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Globalización y desigualdad: el "dogma" que no fue (página 3)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

(Aclaratorio sobre el día y hora de la muerte del
Consenso de Washington, aunque hacía ya tiempo que
estaba en el "Corredor de la Muerte":
Según se constaba en el Comunicado de Prensa de la
UNCTAD, el contenido del Informe no
podía ser citado ni resumido por los medios de
información impresos, radiodifundidos,
televisados o electrónicos antes de las 17.00 horas (hora
media de Greenwich) del 31 de agosto de 2006)

En el Apartado: Responso, decía:

Resulta suficientemente aceptado que un economista es aquel
que sabrá mañana por qué no sucedió
aquello que predijo ayer.

Por cultura
(temperamento), por ambición, por amor a la
paradoja, por despecho y porque sí, por ansias de
destacar, sorprender y violentar, los
tecnócratas-burócratas del Fondo Monetario
Internacional, del Banco Mundial,
de la
Organización Mundial del Comercio, de
la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo
Económico…(la lista es más amplia), son
la quintaesencia del intelectual que en otra época se
hubiese apuntado a una ideología radical de derecha
(últimamente llamada neoconservadora o neoliberal).

Su liberalismo
es, pues, un liberalismo provocador, plagado de gestos, de
paradojas, un liberalismo incómodo, contradictorio,
asimétrico, falaz, sesgado, parcial, incompleto y, a
regañadientes, pero liberalismo al fin (o al uso).

Estos "apóstoles"
(tecnócratas-burócratas) sabían, desde el
principio, que el Consenso de Washington era un "dogma" de
Washington S.A. (los "profetas"), pero nunca un "consenso".
Además, tampoco les interesaba. Consensuar con los
"vasallos" (serviles y genuflexos) es algo que no entra en su
cultura, y mucho menos en su ambición. Ordeno y mando.
¡Señor, sí Señor!

Sus "escribas" y "pastores" (los "titiriteros") -John
Williamson & Compañía-, unas veces por exceso
de teorización, otras por ignorancia supina o
indiferencia, muchas por "estómago agradecido", pero nunca
(nunca) por pragmatismo,
experiencia local, humanidad, compasión, generosidad o
misericordia, "decalogaron" el "dogma" fabricando una economía sin "salida de emergencia".

Los filósofos del caos de Washington,
responsables de lo que se suponía que era la
destrucción creativa, que produciría el desarrollo
económico de forma espontánea, no habían
tenido en cuenta la posibilidad de una crisis. No
tenían estrategia de
salida.

El grupo
neoconservador quería dirigir el mundo, pero el proyecto no ha
funcionado. La realidad es otra. La idea de la proyección
de poder es
irrelevante. Aunque nadie (al menos entre los "profetas",
"apóstoles" y "escribas"), está dispuesto a decir
que todo se ha acabado. Por lo menos, por ahora.

De esas "pompas" a estas "circunstancias".

Lo que tenía que pasar pasó, y lo único
-constatable- que quedó, después del fracaso
estruendoso es que el neoliberalismo
termina siendo una esquizofrenia.

El descalabro de las terapias de choque y del "big bang". El
final -imaginable- de las fórmulas económicas
uniformes. El colofón -debido- de los refinados modelos
econométricos desplegados por la economía
neoclásica. El fin -previsible- de los "paradigmas".
La consecuencia -pronosticable- del "fundamentalismo" del
mercado y de
las ideologías "simplistas".

¿Podemos llamarlo "Confusión de Washington" o
sencillamente el "derivado" de la soberbia y la arrogancia de la
"receta única" o de las "teorías
generales"?

La última petulancia de los gurús de mano
única. Entre la esquizofrenia y la debilidad doctrinal, ni
vencieron, ni convencieron.

¿Podemos decir -soñar- que es el fin de la
"ideología de los amos"?

Algo, al menos está claro: el neoliberalimo no
funcionó. El modelo de los
noventa fracasó. Pero todavía no emergió con
claridad uno nuevo.

Por ahora, lo único verificable, pese al sacrificio
devenido, es que no hay plan, ni mercado
y que los únicos actores emergidos son los que se amparan
en una institucionalidad informal corrupta. Todo un
récord.

Mientras, tal vez, haya que irse acostumbrando que "hay que
vivir sin "ismos", porque en la búsqueda de la verdad vale
más seguir el propio camino que la ruta marcada por otros"
(Gao Xingjian, Premio Nobel).

No hay "segunda generación de reformas" (ni consenso de
Washington II, ni Consenso de Washington "plus", ni Agenda de
Washington II, ni Agenda Neoliberal II, ni "El Ladrillo" II).

Nuestra ciencia reina
de la economía está "desnuda". Los "deslumbrantes"
modelos econométricos desplegados por la economía
neoclásica resultan abstrusos, ahistóricos y
asociales, sin tiempo ni lugar. Expresan una visión
reduccionista e ignorante del proceso
político.

Se acabaron los "dogmas" de fe. Se acabó aquello (de)
que lo que es bueno para Washington (S.A.), es bueno para el
resto del mundo y viceversa.

Para el hombre de
la calle de un país en desarrollo lo que importa no es el
incremento del producto bruto
interno, sino poseer un empleo estable
que le permita llevar una vida decente y, de modo creciente, un
empleo fuera del sector agrícola. Los empleos -los buenos
empleos- ofrecen la mejor vía hacia el desarrollo para las
naciones pobres.

La clave para reducir la pobreza en los
países pobres es el proceso llamado desarrollo de las
capacidades productivas. El desarrollo de las capacidades
productivas no será un resultado automático de la
acción
exclusiva de las fuerzas de mercado, sino de la interacción entre la iniciativa
empresarial, las políticas
del sector
público y la acción internacional.

Para desarrollar las capacidades productivas deben concebirse
estrategias
específicas por país que mitiguen los principales
obstáculos a la inversión, al progreso tecnológico y
al cambio
estructural. Estas estrategias no serán las mismas en
todos los países.

El planteamiento de la reducción de la pobreza a
través de la producción y el empleo no es totalmente
nuevo. Pero se diferencia mucho de la orientación actual
de las políticas destinadas a reducir la pobreza.

Un planteamiento orientado a la producción y el empleo
incluiría un mayor gasto social y esfuerzos por expandir
el comercio. Sin embargo, también se aumentaría la
ayuda a los sectores productivos y se tomarían medidas
para promover las actividades no transables y obtener productos
nacionales que puedan sustituir eficientemente a una variedad de
importaciones.

Pero los economistas e ideólogos del consenso de
Washington ya están afinando la argumentación del
fracaso y las nuevas instituciones
que les permitan mantener sus puestos de trabajo.

Las elites empresarias internacionales ya han tomado nota del
final de un ciclo de acumulación salvaje y se apresuran a
diseñar modelos alternativos bajo su control, con el
objetivo de
mantener la tasa de ganancia en niveles razonables en lo que han
asumido como un periodo defensivo.

Estamos en el "fin de una época" en que lo viejo no
acaba de morir y lo nuevo aún no ha nacido…

Del Anexo: Las "obras" de ayer, se destacan los
primeros ocho Cuadros:

(Se mantiene la numeración del original)

Los "jíbaros" del Fondo Monetario Internacional las
llaman: "Partidas Informativas"

Las "serpientes encantadoras de hombres" de Wall Street (tanto
monta, monta tanto) los llaman "fundamentals".

Ustedes, pueden llamarlas como quieran: fotografía, analítica,
radiografía, resonancia magnética,
tomografía computada…

Humildemente, prefiero optar por: "dura realidad". Indicadores
como palabras… (que es de lo que se trata).

Comparando la tasa media de crecimiento anual del Producto
Interior Bruto (PIB real), en
los periodos 1980-1990 y 1990-1999, puede observarse que en
Asia Oriental,
Europa & Asia
Central, han resultado más altos en el primer tramo de la
serie; en América
Latina & Caribe, Oriente Medio & Norte de África y
África Subsahariana han resultado más altos en el
segundo tramo de la serie. En Asia Meridional, no se registran
variaciones en el ritmo de crecimiento en ambos periodos.

En los Países de Ingreso Alto y en los Países de
Ingreso Medio y Bajo, los ritmos medios de crecimiento anual
registrados son más altos en el periodo 1980-1990, que en
el periodo 1990-1999.

Se agregan los datos
correspondientes al periodo 1990-2001 a efectos comparativos.

