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Raíces de la Cultura India (página 2)




Enviado por Mar�a P�a



Partes: 1, 2

Estas gentes de hace unos cuarenta siglos adoraban a una diosa
Madre y a una deidad de tres cabezas, probablemente el propio
Shiva, pero no parece ser que edificasen templos o palacios de
gran complicación. El más notable de todos los
rasgos descubiertos hasta ahora es la abundancia de casas para
habitar bien construidas y la ausencia de cualquiera que pueda
ser considerada extraordinariamente pretenciosa. En agudo
contraste con todas las demás ruinas antiguas, Mohenjo
Daro y Harappa carecían de tugurios, no existiendo
contrastes penosos entre palacios por un lado y barracas inmundas
por el otro. Por el contrario, un barrio de trabajadores en
Mohenjo Daro aparece tan bien trazado como el resto de la ciudad,
a base de habitaciones de dos piezas cada una de ellas con cuarto
de baño. Presenta un interés
sociológico inmenso el hecho de que aquellos hombres que
trabajaban ya el cobre y el
bronce, construyesen armas
domésticas y para la caza, pero no para que llenasen
finalidades marciales; carecían enteramente de armamentos
y fortificaciones.

Más todavía, la soberbia planeación
de las ciudades se viene abajo: las últimas construcciones
son conjuntos de
cabañas de mal gusto hechas con malos materiales.
Por último, la ciudad fue abandonada-

En Harappa, Las evidencias
también señalan el uso de animales
domesticados, que incluyen camellos, cabras, búfalos de
agua y
aves. Los
Harappenses cultivaban trigo, cebada, guisantes, sésamo y
probablemente fueron los primeros en cosechar y hacer telas del
algodón. El comercio
parecía ser una de las principales actividades en el Valle
Indus y la cantidad de sellos descubiertos sugiere que cada
mercader o familia mercantil
poseía su propio sello. Estos sellos aparecen en varias
formas y tamaños cuadrangulares, cada uno con una figura
humana o animal grabado en ellos. Los descubrimientos sugieren
que la civilización Harappense tenía una
relación comercial extensa con las civilizaciones vecinas
en la India y otras
tierras lejanas en el Golfo Pérsico y Sumeria (Iraq).
Aquí la historia es diferente, pero
igualmente desconcertante. Allí, los arqueólogos no
han encontrado pruebas de un
lento declinar: la vida de la ciudad parece detenerse de pronto
cuando disfrutaba de su madurez y del máximo de su
prosperidad material. Esta terminación, claro está,
es tan definitiva como la de Mohenjo Daro; en el Indo, en el
valle superior como en el inferior, la civilización
desapareció completamente.

Según la mayoría de los arqueólogos, una
sola causa no basta para explicar la desaparición de la
civilización del valle del Indo. Mil años de
agricultura,
pastoreo y explotación forestal pudieron haber empobrecido
la tierra a
tal grado que no habría podido sostener una
civilización grande y vigorosa. Los vestigios de grandes
inundaciones en Mohenjo Daro sugieren otra explicación;
expulsados de la capital una y
otra vez, los habitantes, perdidos sus hogares, pudieron haberse
ido a refugiar a otra parte, y las pequeñas ciudades de la
región declinaron por falta de un centro director. Algunos
cambios geológicos, igualmente lentos e irreversibles,
como el solevantamiento de todo el litoral, pudieron haber
afligido a ciertas ciudades más directamente que a otras:
se sabe, por ejemplo, que algunos puertos marítimos que en
otro tiempo
estuvieron en las riberas del mar Arábigo hoy se
encuentran 50 kilómetros tierra
adentro.

Los puertos marinos contaban con equipo magnífico: el
de Lothal en el golfo de Cambay, tenía un muelle cerrado,
de ladrillo, de más de 200 metros de largo, controlado por
una compuerta y en el cual se podían cargar barcos en
mareas altas y bajas.

Los comerciantes harappanos hacían trueque en oro, cobre,
turquesas, lapislázuli y maderas de los Himalayas.

También se han hallado depósitos de
mercadería en las cercanías del puerto

La historia de la India está contenida, en sus primeros
siglos en sus poesías
líricas, en sus himnos y en sus poesías
épicas, aprendidas de memoria por
escuelas de alumnos iniciados y pasadas en tal forma de unas
generaciones a otras.

La palabra sánscrita veda significa "conocimiento";
particularmente "libros
sagrados".

Sus cuatro grandes libros, los Vedas, dieron su nombre a ese
gran período de la historia india (aunque se ha constatado
que son siete). Los años que mediaron entre el 1500 y el
500 a. de C., ese período de mil años en que se
sentaron los principios
fundamentales del hinduismo, se conocen con el nombre de edad
védica.

