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Los problemas del adolescente (página 3)




Enviado por Jeison Mijares



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

Lo que más frecuentemente sucede, es que la madre se
forje una imagen del
niño por nacer: ideal, guapo, fuerte e inteligente. Pero
no siempre sucede así. En el caso de una madre adolescente
que no se ha desprendido aún de sus inquietudes
corporales, teme­rá que su hijo afecte negativamente a
su estética, e incluso que la destruya por
completo en el curso del parto y puede
temer también que a causa de este acontecimiento, su vida
profesional y sus ambi­ciones de promoción se vean comprometidas (Por eso
intenta des­hacerse de él).

El rechazo conciente o inconciente del hijo, produce en la
ma­dre reacciones emocionales de culpabilidad y
de angustia, que hoy en día no existen dudas sobre ello,
pueden ser percibidas por el feto, porque
existe una vivencia fetal.

Para llegar a la maternidad, la joven debe estar física y
psíqui­camente madura y no en proceso de
madurez como es el caso de la adolescencia;
no es natural ni lógico que una niña se convierta
en madre, alterando el proceso de maduración que la
naturaleza ha
preparado.

Todo padre y adulto puede ayudar a los adolescentes
en actuar responsablemente para reducir las posibilidades de que
enfrenten un embarazo antes de estar completamente preparado para
la vida adulta.

El tener una relación fuerte y cercana con su hijo
adolescente crea expecta­tivas y límites
claros; de la misma ma­nera que comunicarse con frecuencia y
honestamente sobre asuntos impor­tantes marcará la
diferencia.

Sea claro sobre sus valores y
actitu­des en lo que se refiere al sexo.

Los estudios muestran claramente que el hablar con los
jovencitos sobre el sexo no les alienta a volverse sexual-mente
activos.

Pero "hablar" solamente, no es suficien­te. Las
conversaciones acerca de las relaciones personales e intimidad
de­ben comenzar temprano en la vida del niño, teniendo
en cuenta su edad, y continuarlas hasta que alcance la
ado­lescencia.

Hable con su hijo sobre el sexo, el amor y las
relaciones personales.

Dígales cuáles son sus valores y acti­tud
con respecto al sexo. Cuando se trata del sexo, como padres es
muy importante demostrar un buen ejemplo.

Hábleles a sus hijos desde pequeños, y a menudo,
sobre el sexo y procure ser específico.

  • Para Evitar Embarazos no deseados

Los muchachos se hacen muchas pre­guntas sobre el sexo.
Con frecuencia, quieren hablar con sus padres, pero no se sienten
cómodos de comenzar una conversación.

Usted es el adulto, así es que, comién­cela.
Asegúrese de escuchar tanto como de hablar. No convierta
la conversa­ción en una lección.

·        
 Sepa escuchar. Los sentimientos so­bre la sexualidad
pueden ser con­fusos para los jóvenes. Por lo tanto,
les es difícil hablar del sexo. Usted se los puede hacer
más fácil si les sabe escuchar. No juzgue.
Solamen­te escúchelos y apóyelos.

·        
Supervise y monitoree a sus niños y
adolescentes. Establezca reglas, ponga horas para llegar a casa y
sea claro sobre la manera en la que es­pera que se comporten.
Cuando sal­gan con sus amigos, pregunte dónde van a
estar. Si están en la casa de algún amigo,
asegúrese de que haya un adulto confiable en la casa. El
monitorear y supervisar a sus hijos no lo convierte en una
molestia. Lo convierte en padre de familia.

·        
Conozca a los amigos de sus hijos y a sus familias. Los amigos
ejercen una gran influencia entre ellos. Al animar a sus hijos a
participar en actividades saludables como la mú­sica,
danza,
deportes, clubes
esco­lares, servicio
comunitario, etc., les facilitará que se asocien con otros
muchachos, cuyas familias pudieran compartir sus mismos
valores.

·         De
ser posible, haga una fiesta o al­gún tipo de
reunión para conocer a otros padres de familia y hablar
sobre cómo establecer las mismas reglas y expectativas.
Por ejemplo, es mucho más fácil poner en
prácti­ca una hora de llegada a casa si to­dos los
padres de los amigos de sus hijos tienen las mismas
expectativas.

·        
Procure que desistan de comenzar citas amorosas demasiado pronto,
con frecuencia o permanentes. Las actividades en grupo
están bien, pero estudios demuestran que el per­mitir
que su hijo(a) se involucre en amores antes de cumplir los 16,
pu­diera causar problemas.

·        
Dígale a su hijo qué tan en desacuer­do se
siente con respecto a citas amorosas antes de los 16 años,
há­galo antes de que quieran comenzar a tenerlas.

·         Tome
una posición firme en cuanto a que su hijo o hija tenga
amores con una persona mucho
mayor que ellos. La diferencia de poder y
madurez que existe entre las jovencitas y los muchachos u hombres
mayores pu­diera llevarlas a situaciones arries­gadas,
incluyendo relaciones sexua­les no deseadas, sin
protección y hasta a situaciones de abuso. Esto
también puede ocurrirle a los jovencitos.

·        
Dígales a sus hijos cuánto usted va­lora
la
educación. Los jóvenes que valoran la educación tienen
menos tendencia a involucrarse en compor­tamientos
arriesgados. Participe en la educación de sus hijos.
Asista a las conferencias para padres de familia, únase a
la asociación de padres y maestros o hágase
volun­tario en la escuela de sus
hijos. Conozca al director, los maestros, los consejeros
académicos y los en­trenadores. Verifique que sus
ado­lescentes cumplan con su trabajo de
aula y sus tareas escolares. Hábleles de la importancia de
la educa­ción y de cómo un embarazo precoz
pudiera impedirles graduarse o asis­tir a la universidad.

·        
Favorezca la recomendación de im­partir educación
sexual completa en las escuelas. Estudios recientes
de­muestran que los programas de
edu­cación sexual que tocan los temas de la
abstinencia y la anticoncep­ción, retrasan la
actividad sexual entre adolescentes. Una educación sexual
completa alienta a los ado­lescentes a demorar la actividad
sexual y les proporciona informa­ción sobre control de la
natalidad y prevención de enfermedades
vené­reas lo que les protege, si es que son
sexualmente activos, y les prepara para tomar decisiones
responsables en su vida adulta.

·        
¿Qué hacer si su hija ya está
embarazada?

Si bien, en nuestra sociedad, gran
par­te del estigma asociado con la pater­nidad en la
adolescencia ha disminui­do, no es fácil tener un
bebé (incluso con el apoyo de los padres).

Hay muchos temas prácticos que de­ben tenerse en
cuenta. ¿Su hija se que­dará con el bebé
o analizará la posibi­lidad de entregarlo en adopción?
Si decide quedarse con el bebé, ¿lo
cria­rá ella misma? ¿Continuará yendo a
la escuela? ¿El padre participará activa­mente
en la vida del bebé? ¿Sobre quién
recaerá la responsabilidad eco­nómica del
bebé?

A menudo, las respuestas a estas pre­guntas dependen del
apoyo que recibe su hija adolescente.

Algunas adolescentes crían solas a sus hijos; algunas
cuentan con la ayuda del padre del bebé y otras recurren
al apoyo de su familia.

Como padre, es necesario que piense en su propio nivel de
compromiso y par­ticipación, y que lo converse con su
hija. ¿Cuánto apoyo (financiero y de otro tipo)
está dispuesto a ofrecer? ¿Su hija y su bebé
vivirán con usted? ¿Ayudará a pagar los
alimentos, la
ves­timenta, las visitas al médico y otros elementos
necesarios, como un asiento para el automóvil o un
cochecito? ¿Puede ayudar con el cuidado del bebé
¡mientras su hija adolescente está en la escuela o
trabajo? Un asistente ¡social puede ayudar a usted y a su
hija i resolver algunos de estos temas.

En la medida de lo posible, es mejor que las adolescentes
embarazadas ter­minen la escuela para que puedan
con­seguir mejores trabajos y generar una mejor vida para
ellas y su bebé. Esto no es sencillo; el 80% de las
adoles­centes embarazadas abandonan la es­cuela.

Pero retomar los estudios después de abandonarlos es
aún más difícil; por lo tanto, si puede
ofrecerle a su hija el apoyo que necesita para continuar
estudiando, tanto ella como el bebé se y eran
beneficiados.

Averigüe si existen programas comu­nitarios o
escuelas que ofrezcan ser­vicios especiales para madres
adoles­centes, como guardería, paseos o
tu­toría.

Ayude a su hija adolescente a com­prender que, si bien es
muy gratifican­te tener un bebé, no siempre es
diver­tido; cuidar de un bebé es una gran
responsabilidad y un compromiso de por vida.

