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La radio en el reto de construir puentes entre las ciudadanías (página 2)



Partes: 1, 2

Frente a esta situación, Fernando Calderón y
Norbert Lechner se cuestionan si "¿No es el
estar-juntos-con-otros, esa comunidad de
semejantes, el espacio propiamente político de la democracia?"
(:26). Y si "¿puede la población de nuestras sociedades (o
sea, nosotros) llegar a ser ciudadanos? Vale decir: la
gobernabilidad democrática presupone ciudadanos, pero
¿qué hace la democracia para formar ciudadanos?"
(:38-39). A lo que le añado inevitablemente,
¿qué hacen los medios y las
tecnologías de la información y la
comunicación (TICs), especialmente Internet, para apoyar y
fortalecer este proceso?

Precisamente, la gobernabilidad requiere patrones de
corresponsabilidad y complicidad entre el sistema
político y los individuos como sujetos de
derecho
convertidos en ciudadanos plenos "a partir de
prácticas sociales, sistemas
institucionales y representaciones culturales" que comparten algo
común en libertad e
igualdad. Todo
esto está profundamente ligado a procesos de
democratización, de educación y de
revalorización de los derechos humanos, tal como lo
recalcan los autores mencionados:

La ciudadanía presupone que las instituciones
puedan garantizar a todos, como parte de los derechos individuales, todos
los derechos sociales. En consigna, sólo si hay derechos
hay ciudadanos (:34).

Hacia la formación
de Ciudadanías Activas y Participativas

En el marco esbozado se está configurando un nuevo
escenario político
donde los medios masivos adquieren
una creciente influencia en el ejercicio de la democracia y de la
política
desde su cotidianidad. Por ello, el Programa de las
Naciones Unidas
para el Desarrollo
(pnud, 2002: 131) propone la necesidad de "buscar mayor
congruencia entre comunicación y política, a fin de
que ambas esferas se potencien para fortalecer, tanto en las
instituciones estatales como en la sociedad civil,
una cultura
política deliberativa."

Jesús Martín-Barbero (1998: xv) añade que
la comunicación y la cultura son el "estratégico
escenario que le exige a la política recuperar su
dimensión simbólica "su capacidad de representar el
vínculo entre los ciudadanos, el sentimiento de
pertenencia a una comunidad" para enfrentar la erosión
del orden colectivo." Por lo tanto, se teje una red de relaciones entre
comunicación, cultura y política articuladas por un
puente articulador fructífero: la ciudadanía
(Alfaro, 1997) o ciudadanías en plural, respetando la
diversidad (pluri-multi cultural) de América
Latina.

El restablecimiento de la democracia en Bolivia
(1982), al igual que en muchos países latinoamericanos,
marcó
el inicio de un proceso de cambio
orientado a crear las condiciones necesarias para la
edificación de una sociedad
justa, democrática y participativa, en el marco del
respeto a las
garantías constitucionales de las personas.

Sin embargo, luego de más de 20 años de vida
democrática se constata que la cultura
política
de la población "o, más bien,
de cada grupo
sociocultural" se estancó e, incluso, empobreció
debido a que se la negó sistemáticamente desde
esferas de poder
tradicionales y conservadoras: lo "otro" en cuanto tiene
posibilidad de ser y existir, es peligroso al sistema
establecido. Además, no se impulsó procesos de
educación política y ciudadana sobre la base
de los valores
democráticos, una tarea educativa ligada a incentivar el
sentimiento de pertenencia a la comunidad "en el marco del
diseño
de modelos de
sociedad y de Estado" y la
convicción de que la solución de los problemas del
país depende del protagonismo de las personas, es decir,
de la participación activa y comprometida en la esfera
pública
(Peñaranda, 2001).

Frente a este panorama, Susana Peñaranda (2001) plantea
la urgente necesidad de trabajar desde todos los frentes en la
constitución de una nueva cultura
política ciudadana
capaz de formar una
ciudadanía activa y responsable que estimule la conciencia sobre
los derechos y deberes que tienen los seres humanos "por el hecho
de ser tales" y, asimismo, fortalezca el sentimiento de
pertenencia y compromiso con una comunidad política y los
conciudadanos que la forman, ahora debilitado por la poca
participación e incidencia en el ámbito
público.

Por lo tanto, aquí planteo encarar procesos sociales
mediáticos de construcción de
ciudadanías
, en definitiva, una gestación de
las subjetividades individuales y colectivas, de aprendizaje de
expectativas recíprocas y de definición de un
espacio de responsabilidad en relación con los
"otros", en general, y con el Estado o la
autoridad
pública ("otro privilegiado"), en particular:
¿qué derechos tengo?, ¿cuáles son mis
responsabilidades (y las del otro hacia mí)? Precisamente,
el "desafío de la transición actual está en
la capacidad de combinar los cambios institucionales formales con
la creación y expansión de prácticas
democráticas y de una cultura de la ciudadanía" en
la cotidianidad (Jelin, 1996: 114).

En esta línea, los medios y las TICs adquieren una
importancia creciente, constituyéndose en escenario de
debate
público y de construcción de verosimilitud del hecho
político y, asimismo, en actores del proceso
político: en la definición de la agenda
pública, en la influencia de líderes
mediáticos en la formación de la opinión
pública, en la fiscalización de los actos del
gobierno
(control
social), etc. Estas "cualidades" se explican por la
pérdida de legitimidad y credibilidad de los partidos
políticos y el debilitamiento de sus funciones
típicas como mecanismos de expresión de las
demandas ciudadanas (pnud, 2002).

Empero, a pesar de que los medios, y cada vez más las
TICs, se constituyen en el ámbito de representación
simbólica donde diversos grupos de la
población "por medio de la ocupación del espacio
público" (re)configuran su identidad
cultural, expresan sus demandas e intereses, debaten los asuntos
públicos y se reconocen como miembros de una comunidad,
estos no pueden transformar estas demandas sociales "tarea de
representación institucional de la política" en
decisiones estatales: políticas
públicas (ibídem). Entonces, la
situación es altamente amenazadora y preocupante, no
sólo por la falta de credibilidad y esperanza en la que se
va estructurando el tejido social y político, sino por la
falsa ilusión de que esos "nuevos" espacios
públicos pueden, o deberían, solucionar los
problemas estructurales y cotidianos de las sociedades.

En busca del poder
ciudadano

Los cubanos, por supuesto, no pretenden haber
resuelto los problemas de la libertad de
expresión, de la información y de la democracia
revolucionaria con los discursos de
Fidel Castro.
Superadas las angustias de la supervivencia, han empezado a
trabajar en esos problemas con la misma seriedad y el mismo
ahínco con que se enfrentaron a los obstáculos de
vida o muerte del
bloqueo.

Gabriel García
Márquez, 1975

Por todo lo mencionado la presente propuesta se enmarca,
siguiendo la reflexión de James Deane y Denise Gray-Felder
(1999), dentro del campo de la comunicación para el
cambio social
, concebida como un proceso de diálogo
privado y público a través del cual se pretende que
las personas, fundamentalmente los grupos marginados tanto
política, cultural como económicamente, decidan
quiénes son, qué quieren y cómo pueden
obtenerlo, y en su empeño de tratar de lograrlo "en un
contexto donde se les facilite la elección de opciones y
oportunidades" mejoren su calidad de
vida guiados por los principios de
tolerancia,
autodeterminación, equidad,
justicia
social y participación.

