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Manual de liderazgo. Ser líder no es fácil… pero no imposible (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4

Y ¿Qué decir del hombre que
renunció a su empleo
recién abierta una pequeña iglesia de
provincia para dedicarse al pastorado a tiempo
completo pero que, una vez inicia su trabajo,
encuentra que pasan las semanas y nadie llega al
templo?

¿Y el joven que comenzó a dirigir el
grupo de
alabanza de la congregación para encontrarse, a vuelta de
poco tiempo, que las personas a su cargo no quieren atender sus
instrucciones y cada quien quiere hacer las cosas a su
manera?

¿Usted ha enfrentado una situación similar o
probablemente aproximada? Si es así, ¡Bienvenido!
…este material fue diseñado para analizar junto a usted
y con detenimiento -porque el afán no es concluir el curso
a la mayor brevedad sino asimilar el mayor volumen de
conocimientos posible"las pautas de vida que rodearon a
líderes de carne y hueso, que enfrentaron frustraciones,
que tropezaron con el fracaso, que en ocasiones se rindieron a
las dificultades y que finalmente vencieron,
sobreponiéndose a toda adversidad para navegar en las
aguas -unas veces turbulentas y otras quietas"del liderazgo

Caminaremos a lo largo de las siguientes páginas para
apreciar de cerca –tal como si asistiéramos a una buena
cinta cinematográfica–, a los hombres de la Biblia que
cambiaron el curso de la historia

Ellos fueron líderes triunfadores… sin embargo
también se equivocaron y fracasaron… En ocasiones
cayeron bajo el peso del desánimo y en otras, se alentaron
y levantaron su mirada dispuestos a seguir aun cuando todo a su
alrededor decía que era imposible…

Capítulo 1

Un líder
no le teme a lo desconocido…

El sol comenzó a brillar en lo alto y poco a poco, como
si despertaran de un prolongado sueño, las nubes fueron
abriendo paso a un cielo azul y limpio que servía como
telón de fondo a la inmensa estructura de
madera que se
levantaba en mitad del amplio terreno.

Otra jornada…"murmuró quedamente Noé
mientras se apuraba una bebida caliente para comenzar el
día. A un costado, sobre la mesa, el martillo y, en el
suelo,
desperdigados unos y apilados otros, estaban enormes tablones que
iban dando forma al Arca.

Uno de los curiosos sonrió. Otro meneó la cabeza
y un tercero dijo con ironía:–Está loco…
definitivamente loco
–.

Noé no prestó atención a sus comentarios. Estaba
acostumbrado a las voces
contrarias, a las frases burlonas y a las críticas que
comenzaron el día en el que recibió instrucciones
de Dios para construir la estructura.

No se parece en nada a Lamec, su padre. Él
sí que era sensato. Tenía puestos los pies sobre
la tierra.
Noé en cambio es un
soñador…
"prosiguió comentando el hombre
mientras se alejaba con una expresión de burla en su
rostro.

Tras él, la armazón: inmensa, desafiante,
inverosímil. Semejaba una casa. Una primera ojeada
permitía establecer al espectador que se encontraba frente
a una construcción de 130 metros de largo por 20
metros de ancho y 13 metros de alto. Las tablas y listones se
entretejían hasta configurar lo que parecían tres
pisos. Arriba, en el techo, una enorme ventana que servía
para iluminar la estancia.

Noé se dispuso a reemprender la labor, mientras que sus
hijos Sem, Cam y Jafet le ayudaban untando de brea las tablas.
Sin duda aquella era una nave que rompía todos los
esquemas de la época, y lucía muy extraña en
un territorio en el que ni siquiera caían lluvias. Sin
embargo Noé se empecinaba a advertir que pronto
vendría un enorme diluvio que arrasaría con
aquellos que no escucharan el mensaje de Dios.

Mientras clavaba unas tablillas, recordó como si
devolviera las páginas amarillentas de un álbum
viejo, las imágenes
que se sucedieron con una rapidez sorprendente y que quedaron
grabadas para siempre en su memoria.

El líder toma fuerza en
medio de la competencia

Samuel Padilla es un pequeño empresario
peruano residente en la ciudad de Trujillo. Por espacio de cuatro
años recibió formación básica sobre
cómo planear, estructurar y poner en marcha una empresa. Los
libros que
leyó
durante su formación académica fueron apasionantes.
Siempre pensó que sería fabuloso terminar la
colegiatura para iniciar su propio negocio.

Sin embargo después de los alegres momentos que
experimentó en la graduación y el posterior
ejercicio profesional, le llevaron a comprender que existe una
enorme brecha entre la teoría
y la práctica. Una cosa es el cúmulo de
enseñanzas que recibimos en las aulas universitarias o
colegiales, y otra bien distinta la realidad que enfrentamos. El
primer gran obstáculo fue determinar qué producto
elaborar; el segundo conseguir el crédito
necesario, y el tercero, incursionar en el mercado. Lo
intentó varias veces. Si lograba superar una dificultad se
topaba con otra y así sucesivamente hasta que se vio
navegando en las aguas turbulentas de la
desesperación.

Samuel dirige hoy su propia factoría. Es pequeña
pero rentable. El produce utensilios de cocina de plástico.
Son económicos y atrayentes al público. Tienen
buena demanda entre
las amas de casa. Comenzar no fue fácil. Lo intentó
con varios elementos: tablas para picar alimentos,
electrodomésticos importados que compraba en Lima y
revendía en su ciudad y adornos elaborados con
cerámicas. En sus primeros intentos fracasó porque
el mercado estaba saturado. Fue entonces cuando entendió
que siguiendo el curso de los demás, jamás
llegaría a ningún lado.

Martha Lucía Ramírez
vivió sometida por muchos años a las drogas.
Hasta el nacimiento de su segundo hijo y la ruptura de tres
relaciones que inicialmente creyó, serían estables,
le llevó a reorientar sus pasos.

Una primera gestión, tras estabilizar su familia, fue la
de ayudar a los necesitados. Y lo hace en su modesta vivienda, al
oriente de Santiago de Cali, que ha convertido en albergue de
tránsito de las familias que salieron huyendo de sus
fincas y parcelas como consecuencia de la violencia que
azota a Colombia.

Recientemente las autoridades caleñas le otorgaron un
premio que se suma a otros reconocimientos de organizaciones
que trabajan por la defensa de los derechos humanos.
Todos reconocen su liderazgo y el esfuerzo que le ha costado
luchar para sacar adelante su sueños con todas las
circunstancias en contra.

El líder nada contra la corriente

Líderes en circunstancias y países distintos.
Sin embargo convergen en un principio que experimentó
Noé: los líderes nadan contra la corriente.

Observe lo que dice la Biblia acerca de nuestro personaje:
"Noé, hombre justo,
era perfecto entre los hombres de su tiempo;
caminó Noé con Dios. Y engendró tres hijos:
Sem, Cam y Jafet"(Génesis 6:9, 10).

¿Se da cuenta? Era una persona como
usted o como yo. Si lo encontráramos en alguno de nuestros
pueblos y ciudades, seguramente lo confundiríamos entre la
multitud de hombres y mujeres que van de un lado para otro,
presurosos, afanados por llegar a tiempo a la oficina o
quizá, ocupar los primeros lugares en la larga fila de
quienes esperan el autobús.

El pasaje Escritural no nos dice que era más alto,
más bajo o quizá más robusto que cualquiera
otro. En absoluto. Es más, nos advierten que era padre de
familia. Tenía sobre sus hombros la responsabilidad de una esposa y tres hijos.
¡Nada fácil!.

Hasta allí todo marcha bien. Sin duda lo
invitaríamos a tomar un buen café
tinto si lo halláramos alguna vez. Pero… –el inevitable
pero– Noé era además de un ciudadano como los que
vemos en medio nuestro, alguien que reunía tres principios que
rompían todos los esquemas: Primero, "…era
justo",
es decir, alguien centrado con principios y
valores;
segundo, era "perfecto entre los hombres de su
tiempo".
En otras palabras, así media ciudad
estuviese tras él en procura de encontrarle alguna falla,
se llevarían tremendo chasco porque era "perfecto",
sin una conducta
inclinada a errar, engañar, poner trampas a los
demás o tomar ventaja de ellos en cualquier trato o
negocio que concretara.

Hay un tercer aspecto que no podemos pasar por alto:
"…caminó Noé con Dios". ¿Se
da cuenta? Estamos hablando de un líder… de un
auténtico líder… alguien que, aunque a primera
vista luciera similar a todos, marcaba la diferencia no solo por
su manera de pensar sino por las actitudes que
diferían del común de las gentes. Noé fue un
líder que impactó a su generación.
Tenía algo diferente…

Pero ¿cuál era el medio en el que se
desenvolvía? "La tierra se
corrompió delante de Dios, y estaba la tierra llena de
violencia. Y miró Dios la tierra, y vio que estaba
corrompida, porque toda carne había corrompido su camino
sobre la tierra"(Génesis 6.11, 12).

Es evidente que todo en derredor era un caos. Y él
junto con su familia se encontraban en el ojo del
huracán.