Es posible que en el curso del tiempo se produjeran
agregaciones o substracciones, y probablemente los Vedas o libros
de sabiduría han sido hechos por diversos autores. El
más antiguo de ellos es el Rig Veda, colección de
poesías líricas dedicadas a diversos dioses. Viene
después el Sama Veda, más dentro del carácter de himnos para cantar, y el Yajur
Veda, en el que aparecen intercaladas instrucciones rituales en
prosa.

El último de ellos es el Atahrva Veda, en el que se
entremezclan bellísimas poesías líricas y
mágicos cantos. Se agregan a estos libros los Brahmanes, o
comentarios en prosa, y más tarde se les unen los
Upanishads, que se contienen las profundas bases
filosóficas del hinduismo. Los Upanishads exponen una
multitud de interpretaciones especulativas del Universo y del
lugar que ocupa el hombre en
él.

Aparecieron luego los Drama Sutras, que plantearon las bases
de la ley hindú
(Patanjali) y del Código
de la moralidad.
Más tarde todavía aparecen los tratados sobre
prosodia, gramática, fonética y drama,
así como dos grandes poemas
épicos. Uno de ellos, tal vez el más antiguo de los
dos, es el Mahabharata. El Ramayana, es atribuido al sabio
Valmiki, y sigue siendo la obra literaria más amada en la
India.

La edad védica termina históricamente unos
siglos antes de Jesucristo, pero es importante tener presente que
en todas las cuestiones relativas a las costumbres religiosas,
los millones de hindúes de hoy día se pliegan a lo
que determinan los preceptos de los Vedas.

Hoy, lo mismo que 1500 años antes de Cristo, el
sacerdote susurra en los oídos del muchacho hindú
que es iniciado en su religión la
fórmula que dice así: "Meditemos en las glorias de
Dios; que El ilumine nuestra comprensión". Las oraciones
son las mismas en la mañana, en la tarde y en la noche, e
idénticas para una misma casta en todo el país. Los
ritos matrimoniales y funerarios son idénticos asimismo,
aunque tienen ligeras variantes locales. No sólo es en el
aspecto ritual como la era védica penetra en la vida
hindú de hoy en día. Universalmente y sin
distinción de castas o religiones,
Rama sigue siendo considerado como el modelo de
todas las cosas en un sentido general, Bharata es el ejemplo del
amor
fraternal, y la muchacha indostánica libre de prejuicios
podrá depilar sus cejas o empolvarse, pero no
negará que Sita es el ideal de la conducta femenina
matrimonial.

Los Vedas posteriores hablan de una manera definida de los
cuatro grupos o
castas:

los Brahmanes o pensadores,

los Kshatriyas o guerreros,

los Vaisyas o negociantes, y

los Sudras o trabajadores.

En su aspecto más constructivo venía a
constituir una tentativa extraordinariamente afortunada para
lograr la
organización, dentro de una sola sociedad, de
pueblos de diferentes razas y distintos niveles culturales,
logrando de esta manera un resultado magnífico al evitar
que el país se dividiese en unidades raciales dedicadas a
luchar entre sí, ya que, en su sentido más elevado,
el sistema de castas
no era jerárquico ni hereditario de manera exclusiva. Era
posible que un hombre pasase
de una casta a otra al cambiar de ocupación, y no
existía inferioridad alguna como resultado de la casta a
que se pertenecía.

El sistema de castas degeneró durante la propia edad
védica, cosa de esperar, ya que una moralidad tan
complicada es difícil de mantener; lo realmente
sorprendente es que funcionara durante siglos hasta lograr
establecer en el país una unidad cultural y un
carácter propios.

Apareció la corrupción, y en el Mahabharata advertimos
que ya se subraya el hecho de que ni el nacimiento ni la educación, sino
solamente la conducta, son la demostración de una
superioridad de casta. La literatura épica
recuerda que Manú el legislador, había declarado
sin lugar a equívocos "que no tiene objeto el hablar de la
distinción en castas si no se tienen en cuenta los
caracteres". La casta se convertía evidentemente en algo
rígidamente hereditario, esforzándose las clases
más elevadas por mantener sus privilegios. El respeto y la
consideración mutuos entre las castas se relajó,
dejando paso a la arrogancia social. Es importante, sin embargo,
observar que las castas tenían poco en común con la
organización política de las
comunidades védicas; la falacia popular según la
cual el sistema de castas es responsable de la falta de
funcionamiento armonioso de las instituciones
democráticas en la India, está en
contradicción con la historia del país desde la
edad védica hasta nuestros días; el observador
extranjero se sorprende en ocasiones al advertir que los
subordinados y secretarios de los brahamanes reciben sus
órdenes de ministros pertenecientes a castas inferiores.
El indostánico a su vez se sorprende al observar tal
sorpresa en los extranjeros, ya que las cosas no ocurrieron
jamás de otra manera, y la democracia no
es más extraña a la India de lo que fue a la
antigua Grecia.