Este enfoque propone en los países latinoamericanos una
nueva agenda de la comunicación para el desarrollo
humano sostenible
, trasladando el énfasis del
proceso a las personas y comunidades como agentes protagonistas
de su presente y futuro, que se valen del acceso, el
diálogo y la participación para mejorar sus
condiciones de vida y la de sus hijos.

Por todo ello, esta otra manera de entender e impulsar
procesos sociales de comunicación para el cambio permite
reflexionar e intervenir estratégicamente en la
política y el desarrollo desde un eje fundamental: la
creación de condiciones para el pleno ejercicio del
derecho humano a la información, que no se reduce a
permitir a las personas saber lo que deberían pensar o
hacer, sino que otorga sentido y forma a sus aspiraciones,
permitiéndoles tomar el control de sus propias vidas
(ibídem): lo que una persona conoce,
cambia.

Sin duda que el tema no gira sólo en torno al escaso
acceso a la información especializada y de calidad por parte
de las grandes mayorías sumidas en condiciones de extrema
pobreza, sino,
también, en las insuficientes habilidades educativas que
no permiten registrarla, sistematizarla e integrarla con otros
hechos o fenómenos, en función de
su transferencia, aprovechamiento y transformación de
manera potencialmente significativa en conocimiento
válido
. Son, precisamente, estas estructuras
informacionales internalizadas en estructuras de conocimiento
(sistemas de reracionamiento simbólico) las que permiten
una intervención en la realidad, en vías del tan
demandado cambio social del que se habló en
párrafos anteriores.

Las personas adecuadamente informadas tienen los suficientes
argumentos para opinar sustentadamente, participar en la
definición e implementación de acciones de
carácter público que afectan
directamente su calidad de vida, controlar socialmente a las
autoridades que las representan y sobre las que han depositado
responsabilidades, debatir sobre problemas comunes y tomar
decisiones para su presente y futuro. Todo esto es, sin duda,
¡ejercer poder ciudadano!

Si tomamos en cuenta que la información que circula
públicamente proviene fundamentalmente de los medios,
entonces, podemos hablar de una ciudadanía que
también se construye a partir del consumo
cultural "en la dirección de apropiación y uso
planteada por Néstor García Canclini (1991)" de la
oferta
mediática, y la que hemos definido con María Helena
Hermosilla (1995) como ciudadanía comunicativa.

En esta dirección, en el presente estudio esbozamos un
modelo teórico de construcción de
ciudadanía comunicativa
(ver Gráfico 1) sobre
la base del ejercicio pleno del derecho a la información,
que incorpora los siguientes elementos: formación de
opinión pública, participación ciudadana y
deliberación pública, en el marco de
gestación de espacios públicos
democráticos.

Sin embargo, a pesar de las múltiples posibilidades de
acceso a mayor cantidad y calidad de información y
oportunidades de difusión de visiones de mundo
diferenciadas "con sus aspiraciones, necesidades, experiencias y
análisis" que permiten las
tecnologías de la información y la
comunicación en esta sociedad de principios de siglo, se
percibe una profunda "brecha informativa" entre los que tienen
posibilidades reales de acceso, aprovechamiento y uso, y los que
han sido "¡y son!" marginados y excluidos, continuando "sin
voz" e "invisibles" ante un mundo que parece avanzar sin
ellos.

Entonces, la construcción de ciudadanía,
en función del fortalecimiento de los nóveles
sistemas democráticos en América
Latina, empieza a constituirse en un tema prioritario en el
ámbito estatal y en sectores no gubernamentales,
especialmente en los académicos, donde se carece de
reflexión científica que permita generar nuevos
conocimientos al respecto para explicar y comprender la realidad.
Precisamente, a partir de la reflexión generada por el
Informe de
Desarrollo Humano – Bolivia 2002 (idh-bol/2002) "elaborado por el
pnud (2002)" consideramos que la ciudadanía es donde se
deben sintetizar los imperativos de la democracia y del
desarrollo, con un marcado referente de lucha contra la pobreza.
Porque pobre, en su dimensión subjetiva, es también
aquel que no tiene ciudadanía, "a quien sus derechos le
están siendo arrebatados por un sistema que no le permite
ser ciudadano y le niega la dignidad"
(:185).

Gráfico 1 – Modelo
Teórico de Construcción de Ciudadanía
Comunicativa

Fuente: Elaboración propia.

En Bolivia, esta exigencia de dignidad es
también una demanda de
justicia y equidad directamente relacionada con el
problema de la pobreza, ya que los sectores excluidos reclaman
"en el plano de la subjetividad" ser respetados y tomados en
cuenta para transformarse "con las suficientes oportunidades
sociales y políticas" en actores que puedan configurar su
propio destino en una relación de mutua
colaboración con los demás. En esta línea se
enmarca la propuesta del idh-bol/2002 desde una capacidad
política considerada como crucial (la
deliberación):

(…) que como resultado de procesos deliberativos, los
pobres se conviertan en actores, sus protestas en propuestas, y
que tengan la capacidad de acción
y negociación en las instancias respectivas.
Fruto de este proceso se debería llegar a consensos que
sean favorables a este sector (:187).

La democracia debe asumir responsablemente la tarea de
restituir la dignidad de los sectores sociales más
afectados, particularmente los pobres y excluidos y vulnerables,
expandiendo los espacios colectivos de deliberación
en los que se desplieguen y amplíen las capacidades de
decisión política
en torno a lo público
como una manifestación del ejercicio ciudadano. Tal como
aclara el pnud (:203),

En ese sentido, sólo una salida deliberativa que
construya un espacio público en el que los derechos
ciudadanos sean igualitarios para los distintos miembros de la
comunidad política (es decir, donde la palabra de cada
actor tenga el mismo valor y el
otro sea considerado como igual), permitirá un intercambio
libre, propositivo, en el que se dé un ejercicio pleno de
la ciudadanía por parte de los distintos actores.

Para la consolidación de la democracia en
América Latina es imperativo que los distintos grupos
sociales se asuman como ciudadanos, con capacidad para
convertirse "frente a la exclusión y discriminación en que viven" en sujetos
capaces de ejercer derechos y deberes, buscando la
participación activa en los espacios donde se toman
decisiones (vida pública) que afectan de manera directa su
vida cotidiana.

Vista desde este enfoque, la información como derecho
fundamental "reconocido en la Declaración Universal de
Derechos Humanos
de 1948" puede coadyuvar en la
formación y ejercicio activo y responsable de la
ciudadanía en el marco del desarrollo humano. Por lo
tanto, aquí se diseña y fundamenta un modelo
teórico de ciudadanía comunicativa. Mediante
ésta las personas asumen, por medio del consumo cultural
de la oferta informativa noticiosa, una competencia
política que coadyuva en la generación de esferas
públicas. Esto es, un conjunto específico de roles
sociales a través de los cuales los ciudadanos se
interesan sobre un hecho de interés
público, forman un juicio al respecto y lo expresan
(opinión pública), además de que toman
decisiones, fiscalizan, demandan y ejecutan todas aquellas
acciones que los lleven a defender intereses comunes en un
contexto deliberativo (participación ciudadana).

