

. Oriente Medio & Norte de África presenta
una (M) equivalente a un 27,59 % en el comparativo 1990 y 2001 y
presenta un (E) equivalente a un 9,52% en el comparativo 1990 y
2001.

. Sur de Asia presenta una (M) equivalente a un 3,37%
en el comparativo 1990 y 2001 y una (M) equivalente a un 10,47%
en el comparativo 1990 y 2001.

. África Subsahariana presenta un (E)
equivalente a un 2,74% en el comparativo 1990 y 2001 y un (E)
equivalente a un 2,67% en el comparativo 1990 y 2001.

. China presenta una (M) equivalente a un 17,05% en el
comparativo 1990 y 2001 y una (M) equivalente a un 35,62% en el
comparativo 1990 y 2001.

. India presenta una (M) equivalente a un 4,44% en el
comparativo 1990 y 2001 y una (M) equivalente a un 6,98% en el
comparativo 1990 y 2001.

Un análisis comparativo de los ratios de pobreza en el
Mundo y las principales Regiones, China e India considerando la
cantidad de población, que vivían en 1981 y en 2001
con ingresos menores a US$ 1 por día, permite observar lo
siguiente:

Comparando la variación habida entre 1981 y 1990 y
entre 1990 y 2001,

. A nivel mundial presenta una mejora (M) equivalente a
un 17,64% en el comparativo 1990 y 2001 y una mejora (M)
equivalente a un 9,52% en el comparativo 1990 y 2001.

. Este de Asia & Pacífico presenta una (M)
equivalente a un 40,70% en el comparativo 1990 y 2001 y una (M)
equivalente a un 39,83% en el comparativo 1990 y 2001.

. Europa & Asia Central presenta un (E) equivalente
a un 200% en el comparativo 1990 y 2001 y presenta un (E)
equivalente a un 900 en el comparativo 1990 y 2001.

. América Latina & Caribe presenta un (E)
equivalente a un 36,11% en el comparativo 1990 y 2001 y un (E)
equivalente a un 3,85% en el comparativo 1990 y 2001.

. Oriente Medio & Norte de África presenta
una (M) equivalente a un 33,33% en el comparativo 1990 y 2001 y
presenta un (E) equivalente a un 16,67% en el comparativo 1990 y
2001.

. Sur de Asia presenta una (M) equivalente a un 2,74%
en el comparativo 1990 y 2001 y una (M) equivalente a un 7,36% en
el comparativo 1990 y 2001.

. África Subsahariana presenta un (E)
equivalente a un 38,41% en el comparativo 1990 y 2001 y un (E)
equivalente a un 39,21% en el comparativo 1990 y 2001.

. China presenta una (M) equivalente a un 40,85% en el
comparativo 1990 y 2001 y una (M) equivalente a un 43,47% en el
comparativo 1990 y 2001.

. India presenta una (M) equivalente a un 6,54% en el
comparativo 1990 y 2001 y una (M) equivalente a un 0,56% en el
comparativo 1990 y 2001.

Un análisis comparativo de los ratios de pobreza en el
Mundo y las principales Regiones, China e India considerando la
cantidad de población, que vivían en 1981 y en 2001
con ingresos menores a US$ 2 por día, permite observar lo
siguiente:

Comparando la variación habida entre 1981 y 1990 y
entre 1990 y 2001,

. A nivel mundial presenta un empeoramiento (E)
equivalente a un 8,32% en el comparativo 1990 y 2001 y un (E)
equivalente a un 3,05% en el comparativo 1990 y 2001.

. Este de Asia & Pacífico presenta una (M)
equivalente a un 4,62% en el comparativo 1990 y 2001 y una (M)
equivalente a un 22,58% en el comparativo 1990 y 2001.

. Europa & Asia Central presenta un (E) equivalente
a un 15% en el comparativo 1990 y 2001 y presenta un (E)
equivalente a un 404,35% en el comparativo 1990 y 2001.

. América Latina & Caribe presenta un (E)
equivalente a un 26,26% en el comparativo 1990 y 2001 y un (E)
equivalente a un 2,40% en el comparativo 1990 y 2001.

. Oriente Medio & Norte de África presenta
una (M) equivalente a un 1,92% en el comparativo 1990 y 2001 y
presenta un (E) equivalente a un 37,25% en el comparativo 1990 y
2001.

. Sur de Asia presenta un (E) equivalente a un 16,69%
en el comparativo 1990 y 2001 y un (E) equivalente a un 11,06% en
el comparativo 1990 y 2001.

. África Subsahariana presenta un (E)
equivalente a un 32,64% en el comparativo 1990 y 2001 y un (E)
equivalente a un 35,08% en el comparativo 1990 y 2001.

. China presenta una (M) equivalente a un 32,64% en el
comparativo 1990 y 2001 y una (M) equivalente a un 28% en el
comparativo 1990 y 2001.

. India presenta un (E) equivalente a un 16,03% en el
comparativo 1990 y 2001 y un (E) equivalente a un 29,92% en el
comparativo 1990 y 2001.