Prepare a su hija adolescente para la realidad de que no
tendrá mucho tiem­po para las cosas que solía
hacer: su vida está a punto de cambiar y el bebé
pasará a ser la prioridad. Como padre, puede tener un gran
im­pacto en la vida de su hija adolescen­te y de su
bebé. Es posible que aún desee que su hija hubiera
hecho elec­ciones diferentes. Pero si le brinda apoyo a su
hija adolescente, asegurán­dose de que reciba un buen
cuidado prenatal, y prestando atención a sus miedos y ansiedades, ambos
descubri­rán que serán mejores padres.

2.7 La delincuencia
juvenil   

La violencia es
un elemento que se encuentra comúnmente en la delincuencia
juvenil y es uno de los factores que influyen a los
jóvenes a cometer actos ilícitos llevados por la
violencia.

La delincuencia juvenil en nuestra patria está formada
por niños, púberes y adolescentes; su incremento en
los últimos años ha comenzado a ser publicitado por
todos los medios de
difusión, debido a que, estos delin­cuentes juveniles
han comenzado a mostrar más "arte,
técnica y ciencia" en
sus actos delictivos. Hoy existen bandas de menores que duermen
en las plazas públicas o que comienzan a reunirse en horas
de la tarde cuando el tránsito de peatones o microbuses se
va haciendo difícil por la presencia de los
transeúntes y pasajeros. éstos grupos llamados
"pirañas", comienzan a actuar dirigidos por un avezado
delincuente que los explota, maltrata, al mismo tiempo que les
va enseñando dentro de su escuela, las últimas
técnicas de sustracción de lo ajeno,
asaltar, cuadrar, maltratar, herir a quien ofrezca resistencia, en
saber seguir o "datear" hasta llegar al punto vulnerable; se ven,
grupos de adolescentes que siguen las indicaciones dictadas por
este sujeto que acaba de ser liberado de una de las
cárceles.

(19) monografías. Com.

  • ¿Quién es delincuente juvenil?

Es aquel sujeto que ya tiene rasgos del sociópata y va
en plena formación de su personalidad
patológica, por su precocidad, ineducabilidad,
reinciden­cia, agnosia moral
(incapaces de sentir sentimientos superiores,
arrepenti­miento, represión, piedad, vergüenza,
etc.), agnocia social (son parásitos sociales, se
guían por la ley del hampa:
"no delatar al compañero, vengarlo si ha sido traicionado,
matar o morir"), cometen fechorías y delitos
ampara­dos en el grupo, perseverancia en impulsos morbosos,
destructores, contrastando con su incapacidad de dedicarse a algo
valioso, útil; por el contrario muestran frialdad y
brutalidad al ejecutar sus delitos.

  • ¿Cuáles son las causas en la
    formación de delincuen­tes?

Hay muchos escritos de Lombroso, Freud y otros
estudiosos de la sociología de la delincuencia; se
pensó en el factor hereditario que aún no
está demostrado fehacientemente; se habla de factores
externos y ambientales donde el sujeto vive, asimila las actitudes
negativas de sus padres1, grupo social y actúa frente a
sus necesidades e impulsos. En nuestra patria las causas son:

  • La necesidad económica y promiscuidad familiar. Una
    de lasprofesiones que tuvo mayor demanda hace
    más de 20 años fue el magisterio, porque, con el
    haber que ganaban podían vivir una vida más o
    menos holgada; ahora con el haber que ganan sólo les
    permite supervivir y para sostener a su familia tienen que
    trabajar el doble o triple turno. Este ejemplo no lo cito como
    protesta sino para comparar con las personas que tienen muchos
    hijos y ganan un sueldo mínimo (S/. 132.00). En este
    caso, es el hambre, la necesidad de supervivencia que los
    induce a los sujetos proclives al delito.
  • El Alcoholismo
    y la
    Drogadicción son condicionantes. No haybodega que
    deje de vender alcohol a un
    menor y las drogas
    siguen expandién­dose pese al celo policial, no hay
    distrito que no tenga fumones ni alcohólicos
    adolescentes; pero, para adquirir se requiere de mucho dinero.
    ¿Dónde y cómo lo obtienen estos
    adolescentes? Lo que se sabe es que primero sustraen en sus
    hogares, para luego cuadrar, asaltar o robar en residencias,
    etc.
  • Nuestros Centros de tutela.-
    ¿Son centros de rehabilitación o escuelas de
    formación de futuros delincuentes. Allí se
    tecnifican en el arte, ciencia y técnica del robo,
    asalto, secuestro,
    enfrentamientos, etc. ¿Hay especialistas en estos
    centros de rehabilitación? La respuesta también
    es no; e incluso en las cárceles no existen
    especialistas en rehabilitación. Si alguien logra
    rehabilitarse es por su propia voluntad; así como los
    que trabajan hacen que sus familiares le lleven materia
    prima, herramientas
    para trabajar. Los internos que egresan de estos centros de
    reclusión salen más tecnificados, y forman sus
    bandas en los mismos centros, así como; la banda de los
    destructores
  • Abandono del menor. En  nuestra patria hay muchos
    padres irresponsables que abandonan conscientemente a sus
    menores hijos por ser "machistas que tienen varias mujeres" y
    en cada una de ellas tienen hijos; naturalmente estos menores
    abandonados tienen que salir a la calle para supervivir; por
    eso, existen niños en todas las calles principales de
    nuestra capital,
    vendiendo dulces, pidiendo propinas o intentando limpiar
    carros; los avezados delincuentes seleccionan a estos menores y
    forman su banda, y estos al llegar a centros de tutela se
    tecnifican  y egresan con un «certificado» que
    años más tarde les permitirá el ingreso
    libre a la cárcel. Nos falta educar a todos los
    ciudadanos de nuestra Patria, para procrear en forma
    responsable y no abandonar al que es fruto de su amor. Nadie
    recibió en nuestra patria una orientación de
    cómo procrear, criar, educar, formar, y corregir los
    errores de un hijo.

Que el Ministerio de Salud forme la primera
escuela para padres de familia, su plana docente incluya a:
Psiquiatras, psicólogos, pediatras, clínicos,
ginecólogos, traumatólogos, cirujanos plásticos,
neurólogos, epidemiólogos, enfermeras y
obstétricos, etc.

  • Los Medios de
    Comunicación. También los periódicos,
    radios, TV., inducen al delito a nuestros adolescentes
    proclives al delito, al magni­ficar las hazañas de
    determinados delincuentes, presentándolos como
    héroes o cerebros directrices de actos destructivos o de
    bandas delincuenciales. El menor proclive capta, asimila y
    luego ingresa al delito.
  • La falta de trabajo y empleo.
    Sabemos que hay más desocupados que en años
    atrás, no hay trabajo, recién estamos saliendo de
    la hiperinflación histórica que
    llegamos hasta Julio de 1990 y los capitalistas de nuestra
    patria sacaron su dinero al extranjero por temor a la
    violencia. Nuestros adolescentes diariamente se dirigen al
    extranjero en busca de trabajo y los proclives al delito viven
    parasitariamente   sustrayendo lo ajeno. Dios quiera
    que muy pronto la economía de nuestra patria se
    estabilice.
  • La creación de salsódromos y juegos
    electromecánicos. Estos centros se llenan de
    adolescentes y allí hay delincuentes, prostitutas y
    lolitas, trasvestistas y homosexuales.

Estas distracciones requieren dinero, ¿cómo
obtienen dinero éstos adolescentes para asistir
diariamente a estas instituciones?
y ¿por qué no se prohíbe el ingreso de
menores?

·         De
Qué Hogares Proceden Estos Delincuentes

El 3% proceden de hogares aparentemente estables; el 65% de
hogares inestables, donde no hubo calor
hogareño; donde faltó uno de los miembros del
hogar, el menor vivió abandonado; el 22% son procedentes
de las llamadas escuelas de tutela o albergues y el 10% son
formados por los avezados quienes conforman sus bandas, jalando a
los adeptos o proclives al delito. Sobre el problema carcelario
peruano, llegué a publicar el libro
Cárcel Peruano y su Reforma en 1966.

·             
Recomendaciones

Hacer que todos los detenidos en centros carcelarios y de
tutela, trabajen sin excepciones para auto sostenerse; no es
justo que el estado siga
invirtiendo en quienes delinquieron.

Dar oportunidad a quienes deseen prepararse o entrenarse en
profesiones técnicas.

Debe construirse campos  agro-artesanales, donde todos
trabajen y tengan las mismas oportunidades. Debe encargarse a una
universidad nacional, la formación de especialistas 
en  rehabilitación:   asistentes 
de  centros penales, tutores clínicos y
laborterapistas, con 4 años de formación
académica y práctica. En 1963 el proyecto de ley
aprobado por el congreso nacional que creaba al instituto
superior  psicoformativo, que pretendía formar a
dichos profesionales fue vetado por el presidente de la
república de aquella época. Han pasado 30
años y sigo sosteniendo que no hubo razón valedera,
había pugna política; tres meses
más tarde, en octubre, se produjo el golpe militar.

Debe crearse una escuela para padres, si queremos disminuir la
delincuencia. Los médicos psiquiatras, clínicos y
psicológicos del ministerio de salud, que conocen estos
menesteres deben coordinar con las direcciones de penales y
tutela para estructurar un programa que
enfoque las causas de la delincuencia. Nuestros padres de familia
deben saber criar, cuidar la salud, formar la
personalidad de sus hijos.

2.8 La drogadicción en la adolescencia

Si sospechas que tu hijo adolescente esta consumiendo drogas, hay
algunos cambios de comportamiento
o hábitos que nos pueden  servir como pista.

No obstante, es ¡importante subrayar que ver en tu
adolescente una o más de estas señales
no significa que su hijo sea consumidor de
drogas.

A veces la propia adolescencia u otro tipo de problema (que
nada tiene que ver con el las dragas puedan ser la causa de un
cambio de
comportamien­to o actitud
específico.

Por otra parte, si crees que tienes mo­tivo para
preocupante, y si durante un tiempo notas algunos de los cambios
de personalidad, apariencia o comporta­miento listados a
continuación, es con­veniente que hables con tu
adolescen­te y que busques ayuda profesional.

Cambios de comportamiento en el hogar relacionados con
consumo de
droga

  • Pérdida de interés
    en actividades familiares
  • Falta de respeto
    hacia las reglas fa­miliares
  • Aumento o pérdida notable en su apetito
  • Falta de cumplimiento con las res­ponsabilidades y
    tareas
  • Falta de cumplimiento con la hora acordada para llegar a
    casa
  • Tendencia a ser abusivo verbalmente o físicamente
    con terceros
  • Desaparecen cosas de valor o
    dine­ro en la casa
  • No quiere decirte dónde va
  • Empieza a mentir sobre qué hace, con quién y
    dónde
  • Ofrece excusas constantemente por mal comportamiento
  • Pasa mucho más tiempo en su
    habi­tación
  • Objetos raros en su habitación como: papel de fumar,
    pipas, discos de cristal, bolsitas de plástico
  • Cambios de personalidad relaciona­dos con consumo de
    droga
  • Signos de depresión. No quiere sa­lir
  • Empie.za a insultar a los demás miem­bros de la
    familia
  • Parece huir del ámbito familiar y de la gente a la
    que quiere
  • Parece muy enfadado o confundido
  • Sufre: de paranoia o cambios muy bruscos y extremos en su
    estado de
    ánimo
  • Pareces preocupado, argumentativo y negativo
  • Parece demasiado cansado o hipe-activo.
  • Excesivo rebeldía
  • No parece tan feliz como antes
  • Ya no habla de sus problemas personales
  • Engaña, roba, miente
  • Cambia de amigos
  • Cambio en su aspecto físico
  • Huele a alcohol o marihuana
  • Pierde o gana mucho peso de repen­te
  • No se lava, no se peina parece des­cuidado
  • No se preocupa por su aspecto físi­co
  • No duerme ni come mucho, por lo que tiene aspecto de
    cansado
  • Le falta energía Actividades sociales Empieza a
    fugarse del colegio
  • Abandona a sus viejas amistades y hace amigos que no
    conoce
  • Pierde interés en las actividades es­colares y
    empieza a sacar peores notas
  • Se duerme en clase
  • Pierde concentración y le cuesta acordarse de las
    cosas
  • No hace sus deberes
  • Cuestiona la autoridad de
    sus pro­fesores y de sus padres
  • Pierde interés en actividades depor­tivas u
    otros hobbies.

Hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna o
algunas drogas tóxicas, o por la afición desmedida
a ciertos juegos.

Desde el mismo comienzo de la historia, la humanidad ha
buscado aliviar la gran cantidad de enfermedades que aquejan al
cuerpo y al espíritu desarrollandotodo un arsenal de
medicinas. Las personas siempre han confiado en que las
dro­gas curan la
tristeza así como los males físicos y le
proporcionan un estímulo a la vida. Los antiguos griegos
se embriagaban con alcohol, la marihuana se
utilizaba en la China y en la
India mucho
antes del nacimiento de Cristo y la cocaína,
que se obtenía masticando las hojas de coca, era producto
principal entre los Incas del
siglo XVI. Los indios norteamericanos eran tan adictos al
tabaco que
nunca emprendían un largo viaje sin llevar consigo una
buena provisión y un incontable  número de
mujeres norteamericanas del siglo XIX tomaban libremente y les
da­ban a sus bebés jarabes con alto contenido de opio
(Brecher, 1972).

Si las drogas han sido una constante en la sociedad humana,
¿por qué, enton­ces, nos preocupa tanto el uso
actual de las mismas? Una de las razones es que los
jóvenes de hoy las están usando en demasía.
Tienen tanto el dinero como la oportunidad de comprar lo que
deseen. Y, si bien es cierto que algunas drogas tomadas con
moderación pueden no ser excesivamente perjudiciales, la
modera­ción n6 es precisamente una de las cualidades
de la adolescencia. En estos años de crisis de
identidad, los
jóvenes recurren con frecuencia a las drogas para
re­solver muchos problemas
sociales y psicológicos. Como resultado, muchos
ado­lescentes están "desbaratando sus vidas" con las
drogas, poniendo en peligro su salud física y
psicológica. Aunque algunos observadores opinan que el
consumo de drogas entre los estudiantes va en descenso
después de su punto máximo du­rante la
década del 60, no es menos cierto que hay una gran
cantidad de jóvenes que aún están ingiriendo
una variedad de drogas, que van desde las legales como la
cafeína, la nicotina y el alcohol, hasta
las ilegales como la marihuana, el LSD, la cocaína, las
anfetaminas,
los barbitúricos y la heroína.

A menudo, la gente joven protesta vigorosamente por su
descontento con el Establecimiento. Sin embargo, su patrón
de consumo de las drogas sigue muy de cerca al de la sociedad
adulta que los rodea (Lennard, 1971). Así como los adultos
de nuestra cultura toman
barbitúricos y estimulantes para aliviar la tristeza, la
depresión y las presiones cotidianas, los jóvenes
también toman algunas de las mismas drogas. Pero, mientras
los adultos las compran en las farmacias del ba­rrio y con
prescripción médica, los adolescentes compran las
suyas a proveedores
ocultos por recomendación de los amigos. Los
jóvenes que están orientados hacia el consumo de
las drogas elogian el uso de éstas virtualmente para todas
las si­tuaciones humanas de la misma manera en que lo hacen
las compañías farma­céuticas. El peligro
en esta actitud (Lennard, 1971) es que el elegir una
solución química oculta la
naturaleza de los problemas reales a que se enfrentan los
jóve­nes y puede llegar a impedir el reconocimiento de
que es necesario alterar los sistemas sociales
o crear nuevos arreglos sociales. (20)

Las drogas más populares entre la juventud son
el tabaco, el alcohol y la mari­huana.

·             
Tabaco

El fumar a escondidas detrás del granero o en el
baño de la escuela se ha con­vertido en un detalle
jocoso del acervo de los adolescentes.

 Pero las sonrisas di­vertidas e indulgentes de
aceptación de las primeras incursiones de los
jóvenes hacia el uso habitual del tabaco se han vuelto
preocupación a raíz de los informes sobre
los peligros que éste representa para la salud. La
publicación del informe del
Surgeon General  de los Estados Unidos,
hecha en 1964, mostró claramente

La relación que existe entre el cigarrillo y el
cáncer del pulmón, los ataques al corazón,
el enfisema y otras enfermedades. Su mensaje llegó al
público en ar­tículos de revistas, en anuncios
por televisión y en campañas educativas
en las escuelas.

Los adolescentes recibieron el mensaje. Una gran
mayoría de jóvenes entre los trece y los dieciocho
años opinan que fumar da cáncer y aumenta las
probabilida­des de enfermedades cardíacas (Lieberman,
1970). No obstante, uno de cada cuatro adolescentes fuma y muchos
de los que expresaron las posiciones anteriores tienen el
hábito de fumar. Casi todos los fumadores jóvenes
parecen creer que dejarán de fumar en cinco años o
menos, sin darse cuenta de la gran dificul­tad que para
muchos representa el dejar este vicio. En efecto, muchos
científicos piensan que el fumar es más que un
hábito; según ellos, es una adicción
fisioló­gica real (Brecher, 1972).

(20) PAPALIA, DIANNE. PAG 48

·             
¿Por qué empiezan a fumar los
adolescentes?

Parece que la mayoría de los jóvenes no deciden
en forma consciente que van a convertirse en fumadores
habituales, sino que se van dejando llevar por la comente. Son
más propensos a fumar si sus padres y amigos lo hacen; y
si están dando un mal rendimiento en la escuela (Williams,
1971). Un factor principal parece ser el deseo de aparentar
más edad, según lo indica un estudio que
descubrió que los adolescentes que maduran más
tarde fuman más que los que maduran a temprana edad
(Clausen, 1968). Al verse más jóvenes, estos
adolescentes trataban de parecer mayores por el hecho de fumar.
Es irónico que los adolescentes, que tienden a rebelarse
en contra de los valores de los adultos, vean el fumar como una
actividad de los mayores y, a pesar de ello, la adopten con
vehemencia. De esta manera, imitan a las personas contra las que
se están rebelando.

·             
Alcohol

Muchas de las mismas personas que tanto se preocupan por el
uso ilegal de la marihuana en los jóvenes no tienen mucho
que agregar cuando se les recuerda que el alcohol
también es ilegal para casi todos los estudiantes de
secundaria y universidad y que, además, es un problema
mucho más grave. El alcohol es pro­bablemente la
droga de la
que más se abusa hoy en día en los Estados Unidos.
Sin duda alguna es la que más se utiliza: hay unos 80
millones de tomadores en este país, muchos de los cuales
son jóvenes. Tres hombres de cada cuatro y seis de cada
diez mujeres toman alcohol hasta cierto grado. Cerca del 20% de
los va­rones y el 5 % de las mujeres son tomadores fuertes y
frecuentes y el 6 % de todos los tomadores son alcohólicos
(Akers, 1970).

Es más probable que los estudiantes universitarios y de
secundaria tomen una copa y no que se fumen un cigarrillo de
marihuana (Brecher, 1972). Se hizo una encuesta entre
jóvenes de últimos años de secundaria en
once escuelas del esta­do de Michigan, que iban desde
escuelas públicas de tugurios urbanos y áreas
rurales remotas hasta un colegio privado, para conocer sus
conceptos acerca del uso del alcohol y la marihuana. En dos de
las escuelas, ninguno de los estudian­tes había fumado
marihuana ni siquiera una vez y solamente en una (el colegio
privado) tanto como una tercera parte de los estudiantes la
habían ensayado. Sin embargo, sólo en una de las
escuelas se encontró que menos de la mitad de los alumnos
tomaban (el 49%) y en el colegio privado, ocho de cada diez
estudiantes bebían (Boggs, Smith & Russell, 1968;
citado en Brechter, 1972).

La mayoría de los estudiantes de secundaria se han
tomado por lo menos un trago en la vida y cerca de la mitad de
los muchachos y la cuarta parte de las chi­cas beben por lo
menos ocasionalmente (Akers, 1970). Un gran número de
estos jóvenes tomaron su primer trago en casa con los
padres u otros parientes adul­tos. El consumo de alcohol por
parte de los adolescentes está influido por los
pa­trones de los adultos de la misma forma que el
hábito de fumar.

Casi siempre, el abstemio viene de un hogar de abstemios; el
tomador moderado de un hogar en que los padres beban en forma
moderada y los tomadores fuertes de hogares en que el alto
consumo de alcohol ha sido el patrón. La mayoría de
los adolescentes empiezan a tomar porque parece algo de
mayo­res y continúan haciéndolo por las mismas
razones que los adultos: para sacar valor en las situaciones
difíciles, para reducir la ansiedad y para dar un toque
agradable a las reuniones sociales. Las excepciones a este
patrón de imitación son los adolescentes bebedores
de familias abstemias y los jóvenes que toman en exceso y
vienen de familias en donde sólo hay bebedores sociales.
Los adolescentes que beben a pesar de que su familia y amigos no
lo hagan se ven influidos muy frecuentemente por presiones
psicológicas; en algunos casos, los mucha­chos que se
sienten rechazados por sus padres eligen esta forma de reaccionar
contra ellos (Alexander, 1966).

Aparte de la ilegalidad del alcohol para los jóvenes
que aún no han cumplido la edad que la ley determina para
poder tomar, el consumo del alcohol por parte de los adolescentes
acarrea problemas porque está estrechamente ligado con
otros comportamientos delincuentes. Los jóvenes que se
meten en problemas con la ley casi siempre provienen de un medio
de bebedores. Sus padres toman, sus amigos toman y ellos mismos
empezaron a hacerlo desde temprana edad (Akers, 1970).

·             
Marihuana

De las drogas más consumidas por los adolescentes, la
marihuana representa el más grave conflicto
entre generaciones. Si bien muchos jóvenes utilizan la
mari­huana exactamente de la misma manera en que sus padres
usan el alcohol, el he­cho de que estén consumiendo
una droga que está por fuera del saber de la
gene­ración de los padres la convierte en un atractivo
mayor para la juventud y en un motivo de ansiedad para los
adultos. La marihuana se conoce en todo el mundo desde hace
siglos, aunque su uso entre la juventud occidental de clase media es
un fenómeno reciente.

En octubre de 1969, 10 millones de norteamericanos, entre los
cuales el 50% eran menores de veintiún años,
habían fumado marihuana por lo menos una vez (Brecher,
1972). En 1974, la encuesta Gallup descubrió un salto del
11% desde 1967 en el número de estudiantes universitarios
que decían haber probado la ma­rihuana al menos una
vez (Wisconsin State Journal, 1974). En 1967, el 5% dijeron
haberla probado; en 1969, la cifra había aumentado a 22%;
para 1970 había crecido hasta el 42% y, en 1974, el 55% de
los 1.100 estudiantes entrevistados contestaron afirmativamente a
la pregunta: ¿Ha fumado usted marihuana alguna vez. Los
jóvenes de la misma edad, ya sea que estudien o no, son
igualmente propensos a fumarla (Brecher, 1972) e incluso aquellos
que no la fuman aceptan, por lo general, que otros la
consuman (Tec, 1970).

A pesar de que la marihuana ha sido clasificada
comúnmente como una "droga peligrosa", los informes de
varios cuerpos investigativos de importancia han indicado que no
es así. Desde 1894, ha habido al menos cinco grandes
investigaciones gubernamentales sobre la marihuana
cuyos informes finales han estado 'muy de acuerdo en casi todos
los puntos principales del hecho" [Brecher, 972, p.
451].

La marihuana no crea una dependencia física, pero al
igual que sucede con iras sustancias psicoactivas, algunas
personas parecen crear una dependencia sicológica de ella.
Aunque todavía no se tiene toda la evidencia para
confirmar si es posible que fumar marihuana conduzca a los mismos
problemas respiratorios ocasionados por fumar tabaco
(Rubín & Cemitas, 1972). La opinión general
entre las autoridades contemporáneas es que,
probablemente, la marihuana nunca llegará a ser
más perjudicial que el cigarrillo o el alcohol. Esta
conclusión apoya tanto a las fuerzas que buscan la
legalización de la marihuana como a las le quieren
impedirla. Los que apoyan la legalización de la droga
dicen que el mantener la ilegalidad de la marihuana es algo muy
parecido a la desventurada prohibición del alcohol en el
país y qué sólo legalizándola
será posible controlar su pureza y .potencia, sacarla
del mercado negro y
evitar que los jóvenes usen otras drogas más
fuertes y peligrosas. Los que se oponen a la legalización
alegan que no debemos permitir el uso de una tercera droga
posiblemente perjudicial, especialmente cuando ya tenemos tantos
graves problemas sociales y de salud por oí uso de las
otras dos que están legalizadas. De acuerdo con muchos
infor­mes, la gente fuma marihuana no tanto por razones
psicológicas o sociológicas complejas, sino
simplemente porque es una sensación muy agradable. Le Dain
Commission, un organismo canadiense dice:

"Un factor primordial parece ser el simple placer de la
experiencia. Una y otra vez los testigos nos han dicho
efectivamente: "lo hacemos por placer. No traten de encontrar una
explicación complicada para ello. Lo hacemos porque nos
agrada".

Es probable que los adolescentes empiecen a fumar
marihuana-por muchas de las razones que empiezan a fumar
cigarrillo o a tomar: se sienten curiosos, de­sean hacer lo
que sus amigos están haciendo y quieren lanzarse a la edad
adulta actuando como mayores. Pero la marihuana tiene algo
más a su favor en cuanto respecta a los adolescentes:
puesto que no se identifica con la generación de los
padres, su uso proporciona una manera fácil de despreciar
los valores de
los adul­tos y demostrar su independencia
del Establecimiento. En efecto, algunos obser­vadores
consideran que los fumadores de marihuana están más
en contra del Establecimiento que los no fumadores; asimismo, son
más alejados de la socie­dad, más
artísticos y más orientados hacia la
política. Pero muchos otros opinan que no hay un tipo
único de persona que sea el típico fumador de
marihuana; su uso pasa por las diferencias de clase, de raza, de
religión,
política y personali­dad. Un grupo de estudiantes que
parecen mantenerse alejados de la droga constantemente son los
atletas de secundaria (Tec, 1970). Esto puede reflejar una
personalidad de atleta o, tal vez, un fuerte deseo de destacarse
en el atletismo que
obliga a los miembros de un equipo a que se ciñan
exactamente a las sancio­nes establecidas por los
entrenadores estrictos.

Sin embargo, no todos fuman marihuana. El hecho es que los
estudiantes que están muy orientados hacia las
realizaciones, que consideran a la escuela como el
vehículo para triunfar en la vida y que están
satisfechos con la escuela son menos propensos a fumar marihuana
(Tec, 1970).

·             
¿Cómo Manejar el Tema Drogas?

Cuando se trata del consumo de drogas es mucho mejor prevenir
desde el principio que luego tratar una adicción. Pero
¿cómo pueden los padres prevenir o impedir que sus
hijos adolescentes consuman drogas?;

Es complicado, y la última decisión so­bre
si consumir drogas o no solo pue­de ser tomada por nuestros
hijos, pero sí podemos ayudar a que sean respon­sables
y sepan las consecuencias del posible consumo. Y también
darles ar­mas para rechazar. Aquí ofrecemos algunos
consejos.

·        
Sinceridad en todas las conversa­ciones relacionadas con la
droga. Muchos de los que ahora somos pa­dres hemos probado
sustancias en el pasado, y es un error mentir a nuestros hijos
adolescentes al res­pecto. Intenta no evadir la
pregun­ta, ponerte incómodo ni tampoco res­ponder
con un a ti ¿qué te impor­ta? Ya hemos tratado
la importan­cia de lograr tener una buena
co­municación con los hijos adolescen­tes. Y
cuando se trata de un tema tan grande como el de la droga, es
especialmente importante que su hijo pueda confiar en ti. Si
intuye que mientas, perderás credibilidad.
Ade­más, reconocer que has tomado cier­tas
sustancias da mayor credibili­dad a tu rechazo actual. Si
eres uno de los que sí tomó en el pasado,
uti­liza la experiencia para darle infor­mación.
Subraya los daños que ha­cen ciertas drogas y
cómo afectan de forma negativa la capacidad de
concentración (algo especialmente importante durante la
adolescencia), de razonamiento y de relaciones. Háblele de
casos reales, de posibles amigos que lo perdieron todo por culpa
de una adicción.

Conviértete en aliado o aliada de tu adolescente. Si no
sabe cómo decir que no, que te utilice a ti. «Mi
padre me mataría». Si tiene algún
contac­to con una de las llamadas drogas blandas (tabaco,
alcohol, hachís…), no le recrimines de forma
automáti­ca. Es preferible que pueda compar­tir
estas primeras (y, en muchos ca­sos, inevitables)
experiencias para que tu puedas ayudarle a que no se conviertan
en hábito si te convier­tes en aliado o aliada 
(NO amigo, porque debes retener tu autoridad como madre o padre)
en cuanto al consu­mo de drogas, se sentirá capaz de
llamarte para que vayas a sacarle de una posible situación
o fiesta que vaya fuera de control.

Conocer a los amigos de tu adoles­cente. Es importante
conocer a los amigos y si es posible los padres de los amigos –
de tu hijo adoles­cente. Esto te ayudará a seguirle la
pista si está en una época evasiva o poco
comunicativa.

Mantenerte en contacto con tu ado­lescente cuando no
estáis juntos. A esta edad los teléfonos
móviles son una gran ventaja. Envíale mensajes,
dile que te llame a ciertas horas, o deja notas en tu casa si no
vas a es­tar cuando llegue del colegio. Si pasas muchas horas
fuera de casa, no dejes a tu adolescente solo en casa sin nada
que hacer. Búscale alguna actividad extraescolar,
con­trata clases particulares para que aprenda algún
instrumento musical… Hay estudios que indican que los

Adolescentes que tienen intereses y una vida ocupada tienen
menor pro­babilidad de consumir drogas que los adolescentes
que quedan en la calle o salen con amigos sin realizar ninguna
actividad más allá que es­tar juntos. Si le
gusta hacer depor­te, anímale en todo lo que puedas.
El deporte supone un
magnífico es­cudo contra las drogas.

Hablar con frecuencia sobre el tema de las drogas con tu
adolescente. Aprovecha programas de televisión
para verlos juntos y comentar sobre los contenidos.

Crea un ambiente
antidroga en el hogar. Establece unas normas muy
claras. En tu familia, nadie toma drogas. Esto no quiere decir
que vayas a marginar a un hijo adoles­cente que te confiesa
haber tomado alguna sustancia.

Pero sí demuestra un rechazo colec­tivo al asunto,
y que existen activi­dades más divertidas y sanas en
las que emplear el tiempo.

·        
Organiza actividades en familia. Pla­nifica alguna
excursión y deja que tu adolescente colabora en la
orga­nización.

Desayunar y cenar en familia, por­que las estadísticas indican que ni­ños
que cenan habitualmente con su familia tienen menor probabilidad
de liarse con las drogas.

·        
Enseñar dando ejemplo. Es evidente que no tienes ninguna
fuerza moral
para exigir a tu adolescente que se abstenga de tomar sustancias
que tu tomas. Si abusas de alguna sustan­cia, ahora es el
momento más que nun­ca para buscar ayuda de forma
ur­gente. Y si tienes amigos que tomen ciertas drogas, tal
vez sea el momen­to para buscar nuevas amistades.

·         Saber
qué hacer en los momentos de mayor exposición
a las drogas. Cuan­do tu adolescente empieza a salir por la
noche, pregúntale todo hasta que sepas con detalle a
dónde va, con quién y qué van a hacer.

Establece la hora de regreso y la forma de regresar. Habla con
los pa­dres de sus amigos y, al ser posible, organiza un
sistema rotatorio
de re­cogidas por fin de semana, con tal de compartir con
ellos la responsa­bilidad de llevar a vuestros hijos sanos y
salvos a casa.

La mañana después, intenta pasar un rato con tu
adolescente para que te pueda contar anécdotas de la noche
anterior.

No le hagas un interrogatorio por­que se
resistirá.

Y además tiene derecho a su intimi­dad. Pero adopta
una postura dialo­gante y abierta, para que sepa que si
quiere compartir alguna informa­ción contigo, lo puede
hacer con to­tal confianza. (21)

·             
Recomendaciones

A los padres de familia

Hermoso seria que todo padre recuerde que el amor paterno no
solo es dinero, comodidad, buena casa, buena alimentación, buen
colegio. Todo ello constituye una tercera pare, pues lo que mas
necesita un menor es: dialogo
permanente, compañía, atenciones, amigos, compartir
juegos, evitar castigos corporales, etc. Lo mas importante es que
los padres le sirvan de un buen modelo de
identidad; hacer que participen dentro de la dinámica del hogar, ocupando su rol; en
todo caso es educación o formación de su
personalidad lo que mas necesita el menor, y eso es amor paterno.
Si en la fecha tiene un drogo dependiente en casa, cambien de
actitud, previa reflexión. ¿En que fallo y por que
su menor llego a la droga? Si usted cambia de actitud es probable
que bajo la orientación del especialista, su menor se
rehabilite, pero tendría que intervenir activamente.

A los docentes

Si notara que un educando va ingresando a la droga o sospecha
que ya comenzó, seria del caso, con carácter de urgencia hacer de conocimiento
de sus padres. Del dialogo orientador nos valdremos para
rehabilitar a dicho adolescente. De haber un departamento de
psicopedagogía o psicología, derive
UD. Ha dicho menor, para que tome las providencias del caso y se
pueda intentar su rehabilitación. (22)

(21) NORIEGA ADENAR.  "Psicología Del Adolescente
Problemas Y Soluciones"

(22) HILDEBRANDO SALAZAR. "El Adolescente Y Sus
Dificultades"

2.9 Aislamiento adolescente

En un colegio no deja de haber uno que acostumbra sentarse en
el último asiento del salón, que siempre permanece
solo, callado, pensativo, atento a todo, se muestra receloso,
siempre está aislado, no le gusta conversar, no opina ni
interviene en las relaciones grupales, no deja de tener sus
tareas y cuadernos al día, sus notas tampoco son
desaprobatorias, vive su mundo en forma independiente entre sus
compañeros de clase, inclusive en las horas de recreo se
halla al margen del grupo y siempre permanece solo sin
intercam­biar emociones con sus
compañero. Frente a los pasos orales estos
adoles­centes responden en forma lacónica, breve y
obtienen una nota aprobatoria.

·             
¿Qué va ocurriendo con ellos?

Muchos de éstos ya están encapsulándose o
separándose de los demás, aislándose,'para
vivir sus vidas, meditando sobre sus problemas personales, para
luego abandonarse en cuanto a su cuidado personal; o van
ingiriendo alimentos en forma exagerada, dedicándose
exclusivamente a estudio, cumpliendo desesperada­mente sus
tareas y así incluso evitarse la interrelación con
sus propios parientes; si son abordados por ellos se muestran
irascibles e impulsivos, y comenzarán a
rechazarlos.   Si aún se vinculan con la
sociedad, es en elcumplimiento de sus tareas y asistencia al
plantel; por eso, es urgente que el maestro y padre de familia
tenga que interesarse en dialogar con ellos y hacer que
intervenga el especialista en salud men­tal. No se puede
permitir que éste continúe encapsulándose o
encerrándose dentro de su  mundo  y 
separándose para que no lo vean; es deber de todos
defenderlo, relacio­narlo con los suyos y
compa­ñeros del colegio.

·             
¿En qué hogares se forman estos
adolescentes?

Se forman en los hogares donde no hubo una adecuada
relación entre sus padres, donde faltó uno de ellos
o desde muy pequeños fueron marginados. En hogares donde
siempre hubo actitudes de agresividad, ambivalencia y exceso de
descon­fianza, mucha privacidad. De pequeño no supo
delimitar de qué lado estuvo la verdad frente a las
discusiones de sus padres, vio injusticias, abusos,
incomprensiones que nunca podrá olvidar.

Muchos de éstos sufrieron de niños, fueron
ultrajados por sus propios parientes o vecinos y se creen ya
inservibles; es por ello que permanecen pensando en toda su
historia personal y sólo tienen como tarea cotidiana
cumplir con sus deberes escolares y asistir al colegio en forma
exigida; por eso, requieren la atención inmediata.
Aún podemos rehabilitarlos e incorpo­rarlos a nuestro
mundo.

·             
Recomendaciones

A los Padres de Familia

Si padece de exceso de dudas, desconfian­zas, celos, se
muestra irritable y piensa que alguien le va a hacer daño o
toma remedios para calmar sus nervios; permanece temeroso,
receloso e inseguro y no tiene amigos, acuda ante un
médico psiquiatra a fin de superar sus dudas, celos,
desconfianzas y no cause más daño en su hogar con
su conducta, pues
quienes tomarán sus mismas actitudes serán sus
hijos al llegar a la adolescencia.Si en casa tiene a uno que va
aislándose, se alimenta en exceso, no desea ni
bañarse o va rechazando los alimentos,-llévelo ante
el médico psiquiatra de su preferencia para evitar que se
profundicen las rarezas de su hijo.

A los Docentes

Si tuviera un educando que siempre está solo, es
lacónico, desconfiado, temeroso y tiene por costumbre
separarse del grupo y busca sentarse en el último asiento,
derívelo de inmediato al psicólogo del plantel o
del centro de salud que está más cerca a ese
colegio; en la fecha existe en el Ministerio de Salud un programa
de salud escolar y adolescentes, donde deben atenderlo, y llame a
sus padres para que intervengan activamente.

2.10 Problemas familiares

Los adolescentes al vivir una etapa de crisis y al tratar de
evadir los problemas, buscan salidas fáciles o formas de
olvidarlos, por ejemplo por medio del alcohol y las drogas.

Muchas veces las adicciones surgen
por problemas dentro de la familia (incomprensión, falta
de comunicación, golpes, maltrato
intrafamiliar, rechazo, padrastros, abandono, falta de recursos
económicos, dificultades escolares, pobreza absoluta
y desamor), al sentir que no son queridos en los hogares, los
adolescentes tienen la impresión de no ser escuchados o
tomados en cuenta.

Caen en un error al tratar de solucionar los conflictos por
medio de las drogas, creyendo que sólo van a ingerir una
vez la sustancia, pero en realidad se genera la costumbre o la
adicción, esto ocasiona que los problemas familiares
aumenten, ya que la droga consumida es más fuerte, y al no
querer o poder dejarla, a veces los adolescentes optan por
abandonar el hogar, convirtiéndose en niños de la
calle, en la que se exponen a riesgos de
gran magnitud como contraer enfermedades, ser golpeados, soportar
abusos, explotación, hambre y abandono. El tiempo que
persista el efecto de la droga en su organismo, es equivalente al
del abandono de sus problemas, después, todo vuelve a la
realidad, las situaciones preocupantes siguen ahí e
incluso aumentan por la adicción generada.

·             
Influencias sociales

También recurren a las drogas cuando se presentan
problemas en su alrededor. Por ejemplo:

Al no ser aceptado por los amigos o una condición para
ingresar a cierto grupo es el ingerir droga, ser como ellos,
imitarlos, hacerles creer que "los viajes" son lo
máximo, o lo peor, caer en la influencia social. Los
adictos pueden hacer los comentarios que quieran sobre la persona
que no está dispuesta a entrar en las drogas; los
adolescentes deben ser muy conscientes de sí mismos y
mantener su postura de decir NO.

Los jóvenes que no quieren consumir la sustancia, deben
saber cuidarse de las amistades que manifiestan insistencia, pues
su obsesión puede ser tan grande que estarán
buscando el momento adecuado para inducirlos, por ejemplo, pueden
disolver la droga en su bebida o en sus alimentos. éstos
esperarán el momento en que haga efecto la droga para
poder dañarlos. Nunca deben aceptar estas cosas por parte
de personas adictas y lo más conveniente es alejarse de
ese tipo de grupos, que suelen llamarse "amigos".

Ser problemático puede ser causa de la influencia de
los compañeros, como hacerlos caer en la delincuencia. Ya
que los robos que son realizados por adictos, no son
primordialmente por cuestiones de hambre, sino por la necesidad
de seguir drogándose. Esto ocasiona tener problemas con
las autoridades y posteriormente ser sometidos a las
cárceles.

Cuando los adictos aún están es sus casas,
presentan depresión y aislamiento mental, lo que provoca
bajo rendimiento o ausentismo escolar y mala comunicación
familiar.

·             
Curiosidad

En ocasiones los jóvenes con una curiosidad insana, por
observar que algunos adolescentes de su edad imitan el acto de
probar y sentir el uso de cualquier droga. Además algunas
drogas como los inhalantes, son de fácil acceso para
ellos, son autorizadas y vendidas a bajo costo en
cualquier abastecimiento, lo que ocasiona ventaja de consumo.

Al aceptar el organismo la tranquilidad y relajación
del efecto de la droga, ocasiona que éste exija el consumo
nuevamente, pero con la misma dosis ya resulta insuficiente, lo
que hace aumentar cada vez más la cantidad para sentir los
mismos efectos, dando paso a la adicción. Algunos
jóvenes que experimentan el sentir de bienestar o el
simple hecho de "andar en un viaje" y que al consumir la droga su
organismo los rechaza de una forma brusca, por lo general
éstas personas no vuelven a intentarlo.

·             
Problemas emocionales

Cuando surgen los problemas en la vida de algunos adolescentes
(regaños, golpes, desconfianza, incomprensión,
conflictos económicos en la familia, padres adictos o
divorciados, dificultad de aprendizaje
escolar, etc.), reflejan una gran depresión emocional, en
la que pueden sentirse llenos de rencor, ira y vergüenza,
por el comportamiento de los padres, amigos o conocidos. Estos
jóvenes buscan la manera de que no les afecte gravemente
en su estado emocional y utilizan una forma de salir de ellos con
ayuda de una adición.

Los problemas generalmente ocasionan en los adolescentes
depresión, sentimiento de culpa, autoestima
baja, evasión de la realidad, desamparo y prepotencia,
ellos piensan que son los causantes del daño y
posteriormente con el uso de las drogas (incluyendo alcohol y
tabaco) creen librarse de las dificultades, aunque no siempre
recurren a las drogas, sino también se presenta en otro
tipo de adicciones como:

·         Comer
demasiado

·         Pasar
mucho tiempo en los videojuegos

·        
Escuchar música

·         Jugar
y apostar
Bailar

·         Ver
televisión

·        
Realizar colecciones de manera obsesiva, entre otros.

Estos últimos, generan una adicción por el uso
frecuente en que recurren a ellos; aunque no son tan
dañinos para la salud, son tomados para salir de las
broncas, como una forma de tranquilizar su cólera.

2.10.1 El adolescente adoptado

La llegada de la adolescencia puede desencadenar la
turbulencia en una familia que había permanecido en calma
durante la niñez. La adolescencia de un niño
adoptado representa, a menudo (pero no siempre), un
período difícil en el que los conflictos naturales
de esta edad se incrementan por la situación de
adopción (se dice que la adopción funciona como un
"amplificador fantasmático"). Y ya que en un apartado
anterior hablábamos del complejo de Edipo, apuntemos
aquí que Edipo fue un niño adoptado, lo que, aun
siendo hijo de rey, no dejó de crearle algunos
problemas…

Se conoce estadísticamente que los hijos adoptados,
tanto si son niños como adolescentes, consultan por
dificultades psicoafectivas de dos a cinco veces más que
sus congéneres no adoptados. En la adolescencia
propiamente dicha, ciertas dificultades aparecen incluso en los
adoptados que conocen su situación desde hace tiempo, que
han sido adoptados a temprana edad, y que hasta ese
momento no habían presentado trastornos importantes. Las
dificultades se generan a tres niveles: en la propia
situación del adolescente, en sus relaciones con los
padres adoptivos y en los temores de éstos frente al
adolescente adoptado. Veamos cuáles son las principales
características en cada uno de estos niveles.

El joven adoptado tiene que integrar en su identidad un doble
árbol genealógico: por un lado, el de los padres
adoptivos y, por otro, el de sus progenitores. En la etapa
adolescente es cuando el chico se plantea más cuestiones
sobre sus padres biológicos: desea recoger información, conocer su estado actual, sus
edades, sus oficios… No es raro que el adolescente adoptado
manifieste su deseo de ver a sus progenitores, pero sin darse a
conocer a ellos, como a través de una "cámara
oculta". De todas maneras, estos deseos acostumbran a no pasar a
la práctica, quedándose en el plano de las
fantasías y de las simples elucubraciones. En algunos
casos en que el adolescente llega a encontrar a sus progenitores,
manifiesta habitualmente un sentimiento confuso de enfrentarse a
extraños. Algunos jóvenes adoptados cuando tienen
dificultades con sus padres adoptivos manifiestan la idea de que
sus progenitores los habrían comprendido mejor.

En esta búsqueda de la identificación, la
ausencia total de información sobre los progenitores puede
generar gran ansiedad. De alguna manera, el adolescente tiene que
autoconvencerse de que no fue rechazado por sus progenitores por
falta de amor, sino únicamente por dificultades materiales. Ya
que, de lo contrario, de creer haber sido un "mal bebé",
un "producto indeseable", puede desarrollar una "identidad
negativa", identificándose con esta supuesta mala parte de
él mismo, comportándose como una persona mala,
reproduciendo así el supuesto abandono inicial y poniendo
al mismo tiempo a prueba los lazos afectivos con los padres
adoptivos.

El saberse elegido por sus padres adoptivos, de haber sido
seleccionado entre otros niños, compensa en parte la
herida en la personalidad (narcisista) del adolescente que se
cree rechazado por sus progenitores. No obstante, esta dualidad
contrastada de imágenes
parentales, de unos padres que acogen y otros que rechazan, hace
que los hijos adoptivos puedan pasar de actitudes de
devoción extrema y gran solicitud hacia los padres
adoptivos, a otras situaciones de vivo reproche y abierta
agresividad. Sin embargo, con frecuencia la conducta del
adolescente adoptado no difiere de la de sus coetáneos no
adoptados; lo que sucede es que puede haber cierta inseguridad en
los padres adoptivos que les hace percibir los conflictos propios
de la adolescencia como un rechazo a ellos.

Desde la óptica
de los padres adoptivos, las expectativas respecto al adolescente
adoptado son diversas. Por un lado, la propia crisis parental
está amplificada en los padres adoptivos. Aquí,
también, la falta de información sobre los
progenitores o algunas informaciones negativas pueden alimentar
en los padres adoptivos temores fantasmagóricos sobre una
eventual herencia
patológica del adolescente. La sexualidad del joven
acostumbra a ser el catalizador de tales fantasías.
Así, por ejemplo, ciertos padres adoptivos temen que el
adolescente tenga una actividad sexual tan desenfrenada como la
que conocen o suponen que tuvo su progenitora, poniéndose
en guardia ante las demandas de autonomía y escarceos
amorosos del joven. También, algunos padres adoptivos que
habían superado la frustración de no poder ser
progenitores, a causa de la esterilidad de la pareja, ven
resurgir sus antiguos e íntimos conflictos a la vista de
la floreciente y vigorosa sexualidad de sus hijos adoptados, y
pueden vivirla como una provocación.

No obstante, todo lo dicho anteriormente no puede ser motivo
de generalización, ya que un gran número de
adolescentes adoptados no plantearán ningún
problema específico de su condición y, sí
plantean problemas, serán los propios de la edad, al igual
que cualquier chico o chica en la etapa
adolescente.         
 (23)

2.10.2 Medios hermanos y hermanastras

·             
Los Hermanos

En una familia pueden existir hermanos por parte de padre y
madre, sólo por parte de madre o sólo por parte de
padre.

Sea cual sea la descendencia, la verdad es que los hermanos
son hermanos entre sí y es esa la relación que los
padres deben alimentar entre sus hijos sin establecer diferencias
que pueden ser causantes no sólo del alejamiento de los
hermanos sino de verdaderas tragedias familiares.

(23) SALVA TIERRA BELEN
"Orientación Psicológica Para La Familia"
PAG. 55

·             
Los hermanos por padre y madre  
                                                                              
     

 Son aquellos que tienen una descendencia materna y
paterna común, muchas veces los padres creen que ello
garantiza un verdadero amor filial.

El sólo hecho de tener un mismo padre y una misma madre
de ninguna manera garantiza un buen vínculo filial entre
los hermanos si es que los padres no cultivan en ellos los
senti­mientos de atención, asistencia, respeto y
cariño con sus hermanos.

Suele suceder en los hogares que existen hermanos por padre o
por madre en que los progenitores se interesan por alejar a los
"medio" hermanos de sus hijos por considerarlos menos que un
pariente, relegándolos al plano sólo de conocidos
como si con ello trataran de "preservar" el amor filial
sólo para los hermanos de padre y madre.

Es común también encontrar padres que motivados
por su sentimiento de culpa por haber abandonado a su hijo
ilegítimo, o por no vivir con él, le prestan mayor
atención y apoyo que a los hijos legítimos
generando entre ellos una rivalidad que en nada favorece la
relación filial y que además generará
problemas en la relación familiar por las preferencias que
puedan darse.

·             
Los "medio hermanos"
      
                                                                      

Son aquellos que son hijos comunes sólo del padre o
sólo de la madre, llamados también hermano por
padre o hermano por madre.

Los medio hermanos suelen ser discriminados tanto por los
hermanos como por la pareja de su padre o de su madre
según sea el caso, por considerarlos "diferentes" a sus
propios hijos; este sentimiento impide que la relación
entre los medio hermanos sea lo natural, cariñosa y
correcta como debiera ser ya que ellos no tienen la culpa de que
su padre o madre hayan muerto, hayan contraído nuevas
nupcias, sean hijos de madre soltera, etc.

Lo que deben tener presente los padres es que los hermanos
necesitan cultivar entre sí un sentimiento y
vínculo familiar que día a día deben
fortalecer para beneficio y seguridad de
todos, sin ningún tipo de distinción entre
sí.

2.10.3 El hijo mayor asumiendo el rol de padre

No siempre los hijos adultos significan una menor
preo­cupación para los padres, ni son un apoyo en
algunos casos, la inadecuada formación recibida en la
infancia y
adolescencia, aflora en esta edad, dañando no sólo
a sus padres sino directa­mente a su hogar cónyuge e
hijos y a todo su entorno familiar.

Sea cual sea la condición de legítimo,
ilegítimo o adoptivo de un hijo adulto su rol debe ser de
apoyo y ejemplo para los demás miembros de la familia.

El hijo adulto bien formado fácilmente cumplirá
las metas establecidas por su hogar y su familia. Sin embargo, a
veces en esta edad los conflictos personales no sólo
desajustan su compor­tamiento sino que se tornan en una
verdadera amenaza contra la tranquilidad y salud mental de
la familia toda.

Muchas veces los últimos años de vida de los
padres son los más amargos debido a la mala
actuación de los hijos adultos.

Los padres esperan que sus hijos adultos sean tan o más
felices que ellos viven pendientes de sus actividades, de sus
éxitos y de sus triunfos o de sus limitaciones y fracasos,
y junto a ellos se alegran o sufren por todo lo que les pasa, sin
embargo cuando un hijo defrauda a su padre, éste siente no
sólo por el golpe que recibe como padre sino por el golpe
que el hijo recibe de sí mismo con su mal
comportamiento.

De igual manera los hijos adultos sufren cuando sus padres
discuten a menudo, se maltratan u optan por separarse o
divor­ciarse, a veces se cree que por ser adultos y tener su
vida y hogar formados le será muy fácil superar las
desavenencias de sus padres, sin embargo los problemas de los
padres repercuten tanto en la vida de los hijos adultos que estos
pierden estabilidad emocional a tal punto que sus propios
matrimonios fracasan o su estabilidad laboral se pierde
debido al trauma sufrido por el problema afron­tado por sus
padres divorcio

2.10.4 El divorcio

Aunque separados, la pareja ya no es una pareja de matrimonio pero
jamás dejará de ser una pareja de padres para sus
hijos. No se puede olvidar que los niños tienen derechos y necesidades
básicas como la alimentación, el alojamiento, el
cuidado cuanto a la salud, la educación, la vestimenta, en
resumen, atenciones de todo tipo. Los niños sólo se
sentirán seguros si existe
un clima de
confianza, respeto, y de afecto con sus padres. Considerando
estos derechos, los padres deberían ofrecer una
educación basada en valores como el optimismo, la
responsabilidad y la familia, brindando a sus hijos con una
convivencia civilizada, integradora y social, observando el
comportamiento de sus hijos y estando a su lado en todas las
horas en las que necesiten y no solo durante las establecidas
visitas. Todo eso, aparte de las obligaciones
económicas para la manutención de todas las
necesidades básicas de los niños.

Muchas veces el divorcio es
una experiencia muy distinta para los
padres que para los hijos, lo que es bueno para los padres no lo
es para los hijos. No hay fundamentos para sostener que la mayor
felicidad del adulto lo volverá necesariamente más
sensible o preocupado por sus hijos. Muchas veces las
circunstancias que enriquecen la vida de un adulto pueden
determinar que se encuentre menos disponible para sus hijos.

