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Situación de la mujer y diferencias de género en el mercado laboral para el aglomerado Gran Córdoba (página 2)



Partes: 1, 2

Ø  INDICADORES DEL MERCADO LABORAL:
TENDENCIAS

La tasa de actividad, que expresa la relación
entre las personas económicamente
activas[3] y el total de población de una jurisdicción,
muestra una
creciente participación femenina en el mercado de trabajo para
el Aglomerado Gran Córdoba. A pesar de que las diferencias
de intervención en el mismo entre varones y mujeres
tienden a reducirse, las mismas continúan siendo
considerables, superando la participación masculina en
más de quince  puntos porcentuales para todo el
período analizado.

Tabla 1: Aglomerado Gran
Córdoba

Evolución quinquenal de la tasa de
actividad por sexo
(%)

Período 1985 –
2005[4]

Fuente: Elaboración propia con base en
la Encuesta
Permanente de Hogares

Una consecuencia derivada del incremento de la tasa de
participación femenina es que, si bien, por un lado,
aumenta el aporte económico que las mujeres realizan a sus
hogares, por el otro, acentúa las desigualdades existentes
entre ellas y los hombres, puesto que éstas deben asumir
el mayor peso de la distribución de carga dentro de hogar
(trabajan dentro y fuera de la casa).

En cuanto a la evolución de la composición de la
fuerza laboral
femenina por grupos de edad,
se observa que la incidencia del grupo de 15 a
24 años no ha sufrido importantes variaciones entre los
años 1985 y 2005. No puede hacerse la misma lectura
 si se analizan las edades superiores, en donde generalmente
se ha manifestado una marcada tendencia al crecimiento de la
participación laboral. De esto se deduce una
prolongación del tiempo de
permanencia de la mujer en el
mercado de trabajo, incluso aún durante todo el
período reproductivo, que implica la tenencia y crianza de
los hijos.

Tabla 2: Aglomerado Gran
Córdoba

Evolución quinquenal de la tasa de
actividad femenina para algunos grupos de edad (%)

Período 1985 – 2005

 

Fuente: Elaboración propia con base en
la Encuesta Permanente de Hogares

La tasa de desocupación, definida a partir del
cociente entre el número de desempleados y la
población económicamente activa, experimentó
en ambos casos, un importante incremento en el período
1990-1995, para luego marcar una tendencia decreciente. Hay que
destacar que,  a partir de 1995, las cifras son
sensiblemente superiores en el caso femenino, lo cual es
indicativo de las mayores dificultades que tienen las mujeres
para conseguir empleo.

Tabla 3: Aglomerado Gran
Córdoba

Evolución quinquenal de la tasa de
desempleo por
sexo (%)

Período 1985 – 2005

Fuente: Elaboración propia con base en
la Encuesta Permanente de Hogares

Con relación a esto último, debe aclararse que
existen diversos factores de origen estructural a los cuales
obedece el desempleo femenino: 1) el insuficiente dinamismo para
absorber la mano de obra en aumento; 2) la segmentación ocupacional, que en ocasiones
limita la gama de tareas por las que puede optar una mujer; 3) la
percepción generalizada por parte de los
empleadores de que el trabajo
femenino tiene mayores interrupciones a causa del embarazo y la
crianza; y 4) la falsa idea – cada vez menos difundida − de
que el aporte de la mujer no es
fundamental en los ingresos
familiares.

En lo que respecta a la tasa de desempleo femenino por tramos
etarios, se registra para todos los casos una tendencia al
descenso a partir de 1995. No obstante, cabe mencionar que,
históricamente, los mayores porcentajes de desocupación se presentan entre las
más jóvenes.

Tabla 4: Aglomerado Gran
Córdoba

Evolución quinquenal de la tasa de
desempleo femenina para algunos grupos de edad (%)

Período 1985 – 2005

Fuente: Elaboración propia con base en
la Encuesta Permanente de Hogares

La tasa de subocupación
horaria[5]
, si bien muestra un comportamiento
decreciente en ambos casos para las mediciones posteriores a la
crisis
socioeconómica del 2001, exhibe para las mujeres cifras
que prevalecen siempre sobre las masculinas. Esto implica que es
más frecuente encontrar, dentro del grupo de las mujeres,
a quienes  trabajan menos de 35 horas semanales por causas
involuntarias y que están deseosas de trabajar más
tiempo.