Los arios se establecieron en estados organizados, los reyes
eran invariablemente orientados y fiscalizados por asambleas
populares llamadas sabhas, las que más tarde pasaron a
convertirse en consejos permanentes de samities, organismos
designados por elección, y que administraban grupos de
aldeas. Los primitivos vedas no hablan nunca de monarcas
arbitrarios ni a los que no fuese posible separar de sus cargos;
todos ellos eran gobernantes por elección, y precisaban el
apoyo continuo de las asambleas y concejos populares. La
épica nos habla de poderosas dinastías, pero ni
aún en tiempo de las mismas pudo rey alguno despreciar el
consejo de sus ministros.

El siglo VI antes de nuestra era fue una época de
agitación social e intelectual en la India. Fue entonces
cuando Mahavira fundó la religión Jain y Gautam
Buda alcanzó la iluminación. Las dos grandes religiones, el Jainismo y el
Budismo,
predicaban la no violencia a
todas las criaturas vivientes, la tolerancia y la
auto disciplina,
valores que se
han convertido en la piedra angular de la ética
india. Las enseñanzas de estas fe ganaron
aceptación popular inmediatamente debido a su simplicidad
y practicabilidad; los sermones de ambas religiones eran
predicados en las lenguas
comúnmente habladas.

Gautama Buda, era hijo de un jefe de tribu de la frontera con
el Nepal. Buda es la gran figura religiosa de la época.
Después de una juventud que
transcurrió en el ambiente
confortable de sus posesiones, Gautama, oprimido por las
confusiones espirituales de su tiempo, renunció a su
mujer y a su
hijo, y por espacio de seis años vivió como un
mendigo vagabundo; estudió bajo la orientación de
sabios ascetas hindúes durante algún tiempo, y
practicó penitencias y privaciones que le pusieron en
inminente peligro de muerte.

El Buda "palabra que significa "iluminado"", creó su
propia teoría
del Atina y el Ego y desarrolló su filosofía con gran detalle, pero la esencia
de sus enseñanzas era sencilla y directa; los ritos
sacrificatorios y las oraciones eran, en su opinión, cosas
sin significado, y sus exigencias se centraban en la necesidad de
librarse de los prejuicios de casta y de ritual. Las virtudes
relativas a la benevolencia que debe observarse hacia todas las
cosas vivas, la pureza de corazón,
la rectitud, la caridad, el dominio de la
ambición, la evitación de la crítica
y de la violencia, constituyen las virtudes cardinales que
él señalaba como el camino hacia la
salvación o nirvana, la beatitud suprema. La influencia de
Buda en la India de su tiempo debe haber sido profunda, y aun
cuando la religión que él fundó ha florecido
solamente fuera de la India, la esencia de su mensaje constituye
parte del espíritu indostánico, influyendo las
concepciones de su pueblo. El noveno avatar de Vhisnú fue:
Buda. Las reencarnaciones previas de Buda se narran en los
Cuentos de
Jakata. Posteriormente, los monjes budistas esparcieron su
religión hacia el sur, hasta Sri Lanka y hacia el
noroeste, hasta China,
Japón,
Corea y todo el Sudeste Asiático donde se practica hasta
ahora.

Con la propiedad
privada de la tierra y la división de la sociedad sobre la
base de las ocupaciones y las castas, fue más común
el surgimiento de conflictos y
desórdenes. Por lo tanto, surgió un poder
organizado para resolver estos problemas, que
gradualmente llevó a la formación de sistemas
estatales maduros, incluyendo vastos imperios.

Para finales del siglo III antes de nuestra era, la mayor
parte de la India Norte fue unida por Chandragupta Maurya, quien
formó el primer gran imperio indio. Su hijo Bindusara
extendió el imperio Mauryano sobre virtualmente todo el
sub-continente, dando lugar a una visión imperial que iba
a dominar siglos sucesivos de aspiraciones políticas.
El más grande emperador mauryano fue Ashoka el Grande (286
– 231 antes de nuestra era), cuyas exitosas campañas
culminaron con la anexión de Kalinga (actual Orissa).
Vencido por los horrores de la guerra, fue
él probablemente el primer gobernante victorioso que
renunció a la guerra en el campo de batalla. Ashoka se
convirtió al Budismo, pero no impuso su fe a sus
súbditos. En vez de esto, trató de convertirlos a
través de edictos inscriptos sobre rocas en los
dialectos locales, utilizando la escritura post
harappense más remota conocida como Brahmi.

La economía mauryana era esencialmente
agrícola. El estado
poseía enormes haciendas que eran cultivadas por esclavos
y labriegos. Las otras mayores fuentes de
ingreso durante esta era fueron, el cobro de impuestos sobre
la tierra, el comercio y la manufactura de
objetos artesanales.