En un trabajo titulado: "Desarrollo económico: del
Consenso al Post-Consenso de Washington y más allá,
de abril de 2003, el Profesor de
Economía de la Universidad
Complutense de Madrid,
Francisco Bustelo, realiza el siguiente comentario:

"Hacia mediados del decenio de los noventa ya parecían
claras algunas insuficiencias de los resultados prácticos
del Consenso de Washington. La aplicación, de la mano del
FMI, de los
postulados del Consenso a la transición desde la planificación central a la economía
de mercado (en Rusia y en los
países de Europa Central y Oriental, PECO) no había
tenido precisamente resultados positivos. En América
Latina y el Caribe, pese a una indudable recuperación, el
ritmo de crecimiento no fue lo bastante alto como para reducir
sustancialmente la pobreza. Además, la crisis financiera
mexicana de 1994-95, registrada en un país que hasta
entonces había sido alabado como el alumno más
brillante y aventajado de las instituciones financieras
internacionales, puso en solfa las pretendidas bondades del
Consenso. Basta un simple vistazo a las cifras de
variación del PIB per cápita en varias regiones del
Tercer Mundo y en Rusia en 1991-95, en comparación con las
correspondientes al 1974-1990, para darse cuenta que las zonas en
las que se aplicaron más nítidamente las
recomendaciones del Consenso registraron tasas negativas (Europa
Central y Oriental, así como toda África) o bien
positivas pero bajas (América Latina y el Caribe). Por el
contrario, las que se mantuvieron al margen, como Asia Oriental
y, en menor medida, Asia Meridional, crecieron de manera
sostenida e incluso espectacular. Finalmente, las graves crisis
asiáticas de 1997-98 acabaron de dar la puntilla a un
enfoque que había insistido mucho en la
liberalización financiera como requisito esencial del
desarrollo"…

Continúa el Profesor Bustelo: "Podría
argumentarse que, desde mediados de los años noventa, las
cosas han cambiado sustancialmente en la economías en
transición y en América Latina. Sin embargo, ese no
es precisamente el caso, como se ilustra en el cuadro anterior,
que compara la evolución del PIB per cápita en
1991-2000 con la del periodo 1981-1990.

A principios del
siglo XXI, las dos percepciones que había a mediados de
los años noventa han seguido siendo tales. El fracaso de
los procesos de
transición en los PECO -con la posible excepción de
Polonia- y en la Federación Rusa, que ha contrastado con
los buenos resultados de China y
Vietnam (que nunca se adhirieron al Consenso), ha sido, en
perspectiva, evidente. Los resultados insatisfactorios en
América Latina se han mantenido y si cabe se han acentuado
con lo que la CEPAL ha llamado la "media década perdida"
(1995-2000). En cuanto a las economías emergentes tras las
crisis asiáticas, se han producido nuevas crisis
financieras en Turquía (2000-2001) y en Argentina
(2001-2002), lo que ha dado más argumentos, si cabe, a
quienes defienden posiciones críticas con el Consenso de
Washington.

Mas en general, los últimos años noventa fueron
un período en el que parecía surgir un nuevo
consenso a la importante idea de que el mercado, siendo
condición necesaria para el desarrollo (como atestiguaron
el fracaso sin paliativos de la planificación central y el
éxito
de China en la introducción -aunque paulatina- de
mecanismos de mercado), no era ni mucho menos condición
suficiente. La versión más moderada del Consenso de
Washington (el enfoque favorable al mercado) insistía sin
embargo en que el Estado se
debía limitar a sustentar o apoyar (en ningún caso
a corregir o sustituir) al mercado. El Post-Consenso, sin
embargo, empezó a difundir la idea de que el Estado
debía crear mercados,
corregir imperfecciones de los existentes e incluso distorsionar
deliberadamente algunos de ellos para acelerar el crecimiento
económico y el desarrollo"…

A efectos comparativos, se presenta una serie
cronológica más ampliada, con el desagregado entre
Países de Ingreso Medio y Países de Ingreso Bajo, y
con la inclusión y exclusión de China en los datos
correspondientes al Asia Central.

Como puede observarse, en la serie ampliada, sólo en el
caso de la agrupación de Países de Ingresos Bajos y
en Asia Meridional, los resultados comparativos favorecen al
periodo 1990-1998. En América Latina & Caribe el
promedio de crecimiento anual del periodo 1965-1988 y 1990-1998
coinciden.

Del cuadro anterior surge que mientras los 20 países
más pobres han visto mejorado su producto bruto interno
per cápita un 25,94% en el comparativo 2000-2002 con
1960-1962, los 20 países más ricos han alcanzado
una mejora equivalente al 183,25% en el mismo período.

Como puede observarse en el cuadro anterior, África
Sub-Sahariana, Oriente Medio y África del Norte, y
América Latina & Caribe son los "grandes perdedores"
del proceso de globalización económica.

  • África Sub-Sahariana tiene una pérdida
    equivalente al 42,42% en la evolución del ingreso
    regional per cápita como porcentaje del ingreso per
    cápita promedio de los países miembros de la
    OCDE, en dólares constantes, comparando 2001 con
    1980.
  • Oriente Medio y África del Norte tiene una
    pérdida equivalente al 30,93%.
  • América Latina & Caribe tiene una pérdida
    equivalente al 28,89%.

Como puede observarse el ratio de desempleo empeora
en las Economías en transición (46,03%), Este de
Asia (37,50%), América Latina & Caribe (15,94%) y
Sudeste de Asia (61,54%), en el comparativo del año 2003
con el año 1993.

El ratio de crecimiento anual del PIB supera al ratio de
crecimiento de la población activa en todas las regiones, en
el comparativo 2003 – 1993; aunque las diferencias más
significativas: Economías industrializadas (212,50%),
Economías en transición (300%), Este de Asia
(538,46%), Sur de Asia (139,13%) y Sudeste de Asia (83,33%),
contrastan con la baja performance de América Latina &
Caribe (13,04%), Oriente Medio & Norte de África
(6,06%) y África Sub-Sahariana (3,57%).

Los datos anteriores alcanzan mayor significación si se
comparan con el crecimiento total a nivel mundial (94,44%).

Este cuadro permite apreciar las "marcadas" diferencias de
gastos en el
sector social por países agrupados según ingresos,
como porcentaje del PIB (Social Situation 2005).

Mientras los países de altos ingresos aplican el
equivalente al 27,3%, los países de altos ingresos medios
aplican el 19,2%, los países de bajos ingresos medios
aplican el 14,5%, los países de bajos ingresos sólo
aplican el 11,5%. Al margen de las magnitudes absolutas (no es lo
mismo aplicar un porcentaje sobre el PIB de los países de
altos ingresos que aplicar el mismo porcentaje sobre el PIB de
los países de bajos ingresos, las magnitudes relativas
"alarman" (aunque no sorprenden).

La diferencia relativa entre lo asignado por los países
de altos ingresos (27,3%) y los de bajos ingresos (11,5%)
representa un 137,37% menos de gastos en el sector social como
porcentaje del PIB.

En abril de 2007, publiqué el Ensayo:

Fusiones y Adquisiciones Transfronterizas (FAS)

– Del "oligopolio" al
"monopolio"

– Los "pescadores" de activos
creados

En el Apartado: Las salidas de inversiones
directas al exterior (IED) y su impacto en la inversión
interna
, decía:

Feldstein (1995) realizó este análisis para un grupo de 15 países
de la OCDE en las décadas de los setenta y ochenta, y
encontró que por cada dólar de inversión
directa que salía de los países, la
inversión interna se reducía aproximadamente en un
dólar, existía, por tanto, una relación
sustitutiva entre ambas variables.
Esta relación sustitutiva entre la inversión en el
exterior y la inversión doméstica era consistente
con la formulación Felstein-Horioka (1980) sobre la
segmentación de los mercados de capital, ya
que la caída de inversión doméstica no se
financiaba con la entrada de capitales exteriores.

Desai, Foley y Hines (2005) realizaron, en primer lugar, un
ejercicio similar al de Feldstein con un grupo de países
de la OCDE más amplio y obtuvieron resultados similares;
en segundo lugar, llevaron a cabo el análisis del efecto
de las inversiones de las multinacionales americanas sobre la
inversión interna de las propias empresas
multinacionales en Estados Unidos, y
los resultados mostraron algo muy diferente: que los años
en los que las empresas invierten fuertemente en el exterior
realizan también importantes inversiones en el mercado
doméstico.

El análisis al nivel de las empresas mostraba, por
tanto, resultados que diferían de los obtenidos con un
enfoque de equilibrio
general. En el caso de España
(como se verá más adelante), el análisis
transversal muestra un
resultado similar al obtenido por Feldstein y por Desai, Foley y
Hines; sin embargo a partir de un análisis de series
temporales con el mismo modelo de Feldstein se obtiene que las
inversiones españolas en el exterior no causan un efecto
negativo sobre la inversión doméstica, al tiempo
que la entrada de inversiones directas del exterior contribuye a
aumentar la inversión doméstica. Estos resultados
contrastan con los obtenidos para los casos de Japón,
Suiza y Canadá que se presentan como contrapunto.