El divorcio constituye una segunda oportunidad para los
padres, que pueden vivirlo como la posibilidad de
reconstruir sus vidas, volver a
enamorarse, aprender de errores pasados, crecer
psicológicamente y ser mejores padres. Para los hijos
constituye la pérdida de su estructura
familiar, fundamental para su desarrollo, y
deben acomodarse a nuevos modos de organización familiar.

Aunque separados, la pareja ya no es una pareja de matrimonio
pero jamás dejará de ser una pareja de padres para
sus hijos. No se puede olvidar que los niños tienen
derechos y necesidades básicas como la
alimentación, el alojamiento, el cuidado cuanto a la
salud, la educación, la vestimenta, en resumen, atenciones
de todo tipo. Los niños sólo se sentirán
seguros si existe un clima de confianza, respeto, y de afecto con
sus padres. Considerando estos derechos, los padres
deberían ofrecer una educación basada en valores
como el optimismo, la responsabilidad y la familia, brindando a
sus hijos con una convivencia civilizada, integradora y social,
observando el comportamiento de sus hijos y estando a su lado en
todas las horas en las que necesiten y no solo durante las
establecidas visitas. Todo eso, aparte de las obligaciones
económicas para la manutención de todas las
necesidades básicas de los niños.

·             
Los hijos tras el divorcio

Los hijos, a diferencia de los adultos, no perciben el
divorcio como una segunda oportunidad, y ello forma parte de su
sufrimiento. El divorcio engendra niños hambrientos de
afecto y atención. Para ellos es importante tener buenos
recuerdos del matrimonio de sus padres, necesitan saber que sus
padres se hayan amado alguna vez, con el fin de confirmar lo
bueno que hay en ellos y en su origen.

  El divorcio es una experiencia diferente para los
niños que para los adultos porque pierden algo que es
esencial para su desarrollo: la estructura familiar. La familia
es para el niño la entidad que le brinda el apoyo y la
protección que él necesita. Los hijos sienten que
sus padres son culpables por haber fracasado en una de las tareas
más importantes de la vida, que es la de mantener unidos
el matrimonio y la familia en la pobreza y en
la riqueza, en la dicha y en la desdicha.

La primera reacción del niño ante el divorcio es
la de temor. Experimentan una profunda sensación de
pérdida y tristeza. Durante años los niños
luchan contra sus sentimientos de enojo y tristeza. La
mayoría de niños esperan que sus padres se
reconcilien. Se sienten solos y desamparados. Muchos niños
en edad escolar
se quejan de síntoma psicosomáticos como dolor de
vientre o de cabeza.

La furia del niño está unida a una
sensación de impotencia. Sienten que su opinión no
cuenta, que no pueden influir en ese acontecimiento tan
importante para sus vidas. Muchos niños se sienten
culpables y otros consideran que es su deber tratar de recomponer
el matrimonio. Surgen también conflictos de lealtad hacia
cada uno de los padres frente al otro.

Cuando uno de los progenitores abandona al otro, los
niños lo interpretan como si les abandonaran a ellos.
Muchas adolescentes se ven impulsadas, por cariño y
compasión, a identificarse con el padre o la madre
rechazados.  Al crecer, temen emplear la palabra amor
porque las relaciones son inciertas y desconfían de los
compromisos porque sus padres rompieron el suyo. Los hijos del
divorcio suelen postergar tener hijos hasta estar seguros que su
matrimonio funciona bien.

 La aparición de una nueva pareja de la
madre/padre le plantea al hijo el conflicto de si es ser desleal
a su padre/madre llevarse bien con ella. La relación de la
nueva pareja con los hijos se construye con innumerables
transacciones y respuestas, a través de las cuales, el
niño percibe que la otra persona se interesa por
él.

Algunas adolescentes pueden encontrar en su madrastra una
amiga y aliada. Los hijos desean que la madrastra haga feliz al
padre, que los reciba cordialmente y que no los haga sentir
intrusos.

 Para superar el divorcio de los padres, los hijos
tendrán que reconocer que sus padres son seres humanos que
pueden cometer errores, y respetarlos por sus esfuerzos y coraje
por recurrir a una solución moral y socialmente
aceptable.

Eso significa que muchos niños (los hijos)
estarán ingresando en situaciones para las cuales no
están preparados. Y aunque pensemos que es mejor que la
pareja se separe que continúen viviendo situaciones
conflictivas de convivencia, indudablemente, una
separación afectará a sus hijos. En todo caso, si
el niño está viviendo situaciones no
idóneas, por ejemplo, de constantes peleas, discusiones,
que terminan en maltrato, problemas de alcoholismo o drogas, y
que el ejemplo de su padre y/o madre no sea el más
adecuado, será más beneficioso para él que
sus padres se separen.

Esta comprobado que el niño sufre mucho más en
situaciones en que los padres son infelices juntos que cuando
deciden vivir separados. Los niños quieren sentir que sus
padres son felices. Es importante considerar que al tomarse la
decisión de separarse que se analice primero la
relación con los hijos, los cambios que éstos
pueden sufrir, las razones que tendrán que presentar a los
hijos, y sobretodo que su decisión no afecte ni comprometa
a las necesidades básicas de los niños. El
niño continuará necesitando de cariño, de
cuidados, de atención, de apoyo, comprensión,
etc.

2.10.5 Los Adolescentes y el "Huir de Casa"

"Me voy a ir de la casa. Ya no aguanto a mis padres porque no
me entienden… Me quieren seguir tratando como un niño,
no me tienen confianza, no me dejan en libertad",
decía un adolescente a uno de sus amigos, lo decía
de corazón porque lo sentía, sin ponerse a pensar
si su propuesta era realista, sin analizar las consecuencias y,
desde luego, sin un plan
correcto.

Muy probablemente, por la mente de todo adolescente,
especialmente de los varones, ha cruzado la idea, aunque sea
momentánea, de huir de casa.

En la mayoría de los casos, es una idea vaga e
idealizada. No saben a donde van a ir, ni que van a hacer, pero
lo ven como un ideal.

Incluso a veces llegan a comentarlo con sus amigos o lo
plantean como una amenaza ante los padres.

Cuando este tipo de ideas se manifies­ta, aunque sea
indirectamente, es un síntoma que pone en evidencia el
he­cho de que el adolescente está cam­biando y se
siente incomprendido.

·             
Una estructura mental cuestionadora

Ese increíble plan de escape no es otra cosa más
que una manifestación de que el adolescente ha cambiado,
no solo en su aspecto físico, sino fundamental­mente
en su estructura mental, en su manera de ver la vida y en la
forma como juzga al mundo de los adultos.

Las reglas fijadas por los padres y maestros, que antes eran
simplemente aceptadas, toleradas o en algunos ca­sos retadas,
ahora son fuertemente cuestionadas.

·             
La interpretación equivocada

Muchos padres, al ver que sus adoles­centes quieren
más libertad y al sen­tirse cuestionados por ellos,
piensan que sus hijos ya no los nece­sitan tanto.

Sin embargo, en rea­lidad los necesitan tanto o más
que antes, pero de una manera diferente.

La adolescencia requiere que los pa­dres utilicen enfoques
diferentes para dirigirse a sus hijos, debido a que el esquema
que antes utilizaron y que les dio muy buenos resultados ya no
les va a funcionar.

Al contrario de lo que muchos podrían pensar, el nivel
económico no tiene nada que ver en estos casos,
adoles­centes de todos los estratos sociales huyen de sus
hogares o están expues­tos al peligro de hacerlo 
  

·             
Pero… ¿Por qué huyen de casa?

Las razones por las cuales un niño o adolescente se va
del hogar va­rían, pero algunas sobresalen.

Aquí hay algunas causas comunes por qué los
jóvenes huyen:

§        
Están tratando de escapar de un abuso físico,
sexual o emo­cional

§         Muchos
huyen en busca de aventura

§         Algunos
sienten mucha presión en
el hogar por sobresalir o ser perfectos

§         La
muchacha termina embara­zada y huye por temor o
ver­güenza

§        
Problemas en el hogar y los hi­jos no se entienden con sus
padres

§         Hogares
donde ha existido un divorcio o separación de los
padres

§         Existe
rebelión de parte del menor y no quiere aceptar la
autoridad de los padres

§         El
joven se siente vacío e inse­guro por el descuido de
los padres. Huye con un novio que promete amarle, cuidarle y
preocuparse por ella.

§         Hijos
con algún tipo de resen­timiento huyen para herir o
ven­garse de sus padres.

·        
¿Qué hacer para que no huya?

Los padres deben de entender que el enfoque de "Te voy a dar
un premio o te voy a castigar" no va a funcionar para toda la
vida. En ocasiones, cuando ve que eso ya no les hace mella,
tienden a poner reglas todavía más estrictas y
hacerse cada vez más exigentes, y lo único que
están haciendo es fabricar una "olla de presión",
que tarde o temprano va a explotar.

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