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Alimentos transgénicos: aspectos bioéticos sobre su uso  (página 2)



Partes: 1, 2

A nivel mundial

Durante siglos, se utilizó la similitud  familiar
para mejorar la productividad de
plantas y
animales.
Cuando se cultivaban  plantas se seleccionan, por su mayor
tamaño, fortaleza, y por ser menos proclives a padecer
enfermedades, de
esta forma se creaban híbridos mejores. No se pensaba que
en ese momento se estaba practicando una forma rudimentaria de
ingeniería genética.

El objetivo
perseguido era buscar nuevas maneras de incrementar la
productividad al tiempo que se
reducían los costos.  Los
primeros agricultores seleccionaban los cultivos más
fuertes, más resistentes a enfermedades, o más
rendidores, conservando la mejor semilla de la mejor planta para
el año siguiente. Se estaban aplicando los principios de la
fitotecnia, desarrollada más tarde, cuando las leyes de la
herencia son
descubiertas por Mendel. Hacia
los años ´30 la fitotecnia dio lugar al desarrollo de
los primeros cultivos híbridos, lo que produjo un gran
aumento en la producción.

Se tuvo que esperar al desarrollo de la genética y
al  conocimiento
de los mecanismos de la evolución biológica por selección
natural para que se practicara una mejora y una selección
sistematizada. Fue la Revolución
Verde, en la que los procedimientos
eran sistemáticos y se recurría a la
tipificación  de la variabilidad natural, el uso de
la mutación, la recombinación sexual por
cruzamiento, la hibridación con especies próximas,
y por último la selección de la progenie. Esta
etapa que culmina en los años setenta del siglo pasado,
condujo a la obtención de  plantas, muchas veces
híbridos, con características como frutos
más grandes, mayor contenido en sustancias 
nutritivas, crecimiento más rápido, etc.

Como consecuencia de esto, se obtuvieron plantas de alta
productividad, muy homogéneas, a veces estériles,
con claras ventajas desde el punto de vista de la
producción y de una agricultura
basada en tecnologías modernas y economicas.

La contracara de esta metodología no tardó en aparecer: en
primer lugar, por tratarse de cultivos  que suelen requerir
fertilizantes  y plaguicidas, y en segundo lugar, por
encontrarse la tecnología  en
manos de los países desarrollados. Así los
países del tercer mundo veían aumentar sus
cosechas, a veces de forma muy importante, pero al costo de 
hacerse económicamente  y tecnológicamente
dependientes  de países ricos. Además
surgió un nuevo efecto negativo: la erosión
genética, es decir, la pérdida de variabilidad
genética que se produce en las especies cultivadas de
muchos países  agrícolamente
dependientes  al verse desplazadas las variedades
autóctonas por las foráneas  de alta
productividad.

La era de los denominados "alimentos
transgénicos" para el consumo humano
directo se abrió el 18 de mayo de 1994, cuando la Food and
Drug Administration (FDA) de Estados Unidos
autorizó la comercialización del primer alimento con un
gen "extraño", el tomate
"Flavr-Savr", obtenido por la empresa
Calgene, con maduración retardada. Las semillas para el
cultivo de alimentos
transgénicos son desarrolladas, producidas y
comercializadas por empresas
multinacionales, entre ellas se destacan Dupont, Monsanto,
Novartis, Aventis y Limagrain. Los vegetales transgénicos
más importantes para la industria
alimentaria son por el momento, la soja resistente
al herbicida Glifosato y el maíz
Bt.

El primer cultivo transgénico liberado comercialmente
en la Argentina, en 1996, fue la soja tolerante al herbicida
glifosato. Con posterioridad a esa fecha se han aprobado
variedades transgénicas de maíz y de algodón
con tolerancia a
herbicidas y resistencia a
insectos.

El gobierno
argentino ha promovido la ingeniería
genética en forma tal que se ha convertido en el
segundo productor mundial de organismos vegetales
genéticamente manipulados, después de Estados
Unidos. Gran cantidad de alimentos contienen ingredientes
modificados genéticamente. Se calcula que el 60% de los
alimentos procesados contienen soja y durante la última
cosecha este cultivo cubrió el 90% de la producción
total con transgénicos con lo que es altísima la
probabilidad
de estar consumiendo, sin saberlo, soja transgénica.

Los beneficios de la Ingeniería Genética, han
sido contrastados con las preocupaciones surgidas de los
consumidores sobre la seguridad de los
productos
transgénicos. Las discusiones se han centrado en los
posibles riesgos
impredecibles de estos alimentos, tanto para la salud humana o animal como
para el medioambiente.

Dada la enorme complejidad del código
genético, incluso en organismos muy simples tales como
bacterias,
nadie puede predecir los efectos de introducir nuevos genes en
cualquier organismo o planta, ni el alcance de los nocivos
efectos para la salud sobre cualquier persona que lo
ingiera. Esto sucede debido a:

·             
Que el gen transpuesto podría reaccionar de manera
diferente cuando funcione dentro del huésped.