En un Documento de Trabajo publicado por Alfredo Arahuetes
García y Aurora García Domonte, en el Real
Instituto Elcano, en diciembre de 2006, se preguntan:
¿qué se puede afirmar en el caso español?

Los autores señalan que "el fenómeno de las
inversiones directas españolas en el exterior
adquirió una destacada importancia en los años
noventa y ha conservado su intensidad hasta la actualidad. El
ciclo de los años noventa se caracterizo por la
concentración de las inversiones en los países de
América Latina y en segundo término en los
principales países de la Unión Europea. En los
años dos mil, la Unión
Europea se ha convertido en la principal área de
destino de las inversiones españolas, y America Latina se
ha situado en segundo lugar. El fenómeno de las
inversiones directas en el exterior adquirió una
dimensión tal que España, en 1997, pasó de
receptor neto a ser un país inversor neto. Esta nueva
posición, ha coincidido con una cierta
desaceleración de la entrada de inversiones directas al
país, y es el proceso que despierta más interés en
los "policymakers" y en la opinión pública en la
actualidad, por la relación directa con el proceso de
globalización de la producción y, en éste,
de la deslocalización y la externalización, y sus
efectos sobre la estructura
productiva y el empleo.

Algunos aspectos destacables (para los fines del presente
trabajo), con carácter general, del documento
señalado, son:

… "Las inversiones en actividades financieras, telecomunicaciones, energía
eléctrica, gas y agua,
infraestructuras, turismo y otros servicios y
pesca,
están movidas por la búsqueda de nuevos mercados;
por tanto no supone la reducción de la actividad
económica en el mercado doméstico, aunque bien
podrían detraer recursos
dedicados a la inversión interna; y las que se realizan en
petróleo y gas y, en menor medida, en
pesca, buscan materias primas o recursos que se encuentran en el
país…

Feldstein (1995) se preguntó por la relación
entre la inversión doméstica -la formación
bruta de capital fijo- y las inversiones directas realizadas y
recibidas por los países. Es decir, ¿cuál es
el impacto sobre la inversión doméstica del aumento
de los flujos de inversiones directas en el exterior -realizadas
tanto mediante nuevas inversiones (greenfield), como a
través de adquisición de empresas, nuevas
aportaciones a filiales o préstamos de la matriz a la
filial-? y ¿cuál es el impacto de la entrada de
inversiones directas del exterior sobre la formación de
capital fijo en el país receptor?

Feldstein señalaba también que la falta de
información no permitía llevar a cabo un
análisis desagregado que diese respuesta a las preguntas:
¿cuál es el impacto de las inversiones directas de
las empresas en el exterior sobre las inversiones de las empresas
en el mercado doméstico? Y complementariamente,
¿cuál es el efecto de la entrada de inversiones
directas sobre la formación de capital fijo de las
empresas en el país?

Pero Feldstein consideraba que, aunque fuese posible realizar
el análisis al nivel de las empresas se requeriría,
en cualquier caso, un análisis más amplio que
mostrase los efectos sobre la formación de capital fijo en
términos agregados.

Por tanto, su propuesta consistió en estudiar el efecto
de las salidas y entradas de flujos de inversiones directas sobre
la formación de capital fijo de los países desde
una perspectiva macroeconómica de equilibrio general.

Los resultados mostraron que los flujos de fondos de IED en el
exterior ejercen un efecto negativo sobre la inversión
doméstica. La salida de IED apenas se compensa con la
entrada de inversiones de cartera u otros flujos, es más,
para el grupo de países analizados de la OCDE (15 para la
década de los setenta y 18 para la década de los
ochenta) y por tanto, para Estados Unidos se verificaba que por
cada dólar de salida de inversión directa se
reducía, aproximadamente en un dólar la
inversión; y por cada dólar que entraba de
inversión directa en los países la inversión
doméstica aumentaba en cerca de un dólar de los
setenta y algo menos de un dólar en los años
ochenta. Según estos resultados, existiría, por
tanto, una relación de sustitución entre la salida
de IED y la inversión doméstica y una
relación de complementariedad entre la entrada de IED y la
inversión interna…

Según los autores del Documento de Trabajo citado
(Arahuetes García y García Domonte): Para la
década de los noventa el modelo es significativo al 84%.
El coeficiente de ahorro bruto
respecto al PIB de 0,57, con un alto grado de precisión,
es inferior al verificado en las dos décadas anteriores y,
por tanto, algo alejado de la unidad lo que sugeriría una
menor segmentación entre el ahorro interno y el externo y
quizá una clara tendencia a una mayor integración financiera internacional,
aunque todavía lejos de la que se recoge en los manuales de
economía
internacional. En este caso, se refleja un declive en la
correlación entre el ahorro bruto y la inversión
bruta similar al apuntado por Feldstein y Bachetta (1991), si
bien la relación entre ambas variables sigue siendo
importante toda vez que un dólar adicional de ahorro bruto
está asociado con algo más de 50 centavos de
inversión bruta. Sin embargo, una menor correlación
entre el ahorro bruto y la inversión doméstica es
un indicador relevante de la mayor movilidad internacional de
capitales.

En el período conjunto noventa-primeros años dos
mil la significación del modelo es inferior a la
registrada para el período conjunto de las dos
décadas anteriores, apenas 41%. La estimación, sin
embargo presenta rasgos modificados respecto a las décadas
anteriores. El ahorro bruto registra un coeficiente de 0,43 con
alta precisión, por tanto muy inferior al de las
décadas anteriores, quizá confirmando una mayor
integración financiera internacional y alejándose
de la elevada segmentación demostrada por Feldstein y
Horioka (1980); el coeficiente de las salidas de IED es -0,62 por
lo que seguiría mostrando la existencia de una
relación de sustitución entre inversión
doméstica y salidas de IED, si bien de menor
entidad…

Estimaciones para los grupos de 20 y 26
países de la OCDE en los ochenta, los noventa y conjunta
en los ochenta y noventa y su comparación con los
resultados de Desai, Foley y Hines (2005):

Los resultados obtenidos para este grupo más amplio de
países ponen de relieve la
validez de las conclusiones formuladas por Feldstein (1995): el
ahorro bruto está asociado al nivel de la inversión
doméstica, si bien se observa una tendencia decreciente a
medida que aumenta el grado de integración financiera
entre las economías; los flujos de IED en el exterior
influyen de manera negativa en la inversión
doméstica, de forma que 1 dólar de IED en el
exterior reduce en 1 dólar la inversión
doméstica; y los flujos de entrada de IED contribuyen a
aumentar la inversión doméstica en una
relación de 50 centavos de aumento de la inversión
interna por cada dólar de entrada de IED…

Feldstein (1995) determina el patrón de
financiación de la IED no bancaria de Estados Unidos en el
exterior hasta finales de los años ochenta y obtiene que:
de cada dólar invertido en el exterior 20 centavos
proceden de aportaciones de capital de las matrices de
las filiales, 18 centavos son beneficios repatriados y
reinvertidos por las propias filiales, y los restantes 62
centavos tienen su origen fuera de Estados Unidos puesto que son
recursos procedentes de aportaciones de capital de otras fuentes
externas distintas de la empresa matriz
y endeudamiento en los mercados internacionales de las filiales.
La aplicación combinada del resultado del análisis
transversal de los países de la OCDE y el patrón de
financiación americano le permiten concluir que por cada
dólar de IED no bancaria en el exterior la
inversión doméstica en Estados Unidos se reduce
entre 20 y 38 centavos. O de forma equivalente, cada dólar
de capital doméstico desplazado en Estados Unidos el
"stock" de capital de las filiales americanas no bancarias en el
exterior se incrementa entre 2,6 y 5 dólares…

Conclusiones (del Documento de Trabajo presentado por
Arahuetes García y García Domonte)

Los resultados proporcionados por el análisis
transversal para los 15 países seleccionados de la OCDE,
confirman, con ciertos matices, los obtenidos por Feldstein
(1995) de la siguiente forma:

  • El coeficiente del ahorro interno es siempre positivo, lo
    que confirma que un aumento de ahorro genera un aumento de la
    inversión, de la misma forma que al contrario; pero su
    evolución en las últimas décadas muestra
    lo que ya habían apuntado Feldstein y Bacchetta (1991),
    que la relación entre ambas variables se está
    debilitando pero, aún así, sigue siendo
    importante toda vez que un dólar adicional de ahorro
    bruto está asociado con algo más de 50 centavos
    de inversión bruta.
  • El coeficiente de la salida de inversión directa es
    siempre negativo, evidenciando la correlación inversa
    que existe entre la salida de inversiones directas fuera de los
    países y la inversión doméstica. Esta
    relación de sustitución se verifica en todos los
    períodos analizados, lo que confirma el resultado de
    Feldstein.
  • El coeficiente de la entrada de inversión directa es
    siempre positivo, pero su evolución es descendente, por
    lo que cabe afirmar que un dólar de entrada de IED
    contribuye al aumento de la inversión doméstica
    en 0,5 centavos.

