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Inmigración en la Argentina 1810-1960: Editores y libreros (página 2)



Partes: 1, 2

A criterio de Pérez Petit: " No fue como crítico
literario en sus primeros tiempos de Montevideo uno de esos
escritores nacidos y hechos dentro de una escuela
determinada, lo cual les presta, en lo sucesivo, cierta
unilateralidad mezquina que los circunscribe y los achica; por el
contrario, documentado sólidamente respecto de las
literaturas clásica, romántica y realista, pudo
discernir lo bueno y lo malo de cada una de ellas y afirmar su
propia personalidad
con la verdad extraída de sus conocimientos,
exégesis y experiencias. Al revés de sus criticados
(que no conocían más que la tendencia literaria a
que estaban afiliados y eso aún mal y torcidamente),
Torrendell disertaba con gran erudición y un
extraordinario buen sentido sobre cualquier sujeto o tema
literario, perteneciera a la escuela que perteneciese, hasta
desentrañar su más oculta filosofía" (4).

Alvaro Abós escribe sobre el mallorquín, " cuyo
sello Tor publicaba libros que no
siempre respetaban su integridad (Torrendell solía
tijeretear los originales para adaptarlos a los pliegos
disponibles) pero que, a veinte o treinta centavos el tomo,
llevaron autores clásicos y modernos a millones de
lectores. Acosado por una de las tantas "crisis",
Torrendell tuvo una idea extrema: en su local de Florida, bajo
una gran balanza, colocó carteles que ofrecían: "Un
kilo de libros a 1 peso, dos kilos por 1,50". El escándalo
fue memorable y a él contribuyó la airada protesta
de la Academia Argentina de Letras para la cual la idea del
mallorquín resultaba herética" (5).

En " El equipo de traductores de don Juan" , Fernando
Sorrentino escribe:

" La Editorial Tor, que perduró " según creo"
hasta más o menos 1950, tuvo un catálogo extenso y
heterogéneo. De los muchos libros que " por su bajo
precio"
compré en mi adolescencia,
sólo conservo algunas reliquias: conocí a Pedro
Antonio de Alarcón por El capitán Veneno, y a
Benito Pérez Galdós por Misericordia. Manuel
Gálvez publicó en Tor sus polémicas biografías Vida de
don Juan Manuel de Rosas, Vida de
Sarmiento y Vida de Hipólito
Yrigoyen. También apareció con ese sello la
primera edición
(1935) de la borgeana Historia
universal de la infamia. Las novelas rosas de
M. Delly eran vecinas de los libros críticos y
filosóficos de Giovanni Papini. Y hasta un juvenil Bioy
Casares editó, en 1933, con el seudónimo de
Martín Sacastrú, su segundo libro:
Diecisiete disparos contra lo porvenir" (6).

En " Los sueños de un profeta" , Tomás Eloy
Martínez recuerda al catalán López
Llausás y al gallego Paco Porrúa:

" Una tarde de domingo conocí en la casa de Victoria
Ocampo al primer editor profesional de mi vida. Yo suponía
entonces que los editores debían parecerse a Victoria y
hacer un poco de todo: escribir, traducir, publicar revistas y
pasear por Buenos Aires a
los grandes personajes de ultramar. Como buen provinciano de
veinte años, vivía yo en un mundo de ideas fijas,
donde las personas y las cosas debían parecerse a lo que
me habían dicho que eran" .

" El editor me habló, en cambio, de una
profesión que era tan azarosa como un juego de
dados. Se llamaba Antonio López Llausás. Me
contó que era catalán (ya lo advertía su
acento, puntuado por elles rotundas) y que los fragores de la
Guerra Civil
Española lo habían expulsado a Francia, de
donde lo rescataron Victoria Ocampo y Oliverio Girondo para que
fuera gerente
general de la empresa que
acababan de fundar: Sudamericana. La nueva editorial se
abriría como un afluente de Sur, el sello de Victoria"
.

"Un editor no debe dejarse conmover por el éxito
ni por el fracaso -me dijo aquella tarde-. Tiene que publicar
sólo los libros en los que cree. Si no lo hace, más
vale que se ocupe de otra cosa." Era un hombre calvo,
afable, que parecía de otro siglo, aunque debía de
tener poco más de cincuenta años.

Semanas más tarde me llamaron de su parte para
invitarme a conocer los enormes depósitos que Sudamericana
tenía en la calle Humberto I de Buenos Aires. Entre las
novelas rozagantes de Manuel Mujica Lainez y Salvador de
Madariaga, descubrí, en un rincón del fondo,
algunos tesoros" .

(…)

" Cuando lo conocí, en 1959, era ya un editor de enorme
prestigio, con varios premios Nobel en su catálogo (Thomas
Mann, François Mauriac, Hermann Hesse, Steinbeck,
Faulkner, Hemingway) y una oficina llena de
manuscritos esperando turno. Le pregunté cómo
hacía para no quedar mal con los escritores que aspiraban
a su patrocinio y me contestó lo que les decía a
todos: "Nunca publico nada sin la aprobación de mi lector
desconocido". Cuando la gente quería saber quién
era, López Llausás cambiaba de tema" .

" Durante mucho tiempo
creí que el lector desconocido era un ardid, hasta que
averigüé que se trataba de una persona de carne
y hueso. Se llamaba Francisco Porrúa, y tenía tal
vocación de anonimato que hizo falta el inmenso
éxito de la literatura
latinoamericana en los años 60, del que es uno de los
responsables, para sacarlo de la cueva" .

" Porrúa era reservado hasta la mudez y lúcido
hasta la extenuación. De los cientos de lectores que he
conocido, pocos -o ninguno- tienen su olfato y su perspicacia.
Llegó a la editorial en 1955 de la mano de Jorge
López Llovet, hijo de don Antonio y subdirector de
Sudamericana en aquellos años. A Jorge le había
interesado el buen criterio con que Porrúa manejaba su
pequeña editorial, Minotauro, y lo invitó a ser su
asesor. Se quedó allí hasta 1971 y se marchó
a Barcelona en 1977, porque ya no podía soportar -es lo
que me dijo mucho después- tantas historias de muerte en la
Argentina" .

" Porrúa fue sacando de la manga nombres como los de
Cortázar, Italo Calvino, Ray Bradbury, Alejandra Pizarnik
y Marechal, hasta que en 1967 atrajo también al entonces
desconocido Gabriel García
Márquez. Cuando murió López Llovet, en
1962, don Antonio dejó que Porrúa se encargara por
completo de la selección
de libros, reservando para sí sólo la
relación con aquellos escritores a los que consideraba "de
la casa". Después de Cien años
de soledad, ser un autor de Sudamericana se convirtió
casi en un sello de honor para cualquier creador de ficciones,
tanto en Perú como en México y
Venezuela"
(7).


Fue inmigrante el editor Arturo Cuadrado Moure. Acerca de su
arribo a la Argentina, escribe Dora Schwarztein:

" El 5 de noviembre de 1939, a bordo del Massilia, llegaron
exiliados con destino a Chile, Paraguay y
Bolivia. " "No
permiten ni asomarse a los ojos de buey a los intelectuales
españoles en tránsito", titulaba el diario local
Noticias
Gráficas la noticia del arribo del Massilia
al puerto de Buenos Aires, "Las medidas adoptadas contra el
grupo de
intelectuales y artistas españoles son de un rigorismo que
sólo tratándose de peligrosos confinados se
hubieran aceptado…. Un marinero nos informó que los
españoles refugiados tenían orden de que nadie se
aproximara a ellos y menos que se asomaran por los ojos de buey.
Es lamentable lo que ha ocurrido. No sabemos ni nos interesa
saber quién ha dado la orden terminante de que ese grupo
de gente que representa de modos distintos a la cultura y el
cerebro de
España
permanezca en la sombría situación de los
delincuentes incomunicados" " (8).

El escritor Rodolfo Alonso afirma, refiriéndose a los
exiliados gallegos, que " si Buenos Aires -y con ella la
Argentina- hacía ya mucho tiempo que estaba recibiendo a
cientos de miles de inmigrantes (obligados a abandonar una
Galicia feudal y sin futuro, que no podía mantenerlos ni
educarlos), a partir de la injusta derrota republicana en 1939
vería llegar otra clase de
viajeros: los exiliados.

Eran poetas, artistas, políticos, periodistas,
científicos, universitarios, sindicalistas, editores. Que,
firmemente afianzados en su colectividad, entonces
mayoritariamente republicana, y reunidos alrededor de una figura
ejemplar: Alfonso R. Castelao, no sólo líder
político sino en realidad un humanista, durante
décadas convirtieron a Buenos Aires en la auténtica
capital de la
cultura gallega enmudecida en su tierra por el
franquismo" (9).

Cuadrado Moure evoca su juventud: "
Tuve el capricho y la suerte de entregarme a la famosa
generación del 98 español.
Fueron mis amigos y maestros don Ramón
María del Valle Inclán, don Miguel de Unamuno, don
Pío y Baroja, Ortega y Gasset. Con ellos he vivido, con
ellos he aprendido a luchar y también a vencer. Porque en
mi generación no sabemos de derrotas, no. Hemos sufrido
persecución, guerras,
cárcel, exilio y todo se ha transformado en una
canción. (…)

En el año 1936 sube Franco, aquella tremenda
traición en donde los hombres tuvieron que matar a los
hombres. Surge la famosa guerra civil que duró tres
años y donde han muerto casi dos millones de
españoles. Nosotros, el ejército republicano, que
dominábamos Madrid,
Valencia y Barcelona, no teníamos fuerzas, teníamos
la canción y teníamos a América. Era nuestro guía
espiritual, nuestro árbol intocable, profundo y alto, don
Antonio Machado. (…) desde México a Buenos Aires
realizamos todos nuestros sueños, todas nuestras
esperanzas, todas nuestras ilusiones, con el convencimiento de
que habíamos triunfado… Ortega y Gasset nos había
enseñado el camino de amar más que luchar"
(10).

En agosto de 1998, Clarín lo evocó así: "
Había nacido en Alicante pero amaba el aire seco,
austero, de Galicia, donde vivió la adolescencia.
Enamorado fiel, trabajó desde joven en publicaciones
dedicadas a la defensa de la cultura gallega. Su
generación supo unir en un mismo haz los fervores
políticos, los culturales y la celebración de la
vida, y él honró todas estas pasiones.
Todavía no había cumplido un cuarto de siglo cuando
fundó, con más entusiasmo que capital, la
librería y editorial Nike. La Guerra Civil lo
encontró, claro, en las filas de la
República.

Pero ni entonces Arturo Cuadrado Moure abandonó el
oficio: dirigió las ediciones del Ejército del
Este, hechas -otra vez- más a fuerza de
voluntad que de papel. Bajo ese sello y bajo las balas se dio el
lujo de publicar España, aparta de mí este
cáliz, de César Vallejo; La rosa blindada, de
Raúl González Tuñón; El viento en la
bandera, de Córdova Iturburu, y España en el
corazón, de Pablo Neruda. Después,
la derrota lo obligó al exilio. Como tantos otros
republicanos que en México, en Chile y en la Argentina se
convirtieron en animadores de la vida cultural, Cuadrado Moure no
se dejó ganar por la melancolía. Fue periodista en
la Crítica
de Natalio Botana y fue cofundador y director de las editoriales
Emecé, Nova y Camino de Santiago. También de
Botella al Mar, una editorial de poesía
que hubo de publicar más de tres mil títulos, entre
ellos, poemas de un
joven Julio
Cortázar y también de Alejandra Pizarnik.
Más editor que poeta, pero también poeta, entre sus
libros están Soledad imposible y Canción para mi
caballo muerto. Dirigió, además, por
décadas, el semanario Galicia. En 1995, la embajada de
España lo condecoró con la Medalla al Mérito
Civil. Murió el 5, a los 94 años, en Buenos Aires"
(11).

El editor Antonio Zamora nació en Andalucía,
España, en 1896; falleció en Buenos Aires en 1976.
" Llegado al país de adolescente. En 1922 comenzó a
publicar Los Pensadores, una colección de cuadernillos que
contenía una obra selecta de la literatura universal, de la
cual se llegaron a editar 100 números. Al año
siguiente se afilió al Partido Socialista. Tres
años después apareció la más
importante de las publicaciones que dirigió, Claridad,
revista de
arte,
crítica, letras, ciencias
sociales y políticas,
que se publicó durante 15 años" (12).

" Este hombre nacido en Andalucía en 1896, vino a la
Argentina durante su adolescencia con claras intenciones de
forjar su futuro en este país. Las circunstancias
difíciles de la época y su historia personal, lo
llevaron a buscar trabajo no
bien llegó. Con estudios primarios y mucha voluntad,
intentó varios oficios al tiempo que cursaba el
bachillerato, tarea a la que acompañaba con muchas horas
de lectura. Su
incursión en el periodismo con
algunas crónicas policiales fue en La Montaña.
Desde muy joven, Antonio Zamora, identificado con las ideas de
izquierda, igual que muchos inmigrantes españoles e
italianos, incursionó en la actividad sindical y política de la
Argentina.

En el año 1923 ingresaba a las filas del Partido
Socialista, pero ya antes había militado en el Partido
Socialista Argentino de Alfredo Palacios. Un año
atrás había iniciado la publicación, por su
cuenta, de una serie de cuadernillos dedicados a expresar el
pensamiento de
los más grandes intelectuales de la época. En 1955
fue designado por la "Revolución
Libertadora" como interventor en la empresa editora
del diario El Día, de la ciudad de La Plata, que
dirigió hasta 1957. Cincuenta años de actividad
editorial -hasta un libro por día en la época de
mayor producción literaria- estuvieron matizados
con cárcel y exilio, un signo distintivo de quienes
emprendieron la única lucha posible sin las armas: la de las
ideas. Tan intensa como su producción editorial fue su
vida sentimental, con tres matrimonios y cinco hijos. Antonio
Zamora falleció en Buenos Aires el 5 de septiembre de 1976
a los 80 años.

En el sepelio, Elías Castelnuovo, su gran amigo durante
seis décadas, se despedía con estas palabras del
editor y militante socialista: "…pasarán muchos hombres,
se harán muchas obras, pero lo que hizo Antonio Zamora a
favor de la cultura del país, eso no pasará
jamás" " (13).

Francisco Gil nació en Vilar, Pontevedra, en 1915 y
llegó a la Argentina a los cinco años. Fue " un
gallego que se sintió argentino y organizó durante
décadas encuentros entre autores y lectores, que son el
antecedente más cercano a la Feria del Libro" . " En 1960,
Don Francisco sintió nostalgias de su tierra natal y quiso
visitarla. Sus amigos se ocuparon de cumplir su deseo.
Agustín Pérez Pardella, escritor y capitán
de navío, lo llevó en su barco hasta Pontevedra.
El dinero para
la estada provino de una rifa de una obra que donó Berni"
(14).  

Italianos

   El profesor de
matemática, administrador y
editor de periódicos José Miniaci "Nació en
la provincia de Cosenza, en 1862. Obtuvo el diploma de profesor
de matemática en Nápoles y fue, más tarde,
administrador de varios periódicos de la península.
Llegó a Buenos Aires en 1888. A su arribo ejerció
la docencia, pero
muy pronto se dedicó a la
administración de periódicos italianos. Fue
administrador del "Roma", luego de
"L'Italo-Argentino" y más tarde fue llamado a administrar
"L'Italia al Plata",
periódico fundado en 1896 bajo buenos
auspicios, pero que iban esfumándose en el desorden
administrativo.

 Luego de esta última etapa que realizó
Miniaci como empleado de periódicos italianos, y
comprendiendo la gran utilidad de la
unificación de la prensa italiana
en Buenos Aires, supo conducirla a término con gran
habilidad, asociándose a Basilio Cittadini. Así, en
el año 1900, por obra suya y de otros connacionales, los
periódicos "L'Italia al Plata" y "L'Italiano" se
fusionaron con "La Patria degli Italiani", que pasó a ser
propiedad de
Cittadini y de Miniaci, asumiendo aquél la dirección y éste la administración del citado periódico,
figurando como editores propietarios José Miniaci y
Cía. La idoneidad administrativa de "La Patria degli
Italiani" en las hábiles manos de Miniaci, coadyuvó
la labor intelectual de Cittadini produciendo el éxito del
periódico, y sus esfuerzos obtuvieron la aprobación
pública que merecían, cada uno en su respectivo
campo de acción.
Miniaci demostró asimismo haber preparado el
periódico para afrontar toda competencia. En
otro orden de cosas, José Miniaci fue uno de los socios
fundadores del Club Canottieri Italiani, y uno de los que
más influyeron en esa época " 1910" para que dicho
club tuviese sus instalaciones propias en Tigre (Buenos
Aíres)" (15).

El médico y editor Arsenio Guidi Buffarini
"Nació en Montemarciano (Ancona), en 1866. Cursó
sus estudios en las universidades de Pavía y Bolonia,
donde se doctoró en medicina en
1894. Ejerció el periodismo en Roma; colaboró en
"L'Esercito Italiano", "Il Díritto Italiano" y "Bologna
che ride", difundiendo en sus comentarios las ediciones
culturales del doctor Vallardi, quien la confió la
misión
de representar su casa editora en Buenos Aires, ciudad a la que
llegó en 1895. Desde ese año hasta 1907,
representó a la mencionada editorial milanesa y a la
Unione Tipografica Editrice Tennese, siendo un eficaz difusor del
libro italiano. Fundó luego una casa editora propia, Las
Ciencias,
consagrada a la publicación de obras científicas y
tesis escritas
por médicos y cirujanos argentinos. Abrió
más tarde una sucursal en Córdoba, y en 1914 dio a
luz la revista
titulada "La Prensa Médica Argentina", que dirigieron
sucesivamente Gregorio Aráoz Alfaro, Daniel J. Cranwell,
Luis Güemes y otros, secundados por profesores como Angel M.
Roffo, Mariano R. Castex y Carlos Bonorino Udaondo. Buffarini no
revalidó su titulo en la Argentina, pero desarrolló
una obra intensa en pro de la difusión de la ciencia
médica. Imprimió y difundió también
libros de cultura general, y la traducción de la Divina Commedia de
Bartolomé Mitre.

En 1920, a raíz de la muerte de
Atilio Massone, fue nombrado presidente de la Federación
General de las Sociedades
Italianas en la Argentina y al año siguiente, fundó
la "Revista de la Federación". Fue uno de los propulsores
de la erección del monumento a Colón y
propició el traslado de la estaua de Luis Viale, del
Cementerio de la Recoleta a la Avenida Costanera. Intervino con
recursos y
propaganda en
la erección del monumento al general Manuel Belgrano en
Génova, y en 1927 viajó a su patria con el ministro
Angel Gallardo, asistiendo a la inauguración de dicho
monumento. Propuso y llevó a término la
erección en Roma de los bustos de los generales Belgrano y
Mitre. Fue presidente de la Sociedad Dante
Alighieri de Buenos Aires, de 1917 a 1925. Fundó la
Compañía Italcable, conjuntamente con el ingeniero
Juan Carosio. Fue distinguido con la Gran Cruz de la Corona de
Italia y de la Orden de San Marino (república de la que
fue cónsul) y nombrado Comendador, con placa, de la Orden
de Isabel la Católica, de España. Falleció
en Buenos Aires, en 1944" (16).

José Reyneri, salesiano, "Nació en Turín,
en 1873. En 1892 se dirigió al Ecuador con un
grupo de misioneros; permaneció en dicho país hasta
1896, año en que pasó al Perú; allí
se le encomendó la misión de crear una nueva casa
de la Congregación en Lima y en 1899 se lo destinó
a Bolivia, donde dirigió la casa salesiana de La Paz. En
1907 se lo designó superior de la Inspectoría de
Perú y Bolivia, desempeñando dicho cargo hasta
1919. A partir de 1922, desempeñó idénticas
funciones en
Centroamérica y volvió a la Inspectoría de
Perú y Bolivia de 1929 a 1934, año en que fue
trasladado a Buenos Aires para asumir la Inspectoría de
San Francisco de Sales. En 1941 fue designado representante del
rector mayor salesiano en América del Sur. De 1946 a 1949
volvió a ser inspector de San Francisco de Sales; desde
1950 hasta su muerte, tuvo a su cargo la dirección de la
editorial Don Bosco. Falleció en Buenos Aires, en 1956"
(17).

El geógrafo y editor cartográfico José
Anesi "Nació en Turín, en 1881. Cursó
estudios clásicos en la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de
Turín (1899-1903). Estuvo en Buenos Aires en 1906, en
misión comercial y regresó definitivamente a esta
ciudad en 1910, como representante de la empresa italiana Berardi
y Cía., de Milán. En 1912 fue nombrado apoderado
del Instituto Geográfico De Agostini de Novare.

En 1918, comenzó a trabajar por cuenta propia, dando
origen a su editorial cartográfica dedicada especialmente
a la publicación de atlas y mapas
geográficos escolares, que figuraron entre los más
acreditados y difundidos en toda América; en 1945
transfirió estas ediciones a la Casa Pausar, quedando su
nombre como autor de los mapas y atlas. Desde 1930, era apoderado
de las antiguas fábricas de papel P. Miliani, de Fabriano.
En 1933 fundó la "Revista Geográfica Americana",
que dio origen en 1939 a la Sociedad Geográfica Americana,
institución de la que fue presidente. Escribió
sobre la historia del papel y de la imprenta, de
la cartografía y otros temas similares en "La
Prensa" y "La Razón" de Buenos Aires, en "La Capital" de
Rosario de Santa Fe, en otros periódicos de la Argentina y
demás países de América, como así
también en diversas revistas. Ha publicado el Atlas
Geográfico Metódico, con 268 mapas; el Atlas de las
Américas y el Atlas de la Argentina. Fue representante del
Centro de Estudios Americanos de Roma (1934-1940); secretario de
la Asociación Dante Alighieri (1933-1938); miembro del
Patronato Italiano (1935-1954); consejero de la Cámara
Italiana de Comercio
(1934-1941), etcétera. Fue distinguido con la insignia de
Comendador de la Orden al Mérito de la República
Italiana. Falleció en Buenos Aires, en 1963" (18).

El librero y editor Luis Maucci "Nació en Parma, en
1887. Se vinculó a la esfera del comercio librero y editor
desde comienzos de nuestro siglo. Llegó a la Argentina en
1903; desde entonces, alentó las actividades propias de su
campo de trabajo. Falleció en Buenos Aires, en 1955"
(19).  

Rusos

Manuel Gleizer nació en Kisenief, Rusia, en
1889; falleció en Buenos Aires en 1959. " Llegó a
Buenos Aires en 1906. En sus comienzos se dedicó a las
labores agrícolas en Entre Ríos. Abrió una
librería en la calle Triunvirato, en Buenos Aires, y
publicó a numerosos autores argentinos, llegando a ser un
impulsor de la vida cultural argentina. Su primera edición
fue el libro Como los vi yo (1922), de Mariano de Vedia.
Vinculado al Grupo de Boedo, publicó obras de Raúl
Scalabrini Ortiz, Raúl González
Tuñón, Leopoldo Marechal, Macedonio
Fernández y Alberto Gerchunoff, entre muchos otros"
(20).

En " Una calle, dos destinos" , Pedro Orgambide recuerda a
Gleizer: " En un zaguán de Triunvirato 550, en lo que hoy
es la avenida Corrientes al 5200, un vendedor ambulante, un
inmigrante ruso, encontró su destino. Cambió la
ropa que vendía por un lote de libros usados. Y desde
entonces, a la vez, cambió su vida. Se hizo librero y
editor. Su nombre: Manuel Gleizer, figura en numerosos libros de
los escritores que fueron sus amigos: César Tiempo,
Raúl González Tuñón, Arturo Cancela,
Leopoldo Marechal, Nicolás Olivari" .

"Todos nosotros éramos como sus hijos. Todos
teníamos caras de poetas que se mueren", contaba
Raúl González Tuñón. Hijos adoptivos
de don Manuel y de su mujer, que
sentaba a la mesa a los poetas pobres y les daba de comer la
sabrosa comida de los rusos judíos
inmigrantes: el gefiltefish, los kniches, los varenikes, el
borsht, o lo que es lo mismo: el pescado relleno, las pastas y la
sopa de remolacha, que ellos comían en casa de los
Gleizer, situada en Triunvirato 537, a pasos del local de la
librería. En 1926, cuando Tuñón tenía
veinte años, Gleizer le publicó su primer libro: El
violín del diablo, que le hizo decir a Augusto Mario
Delfino: "ha llegado un guapo a la literatura" (21).

" Jacobo Samet nació en Kishinev, Besarabia, antes
rumana y luego rusa, el 15 de Agosto de 1898, y murió en
Buenos Aires el 13 de Agosto de 1981, dos días antes de
cumplir 83 años.

Jacobo Samet, era hijo de Samuel Samet y de Clara Relder.
Samuel Samet había nacido en Rusia en 1871 y murió
en Buenos Aires en junio de 1924 a los 44 años de edad,
ciudad a la que había llegado como simple inmigrante en
1908.

De él heredó Jacobo el negocio de
cigarrería, venta de revistas
y libretos de zarzuelas y operetas de Avenida de Mayo 1242,
abierto por su padre en 1920 junto a la puerta de entrada al
Paraíso del Teatro Avenida,
inaugurado en 1908, y al que Jacobo transformaría en
Editorial hasta convertir el lugar en la célebre
«Sagrada Cripta de Samet». Por ese tiempo actuaba en
el Avenida la compañía de Inés Berutti que,
tres años antes, en 1917, había participado junto a
Angelina Pagano (1888-1962) en la película muda «El
Conde Orsini» (1917), de Belisario Roldán
(1873-1922), primer film policial argentino.

El local era angostísimo, al punto de que sólo
podían pasar dos personas juntas. Ello no fue
obstáculo para que Henri Barbusse (1873- 1935) le dedicara
su libro Faits divers «al grande editor argentino» y
que fuera conocido como «el benjamín de los editores
argentinos». Fue un lugar de convergencia literaria en el
que se mezclaban sus inquietudes de editor y los ensueños
de los jóvenes escritores y poetas argentinos, metidos en
el ámbito misterioso de ese zaguán en el que
funcionaban la librería y la editorial.

Jacobo Samet tenía cinco hermanos, todos menores:
Guillermo, Rosa, Catalina, Amalia y Cecilia.

De chico, había asistido a las escuelas William Morris
(1864-1932), por lo que, como dice su hijo Sigfrido, pudo
apreciar el trabajo de
Narciso Ibáñez Menta (1912-2004) en Cuando en el
cielo pasen lista (1945).

Autodidacta, aprendió francés por sí
mismo y tradujo varios volúmenes de El año
médico.

Jacobo Samet se casó con Miña Letichevsky, joven
rusa llegada a la Argentina siendo muy chica. Recuerda su hijo
Sigfrido:

«Hace muchos años, un amigo me contó que
tenía una vecina rusa. Llegó al país de
adulta y no hablaba castellano. Se
llamaba Celia, así que las vecinas la llamaban
'Doña Celia'. Fue a la Policía a sacar su
cédula de identidad, y
cuando le preguntaron el nombre, contestó 'Celie', e
inmediatamente agregó 'doña'. Entonces, en la
cédula le pusieron 'Celedonia'.