·             
Que la estructura
genética original del huésped se puede
desorganizar

·             
Que los genes del huésped y el gen transpuesto combinados
tienen efectos imprevisibles.

Sin embargo, a medida que crece el debate sobre
la seguridad de los OGM, no se han evidenciado todavía
problemas
específicos, y es por ello que actualmente se habla de
riesgos "potenciales". Aunque otros autores  opinan que
sí se puede hablar de riesgos demostrados debido al
consumo de alimentos transgénicos. En todo caso
habría que  evaluar cuan compensados están los
riesgos potenciales por los beneficios obtenidos en los cultivos,
también potenciales en muchos casos (como la
reducción del uso de pesticidas químicos,
disminución de costos y mejoramiento del valor
nutricional).

Beneficios obtenidos en vegetales en
particular

1. SOJA.- La inclusión de genes vegetales,
animales o bacterianos da lugar a la síntesis
de proteínas
específicas. La soja resistente al herbicida glifosato,
conocida con el nombre de "Roundup Ready" y producida por la
empresa
Monsanto contiene un gen bacteriano que codifica el enzima
5-enolpiruvil-shikimato-3-fosfato sintetasa. Este enzima
participa en la síntesis de los aminoácidos
aromáticos, y el propio del vegetal es inhibido por el
glifosato; de ahí su acción
herbicida. El bacteriano no es inhibido.

2. MAIZ.- El maíz resistente al ataque de
insectos contienen un gen que codifica una proteína del
Bacillus thuringiensis, que tiene acción
insecticida al ser capaz de unirse a receptores
específicos en el tubo digestivo de determinados insectos,
interfiriendo con su proceso de
alimentación y causando su muerte. La
toxina no tiene ningún efecto sobre las personas ni sobre
otros animales.

La utilización de plantas con genes de resistencia a
insectos y herbicidas permite reducir la utilización de
plaguicidas y conseguir un mayor rendimiento. También se
ha obtenido un vegetal con un aceite de
elevado contenido en ácido laúrico, mediante la
inserción del gen que codifica una tioesterasa de cierta
especie de laurel. Los vegetales resistentes a virus se
consiguen haciendo que sinteticen una proteína
vírica que interfiere con la propagación normal del
agente infeccioso. Estos vegetales contienen proteína
vírica, pero menos de la que contienen los normales cuando
están severamente infectados.

Estos dos tipos de vegetales transgénicos son los
más importantes para la industria alimentaria; la soja
resistente al herbicida glifosato y el maíz resistente al
taladro, un insecto. Aunque se utilice en algunos casos la
harina, la utilización fundamental del maíz en
relación con la alimentación humana es la
obtención del almidón, y a partir de este de
glucosa y de
fructosa. La soja está destinada a la producción de
aceite, lecitina y proteína.

Puesto que la harina de maíz, la proteína de
soja y los productos elaborados con ellas contienen DNA y
proteínas diferentes a la de las otras variedades de
maíz, en la Unión
Europea (no en los Estados Unidos, ni en los países el
MERCOSUR) existe
la obligación de mencionar su presencia en el etiquetado
de los alimentos. Aunque no se ha detectado ningún caso,
sería concebible la existencia de personas
alérgicas a las nuevas proteínas.

El aceite de soja transgénica, la glucosa y la fructosa
obtenidas del almidón de maíz transgénico no
contienen ningún material distintito a los que contienen
cuando se obtienen a partir de los vegetales convencionales. En
la mayoría de los casos, ni siquiera las técnicas
de PCR, que como se sabe tienen una sensibilidad extrema, son
capaces de detectar material genético extraño,
razón por lo que no existe ninguna obligación de
etiquetado diferencial.

En el caso de los alimentos completos, o de partes que
incluyan la proteína extraña, como podría
ser la proteína de soja o la harina de maíz,
habría que considerar el riesgo de la
aparición de alergias a la nueva proteína. (por
ej., en el caso de la soja a la que se le había
introducido el gen de una proteína de la nuez del Brasil para
aumentar el contenido de aminoácidos azufrados de sus
proteínas y por ende su valor nutricional. La nueva
proteína resulto ser alergenica, y esta soja no ha llegado
a salir al mercado. Sin
embargo, esto es absolutamente excepcional, y no existe ninguna
evidencia de que las proteínas introducidas por medio de
la ingeniería genética sean más
alergénicas que las naturales).

En el caso de la utilización de materiales
procesados exentos de proteínas, como el aceite de soja o
la glucosa obtenida a partir del almidón del maíz,
no existe ningún material que no se encuentre en el
producto
convencional, y consecuentemente no existe ningún riesgo,
ni siquiera hipotético, atribuible a la
manipulación genética. Incluso en los casos en que
existe alergia a una proteína de la semilla oleaginosa
(convencional o transgénica), un aceite procesado no
produce respuesta.

Riesgos Potenciales

1- Riesgos Medioambientales

A corto, medio y largo plazo, incremento de la
contaminación química (ej. con las
plantas tolerantes a un herbicida, el agricultor puede usar
grandes cantidades de ese herbicida). Contaminación del suelo por
acumulación de la toxina Bt.

Posibilidad de cruzamientos exteriores que podrían dar
lugar, por ejemplo, al desarrollo de malas hierbas más
agresivas o de parientes silvestres con mayor resistencia a las
enfermedades o provocar tensiones ambientales, trastornando el
equilibrio del
ecosistema.
Pueden crearse nuevos virus y aumentar la resistencia de los
virus naturales.

Modificar los efectos de los pesticidas que pueden atacar a
organismos contra los que no estaban diseñados. Contaminación genética por
polinización cruzada: si los cultivos convencionales y los
transgénicos no están separados por grandes
distancias, la modificación genética acaba
encontrándose en las plantas del campo convencional que se
polinizan mediante el viento, los insectos, las aves, etc.

Desaparición de biodiversidad:

·             
Por el aumento del uso de productos químicos (efectos
sobre flora y fauna);

·             
Por las toxinas fabricadas por las plantas (matan a insectos
beneficiosos o pájaros);

·             
Por la contaminación genética: Se puede transmitir
la modificación genética a especies silvestres
emparentadas con la planta transgénica. La
contaminación genética tiene la capacidad de
reproducirse y expandirse (son seres vivos). Una vez en el
medio
ambiente, la contaminación no se puede "limpiar"
nunca. Los efectos de los transgenes en las plantas silvestres
son absolutamente imprevisibles.

2- Riesgos para
la Salud

A) Humana

Dado la falta de estudios extensivos y regulares sobre los
posibles efectos negativos para la salud humana, se podría
caer en una subestimación de las consecuencias que los OGM
podrían causar sobre el hombre y
otros animales, especialmente cuando los mismos (como la soja, el
maíz, etc.) entran en la cadena alimenticia. Hasta el
momento sería el único riesgo cierto y probado es
el de posibles efectos alergénicos.

Algunos de los potenciales riesgos podrían ser:

·             
Incremento de la contaminación en los alimentos por un
mayor uso de productos químicos.

·             
Aparición de nuevos tóxicos en los alimentos (por
ej. debidos a los cultivos Bt).

·             
Aparición de nuevas alergias por la introducción de nuevas proteínas en
los alimentos. Inactivación de sustancias nutritivas
valiosas en los alimentos.

·             
Resistencia de las bacterias patógenas para el hombre a los
antibióticos y reducción de la eficacia de estos
medicamentos para combatir las enfermedades humanas. Herbicidas
como el Bromoxynil  puede llegar a causar cáncer en
humanos. Debido a que este producto es absorbido por vía
dermatológica, es probable que presente riesgos a los
agricultores.

B) Animal

·             
Cambios en la proporción metabólica. La
introducción de hormonas de
crecimiento rápido en peces puede
favorecer al pez transgénico en la competencia por
el alimento, los sitios de reproducción, etc.

·             
Cambios en la tolerancia a los factores físicos. El
aumento por ejemplo, de la resistencia a los cambios de temperatura,
puede extender el hábitat
e incrementar la competencia con las especies nativas

·             
Cambios en el comportamiento. En la migración,
la unión y el dominio del
territorio.

·             
Cambios en el uso de los recursos
alimenticios, que implicarían nuevas preferencias y
presas.

·             
Cambios en la resistencia a parásitos y
patógenos

·             
La invasión de los ecosistemas
por peces transgénicos dotados de ventajas competitivas
podría alterar de forma drástica cadenas
tróficas y equilibrios fundamentales para la riqueza
biológica y estabilidad ecológica de todo el
planeta.

3- Impacto Social,
Económico y Comercial

Debe tenerse en cuenta, además de los riesgos para la
salud, y de los impactos medioambientales,   el
impacto  que los transgénicos implican  a nivel
social, económico y comercial; que si bien desde algunos
puntos de vista pueden generar beneficios, es inevitable analizar
las desventajas.

Las grandes empresas que desarrollan y comercializan los OGM
están patentando el material genético de los seres
vivos, que más bien debería considerarse como
patrimonio de
la humanidad. Están creando un monopolio
sobre la agricultura y la alimentación mundial, en un
modelo de
sociedad donde
unos pocos realizan beneficios a costa del interés de
la mayoría y donde se exacerban las diferencias entre
pobres y ricos.