La estimación del modelo transversal para los grupos de
20 y 26 países de la OCDE, similares a los analizados por
Desai, Foley y Hines (2005), confirma, con la única
diferencia de las entradas de IED, los resultados anteriores. El
ahorro bruto está asociado a la inversión
doméstica, si bien se observa una tendencia decreciente en
el coeficiente que pone de relieve el aumento del grado de
integración financiera entre las economías; los
flujos de IED en el exterior influyen de manera negativa en la
inversión doméstica, de forma que 1 dólar de
IED en el exterior reduce en 1 dólar la inversión
doméstica; y los flujos de entrada de IED contribuyen a
aumentar la inversión doméstica en una
relación de 50 centavos de aumento de la inversión
interna por cada dólar de entrada de IED, mientras que el
análisis de Desai, Foley y Hines (2005) era indistinguible
de cero.

El análisis del caso español se amplió
mediante la adopción
del modelo de Feldstein sólo que realizando una
aplicación de series temporales. Se han desarrollado dos
modelos: (a) con tres variables, ahorro doméstico, salida
de IED y entradas de IED; y (b) con cinco variables, ahorro
doméstico, salida de IED, entradas de IED, salida de otras
inversiones (inversiones de cartera) y entradas de otras
inversiones (también inversiones de cartera y otras
inversiones). Los resultados del modelo de tres variables muestra
que la IED en el exterior no tiene efecto en la inversión
doméstica, es decir que en el caso español no
existe relación de sustitución entre la
inversión directa en el exterior de las empresas
españolas y la inversión doméstica. El
ahorro bruto registra una tendencia similar a la apuntada por
Feldstein y Bacchetta, es decir una menor correlación
entre el ahorro bruto y la inversión doméstica,
aunque la relación entre ambas variables sigue siendo
importante puesto que un dólar adicional de ahorro bruto
está asociado con algo más de 50 centavos de
inversión bruta. Y de una manera más rotunda que en
la mayor parte de los análisis transversales, en el caso
español la entrada de inversiones extranjeras directas
contribuye a la inversión doméstica de manera
significativa, ya que 1 dólar de IED recibida contribuye a
un aumento de la inversión doméstica en una
cuantía similar.

Los resultados obtenidos en el caso español contratan
con los perfiles particulares, obtenidos también por la
aplicación del modelo de tres variables de series
temporales, para los casos de Japón, Suiza y
Canadá. En el caso de Japón y Suiza, en los que el
modelo de tres variables es altamente significativo, la
inversión doméstica se explica por completo por el
ahorro bruto, y tanto la IED de salida como la de entrada no
tiene ningún efecto significativo sobre la
inversión doméstica. En el caso de Canadá,
el modelo de tres variables tiene un grado de
significación mucho menor que el registrado en el caso de
Japón y Suiza, y las estimaciones muestran que la
inversión doméstica está asociada al ahorro
bruto apenas en torno a la mitad,
pero que ni las entradas de IED ni las salidas tienen efectos
destacables sobre la inversión doméstica.

Tanto en el caso de Canadá como en el de España
se aplicó un modelo ampliado de cinco variables. En ambos
casos el nuevo modelo mostró un elevado grado de
significación respecto al anterior y nuevos resultados. En
Canadá la inversión doméstica se explica por
las entradas de otras inversiones y de inversiones extranjeras
directas y en tercer lugar por el ahorro interno, en tanto que
las salidas de IED tienen un efecto muy reducido sobre el ahorro
doméstico. Este patrón reflejaría el alto
grado de integración financiera internacional de
Canadá. Un grado de integración financiera muy
similar al que se verifica en el caso de la economía
española, que muestra, sin embargo, un patrón
distinto en el modelo de cinco variables. La inversión
interna está estrechamente asociada a la entrada de IED, a
la entrada de otras inversiones y, en tercer lugar, al ahorro
interno; mientras que la salida de inversiones directas y de
otras inversiones muestra un efecto negativo sobre la
inversión doméstica muy reducido. El alto grado de
integración financiera internacional de la economía
española explica el hecho de que la importante salida de
inversiones directas desde principios de los años noventa
no haya tenido efectos negativos significativos sobre la
inversión interna…

En el Apartado: La distribución Mundial de la Riqueza de los
Hogares (¿Consecuencia de los "espermatozoides
lentos"?)
, decía:

Un nuevo estudio realizado por el Instituto Mundial para la
Investigación de Desarrollo
Económico de la Universidad de las Naciones Unidas
(ONU-WIDER),
presentado el 5 de diciembre de 2006, muestra que el 2% de los
adultos más rico en el mundo posee más de la mitad
de la riqueza global de los hogares.

El estudio, que es el más completo de riqueza personal
realizado a la fecha, también reporta que el 1% de adultos
más ricos posee el 40% de los activos globales en el
año 2000 y que el 10% de los adultos cuenta con el 85% del
total mundial. En contraste, la mitad más pobre de la
población adulta del mundo sólo es dueña del
1% de la riqueza global.

Los resultados de esta investigación muestran que un
adulto con US$ 2.200 en activos se ubica en la mitad superior de
la distribución para el año 2000. Para estar entre
el 10% más rico de los adultos en el mundo se requiere US$
61.000 en activos y más de US$ 500.000 para pertenecer en
la categoría del 1% más rico. Este último
grupo cuenta con 37 millones de miembros y, por tanto, no es un
club exclusivo a nivel mundial.

El estudio de UNU-WIDER es el primero en su tipo al cubrir
todos los países del mundo y los principales componentes
de la riqueza del hogar incluyendo activos y pasivos financieros,
tierra,
edificios y otras propiedades tangibles.

El co-autor James Davies, de la Universidad de Western
Ontario, comenta que "uno debe tener muy claro lo que significa
"riqueza" ya que en la conversación cotidiana este
término frecuentemente significa "ingreso monetario". En
otras ocasiones, economistas utilizan "riqueza" para referirse al
valor de los
recursos del hogar incluyendo habilidades humanas".

"Nosotros utilizamos el término en el sentido de valor
neto: el valor de los activos menos pasivos físicos y
financieros. En este respecto, la riqueza representa la propiedad de
capital. A pesar de que el capital es sólo una parte de
los recursos personales, se considera que tiene un impacto
desproporcionado en el bienestar del hogar y éxito
económico, y en sentido más amplio en crecimiento y
desarrollo económicos".

Los niveles de riqueza en diferentes países

Utilizando tipos de cambio, la riqueza global de los hogares
suma US$ 125 trillones en el año 2000, equivalente a tres
veces el valor total de la producción global (PIB) o a US$
20.500 per cápita. Teniendo en cuenta las diferencias en
el costo de vida en
los diferentes países esta cifra aumenta a US$ 26.000 per
cápita en dólares de paridad de poder
adquisitivo.

El mapa del mundo muestra la riqueza per cápita en los
distintos países. La riqueza per cápita en Estados
Unidos promedió US$ 144.000 en el año 2000 y US$
181.000 en Japón. En los países en vías de
desarrollo, India posee
activos per cápita de US$ 1.100 e Indonesia de US$
1.400.

Los niveles de riqueza varían considerablemente entre
países. Incluso entre el grupo de altos ingresos de las
naciones de la OECD los importes oscilan entre US$ 37.000 per
cápita en Nueva Zelanda a US$ 70.000 en Dinamarca y US$
127.000 en el Reino Unido.

La riqueza está sumamente concentrada en
Norteamérica, Europa y los países de altos ingresos
en el área de Asia-Pacífico. La población de
estas naciones posee colectivamente el 90% de la riqueza total
global.

A pesar de que en Norteamérica sólo habita el 6%
de la población adulta mundial, posee el 34% de la
riqueza. Europa y los países de altos ingresos en el
área de Asia-Pacífico también tienen una
riqueza desproporcional. En cambio, la participación en la
riqueza de los habitantes de África, China, India y otros
países de ingresos bajos en Asia es considerablemente
menor a su participación poblacional, en algunos casos por
un factor mayor a diez.

Este estudio revela que la riqueza está distribuida de
manera más desigual que el ingreso entre países.
Los países de altos ingresos tienden a poseer una
ración superior en riqueza mundial que en el PIB mundial.
Lo contrario sucede en las naciones de ingresos medios y bajos.
Sin embargo, las excepciones a la regla son por ejemplo los
países nórdicos y en transición tales como
la
República Checa y Polonia.

Los autores del estudio de UNU-WIDER explican que en los
países de Europea del Este: "la riqueza privada
está en aumento, pero no ha llegado a niveles muy altos.
Muy pocos hogares poseen activos tales como pensiones privadas y
seguros de
vida. En los países nórdicos, el sistema de
seguridad
social provee pensiones públicas generosas que pueden
deprimir la acumulación de riqueza".

