- La
urgencia de la Evangelización
Personal - Evangelizar:
compromiso ineludible y no una mera
opción - Orientando la
conversación hacia el - Compartiendo
las puntos básicos del - ¿Qué
hacer para emprender la evangelización
personalizada? - El a
una persona: una presentación
sencilla - Impactos
evangelísticos en las calles - Esquema de los
Impactos Evangelísticos - Evangelización
en vehículos de transporte - Alcanzando
familiares y amigos para Cristo
"Acudiendo Felipe, le oyó que leía
al profeta Isaías, y dijo: Pero, ¿entiendes lo que
lees? El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no
me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se
sentara con él" (Hechos de los Apóstoles 8:30,
31).
Introducción
Alcanzando nuestra ciudad para
Cristo
¿Cómo hablarle acerca del transformador
de Jesucristo a quien viaja a mi lado? ¿Se ha
formulado alguna vez esa pregunta? Sin duda no es el primero ni
será el último que ha enfrentado la incertidumbre,
quizá el temor o probablemente la ansiedad cuando
está a las puertas de hablarle a alguien acerca de las
maravillosas enseñanzas que encierra el transformador de
Jesucristo.
No cabe duda que a través de los medios de
comunicación se ha publicado y difundido infinidad de
información fundamentada en las Buenas
Nuevas. Sin embargo la enseñanza personalizada es mucho más
eficaz y abre las puertas para que el interlocutor pueda hacer
preguntas y lograr que, allí mismo, junto al
evangelizador, pueda resolver sus inquietudes.
¿Se ha preguntado qué ocurriría si
su congregación comenzara un trabajo de
predicación persona a persona
en el sector donde están ubicados? No se requiere de
muchos conocimientos matemáticos para intuir que pronto la
asistencia, y en particular la membresía, se habrán
multiplicado.
Juan el evangelizador…
Hagamos una operación aritmética sencilla.
Para comenzar tomaremos como ejemplo a Juan, un creyente que
asiste desde hace un buen tiempo al
grupo y quien,
tras recibir formación básica, es estimulado a
cumplir la Gran Comisión del Señor Jesús:
"Por tanto, id y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu
Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas
que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo.
Amén" (Mateo 28:19, 20).
Al comenzar la jornada matutina y camino a su trabajo,
le comparte los principios de
Salvación a quien viaja junto con él en el
autobús. Despeja algunas incógnitas que le expresa
y, finalmente, le entrega un tratado evangelístico en el
que aparece la dirección, teléfono y horarios de servicio de
culto de su denominación.
Igual al mediodía que cuando se dirige a casa a
almorzar y en la noche, al terminar su trabajo. Eso sin contar
las personas que durante el día habrá tenido la
oportunidad de abordar. ¿De cuántas almas estamos
hablando? Mínimo de tres. Y pueden ser alcanzadas cada
día ¡por una sola persona!
En la semana serían algo más de veinte
hombres y mujeres a los que se logró contactar con la
Palabra de Dios. Supongamos que por lo menos dos de los
evangelizados mostraron interés e
incluso manifestaron el deseo de recibir una llamada
telefónica para ser invitados a los cultos. En el mes
–sobre la base de dos experiencias de este tipo–
tendríamos ocho potenciales cristianos en su iglesia. Todo
a través de ¡una sola persona!.
¿Imagina lo que podría ocurrir si
preparamos mínimo diez creyentes para desarrollar esta
tarea? Fácilmente podrían colocar en manos de las
personas alrededor de ochocientos tratados
evangelísticos por mes. ¿No cree que dependiendo
del Señor Jesucristo podríamos ver la manera como
muchos de ellos llegan a nuestros lugares de reunión? Sin
duda que sí. Además, quienes no terminen
visitándonos, es probable que vayan a otro sitio de
congregación y de esta manera estaríamos propagando
eficazmente el transformador…
No olvide que servimos a Cristo, no a una
denominación en particular y que, si alguien visita otro
lugar, no habremos perdido trabajo; por el contrario, habremos
contribuido con un granito de arena en la propagación de
las Buenas Nuevas.
Un mecanismo sencillo
Como podrá apreciar, dar pasos concretos y de
significación en el proceso de
alcanzar nuestra ciudad para Cristo no es ni costoso ni
difícil. Basta que usted como pastor o líder
se comprometan en por lo menos tres cosas: la primera,
oración permanente a Dios. No podemos lograr resultados
efectivos si no tenemos una adecuada vida devocional. Segunda, el
estudio sistemático de las Escrituras, práctica que
nos permitirá obtener enseñanzas enriquecedores que
compartiremos con los evangelizadores. Y Tercera, un testimonio
de vida cristiana que corrobore con hechos lo que
predicamos.
Página siguiente |