En el 327 antes de nuestra era, Alejandro de Macedonia
cruzó hacia la India noroccidental. Conquistó una
gran parte del territorio indio antes de que sus generales,
cansados de la guerra, lo forzaran a regresar a casa. Alejandro
dejó detrás de él gobernadores griegos para
gobernar los territorios indios que él había
conquistado. Pero con el tiempo estas regiones pasaron a los
estados indios a través de conflictos y una lenta
absorción. Sin embargo, el contacto entre las dos culturas
dejó un impacto más imperecedero en el arte indio. Las
esculturas de la región llevan una marcada influencia
griega.

Después de la muerte de
Ashoka, en el 232 antes de nuestra era, el imperio Mauryano
comenzó a desintegrarse. Esto fue una invitación
abierta a los invasores del Asia Central a
buscar sus fortunas en la India. Este período vio el
surgimiento de varios reinos
pequeños que no duraron mucho tiempo.

El mayor imperio en el siglo IV antes de nuestra era fue el
Imperio Gupta, que hace su presentación en la edad de oro
de la historia india. Este imperio duró más de dos
siglos. Cubrió una gran parte del sub-continente indio,
pero su administración era más
descentralizada que la de los mauryanos. Alternando guerras y
alianzas matrimoniales con los pequeños reinos vecinos,
los límites
del imperio fluctuaban con cada gobernante.

Los gobernantes Guptas patrocinaron las tradiciones de la
religión Hindú y el Hinduísmo ortodoxo se
reafirmó en esta época. Sin embargo, este
período también vio la coexistencia pacífica
de Brahmanes y Budistas y las visitas de viajantes chinos como Fa
Hien. Las exquisitas cavernas de Ajanta y Ellora fueron creadas
en este período.

Esta era presenció el surgimiento de las formas del
arte clásico y el desarrollo de
varios aspectos de la cultura y la
civilización india. Se escribieron tratados eruditos sobre
una multiplicidad de materias que van desde la gramática,
las matemáticas, astronomía y medicina,
hasta el Kamasutra, el famoso tratado sobre el arte del amor.
Esta época registró un considerable progreso en la
literatura y las ciencias,
particularmente en la astronomía y las matemáticas.
La figura literaria más importante del período
Gupta fue Kalidasa cuya selección
de palabras e imágenes
elevó al drama sánscrito a nuevas dimensiones.
Aryabhatta, quien vivió durante esta época, fue el
primer indio que hizo contribuciones significativas a la
astronomía.

Las invasiones de los Hunos Blancos señalaron el final
de esta era de la historia, aunque al principio fueron derrotados
por los Guptas. Después de la decadencia de este imperio,
la India Norte se desmembró en un número de reinos
hindúes separados, y realmente no se volvió a
unificar hasta la llegada de los musulmanes.

Mientras surgían y desaparecían reinos en el
norte de la India, el sur permanecía generalmente
inmutable a estas conmociones. Los egipcios y los romanos
habían establecido relaciones comerciales con el sur de la
India a través de rutas marinas y más tarde se
establecieron también lazos con el sudeste
asiático.

Otras influencias externas en el sur incluyeron la llegada de
Santo Tomás a Kerala en el 52 de nuestra era, quien trajo
el cristianismo a
la India. Grandes dinastías que surgieron en el sur fueron
los Cholas, Pandyas, Cheras, Chalukyas y Pallavas. Estos imperios
rivalizaban entre sí constantemente por la
supremacía. Los Chalukyas gobernaron principalmente sobre
la región del Deccan de la India central, aunque por
momentos su reinado se extendió más al norte.
Más al sur, los Pallavas fueron los pioneros de la
arquitectura
Dravidiana con su estilo exuberante, casi barroco. Ellos
también llevaron las formas del arte indio y el
Hinduísmo a Java en
Indonesia, a Thailandia y a Cambodia.

En el 850 de nuestra era, los Cholas aumentaron su poder y
sobrepasaron a los Pallavas. Ellos también fueron grandes
constructores y sus estilos arquitectónicos pueden
atestiguarse en los templos de Thanjavur. Bajo el gobierno de Raja
Raja Chola, el imperio Chola se diseminó sobre todo el sur
de la India, el Deccan, Sri Lanka, partes de la península
Malaya y Sumatra.

En Kerala, los Cheras fueron anfitriones de un influjo de
mercaderes árabes que habían descubierto una ruta
marítima rápida hacia la India utilizando los
vientos monzones. Algunos de ellos se establecieron allí
permanentemente, y se les permitió practicar libremente su
religión.

 

 

 

 

Autor:

María Pía

Partes: 1, 2
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