Un análisis comparativo de la evolución de la
Estructura del comercio en el periodo 1990-1999 y 1990-2003, con
respecto a la Importación y Exportación de bienes
y servicios por
niveles de desarrollo, regiones económicas y niveles de
ingresos, permite destacar los siguientes resultados (los
cálculos comparativos se efectúan sobre los datos
del año 1990 según la actualización de los
mismos publicada en 2005):

. Países en desarrollo: variación de las
importaciones (90-99) aumentan un 12,5%, (90-03) aumentan un
37,5%.

. Países en desarrollo: variación de las
exportaciones
(90-99) aumentan un 16%, (90-03) aumentan un 40%.

. Países menos adelantados: variación de
las importaciones (90-99) aumentan un 27,27%, (90-03) aumentan un
36,36%.

. Países menos adelantados: variación de
las exportaciones (90-99) aumentan un 38,46%, (90-03) aumentan un
69,23%.

. Estados Árabes: variación de las
importaciones (90-99) disminuyen un 21,05%, (90-03) disminuyen un
21,05%.

. Estados Árabes: variación de las
exportaciones (90-99) disminuyen un 10,53%, (90-03) disminuyen un
5,26%.

. Asia Oriental & Pacífico: variación
de las importaciones (90-99) aumentan un 21,88%, (90-03) aumentan
un 50%.

. Asia Oriental & Pacífico: variación
de las exportaciones (90-99) aumentan un 36,36%, (90-03) aumentan
un 57,58%.

. América Latina & Caribe: variación
de las importaciones (90-99) aumentan un 20%, (90-03) aumentan un
40%.

. América Latina & Caribe: variación
de las exportaciones (90-99) disminuyen un 5,88%, (90-03)
aumentan un 41,18%.

. Asia Meridional: variación de las
importaciones (90-99) aumentan un 30%, (90-03) aumentan un
38,46%.

. Asia Meridional: variación de las
exportaciones (90-99) aumentan un 36,36%, (90-03) aumentan un
54,55%.

. África Subsahariana: variación de las
importaciones (90-99) aumentan un 19,23%, (90-03) aumentan un
26,92%.

. África Subsahariana: variación de las
exportaciones (90-99) aumentan un 7,41%, (90-03) aumentan un
22,22%.

. Europa Oriental y la CEI: variación de las
importaciones (90-99) aumentan un 50%, (90-03) aumentan un
42,31%.

. Europa Oriental y la CEI: variación de las
exportaciones (90-99) aumentan un 62,96%, (90-03) aumentan un
37,04%.

. Países de Desarrollo
Humano Medio: variación de las importaciones (90-99)
aumentan un 25%, (90-03) aumentan un 40%.

. Países de Desarrollo Humano Medio:
variación de las exportaciones (90-99) aumentan un 35%,
(90-03) aumentan un 55%.

. Países de Desarrollo Humano Bajo:
variación de las importaciones (90-99) disminuyen un
3,45%, (90-03) aumentan un 27,59%.

. Países de Desarrollo Humano Bajo:
variación de las exportaciones (90-99) disminuyen un
22,22%, (90-03) aumentan un 25,93%.

. Países de Ingreso Medio: variación de
las importaciones (90-99) aumentan un 23,81%, (90-03) aumentan un
42,86%.

. Países de Ingreso Medio: variación de
las exportaciones (90-99) aumentan un 31,82%, (90-03) aumentan un
50%.

. Países de Ingreso Bajo: variación de
las importaciones (90-99) aumentan un 52,94%, (90-03) aumentan un
41,18%.

. Países de Ingreso Bajo: variación de
las exportaciones (90-99) aumentan un 84,62%, (90-03) aumentan un
61,54%.

. Total Mundial: variación de las importaciones
(90-99) aumentan un 31,58%, (90-03) aumentan un 26,32%.

. Total Mundial: variación de las exportaciones
(90-99) aumentan un 42,11%, (90-03) aumentan un 26,32%.

Comparando la variación existente entre la Razón
de la deuda externa con
respecto del PIB desde 1992 a 2001, se puede observar lo
siguiente:

. Para el conjunto de Países en desarrollo la
relación presenta una mejora equivalente al 3,10%, en el
periodo considerado.

. Para África la relación presenta un
empeoramiento equivalente al 2,58%, en el periodo
considerado.

. Para África al Sur del Sahara la
relación presenta un empeoramiento equivalente al 9,71%,
en el periodo considerado.

. Para América la relación presenta un
empeoramiento equivalente al 20,44%, en el periodo
considerado.

. Para Asia la relación presenta una mejora
equivalente al 19,55%, en el periodo considerado.

. Para Asia, excluidos China e India, la
relación presenta una mejora equivalente al 19,31%, en el
periodo considerado.

. Para Oriente Medio y Europa la relación
presenta un empeoramiento equivalente al 6,55%, en el periodo
considerado.