Del Derecho a la
Información al Derecho a la Comunicación

La democratización de la
comunicación es, ante todo, una cuestión de
ciudadanía y justicia social, que se enmarca en el derecho
humano a la información y la comunicación. Vale
decir, es consustancial a la vida democrática de la
sociedad misma, cuya vitalidad depende de una ciudadanía
debidamente informada y deliberante para participar y
corresponsabilizarse en la toma de
decisiones de los asuntos públicos.

Osvaldo León, 2002

Ya en 1969, Jean D"Arcy (citado por Hamelink, Cees, 2002: 1)
planteó: "vendrá el día en que la
Declaración Universal de los Derechos Humanos
tendrá que incluir un derecho más amplio que el
derecho del hombre a la
información (…) Este es el derecho de los hombres a
comunicarse". Hace unos años atrás, el Foro
Mundial de Derechos Humanos "Viena +5"
(Ottawa,
Canadá, junio 1998) exhortó a la
Organización de las Naciones Unidas (onu) para que
convoque a una Conferencia
Mundial de la Comunicación, que contemple una amplia
participación de la sociedad civil, con el mandato de
analizar y sustentar el reconocimiento del derecho a la
comunicación
para consolidación de la
democracia.

Es así como el sueño de D"Arcy puede hacerse
realidad, en una primera instancia, en la Cumbre Mundial de la
Sociedad de la Información
que "organizada por la onu
y encabezada por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (uit)" se realizará en
Ginebra, Suiza, en diciembre de 2003. Esta Cumbre tiene el
propósito de desarrollar una visión y entendimiento
común de la sociedad de la información y
diseñar un plan de
acción estratégico para adaptarse a esta "nueva"
sociedad. De la misma manera, pretende sentar las bases para la
Conferencia Mundial de la Comunicación, a
realizarse en Túnez, África, el
año 2005.

Nos encontramos en una primera fase del derecho a la
comunicación, que es la consolidación del derecho a
la información. Por ello es crucial trabajar en
éste último con la intención de lograr el
pleno ejercicio del primero. Porque, por ejemplo Antonio Pasquali
y Romel Jurado (2002) reconocen que el derecho humano a la
comunicación es condición sine qua non para
que toda persona participe en la vida democrática de los
Estados, así como para ejercer su derecho al desarrollo.
En esta dirección, han formulado una propuesta sobre este
derecho, que engloba el ejercicio pleno e integral de los
siguientes derechos:

  1. Derecho a la libertad de opinión.-
    Es la potestad de las personas de formular y emitir juicios
    propios sobre cualquier asunto público o privado.
  2. Derecho a la libertad de expresión.-
    Consiste en la utilización de cualquier medio, canal,
    forma o estilo para exteriorizar ideas, sin que se ejerzan
    formas de control o censura.
  3. Derecho a la libertad de difusión.-
    Se refiere a la realización de actividades de
    comunicación en igualdad de condiciones
    jurídicas, además de la posibilidad de
    constitución de empresas o
    entidades dedicadas a la comunicación.
  4. Derecho a la información.- Es la
    potestad de todas las personas para acceder, producir,
    circular y recibir todo tipo de información, salvo que
    afecte el derecho a la intimidad de las personas o que
    esté protegida por una cláusula de reserva
    estipulada en el ordenamiento jurídico.
  5. Derecho al acceso y uso de los medios y
    tecnologías de la información y
    comunicación.-
    Se asienta en la potestad para
    acceder y usar libremente los medios y tecnologías de
    la información y la comunicación en la producción, circulación y
    recepción de contenidos.

Justamente, el planteamiento de Pasquali y Jurado es
ratificado por Pedro Farias (en Benito, Ángel, 1991:
338-339), quien concreta el derecho a la comunicación como
el "conjunto de facultades, inherentes al hombre como ser
sociable, para intercambiar y poner en común diversas
formas de mensajes". Para promover la "maduración social"
y, así, desarrollar las virtualidades de la sociabilidad,
el objeto de este derecho humano está integrado no
sólo por pensamientos, ideas y opiniones (libertad de
expresión), sino también por informaciones
(libertad de información). Por eso, son indisociables el
derecho a la comunicación "como postulado de la
sociabilidad humana" y el derecho a la información.

Por su lado, Cees Hamelink (2002) parte de una
concepción más englobante de todos los derechos
reconocidos y reivindicados en torno a la comunicación e
incorpora, de manera particular, los derechos relacionados con el
nuevo escenario de la comunicación, que van más
allá del derecho a la información tal como fue
plasmado hace más de 50 años. De este modo,
Hamelink plantea una serie de derechos que deben ser tomados en
cuenta para el reconocimiento, trazado y adopción
de una declaración universal sobre el derecho a la
comunicación
:

Derechos de Información:

  • El derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión.
  • El derecho a tener opinión.
  • El derecho a expresar opiniones sin interferencia de los
    partidos públicos o privados.
  • El derecho de la gente a ser adecuadamente informada
    acerca de temas de interés público.
  • El derecho a acceder a información sobre temas de
    interés público (en poder de fuentes
    públicas o privadas).
  • El derecho al acceso a medios públicos de distribución de la información,
    ideas y opiniones.

Derechos Culturales:

  • El derecho a promover y preservar la diversidad
    cultural.
  • El derecho a participar libremente en la vida cultural de
    nuestra comunidad.
  • El derecho a practicar las tradiciones culturales.
  • El derecho a disfrutar de las artes y del beneficio del
    progreso científico y sus aplicaciones.
  • El derecho a la protección de la propiedad
    y patrimonio
    cultural nacional e internacional.
  • El derecho a la creatividad e independencia artística, literaria y
    académica.
  • El derecho a usar nuestro idioma en privado y
    público.
  • El derecho de las minorías y los pueblos
    indígenas a la
    educación y a establecer sus propios medios de
    comunicación.

Derechos de Protección:

  • El derecho de la gente a ser protegida de la
    interferencia con su privacidad por los medios de
    comunicación masiva, o por las agencias
    públicas y privadas involucradas con la
    recolección de información.
  • La protección de las comunicaciones privadas de las personas frente
    a la interferencia de las partes públicas o
    privadas.
  • El derecho a respetar el estándar del debido
    proceso en formas de comunicación pública.
  • El derecho a protección frente a formas de
    comunicación que son discriminatorias en
    términos de raza, color,
    sexo,
    idioma, religión u origen social.
  • El derecho a ser protegido frente a la información
    engañosa y distorsionada.
  • El derecho a la protección frente a la
    propagación sistemática e intencional de la
    creencia que individuos y/o grupos sociales merecen ser
    eliminados.
  • El derecho a la protección de la independencia
    profesional de los empleados de agencias de comunicaciones
    públicas o privadas frente a la interferencia de los
    dueños y administradores de esas instituciones.

Derechos Colectivos:

  • El derecho de acceso de las comunidades a la
    comunicación pública.
  • El derecho al desarrollo de las infraestructuras de
    comunicaciones, a la consecución de recursos
    adecuados, la distribución del conocimiento y
    habilidades, la igualdad de oportunidades económicas y
    la corrección de las desigualdades.
  • El derecho al reconocimiento de que los recursos del
    conocimiento son, a menudo, un bien común de propiedad
    de un colectivo.
  • El derecho a la protección de dicho recursos de su
    apropiación privada por parte de las industrias
    del conocimiento.

Derechos de Participación:

  • El derecho a adquirir las capacidades necesarias para
    participar plenamente en la comunicación
    pública.
  • El derecho de la gente a participar en la toma de
    decisiones públicas sobre la provisión de
    información, la producción de cultura o la
    producción y aplicación del conocimiento.
  • El derecho de la gente a participar en la toma de
    decisiones públicas en la elección, desarrollo
    y aplicación de tecnologías de
    comunicación.

Con esta óptica,
la Plataforma por el Derecho a la Comunicación "que
aglutina a Organizaciones no
Gubernamentales (ongs) con actividades en el ámbito de la
comunicación para el cambio social, a nivel local,
nacional y global" lanzó, en noviembre de 2001, la
Campaña de Derecho a la Comunicación en la
Sociedad de la Información
(cris, por sus siglas en
inglés). Su propósito es abrir un
amplio espacio de debate en la sociedad civil sobre el sentido y
porvenir de la sociedad de la información.

La Campaña cris tiene una visión de la sociedad
de la información fundada en el derecho a la
comunicación, como medio para afianzar otros derechos
humanos y fortalecer la vida social, económica y cultural
de la gente y de las comunidades. Entonces, cris propone que la
discusión en la próxima Cumbre Mundial de la
Sociedad de la Información no se puede centrar
exclusivamente en las nuevas
tecnologías de la información y la
comunicación (ntic), sino que debe tomar en cuenta otras
temáticas: derechos humanos, acceso a la
información, género,
propiedad y control, gobernabilidad y fiscalización,
diversidad y pluralismo, y derechos de propiedad
intelectual.

¿Por qué
hablar de ciudadanía hoy?

De una manera real se empieza a percibir, como fundamento para
la consolidación de los noveles sistemas
democráticos de América Latina, la urgente
necesidad de su legalidad y
legitimación desde la sociedad civil. No
sólo en los ámbitos académicos, sino cada
vez con mayor ímpetu entre las organizaciones
gubernamentales y no gubernamentales, el tema de la
ciudadanía va cobrando especial importancia por una serie
de razones que provienen fundamentalmente de cuatro
vertientes:

a) Política:

  • La falta de reconocimiento y menosprecio, desde el
    tiempo de
    la Colonia, de la cultura política de los sectores
    populares debido a razones políticas e
    ideológicas que impiden concebir al "otro", en sus
    múltiples diferencias ¾ especialmente
    interculturales¾ , como
    igual (conciudadano). Esto se manifiesta en desigualdad e
    injusticia social producto
    de una profunda negación cultural y de una
    serie de sentimientos y acciones arraigados de discriminación e intolerancia.
  • Paralelamente, se observan marcados procesos de auto
    negación
    , donde el "otro" se siente y percibe como
    inferior (ciudadano de segunda o tercera clase) y
    desestima su propia identidad cultural.
  • Se siente el agotamiento del sistema de partidos
    políticos. La gente valora la política como
    necesidad de participar y ocuparse del destino de la
    comunidad, pero siente que esta actividad fue "maleada" por
    un grupo minoritario ("politiqueros") que se aprovecha de
    ella para lograr intereses personales o partidarios y,
    además, no deja participar a otros en la escena
    política (clientelismo, nepotismo).

b) Histórica:

  • Una modernidad
    aún inconclusa en la que conviven multiplicidad de
    sentidos de vida y pluralidad de culturas, en cuyo seno se
    entrecruzan diferentes lógicas de desarrollo
    que no logran ser resignificadas y apropiadas por la gente
    debido a las concepciones lejanas y alejadas desde las que
    fueron pensadas y transplantadas.
  • Una larga etapa histórica de gobiernos de
    facto
    (militares) en diferentes países
    latinoamericanos en la década de los años "70
    que avasalló las posibilidades reales del ejercicio
    constitucional de derechos, esencialmente los relacionados
    con la libertad de expresión y opinión, y
    anuló las garantías constitucionales de los
    ciudadanos. Todo ello, sumado a violaciones de los derechos
    humanos por medio del uso de aparatos de represión y
    muerte, desgastó el sistema democrático y
    perfiló un clima de
    injusticia en el que ¾
    ahora en menor medida, pero con clara evidencia¾ viven las mayorías alejadas o
    aisladas del poder económico y político. Estas
    jóvenes democracias tienen aún mucho camino por
    recorrer para recobrar la esperanza perdida y el sueño
    anhelado.

c) Económica:

  • "Paradójicamente, a pesar del crecimiento evidente
    de la miseria y de la pérdida general de la calidad de
    vida en muchos aspectos, el debate sobre la pobreza ha
    quedado relativamente escindido de la discusión sobre
    la ciudadanía" (Calderón y Lechner: 36). La
    pobreza es una "marca de
    inferioridad" (que califica al otro como carente, indigno,
    desprotegido, marginal) que desconoce al "otro"
    "culturalmente distinto" como sujeto de derechos
    legítimos y, por lo tanto, impide la
    universalización, el reconocimiento y el ejercicio de
    estos. En ese marco, coincidimos con los autores abordados,
    no puede existir el ciudadano.
  • Los altos índices de pobreza llevan a que
    la gente ¾ fundamentalmente
    de los sectores populares¾
    se preocupe de satisfacer, en primera instancia, sus
    necesidades básicas más elementales antes que
    participar y decidir públicamente. Estas condiciones
    de vida extremadamente difíciles se reflejan, como
    acertadamente apunta el pnud (2002: 188), en expresiones de
    desilusión, fatalismo y pesimismo muy fuertes,
    sensación de abandono y desamparo, inseguridad y frustración respecto al
    futuro.

Empero, muchas veces, ésta es razón sustancial
para el surgimiento de movimientos sociales agrupados en torno a
la identidad cultural, el género, el consumo, etc., que
exigen el cumplimiento de sus derechos. Por otro lado, al tener
estas necesidades resueltas, los sectores más acomodados
se repliegan, cada vez más, en ámbitos privados
(individuales, grupales o familiares) que los alejan de la
construcción de comunidad.

  • El pnud (2000: 31, 131) sostiene que la pobreza
    está vinculada, en su dimensión subjetiva, con
    la incapacidad de ejercer ciudadanía (condición
    pre-ciudadana), que se manifiesta en relaciones sociales
    excluyentes y desigualdad de oportunidades, impidiendo
    afirmar los valores y
    traducir las aspiraciones de todos los sectores de la
    sociedad en proyectos de
    vida compartidos. En ese sentido, Cançado (en
    Benvenuto: 20), Juez Presidente de la Corte
    Interamericana de Derechos Humanos, plantea que en este
    inicio del siglo xxi la erradicación de la pobreza
    extrema se constituye en uno de los grandes desafíos
    de la protección internacional de los derechos
    humanos.

d) Social:

  • Si bien la democracia ha tenido importantes avances, se
    percibe un malestar y deterioro social que repercute en una
    desconfianza generalizada. Esta situación ocasiona
    que, tal como afirma el pnud, "A mayor desconfianza, menor
    posibilidad de ciudadanía, y por tanto mayor
    dificultad en consolidar proyectos en la perspectiva del
    desarrollo humano (:185).
  • Se ha detectado en segmentos sociales amplios una
    actitud
    individual negativa que puede constituirse en una enorme
    barrera para el desarrollo y la formación de
    ciudadanía: el fatalismo. De hecho, "conlleva
    resignación y conformismo y generalmente está
    asociado con altos niveles de frustración y bajas
    condiciones y oportunidades para superarlos" (:224).

En mayores y menores grados estas vertientes, entre otras,
muestran a la ciudadanía en Latinoamérica como el resultado de un
proceso sociopolítico que pretende ¾ en pleno siglo XXI¾ la lucha por la igualación de
todos en pos del fortalecimiento de Estados con plenas
garantías para dar concreción y vigencia a los
derechos humanos en la consolidación de sociedades
verdaderamente democráticas, justas y equitativas.

Por ello, la urgente tarea de encarar un trabajo
multidisciplinario en la construcción de ciudadanía
desde diversos frentes. Este trabajo se aproxima a la labor
específica de los medios de comunicación masiva en
esta dirección. A continuación, se detallan algunos
rasgos que permiten comprender los aspectos que abarca el tema de
la ciudadanía antes de que se analicen los procesos
masivos para su gestación activa y responsable.

La ciudadanía
comunicativa

Manuel Antonio Garretón (1995: 103) plantea una
multidemsionalidad ciudadana "ligada al acceso y la
calidad", esto es, un conjunto de derechos y deberes donde la
persona ejerce su capacidad de ser sujeto, es decir, de llegar a
controlar o decir algo sobre los procesos que definen un
determinado campo, por ejemplo, en relación al mundo
terrirorial, educacional, comunicacional, de
género, etnia,
generación, etc. Por lo tanto, en cada uno de estos campos
se es titular de derechos humanos inalienables de acuerdo a una
particular condición que proviene de la diversidad.

Al respecto Garretón (:104) considera que en el
concepto de
ciudadanía moderna "estamos frente a una extensión
de derechos irrenunciables que provienen precisamente de la
diferencia y no de la igualdad básica de los seres
humanos", lo que le otorga a cada persona o grupo la posibilidad
de definir y luchar por tales derechos. Empero, esta
potencialidad de la expansión ciudadana "como la
llama el autor mencionado" se ve frustrada y negada por la
exclusión, marginación, descomposición y
fragmentación de las sociedades, la ausencia de proyectos
globales de sociedad, etc., que caracterizan a los pueblos de
América Latina, especialmente, los sectores populares.

En este marco, María Elena Hermosilla (1995: 180)
sostiene que los medios de comunicación masiva pueden
aportar en la constitución de ciudadanía
estimulando la autonomía (social, política,
económica y cultural) de los sujetos individuales y
sociales para que estos puedan gestionar, construir y asumir su
propio destino sobre la base del desarrollo y perfeccionamiento
de sus condiciones de vida. Frente a la oferta de los medios, las
personas construyen una ciudadanía comunicativa. A
propósito, Claudia Villamayor y Ernesto Lamas (1998: 224)
plantean lo siguiente:

El ejercicio de ciudadanía es un proceso de aprendizaje
al que contribuyen las diferentes instituciones presentes en la
sociedad, entre ellas los medios de comunicación. Desde un
medio de comunicación siempre se construye
ciudadanía: se puede ayudar al fortalecimiento de una
ciudadanía activa y participativa o se puede fomentar una
ciudadanía pasiva vinculada únicamente con el
consumo.

Garretón (:106-107) complementa el análisis con
dos dimensiones interdependientes en la relación entre los
medios de comunicación masiva y la ciudadanía (ver
Cuadro 1-1).

Cuadro 1-1

Dimensiones de la Ciudadanía
Comunicativa

PRIMERA
DIMENSIÓN

"También ejerzo mi
ciudadanía a través de los
medios"

SEGUNDA
DIMENSIÓN

"También aprendo a ser
ciudadano en mi relación con los
medios"

En los medios las personas expresan y ejercen su
ciudadanía en diversos campos, por ejemplo, a
través de diversas formas de control social del
poder. Sin embargo, los medios también pueden
sustituir de forma ilusoria la participación a la
que no se tiene acceso realmente o se puede dar el caso que
los medios intenten sustituir a otras instancias de
participación (por ejemplo, partidos
políticos).

Las personas definen y (re)configuran su
ciudadanía en la relación que establecen con
la oferta mediática (consumo cultural) . Por
ejemplo, la información que estos producen aumenta
el poder ciudadano (control social). Asimismo, aquí
se plantea un tema de fundamental importancia, cual es el
control ciudadano de los medios para la regulación
democrática de estos.

En esta línea, Villamayor y Lamas (:223)
reconocen que en la actualidad los medios juegan un papel
prácticamente insustituible en la construcción y
ejercicio de ciudadanía orientada a la
consolidación de una sociedad democrática, ya que
mediante el acceso y la participación en estos, las
personas pueden ejercer ciudadanía al hacer uso de la
libertad de expresión y acceder al espacio público,
al mismo tiempo que controlar a las instituciones y ejercer
presión
sobre ellas.

El eje de la
ciudadanía comunicativa: La
información

El papel estratégico de la
educación, del conocimiento y de las redes de información
constituyen en la actualidad uno de los principales elementos de
integración social al mundo moderno.
Solamente un grupo muy reducido de latinoamericanos tienen acceso
a redes de información y al manejo de las nuevas formas de
conocimiento. Resulta pues fundamental que una renovación
ciudadana busque una expansión de las nuevas formas de
conocer y comunicar.

Fernando Calderón y Norbert
Lechner, 1998

La información es fundamental para conocer y
comprender la realidad actual. El hombre
moderno tiene necesidades informativas que son satisfechas en
gran parte por los medios de comunicación masiva; empero,
la selección
que estos hacen no siempre está acorde con las
aspiraciones, necesidades, exigencias y expectativas de los
receptores. La cada vez mayor "avalancha de mensajes" coloca al
individuo,
según Rivadeneira (1984: 37), "en una situación de
"observador" de resultados en cuya producción él
parece no participar", lo que le lleva a un estado de
marginamiento social.

Ya en 1949, la Teoría
Matemática
de la Comunicación de C.E. Shannon y W. Weaver
concibió la información como opuesta a entropía, caos o casualidad. Una de las
aportaciones más importantes al modelo matemático
es la de Eric Berne (citado por Valbuena, en Benito: 758-759),
para quien la información es lo que conscientemente desea
y se propone comunicar (emisor) o recibir (receptor), porque es
lo que saben, lo que les da seguridad. La
actitud del receptor es, en última instancia, la que
otorga valor a la información, por tanto, es quien
determina si la considera como ruido "lo que
inconscientemente recibe sin desearlo ni proponérselo" o
como información.

Concepto

De acuerdo con el comunicólogo boliviano Erick
Torrico (1989: 21), la información es un proceso
unilateral de transferencia de datos
(representaciones sobre un objeto dado de la realidad) destinados
a reducir parte de la incertidumbre que rodea al receptor con
relación a una circunstancia determinada. En general, la
información es la asignación de una forma peculiar
a una parcela de la realidad comunicable, "puesta en forma" de
mensaje para que pueda ser transmitido por los medios de
comunicación masiva a un grupo de receptores. Desantes
(1974: 186) concuerda con este planteamiento al explicar que
informar significa "dar forma a un mensaje objetivo y
poner en forma a un sujeto" situando al alcance de éste
(divulgando) aquello que necesita y como lo necesita.

En relación al tema, Torrico (:22) plantea
premisas fundamentales mediante las cuales se considera a la
información como vital, parcial, subjetiva, parcializada
y, finalmente, como poder:

  1. Vital.- Los procesos de
    transmisión, recepción o intercambio de
    información son vitales e imprescindibles para la
    existencia y sobrevivencia de cualquier ser vivo.
  2. Parcial.- Por limitaciones técnicas y humanas, la
    información no puede abarcar la totalidad de la
    realidad sobre la cual opera, por lo que es parcial:
    descompone la realidad global y se ocupa sólo de uno
    de sus componentes.
  3. Subjetiva.- Al no poder ser
    totalizadora es selectiva y, por lo tanto, completamente
    subjetiva, pues el informador elige un punto de vista desde
    el cual va a informar desde una parcela de la
    realidad.
  4. Parcializada.- El informador adopta
    consciente o inconscientemente una postura de preferencia por
    uno de los aspectos de la realidad en detrimento de los
    otros, por lo que la información es
    parcializada.
  5. Poder.- La información
    está ligada a funciones de dirección social y
    política, por lo que se constituye en un factor o
    instrumento de poder, dominación, control. Por ello,
    añade Torrico, "a mayor acumulación y
    concentración informativas habrá mayor
    autoridad, capacidad de decisión e
    influencia."

El concepto de una información absoluta,
normativa u objetiva
que permita describir y predecir este
mundo, es decir, "llenar los vacíos" y darle sentido a la
realidad, se apoya para Brenda Dervin (citada por Valbuena, en
Benito: 761) en una serie de supuestos que parten de la
afirmación que la comunicación humana es el proceso
creativo de uso de la información:

a) la información es un recurso
valioso;

b) la información describe la
realidad;

c) la información reduce la
incertidumbre;

d) la información permite al hombre
enfrentarse más efectivamente con la
realidad.

Por otro lado, Felicísimo Valbuena (en Benito:
763) nos habla de un nivel óptimo de
información
, "el que permite a las personas actuar
como sistemas homeostáticos, en equilibrio".
De una infracarga de información que se produce
cuando la persona no se encuentra con el
conocimiento ni las alternativas suficientes para hacer
frente a una situación. Y, finalmente, la sobrecarga de
información
cuando la persona traspasa el nivel
óptimo de información necesario: "los
estímulos son excesivos y la persona no está
preparada para adaptarse a la situeación."

A partir de lo que Soria (1991: 14-15) llama la
"revolución jurídica" de 1948 con la
Declaración Universal de Derechos Humanos, él
deduce de la idea del derecho a la información una serie
de particularidades a partir de la doctrina
iusinformativa:

  1. La información es un acto de
    justicia.-
    Al investigar, difundir y recibir
    información se está dando a cada persona lo
    suyo, a lo que tiene derecho, y en eso consiste precisamente
    la justicia. El público está compuesto por
    núcleos personales, libres y responsables, que son
    titulares de un derecho humano.
  2. La información es una función
    pública.
    Nadie puede ejercitar el derecho
    humano a la información si no es para dar perfecto
    cumplimiento al derecho de los demás, para realizar la
    justicia informativa.
  3. La información no es tanto un poder como
    un derecho y un deber.
    La información tiene
    la posibilidad de ejercer control social de los tres
    poderes clásicos del Estado. Por ello, la
    información debe ser considerada más como un
    derecho humano (a la información) y un deber
    profesional (informar), que como un poder.

    Para Juan Pablo II (citado por Aspíllaga: 10), que ha merecido
    llamarse "Papa de los derechos del hombre", la finalidad
    última de la información es la de "ofrecer a
    los hombres de hoy el conocimiento adecuado y continuo de
    los acontecimientos, que les resulta necesario o
    útil para contribuir eficazmente al bien
    común y para procurar un progreso más
    rápido de la sociedad." Para cumplir con esta
    finalidad, el contenido de la información debe ser
    siempre verdadero y completo, respetando las normas
    morales, los legítimos intereses y la dignidad del
    hombre, tanto en la obtención como en la
    difusión de noticias.

  4. La finalidad de la información es
    formar al hombre en su dimensión social para hacer la
    comunidad.-
    El fin de los mensajes informativos es
    conocer la realidad para tomar decisiones prudenciales
    (comunicación de hechos), inducir al hombre a obrar la
    virtud y extenderla (comunicación de ideas) y
    facilitar al hombre cómo pensar formulando sus propias
    opiniones (comunicación de opiniones). En síntesis, la finalidad de la
    información es formar al hombre en su dimensión
    social para hacer la comunidad.
  5. La información no es patrimonio
    exclusivo y excluyente de los periodistas ni de las empresas
    informativas.
    La titularidad universal del derecho a
    la información pertenece a todos-los-cada-uno. Los
    informadores y las empresas informativas actúan en
    virtud de una delegación o mandato general, social y
    tácito que el sujeto universal hace en ellos,
    administrando el poder de informar de todas y cada una de las
    personas.

Por ello es que se plantea que la empresa
informativa y los periodistas son responsables ante el
público: el informador trabaja para la
información en, con y desde la empresa. La
propiedad de un medio o el ejercicio de la labor
periodística no conllevan el derecho de
propiedad de la información, sino el deber profesional
de informar, hacer posible y facilitar la participación de
los ciudadanos en los asuntos públicos y constituir, en
definitiva, la comunidad.

Tiene hoy pleno sentido la afirmación de Aspíllaga
(:23-24) cuando fundamenta que las actividades informativas
tienen una íntima conexión con la
justicia:

Al dar información el periodista está
dando a todos, a cada uno, lo que es suyo, aquello a lo que
tienen derecho. Y en dar a cada uno lo suyo consiste precisamente
la justicia. De modo que se puede informar que un periodista es
justo o injusto según informe bien o mal.

Por ello es que se concibe que los profesionales de la
información ""comunicadores de la palabra humana", como
los llama Juan Pablo II" no trabajan para la empresa, ni siquiera
para la información, sino para el público. Y,
precisamente, este trabajo debe ser realizado con un sentido del
bien común y de responsabilidad, por medio de los cuales
toda persona asuma libremente mayor protagonismo respecto de los
destinos de la humanidad en función de la
comprensión plena, adecuada, exacta y fiel de la realidad
por medio de la información.

Además de estas particularidades de la
información, Desantes (1990: 22) recomienda tomarla en su
doble sentido de agere (actuación informativa o
proceso de poner en forma) y de facere (mensaje o producto
resultado de tal actuación informativa).

El Caso de la Radio en la
Construcción de Ciudadanía

Luego de realizar una investigación sobre el rol mediador de
las radios populares en la construcción de
ciudadanías en y desde espacios locales
se
llegó a las siguientes conclusiones:

  1. El discurso radiofónico de las
    radioemisoras afiliadas a la Asociación de
    Educación Radiofónica de Bolivia – erbol se
    estructura
    especialmente sobre la base del género
    periodístico, que refleja la actualidad
    informativa local ¾ tanto
    urbana (ciudades intermedias) como rural (comunidades aymaras
    y quechuas)¾ a partir de
    una perspectiva de búsqueda de mejoramiento integral
    de la calidad de vida.
  2. La oferta informativa noticiosa de estas
    radios populares se estructura ¾ con la participación de
    diversos actores sociales e institucionales, fuentes de
    información y líderes de opinión del
    municipio¾ en torno a
    enfoques que promueven el ejercicio ciudadano: cumplimiento y
    respeto de las leyes,
    defensa de los Derechos Humanos, lucha contra la corrupción, promoción del desarrollo humano y
    protección y conservación del medio
    ambiente. Directamente relacionada con esta oferta
    encontramos su estrategia
    comunicacional que se manifiesta en una clara
    intención de incidencia en la opinión
    pública y se concreta en un periodismo
    democrático y ciudadano
    caracterizado por "dar a
    conocer el hecho o conflicto"
    de manera primicial con objetividad (imparcialidad,
    veracidad, claridad), "buscar la contraparte", ser
    fiscalizador (control social) y sensibilizador, promover el
    diálogo y "ayudar en la solución del
    conflicto".
  3. Como una de las manifestaciones de la
    participación ciudadana hallamos la
    participación radiofónica, que desde la
    óptica de los emisores (radialistas y reporteros
    populares) pretende en primera instancia fortalecer la
    democratización de la comunicación y, por lo
    tanto, la palabra pública ¾ como mecanismo de ejercicio de la
    ciudadanía y como justo derecho ciudadano¾ permitiendo que los oyentes elaboren
    su mensaje, "se expresen como emisor", lo difundan perdiendo
    el miedo "con su propia voz" y, al escucharlo masivamente,
    "se sientan muy grandes". A través de la
    participación los ciudadanos y ciudadanas informan y
    denuncian, se escuchan y se hablan directamente en busca de
    un entendimiento que les permita construir una sociedad
    más democrática.
  4. Es contundente la participación que generan
    y permiten estas radios entre sus audiencias (45%), las
    mismas que les asignan una utilidad
    práctica (difusión de mensajes) y
    simbólica (manifestación de sentimientos)
    expresada por medio de visitas a la radio (49,5%)
    y el envío de cartas
    (19,6%).
  5. Los oyentes de las radios de erbol les asignan a
    éstas una utilidad primordialmente informativa (73%)
    que les favorece en el ejercicio de su ciudadanía
    llevándolos a movilizarse, organizarse, fiscalizar
    ¾ también por medio
    de estas radios (9,7%)¾ ,
    debatir públicamente, fortalecer sus instituciones y
    apoyar a sus autoridades con una clara visión de
    equidad de género, desarrollo humano y
    valoración de la identidad cultural. Este hecho se
    refuerza a partir de la audiencia masiva (87,9%) que estas
    radios logran en el área urbana de los municipios
    donde funcionan.
  6. En su trabajo de comunicación
    ciudadana
    los radialistas y reporteros populares de las
    emisoras de erbol valoran una serie de ámbitos
    comunicativos complementarios entre los que resaltan la
    información-opinión, la participación
    radial del público y la producción
    radiofónica en un marco de comunicación
    educativa para el desarrollo. Para estos emisores, la
    información "de calidad" ¾ en su forma y contenido¾ es un elemento fundamental para
    crear opinión y, así, poder participar "con voz
    y voto" en la conformación de esferas públicas
    (intereses, espacios e imágenes comunes) y en la
    gestación de compromisos conciudadanos. Por otra
    parte, la participación radial consiste no
    sólo en "dar la palabra a los que no la tienen"
    ¾ especialmente los
    sectores populares a los que se deben¾ para que puedan expresar libremente
    su opinión, sino también en incentivar y
    motivar la participación como un derecho y mecanismo
    para hacer efectivo su "ser de ciudadanos". Finalmente, se
    debe trabajar hacia la producción planificada
    de programas
    ¾ con la utilización
    de diversos géneros, formatos y recursos
    radiales¾ que faciliten y
    promuevan la participación activa y comprometida de la
    ciudadanía en la toma de decisiones que afectan su
    propio desarrollo.

De este modo, establecemos que el rol mediador de las
radioemisoras populares ¾
constituido por su discurso
radiofónico, oferta informativa noticiosa, incidencia en
la opinión pública y la participación radial
de los oyentes¾ contribuye a
que éstas se potencien como espacios públicos
gestores de ciudadanías en ámbitos
locales.

A partir de esas conclusiones planteamos una serie de
recomendaciones para las radios que trabajan en
función de generar y coadyuvar en la
formación

  1. Abordar la actualidad informativa local
    estableciendo "puentes" de relación y
    articulación con el panorama informativo regional,
    nacional e internacional. Estos "puentes" permitirán a
    los oyentes relacionar y comparar hechos de interés
    público para establecer líneas de acción
    tomando en cuenta otras realidades que pueden brindar
    parámetros para tomar decisiones en su vida cotidiana.
    En definitiva, estas radios deben tomar conciencia de su
    capacidad potencial de incidencia en la agenda pública
    y su importancia fundamental en la generación de
    procesos de desarrollo local desde el ámbito
    comunicativo. Esto es posible cuando empezamos a reflexionar
    con Rosa María Alfaro (1999e:186) en la posibilidad de
    plasmar desde la información una cultura
    política democrática y ciudadana que tenga
    posibilidad de influencia en los centros de
    poder.
  2. Este enfoque en la radio popular responde a la
    necesidad de planificar y evaluar el trabajo
    periodístico sistemáticamente. Para ello, es
    fundamental el diseño periódico de una agenda informativa
    ¾
    sobre la base de una
    política más amplia¾ que responda en primera instancia al
    panorama informativo local, pero que de la misma manera tome
    en cuenta aspectos regionales, nacionales e internacionales.
    Si bien las noticias de interés colectivo son el
    fundamento en la construcción de estas agendas,
    también se deben tomar en cuenta las noticias de
    interés sobre asuntos privados, de utilidad para la
    vida diaria y las de interés reducido a las que los
    oyentes les asignan diversas utilidades. Sin embargo,
    recordemos que las de interés público son
    aquéllas que necesariamente requieren
    orientación y seguimiento ¾ y la mayoría de las veces la
    opinión editorial del medio de comunicación
    para impulsar o refutar diversas corrientes¾ ya que inician procesos de
    formación de opinión pública. Por otro
    lado, la incidencia en la opinión
    pública
    se verá fortalecida por las
    relaciones interinstitucionales que se promuevan
    permanentemente en la cobertura de las noticias, ya que de
    este modo la radio podrá "validar" su labor desde las
    instancias organizadas de la sociedad civil.
  3. Respecto a la evaluación de la labor
    periodística
    se sugiere involucrar activamente a
    la audiencia por medio del uso de técnicas de
    investigación cuantitativas (por ejemplo, la encuesta)
    y cualitativas (como los debates de audiencia propuestos por
    María Cristina Mata, 1996). De la misma manera, no
    podemos dejar de lado el acercamiento a los radialistas y
    reporteros populares a través de los debates grupales
    que ayuden, por ejemplo, a pensar y re-diseñar la
    programación de acuerdo con los
    resultados del estudio de las audiencias, al mismo tiempo que
    capaciten al personal.
    Especialmente hay que establecer una serie de estrategias de acercamiento a los reporteros
    populares, cuyo trabajo voluntario (no remunerado) no se
    desenvuelve en las instalaciones de la radio, sino en sus
    respectivas comunidades. Este aspecto hace que erradamente
    algunas veces no se los considere como integrantes del equipo
    de la radio.
  4. Inclusive la participación de los oyentes en
    la radio ¾ concebida como
    un "puente articulador" que facilita la
    democratización de la comunicación¾ en la producción, durante y
    fuera de la emisión, debe ser planificada y evaluada
    basándose en objetivos
    concretos que respondan a las expectativas de la
    población y a la misión
    del medio de comunicación en la sociedad. De este
    modo, las radios populares se van constituyendo en verdaderos
    espacios públicos donde se construyen consensos
    sociales, se influye en las decisiones colectivas en torno a
    causas justas y nobles, donde se edifica lo público
    (algo común que me liga a los otros) con y desde las
    personas.
  5. Diversificar la oferta comunicativa de las radios
    populares a través del uso de diversos géneros,
    formatos y recursos radiales, especialmente de los
    subgéneros periodísticos interpretativo e
    investigativo ¾ descuidados
    en las radios populares¾ ,
    con una mayor utilización de los formatos de
    discusión pública (mesa
    redonda, debate, panel), reportajes, entrevistas de fondo, notas ampliadas o
    contextualizadas, documentadas e ilustradas y otros. En la
    línea de José Ignacio López Vigil
    (1997:249-250) cuando menciona que para ampliar una noticia
    ¾ en el campo del periodismo
    interpretativo¾ se debe
    situar geográfica o históricamente los hechos,
    relacionar un hecho con otros, revelar otras causas,
    complementar la información y prever las consecuencias
    de los hechos. Así, el emisor-intérprete
    está dando elementos de juicio para que el oyente
    saque sus propias conclusiones.
  6. Y directamente ligada a la diversificación
    de la producción, hallamos el diseño y
    ejecución de procesos sistemáticos de
    capacitación
    tendientes a la profesionalización que permitan al
    personal de la radio ¾
    tanto radialistas como reporteros populares¾ cualificar su trabajo. Asimismo, se
    deben mejorar las condiciones materiales
    de producción de estas radios (por ejemplo, equipos,
    potencia,
    etc.), porque de nada sirve tener personal formado sin los
    instrumentos necesarios para que puedan realizar un trabajo
    de calidad.
  7. Por todo lo que hemos mencionado, no podemos dejar
    de resaltar el rol protagónico que juega la radio
    popular en la generación de procesos educativos
    en los sectores más necesitados y en la
    población en general (audiencias mixtas que consumen
    masivamente el medio). El eje de estas prácticas
    comunicacionales cobra sentido en la comunicación
    educativa con perspectiva ciudadana que, de acuerdo con la
    Asociación Latinoamericana de Educación
    Radiofónica (aler, 1996:64-65), se expresa en las
    relaciones horizontales que permiten un verdadero
    diálogo y participación entre interlocutores
    protagónicos, el respeto de la pluralidad de
    opiniones, la integralidad del sujeto social y la
    estimulación del razonamiento, el análisis, la
    polémica, la argumentación y el debate como
    mecanismos de aprendizaje capaces de gestar
    ciudadanías.
  8. Finalmente, la importancia de la investigación científica y
    social en todos estos procesos es crucial en la medida que
    nos permitirá conocer a nuestros públicos en
    sus múltiples dimensiones de consumo de los discursos
    radiofónicos, pero también en sus expectativas
    sobre los medios de comunicación que requieren para
    fortalecer el ejercicio cotidiano de su ciudadanía.
    Mucho nos queda por hacer para acercarnos a la cotidianidad
    de esas personas a las que llamamos audiencias y que muchas
    veces sólo las concebimos con parámetros
    estadísticos, sin pensar que detrás de cada una
    de ellas hay un mundo lleno de esperanzas y sentidos que
    aprender.

A Manera de
Epílogo

No cabe duda de que la revolución
electrónica entraña la promesa de
grandes y positivos avances con vistas al desarrollo mundial;
pero existe también la posibilidad de que agrave
efectivamente las desigualdades existentes al ensanchar la brecha
de la información y las comunicaciones.
¿Cómo podemos asegurar que la revolución de
la información y las comunicaciones, que tiene en Internet
su primer motor, promueva
la
globalización del desarrollo y de la solidaridad del
hombre (…).

Juan Pablo II, 2002

Sin lugar a dudas, se percibe que a principios de este
siglo los medios de comunicación masiva, al igual que
otras instituciones sociales, aportan a la construcción de
una ciudadanía comunicativa "tal como la denomina
Hermosilla (1995)" que puede ser activa y participativa o
vinculada exclusivamente al consumo (Villamayor y Lamas, 1998).
Uno de los aspectos que favorece en esta dirección es la
participación que permiten los medios, lo cual facilita a
las personas que puedan ejercer su libertad de expresión y
acceder al espacio público que les fue negado en otras
instancias (por ejemplo, partidos políticos).

Fundamentalmente, el consumo cultural "en el sentido
asignado por García Canclini (1991)" de la oferta
mediática y, especialmente, de la información
periodística (Gutiérrez, 1997; Macassi, 1994;
Calderón et.al., 1996) coadyuva en la
constitución y ejercicio activo y responsable de la
ciudadanía porque permite que las personas se formen una
opinión sobre algún hecho de interés
común (asunto público), la pongan a
consideración pública y deliberen sobre la misma en
busca de consensos que influyan o determinen acciones hacia los
sistemas de poder. De este modo, se participa en la toma de
decisiones que afectan, de forma directa o indirecta, la propia
vida y la de la comunidad.

En este proceso de constitución de la
ciudadanía comunicativa es nuclear la información
periodística porque se basa en el principio de
reducción de la incertidumbre o de la indeterminabilidad
con tendencia a cero, introduciendo certidumbre objetiva,
predictibilidad en un ambiente de
elección o evidencia que conlleva el fundamento del
asentimiento. Esta certeza, convencimiento o seguridad se logra
por medio del despliegue de las facultades del derecho a la
información que influyen sobre la persona en alguna forma
de conocimiento y modifica o transforma su comportamiento
en un proceso de "maduración social", donde desarrolla las
virtualidades de la sociabilidad.

De ahí que Rivadeneira (1990) explica que poseer
información "es igual a tener elementos de conocimiento
para la adquisición de patrones de acomodación
social, para la participación, acción y
decisión dentro del grupo sociocultural." Y seguidamente
cuando el autor mencionado afirma que "El fenómeno de la
marginalidad
social es en gran medida un problema de información y
formas de comunicación" (:55), se está
refiriendo

Todo este proceso se asienta en la construcción
de ciudadanía comunicativa, que tiene como eje
articulador el ejercicio pleno del derecho humano a la
información.

FUENTES DE
INFORMACIÓN

ALFARO, Rosa María

1995 "Descifrando paradojas ciudadanas: una mirada
cultural a la política" en aa.vv., Los medios, nuevas
plazas para la democracia
, 1.ª ed., Lima,
Asociación de Comunicadores Sociales Calandria,
págs. 109-131.

1997 "Prólogo. Un camino recorrido" en aa.vv.,
Escenografías para el diálogo, 1.ª ed.,
Lima, Consejo de Educación de Adultos de América
Latina (ceaal) y Asociación de Comunicadores Sociales
Calandria, págs. 7-14.

ASPÍLLAGA PAZOS, Carmela

  1. La información en el pensamiento de Juan
    Pablo II.
    Piura, Perú, Facultad de Ciencias de
    la Información de la Universidad
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Autor:

Prof. Dr.(c) Carlos A. Camacho Azurduy

Profesor universitario y consultor boliviano

Partes: 1, 2
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