Gráfico 1: Aglomerado Gran
Córdoba

Evolución de la tasa de
subocupación horaria por sexo (%)

Período 2003-2006

Fuente: Elaboración propia con base en
la Encuesta Permanente de Hogares

Ø  INGRESOS

El ingreso de la ocupación principal de un trabajador,
operacionalizado por la Encuesta Permanente de Hogares en
términos de la retribución por la actividad
económica que desempeña por mayor cantidad de
horas, se plantea como una variable relevante al momento de
abordar las diferencias de género
existentes en el mercado laboral. En este sentido, el
gráfico a continuación muestra que las mujeres
asalariadas perciben, en general, un monto inferior al de los
hombres, destacándose un mayor porcentaje de presencia
femenina en los primeros 3 (tres) deciles[6]. A
partir del cuarto decil, se registra una prevalencia de los valores
masculinos.

Merecen especial consideración, las cifras obtenidas
para las empleadas femeninas sin ingresos, que superan a las
masculinas en igual situación, ya que constituyen un
indicativo adicional de la mayor precarización con que las
mujeres ejercen la actividad económica.

Gráfico 2: Aglomerado Gran
Córdoba

Obreros y empleados por sexo y decil de
ingreso de la ocupación principal (%)

Año 2006[7]

Fuente: Elaboración propia con base en
la Encuesta Permanente de Hogares

A nivel de estratos, puede observarse que la
diferencia en la proporción de varones y mujeres por decil
de ingresos es mayor en el Estrato I, para luego hacerse
más pequeña en el Estrato II. Por último, en
el Estrato III las distancias comienzan a acentuarse
nuevamente.[8]

Las diferencias de ingresos existentes entre hombres y mujeres
confirman la discriminación salarial que padecen estas
últimas. La brecha de ingresos constituye otro
indicador interesante para cuantificar estas
disparidades[9].

Al analizar la evolución de la brecha de ingresos por
sexo, se registra que las diferencias fueron minimizándose
entre los tres primeros años de la serie estudiada, para
luego comenzar a acentuarse nuevamente, llegando a 0,81 en el
2005. Si la misma se considera teniendo en cuenta la jefatura del
hogar durante el mismo período, se infiere que la
situación de la mujer se presenta cada vez más
desfavorable (en el último año de medición la mujer ocupada plena – es decir
aquella que destina al trabajo entre 35 y 45 horas a la semana –
percibía un 40% menos del salario del
hombre con
idéntica dedicación horaria).

Tabla 5: Aglomerado Gran
Córdoba

Evolución quinquenal de la brecha de
ingresos por sexo y jefatura del hogar

Período 1985 – 2005

Fuente: Elaboración propia en base a
datos de la
Encuesta Permanente de Hogares

Un dato que complementa la lectura
anterior es que cuando la brecha se calcula para el grupo de los
asalariados, en el año 2005 se registra que por cada peso
que percibía por un hombre en concepto de la
ocupación principal, la mujer ganaba $0,84, es decir, un
16% menos.

Por otro lado, si se consideran las disparidades teniendo en
cuenta la calificación de la tarea realizada, se observa
que las mismas se potencian a medida que la tarea exige menor
nivel de conocimientos. Procesamientos efectuados para el
año 2005 permiten corroborar esto, al arrojar las
siguientes brechas por sexo: 0,85 en el nivel profesional, 0,83
en el técnico, 0,80 en el operativo y 0,71 para los
empleos sin calificación.

Finalmente, es importante describir lo que ocurre con la
brecha de ingresos cuando se tiene en cuenta el nivel educativo
de los ocupados. En primer lugar, se destaca que las diferencias
tienden a acentuarse en el caso de los trabajadores que presentan
menor grado de instrucción. Sin embargo, si se revisan los
datos que corresponden a la evolución temporal, las cifras
marcan oscilaciones, aunque siempre en detrimento femenino.

Tabla 6: Aglomerado Gran
Córdoba

Evolución quinquenal de la brecha de
ingresos por sexo para algunos niveles de
instrucción

Período 1985 – 2005

Fuente: Elaboración propia en base a
datos de la Encuesta Permanente de Hogares

Ø  ESTABILIDAD Y FORMALIDAD EN EL EMPLEO.
DERECHOS Y
BENEFICIOS DELTRABAJADOR

Un aspecto relacionado con la formalidad en el empleo es la
realización del descuento jubilatorio por parte de los
empleadores. Con base en los datos que figuran en el siguiente
gráfico, puede concluirse que independientemente del sexo,
los niveles de empleo no registrado han manifestado una notable
caída en los últimos años.

Gráfico 3: Aglomerado Gran
Córdoba

Obreros o empleados sin descuento
jubilatorio por sexo (%)

Período 2003-2006

Fuente: Elaboración propia con base en
la Encuesta Permanente de Hogares

A pesar de lo afirmado anteriormente, conviene hacer algunas
observaciones al respecto. Históricamente, el porcentaje
de mujeres obreras o empleadas sin descuento jubilatorio ha
superado al de varones en igual situación. Aunque a partir
del año 2004 las diferencias se redujeron, las mismas
volvieron a acentuarse notoriamente en el último
año del período de medición analizado.

La continuidad laboral, abordada a partir de la existencia de
un momento de finalización en el empleo, constituye un
dato estrechamente vinculado a las condiciones que hacen a la
estabilidad laboral. A pesar de que tanto para uno y otro sexo
existe un gran porcentaje de personas que no tiene asignada una
fecha de finalización del trabajo, la cifra en mujeres
supera a la de varones en un 3,2%. Otra categoría que
resulta interesante comentar es la que denota incertidumbre
acerca del término del empleo, puesto que también
en este caso se registra un mayor porcentaje para las
mujeres.

Tabla 7: Aglomerado Gran
Córdoba

Obreros o empleados por sexo según
existencia de tiempo de finalización en el empleo

Año 2006

Fuente: Elaboración propia con base en
la Encuesta Permanente de Hogares

Notas: Se excluyen los asalariados ocupados en
el  servicio
doméstico. (*) Comprende changas, trabajos transitorios,
por tareas u obras, suplencias, etc. (**) Comprende empleos
permanentes, fijos, estables y de planta.

Si se hace referencia a la duración del empleo de
aquellas personas que no poseen continuidad laboral, no puede
dejar de mencionarse que en general, existe un alto
porcentaje

– 47,9% para varones y 53,5% para mujeres – de obreros o
empleados que ignora la fecha de finalización del contrato del
trabajo.

Por lo que se respecta a aquellos derechos a los cuales puede
tener acceso un trabajador por el solo hecho de tener esa
condición, el gráfico a continuación muestra
la distribución de los beneficiarios según 
tipo de derecho y sexo.

Gráfico 4: Aglomerado Gran
Córdoba

Obreros o empleados por sexo según
acceso a derechos del trabajador

Año 2006

Fuente: Elaboración propia con base en
la Encuesta Permanente de Hogares

Como puede observarse la proporción de
varones con derechos efectivizados de  cualquier tipo
(vacaciones pagas, aguinaldo, días pagos por enfermedad y
obra social) supera a la de las mujeres en todos los casos. Esto
último confirma más aún las desventajas
existentes en el mercado laboral para las últimas.

De la lectura del gráfico anterior resulta
significativo destacar la relevancia que tienen las cifras
referidas a la cobertura en materia de
salud. A pesar de
las diferencias que puedan analizarse entre varones y mujeres,
existe un alto porcentaje de población asalariada que
carece de este derecho considerado de suma importancia en la vida
de todo trabajador.

La Encuesta Permanente de Hogares indaga además por
aquellos empleados que no perciben ninguno de los derechos
mencionados anteriormente. También  en este caso se
registra la mayor precariedad con que las mujeres
desempeñan la actividad económica: mientras que el
40,7% de las mismas afirmó carecer de estos derechos, en
el caso de los hombres la cifra fue inferior en un 3,5%.

Con relación a ciertos beneficios en especie que los
asalariados suelen percibir como parte de pago por su trabajo,
cabe mencionar que es mayor el porcentaje de mujeres (16,6%) que
reciben comida gratis que el de hombres (12,5%). Un supuesto muy
fuerte en relación a esta lectura es que muchas de ellas
se desempeñan como empleadas domésticas, y que en
ocasiones residen junto con los hogares para los cuales trabajan.
Otras contraprestaciones tales como vivienda, productos o
mercaderías, automóvil, teléfono celular, pasajes, etcétera,
no adquieren mayor relevancia, dado que en ningún caso
(masculino o femenino) superan el 5,0%.

Ø  EL SERVICIO DOMéSTICO EN EL
AGLOMERADO GRAN CÓRDOBA

La tabla a continuación muestra que los varones
ocupados se concentran principalmente en actividades ligadas a la
construcción, el comercio, la
industria
manufacturera, la intermediación financiera, las
actividades empresariales y de alquiler, así como
también las vinculadas al transporte, el
almacenamiento y
las comunicaciones. Las mujeres en cambio, se
concentran en el comercio, el servicio doméstico, la
enseñanza y los servicios
sociales y de salud.

Como puede observarse, se destacan las diferencias de
género halladas en la rama del servicio doméstico,
la cual está representada por mujeres prácticamente
en su totalidad: aproximadamente 19 de cada 100 están
ocupadas en esta actividad, mientras que para los hombres, la
relación es de 1 cada 200.

Tabla 8: Aglomerado Gran
Córdoba

Ocupados por sexo según rama de
actividad (%)

Año 2006[10]

Fuente: INDEC – EPH Continua

Nota: Rama de Actividad codificada con el
Clasificador de Actividades para Encuestas
Sociodemográficas (CAES). Este clasificador es coincidente
a primer y segundo dígito con la CIIU Rev.3.  "Otras
ramas" incluye  "Suministro de electricidad,
gas y agua"
y   "Organizaciones y
órganos extraterritoriales".

En los últimos
años, se observa una creciente participación del
rubro "Servicio Doméstico" en el total de ocupadas.
Si se analiza el perfil de quienes se desempeñan esta
actividad, se encuentra que, en general, se trata de mujeres de
mediana edad (40 años, en promedio), con bajos grados de
instrucción (54,0% tiene sólo hasta la primaria
completa; en cambio, el 74,6% de las mujeres ocupadas en otras
actividades tiene por lo menos el ciclo medio completo) y en el
52,6% de los casos sin pareja. Sólo el 25,0% de las mismas
tiene 30 años o menos, lo que permite corroborar el
supuesto de que, en los últimos tiempos,  el acceso a
mejores niveles de educación preparan a
las más jóvenes para obtener otro tipo de trabajo.
Por otra parte, prácticamente la totalidad (99,4%) es
asalariada, mientras que las restantes se definen como
cuentapropistas.

Gráfico 5: Aglomerado Gran
Córdoba

Evolución de la incidencia de las
ocupadas en el servicio doméstico en el total de ocupadas
(%)

Período 2003 – 2006

Fuente: Elaboración propia con base en
la Encuesta Permanente de Hogares

Con respecto a la intensidad con que las integrantes de
este grupo realizan su labor, medida en términos de la
cantidad de horas que destinan semanalmente al trabajo, en
general, trabajan menos tiempo que el resto de las ocupadas.
Sólo el 16,2% de las mismas está ocupado más
de 45 horas semanales; mientras que en otras ocupaciones el
porcentaje de mujeres en igual situación asciende a
26,2%.

A nivel de ingresos, las trabajadoras de la rama,
constituyen las mujeres en mayor situación de precariedad
salarial: por un lado, una mujer dedicada al servicio
doméstico percibe $ 0,33 por cada peso remunerado a las
ocupadas en los rubros restantes; por el otro, una mujer afectada
al servicio doméstico, recibe $ 0,57 por cada peso abonado
a una mujer que desempeña cualquier otra actividad no
calificada. Por lo tanto, las mujeres de este rubro constituyen
las más discriminadas en materia salarial, si se las
compara con los hombres ocupados y con el resto de las mujeres
trabajadoras.