Para Noé hablar de recobrar principios y valores en el
quehacer cotidiano, significaba tanto como nadar contra la
corriente. Era avanzar contra una enorme ola o quizá,
intentar escalar cuando el viento está en contra y golpea
nuestro rostro despiadadamente. ¡No era fácil!.
¡Que enorme diferencia entre las palabras motivadoras que
podía recibir cada día, y la horda de enemigos,
libertinos y criticones que debía enfrentar!.

Si viviera en nuestros días, seguramente estaría
abrumado -como nos ocurre a usted y a mi"cuando encendemos
la
televisión para encontrarnos con una enorme carga de
pornografía en programas que se
transmiten en franjas de audiencia supuestamente familiar;
abriría el diario para hallar un sumario de muertes y
violencia; transitaría las calles para toparse con la
víctima de un atraco o quizá de una
violación que no puede hacer mucho porque las autoridades
son lentas y pareciera que amparan la delincuencia y
la impunidad;
trabajaría en una empresa en la que
robar y poner trampas está a la orden del día, o
voltearía la mirada a un lugar a otro para hallarse -a
boca de jarro"con el hecho de que los matrimonios se desmoronan
ante el avance incontenible de la promiscuidad y el adulterio

Es probable que me diga: "Un momento, yo no soy religioso,
quiero hechos prácticos ¿Qué relación
tiene Noé con mi vida?".
De acuerdo. Usted y yo nos
movemos en circunstancias similares a las de este hombre de la
antigüedad porque, como en su tiempo, había
deslealtad, se engañaba a los patrones o a su vez los
patrones engañaban a los empleados; los políticos
eran mañosos y aspiraban cargos de relevancia para taparse
en dinero y
popularidad; las separaciones matrimoniales eran frecuentes y
además, quien no se comportara de acuerdo con el
parámetro común, era mirado como un
espécimen raro.

Ese es el panorama que tenemos enfrente y que sin duda no
difería mucho del que enfrentaba Noé. A él
como a nosotros le tocó "Nadar contra la
corriente".
Quizá lo aprendió a fuerza de
fracasos y de intentarlo nuevamente, pero su liderazgo se
fortaleció enfrentando una concatenación de
adversidades. Muchos en su lugar, quizá habrían
renunciado. Pero él, como líder, tenía claro
que es teniendo el viento en contra que los que vuelan en cometas
llegan más alto…

El líder no se sujeta a los parámetros
comunes

Lo normal y aceptable en la sociedad de su
tiempo para Noé, y para nosotros hoy, sería
ajustarse a los principios vigentes. Así él y
nosotros ahora, quedaríamos bien con todos. Sin embargo la
Biblia insiste en un hecho: "Pero Noé halló
gracia ante los ojos de Jehová" (Génesis
6:8).

Ese hecho marcó la
diferencia. En apariencia algo intrascendente, pero en la
práctica, algo de suma importancia. Sin duda rompió
todos los esquemas. Esa determinación le permitió
avanzar. De lo contrario, sujeto a lo que todos pensaban y
hacían, sin duda nunca habría llegado a ninguna
parte. Habría encontrado personas negativas a su paso, a
quienes consideran que nada se puede hacer diferente porque ellos
no pudieron hacerlo y quienes miran mal a los que tan solo se
atreven a pensar diferente.

¿Usted imagina qué pasaría con nuestra
sociedad si un buen grupo de
personas, al igual que Noé, hallaran gracia ante Dios?
Sencillamente que comenzaríamos a cambiar el mundo. Los
conductores respetarían las normas de
tránsito; los vendedores retornarían el vuelto
correcto a sus clientes; quienes
acuden a solicitar un servicio
respetarían la fila sin tratar de colarse por encima de
quienes llevan rato esperando; el médico ejercería
a cabalidad su profesión mientras que el periodista se
ceñiría a los hechos y no a la
especulación… definitivamente el mundo sería
diferente…

La obediencia, un principio que identifica al
líder

¿Ilógico? Definitivamente si. Todo en la
misión
que Dios encomendó a Noé parecía
ilógico. No comprendía bien cuál era el
propósito, sin embargo actuó en obediencia.
"E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó
Jehová" (Génesis 7:5).

Esa disposición de sujetarse a las pautas trazadas por
dios la apreciamos en la preparación y posterior embarque
de todo el género
animal así como de su propia familia (versículos 9
y 16). No discutió, no argumentó, no contradijo.
Tenía claro que nuestro amado Creador no improvisa cuando
nos manda a hacer algo.

Un hombre o mujer que se
hayan matriculado en la "Escuela de
Dios"
para potencializar sus capacidades como líder en
aras lograr crecimiento permanente y sostenido, asume la
obediencia como un principio ineludible.

Cuando seguimos las instrucciones al pie de la letra,
Aquél que nos llamó a servirle en Su obra nos
irá mostrando la ruta a seguir. Algo diametralmente
opuesto ocurre cuando obramos a nuestra manera. Generalmente
tropezamos una y otra vez porque estamos moviéndonos en
nuestras fuerzas y no en las de Aquél que nos envió
a cumplir la misión.

La satisfacción del deber cumplido

¿Ha sentido alguna vez la satisfacción de
concluir cabal y exitosamente con su trabajo? Esa
misma sensación fue la que embargó a Noé
cuando terminó el diluvio, la tierra se secó y todo
retornó a la aparente normalidad ¡Había
cumplido la misión!

El desenvolvimiento de este patriarca que aprendió
lecciones de liderazgo en la práctica y no en el instituto
bíblico o quizá en una escuela de formación
superior, contrasta con personas que hoy día comienzan una
tarea y no la concluyen. Se especializan en hacer las cosas "a
medias".

Nunca terminan aquello que empiezan. El entusiasmo con el que
emprenden las labores se agota poco tiempo después de
iniciar la jornada y permiten que los embargue la pereza o el
desánimo.

Tales personas difícilmente llegan a ninguna parte. Los
hallamos en todas partes: en la iglesia pero
también en el trabajo, la
universidad o en
el sector que habitamos. Con su inconsistencia no hacen otra cosa
que pagar la colegiatura para ser fracasados.

¿Acaso Dios quiere esa actitud
derrotista para nosotros. En absoluto. El nos creó para
ser triunfadores. Pero en cierta medida, lograrlo sólo es
posible cuando caminamos conforme a la voluntad de El, trazada en
la Palabra, y aplicamos esos principios que –si bien es cierto–
en ocasiones no entendemos, nos llevarán a puerto seguro.

En el relato leemos que "Bendijo Dios a Noé y a sus
hijos, y les dijo:"Fructificad multiplicaos y llenad la
tierra"(Génesis 9:1).
A través de este
visionario el Señor había cumplido su tarea de
sanear el mundo. Cuando cesó la voz del Creador,
Noé dio vuelta y se encaminó a su tienda donde le
esperaban su esposa y sus ojos. Sonrió con
satisfacción y razonó que había valido la
pena todo el esfuerzo. Sentado en una silla mientras caía
la tarde, volvió a sonreír y pensó en todo
lo que había aprendido en la "Escuela de Dios". Sin
proponérselo, había marcado toda una
generación con su liderazgo…

Capítulo 2

El llamamiento y la
renuncia en la vida del líder

El líder ante un momento
crucial

La noche cayó con una sorprendente rapidez. Su esposa
se encontraba unos metros más allá. Dormía.
El no podía conciliar el sueño.

Hacía calor. Sudaba.
Hubiera querido beberse otro vaso con agua
fría, pero asumió que lo mejor era salir por un
rato de la estancia y dejarse arrullar por la brisa que"cerca de
la medianoche"golpeaba con fuerza sobre el caserío.

¿A dónde vas?"preguntó la mujer.

Afuera, no tardo"respondió él mientras
cruzaba el umbral de la puerta.

El cielo lucía hermoso, tachonado de estrellas que se
perdían en el infinito. Alrededor, las gentes
dormían. Estaban ajenos a su realidad. El no hacía
otra cosa que pensar. La vida le había sonreído.
Tenía el reconocimiento de sus coterráneos, gozaba
de solidez económica, de un hogar apacible, de una familia
que le amaba y de vastas extensiones de tierra que se
perdían en el horizonte.

Definitivamente la vida me ha
sonreído…"
musitó al recordar con
satisfacción los años pasados, con la misma
sensación de bienestar de quien vuelve atrás las
páginas de un viejo álbum en el que guarda
fotografías de momentos agradables.

Estaba ensimismado en sus pensamientos cuando escuchó
la voz apacible de Dios, como la había escuchado otras
tantas veces: "Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la
casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y
haré de ti una nación
grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y
serás bendición. Bendeciré a los que te
bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y
serán benditas en ti todas las familias de la
tierra"(Génesis 12:1-3).

Las palabras quedaron resonando en su cabeza. No podía
asimilarlas fácilmente. Dios le acababa de plantear dos
asuntos que no estaban dentro de su presupuesto
mental: el primero, cumplir una misión que iba más
allá de toda previsión; el segundo, renunciar
prácticamente a todo…

El líder toma decisiones trascendentales

Llegar a la cima no se logra de la noche a la mañana.
No es tan sencillo como cerrar y abrir los ojos.
¡Ojalá todo fuera tan fácil! Sin embargo se
necesita mucho más que eso. Escalar la montaña
implica que todo líder debe aprender: Primero, a fijarse
una meta. Significa determinar a dónde queremos llegar,
así inicialmente no tengamos claridad respecto de
cuáles son las etapas necesarias para lograr ese objetivo.