La inequidad de la riqueza mundial

La concentración de la riqueza en los países
varía significativamente pero es en general alta. La
participación del 10% superior oscila entre el 40% en
China y el 70% en los Estados Unidos y es incluso más alta
en otros países.

El valor del coeficiente Gini, que mide la inequidad en una
escala de cero a
uno, es de 35% a 45% para la desigualdad del ingreso en la
mayoría de los países. En cambio, para la inequidad
de la riqueza el rango es de 65% a 75% y en algunos casos supera
el 80%.

Japón y Estados Unidos, dos economías de alta
riqueza muestran diferentes patrones de inequidad de la riqueza,
Japón con un Gini de riqueza de 55% y Estados Unidos con
un Gini de riqueza alrededor del 80%.

La desigualdad de la riqueza para el mundo es incluso
más alta. El estudio estima que el Gini de riqueza global
para adultos es del 89%. El mismo grado de inequidad es obtenido
si una persona en un
grupo de diez toma el 99% de la torta mientras que las otras
nueve comparten el 1% restante.

¿Dónde viven los ricos del mundo?

De acuerdo al estudio, casi la totalidad de los individuos
más ricos del mundo viven en Norteamérica, Europa y
los países ricos de Asia-Pacífico. Cada uno de
estos grupos de países representa alrededor de un tercio
de los miembros del segmento 10% más rico del mundo.

China ocupa la mayor parte de la segunda tercera parte de la
distribución de la riqueza global mientras que India,
África y los países de bajos ingresos
asiáticos dominan la tercera parte inferior.

Para todas las regiones en desarrollo del mundo, la
participación de la población excede la
participación de la riqueza global, que a su vez excede la
participación de los miembros de los grupos más
ricos.

Un pequeño número de países pertenecen al
10% de los más ricos en el mundo. Un cuarto es americano y
el otro 20% es japonés.

Estos dos países incluso figuran más
notoriamente en el 1% de individuos más ricos en el mundo
con el 37% residiendo en Estados Unidos y el 27% en
Japón.

De acuerdo a Anthony Shorrocks, la representación de un
país en el club de personas ricas depende de tres
factores: tamaño de la población, riqueza promedio
e inequidad de la riqueza.

"Estados Unidos y Japón se destacan debido a que tienen
poblaciones grandes y riquezas promedio elevadas. A pesar de que
Suiza y Luxemburgo tienen riquezas promedio altas, sus
poblaciones son pequeñas. China por otra parte falla entre
los super-ricos ya que su riqueza promedio es modesta y su
riqueza está distribuida de manera más equitativa
para estándares internacionales. Sin embargo, China es
probable que tenga residentes más ricos que lo que
nuestros datos revelan para el año 2000, y la
membresía en los superricos parece aumentar
rápidamente en la próxima década".

La composición de la riqueza de los hogares

El estudio de UNU-WIDER muestra importantes diferencias
internacionales en la composición de activos resultante de
distintas influencias en el comportamiento
de los hogares tales como estructura de mercado,
regulación y preferencias culturales.

Bienes raíces, en particular tierra y activos de
fincas, son más importantes en países en
vías de desarrollo. Esto refleja no sólo la mayor
importancia de la agricultura
sino también instituciones financieras inmaduras.

La investigación también revela diferencias
llamativas en los tipos de activos financieros. Cuentas de ahorro
son predominantes en las economías en transición y
en algunos países ricos asiáticos mientras que
acciones y
otros tipos de activos financieros son más evidentes en
los países ricos occidentales.

De acuerdo a los autores del estudio de UNU-WIDER, las cuentas
de ahorro son preferidas en países asiáticos debido
a que "al parecer existe una fuerte preferencia por liquidez y
falta de confianza en los mercados
financieros. Otros tipos de activos financieros son
más prominentes en países como el Reino Unido y
Estados Unidos que tienen sectores financieros bien desarrollados
y confían fuertemente en las pensiones privadas".

Sorprendentemente, la deuda de los hogares es relativamente
poco importante en países pobres. Los autores del estudio
comentan que "mientras los personas pobres en países
pobres están endeudadas, sus deudas son relativamente
pequeñas en total. Esta característica es debido a
la ausencia de instituciones financieras que permitan a los
hogares incurrir en hipotecas y préstamos personales como
es en el caso de los países ricos".

Los autores exponen que "muchas personas en países de
altos ingresos tienen un patrimonio
neto negativo -y paradójicamente- son los más
pobres en el mundo en términos de riqueza de hogares".

(El Instituto Mundial para la
Investigación de Desarrollo Económico de la
Universidad de las Naciones Unidas (World Institute for
Development Economics Research of the United Nations University,
UNU-WIDER) fue fundado en 1985. El instituto lleva a cabo
investigaciones multidisciplinarias y
análisis de políticas de cambios estructurales que
afectan las condiciones de vida de las personas más pobres
del mundo; provee un foro para interacción
profesional y promoción de políticas tendientes al
crecimiento robusto, equitativo y sostenible; y promueve el
fortalecimiento de la capacidad y entrena académicos y
oficiales gubernamentales en las disciplinas de diseño
de políticas sociales y económicas.)

Del Anexo II: Información estadística, se
presentan algunas Tablas de referencia:

(Se mantiene la numeración del original)

En septiembre y octubre de 2007, publiqué el
Paper:

La clase media y
su proceso de movilidad social descendente

Parte I: De "clase media" a "nuevos pobres"

En el Apartado: La realidad económica y la
"proletarización" de la clase media
, decía:

Últimamente se está hablando mucho de un informe
de 91 páginas publicado en enero por el Ministerio
británico que lleva por título "Global Strategic
Trends Programme 2007-2036. Como su nombre sugiere, se trata de
anticipar y combatir los riesgos para
el desarrollo de nuestro mundo globalizado y la estabilidad del
sistema internacional en los próximos 30 años,
enfocando con luz concentrada
la evolución probable de la economía y el
comportamiento de los diversos grupos
sociales.

El horizonte imaginado por los militares británicos es
tremebundo. Vislumbran una terrible amenaza que se cierne sobre
las clases medias occidentales, acosadas por un creciente
desorden social en sus hábitats urbanos, casi
destruídos por la violencia, la
ausencia de servicios y poblado por unos residentes envejecidos y
con pensiones cada vez más bajas. Sus hijos sólo
encuentran empleos precarios, en una competencia feroz
con inmigrantes asiáticos o africanos, mientras contemplan
que el poder y las riquezas en la sociedad
transnacional en la que viven son patrimonio de un elitista club
de ricos del que -sin posibilidad alguna de movilización-
han sido excluídos para siempre.

El contralmirante Chris Parry, coordinador del trabajo,
considera probable que las clases medias abandonen su actual
relativismo moral, que ya
no les rendirá beneficios, y abracen sistemas de
creencias más rígidos como el marxismo. Los
burgueses se reencarnarían en una inédita "clase
universal" capaz de transformar el orden social según sus
necesidades, sustituyendo al extinto proletariado de las antiguas
economías industriales.

La prospección de los militares británicos
analiza el comportamiento de las clases medias como un nuevo
poder insurgente estructurado a escala internacional y definido
por su posición socioeconómica y su acceso a la
sociedad del conocimiento.
Podrían, de esta forma, movilizar a sus simpatizantes de
manera espontánea e inesperada para las fuerzas del
orden.

A la vez que impulsa el nacimiento de clases medias en las
economías emergentes, la
globalización las está socavando en los
países industrializados. A escala global, según el
estudio prospectivo impulsado por el Ministerio de Defensa
británico, las clases medias se pueden ver distanciadas de
un grupo reducido muy rico, y esas diferencias hacerse más
explícitas "incluso para aquéllos que van a ser
materialmente más prósperos que sus padres y
abuelos". A más largo plazo, todas ellas pueden sentirse
amenazadas, con lo que las clases medias podrían
convertirse en revolucionarias, sustituyendo en ese papel al
proletariado en la tradicional visión de Marx, concluye
dicho estudio. No es descabellado.

Van a afrontar mayor desorden social y más violencia en
un entorno urbano de menor bienestar social y sistemas de
pensiones en crisis. La revolución
del "proletariado de clase media", como lo llama el estudio,
consistiría en que las clases medias del mundo se
unirían, haciendo uso de su acceso al conocimiento y sus
instrumentos, "para transformar los procesos transnacionales de
acuerdo con sus propios intereses de clase", es decir, para
construir "otra" globalización, aunque no esté
aún definida.