Con mi madre pasó algo parecido. Llegó de muy
chica. En Rusia se llamaba 'Miña'; pero como eso no es un
nombre, la empleada de la Policía decidió que se
llamara Manuela. O sea que su nombre oficial era Manuela
Letichevsky. Las amigas la llamaban 'Mina', supongo que con
alguna reminiscencia lunfarda. En el Liceo fue compañera
de Marina Esther Traverso (1903-1996) -la futura 'Niní
Marshall'-, que la llamaba por su apellido Letichevsky
transformado en 'Lechefresca'.»

Después de dejar la librería y editorial, Jacobo
Samet trabajó algún tiempo como corrector de
pruebas en la
Imprenta López, en la calle Perú, ya desaparecida.
Luego, su amigo Federico Boxaca lo hizo entrar en la
Compañía Argentina de Electricidad
CADE, en la fue Jefe de Propaganda y donde se jubiló. Una
vez jubilado, se hizo vendedor de joyas, pero el intento
fracasó.

Memora su hijo Sigfrido: «Recuerdo una charla que dio en
el Salón de Actos del Edificio Volta, de la CADE. El tema
era 'El mágico poder de la
palabra'. Yo creo que hay temas que 'flotan en el aire', saturan
el ambiente y
cristalizan en diferentes lugares. A comienzos del siglo XX,
Ferdinand de Saussure (1857-1913) dio un gran impulso a la
lingüística y Sigmund Freud
(1856-1939) creó el psicoanálisis, que se basa en el lenguaje.
Al mismo tiempo, Federico Nietzsche
(1844-1900) criticó el racionalismo y
su influencia motivó la búsqueda de religiones y
magias diversas. Mi padre percibió esas vibraciones, que
necesitaban mucha profundización.»

Inquieto, Jacobo Samet fue socio del Fotoclub Argentino, donde
obtuvo premios y dictó clases de fotografía
a la que fue muy aficionado. El mismo revelaba los rollos y
hacía sus copias y ampliaciones. En Argentina no se
fabricaban elementos para hacer estas cosas, pero un día
vio en una revista un anuncio de la ampliadora
«Federal». La pidió a EE.UU. y -¡Oh!
otros tiempos-, le llegó por correo.

También dio clases de propaganda en la
Asociación de Jefes de Propaganda.

Cuando eran chicos, a sus hijos Sigfrido y Sara los
hacía cantar a coro, en la azotea, para que tomaran sol al
mismo tiempo. En general le gustaban los temas criollos; una de
las canciones tenía como letra el «Santos
Vega» de Rafael Obligado (1851-1920). Muchas veces
salían a caminar por Buenos Aires y visitaban imprentas y
fotograbadores. Recuerda Sigfrido: «Por el camino me
contaba cosas, como los esfuerzos titánicos de Ottmar
Mergenthaler (1854-1899) para desarrollar la linotipo (1885), o
como funcionaba la litografía.»

«Recuerdo, también, que una vez, caminando por
Florida, tropezamos con Jorge Luis Borges
(1899-1986), y estuvieron charlando un rato». En uno de sus
últimos artículos, publicado en El País el
21 de febrero de 1986, Borges recuerda
su primer encuentro con Carlos Mastronardi (1901-1976) y la
primera conversación en la librería de Samet, en
Avenida de Mayo y Salta.

Jacobo Samet vivió siempre en Buenos Aires, en
Venezuela 730, en una casa de la calle Estados Unidos,
en México 1056 (el edificio «Sol-Aire», donde
apareció la revista Pulgarcito) y finalmente en Venezuela
1312 donde, como he dicho, lo conocí.

En el edificio Sol-Aire, que tenía un gran parque
central y un arco de departamentos, joya destruida para construir
la Avenida 9 de Julio, vivían Sergio de Cecco y su hermana
Alma,
más recordada como Alma Bressan, Alejandra Boero
(1918-2006), recientemente fallecida, Pedro Asquini (1915-2003),
el dibujante Roberto Abril y otros personajes conocidos. En ese
solar, muchos años antes, había funcionado la
famosa Jabonería de Hipólito Vieytes
(1762-1815).

No hizo fortuna pero, con unos pesos que tenía, Jacobo
Samet compró un terreno en Tortuguitas y construyó
una casa con ayuda de un albañil. Durante muchos años pasaba
allí los fines de semana y plantaba frutales.

Recuerda su hijo Sigfrido: «Hacia 1938 sólo los
ricos y los médicos tenían coche. Pero el Dr.
José Svibel, amigo de mis padres, nos invitaba a hacer
largos viajes, por
ejemplo, a Rosario. Estaba casado con Raquel Grunberg, autora del
libro de cuentos Liceo
de señoritas y hermana de Carlos, el autor de Judezno. El
Dr. Svibel cuidaba mucho su Ford V8. Recuerdo que le ponía
aceite de
castor.»

Jacobo Samet se reunía con algunos amigos para charlar
de diversos temas. Ese grupo se denominaba «La
cofradía del Divino Botón» y cada miembro
llevaba un botón en la solapa. El lema era algo así
como: «Omni humanum laborem est ad divinum
botonem.»

La editorial de Samet tuvo una vida relativamente corta, desde
1924 hasta 1932. Sólo 8 años. Comenzó con
Prisma, de Eduardo González Lanuza y concluyó con
Pacha Mama de Amadeo R. Sirolli, con ilustraciones de Raúl
Rosarivo (1903-1966). Entre sus publicaciones hay cuatro obras de
Carlos Sánchez Viamonte (1892-1972): Derecho
Político (1925), ponderada por el profesor Adolfo
González Posada (1869-1940), Del taller universitario, La
cultura frente a la Universidad y Jornadas.

Cuando liquidó la editorial le quedaron unos 30.000
volúmenes que no pudo vender ni como papel viejo y hoy son
intensamente buscados por los bibliófilos que pagan por
ellos elevadas sumas.

Después publicó un par de revistas: Cartel,
entre enero y diciembre de 1930, de la que salieron 11
números, y Bibliogramas, entre 1934 y 1935, de la que,
también, salieron 11 números. Más tarde,
Samet aparece vinculado a las publicaciones de la Editorial
Platina. (…)" (22).

" Samuel Glusberg, verdadero nombre de Enrique Espinoza,
nació en Kischinev, Rusia. Llegó con su familia a Buenos
Aires en 1905, aunque parte de ella se avecindó en Chile,
donde Glusberg se radicó posteriormente. Luego a su
arribo, estudió en un pequeño colegio israelita.
Más tarde, se cambió a una escuela
pública, que abandonó para dedicarse a
distintos trabajos de ocasión. A los dieciséis
años, Glusberg era devoto de las lecturas de Tolstoi,
Turguenev, Heinrich Heine y del filósofo
judío-sefardí Baruch Spinoza. De estos dos
últimos tomó su seudónimo.

Posteriormente, se integró a los estudios en la Escuela
Normal de Buenos Aires, donde se familiarizó con las obras
musicales de maestros como Bach, Beethoven, Händel, y esto
lo incitó a ingresar como miembro a la Asociación
Wagneriana, incorporando su pasión por la música a la
literatura. Con un poco de dinero que le
enviaba uno de sus tíos desde Chile, empezó a
editar los Cuadernos América (1919). éstos lo
pusieron en relación con importantes escritores
rioplatenses como Horacio
Quiroga y Leopoldo Lugones. Aparte de Cuadernos
América, que tuvo una duración de cincuenta
números, inició la edición de libros
nacionales, americanos y hasta europeos, con el sello editorial
de Babel. Posteriormente, en 1921, resolvió editar una
revista con el mismo nombre. A ésta se unieron eminentes
literatos de la generación madura y jóvenes como
Jorge Mañach Marinello, Mariano Picón-Salas,
Arturo Uslar
Pietri, Augusto D"Halmar, Pedro Prado, José Carlos
Mariátegui y Jorge Basadre. Sus ediciones y revistas le
crearon entretanto copiosas amistades del mundo de las letras. En
aquella época promovió veladas, exposiciones y
traducciones; además, organizó homenajes a
numerosos escritores.

Sin menoscabo de la línea editorial seguida por Babel,
incursionó en el proyecto de
carácter más revolucionario de la
vanguardia
argentina: Martín
Fierro. En este órgano, dirigido de Evar Ménez,
cuyo manifiesto de carácter futurista fue escrito por el
poeta argentino Oliverio Girondo, figuraron Jorge Luis Borges, y
otros escritores que en esa época eran parte de la
vanguardia rioplatense, como Macedonio Fernández. A pesar
de que la tónica de la revista ponía énfasis
en la poesía, incluía numerosos artículos
sobre pintura,
arquitectura,
música, cine y
pintura, no sólo latinoamericanos, sino también
europeos. Estos aires renovadores y cosmopolitas fueron
asentándose en el mundo cultural argentino y llegaron
también a Chile, gracias, precisamente, al influjo de
hombres como Espinoza o Juan Emar (Álvaro Yánez
Bianchi), que fundó también un movimiento
renovador en torno a sus "
Notas de Arte" publicadas en el diario La Nación.

Entre otras iniciativas culturales llevada a cabo en
Argentina, Enrique Espinoza fue cofundador de la Sociedad
Argentina de Escritores, presidida por Leopoldo Lugones. Por
estos años, Espinoza publicó De un lado y otro,
donde rememoró los avatares culturales de esa
época.

En enero de 1935, se radicó en Santiago de Chile
incorporándose activamente a la vida cultural del
país. Comenzó publicando breves ensayos sobre
diversos tema. Su primer libro publicado en Chile fue
Compañeros de viaje en 1937. En 1939, reanudó los
tirajes de la Revista Babel en Santiago de Chile, con la
editorial Nascimento. Enrique Espinoza costeó la mitad de
cada volumen, mientras
que Mauricio Amster modelaba cada entrega y dirigía la
tipografía. Espinoza, además de dirigirla,
organizaba su edición entera. Babel fue apreciada por los
artistas más heterodoxos de la época. Entre su obra
cabe destacar: Gajes del oficio (1968) y un ensayo
largo titulado Conciencia
histórica(1973), mediante el cual intentó aunar la
reflexión política, social y cultural" (23).

Uruguayos

"Constancio C. Vigil " nació en Rocha, Uruguay, el 4
de Septiembre de 1876. Desde su juventud, estuvo dedicado a las
letras, como escritor y como promotor de revistas lo que le
hacía ver como un defensor de la
comunicación. Es así, que sus proyectos,
apuntaban a crear medios con
características determinadas, que recrearan a
público diferente: el infantil, el femenino, el masculino.
En 1901, funda, en su país natal, su primera revista. En
1903, la revista Pulgarcito, surge como antecedente del famoso
Billiken. En 1915, Vigil publica su obra El Erial, donde se
sintetiza su pensamiento. Constituye un conjunto de lecturas
morales cristianas. En 1919, funda, la revista Billiken, se
convierte en la suma de industria
editorial, niñez y escuela y, de la que gozaron varias
generaciones. Otras de sus obras: Marta y Jorge; La Hormiguita
Viajera; Mangocho; La Familia
Conejola. Otra de sus creaciones, es el Libro de
iniciación a la lecto-escritura,
más duraderos de la historia
argentina: Upa. Constancio Cecilio Vigil, fallece en Buenos
Aires, el 24 de Septiembre de 1954" (24).

"Editor y periodista de oficio, y humanista por
vocación, Vigil llegó a publicar 134 libros en los
que daría cuenta de su preocupación por la verdad,
la justicia, la
paz, la
educación, la tolerancia entre
los pueblos, el bienestar de los niños y
de las mujeres, ideas por las cuales llegaría a ser
honrado con la Cruz Lateranense de oro, otorgada
por el Papa Pío II, y a ser propuesto para el Premio Nobel
de la Paz (1934)" (25).

"La familia Vigil toma contacto con Pinamar, cuando adquieren
la casa llamada El Jagüel. El 30 de Junio de 1960, el
Ministro de Educación, como
homenaje al escritor y periodista Constancio C. Vigil, resuelve
imponer su nombre a la Escuela Nº 11 de General Madariaga,
hoy Escuela Nº 1 de Pinamar" (26).

Escribe Pablo Medina: " La editorial Atlántida creada y
dirigida por Constancio C. Vigil, además de la legendaria
edición de su libro de lectura "UPA" cuyas inagotables
ediciones recorrieron y recorren el país como uno de los
clásicos entre los textos de primera lectura, aporta
innumerables colecciones de libros de literatura informática y de divulgación. Una
mención especial a la revista Billiken que se ha mantenido
por más de 70 años como la única
publicación infantil de mayor permanencia y tirada del
país" (27).  

…..

Editaron o vendieron libros de autores prestigiosos, de otros
que aún no lo eran, libros escolares y de entretenimiento.
Los editores y libreros inmigrantes contribuyeron con su sentido
crítico y su esfuerzo al engrandecimiento de la cultura
argentina.  

Notas  

1 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos
Aires, Clarín, 2002.

2 Trenti Rocamora, José Luis: " La primera Feria del
Libro Argentino (1943)" , en www.editorialdunken.com.ar.

3 Medina, Pablo: " El libro en la escuela" ,
www.bnm.me.gov.ar.

4 Texto y foto:
es.wikipedia.org/wiki/Juan_Torrendell

5 Abós, Alvaro: " Pasión por los libros" , en La
Nación,
Buenos Aires, 4 de enero de 2004.

6 Sorrentino, Fernando: " El trujamán El equipo de
traductores de don Juan" . Centro Virtual Cervantes,
Instituto Cervantes (España), 14 de enero de 2004.

7 Martínez, Tomás Eloy: " El sueño de un
profeta" , en La Nación, 4 de septiembre de 1999.

Foto publicada en Álvarez Garriga, C.: " Francisco
Porrúa: «A Cortázar no le preocupaba que no
lo alabaran»" , ,
2003.

8 Schwarsztein, Dora: " La llegada de los republicanos
españoles a la Argentina" , en Estudios Migratorios
Latinoamericanos, Nº 37, CEMLA, Buenos Aires, 1997.

9 Alonso, Rodolfo: " La Galicia del Plata" , en El Tiempo,
Azul, 1º de diciembre de 2002.

10 S/F: " Esa magnífica legión de los viejos" ,
en Revista Mayores, Año II N° 11, 1994. Foto:
www.logiaobradoiro.com.

11 S/F: " El oficio de editar, aun bajo las balas" , en
Clarín, 9 de agosto de 1998.

12 Varios autores: Enciclopedia Clarín. Buenos Aires,
Visor, 1999. Foto: www.comunacinco.com.ar

13 Romero, Roberto D.: " Cultura sexual y física" Fuente:
Cultura Sexual y Física – "De eso sí se habla".
Publicado en: Historia de Revistas Argentinas. Tomo III. AAER,
transcripto en www.learevistas.com.

14 Marabotto, Eva: " La esquina del librero, barro y pampa" ,
en Clarín, 5 de noviembre de 2000.

15 Petriella, Dionisio y Miatello, Sara: Diccionario
Biográfico Italoargentino. Buenos Aires, Asociación
Dante Alighieri, 1976 (www.dante.edu.ar).

16 ibídem

17 ibídem

18 ibídem

19 ibídem

20 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos
Aires, Clarín, 2002.

21 Orgambide, Pedro: " Una calle, dos destinos" , en
www.defensoria.org.ar.

22 García Costa, Víctor O.: " Jacobo Samet,
librero y editor, idealista y precursor" . Texto y foto
publicados en http://www.nodulo.org/ec/2006/n054p12.htm.

23 " Enrique Espinoza (1898-1987), Un aporte cosmopolita a la
literatura chilena" , en
http://www.memoriachilena.cl/temas/index.asp?id_ut=enriqueespinoza(1898-1987).

24 S/F: " Constancio C. Vigil" , www.telpincom.ar.

Retrato: http://www.rochatotal.com/index.php?id=ccvigil

25 Vigil, Constancio C.: El maíz,
fabuloso tesoro. 1° edición renovada. Buenos Aires,
Atlántida, 2007. 120 pp.

26 S/F: " Constancio C. Vigil" , www.telpincom.ar.

27 Medina, Pablo: op. cit.  

 

 

Autora:

Lic. María González Rouco

Licenciada en Letras UNBA, Periodista

http://inmigracionyliteratura.blog.arnet.com.ar/

http://colectividadesargentinas.blog.arnet.com.ar/

Partes: 1, 2
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