Aquí ya estamos configurando la misión, es decir
aquello que bien nos fue asignado o simplemente, lo que queremos
lograr.

Segundo, volver nuestros esfuerzos hacia la conquista de
ese propósito. Esta fase implica determinación y
constancia. Y el tercero, ajustar todo cuando pensamos y hacemos
para llegar a la meta
propuesta.

Defina una meta en su vida

Todos los seres humanos tenemos un propósito en la
existencia. No somos producto del azar ni tampoco un accidente
del cosmos.

Bajo este convencimiento es fundamental que nos fijemos una
meta. Sólo quienes lo hacen llegan a algún lado, de
lo contrario, agotará sus fuerzas dando tumbos de un lugar
a otro.

En el caso de Abraham, Dios le puso de presente su
misión: "Vete… a la tierra que te mostraré.
Y haré de ti una nación
grande…"

Dios le instruyó respecto al propósito al que
estaba llamado, aunque no le mostró inmediatamente todo el
itinerario a seguir. Le iría señalando paso a paso
cuál era el camino.

Dios nos llama con un propósito

Dios no improvisa. Todo lo tiene cuidadosamente calculado.
Sabe dónde estamos y a dónde podemos llegar si
permanecemos en el centro mismo de su voluntad. El tiene un
plan para cada
uno de nosotros. El dijo: "Porque mis pensamientos no son
vuestros pensamientos, ni vuestro caminos mis caminos, dijo
Jehová. Como son más altos los cielos que la
tierra, así son mis caminos más altos que vuestros
caminos, y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos"(Isaías 55:8, 9).

Si llega a experimentar el llamado divino, sin duda hay un
propósito en esa convocatoria. ¿Recuerda el
encuentro que tuvo el Señor Jesús con cuatro de sus
primeros discípulos?

Llamamiento de Pedro y Andrés

"Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos
hermanos, Simón llamado pedro, y Andrés su hermano,
que echaban la red en el mar; porque eran
pescadores. Y les dijo. Venid en pos de mi, y os haré
pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las
redes, le
siguieron"(Mateo 4:18-20).

Llamamiento de Jacobo y Juan

"Pasando de allí, vio a otros dos hermanos,
Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con
Zebedeo su padre, que remendaban sus redes, y los llamó. Y
ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le
siguieron"(Mateo 4:21, 22).

En el caso de Abraham el llamamiento era para ser el gestor de
una gran nación. Por el contrario, en el caso de Pedro,
Andrés, Juan y Jacobo, la convocatoria era para ser
pescadores de hombres.

En uno y otro caso, había un propósito.

Dios no llama a nuestra puerta por importunar
únicamente. Hay detrás una misión por
cumplir.

En su vida…

Quizá su vida ha sido tocada por la voz apacible de
Dios. Siente que lo llama. Es una misión compleja. Es
probable que piense que no es capaz de cumplir la encomienda.
"Es demasiado para mi", razona una y otra vez. Sin embargo
se equivoca. Dios conoce sus potencialidades. El ve en usted un
líder mientras que alrededor tal vez lo ven como alguien
común y corriente.

Deje a un lado el temor. Dios sabe lo que hace. Recuerde que
El no improvisa. No se preocupe de cómo se irán
dando las cosas o tal vez los costos que
implican avanzan hacia la meta, con ayuda de Dios. Adelante,
sólo llegan al final quienes emprenden el camino.

¿Le hace falta algo? Si, a decir verdad apenas hemos
dado el primer paso al concluir en la necesidad de pedir a Dios
que nos muestre cuál es nuestra misión en la vida.
Ahora, el segundo principio que vamos a asimilar es…

El líder asume la necesidad de renunciar

Es frecuente que hallemos en el camino a decenas de hombres y
de mujeres que, aunque tuvieron el llamamiento a grandes metas y,
sin embargo, ¡Jamás llegaron ningún
lado!¿Cuál fue la razón? Les faltó
aprender qué significa el término
"Renuncia".

¿Es fácil? Por supuesto que no. Recuerde que
Abraham tenía una familia, una identidad
cultural y una solidez económica grande a costo de
esfuerzo. Mucho pero mucho esfuerzo. Pero Dios lo llamaba a una
misión específica y eso implica renunciar
prácticamente a todo, pagar el precio y
aprender a depender del Señor.

En las Escrituras leemos que "…se fue Abraham como
Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abraham de
edad de setenta y cinco años cuando salió de
Harán. Tomó, pues, Abraham a Saraii su mujer, y a
Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que
habían ganado y las personas que habían adquirido
en Harán; y salieron para ir a tierra de Canaán; y
a tierra de Canaán llegaron"(Génesis 12: 4,
5).

Sin duda pudo transcurrir mucho tiempo entre el llamamiento de
Dios y el instante en que tomó la determinación de
seguirle. Es probable que haya enfrentado la duda, la
incertidumbre y el temor. Pero al tomar la decisión, nada
lo detuvo.

Algo similar ocurrió con los discípulos. En el
caso de Simón y Andrés "Ellos entonces,
dejando al instante las redes, le siguieron"(Mateo 4:20).

Y con Juan y Jacobo, los hijos de Zebedeo pasó algo
similar: "Y ellos, dejando al instante la barca, y a su
padre, le siguieron"(Mateo 4:22).

El ser llamados y la decisión de renunciar juegan un
papel transcendente en la vida del líder cristiano. Ore a
Dios y pida su dirección.

Ahora quizá me diga: "Eso está bien para
quien es cristiano que aspira servir en la obra de Dios.
¿Y qué de mi vida? Recién estoy asistiendo a
la iglesia y tengo centrada mi mirada en la vida secular y no en
la religiosa?¿Hay algo para mi?".

Por supuesto que si. En la vida de los hombres de Dios que
marcaron generaciones enteras vemos que tenían definidas
metas claras en la vida, volcaron sus esfuerzos para alcanzarlas
y, con ayuda de Dios, no se dejaron amilanar por las
adversidades.

En la Biblia leemos: "Encomienda a Jehová tu
camino, y confía en él; y él
hará"(Salmo 37:5).

Con ayuda de Dios no hay proyecto que
conciba en su mente y en su corazón
que no pueda llegar a realizarse. ¡Hoy es el día
para comenzar!

Capítulo 3

El camino de un
líder se construye paso a paso

La transparencia debe identificar al
líder

Imagine por un instante al más grande líder
social y político de cualquier país
latinoamericano. Es respetado por todos, aparece en los diarios
cada día y no existe noticiero de televisión que no registre al menos una
noticia acerca de su desplazamiento a barrios marginales para
estrechar la mano de las gentes desfavorecidas, proponer soluciones a
sus problemas e
identificarse con su realidad de pobreza y
desesperanza.

Alrededor, sus inmediatos colaboradores lo idolatran. Los
seguidores consideran que no hay ni habrá en los
próximos años nadie que pueda igualar su carisma,
esbozar una sonrisa confiada cuando todo alrededor amenaza con
derrumbarse, y tener ideas claras acerca de cuál debe ser
el destino de la nación.

Alguien afirma con optimismo en la voz:–Será el
próximo Presidente de la
República. Tiene las capacidades para
serlo..
.".

Así las cosas, todos coinciden en asegurar que el
destino de su patria tendrá perspectivas mucho más
sólidas en manos de aquél que, progresivamente y en
un hecho que nadie puede ignorar, ha ido escalando
peldaños hacia el éxito.

Un día cualquiera todos despiertan sorprendidos con los
titulares de los diarios revelando que aquél a quien todos
consideraban ejemplar en sus actuaciones, incurrió en
acciones
dolosas destinando hacia sus arcas personales los recursos que se
habían destinado inicialmente a trabajo
social.

¿En quién creer?"comentó un
periodista de televisión
al referirse al incidente que ponía en tela de juicio a un
líder nacional.

Transparencia, una característica

La transparencia debe identificar las acciones de quienes
ostentan posiciones de liderazgo en la vida secular o eclesial.
Desconocer este principio, además de acarrearnos
múltiples problemas, desencadenará la
pérdida de credibilidad. Y eso sí es muy grave.

¿Se ha preguntado por qué muchas de las sillas
permanecen vacías en nuestras iglesias?

Hay múltiples respuestas para este interrogante. El
cambio de los tiempos, es una; la concepción errada de que
las personas llegarán al templo si tenemos una programación variada y atrayente y que no
necesitamos ir a las calles en su búsqueda, es otra; pero
hay una tercera razón: muchos no encuentran en el
cristiano un verdadero ejemplo y alguien que asume liderazgo en
el lugar en el que se desenvuelve.

Han descubierto que tales creyentes viven a Cristo
"a-medias-tintas". Dicen una cosa y hacen otra totalmente
diferente, que riñe con las enseñanzas que
proclaman. Carecen de transparencia.

Una situación así es contraproducente en una
sociedad en la que se han perdido valores y principios. No olvide
que en medio de tanta desesperanza las gentes buscan algo en lo
cual confiar. Ese hecho lleva a otro de suma importancia:
creyentes que adolecen de transparencia, antes que estimular la
proclamación del evangelio generan un peligroso
revés.

¿Tiene problemas con sus actitudes?¿Le falta
transparencia en todo cuanto hace?¿Piensa que
quizá, ahora mismo, ha perdido terreno en las labores
porque dejó de ser claro y coherente entre lo que piensa y
lo que hace?

Lo invito para que revisemos un pasaje en la vida de Abraham.
"Hubo entonces hambre en la tierra; y descendió
Abraham a Egipto para
vivir allí, porque era mucha el hambre en la tierra. Y
aconteció que cuando estaba próximo a entrar en
Egipto, dijo a Saraii, su mujer:"Se que eres mujer de hermoso
aspecto; en cuanto te vean los egipcios, dirán: "Es su
mujer". Entonces me matarán a mi, y a ti te dejarán
con vida. Di, pues, que eres mi hermana, para que me vaya bien
por causa tuya; así, gracias a ti, salvaré mi
vida"(Génesis 12:10-13).

¿De qué manera incurrió Abraham en falta
de transparencia en sus actuaciones? Primero, mintió para
lograr sus propósitos. Jamás un líder debe
ampararse en las estratagemas y engaños para escalar
peldaños hacia el éxito, o bien, para obtener
beneficios personales.

Un segundo aspecto fue la utilización de otras
personas"en este caso de su esposa Saraii–, para lograr su
objetivo. ¿Ha visto a su alrededor líderes
utilitaristas? Sin duda que si; pero paralelamente se
identificará conmigo en el hecho de que, quienes obran de
esta manera, despiertan una extraña sensación de
engaño.

Es importante que se tome el tiempo suficiente para evaluar
hasta qué punto sus ejecutorias han defraudado a quienes
le rodean.

había recibido promesas grandiosas de parte de Dios,
pero si bien es cierto abandonó su tierra y su parentela
tal como le ordenó el Señor (Génesis
12:1-3), caminó durante la primera etapa del trayecto
tomado de la mano del Creador pero cuando llegaron los problemas,
como la escasez de
alimentos en la tierra, tomó el control de la
situación en sus propias fuerzas.

Determinación y perseverancia

La vida de como líder fluctuaba entre períodos
de victoria y etapas de declive.

Pareciera que unas veces confiaba en el poder de Dios,
y en otras, obraba conforme a sus propias capacidades y
raciocinio. Quien obra igual que él, no avanzará
con la solidez y rapidez que se pudiera esperar. La ambivalencia
en sus actuaciones lleva a que el paso con que se desplaza sea
lento y en muchas ocasiones, poblado de incertidumbre.

En la carta del
Señor Jesús a la iglesia que se reunía en
Laodicea, advierte: "Escribe al ángel de la iglesia en
Laodicea: "El amén, el testigo fiel y verdadero, el
Principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco
tus obras, que ni eres frío ni caliente.
¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero por
cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te
vomitaré de mi boca"(Apocalipsis 3:14-16).

¿Puede captar el mensaje? En la vida del cristiano se
necesita tomar la determinación de vivir a Cristo a
plenitud, sujeto a los principios trazados por las Escrituras y,
segundo, perseverancia para permanecer en el camino, firmes por
encima de la adversidad. No hay lugar para los reveses como
aquellos que dan un paso y retroceden dos por que no tienen
sólidos fundamentos de fe.

En la voluntad de Dios, todo saldrá bien…

Cuando estamos caminando en la realización de una
misión, bien sea para Dios o en el camino secular, es
probable que nos toque tomar decisiones. Algunas altamente
satisfactorias, porque conocemos de antemano qué
consecuencias pueden desatar. En otras oportunidades, decisiones
que adoptamos en fe, solo confiados en que si vamos de la mano de
Dios, El nos guiará por la senda indicada.

Cuando desarrollamos esa plena confianza en nuestro amado
Señor, generalmente no albergamos temores de que algo
pueda salir mal.

Tras regresar de Egipto con su esposa Sarai y su sobrino Lot,
trayendo consigo sus posesiones, decidieron encaminarse al Neguev
y luego hacia Bet-el que representaba, a los ojos de cualquier
buen negociante o ganadero, una tierra promisoria.

Todo iba bien hasta el momento… pero… y surge el
inevitable pero que no desearíamos que apareciera
enfrente nuestro cuando todo va "viento en popa". Sin
embargo en nuestra condición de líderes debemos
estar preparados para enfrentar circunstancias inesperadas. En el
día a día es previsible que emerjan dificultades.
Es algo que no debe ni sorprendernos ni llenarnos de
angustia.

"Y la tierra no era suficiente para que habitases
juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar
en un mismo lugar. Y hubo contienda entre los pastores del ganado
de y los pastores del ganado de Lot…"(Génesis 13: 6,
7).

El panorama no era nada halagador. Ameritaba de una actitud
calmada. Ninguna decisión debemos tomarla acalorados, con
la mente nublada por pensamientos derrotistas o tal vez de
venganza. Obrar así no traerá buenos resultados ni
en nuestro desenvolvimiento personal, ni en
la iglesia y menos en nuestras labores en el plano secular.

La propuesta de fue separarse para no agravar las cosas. Le
dijo a su sobrino: "¿No está toda la tierra
delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mi. Si fueres a la
mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tu a la derecha,
yo iré a la izquierda. Y alzó Lot sus ojos, y vio
toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego,
como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto en
dirección de Zoar, antes que destruyese Jehová a
Sodoma y Gomorra"(versículos 9, 10).

Al patriarca le correspondió un territorio que no era
halagüeño mientras que su sobrino Lot, que no era
ajeno a las ventajas que se derivaban de poder escoger,
tomó para sí las mejores vegas…

La pregunta que nos hacemos: ¿Por qué
permitió que tomaran aparente ventaja sobre él?

Porque la fe de , al menos en ese período de su vida,
estaba cifrada en Dios. Este siervo tenía claro que con el
Señor, con su divina ayuda, nada podría salir mal
como lo señala el salmista: "Deléitate
asimismo en Jehová y él te concederá las
peticiones de tu corazón"(Salmo 37:4).

Esa confianza en el Creador, que es la misma que estamos
llamados a desarrollar usted y yo, se vio reflejada en un pleno
respaldo de Aquél que todo lo puede: "Y
Jehová dijo a , después que Lot se apartó de
él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde
estás hacia el norte y el sur, y al oriente, y al
occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a
tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como
el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la
tierra, también tu descendencia será contada.
Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su
ancho; porque a ti la daré"(Génesis
13:15-17).

Si de algo tenemos que asegurarnos es de que caminemos por la
senda que nos trazó el Señor. Al movernos en el
centro mismo de Su voluntad, tenemos asegurada la victoria.
Apartarnos de ese camino para hacer las cosas a nuestra manera,
traerá problemas.

Siempre he imaginado a Dios como un padre que advierte a su
hijo pequeño -que somos usted y yo cuando estamos
creciendo espiritualmente y en la fe"sobre los peligros de jugar
con fuego.

"Es peligroso", advierte con calma. Pero su hijo,
queriendo conocer el por qué, mete sus manos -por
ejemplo"en la llama de una veladora. ¿Las consecuencias?
Se quema. Aunque el incidente no pase a mayores, paga las
consecuencias de hacer las cosas a su manera. Igual quienes dejan
de lado las pautas marcadas por Dios y quieren resolver
problemas, dificultades y circunstancias inesperadas conforme a
sus propias capacidades.

Como habrá podido apreciar hasta el momento, -a quien
Dios le cambiaría el nombre por el de Abraham"es
presentado como uno de los grandes héroes de la fe:
"Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para
salir al lugar que había de recibir como herencia; y
salió sin saber a dónde iba. Por la fe
habitó como extranjero en la tierra prometida como en
tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y jacob, coherederos
de la misma promesa…"(Hebreos 11: 8, 9).

De acuerdo con el pasaje que hallamos en el Nuevo Testamento,
refiriéndose a su desenvolvimiento como hombre de Dios,
tenía claro cuál era el curso a seguir. Pero no nos
menciona que tuvo errores. Visto desde esta perspectiva,
comprendemos que el camino del líder se construye paso a
paso. Es probable que en algunos casos hayan problemas, tal vez
errores, pero si la mirada está puesta en el Supremo
Hacedor, lograremos llegar a la meta…

Capítulo 4

El
líder aprende a esperar su tiempo

El reloj de Dios no es el nuestro

Si nos espera unos minutos más le tramitamos la
entrada al Perú
"dijo el agente de inmigración en la frontera del
Ecuador y
Perú. Hacía un sol insoportable y a lo lejos se
adivinaba el inicio del desierto de Tumbes, esa magnífica
extensión de arena que muere en las márgenes del
mar Pacífico.

Saúl miró el reloj, miró al funcionario,
nos miró a nosotros, hizo un gesto de desagrado y
siguió leyendo el diario. En los titulares anunciaban un
nuevo triunfo del corredor de autos
colombiano Juan Pablo Montoya. Sobre una margen del diario
anunciaban nuevos esfuerzos de Venezuela por
conquistar el mercado petrolero internacional.

Una nueva mirada al reloj de pared. Habían transcurrido
veinte minutos. Unos ojos inquisitivos que recorren a los
presentes, el gesto de desagrado que había hecho
anteriormente y la disposición de seguir leyendo.

–¡Esto es el
colmo¡–
vociferó:–Llevo dos horas esperando
una autorización y todavía no me resuelven
nada–
. Estaba visiblemente desencajado por la rabia.

–Si espera unos minutos más…"le insistió.
Pero el hombre salió tras recoger airadamente sus documentos.
Minutos después, realmente muy pocos, llegó quien
debía firmarlos. Sonrió al conocer la
situación y dijo:

Si hubiera esperado tan solo un poco…"

¿Es usted impaciente?

La impaciencia es uno de los problemas que enfrentan
líderes, bien sea que estén al servicio de la
iglesia o que se desenvuelven secularmente en alguna empresa o
institución.

Su anhelo es lograr todo inmediatamente, sin esfuerzo.
Parecería que esperan encontrar la lámpara de
Aladino que, con solo frotarla, traiga del país de la
fantasía un genio que
cumpla todos sus deseos. Sin embargo no es así. La
realidad es bien diferente.

¿Se ha desalentado alguna vez porque una promesa que
recibió de Dios no se cumple inmediatamente?¿Ha
sentido que Dios se olvidó de su promesa y que le
dejó de lado para ocuparse de los planes para otro
creyente? Si ha experimentado una situación así,
seguramente comprenderá el desasosiego de . Dios le
había prometido: "…alza ahora tus ojos, y mira
desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al
oriente y al occidente. Porque la tierra que ves, la daré
a ti y a tu descendencia para siempre"(Génesis 13:14,
15).

Lo más probable es que, cada mañana al
despertar, el patriarca se acercaba al calendario para corroborar
la fecha y mentalmente hacía cuentas del
tiempo transcurrido desde que Dios le hablara.

Saraii, su mujer, no evidenciaba síntomas de embarazo. Y
todo alrededor seguía tal cual. Nada parecía
ocurrir.

De seguro esa promesa es imposible de cumplirse en mi
vida
"pensó una y otra vez. Todos en derredor
recibían noticias sobre
la proximidad de la visita de la cigüeña y él,
en cambio, sentía el desaliento que produce esperar un
anuncio del Señor que pasa el tiempo y no se
materializa.

Esteban, el primer mártir de la era cristiana,
explicó al respecto: "Y no le dio herencia en ella,
ni aún para asentar un pie; pero le prometió que se
la daría en posesión, y a su descendencia
después de él, cuando él aún no
tenía hijo"( Hechos 7:5).

Es fácil creer cuando todo apunta a que aquello en lo
que hemos cifrado nuestras esperanzas, está a las puertas
de concretarse. En condiciones así es fácil creer.
Lo complejo es asimilar en nuestra existencia la
definición que hiciera el autor sagrado en torno a la fe:
"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera; la
convicción de lo que no se ve"(Hebreos 11:1).

Un empresario de Santiago de Cali con el que hablé hace
poco tiempo después de dictar una conferencia, me
refirió como, desde niño y cuando sus padres
vivían inmersos en la inopia, se preparó para ser
gerente de una
compañía.

Nunca se desanimó aunque el paso de los años y
el intenso estudio para lograr la superación intelectual y
académica, hacían pensar que estaba muy lejos de
sus sueños. Sin embargo depositó su confianza en la
convicción de que, si Dios iba delante suyo, nada
impediría que hiciera realidad sus más caras
aspiraciones.

Lo logró cuando rayaba los cuarenta y cinco
años. Hoy es propietario de una compañía
transportadora. Está convencido de que guardar la fe en el
poder divino que le ayudaría a salir adelante, fue su
más grande secreto.

En todas las circunstancias y cuando hemos recibido una
promesa de Dios, es necesario entender que nuestro reloj es bien
diferente del que tiene en uso nuestro amado Señor.

José Alberto, un abogado a quien conozco hace un buen
tiempo y de quien fui compañero en la empresa para
la que laborábamos, recibió una promesa en cierto
servicio religioso en el que ministraba un evangelista
invitado.

El Señor te llamará a servirle en su
obra
"le dijo el pastor en momentos en que oraba por mi
amigo.

Salió del lugar inundado de gozo. No podía
creerlo. Días después me anunció que
renunciaría a su cargo en la entidad estatal a la que
estábamos vinculados:

Dios me llama a la obra y no puedo desatender su
llamado
"me dijo al tiempo que buscaba echar por tierra las
recomendaciones de que buscara a Dios en oración y Su
santa confirmación antes de proceder.

De nada valieron los consejos de amigos y conocidos.
José Alberto renuncio a su ocupación secular.

Un mes después estaba ministrando en una ciudad vecina.
Las cosas no funcionaron. La pequeña iglesita de la que
fue encargado, pronto enfrentó un revés, de esos
períodos que son apenas naturales cuando se comienza una
misión evangelística en un lugar. No tenía
para sostenerse ni tampoco a su familia. El dinero
escaseó. Se sintió solo. Me dijo un día que
el Señor lo había abandonado.

La pregunta -apenas natural–que surgió en aquella
conversación:–¿Dios te falló,
José Alberto, o no supiste esperar en el tiempo que El
tiene para materializar sus promesas?…

atravesaba una situación similar. Se desesperaba por el
paso inexorable del tiempo sin que nada ocurriera. En lugar de
prepararse en Dios para ser un buen padre, tal como el empresario
de la historia inicial se preparó para dirigir su propio
negocio, esperaba que todo ocurriera inmediatamente.

Años después y en un nuevo contacto con el
Creador, le hizo el reclamo:"Dijo también : Mira que
no me has dado prole, y he aquí que será mi
heredero un esclavo nacido en mi casa"(Génesis
15:3).

El texto debe
llevarlo a reflexionar en las siguientes preguntas. ¿Ha
sentido desesperación al ver que transcurren los
días y nada ocurre?¿Piensa que Dios se
olvidó de usted y de la promesa que le hizo?¿Piensa
que las circunstancias demuestran que la promesa jamás
será realidad?

Contrario a lo que usted pueda razonar, nuestro amado Hacedor
no solo tiene presente aquello que prometió, sino que
permanece firme en lo dicho, tal como advierten las Escrituras:
"Dios no es hombre, para que mienta, no hijo de hombre para
que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará?
Habló, ¿y no lo ejecutará?"(Números
23:19).

Dios conoce las inquietudes de un líder

Con frecuencia y en medio de las crisis que
generalmente se desencadenan entre quienes ejercen algún
tipo de liderazgo, es probable que se sienta solo. Considera que
nadie lo entiende, que la situación que enfrenta
constituye un callejón sin salida, que nadie ha
experimentado una situación similar. Pero no es
así. Dios conoce las circunstancias que atravesamos. Es
consciente de nuestro sufrimiento, de las dudas que nos asaltan o
quizá de la incertidumbre que nos embarga cuando esperamos
una promesa y nada ocurre.

Dios le reafirmó su anuncio inicial: "Luego vino
a él palabra de Jehová, diciendo: No te
heredará éste, sino un hijo tuyo será el que
te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira
ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y
le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a
Jehová, y le fue contado por justicia"(Génesis 15:4-6).

El grado de incertidumbre era tal, que en el versículo
ocho podemos leer que le pidió una prueba a Dios de que,
cuanto le decía, tendría su cumplimiento.
Aún en su existencia persistía la duda.

Es probable que igual ocurra con su vida. Por alguna
razón desea que esa promesa divina que recibió de
labios de un ministro del Señor se cumpla inmediatamente.
Eventualmente alberga sombras de duda.

En su existencia está primando la razón que le
dice imposible, y se mezcla con las emociones que le
llevan a sentirse desesperanzado. Dejó de lado la
fe, quizá junto a su Biblia allí en la mesita de
noche. Si es así, queremos animarlo a que siga adelante, a
que no se desanime, a que crea en las promesas de Aquél
que todo lo puede.

Dios no necesita que le ayudemos

¿Ha visto un líder cristiano que después
de recibir una promesa de Dios, y preso de la impaciencia, trata
de ayudar al Creador para ver cumplida Su palabra?

Si no lo ha visto, le presento a uno de ellos: . "Saraii
mujer de no le daba hijos; y ella tenía una sierva
egipcia, que se llamaba Agar. Dijo entonces Saraii a : Ya ves que
Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te
llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y
atendió el ruego de Saraii. Y Saraii mujer de tomó
a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que
había habitado en la tierra de Canaan, y la dio por su
mujer a su marido"(Génesis 16:1-3).

¿Qué consecuencias desataron esta
disposición tomada a la ligera y sin medir lo que
podía ocurrir? La sierva miró con desprecio a
Sarai.

Igual que esta mujer y el propio , que por aquél
entonces tenía ochenta y seis años, con frecuencia
nos granjeamos problemas que de haber sido pacientes y sensatos
nos hubiésemos evitado.

Adelantarse a los planes de Dios sin esperar en Su promesa, le
trajo problemas familiares al patriarca (versículo 9).
Cuatro años después, Dios le habló de nuevo
(Génesis 17:1), sin embargo debieron pasar otros diez
años antes que la promesa se hiciera realidad
(Génesis 17:17).

Dios cumple sus promesas, como leemos en las Escrituras:
"Visitó Jehová a Sarai, como había
dicho, e hizo Jehová con Sarai como había hablado.
Y Sarai concibió y dio a Abraham un hijo en su veje, en el
tiempo que Dios le había dicho. Y llamó Abraham el
nombre de su hijo que le nación, que le dio a luz Sarai,
Isaac"(Génesis 21:1-3).

Dios nunca llega tarde. El llega en el momento oportuno. En
ocasiones con más rapidez de lo previsto, en otras cuando
pensamos que nada ocurrirá. En todas las circunstancias es
necesario aprender a esperar en Sus promesas. El cumplirá.
Jamás olvide que el reloj y el calendario del Señor
son diferentes de los nuestros. No se desespere, confíe.
Dios cumplirá…

Capítulo 5

El líder
crece en medio de las pruebas

Las diversas formas de una prueba

Las tardes cálidas y llenas de placidez en familia
constituían algo que nunca previó Abraham. Sarai,
su esposa, junto a las siervas atendiendo los quehaceres
domésticos. Los negocios
atravesando su mejor período y, en la mayoría de
los casos, con una tendencia a crecer. Y en el inmenso solar, su
hijo con otros chicos de su edad. ¿Qué más
le podía pedir a Dios?.

Estaba orgulloso de cuanto había acontecido en su
existencia. Ocasionalmente cuando veía morir la tarde y la
brisa bañaba con frescura aquél territorio,
solía recordar los años de espera. Al comienzo se
desesperaba pensando que jamás se materializarían
en su existencia las promesas divinas. Vino luego un
período que podía llamar de resignación, y
por último, -por cosas paradójicas de la vida"el
reverdecer de la fe tras cada nuevo encuentro con Dios quien le
reafirmaba las promesas.

¿Pruebas?¿Momentos difíciles? Esos
dos conceptos sonaban lejanos. Si en algún momento los
experimentó, ahora no podía describir con
precisión lo que desencadenaban. Eran difusos. Se
desdibujaban en el tiempo y morían en sus recuerdos, como
las sombras alargadas y deformes que proyecta el sol sobre
casas, árboles
y objetos cuando está por ocultarse en el poniente.

Sin embargo lo imprevisto tocó a sus puertas.
"Aconteció después de estas cosas, que
probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él
respondió: heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo,
tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tu tierra de
Moriah, y ofrécelo allí en holocausto
sobre uno de los montes que yo te diré"(Génesis 22:
1, 2).

Las dificultades que amenazan nuestra confianza asoman cuando
menos las esperamos. En el caso de Abraham llegaron en momentos
en los cuales razonaba que el curso de su vida había
tomado rumbo fijo. Es más, dentro de sus perspectivas,
tenía infinidad de planes con el muchacho que
corría desprevenidamente junto con sus amigos. El momento
no era fácil, por el contrario, era uno de los más
difíciles de su larga vida.

¿Acaso está atravesando por un período
similar al de Abraham? Puede que no halla sido conminado a
sacrificar a uno de sus hijos, pero sí enfrente
pérdidas que considera irreparables.

En situaciones así es natural que nos preguntemos:
¿Por qué me ocurre esta situación a
mi?¿Acaso no hay quienes haciendo el mal… viven muy
bien?¿No mira Dios mi entrega y dedicación a
servirle?

Pero supongamos que la situación se presenta desde el
plano secular. De pronto se encuentra, a boca de jarro, con
sinnúmero de problemas. ¿A quién culpar? A
las circunstancias, podría ser. También a que
hayamos sembrado semillas que germinaron en dificultades.

Cualquiera sea la razón, quedan dos pasos a seguir, a
la luz del razonamiento humano: el primero, no pensar que somos
los únicos en el mundo en enfrentar un tropiezo o
quizá, que ha llegado el fin del mundo
por lo que pudiera ocurrirnos; el segundo, pensar con calma antes
de tomar cualquier determinación.

Hay un tercer paso que le sugiero asumir. Es buscar a Dios. El
nos ayuda a encontrar la salida al laberinto. Con su ayuda, nada
podrá robarnos la capacidad de pensar con tranquilidad y
abrirnos paso, con una adecuada orientación, hacia el
final de la encrucijada.

En la Escuela de Dios, las pruebas implican
renuncia…

Cuando volvemos las páginas de las Escrituras leemos
que nada ocurre por azar cuando estamos en el centro mismo del
Plan de Dios. El apóstol Pablo escribió: "Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a
bien, esto es, a los que conforme a su propósito son
llamados"(Romanos 8:28).
A partir de este principio
bíblico entendemos que nuestro amado Hacedor tiene un
propósito con las pruebas.

Con frecuencia suelo recordar un viaje que hice a Barichara,
un pueblo del norte de Colombia, en el que hábiles
artesanos trabajan la piedra.

A partir de un trozo de roca, conciben figuras que se
convierten en adornos. Camino de aquella población me detuve en uno de los talleres
donde literalmente labran la superficie rocosa. Primero utilizan
pesados martillos con cinceles que, bajo el impacto, arrancan
trozos grandes. A medida que pasan las horas y va tomando forma,
utiliza otros buriles más pequeños. En la fase
final del trabajo son diminutos.

Igual ocurre cuando el Señor trata la vida de alguien.
Puede que los primeros impactos luzcan demasiado duros. En la
medida que crecemos espiritualmente –a partir de las pruebas–
todo es más llevadero.

Al analizar la vida de Abraham aprendemos un elemento de
particular significación. A través de la
traumática experiencia que representaba decidir el
sacrificio de su hijo, comprendió que una prueba implica
renuncia. "… tu hijo, tu único, Isaac, a
quien amas… y ofrécelo allí en
holocausto".

Dar muerte al
chico era tanto con borrar de un solo trazo todo lo que
había sembrado, la ilusión de tener descendencia,
el sueño de ver cómo se levantaba una nueva
generación.

Renunciar a muchas cosas es complejo para nosotros.
Quizá se nos pide volver la espalda a algo o alguien en
quien hemos depositado nuestras esperanzas. ¿Recuerda al
joven rico? Su historia la leemos en el evangelio de Lucas,
capítulo 18, versículos del 18 al 30.
¿Cuándo se produjo su crisis? Cuando debió
renunciar a las riquezas que, en su razonamiento humano,
representaban todo para su existencia.

¿Acaso se le ha dificultado renunciar a algo? Es
probable que se trate del punto en el que debe ser tratado por
Dios. Con su ayuda, podrá vencer. Sin El, es probable que
siga sujeto a sus debilidades.

En la Escuela de Dios, las pruebas implican
obediencia…

Una cosa es decir que amamos a Dios y estamos dispuestos a
seguir sus caminos, y otra bien distinta es llevar esas palabras
a la práctica. Esa dura realidad la comprobó
Abraham en su existencia. Pensar en sacrificar a Isaac era bien
distinto a llevar esa misión hasta sus últimas
consecuencias. Hacerlo ameritaba sumisión total al
Creador. En esencia, obligaba asumir una posición de
obediencia.

"Y Abraham se levantó muy de mañana, y
enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos
suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el
holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le
dijo"(versículo 3).

Sin duda fueron días de profunda agonía. Por su
mente debieron pasar muchos pensamientos. Tal vez
desilusión, incredulidad o la incertidumbre al razonar que
probablemente había equivocado el llamamiento y era un
susurro y no la voz de Dios que creía haber escuchado.

En la Escuela de Dios, las pruebas implican
confianza…

Cuando aprendemos a conocer a Dios, asumimos que sus
instrucciones y caminos evidencian perfección. Nada es al
azar. No cabe la improvisación. Conocer al Señor es
posible cuando pasamos tiempo en Su presencia mediante la
oración, el estudio sistemático de las Escrituras y
una búsqueda sincera de conocer Su volunta.

Hay sin embargo un tercer principio que asimilamos conforme le
conocemos. Es la confianza. Es tanto como caminar por la
cuerda floja sabiendo que nada saldrá mal y no caeremos en
el vacío.

En el caso de Abraham, caminar al lugar del sacrificio,
demostraba confianza. "Al tercer día alzó
Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos"(versículo
4).

Los pensamientos es probable que le llevaran a razonar en la
inconveniencia de obedecer. Sin embargo, una vez tomó la
decisión y dominado por una profunda confianza en el
Creador, no hubo nada que lo detuviera. "Entonces
habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío.
Y él respondió: Heme aquí, hijo. Y él
dijo: He aquí el fuego y la leña; más
¿dónde está el carnero para el holocausto? Y
respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para
el holocausto, hijo mío. E iban juntos"(versículo
8).

Confiar es viable cuando todo está a favor, pero bien
difícil cuando nadamos contra la corriente.

Es natural que en circunstancias así nos agobien los
temores o la incertidumbre. Pero si nuestra confianza es plena,
podemos afincarnos en la certeza de que la misericordia de Dios
no tiene límites.
También de que no permitirá que nada malo nos
ocurra: "Y respondió Abraham: Dios se
proveerá de cordero para el holocausto…".

¿Su vida ha desarrollado tal confianza en
Dios?¿Está de tal manera convencido en el obrar
perfecto del Señor que no teme dar pasos en
dirección al camino que El le señala? Vale la pena
que, en nuestro proceso de
formación en el liderazgo, respondamos a estos dos
interrogantes y que, si encontramos falencias, procedamos a
aplicar correctivos con ayuda de Aquél que todo lo
puede.