Estamos ante una pleamar de las clases medias a nivel global y
en esa revolución podrían participar las chinas,
que se cuentan en decenas o centenares de millones de personas, a
cuyos intereses ha respondido el régimen comunista
introduciendo en la Constitución y desarrollando por ley la propiedad
privada.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) observa por su parte el
efecto de la globalización sobre el mercado laboral y los
salarios. No es
que estos hayan bajado en términos absolutos, ni estemos
en un juego de suma
cero en el que lo que unos ganan con la globalización lo
pierden otros, porque como indica el estudio del Fondo, el
tamaño de la tarta de la economía ha aumentado.
Aunque las ganancias en productividad
también han empujado el peso relativo de los salarios a la
baja (un 8% desde 1980, la mayor parte desde 1990), casi todos
han ganado, si bien ha crecido también la desigualdad.

Con la entrada de China, India y la otrora Europa del Este,
Rusia incluída, en la economía global, se ha
multiplicado por cuatro la oferta global
de mano de obra efectiva. Es lo que Clyde Prestowitz, en un
libro famoso
llamó los "3.000 millones de nuevos capitalistas", que
hacen que el poder se desplace hacia Oriente. Pero también
éste y el Sur van a Occidente. El Fondo recuerda que los
países desarrollados no sólo importan más
productos y servicios de las economías emergentes, sino
también mano de obra: la fuerza laboral
de EEUU cuenta ahora con un 15% de inmigrantes, proporción
comparable a la de importaciones en relación con el
PIB.

Además, en las economías de los países
desarrollados se ha producido una precarización del
empleo, especialmente entre los más jóvenes y
también entre los hijos de las clases medias con
situaciones más fijas, además de entre los menos
cualificados. Esta precarización es la que está
detrás del aumento de algunos movimientos de extrema
derecha en países europeos. Y es la que puede contribuir a
que se cumpla el pronóstico del Ministerio de Defensa
británico. Pues, aunque sus integrantes vivan mejor, los
fundamentos de las clases medias occidentales -y de las bajas,
claro- se están viendo demediados.

La ONU proyecta que la población en edad laboral
aumente en el mundo en un 40% de aquí a 2050. O se
encuentra trabajo, especialmente en países que ya tienen
población joven, como África y América
Latina, o se convertirá en pasto de los radicales, con
efectos que estamos viendo estos días en Argel y en
Casablanca, después de Nueva York, Bali, Madrid y Londres,
por no contar los que se han evitado. Un radicalismo alimentado,
no sólo por los "malditos de esta tierra", sino
también por los que en sus países son, a menudo,
los "hijos frustrados de las clases medias".

En el Apartado: Bye bye middle class (la ausencia de
futuro)
, decía:

En su libro, "El fin de la clase media y el nacimiento de la
sociedad de bajo coste", Massimo Gaggi y Edoardo Narduzzi (Ed.
Lengua de
Trapo – 2006), sostienen:

Que la clase media está desapareciendo. Desde el siglo
XIX fue la clase social que mantuvo el dique
contrarrevolucionario y desempeñó un papel central
en el desarrollo y sostenimiento del crecimiento
económico. La clase media ha sido el caldo de cultivo de
los profesionales y de aquéllos que con su esfuerzo y sus
virtudes cívicas han contribuido al desarrollo de la
sociedad industrial. Señalan Máximo Gaggi,
subdirector del "Corriere della Sera", y Edoardo Narducci,
ensayista y empresario en
el sector de la alta tecnología, que el
Estado moderno es fruto de la voluntad política de la clase
media. Dicha clase encarna el espíritu del Estado de
Bienestar cuyos primeros pasos son fruto del empeño de
Bismarck a finales del siglo XIX. Sin embargo, es a finales de la
Segunda Guerra Mundial
cuando el gobierno
conservador de Winston Churchill se adhiere al Plan Beveridge y
crea una red de
servicios sociales que van desde la educación a la
sanidad pasando por el subsidio de paro y las
pensiones. Esta red constituye el gran
triunfo de una clase media que legitima el espacio
democrático para su desarrollo y una perspectiva
política que va más allá de los
nacionalismos y que prepara el terreno para lo que con los
años será la Unión Europea.

Tal como van mostrando Gaggi y Narducci a lo largo de estas
páginas, "en apenas medio siglo el mercado ha creado una
situación sustancialmente distinta". La presencia
ostentosa de nuevos ricos es cada vez mayor, y mayor es
también la sospecha de que su ingente dinero no es
únicamente fruto del funcionamiento del mercado sino
también de la evasión fiscal. A la
par que aumenta el número de millonarios se detecta un
aumento de los trabajadores no especializados y los pensionistas.
Pero ni ricos ni pobres son la causa del progresivo
debilitamiento que está sufriendo la clase media en
Europa. El fenómeno es más complejo, y para
exponerlo al lector, Gaggi y Naducci comienzan por trazar los
cuatro rasgos más característicos que jalonan la
pérdida de densidad de la
clase media.

El primero de ellos se concreta en la aparición de "una
aristocracia muy patrimonializada y acaudalada". Gran consumidora
de bienes, sus
miembros serían los vencedores de la ruleta de la innovación capitalista. El segundo rasgo
radica en la consolidación de una elite de
tecnócratas del conocimiento con rentas altas y con una
notable capacidad de consumo. Dicha
elite sería altamente inestable, casi nunca
alcanzaría a la aristocracia acaudalada y con frecuencia
caería hacia la clase baja. La tercera
característica del nuevo fenómeno social se
apreciaría en la aparición de "una sociedad
masificada de renta medio-baja", a la que los servicios de bajo
coste proporcionarían un acceso a bienes y servicios antes
reservados a clases más acomodadas. Ikea o los vuelos a
bajo coste ilustran a la perfección el consumo de esta
nueva sociedad masificada e indiferenciada. Por último, el
escenario de la desaparición de la clase media que
plantean Gaggi y Narducci se completa con una clase
"proletarizada" cuyo poder adquisitivo no iría más
allá de los bienes de primera necesidad. Maestros,
funcionarios de bajo nivel o divorciados formarían un
grupo cada vez más próximo a poblaciones emergentes
del Tercer Mundo.

La transformación social jalonada por las cuatro
señales
que para los autores marcan el desleimiento de la clase media, no
sería, a pesar de todo, decisiva si no fuera porque el
doble papel que jugaba la clase media no se hubiera ido al
garete. Por un lado, su papel moderador, tanto del comunismo como
del capitalismo
más brutal y competitivo. Un capitalismo, añadamos
nosotros, que ya no sería el del modelo renano sino el de
ciertas prácticas anglosajonas. Por otra parte,
habría que añadir la incapacidad de la clase media
para mantener un nivel óptimo de demanda
adicional de bienes de consumo capaces de garantizar
economías de escala. Desaparecida la lucha de clases y
globalizado el mercado, los productos se hacen infinitos e
interclasistas. De este modo las empresas pueden recuperar en los
mercados de Brasil o China
las ventas
perdidas en Alemania o
Italia

En opinión de Gaggi y Narducci, el contraste entre una
economía en plena expansión y la expansión
de amplias masas de gente empobrecida no significa una
contradicción sino una muestra más de lo que
está ocurriendo. Cada vez son más numerosas las
enfermeras a domicilio en Estados Unidos que cobran ocho
dólares a la hora o cocineros que ganan siete, lo que
viene a sumar mil o mil doscientos euros al mes. Cifra con la que
se puede sobrevivir si no se tienen hijos, se vive en una
población barata o se goza de una excelente salud que no requiera, por
ejemplo, gastos de dentista. (En Estados Unidos, el número
de personas sin cobertura sanitaria, excepto la básica y
gratuita asegurada por el servicio
público, sigue creciendo. En 2005 era de cuarenta y cinco
millones de ciudadanos). Si a ese sueldo le añadimos un
poco más, entonces ya se puede entrar en los servicios de
bajo coste. Skype, Wal-Mart o Ryanair ejemplifican las nuevas
empresas que coronan al consumidor de
nueva generación y que nada tiene que ver con el comprador
de Ferrari, Bang and Olufsen, Versace o Cartier.

El progresivo adelgazamiento de la clase media no ha seguido,
para nuestros autores, un proceso homogéneo. Su
transformación se ha adaptado a tres modelos. El primero
estaría representado por la sociedad norteamericana. Un
ámbito caracterizado por una considerable movilidad social
y por la polarización de rentas y patrimonios. El segundo
correspondería al modelo escandinavo. Alta calidad del
servicio público y formas de flexibilidad del mercado de
trabajo, en un ámbito social en el que la distancia entre
las rentas más altas y más bajas no resulta
desmesurada. El tercer modelo se incardina en las sociedades
asiáticas emergentes. Singapur, Taiwán y algunas
ciudades chinas ilustran espacios sociales caracterizados por sus
élites poderosas, tan bien descritas por Charles Wright
Mills, superpuestas a una clase "unificada y conforme" espacios
en los que las reglas se imponen desde arriba respetando, eso
sí, la tradición. Para los autores en ninguno de
estos tres contextos existe la clase media. El desarrollo
económico es intenso y va acompañado de una
reorientación de valores y de
estilos de vida nuevos.