Ruego a ustedes que me permitan finalizar esta serie de datos
"incontestables" e suficientemente elocuentes, como para acallar
a los más perseverantes "bastardos de Voltaiare" (John
Ralston Saul), repitiendo un cuadro utilizado en un Paper
anterior: "La insoportable levedad de los "modelos" del
FMI" (Desmontando a Anne Krueger, vicedirectora del Fondo
Monetario Internacional), publicado el 18/3/05:

(En su momento decía al respecto) Siempre que veo en
la
televisión o en los periódicos a Anne Krueger
no puedo dejar de pensar en el personaje de la "torturadora" de
la película "Pascualino Siete Bellezas", filmada en 1976,
dirigida por Lina Wertmüller, con la genial actuación
de Giancarlo Giannini, y ganadora de un Oscar.

Mezcla del General Schwarzkopf (el héroe de la Tormenta
del Desierto, con Bush I), con Madeleine Albrigth (The spiritual
patron of the disaster in Kosovo, secretaria de Estado del
presidente Clinton. La de los "cojounes", sic).

Combinación de Margaret Thatcher (heroína de
tantas batallas, que pierdo la cuenta) con Condy Rice (la de las
armas de
destrucción masiva, halcón de la Guerra de
Iraq,
secretaria de Estado con Bush II).

Demolition Woman. La Dama de Hierro del
capitalismo
salvaje. La Princesa de las Tinieblas de la banca
internacional. Látigo de herejes. Santa Patrona de los
Apóstoles del Fondo. Inspiradora de escribas, fariseos y
corifeos. Profeta del pensamiento
único. Tsunami de los países en desarrollo.

En este caso (espero poderlo demostrar), "la montaña se
estremeció y al final parió un
ratón"…

El Working Paper del Fondo Monetario Internacional, con la
autoría de Andrew Berg y Anne Krueger, intenta contestar
la pregunta: Cómo es de importante la política
comercial para la reducción de la pobreza?

Entre los párrafos "sin desperdicio" que ustedes
encontrarán en la traducción (resumida) que se presenta al
inicio del artículo (Piso Cero), está el siguiente:
"Como conclusión sobre la tendencia de la apertura a
incrementar los ingresos, nosotros sugerimos que si los
países pobres se abrieran más, la pobreza
podría caer"…

En el Cuadro anterior se ha utilizado el mismo listado de
países "seleccionados" en el IMF Working Paper (WP/03/03),
titulado "Trade, Growth, and Poverty: A Selective Survey", de
febrero 2003, cuyos autores son Andrew Berg y Anne Krueger, al
que oportunamente dediqué el Paper señalado.

Para contestar al IMF Working Paper he intentado, por
rigurosidad metodológica (aunque sin ignorar la caprichosa
-y sospechable- selección
de los países investigados por los autores), ampliar la
información estadística de los mismos, de cara a
constatar que "no todo lo que reluce es oro".

Al margen del muestreo elegido
(contestando al original), he tratado de "cuantificar" y
"cualificar" a los que "se mueren a las puertas del
Paraíso".

¿Liberación unilateral? Mentiras arriesgadas. Un
librecambio que no existe"…

Aclarado el "origen" del listado de países
"beneficiados" por la liberalización del comercio, veamos
algunas de las consecuencias representadas por las Tendencias del
Índice de Desarrollo Humano:

Comparando la variación del Índice de Desarrollo
Humano de los países seleccionados entre 1980 y 1990 y
entre 1990 y 2000 (ó 2002, cuando el dato anterior no
existe, lo cual debería favorecer el cotejo sobre la
base), tenemos que:

. En 20 de los 35 países seleccionados, con
datos estadísticos disponibles, la evolución del
Índice de Desarrollo Humano ha tenido un mayor incremento
en el periodo 1980-1990, que en el periodo 1990-2000, a pesar que
en 12 de los 35 se han utilizado los datos correspondientes al
año 2002 para efectuar las comparaciones.

. En 15 de los 35 países seleccionados, con
datos estadísticos disponibles, la evolución del
Índice de Desarrollo Humano ha tenido un mayor incremento
en el periodo 1990- 2000, que en el periodo 1980-1990, aunque en
12 de los 35 se han utilizado los datos correspondientes al
año 2002 para efectuar las comparaciones.

 

 

 

Autor:

Economista Ricardo Lomoro

España, Las Palmas de Gran Canaria, Diciembre de
2007

El economista Ricardo Lomoro publica en Internet sus ensayos como
aporte al debate de
ideas  acerca de:

Globalización Económica –
Contestación a la teología de mercado – problemas
globales, soluciones pendientes – Antiglobalización – El
fin de la e-volución? – Los daños ocultos del
librecambio – Latinoamérica: los pasos perdidos -Recreación
de debates virtuales entre clásicos de la
economía.

Otros trabajos del autor pueden encontrarse en
www.realidadeconomica.com

Partes: , 2, 3, 4 >

Partes: 1, 2, 3, 4
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter