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Fernando Pessoa: corazón de nadie. A su propio encuentro (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Al día siguiente el mal hepático puso fin a su
vida. En vida sólo publicó un breve libro,
Mensagem, que envió a un concurso, sin mucha suerte. En
1929, el entonces joven crítico João Gaspar
Simões, uno de los directores de la revista
Presença, que se editaba en Coimbra, dijo de Pessoa:
«es, sin duda, en Portugal, un escritor cuya obra
sólo dentro de veinte o treinta años será
debidamente admirada y comprendida. Hasta entonces, permita
Fernando Pessoa que yo, oscuro y joven, le ofrezca esta
tentativa, por cierto infeliz, de una comprensión y de una
admiración infinitamente mayores de lo que
parecen».

Hasta ese año Pessoa sólo había publicado
unos cuantos poemas en
revistas de escasa circulación y vivía, como
vivió toda su vida, en retiro casi total: nunca se
alejó de la ciudad de Lisboa. Con Simőes se
inició la larga lista de quienes, cada vez en mayor
número se iban a sentir tocados por la extraordinaria
humanidad y la exigente labor de este «indisciplinador de
almas», «el más universal y el más
portugués de los poetas de este siglo». Fernando
Pessoa representa un caso único en la poesía
de Occidente.

Escribió con su propio nombre e inventó otros
poetas a los que atribuyó una biografía y una
poética. En él el yo se fragmentaba y pasaba a ser
una ficción. A esas figuras las llamó
heterónimos, y él mismo se puede considerar como
uno de ellos.

Repetidas veces a lo largo de su obra, Pessoa afirmó
ser nadie. «Siento que soy nadie salvo una sombra…»
escribió. Una sombra en plural. Las experiencias
estéticas de su juventud lo
conducen al definitivo encuentro con el poeta dramático,
que creó los heterónimos que siempre habitaron en
él. En sus sueños construyó un foro y sobre él se
desarrolló un drama no en actos sino en
«gentes». En una carta, Pessoa
explicó así la génesis de los
heterónimos: «No podrá decirse que son
anónimos o seudónimos, pues en realidad no lo son
la obra seudónima, es la del autor en su personalidad,
salvo en el nombre con que firma; la heterónima es del
autor fuera de su personalidad, es de una individualidad completa
fabricada por él, como si fueran los parlamentos de
cualquier personaje de cualquier drama suyo (…) Puse en Caeiro
todo mi poder de
despersonalización dramática, puse en Ricardo Reis
toda mi disciplina
mental, investida de la música que le es
propia, puse en Alvaro de Campos toda la emoción que no
debo ni a mí ni a la vida (…)

Las obras de estos tres poetas forman, como se dice, un
conjunto dramático; y se halla debidamente estudiada la 4
interacción intelectual de las
personalidades así como sus propias relaciones personales.
Todo esto constará en biografías
próximas, acompañadas, cuando se publiquen, de
horóscopos y tal vez de fotografías. Es un drama en
gentes en vez de ser en actos».

En sus poemas, como vimos, Pessoa afirmó ser nadie y en
una de las múltiples cartas que
envió a Simões, dijo tener la íntima
exaltación del poeta y la despersonalización del
dramaturgo; esto seguramente llevó a la crítica
brasileña, María Alíete Galhoz, a
preguntarse: «¿Quién fue, al fin, Fernando
Pessoa? ¿El poeta de altos vuelos? ¿El inquietante
virtuoso en ejercicios de raciocinio? ¿El humorista
intelectual del non sense? ¿El ocultista diletante que
levantaba horóscopos? ¿El impecable esteta de
frialdad irónica? ¿El cavilador de
proféticos y matemáticos Quintos Imperios del
espíritu? ¿El inquieto y monótono comentador
del absurdo o del milagro de la vida?» El vasto universo
poético de Fernando Pessoa contiene la respuesta a cada
una de estas interrogantes, pero esa respuesta es múltiple
y única para cada lector.

POEMAS

Fernando Pessoa: corazón de
nadie

A su propio encuentro

IMPRESIONES DEL CREPÚSCULO

29-3-1913

PAULARES DE ROZAR ansias a mi alma en
oro

El lejano doblar de Otras Campanas… Empalidece el rubio

Trigo en la ceniza del poniente… Corre un frío carnal
por mi alma…

La Hora, ¡siempre la misma!… Balanceo de copas de
palma!…

Silencio que las hojas miran en nosotros… Otoño
afilado

Del canto de una vaga ave… Olvidado azul en lo
estancado…

¡Oh qué mudo grito de ansia pone garras a la
Hora!

¡Qué asombro de mí ansia por algo
más que lo que llora!

Extiendo las manos hacia allá, mas al extenderlas
veo

Que no es aquello que quiero aquello que deseo…

Címbalos de Imperfección… ¡Oh, es tan
antigua

La Hora expulsada de si-Tiempo!
¡Ola de retroceso que invade

El abandonarme a mí mismo hasta desfallecer,

Y de recordar tanto el Yo presente me siento olvido!…

Fluido de aureola, transparente de Fue, oquedad de
tenerse…

El Misterio me sabe a ser otro… Luar sobre el no
contenerse…

El Centinela, yerto —la lanza que clavó en el
suelo

Es más alta que él… Para qué es todo
eso… Día suelo

Enredaderas de despropósito lamiendo los Más
Allá de Instantes…

Horizontes cerrando ojos al espacio en que son eslabones de
yerro..

Fanfarrias de opios de silencios futuros… Unos trenes
distantes…

Portales vistos desde lejos… a través de árboles… ¡tan de hierro!

HORA ABSURDA

4-7-1913

TU SILENCIO es una nao con todas las velas pandas…

Suaves, las brisas juegan en las flámulas, tu
sonreír…

Y tu sonreír en tu silencio es la escalera y las
andas

Con que me finjo más alto y al pie de cualquier
paraíso…

Mi corazón es una ánfora que cae y que se
parte…

Tu silencio lo recoge y lo guarda, roto, en un
rincón…

Mi idea de tí es un cadáver que el mar trae a la
playa…,

y mientras tanto

Tú eres la tela irreal en que yerra mi arte el color

Abre todas las puertas y que el viento barra la idea

Que tenemos de que un humo perfuma de ocio los salones…

Mi alma es una caverna henchida por la marea alta,

Y mi idea de soñarte una caravana de histriones…

Llueve oro mate, mas no afuera…En mí… Soy la
Hora,

Y la Hora es de asombros y toda escombros de ella…

En mi atención hay una viuda pobre que nunca
llora…

En mi cielo interior nunca hubo una única
estrella…

Hoy pesa el cielo como la idea de nunca llegar a un
puerto…

La lluvia menuda es vacía… La Hora sabe a haber
sido…

¡No hay nada mejor como un lecho para las naos!…
Absorto

En su alienarse de sí, tu mirar es una plaga sin
sentido…

Todas mis horas están hechas de jaspe negro,

Mis ansias todas talladas en un mármol que no hay,

No es alegría ni dolor este dolor con que me
alegro,

Y no es buena ni mala mi bondad a la inversa…

Los haces de los lictores se abrieron a la vera de los
caminos…

Los pendones de las victorias medievales ni llegaron a

las Cruzadas…

Pusieron infolios útiles entre las piedras de las
barricadas…

Y la yerba creció en las vías férreas con
fuerza
dañina…

¡Ah, qué vieja, esta hora!… ¡Y todas las
naos partieron!

En la playa sólo un cabo muerto y unos restos de velas
hablan

De la Lejanía, de las horas del Sur, de donde
nuestros

sueños sacan

Aquella angustia de soñar más que hasta para
sí callan…

El palacio está en ruinas… Duele ver en el parque el
abandono

De la fuente sin surtidor… Nadie levanta la mirada del
camino

Y siente saudades de sí ante aquel
lugar-otoño…

Este paisaje es un manuscrito con la frase más bella
cortada…

La loca rompió todos los candelabros glabros,

Ensució de humano el lago con cartas rasgadas,
tantas…

Y mi alma es aquella luz que no
habrá más en los

candelabros…

¿Y qué quieren, mis ansias, del lago aciago,
brisas fortuitas?…

¿Por qué me aflijo y enfermo?… Se acuestan
desnudas al luar

Todas las ninfas… Llegó el sol y ya
habían partido…

Tu silencio que me arrulla es la idea de naufragar,

Es la idea de tu voz al sonar la lira de un Apolo
fingido…

Ya no hay colas de pavones todas ojos en el jardín de
otrora…

Las mismas sombras están más tristes…
Aún

Hay rastros de vestidos de ayas en el suelo, y aún
llora

Un como eco de pasos por la alameda que aquí
termina…

Todos los ocasos se fundieron en mi alma…

Toda la yerba de los prados fue fresco bajo mis pies
fríos…

Se secó en tu mirar la idea de creerte en calma,

Y ver eso en ti es un puerto sin navíos…

Se alzaron a un tiempo todos los remos… Por el oro de las
mieses

Pasó una saudade de no ser el mar… Frente

A mi trono de alienación hay gestos con piedras
raras…

Mi alma es una lámpara que se apagó y aún
está caliente…

¡Ah y tu silencio es un perfil de pináculo al
sol!

Todas las princesas sintieron el seno oprimido…

Desde la última ventana del castillo sólo un
girasol

Se ve, y soñar otros trae brumas en nuestro
sentido…

¡Ser y no ser más!… ¡Oh, leones nacidos
en la jaula!…

Repique de campanas allá, en el Otro Valle…
¿Cercano?…

Arde el colegio y un niño quedó encerrado en el
aula…

¿Por qué no ha de ser Norte el Sur?…
¿Lo que está descubierto?…

Y yo deliro… De repente hago pausa en qué pienso…
Te miro

Y tu silencio es una ceguera mía… Te miro y
sueño…

Hay cosas rojas y cobras en el modo como te medito,

Y tu idea sabe al recuerdo de un sabor que es horrendo…

¿Por qué no tenerte desprecio? ¿Por
qué no perderlo?…

Ah, deja que te ignore… Tu silencio es un abanico

Un abanico cerrado, un abanico que abierto sería tan
bello, tan

bello,

Pero más bello es no abrirlo, para que la hora no
peque…

Se helaron todas las manos cruzadas sobre todos los
pechos…

Se marchitaron más flores de las que había en el
jardín…

Mi amarte es una catedral de silencios elegidos

Y mis sueños una escalera sin principio y con
fin…

Alguien va entrar por la puerta… Se siente el aire
sonreír…

Tejedoras viudas gozan las mortajas de vírgenes que
tejen…

Ah, tu tedio es la
estatua de una mujer que ha de
venir,

El perfume que los crisantemos tendrían, si lo
tuviesen…

Es preciso destruir el propósito de todos los
puentes,

Vestir de alienación al paisaje de todas las
tierras,

Enderezar a fuerza la curva de los horizontes,

Y gemir por tener que vivir, cual brusco ruido de
sierras…

¡Hay tan poca gente que ame los paisajes que no
existen!…

Saber que seguirá existiendo el mismo mundo
mañana — como

nos desalegra!…

Que mi oír tu silencio no sean nubes que
entristecen

Tu sonrisa, ángel exiliado, y tu tedio, aureola
negra…

Suave como tener madre y hermanas, cae la tarde
opulenta…

No llueve ya, y el vasto cielo es una gran sonrisa
imperfecta…

Es una plegaria mi conciencia de
tener conciencia de ti,

Y mi saberte sonreír es una flor marchita en mi
pecho…

¡Ah, si fuésemos dos figuras en un lejano
vitral!…

¡Ah, si fuésemos los dos colores en una
bandera de gloria!…

Estatua acéfala puesta en un rincón, polvorienta
pila bautismal,

Pendón de vencido que tiene escrito al centro este lema

¡Victoria!.

¿Qué es lo que me tortura?… Si hasta tu rostro
en calma

Sólo me hincha de tedios y de opios de ocios
funestos…

No sé… Yo soy un loco que extraña su propia
alma…

Fui amado en efigie en un país más allá
de los sueños…

LLUVIA OBLICUA

8-3-1914

I

ATRAVIESA este paisaje mi sueño de un puerto
infinito

Y el color de las flores se transparenta en las velas de
grandes

navíos

Que zarpan del muelle arrastrando sobre las aguas cual
sombra

Los rostros al sol de aquellos árboles antiguos…

El puerto que sueño es sombrío y
pálido

Y el paisaje está lleno de sol de este lado…

Mas en mi espíritu el sol de este día es puerto
sombrío

Y los navíos que salen del puerto son estos
árboles al sol…

Liberado dos veces, me abandono al paisaje de abajo…

El rostro del muelle es el camino nítido y en calma

Que al elevarse se yergue como un muro,

Y los navíos pasan por dentro de los troncos de los
árboles

Con una horizontalidad vertical,

Y dejan caer en el agua las
amarras dentro de las hojas una a una..

No sé quien me sueño…

De súbito toda el agua del mar
del puerto es transparente

Y veo en el fondo, como una estampa enorme que allí
estuviese

desdoblada,

Todo este paisaje, hilera de árboles, camino que arde
en aquel

puerto,

Y la sombra de una nao más antigua que el puerto
pasa

Entre mi sueño del puerto y mi mirar de este
paisaje

Y llega al pie de mí, y en mí se adentra,

Y pasa al otro lado de mi alma…

II

Se ilumina la iglesia dentro
de la lluvia de este día,

Y cada vela que se enciende es más lluvia que golpea en
el vitral…

Me alegra oír la lluvia porque ella es el templo
encendido,

Y los vitrales de la iglesia vistos por fuera son el
sonido

de la lluvia oído por
dentro…

El esplendor del altar mayor es que casi no pueda ver los
montes

A través de la lluvia que es oro tan solemne en el
mantel del altar..

Suena el canto del coro, en mí latín y viento
sacuden el vitral

Y el chirriar del agua en el hecho de haber coro…

La misa es un automóvil que pasa

A través de los fieles que se arrodillan hoy que es un
día triste…

De repente el viento sacude un esplendor mayor

La fiesta de la catedral y el ruido de la lluvia todo lo
absorbe

Hasta sólo oírse la voz del padre agua
perdiéndose a lo lejos

Con el ruido de las llantas del automóvil…

Y se apagan las luces de la iglesia

En la lluvia que cesa…

III

La Gran Esfinge de Egipto
sueña por este papel adentro…

Escribo — y ella se me aparece a través de mi
mano transparente

Y en la orilla del papel se yerguen las
pirámides…

Escribo — y me perturba ver que el punto de mi pluma

Es el perfil del rey Keops…

De repente me detengo…

Oscureció todo… Caigo en un abismo hecho de
tiempo…

Enterrado bajo las pirámides escribo versos a la luz
clara de este

candelero

Y todo Egipto me aplasta desde lo alto a través de los
trazos que

hago con la pluma…

Oigo a la Esfinge reír por dentro

El sonido de mi
pluma corre sobre el papel…

Una mano enorme atraviesa el que yo no puedo verla,

Barre todo hacia el borde del techo que está
detrás de mí,

Y sobre el papel donde escribo, entre él y la pluma que
escribe,

Yace el cadáver del rey Keops, mirándome con los
ojos muy

abiertos,

Y entre nuestras miradas que se cruzan corre el Nilo

Y una alegría de barcos abanderados errando va

En una diagonal difusa

Entre mí y lo que yo pienso…

¡Funerales del rey Keops en oro viejo y
Mí!…

IV

¡Qué panderetas el silencio de este
cuarto!…

Las paredes están en Andalucía…

Hay danzas sensuales en el brillo fijo de la luz…

De repente todo el espacio se detiene…,

Se detiene, se desliza, se enreda…,

Y en un rincón del techo, mucho más lejos de
donde él está,

Abren manos blancas ventanas secretas

Y hay ramos de violetas cayendo

Por haber una noche de Primavera allá afuera

Sobre el yo estar de ojos cerrados…

V

Allá afuera van en remolino de sol los caballos del
carrusel…

Árboles, piedras, montes bailan inmóviles dentro
de mí…

Noche absoluta en la feria iluminada, luar en el día de
sol allá

afuera,

Y todas las luces de la feria hacen ruidos de los muros del
quintal…

Rondas de muchachas con cántaros en la cabeza

Que pasan allá fuera, plenas de estar bajo el sol,

Se cruzan con grandes grupos pegajosos
de gente que anda en

la feria,

Gente mezclada con las luces de las barracas, con la noche
y

con el luar,

Y los dos grupos se encuentran y se penetran

Hasta formar sólo uno que es los dos…

La feria y las luces de la feria y la gente que anda en la
feria,

Y la noche que toma a la feria y la levanta en el aire,

Andan por encima de las copas de los árboles llenos de
sol,

Andan visiblemente por abajo de los peñascos que lucen
al sol,

Aparecen del otro lado de los cántaros que las
muchachas

llevan sobre la cabeza,

Y todo este paisaje de primavera es la luna sobre la
feria,

Y toda la feria con ruidos y luces es el suelo de este
día de sol…

De repente alguien sacude como un tamiz esta hora doble

Y, mezclado, el polvo de las dos realidades cae

Sobre mis manos llenas de dibujos de
puertos

Con grandes veleros que zarpan y no piensan regresar…

Polvo de oro blanco y negro sobre mis dedos…

Mis manos son los pasos de aquella muchacha que abandona
la

feria,

Sola y contenta como el día de hoy…

VI

El maestro sacude la batuta,

Lánguida y triste irrumpe la música…

Me recuerda mi infancia,
aquel día

En que jugaba al pie del muro de un patio

Lanzándole una pelota que tenía de un lado

El deslizar de un perro verde, y del otro lado

Un caballo azul que corría con jockey amarillo…

Prosigue la música, y he aquí en mi infancia

De repente entre mí y el maestro, muro blanco,

Va y viene la pelota, ora un perro verde,

Ora un caballo azul con un jockey amarillo…

Todo el teatro es mi
patio, mi infancia

Está en todos los lugares, y la pelota viene a tocar
música,

Una música triste y vaga que pasea en mi patio

Vestida de perro verde tornándose jockey
amarillo…

(Tan rápida gira la pelota entre yo y los
músicos…)

La lanzo contra mi infancia y ella

Atraviesa todo el teatro que está a mis pies

juega con un jockey amarillo y con un perro verde

Y un caballo azul que asoma por encima del muro

De mi patio… Y la música lanza pelotas

A mi infancia… Y el muro del patio está hecho de
gestos

De batuta y de rotaciones confusas de unos perros verdes

Y caballos azules y jockeys amarillos…

Todo el teatro es un muro blanco de música

Por donde un perro verde corre tras de mi saudade

De mi infancia, caballo azul con un jockey amarillo…

Y de un lado a otro, de derecha a izquierda,

Donde hay árboles y entre las ramas al pie de la
copa

Con orquestas para tocar música,

Para donde hay filas de pelotas en la tienda donde la
compré

Y el hombre de
la tienda sonríe entre las memorias de mi
infancia..

Y la música cesa como un muro que se derrumba

La pelota rueda por el despeñadero de mis sueños
interrumpidos,

y desde lo alto de un caballo azul, el maestro, jockey
amarillo se

torna negro,

Agradece, colocando la batuta encima de la fuga de un
muro,

Y se inclina, sonriendo, con una pelota blanca sobre la
cabeza.

Pelota blanca que le desaparece por las cuestas…

Cancionero

AUTOPSICOGRAFÍA

1-4-1931

EL POETA es un fingidor.

Finge tan enteramente

Que hasta finge que es dolor

El dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,

En el dolor leído sienten bien,

No los dos que el poeta tuvo,

Pero sólo el que ellos no tienen.

Y así por las vías rueda

Gira, para entretener la razón,

Este tren de cuerda

Que se llama corazón.

ESTO

1-4-1931

DICEN que finjo o miento

Todo lo que escribo. No.

Yo simplemente siento

Con la imaginación.

No uso el corazón.

Todo lo que sueño o vivo,

Lo que me falla o acaba,

Es como una terraza

Aún sobre otra cosa.

Esa cosa es la que es bella.

Por eso escribo en medio

De lo que no está al pie,

Libre de mi ensueño,

Serio de lo que no es.

¿Sentir? ¡Que sienta quién lee!

NO ES MÍO, no es mío cuanto escribo.

¿A quién lo debo?

¿De quién soy el heraldo nato?

¿Por qué, engañado,

Juzgué ser mío lo que era mío?

¿Quién más me lo dio?

Pero, sea como fuere, si la suerte

Fuera que yo sea la muerte

De otra vida que en mí vive,

Yo, el que estuve

Ilusionado toda esta vida

Aparecida,

Agradezco Al que del polvo que soy

Me levantó.

(Y me hizo nube un momento

Del pensamiento.)

(Al de quien soy, erguido polvo,

Sólo símbolo.)

VIA CRUCIS

6-1-1923

ME SUCEDIÓ desde lo alto del infinito

Esta vida. A través de neblinas,

De mi propio yermo ser, humos primeros,

Vine ganando, y a través de extraños ritos

De sombra y luz ocasional, y gritos

Vagos a lo lejos, y asomos pasajeros

De saudade incógnita, luceros

De divino, este ser opaco y proscrito…

Cayó lluvia en pasados que fui yo.

Hubo planicies de cielo bajo y nieve

En alguna cosa de alma de lo que es mío.

Me narré a la sombra y no me hallé sentido.

Hoy me sé el desierto donde Dios tuvo

Otrora su capital de
olvido…

XI

No soy quien describo. Soy la tela

Y oculta mano colorea alguien en mí.

Puse el alma en el nexo de perderla

Y mi principio floreció como Fin.

¿Qué importa el tedio que dentro de mí
hiela,

Y el leve Otoño, y las galas, y el marfil,

SUEÑO. No sé quién soy en este
momento.

Duermo sintiéndome. En la hora calma

Mi pensamiento olvida el pensamiento,

Mi alma no tiene alma.

Si existo es un error saberlo. Si despierto

Parece que yerro. Siento que no sé.

Nada quiero ni tengo ni recuerdo.

No tengo ser ni ley.

Lapso de la conciencia entre ilusiones,

Fantasmas me limitan y me contienen.

Duerme sin saber de ajenos corazones,

Corazón de nadie.

MARINA

29-9-1926

FELICES a quienes señala

Un pañuelo de despedida!

Son felices: tienen pena…

Yo sufro sin pena la vida.

Me duele hasta donde pienso,

Y el dolor es ya de pensar,

Huérfano de un sueño suspendido

Que por la marea baja…

Y sube hasta mí, ya harto

De inútiles agonías,

En el muelle de donde nunca parto,

La marejada de los días.

EL NIÑO DE SU MAMA

29-9-1926

EN EL LLANO abandonado

Que la tibia brisa calienta,

De balas traspasado

—Dos, de lado a lado—,

Yace muerto, y se enfría

La sangre le mancha
el uniforme.

Con los brazos extendidos,

Albo, rubio, exangüe,

Mira con mirada lánguida

Y ciega los cielos perdidos.

¡Tan joven! ¡qué joven era!

(¿Ahora qué edad tiene?)

Hijo único, la madre le diera

Un nombre y lo mantuviera:

«El niño de su mamá».

Le cayó del bolsillo

La cigarrera breve.

Se la dio la madre. Está entera

Y buena la cigarrera.

Es él quien ya no sirve.

De otro bolsillo, alada

Punta al rozar el suelo,

La blancura embastillada

De un pañuelo… Se lo dio la criada

Vieja que lo trajo en brazos.

Allá lejos, en casa, rezan:

«¡Qué regrese temprano, y con bien!>

(¡Mallas que el Imperio teje!)

Yace muerto, y se pudre,

E l niño de su mamá.

1914

ELLA CANTA, pobre segadora,

Creyéndose feliz tal vez;

Canta y siega, y su voz, llena

De alegre y anónima viudez,

Ondula como un canto de ave

En el aire limpio cual umbral,

Y hay curvas en la trama suave

Del sonido que tiene al cantar.

Oírla alegra y entristece,

En su voz hay campo y brega,

Y canta como si tuviese

Más razones para cantar que la vida.

¡Ah, canta, canta sin razón!

Lo que en mí siente está pensando.

¡Derrama en mi corazón

Tu incierta voz ondeando!

¡Ah, poder ser tú, siendo yo!

Tener tu alegre inconsciencia,

Y la conciencia de eso! ¡Oh cielo!

¡Oh campo! ¡Oh canción! ¡La
ciencia

Pesa tanto y la vida es tan breve!

¡Entrad dentro de mí! ¡Tornad

Mi alma vuestra sombra leve!

¡Y después, llevándome, pasad!

14-3-1928

FONDEA sobre el agua

Una vibración,

Hay una vago dolor

En mi corazón.

No es porque la brisa

que quiere que sea

Haga esta indecisa

Vibración que flota,

Ni es porque yo sienta

Un dolor cualquiera.

Mi alma es indistinta,

No sabe lo que quiere.

Es un dolor sereno,

Sufre porque ve.

¡Tengo tanta pena!

¡si yo supiese de qué!…

INICIACIÓN

NO DUERMES bajo los cipreses,

Pues no hay sueño en el mundo.

…………………………………………………

El cuerpo es la sombra de los vestidos

Que cubren tu ser profundo.

Viene la noche, que es la muerte,

Y la sombra acabó sin ser.

Vas en la noche sólo silueta,

Igual a ti sin querer.

Mas en la Posada del Asombro

Te arrancan los Ángeles la
capa:

Sigues sin capa en el hombro,

Con lo poco que te tapa.

Entonces Arcángeles del Camino

Te desvisten y te dejan desnudo.

No tienes ropas, no tienes nada:

Tienes sólo tu cuerpo, que eres tú.

Por fin, en la profunda caverna,

Los Dioses te desvisten más.

Tu cuerpo cesa, alma externa,

Más ves que son tus iguales.

…………………………………………………..

La sombra de tus vestidos

Quedo entre nosotros en Ia Suerte.

No estás muerto, entre cipreses.

Neófito, no hay muerte.

NADIE EN PLURAL

Álvaro de Campos

10-1913

LA PLAZA de Figueira de mañana,

Cuando el día es soleado (como sucede

Siempre en Lisboa), nunca en mí olvida,

Aunque sea un recuerdo vano.

Hay tanta cosa más interesante

Que aquel lugar lógico y plebeyo,

Mas amo aquello, también aquí…
¿Sé yo

Por qué lo amo? Nada importa. Adelante…

Esto de las sensaciones sólo vale la pena

Si nosotros no nos ponemos a mirarlas.

Ninguna de ellas en mí es serena…

Por lo demás, nada en mí es cierto y
está

De acuerdo conmigo mismo. Las horas bellas

Son las de los otros, o las que no existen.

8-1913

CUANDO me miro no me percibo.

Tengo tanto la manía de sentir

Que me extravío a veces al salir

De las propias sensaciones que recibo.

El aire que respiro, este licor que bebo

Pertenecen a mi modo de existir,

Y nunca sé como he de concluir

Las sensaciones que a mi pesar concibo.

Ni nunca, propiamente, reparé

Si en verdad siento lo que siento. Yo

¿seré tal cual como me parezco?
¿seré

Tal cual como me juzgo verdaderamente?

También ante las sensaciones soy un poco ateo,

Ni sé bien si soy yo quien en mí siente.

OPIARIO

Al señor Mário de
Sá-Carneiro

3-1914

Es antes del opio que mi alma está enferma.

Sentir la vida que convalece y se seca

Y voy en busca del opio que consuela

Un Oriente al oriente del Oriente.

Esta vida de a bordo ha de matarme.

Son días sólo de fiebre en la
cabeza

Y, por más que busque hasta que enferme,

Ya no encuentro el resorte para adaptarme.

En paradoja e incompetencia astral

Yo vivo a rayas de oro mi vida,

Ola donde el pundonor es un descenso

Y los propios goces ganglios de mi mal.

Es por un mecanismo de desastres,

Un engranaje con volantes falsos,

Que paso entre visiones de cadalsos

En un jardín donde hay flores en el aire, sin
astas.

Voy oscilando a través de la labor

De una vida interior de encaje y laca.

Creo tener en casa el cuchillo

Con que fue degollado el Precursor.

Ando expiando un crimen en una valija,

Que un abuelo mío cometió con esmero.

Tengo los nervios en la horca, veinte a veinte,

Y caí en el opio como en una cuneta.

Al toque adormecido de la morfina

Me pierdo en transparencias palpitantes

Y en una noche llena de brillantes

Se eleva la luna como mi Destino.

Yo, que siempre fui un mal estudiante, ahora

No hago más que ver la nave que va

Por el canal de Suez conduciendo

Mi vida, alcanfor en el alba.

Perdí los días que ya aprovechara.

Trabajé sólo para tener el cansancio

Que es hoy en mí una especie de brazo

Que a mi cuello me sofoca y ampara.

Y fui niño como toda la gente.

Nací en una provincia portuguesa

Y he conocido gente inglesa

Que dice que sé inglés
perfectamente.

Gustaba de tener poemas y novelas

Publicadas por Pión y en el Mercure,

Mas es imposible que esta vida dure.

¡Si en este viaje ni hubo tempestades!

La vida a bordo es una cosa triste

Si bien la gente se divierte a veces.

Hablo con alemanes, suecos e ingleses

Y mi dolor de vivir persiste.

Y pienso que no vale la pena haber

Ido al Oriente y visto la India y
China.

La tierra es la
misma y diminuta

Y hay sólo una manera de vivir.

Por eso yo fumo opio. Es un remedio.

Soy un convaleciente del Momento.

Vivo en la planta baja del pensamiento

Y me da tedio ver pasar la Vida.

Fumo. Me canso. ¡Ah, una tierra donde, al fin,

Muy al este no fuera ya el oeste!

¿Por qué visité la India que hay

Si no hay India sino el alma en mí?

Soy desgraciado por mi primogenitura.

Los gitanos robaron mi Suerte.

Tal vez ni así encuentre al pie de la muerte

Un lugar que me abrigue de mi frío.

Fingí que estudié ingeniería.

Viví en Escocia. Visité Irlanda.

Mi corazón es una abuelita que anda

Pidiendo limosnas a las puertas de la Alegría.

¡No llegues a Port-Said, barco de hierro!

Gira a la derecha, ni yo sé hacia dónde.

Paso los días en el fumador con el conde—

Un vividor francés, conde de final de entierro.

Regreso a Europa
disgustado, y en vías

De llegar a ser un poeta sonámbulo.

Soy monárquico mas no católico

Y me gustaba ser las cosas fuertes.

Me gustaba tener creencias y dinero,

Ser la varia gente insípida que vi.

Hoy, al final, no soy sino, aquí,

En un barco cualquier un pasajero.

No tengo ninguna personalidad.

Destaca más que yo ese criado

De a bordo que tiene una hermosa pose estirada

De lord escocés que ayuna desde hace días.

No puedo estar en ninguna parte. Mi

Patria es donde no estoy. Soy achacoso y débil.

El comisario de abordo es un bellaco.

Me vio con la sueca… y lo demás él lo
adivina.

Un día escandalizo aquí a bordo,

Sólo para dar de qué hablar a los
demás.

No puedo con la vida, y encuentro fatales

Las iras con que a veces me desbordo.

¡Paso el día fumando, bebiendo cosas,

Drogas americanas que atontan,

Y yo ya tan ebrio sin nada! Dieran

Mejor cerebro a mis
nervios como rosas.

Escribo estas líneas. ¡Parece imposible

Que aun teniendo talento mal lo sienta!

El hecho es que esta vida es un huerto

Donde se aburre una alma sensible.

Los ingleses son hechos para existir.

No hay gente como esta para estar hecha

Con la Tranquilidad. La gente arroja

Un centavo y sale uno de ellos a sonreír.

Pertenezco a una clase de
portugueses

Que después de haber descubierto la India

Se quedaron sin trabajo. La
muerte es cierta.

He pensado en esto muchas veces.

¡Al diablo la vida y la gente que la tiene!

Ni leo el libro de mi cabecera.

Me enfada el Oriente. Es una estera

Que la gente enrolla y deja de ser bella.

Caigo en el opio por fuerza. Querer

Que pase en limpio una vida de estas

No se puede exigir. Almas honestas

Con horas para dormir y comer,

¡Qué un rayo las parta! Y esto al final es
envidia.

Porque estos nervios son mi muerte.

¡Que no haya un barco que me transporte

Hacia donde nada quiera que no lo vea!

¡Ahora! Me fatigaba del mismo modo.

Quería un opio más fuerte para ir de
allí

Hacia sueños que acabasen conmigo

Y que me arrojase en algún lodo.

¡Fiebre! Si esto que tengo no es fiebre,

No sé cómo se tiene fiebre y se siente.

El hecho esencial es que estoy enfermo.

Esto está consumado amigos.

Vino la noche, Tocó ya la primera

Corneta para vestirse y la cena.

¡Toda una vida social! ¡Eso! ¡Y marchar

Hasta que la gente salga apergollada!

Porque esto acaba mal y ha de haber

(¡Cómo no!) sangre y un revólver
allá al fin

de este desasosiego que hay en mí

Y no hay forma de resolver.

Y quien me mira, ha de hallarme banal,

A mí y a mi vida… ¡Ahora! un rapaz…

Y mi propio monóculo hace

Que pertenezca a un tipo universal.

¡Ah, cuánta alma habrá, que ande
metida

Así como yo en la Rectitud, y como yo
mística!

¿Cuántos bajo el frac característico

No tendrán como yo horror a la vida?

¡Si al menos por fuera fuese yo tan

interesante como lo soy por dentro!

Voy en el Maelstrom, cada vez más hacia el centro.

No hacer nada es mi perdición.

Un inútil. ¡Mas es tan justo serlo!

Pudiera la gente despreciar a los otros

Y, aunque con los codos rotos,

Ser héroe, loco, maldecido o bello!

Tengo ganas de llevar mis manos

A la boca y morder en ellas fuerte y castigarme.

Sería una ocupación original

Y distraería a los otros, los dizque sanos.

Lo absurdo, como una flor de la tal India

Que no vine a encontrar en la India, nace

En mi cerebro harto de cansarse.

Que Dios cambie mi vida o que la acabe…

Que me deje estar aquí, en esta silla,

Hasta que me metan en el cajón.

Nací para mandarín de condición,

Mas me falta el sosiego, el té y la estera.

¡Ah qué bueno sería ir de aquí en
caída

Hacia la tumba por una trampa de estruendo!

La vida me sabe a tabaco rubio.

Nunca hice más que pasar la vida fumando.

Y al final lo que quiero es fe, es calma,

Y no tener esas sensaciones confusas.

¡Que Dios acabe con esto! Abra las esclusas

¡Y basta de comedias en mi alma!

A bordo, por el Canal de Suez

SONETO YA ANTIGUO

12-1922

MIRA, DAISY, cuando yo muera tú has de

Decir a mis amigos de allí de Londres,

Que aunque no lo sientas, escondes

El gran dolor de mi muerte. Irás de

Londres para York, donde naciste (dices…

No creo nada de lo que digas)

Contad a aquel pobre muchachito

Que me dio tantas horas tan felices,

Aunque no lo sepas, que morí.

Hasta él, a quien tanto creí amar,

Nada importará… Después ve a dar

La noticia a esa extraña Cecily

Que pensaba que yo sería grande…

¡Rayos, partan la vida y quien allá ande!

ODA TRIUNFAL

6-1914

A la dolorosa luz de las grandes lámparas
eléctricas de la fábrica

Tengo fiebre y escribo.

Escribo rechinando los dientes, fiera para la belleza de
esto,

Esta belleza totalmente desconocida por los antiguos.

¡Oh, ruedas, oh engranajes, r-r-r-r-r-r-r eterno!

¡Fuerte espasmo retenido de los mecanismos en furia!

En furia fuera y dentro de mí,

Por todos mis nervios disecados afuera,

¡Por todas las papilas fuera de todo con que yo
siento!

Tengo los labios secos, oh grandes ruidos modernos,

De oíros demasiado cerca,

Y me arde la cabeza de quereros cantar con un exceso

De expresión de todas mis sensaciones,

Con un exceso contemporáneo de vosotras, ¡oh
máquinas!

En fiebre y mirando los motores como una
naturaleza
tropical—

Grandes trópicos humanos de hierro y fuego y
fuerza—

Canto, y canto al presente, y también al pasado y al
futuro,

Porque el presente es todo el pasado y todo el futuro

Y hay Platón y
Virgilio dentro de las máquinas y en las luces

eléctricas

Sólo porque existieron otrora y fueron humanos Virgilio
y Platón,

Y fragmentos de Alejandro Magno tal vez del siglo
cincuenta,

Átomos que tendrán fiebre en el cerebro del
Esquilo del siglo

cien,

Andan por estas correas de transmisión y por estos
émbolos y por

estos volantes,

Rugiendo, rechinando, susurrando, estrujando, ferriando,

Haciéndome un exceso de caricias en el cuerpo en una
sola caricia

al alma.

¡Ah, poder expresarme todo como se expresa un motor!

¡Ser completo como una máquina!

¡Poder ir en la vida triunfante como un automóvil
último modelo!

Poder al menos impregnarme físicamente de todo
esto,

Rasgarme todo, abrirme completamente, tornarme poroso

A todos los perfumes de aceite y
calores y carbones

¡De esta flora estupenda, negra, artificial e
insaciable!

¡Fraternidad con todas las dinámicas!

Furia promiscua de ser parte-agente

Del rodar férreo y cosmopolita

De los trenes fuertes,

De las faenas de transporte de
los barcos de carga,

Del giro lúbrico y lento de las grúas,

Del tumulto disciplinado de las fábricas,

Y del cuasi silencio susurrante y monótono de las
correas de

transmisión!

¡Horas europeas, productoras, entablilladas

Entre máquinas y trabajos utilitarios!

¡Grandes ciudades paradas en los cafés,

En los cafés-oasis de inutilidades ruidosas

Donde cristalizan y se precipitan

Los rumores y los gestos de lo Útil

Y las ruedas, y las ruedas dentadas y las chumaceras del
Progreso!

¡Nueva Minerva sin alma de los muelles y de los
andenes!

¡Nuevos entusiasmos de la estatura del Momento!

Quillas de planchas de hierro sonriente acostadas en los
diques,

¡O en seco, erguidas, en los planos inclinados de los
puertos!

Actividad internacional, transatlántica,
Canadian-Pacific

Luces y febriles pérdidas de tiempo en los bares, en
los hoteles,

En los Longchamps y Derbies y Ascots,

Y Piccadilly y Avenida de la Ópera que entran

Dentro de mi alma!

¡Qué tal calles, qué tal plazas,
qué tal la foule!

¡Todo lo que pasa, todo lo que se detiene frente a los
aparadores!

Comerciantes; vagos; vividores exageradamente bien
vestidos;

Miembros notorios de clubs aristocráticos;

Escuálidas figuras dudosas; jefes de familia vagamente
felices

Y paternales hasta en la cadena de oro que les cruza el
chaleco

¡De bolsillo a bolsillo!

¡Todo lo que pasa, todo lo que pasa y nunca pasa!

Presencia demasiado acentuada de las cocotes;

Banalidad interesante (¿y quién sabe lo que hay
por dentro?)

De las burguesitas, madre e hija generalmente,

Que andan por la calle sin un fin determinado;

La gracia femenina y falsa de los pederastas que pasan,

lentamente;

¡Y toda la gente simplemente elegante que pasea y se
exhibe

Y que a pesar de todo tiene alma!

(¡Ah, como desearía ser el souteneur de todo
esto!)

La maravillosa belleza de las corrupciones políticas,

Deliciosos escándalos financieros y
diplomáticos,

Agresiones políticas en las calles,

Y de vez en cuando el cometa de un regicidio

Que ilumina de Prodigio y Fanfarria los cielos

Usuales y lúcidos de la Civilización
cotidiana!

Noticias desmentidas de los periódicos,

Artículos políticos insinceramente sinceros,

Noticias passez-à-la-caisse, grandes
crímenes—

¡A dos columnas y pase a la segunda página!

¡El olor fresco de la tinta de imprenta!

¡Los carteles pegados hace poco, aún
húmedos!

¡Vients-de-paraître amarillos como una cinta
blanca!

Cómo los amo a todos, a todos, a todos,

Como os amo de todas las maneras,

Con los ojos y los oídos y con el olfato

Y con el tacto (¡lo que significa para mí
palparos!)

¡Y con la inteligencia
como una antena que hacéis vibrar!

¡Ah, como todos mis sentidos tienen celo de
vosotros!

¡Abonos, trilladoras de vapor, progresos de la agricultura!

¡Química
agrícola, y el comercio casi
una ciencia!

¡Oh, muestrario de los agentes viajeros,

De los agentes viajeros, caballeros andantes de la Industria,

Prolongaciones humanas de las fábricas y de las
tranquilas oficinas!

Oh géneros en los aparadores! ¡oh
maniquíes! ¡oh figurines

recientes!

¡Oh, artículos inútiles que todos quiere
comprar!

¡Hola!, grandes almacenes con
varios departamentos!

¡Hola!, anuncios eléctricos que miran,
están y desaparecen!

¡Hola!, todo con que hoy se fabrica, que hoy se
distingue de ayer!

¡Eh, cemento
armado, concreto de
cemento, nuevos

procedimientos!

¡Progreso de los armamentos gloriosamente
mortíferos!

¡Corazas, cañones, ametralladoras, submarinos,
aeroplanos!

Os amo a todos, a todo, como una fiera.

Os amo carnívoramente,

Pervertidamente y enroscando mi vista

En vosotras, oh grandes cosas, banales, útiles,
inútiles,

¡Oh cosas todas modernas,

Oh mis contemporáneas, forma actual y
próxima

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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