Tras describir un mundo en el que la clase media se derrumba
-la Unión Europea resiste a la baja el desmoronamiento de
lo que fue su columna vertebral-, Gaggi y Narducci tratan de
plantear un boceto de lo que será el gobierno de la
sociedad posclase media. Tarea que ellos mismos reconocen
difícil porque con una realidad social cada vez más
magmática mejorar para todos las condiciones de vida y la
igualdad de
oportunidades es de enorme complejidad. Lo cierto es que tanto el
consumidor como el elector se orientan cada vez más en las
sociedades occidentales por los deseos de lo que los autores
denominan las aspiraciones de la "clase de masa", una amalgama en
la que los intereses del votante son móviles, abiertos y
tienden a interpretar el presente y el futuro a través de
su propia agenda. En esta sociedad "desclasificada", la
sostenibilidad del llamado modelo social europeo plantea una
pregunta que este libro no acaba de responder: ¿Durante
cuánto tiempo se podrá mantener un modelo que tiene
una evidente dificultad para generar desarrollo económico
e innovación
tecnológica al ritmo que marcan China o Estados
Unidos?

En el Apartado: Ruegos y preguntas, decía:

Es muy probable que a los "ideólogos" del mercado les
convenga más una sociedad "religiosamente" controlada como
la india o una sociedad "políticamente" controlada como la
china para desarrollar nuevos consumidores que sustituyan a las
clases medias de los países desarrollados. Es la
creación de una sociedad de consumidores "sin pasado" (sin
las conquistas del pasado).

Ha llegado el fin del matrimonio
perfecto: el consumidor de "última necesidad" y la
"estructura industrial" (antigua forma de producción). La
"eutanasia"
(más o menos lenta) del consumidor burgués. El
desmantelamiento de la clase media, columna vertebral de la
revolución
industrial, custodio de la defensa de los derechos de propiedad,
consumidores pasivos y… estúpidos perfectos. Ya no
se los necesita más. ¿De quién van a
defender los derechos de propiedad?

¿Habrá llegado la hora final de la
ambigüedad pequeño-burguesa?

¿Se convencerá la clase media (o lo que queda de
ella) que debe dejar de ser la clase "contrarrevolucionaria"?

¿Será capaz de exigir la firma de un nuevo
Contrato
Social?

¿Tendrá voluntad y fuerzas para oponerse a la
"voladura" del Estado del Bienestar?

¿Podrá alcanzarse la alianza de la clase media
(o lo que queda de ella) con la clase obrera?

De la traición a la promoción del
cambio…

Del servilismo a la revolución…

Parte II: El fin de la era de
las expectativas crecientes

La base de datos
utilizada para la elaboración de las Tablas 1.1 y 1.2 es
el "Income Inequelity Measures" publicado por The Luxembourg
Income Study – LIS (2000) (a non-profit cooperative research
Project with a membership that includes 30 countries on four
continents: Europe, America, Asia and Oceania. The LIS
project began in 1983 under the joint sponsorship of the
government of the Grand Duchy of Luxembourg and Centre for
Population, Poverty and Policy Studies (CEPS). The project is
mainly funded by the national science and social research
foundations of its member countries. Recently, LIS and the
University of Luxembourg became partners, with offices being
provided by the university).

The LIS database includes "Household Income Surveys. These
surveys provide income, demographic, labour market and
expenditure information on three different levels: household,
person and child.

A los efectos de facilitar la comparación se utilizan
sólo el dato más cercano al año 1980 (de los
publicados por LIS) y el dato más cercano al año
2000 (de los publicados por LIS).

El Coeficiente de Gini es el indicador de desigualdad por
excelencia, utilizado en la mayor parte de los estudios de campo.
Sus valores varían entre 0 (perfecta igualdad) y 1
(perfecta desigualdad).

El Ratio P90/P10, es el cociente entre el nivel de ingresos o
renta que no supera el 90% de las personas y el nivel de los
mismos que no supera el 10%.

Se consideran tres Líneas de Pobreza: 40, 50 y 60% de
la media de la renta disponible.

Se resaltan en color rojo los
datos comparativos entre los extremos que resultan
"desfavorables" (por ejemplo: Empeoramiento del Coeficiente Gini,
o del Ratio Percentil (90/10), o del Ratio Percentil (90/50), o
de la Línea de pobreza (para un 40, 50 ó 60% de la
media).

Se resaltan en color verde los datos comparativos entre los
extremos que resultan "favorables" (por ejemplo: Mejoramiento del
Coeficiente Gini, o del Ratio Percentil (90/10), o del Ratio
Percentil (90/50), o de la Línea de pobreza (para un 40,
50 ó 60% de la media).

Se dejan sin resaltar los resultados que se mantienen
constantes a los largo del período bajo
análisis.

Como puede observarse sólo 5 países sobre 25
presentan más resultados favorables que desfavorables en
las comparaciones establecidas.

Hay 2 países sobre 25 que presentan tantos resultados
favorables como desfavorables en las comparaciones
establecidas.

(Se mantiene la numeración del original)

La Tabla revela cómo la evolución de la renta en
el conjunto del pasado cuarto de siglo, a través de tres
ciclos económicos, ha ido acentuando la disparidad
distributiva. Y ello porque existe una correlación
positiva entre el nivel de renta e incremento de la misma. Aunque
todos los quintiles de la población han constatado una
mejora de su renta real, ésta ha sido ínfima para
el primer quintil y cinco veces superior para el último.
El 1% de la población con mayor nivel de renta ha
prácticamente duplicado el crecimiento anual de la misma
respecto al conjunto del 20% más favorecido (tasa nueve
veces superior a la del más pobre).

Se destacan en color rojo las variaciones anuales de aquellos
quintiles que no han superado el promedio general de
variación anual.

Se destacan en color verde las variaciones anuales de aquellos
quintiles que han superado el promedio general de
variación anual.

La Tabla muestra cómo el quintil de mayor renta ha ido
elevando su participación en el total de la renta nacional
desde 1980, hasta acaparar la mitad de la misma (mientras para el
20% más pobre de la población sólo queda un
3,4% de la renta total). Además, ese proceso ha sido
ininterrumpido e independiente del partido gobernante. Este
aumento de más de seis puntos en la participación
del último quintil, en el que además no se captan
aún plenamente los efectos de los últimos recortes
fiscales "pro-ricos" de la
Administración Bush, se ha compensado con una
caída del peso de todos los demás quintiles, aunque
la del grupo de renta media-alta (cuarto quintil) parece
revertirse en la presente década.

Se destacan en rojo los quintiles cuyos promedios de
distribución de la renta resultan más desfavorables
a los del año 1980.

Se destacan en verde los quintiles cuyos promedios de
distribución de la renta resultan más favorables a
los del año 1980.

Según señala el Informe sobre
"Distribución de la Renta", del Observatorio de Coyuntura
Económica Internacional (Monográfico Noviembre
2006): "La evolución de los salarios de la Eurozona ha
sido muy débil. Las ganancias salariales reales (0,24
anual) en el período 1999-2006 han sido muy inferiores al
crecimiento de la productividad del trabajo (0,77 anual)
abriéndose así un "gap" entre ambas variables.
Además, desde 2004, los avances de los salarios reales han
sido nulos o negativos.

La razón de este comportamiento tan negativo de los
salarios reales ha sido y es la globalización.

La deslocalización de ciertas industrias hacia
países con menores costes salariales, principalmente en
sectores intensivos de mano de obra no especializada y
consecuentemente con pérdida de puestos de trabajo en los
países desarrollados ha hecho deprimir los salarios
reales, sobretodo en aquellas economías más
especializadas en industrias de mayor riesgo de
"outsourcing" y de
mayor empleo de baja especialización. Además esta
situación ha provocado un movimiento de
trabajadores no especializados de sectores sujetos al riesgo de
deslocalización hacia sectores no sujetos a la competencia
exterior y absorbentes de mano de obra de baja
especialización, como el sector inmobiliario, comercio al
por menor y lo servicios vinculados al consumo.

Otros factores que han hecho deprimir los salarios reales,
además de las reformas laborales tendentes a abaratar
el trabajo y
evitar la deslocalización, han sido el nivel de desempleo
y el factor inmigración.

El crecimiento del "outsourcing" ha sido importante. A nivel
mundial supone un 11,5% del PIB mundial, mientras que en la
Unión europea supone el 15,25% (2003). En 1992, en la
Unión europea representaba el 12%"…

El efecto persistente de depresión
de los salarios reales en la Eurozona ha conllevado a una
distorsión en el "income sharing" a favor de los
beneficios empresariales. De hecho, desde 1995 a 2005, el peso de
los salarios reales en relación al PIB se ha reducido dos
puntos a favor de los beneficios.

