- Primera rosa. Por aceptarme en
tu vientre - Segunda rosa. Por
los primeros cuidados - Tercera rosa. Por
tus dolores de parto - Cuarta rosa. Por
el primer beso - Quinta rosa. Por
el alimento de tu pecho - Sexta rosa. Por
velar mí sueño - Séptima
rosa. Por las primeras palabras - Octava rosa. Por
darme la mano cuando caía - Novena rosa. Por
acompañar mis primeros pasos - Décima
rosa. Por corregirme a tiempo - Décima
primera rosa. Por dejarme en libertad - Décima
segunda rosa. (Ofrece esta rosa a tu madre)
INTRODUCCIÓN
Este libro es el
resultado de un ejercicio serio y respetuoso de observación a los procesos
humanos que se tejen en la relación madre-hijo, como
oportunidad educativa para construir comunidades con personas
capaces de relacionarse bajo la inspiración de los valores
del respeto, la
justicia, la
responsabilidad, la solidaridad, y
otros, forjando auténticos escenarios de sana convivencia
pacífica.
La maternidad como oportunidad educativa es el contexto de
reflexión de “12 Rosas a la
misión
de ser madre” donde se reconstruye esos momentos
significativos con el propósito de rescatar la gran
oportunidad que una madre tiene en la formación de
personas equilibradas con capacidad para vivir en
armonía.
En las siguientes páginas encontrarás motivos
para fortalecer la gratitud a la madre por su entrega generosa,
así como estrategias para
hacer de la maternidad una auténtica oportunidad para
educar el corazón de
los hijos.
El Autor.
Primera
rosa
Por aceptarme en tu
vientre.
Madre amada, te ofrezco esta primera rosa porque me distes la
oportunidad de anidar en tu vientre. El primer sí que
escuché en lo más profundo de la eternidad lo
pronunciaste tú, respetando el propósito de Dios al
regalarme la vida. Gracias por darme esta oportunidad. Gracias
por no detener el desenlace de millones de procesos planeados por
la mente divina en tu pequeño vientre. Gracias
mamá. Gracias porque me amaste desde el principio. Estoy
convencido de que fue así. Porque si no me hubieses
aceptado en tu vientre, de todos modos, Dios habría
escogido otro para cumplir su plan conmigo, por
eso hoy te hago partícipe de los éxitos alcanzados
y los sueños por realizar.
Muchos dirán que es fácil aceptar un nuevo hijo
cuando existen garantías en una relación estable,
yo no le resto ningún mérito a tu decisión.
Existen casos en que se rechaza un hijo porque no estuvo
planeado, o más infame todavía, porque
“daña” el cuerpo de su madre.
Las mujeres que clasifican en estos dos casos traen hijos al
mundo con huellas de rechazo y desamor. Estos hijos toda la vida
serán una carga no aceptada que provoca infelicidad y
malestar a todo nivel: en lo personal,
matrimonial, familiar y social. Lo ideal es que la pareja sea
responsable al planear el nacimiento de sus hijos para ofrecerles
ambientes socio-afectivos saludables donde el nuevo miembro
asimile experiencias de respeto y amor. Es la
estrategia
válida para fundar nuevas generaciones que construyan la
Colombia que
soñamos.
Los así llamados embarazos no deseados
únicamente son aquellos que ocurren por violación,
todos los demás suceden por intermedio del deseo, muchas
veces irresponsable. Y existe irresponsabilidad por el mal manejo
de la libertad
individual, porque el deseo mueve a la acción,
pero siempre con el permiso de la libertad. En este sentido,
sobre todo acto libre de la persona recae una
responsabilidad.
Cuando los hijos nacen sin la planeación
de sus padres y no son aceptados, siempre crearán malestar
porque se convierten en agentes extraños, no anhelados ni
esperados. Entonces estos hijos empiezan a estorbar en los planes
de sus progenitores: en la economía, el espacio de la casa, el
tiempo libre,
los viajes, la
formación, el proyecto de vida
de cada uno, y hasta en la misma felicidad.
Ustedes pueden concluir el tipo de relación que
establecen los padres con los hijos “estorbo”. Todo
nacimiento de un hijo debe ser motivo de alegría, incluso
cuando este no ha sido planeado o es producto de un
acto irresponsable, la vida es sagrada y debe respetarse; infame
quien destruye una vida inocente e inofensiva para garantizar su
propia felicidad o encubrir un desorden personal.
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