En la Escuela de Dios, las pruebas implican
convicción…

Hay un cuarto elemento que cabe revitalizar cuando estamos
creciendo espiritualmente en la Escuela de Dios. Se trata de la
convicción en cuanto hacemos. Es la certidumbre
inamovible de que el Creador llegaría que motivó a
Abraham a seguir hasta las últimas consecuencias, tal como
leemos en las Escrituras:

"Entonces el ángel de Jehová le dio voces
desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él
respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano
sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque yo conozco que temas
a Dios, por cuanto no rehusaste tu hijo, tu único.
Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he
aquí a sus espaldas un cordero trabado en un zarzal por
sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo
ofreció en holocausto en lugar de su
hijo"(versículo 13).

Algunas veces, cuando clamamos a Dios en procura de un
milagro, quizá sintamos que no escucha las oración,
que nos olvidó o tal vez, que nunca responderá.
Pero en la medida en que vamos creciendo en Su conocimiento,
aprendemos que El siempre llega en el momento oportuno.

La desesperación nos embarga cuando olvidamos que Su
reloj es distinto al nuestro. Pero una vez asimilamos este
principio, la confianza trae paz a nuestro corazón.

Tras la prueba llega la bendición

Si estamos en el centro mismo de la voluntad de Dios, las
pruebas nos ayudan a crecer y tras experimentarlas y salir
airosos, recibimos la bendición, tal como podemos
apreciarlo en el texto:

"Y llamó el ángel de Jehová a
Abraham segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mi mismo he
jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no
me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te
bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las
estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla
del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus
enemigos: En tu simiente serán benditas todas las naciones
de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz"(versículos
15-17).

Es probable que ahora mismo atraviese por una situación
que considera sin solución. Sin embargo es tiempo de
permanecer en Dios, asidos de su mano, en la certeza de que
responderá con poder y no le dejará solo en medio
del desierto.

Una vez termina la tormenta viene la calma. Y cuando las
pruebas concluyen, es evidente que llega la bendición de
Dios. En tal principio debemos esperar.

Jamás olvide que ahora que está creciendo en su
formación de líder en la Escuela de Dios, no
está solo. El Señor siempre estará a su
lado…

Capítulo 6

El mundo quiere
condicionar al líder

¿La familia del
líder debe ser perfecta?

Por alguna extraña razón quienes asisten a las
iglesias tienen la errada concepción de que los hijos del
pastor o del líder, son los "niños-perfectos-que-nunca-fallan". El
estereotipo del chico o chica que han construido en sus mentes
visten impecablemente, saludan a todos con un "Buenos
días"
al tiempo que muestran su mejor sonrisa;
responden siempre "Si, señor. No, señor";
conocen al dedillo todos los coros y, por si fuera poco, cuando
llegan a casa, suben a sus cuartos a tener interminables jornadas
de oración.

¿Le ha ocurrido que alguien comente delante suyo:
"Tan lindo el niño. De seguro será tan buen
predicador como el papá"
? Pues si a usted nunca le
ocurrió, o felicito. A mi me pasó muchas veces y
quien más sufría con aquellas palabras era yo.
Lejos de ser los hijos perfectos que ellos creían, mis
hijos eran adolescentes
como cualquiera otro y tenían sus mismos gustos…

¿Un ejemplo? Le pondré no uno sino varios. Para
comenzar, a ellos les gustaba la música y no
propiamente los temas espirituales de Marcos Witt, Marco
Barrientos, Gonzalo Alvarado, Jesús Adrián Romero,
Danilo Montero o Ingrid Rosario . ¡Por supuesto que no!
Eran cantautores de melodías de salsa, propias de una
ciudad carnavalesca como Santiago de Cali, en donde resido con mi
familia. Ah, y les fascinaba oír los temas a todo
volumen.

Nadie decía nada, pero por lo bajo comentaban: "Tan
mundanos los hijos del pastor".

¿Afiches? Sí, de todas las clases, desde
muñecos de Disney hasta las últimas imágenes
de Los Simpson. Había de todos los tamaños y
ocupaban todos los espacios de sus habitaciones. Cierto
día que invite a unos líderes a mi casa,
murmuraron: "En esta casa hay que hacer unas cuantas
liberaciones para que salgan todos los espíritus que
atraen esas imágenes"
, descalificando así las
aficiones de mis hijos, y de paso, satanizando toda caricatura que
les pareciera sospechosa.

¿Impecables? En cuanto a vestir si, pero no en su
cabello que preferían dejarlo crecer. Encontraban uno y
mil pretextos para no recortárselo. ¿Y en el culto?
Igual que los otros chicos de su edad: amaban la alabanza con
ritmo, no entendían qué decían los coros de
adoración, y se dormían cuando el sermón del
pastor pasaba de los diez minutos, así quien estuviera en
el púlpito fuera yo.

Fue un período de por lo menos cuatro años que
resultó traumático para mi esposa y para mi. No
imaginan cuántas personas se acercaron a pedirnos
explicación por el comportamiento
de nuestros hijos. Concebían que los adolescentes de los
demás fueran terribles, menos los desatinos -por
pequeños que fueran"provenientes de los "hijos del
pastor".

En casos así lo peor que podemos hacer es tratar de
condicionar a nuestros niños, adolescentes o
jóvenes a actuar de determinada manera. ¿Dejarlos
hacer cuanto quieran? No, en lo absoluto, pero no caer en la
trampa en que caímos quienes quisimos "alienar" a nuestra
familia para que pensara, actuara, se riera e incluso vistiera
como nosotros.

Un comportamiento así sólo traerá
rebeldía en los hijos y antes que encontrar respuestas en
la iglesia de Jesucristo, recibirán con aversión
todo cuanto tenga un tinte eclesial.

No somos perfectos

Cuando volvemos las páginas de la Biblia nos
encontramos con Isaac, el hijo de Abraham, quien si estuviera en
nuestro tiempo, podría decirnos: "Entiendo lo que
sienten cuando todos alrededor pretenden que su familia sea
perfecta".

Este hombre de Dios que marcó el sendero de toda una
generación en Israel,
enfrentó contrariedades por las actuaciones de sus hijos,
Jacob y Esaú.

En las Escrituras leemos:"Y cuando Esaú era de
cuarenta años, tomó por mujer a Judit hija de Beeri
heteo, y a Basemat hija de Elón heteo; y fueron amargura
de espíritu para Isaac y para Rebeca"(Génesis
26:34, 35).

Sin duda los chicos de Isaac no eran los santurrones del
barrio. Jacob era tramposo, como veremos más adelante,
mientras que Esaú, como cualquier chico de la modernidad,
buscaba llevarle la contraria a sus padres en todo.

Curiosamente muchos de los pastores y líderes con los
que he hablado sobre el particular, coinciden conmigo en que las
congregaciones llegan a ser demasiado duras en su juzgamiento y
olvidan que nuestras familias experimentan los mismos altibajos
que otra. La diferencia estriba en que, en medio de la crisis,
buscamos la ayuda del Señor Jesús para que nos
ayude a resolver las dificultades.

Pero si de problemas se trata…

Un líder se forja en medio de las dificultades. Cuando
atraviesa períodos difíciles, aflora su capacidad
para sobreponerse. Buena parte puede fundamentarse en la
experiencia y, otro buen porcentaje, en lo que aprende cuando
está inmerso en superar los obstáculos.

Isaac, por ejemplo, tuvo que luchar con una niñez
traumática. Cuando apreciamos las imágenes
descoloridas de los tiempos idos, podemos apreciar que bien pudo
convertirse en un rebelde o tal vez en un hombre incrédulo
a raíz de los momentos difíciles que tuvo; pero
dejó atrás todo aquello que amenazaba con afectar
su presente y su mañana. Volvamos atrás en su
historia.

En primera instancia su padre era un hombre entrado en
años cuando él nació. Tenía cien
calendarios encima (Génesis 2315). No era el tipo de
progenitor con el que juegas al fútbol
los domingos en la tarde, o con quien vas de pesca un
día feriado. Es probable incluso que le atormentara la
risa de los niños y que saliera furibundo, a la puerta de
la tienda, cuando los chicos amenazaban con armar una gresca.

Al llegar a la adolescencia,
cuando las imágenes quedan grabadas con una impronta
imborrable para siempre, Dios le ordenó a su padre que lo
sacrificara, tal como lo relata el capítulo 22 del
libro del
Génesis.

El muchacho percibió la situación.
"Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo:
Padre mío. Y él respondió: Heme aquí,
hijo mío. Y él dijo: He aquí el fuego y la
leña; más ¿dónde está el
cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se
proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E
iban justos"(Génesis 22:7, 8).

Sin duda no era ningún traído de los cabellos;
por el contrario, era bastante acucioso y entendió que
él iba a ser la víctima.

Circunstancias como esa pueden llevar a un jovencito a pensar
que su padre es inmisericorde, por encima de las costumbres
culturales y religiosas que prevalecieran en la época, o
bien a razonar que Dios era injusto porque iba a recibir honra
con su vida que apenas comenzaba.