Aunque en forma global en al Eurozona el peso de los salarios
se ha reducido en los últimos años, existen
divergencias relevantes entre los países.

Mientras en Alemania, Italia, Holanda y
España, la tendencia de los salarios ha sido la
pérdida de peso en relación al PIB; en el caso de
Austria, Bélgica, Finlandia, Francia e
Irlanda, ocurre lo contrario.

Estas heterogeneidades están explicadas por diferencias
cíclicas, las diferentes estructuras
económicas, y la mayor o menor protección en el
mercado laboral.

En Italia y España, la pérdida de peso de los
salarios reales se debe al gran peso de los servicios al por
menor y vinculados al consumo junto a la construcción, grandes demandante de empleo
poco especializado y generadores de una menor productividad. En
el caso alemán, el elevado desempleo en sectores sujetos a
la fuerte competencia junto a la necesidad de las empresas a
mejorar la eficiencia y el
miedo a la deslocalización, son los factores explicativos
del menor peso de los salarios.

En Francia, por el contrario, el peso de los salarios en el
PIB aumenta. Las ganancias en productividad de las empresas
debida a una especialización productiva en el segmento de
los servicios financieros y un mercado laboral más
protegido están detrás de esta
evolución.

Aunque la utilización de unos u otros indicadores de
desigualdad podrían hacer cambiar los resultados en
general, es una realidad que los niveles de desigualdad en el
nivel de renta de los hogares es muy superior en EEUU si se
compara con los principales países europeos.

Se destacan en rojo los países con mayor desigualdad
"relativa" de la renta de hogares (D9/D1) en 2002.

Se destacan en verde los países con menor desigualdad
"relativa" de la renta de hogares (D9/D1) en 2002.

La mayor parte de los análisis empíricos sobre
la distribución de la renta y la pobreza de los
países de la OCDE concluyen que de una amplia
estabilización en la distribución de la renta en
los años setenta, la creciente desigualdad registrada en
los años ochenta en los países anglosajones se ha
difundido durante los noventa en muchos países europeos
continentales (OECD Economic Studies 34/2002 – "Income
distribution and poverty in the OECD Area: Trenes and driving
forces").

Por países de la Eurozona, el único país
cuyo índice de desigualdad en renta ha aumentado en todo
el período 1995-2004 es Finlandia, si bien es el
más igualitario en renta. Si considerásemos el
subperíodo 1999-2004, Alemania, Italia, Holanda, Austria,
Portugal y Finlandia serían los países donde la
desigualdad ha crecido.

Holanda, Austria y Finlandia son los países más
igualitarios en renta; y los menos, Portugal, Italia, Grecia y
España.

Se destacan en rojo los países de la Eurozona
seleccionados, con mayor Ratio de Desigualdad (2004) y peor
Índice de Gini (2002), comparativamente.

Se destacan en verde los países de la Eurozona
seleccionados, con menor Ratio de Desigualdad (2004) y mejor
Índice de Gini (2002), comparativamente.

De los doce países de la Eurozona, ocho tienen una
renta per cápita por encima de la media (Luxemburgo,
Irlanda, Holanda, Austria, Francia, Alemania, Bélgica y
Finlandia), y cuatro por debajo (España, Italia, Grecia y
Portugal).

La evolución de la renta per cápita desde 1997
también ha sido muy dispar. Países como Luxemburgo,
Irlanda, Finlandia, Grecia y España que han experimentado
un crecimiento elevado en el nivel de renta per cápita, y
que en algunos casos como Irlanda y Finlandia ha permitido
superar a la media de la Eurozona; y otros como Alemania e Italia
con decrecimiento. En este último caso, haciendo situar su
renta por debajo de la media. Es evidente que la evolución
positiva o negativa en la evolución de la renta ha estado
relacionada con el crecimiento económico en el
período considerado.

Al margen de la evolución más positiva de
algunos países y menos en otros, la eurozona de forma
global tiende hacia la divergencia. Midiendo la dispersión
de los niveles de renta por países -desviación
estándar- en el período de referencia, está
creciendo. Si en 1997 era de 29,1 en 2005 ha sido de 38,8.

Se destacan en rojo los países de la Eurozona
seleccionados cuya renta per cápita acumulada en el
período 1997-2005, no supera el crecimiento del
PIB-Medio.

Se destacan en verde los países de la Eurozona
seleccionados cuya renta per cápita acumulada en el
período 1997-2005, supera el crecimiento del
PIB-Medio.

Si se desciende a nivel regional de cada uno de los
países de la Eurozona, se observa que no se puede
relacionar el nivel de renta y el nivel de desigualdad regional.
Hay países con un nivel de PIB per cápita bajo con
un nivel de desigualdad regional bajo (Grecia) y países
con PIB per cápita elevado y nivel de desigualdad regional
alta.

Se destacan en rojo los países de la Eurozona
seleccionados cuyo índice de desigualdad regional en el
período 1975-2000, supera el crecimiento del PIB per
cápita.

Se destacan en verde los países de la Eurozona
seleccionados cuyo índice de desigualdad regional en el
período 1975-2000, no supera el crecimiento del PIB per
cápita.

Según señala el Informe sobre
"Distribución de la Renta", del Observatorio de Coyuntura
Económica Internacional (Monográfico Noviembre
2006), con respecto a las políticas redistributivas: "Los
ingresos y gastos totales del conjunto de Administraciones
Públicas han perdido peso en relación al PIB. Desde
1997 la reducción ha sido de alrededor de dos puntos (del
47% en 1997 al 45,1% en 2005 para el conjunto de ingresos). Todo
esto por la tendencia generalizada a disminuir la progresividad
fiscal de los impuestos
directos, la eliminación o progresiva eliminación
de algunos, el mejor tratamiento de las rentas de capital y de
las compañías.

Además, los poderes públicos han utilizado de
forma generalizada el instrumento de la subvención
pública con el fin de atraer o estimular la
inversión privada en sus respectivos territorios,
generándose incluso verdaderas subastas entre las
administraciones públicas con el fin de captar la
inversión de una determinada compañía.

El gasto social de las Administraciones Públicas
representa aproximadamente el 28% del PIB, donde el gasto
sanitario y pensiones alcanza el 69,5% del gasto social. Si no se
contase además el gasto por desempleo, el correspondiente
a familias y a los discapacitados son los más voluminosos.
El efecto de las transferencias sobre el porcentaje de
población con riesgo de pobreza, es decir, aquella cuya
renta disponible se encuentra por debajo del 60% de la mediana,
ha hecho reducirlo el 17%. Esto supone una disminución de
8 puntos"…

La tabla ofrece cifras de movilidad de la renta en el
período 1991-2004. en conjunto, sólo un 4% de la
población ha estado en el mismo quintil que estaba en 1991
a lo largo del período analizado de 14 años.
Aquellos que estaban en el quintil más alto en 1991 son
los que muestran una mayor persistencia a mantenerse en el mismo
quintil, mientras que son los quintiles intermedios los que
muestran un menor porcentaje de individuos en el mismo grupo de
renta. También se observa que los tres quintiles
intermedios en 1991 son menos propensos que los quintiles primero
y quinto a permanecer en la mayoría de años en el
mismo quintil.

Se destacan en rojo los resultados de una distribución
de la renta desfavorable (mismo quintil (Q1), permanencia en el
mismo quintil (Q1) o por debajo del quintil de 1991) en el
período analizado (1992-2004) con respecto a 1991.

Se destacan en verde los resultados de una distribución
de la renta favorable (mismo quintil (Q5), permanencia en el
mismo quintil (Q5) o por encima del quintil de 1991) en el
período analizado (1992-2004) con respecto a 1991.

La renta no es la única medida de poder adquisitivo. La
riqueza, o propiedad de los activos que pueden generar o no
renta, es otra fuente de recursos y también puede
utilizarse para evaluar el nivel de desigualdad de una
sociedad.

La tabla describe la evolución de la riqueza a
través de varias medidas de distribución y del
Coeficiente de Gini desde 1976 hasta 2002. El coeficiente de Gini
para la riqueza ha aumentado gradualmente desde un 66% en 1976
hasta un 71% en 2002, aunque ha sido relativamente estable desde
1997. Las proporciones de riqueza en manos de distintos
porcentajes de la población adulta también ha
tenido que aumentar, siendo especialmente notable los incrementos
entre los grupos de Top 5% y 10% de la población
más rica. En ambos grupos su participación en la
riqueza total ha aumentado un 7%.

Los Coeficientes de Gini indican que la riqueza está
más desigualmente distribuida que la renta. Tomando la
más desfavorable medida de renta para medir el nivel de
desigualdad en 2002/03, el Coeficiente de Gini se sitúa en
un 53% (Expenditure and Food Survey). Esta cifra está muy
lejos del Coeficiente de Gini de un 71% para la riqueza.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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