En lo que refiere a ciertos beneficios que suelen percibir
los trabajadores, se obtuvieron las siguientes conclusiones para
las asalariadas del servicio doméstico:

Ø  El 57,5% recibe comida gratis en su
lugar de trabajo.

Ø  El 11,0% recibe otro tipo de bienes, tales
como los pasajes para desplazarse hacia el lugar de trabajo, y
viceversa.

Ø  Sólo el 2,5% percibe algún
producto o
mercadería como parte de pago por su actividad
económica.

Ø  Únicamente el 1,7% tiene acceso a
una vivienda gratis por el mismo motivo.

Ø  Poco más de la mitad (51,4%) no
tiene ninguno de estos beneficios.

Con relación a algunos derechos considerados
inherentes a todo trabajador, estas mujeres se encuentran
altamente desprotegidas en varios aspectos. En primer lugar,
solamente el 11,6% de las empleadas tiene obra social. En segundo
lugar, en materia de seguridad
provisional, al 9,9% se le practica descuento jubilatorio,
mientras que el 1,9% realiza los aportes por sí mismo. En
tercer lugar, sólo el 16,8% goza de aguinaldo. Por
último, el 11,9% tiene días pagos por
enfermedad.

Finalmente, cabe mencionar la informalidad con que estas
mujeres perciben el ingreso proveniente de la ocupación
que desempeñan, ya que prácticamente 86 de cada 100
no recibe ningún tipo de comprobante al momento de obtener
su paga.

CONCLUSIONES

El estudio del mercado laboral  y las diferencias de
género  que se presentan es de suma importancia por
distintas razones. Por un lado, aporta conocimientos a la
línea de investigación latinoamericana en
relación a esta temática. Por el otro, puede
constituirse en una herramienta eficaz para la planificación de políticas
públicas que tiendan a  mejorar la situación
actual de la mujer en materia de empleo. Por tal motivo,
este trabajo se basa en un análisis descriptivo de las principales
tendencias en materia de discriminación laboral hacia la mujer.

En los últimos años se observa una creciente
participación femenina en los puestos de trabajo; no
obstante,  es notable que las tasas de desempleo de las
mujeres superen a la de los hombres. Una de las causas de esta
disparidad se debería, en principio, a la creencia
establecida de que "la mujer en el mercado laboral implica
más costos si
está en su edad reproductiva, casada y con hijos".

Además, existen considerables diferencias en la
formalidad de los empleados según género. En este
sentido, las mujeres se encuentran en mayor situación de
precariedad laboral. Sin embargo, las mayores discriminaciones se
observan al efectuar el cálculo de
las brechas de ingreso, ya que aunque se trate de mujeres que
tengan el mismo nivel de instrucción que los hombres,
asuman la jefatura del hogar, desempeñen tarea con igual
calificación o trabajen semanalmente la misma cantidad de
horas,  el nivel de salarios
femeninos es comparativamente inferior al de los varones del
aglomerado.

Cabe destacar a las mujeres afectadas al servicio
doméstico como actividad económica,  por ser
la tarea más desvalorizada y de más bajo prestigio
dentro del mercado de trabajo. Debido a su carácter aislado, esta ocupación
coloca a quienes la ejercen fuera del circuito en el que se
presentan las oportunidades de mejores condiciones de empleo, a
la vez que les presenta ingresos considerablemente inferiores a
los de las restantes mujeres que ocupan otros puestos, incluso
los no calificados.

Si bien la Encuesta Permanente de Hogares tiene limitaciones
en lo que respecta a estudios de tipo cualitativo − como
por ejemplo la realización de estudios con variables
actitudinales − es posible, a través de su
instrumento de recolección,  captar algunas de
diferencias de género que se manifiestan en el mercado de
trabajo. Debido a esto, se considera que aún queda mucho
por investigar, ya que son numerosas las ventajas que ofrece un
relevamiento de esta índole, una de las cuales es,
básicamente, estar a disposición de cualquier
investigador.

BIBLIOGRAFÍA
CONSULTADA

ANDER, R., MALKAS, H. y KORTEN, A.: Gender – based
ocupational segregation in the 1990´s
,
Declaration/WP/16/2003, INTERNATIONAL LABOUR OFFICE, 2003.

ARRIAGADA, Irma: "Realidades y mitos del
trabajo femenino urbano en América
Latina". En Serie Mujer y Desarrollo
21
, Santiago de Chile, Comisión Económica par
América
Latina y el Caribe. 1997.

GÓMEZ LUNA, María Eugenia: Cuenta
satélite de los hogares. Valoración del trabajo
doméstico no pagado. El caso de México

Santiago de Chile, OPS/OMS FONASA, 2001.

RICO, María Nieves: "Consecuencias
socioeconómicas y demográficas del descenso de la
fecundidad; participación laboral de la mujer". En
Sección 7, Seminario de
fecundidad en América y el Caribe,
¿Transición o revolución?
, 2003.

"Indicadores
para el seguimiento de Conferencias Internacionales". Disponible
en Internet:
http://www.eclac.cl/celade/indicadores/default.htm

Autoras:

María Antonieta Montes

Eleonora Rojas Cabrera

[1] Para la Encuesta Permanente de Hogares,
el  Aglomerado Gran Córdoba comprende las
localidades  de Córdoba, Villa Allende y
Saldán.

[2] La segregación ocupacional
está relacionada íntimamente con prejuicios
culturales establecidos y generalizados. Algunos tipos de
puestos deben ser ocupados por mujeres dadas sus
características culturales y otros por los
hombres. 

[3] La población
económicamente activa comprende a las personas que
tienen ocupación (ocupados) y a las que sin tenerla,
la están buscando activamente (desocupados).

[4] Las mediciones hasta el año 2000
inclusive, corresponden a las ondas del
mes de Octubre; mientras que para el año 2005 se
analizan los datos del segundo semestre.

[5] Una persona se
define como subocupada horaria cuando, teniendo
ocupación, trabaja menos de 35 horas semanales por
causas ajenas a su voluntad y está dispuesta a
trabajar más horas.  La tasa de
subocupación horaria expresa la cantidad de
subocupados por cada cien personas económicamente
activas.

[6] La distribución decílica
del ingreso de la ocupación principal divide a la
población en 10 (diez) partes iguales denominadas
"deciles", que agrupan a los ocupados de menor a mayor
retribución. De esta forma, el Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos – INDEC −
realiza las siguientes divisiones: Estrato I (bajo), que
comprende los cuatro (4) primeros deciles; Estrato II
(medio), que abarca desde el quinto al octavo decil,
inclusive; finalmente, el Estrato III (alto) se conforma con
los últimos dos (2) deciles.

[7] Los datos corresponden a la
medición efectuada durante el primer semestre del
año 2006.

[8] En el primer semestre del año
2006, los primeros cuatro deciles representan a la
población con ingresos mensuales de $10 a $550. Los
deciles quinto a octavo corresponen a la población
ocupada con ingresos de $550 a $1200. Finalmente, los
últimos dos deciles contienen a la población
cuyo ingreso proveniente de la ocupación principal
supera los $1200.

[9] La brecha de ingresos se define a
partir del cociente entre el ingreso medio femenino y el
masculino. La misma expresa la proporción de unidad
monetaria percibida por una mujer por cada unidad monetaria
de retribución a un hombre. 

Cabe aclarar que todas las brechas presentadas en este
informe
fueron calculadas considerando a las personas ocupadas
plenas, es decir, aquellas que trabajan entre 35 y 45 horas
semanales, a los efectos de suavizar la incidencia que
pudieran tener las horas trabajadas en el total de ingreso
retribuido por la actividad económica principal.

[10] La totalidad de los cuadros presentada
en este apartado corresponde a las mediciones efectuadas para
los segundos semestres de cada año.

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