Reflexiones teóricas sobre la nueva organización de la formación docente en Uruguay
“Actores y escenarios en el futuro de la
Formación de Docentes en
Uruguay”
Reflexiones teóricas para aportar a una agenda.
CRISTINA SOSA CÁCERES
En Uruguay, desde la Reforma Educativa impulsada en este
país por Germán Rama, se han ido procesando cambios
sustanciales en la Formación de docentes, en especial de
profesores de secundaria y de enseñanza técnica. En la formación
de maestros no han existido cambios tan profundos en la forma
de organizar la misma, ya que estaba más extendida por
todo el país, a través de los Institutos de
Formación de Docentes (I.F.D.) los cuales sumaban 21 en el
interior.
En estos, existía la carrera de magisterio a
través de la cual se dictaban cursos en forma presencial.
Mientras que los estudiantes de esos institutos, antes de la
creación de los Centros Regionales de Profesores en el
año 1997, podían rendir exámenes en forma
libre en Montevideo para aprobar materias específicas de
profesorado, pero ello les resultaba a los residentes del
interior muy costoso tanto en dinero como en
años de vida, con lo cual, se recibían muy pocos
docentes de enseñanza media al año en todo el
interior del país.
En estas líneas, analizaré los cambios en
la formación de profesores y de maestros considerando el
escenario del período de gobierno actual,
con un Concejo Directivo Central de A.N.E.P. compuesto
políticamente sólo por integrantes propuestos por
el oficialismo por primera vez en la historia y en un contexto de
redefinición del rol de la educación a
través de un debate
educativo, y en un contexto político diferente.
No es la finalidad de esta investigación profundizar en los cambios en
los contenidos de los programas, sino
comprender cuáles son las lógicas y los escenarios
en disputa, y cuales los actores con capacidad para emprender e
incidir en forma real en dichos cambios. En consecuencia, los
actores de ese proceso, no
son exclusivamente los docentes, ni los técnicos con
capacidad de decisión, sino también los analistas
simbólicos y las organizaciones de
trabajadores, así como los burócratas y decisores
políticos.
Luego de que el actual gobierno lanzara el Debate
Educativo y se instalara la Comisión Organizadora de dicho
Debate, la lógica
de la
organización del proceso de recolección de
insumos que aporten las bases para la elaboración de una
futura ley de educación
evidentemente ha cambiado en relación a periodos de
gobierno anteriores, estando ello asociado a una forma de
democracia
determinada.
En el sentido de Habermas, esta forma se llamaría
teoría
discursiva. Al concepto
discursivo de la democracia le corresponde la imagen de una
sociedad
descentralizada. A este respecto, la interpretación de la democracia realizada
en términos de la teoría discursiva está
vinculada con una distanciada consideración
científico-social, según la cual el sistema
político no es ni el centro ni la cúspide, ni
tan siquiera el modelo de la
sociedad que acuñara las estructuras de
esta, sino un sistema de
acción
entre otros. En consecuencia, para Habermas si la política deliberativa
se lleva a cabo mediante procedimientos
formales de formación institucionalizada de la voluntad y
de la opinión como si se efectuara de modo informal en las
redes del espacio
público político, más bien guarda una
conexión con el contexto de un mundo de la vida diferente
y racionalizada.
Las comunicaciones
políticas filtradas deliberadamente
dependen de los recursos del
mundo de la vida (para Habermas, esta abarca a la familia, y
la esfera pública de formación de opinión,
debate y participación)[1].
En este contexto, la toma de
decisiones, obviamente, es un proceso distinto al que asume
una lógica de política educativa top-down. Esta
lógica sí coincidió con el proceso de
reforma educativa del periodo democrático
anterior.
Según la concepción liberal del proceso
democrático, este desempeña el papel de programar
al Estado en
interés
de la sociedad. A la vez, se concibe a este como el aparato de la
administración
pública y la sociedad como el sistema de
interrelación entre las personas privadas y su trabajo
estructurado en términos de la economía de mercado.
Para la concepción republicana, la
política en cambio
representaría un factor del proceso de socialización en su conjunto, a
través del cual configuran con voluntad y conciencia las
relaciones de reconocimiento recíproco con las que se
encuentran convirtiéndose en una asociación de
miembros libres e iguales. Por otro lado, la teoría
discursiva asume elementos de ambas partes y los integra en el
concepto de un procedimiento
ideal para la deliberación y la toma de decisiones. La
teoría discursiva no opera con el concepto de una
totalidad social centrada en el Estado, ni
localiza a esta totalidad en un sistema de normas que
regulen naturalmente el equilibrio de
poderes e intereses. Cuenta con la intersubjetividad de orden
superior que representan los diálogos orientados a un
entendimiento que se llevan a cabo en el poder
legislativo por un lado, y en la esfera política de la
opinión
pública, por otro.
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