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Spinoza: la política de las pasiones (página 2)




Enviado por Mariela Escaño



Partes: 1, 2

Perversos, tales como la dominación del hombre sobre
otros hombres.

Esta postura Spinoziana dialoga con la postura
Nietzscheana que considera que el hombre
producto del
devenir constante y la existencia absurda, ve sus fuerzas vitales
debilitadas estableciéndose así una actitud
correspondiente a lo que Nietzsche
llama nihilismo, que
no es otra cosa que la ficción de mundos inteligibles,
espirituales, inmutables que otorgan sosiego a la existencia. Son
los transmundanos, “los alucinados por el más
allá” que dan origen al mundo metafísico y
postulan una racionalidad rectora “(…) lo que se halla
detrás de los discursos
metafísicos es una moral perversa
(…)”[5] en aras a devolver las
fuerzas vitales a los hombres Nietzche va a postular la muerte de
Dios, en la que se concentra no solo la desaparición de la
idea monoteísta de Dios sino también los sistemas
filosóficos y el primado de la razón.

Siguiendo esta línea de análisis, Spinoza problematiza lo que
denomina “pasiones tristes”

Que son aquellos afectos de temor y esperanza propios de
la religión
así como también su correlato en tiranías o
dictaduras.

Spinoza no hará otra cosa que desmitificar la
humildad, sumamente valorizadas en las tradiciones religiosas.
Esta pasión triste, logra que el hombre se desprenda de su
deseo y de sus esfuerzos por perseverar en la vida, disminuyendo
su potencia de
obrar.

Las pasiones tristes, tales como la humildad, no hacen
otra cosa que alienar al hombre, ya que sientan sus bases, en la
esclavitud o
servidumbre económicas, sociales, culturales, etc. Esta
impotencia, negatividad absoluta, no es otra cosa, que
alineación, dado que el hombre no afirma su ser, ni su
potencia de obrar.

Las pasiones se despliegan hacia una dimensión
política y
social, ya que son ellas, las que legitiman, fundamentan el estado
político-civil, estableciéndose como una necesidad,
ya que una vida humana, en un estado de
naturaleza
resulta imposible.

Como sabemos, en el estado de naturaleza, no hay derecho
ni fuerza, es
decir, no hay un soberano que imponga castigos a aquellos que
cometen delitos y
atentan contra la vida de otros. Tal es así, que los
hombres en dicho estado, se encuentran “(…) tironeados en
todos los sentidos y se
oponen los unos a los otros (…)”[6]. En aras a
una vida armoniosa, es necesario, que los hombres renuncien a su
derecho de naturaleza y establezcan un pacto, por el cual se
comprometen a no hacer nada que pueda dañar a
terceros.

Ahora bien, lo que garantiza el transito del estado de
naturaleza al estado social, es decir, lo que garantiza el pacto,
no es otra cosa, que la pasión misma. Una pasión
más intensa y por lo tanto más eficaz, a saber, el
temor.

Es Hobbes quien
anuncia en el Leviatan la función
política de las pasiones “(…) las pasiones que
inclinan a los hombres hacia la paz son el temor a la muerte; el
deseo de aquellas cosas que son necesarias para una vida
confortable; y la esperanza de obtenerlas por su industria
(…)”[7] es el temor a un mal
mayor lo que hace que los hombres regulen sus acciones,
así como también, las constantes amenazas del
poder
político, en aras a la conservación.

Muy por el contrario, Spinoza propone la concordia a
través de un género de
alegrías, tales como, el amor, el
placer, el deseo, que de ninguna manera son nocivos para el
Estado, a menos que sean excesivos. Es necesario, entonces,
guardan mesura frente a las pasiones.

El hombre spinoziano es como en Aristóteles, una animal social, pero con la
diferencia de que desea la sociabilidad y socializar su
deseo.

Por ejemplo, deseamos la justicia tanto
para nosotros como para otros, dado que la justicia es
útil para el hombre y el hombre busca lo que es
útil para conservar su ser.

El hombre que procura la utilidad de hacer
el bien y compartir su deseo con sus semejantes, es lo que
Spinoza denomina un hombre libre.

Dicho hombre libre, desea obrar, vivir y conservar su
ser, por ello comparte el bien que es útil,
diferenciándose del hombre esclavo o siervo, que es un
sujeto guiado las pasiones tristes, a saber, temor y esperanza,
gobernado por tiranos y sacerdotes que movilizan hacia sus
propios fines sus bajas pasiones.

El esclavo, es lo que Nietzsche denomina “el
hombre el rebaño” cuyos valores son el
sacrifico, la humildad, la obediencia, la caridad, etc. ideas
utilizadas por los tiranos y sacerdotes para suavizar la
esclavitud de estos hombres.

Seria erróneo considerar que el hombre libre
carece de deseos y pasiones, simplemente que este hombre libre,
no forjo un modelo o
principio ideal de bien o mal, ni lo impuso a otros hombres. En
dialogo con
Nietzsche, estamos en presencia de un tipo de hombre llamado por
Nietzsche “señores” que son aquellos que
desarrollan su fuerza vital, es decir, en términos
Spinozianos su potencia de obrar.

El hombre libre, no idealiza el bien o el mal, sino que
se busca desarrollar su fuerza vital a través de lo
útil para la misma. Es por ello, que el hombre libre esta
“Más allá del bien y el mal”. El hombre
libre, reconoce sus límites y
reconoce que esta sometido a las pasiones, es decir, no niega su
instinto, aquello que lo hace “humano, demasiado
humano”.

Spinoza sostiene que la mejor política de las
pasiones es la pasión apasionada, que tiende a la
composición de muchos individuos en un individuo
superior, la sociedad,
inmanente a la naturaleza del hombre como a su propia
razón, deseos, pasión, etc.

Obedecer a al decreto común y consensual de la
sociedad es obedecer a si mismo “(…) el hombre libre que
es conducido por la razón es mas libre en el Estado donde
vive según su decreto común, que en soledad donde
no obedece sino a si mismo (…)”[8]. Dicha
postura Spinoziana, se aleja del individualismo solipsista
cartesiano.

Para finalizar, sostenemos que la audacia Spinoziana
radica en afirmar, que la sociedad no es producto de una
razón trascendente, sino del poder pasional
intenso.

Reseña bibliográfica

  • Kaminscky Gregorio, Spinoza: la política de las
    pasiones
    , Ed Gedisa, segunda edición, Barcelona, 1998.

[1] Kaminscky
Gregorio, Spinoza: la política de las
pasiones
, Ed Gedisa, segunda edición, Barcelona,
1998, Pág. 22.

[2] Ibidem,
Pág. 38.

[3] Ibidem,
Pág. 40.

[4] Ibidem,
Pág. 45.

[5] Cragnoli
Mónica B, Nietzsche, la moral y
el nihilismo
, en cuadernos de ética,
Nº 9, junio de 1990, Pág. 10.

[6] Kaminscky
Gregorio, Op. Cit, Pág. 165.

[7] Hobbes
Thomas, Leviatán, Tomo I, Colección
grandes obras del pensamiento, Editorial Losada, Buenos aires,
2004, Pág. 132

[8] Kaminscky
Gregorio, Op. Cit, Pág. 173.

 

 

Autora

Mariela Alicia Escaño

ESPACIO CURRICULAR:

DISEÑO DE TESIS I

CURSO:

CARRERA: LICENCIATURA (CICLO R.E.I)

INSTITUCIÓN: UNIVERSIDAD DE
MORÓN

PROFESOR: ÁLVAREZ RICARDO

Partes: 1, 2
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