Desde esa perspectiva, valoramos que Isaac no permitió
que lo embargaran el resentimiento ni los malos recuerdos. Por el
contrario, en su juventud y
como podemos leer en los capítulos desde el 23 hasta el 26
del libro del Génesis, reconoció al Señor en
todos sus caminos…

¿Un líder vive del pasado?

Aquí cabe una pregunta: Usted como líder,
¿vive del pasado? Aspiro que no. Si tiene una carga enorme
de recuerdos dolorosos de su infancia,
adolescencia y etapa juvenil, es necesario que vuelva la mirada
al Señor Jesús y le pida que trate con esas heridas
del alma.

Un líder que obra gobernado por la rabia, el odio y la
tristeza, no desarrollará a plenitud su ministerio y de
paso corre el riesgo de
contaminar a las personas que tiene a cargo. No, no le estoy
hablando de contagio físico como si se tratara de un
virus, sino de
sembrar semillas negativas en aquellos a quienes estamos formando
en la vida cristiana o secular.

En la Biblia leemos que Jesús es nuestro "Por lo
tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran
sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a
la fe que profesamos. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz
de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido
tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin
pecado.
Así que acerquémonos confiadamente al trono de la
gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude
en el momento que más la necesitemos." (Hebreos 4:14-16.
Nueva Versión Internacional).

Nuestro amado Salvador comprende las crisis por las que
atravesamos, muchas de ellas fruto de un pasado
traumático, y es El y nadie más que El quien puede
ayudarnos a borrar esos recuerdos que nos roban la
tranquilidad.

Para un líder no todo es color de
rosa

Tener una solidez económica como la que heredaba Isaac
(Génesis 24:35) y un padre que se preocupaba de asuntos
tan personales como conseguirle esposa (Génesis
capítulo 24), no aseguran un liderazgo sólido,
próspero y promisorio.

Ser líder no es una condición que se hereda. Por
el contrario y a diferencia de lo que opinan muchos, un
líder no nace, se hace.

Este hecho reviste especial significación porque la
otra cara de la moneda indica claramente que el hecho de ser hijo
de alguien que jamás abanderó ninguna
campaña, no determina que sea imposible el que
desarrollemos un liderazgo. Es algo personal y no
generacional.

En momentos difíciles, el líder deposita su
confianza en Dios

En el trasegar hacia el crecimiento personal y como
líder de una generación, Isaac se encontró
con una realidad a la que no solo no podía escapar, sino
que además era humanamente imposible de resolver. Su
hermosa y joven esposa Rebeca era estéril. Algo
traumático para un padre que anhelaba llevar sus hijos al
caer la tarde de un sábado cualquiera a los juegos
mecánicos o quizá a ver una buena
película.

En su caso podría ser la pérdida de empleo; las
dificultades para plantar una congregación; los tropiezos
en las relaciones con las personas que están a cargo;
dificultades financieros que impiden la concreción de sus
sueños… en fin, las posibilidades son infinitas.

¿Qué hizo Isaac? Tomó la decisión
que debe acompañar a quienes tropiezan con un enorme
obstáculo en su camino: volvió su mirada a Dios y
depositó en El la confianza plena de que obraría un
milagro.

"Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que
era estéril; y lo aceptó Jehová, y
concibió Rebeca su mujer"(Génesis
25:21).

Fruto del clamor, vino la bendición. Rebeca
concibió gemelos: Esaú y Jacob.

Se trata de una característica que debemos dimensionar
en su verdadera proporción: si estamos sirviendo a Dios en
la obra, por insignificante que parezca nuestro papel en el
servicio, es al Señor a quien debemos ocurrir tan pronto
advertimos que surge un problema.

Lograrlo amerita que mantengamos una estrecha relación
con el Padre mediante la oración. Se supone que si somos
sus siervos, de El debemos recibir instrucciones y a El es
necesario que acudamos en los momentos difíciles.

Ese diálogo
permanente con el Dueño de la obra, llevó a que
Dios le pusiera en alerta cuando Isaac proyectaba ir a Gerar
frente a la hambruna que golpeaba su país. "Y se le
apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto;
habita en la tierra que yo te diré"(Génesis
26:2).

Como consecuencia de esa relación con Aquél que
todo lo puede, el Todopoderoso le reafirmó siete
promesas:

1.- Prometió apoyarlo y estar con él
(Génesis 26:3).

2.- Prometió bendecirlo en sus caminos
(Génesis 26:3).

3.- Prometió bendecir su descendencia
(Génesis 26:3).

4.- Prometió confirmar todas las buenas noticias
que había compartido a su padre Abraham (Génesis
26:3).

5.- Prometió multiplicar su descendencia
(Génesis 26:4).

6.- Prometió otorgarle la tierra que
anunció a Abraham (Génesis 26:4).

7.- Prometió que en él, Isaac,
sería bendita toda la tierra que ocupara (Génesis
26:5).

El líder no se detiene ante los
obstáculos

¿Le ha ocurrido que justo cuando piensa que todo marcha
bien, afloran cualquier cantidad de obstáculos?
Situaciones así tienden a quitarnos la tranquilidad y hay
quienes experimentan desánimo.

En Isaac se vio reflejada esa situación. Cuando iba
tras el sendero que marcó su padre, en dirección a
Gerar (Génesis 26:17), encontró múltiples
problemas en la tierra que aspiraba encontrar prosperidad a su
ocupación como ganadero.

Si bien es cierto reabrió los pozos que
construyó Abraham (Génesis 26:18), halló
oposición entre quienes habitaban aquel territorio y
reclamaban la propiedad de
dichas cisternas (Génesis 26:19-21).

Pese a ello, Isaac no se dio por vencido. Asumió un
principio que debe primar en todo líder: la perseverancia.
Las Escrituras nos muestran que finalmente abrió un pozo
sobre el que nadie hizo reclamos (Génesis 26:22). De no
haber persistido, lo más seguro es que habría
renunciado a sus metas y sin duda, tendría que enfrentar
por años la frustración.

Tome un tiempo para revisar su vida. Usted fue llamado a
vencer. El Señor Jesús ganó para usted la
victoria en la cruz. No puede detenerse. Eso sería una
verdadera locura. Es hora de que reemprenda el camino… Sin duda
vencerá…

Capítulo 7

El
líder vivencia la relación entre el decir y el
hacer

Nos venden imágenes irreales

Con frecuencia me sorprenden los anuncios de televisión
y de la radio
promocionando, a tiempo y a destiempo, algún tipo de
producto. Conciben unos comerciales de película que nos
transportan a situaciones propias del mundo ilimitado de la
fantasía y casi, en cuestión de segundos, nos
convierten en los protagonistas de tramas inverosímiles,
generalmente con finales felices…

Enciende la tele y aparece una promoción. El presentador, con una sonrisa
amplia, anuncia que si compra tal o cual aparato, con la
más alta tecnología disponible
en el mercado, adelgazará diez kilos por mes. "Es una
oferta
", advierte, para anotar a continuación que la
decisión de seguir con sobrepeso o tener un cuerpo
perfecto, sea hombre o mujer, está en sus manos. Venden la
idea de que ser gordito es una desgracia.

En otro canal, una mujer rejuvenecida anuncia que está
disponible, por unos cuantos dólares, la fuente de la
eterna juventud. Es una crema que reduce progresivamente todas
las arrugas hasta hacerlas desaparecer. "Se verá joven
nuevamente
", anuncia.

Seguimos pasando de un canal al otro y de pronto las
imágenes son diferentes. En un auto último modelo,
acompañado por dos chicas, un hombre que comparte su
secreto con los televidentes. Era pobre hasta que adquirió
el manual en el que
se encuentran todos los números ganadores de la
lotería. De la noche a la mañana su suerte
cambió. Ahora es millonario, las mujeres le siguen y todo
parece sonreír a su alrededor. El espectador guarda la
sensación de que ser pobre antes que una condición,
es lo peor que puede ocurrirle a un ser humano.

La lista sería interminable. La sociedad nos condiciona
a pensar y a actuar de determinada forma. Y en el caso del
liderazgo, nos presenta la imagen errada de
que todos aquellos que marcaron un hito en la historia de la
humanidad, fueron siempre hombres y mujeres con principios y
valores que determinaron su éxito futuro. Ninguno -en
apariencia"cometió fallas.

En caso de tratarse de servidores de
Dios, fueron perfectos desde el mismo momento de su
concepción. Nos presentan un concepto
equivocado en el que todos aquellos que ejercen liderazgo,
jamás se equivocan, no tienen fallas, evidencian las
mejores relaciones
interpersonales y, además, todo cuanto hacen sale
bien.

Es tanto como vender un producto de la tele. Hay marketing de
por medio. Una estrategia bien
concebida para presentar unas características inigualables
que crean necesidad y además, ofrecen una perspectiva muy
novelesca de quien puede ocupar una posición
relevante.

¿Un líder tramposo?

Ahora le formulo un interrogante ¿Qué pensar de
un líder que buena parte de su vida se caracterizó
por ser un tramposo?¿Cómo depositarle nuestra
confianza cuando de antemano sabríamos que deseaba sacar
ventaja?¿Qué lo llevó a convertirse en pieza
clave para el cumplimiento de los planes de Dios?

Partes: 1, 2, 3, 4
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