Tener en cuenta que si bien el uso de la ingeniería
genética en la agricultura puede aumentar la
producción, también puede a la vez reducir el
desempleo, por
ejemplo el hecho del encarecimiento de las semillas y la
necesidad de comprar insumos importados  serían 
un factor más para la desaparición  de los
agricultores familiares.

La introducción  de los OGM en la agricultura crea
el monopolio de unas pocas multinacionales básicamente de
EE.UU. sobre la producción de alimentos, lo que pone en
peligro la soberanía de los pueblos  y de los
países.

Otros riesgos
posibles

El promotor (secuencia de nucleótidos), utilizado para
poner en funcionamiento la expresión del gen transferido,
puede activar uno de los genes silentes que forman parte del
ADN
normalmente y los cuales tienen acciones
desconocidas.

Se encontró que ADN extraño ingerido por ratas
puede alcanzar leucocitos periféricos, el bazo o hígado, a
través de la mucosa intestinal, incorporándose en
algún lugar impredecible del genoma celular.

El intestino del hombre posee enzimas capaces
de digerir el ADN. De todos modos, los genes transportados por
los vectores son
especialmente resistentes a la acción enzimática
con la posibilidad de pasar a sangre y causar
alguna infección. También se sabe que los virus
utilizados como vectores pueden permanecer de manera latente en
el cuerpo y en el ambiente,
pudiendo acumular mutaciones y eventualmente activarse.

Un riesgo potencial mayor es la posibilidad de que aparezcan
nuevos virus patógenos surgidos por
recombinación.

Bioética y su
aplicación en los OGM

Aspectos generales sobre Bioética

La Bioética
es el estudio interdisciplinario de los problemas éticos
que surgen en la aplicación de la ciencia y
la técnica en los ámbitos de la salud, la
procreación, la alimentación,… La palabra
Bioética, de bios y ethos, es
un neologismo introducido por Potter en su pionera obra de 1971,
Bioethics. Bridge to the future, donde argumenta la necesidad de
unir biólogos y especialistas en ética a la
hora de prever y resolver problemas relacionados con la calidad de
vida.

Uno de los documentos que
más ha incidido a la hora de establecer principios
éticos claros para la orientación de la
investigación biotecnológica es el Informe Belmont.
El Informe, de 1978, fue el resultado de trabajo de una
comisión creada por el Congreso de EEUU: la
«National Commision for the Protection of Human Subjects of
Biomedical and Behavioral Research». El filósofo de
la ciencia,
Stephen Toulmin, fue uno de sus miembros. El Informe destaca tres
principios éticos básicos.

Los tres principios de Bioética:

  1. Principio de autonomía o de respeto
    hacia las personas
    . Un principio que además de
    establecer que las personas han de ser tratadas como seres
    autónomos, establece que aquéllos que tienen
    disminuida su autonomía han de ser objeto de
    protección especial.
  2. Principio de beneficencia. No sólo ha de
    respetarse y proteger de mal las decisiones del paciente,
    también es preciso un esfuerzo para asegurar su
    bienestar. Por «beneficencia» el Informe no
    entiende caridad, sino obligación: la obligación
    de beneficiar o hacer el bien. Incluye el principio
    hipocrático de no maleficencia y la obligación de
    «extremar los posibles beneficios y minimizar los
    posibles riesgos».
  3. Principio de justicia. Implica el trato
    igualitario, la
    imparcialidad en la
    distribución
    de cuidados y recursos, de
    beneficios y de riesgos
    . El principio abre la
    reflexión sobre quién debe recibir los beneficios
    de la investigación y quién debe pagar
    los costes.

El reconocimiento de la vulnerabilidad de la naturaleza, de
la pérdida de un medio ambiente sano, de los riesgos de la
manipulación genética, ha dado una nueva
dimensión a la ética. Hans Jonas, en su obra de
1979, El principio responsabilidad. Ensayo de una
ética para la civilización tecnológica
,
habla de un nuevo imperativo ético anteriormente
impensable, de un deber de las actuales generaciones hacia las
generaciones futuras. éste es el nuevo imperativo
ético:

«Actúa de tal manera que los efectos de tu
acción sean compatibles con la permanencia de una vida
humana auténtica sobre la
Tierra»; o, expresado negativamente:
«Actúa de tal manera que los efectos de tu
acción no sean destructivos para la futura posibilidad de
una vida humana auténtica».

Bioética y OGM

Muchos de los productos transgénicos han sido
incorporados bajo principios  infundados  por las
grandes compañías que manipulan y monopolizan la
tecnología, y por ende, la producción y el precio. En
este momento, en lugar de obtener beneficios, la comunidad se
ve enfrentada a posibles daños ecológicos, hambruna
y pobreza generada
por las empresas multinacionales según el esquema que se
esta dando.

Por otra parte, los mitos no son
los únicos aspectos a tener en cuenta cuando se hable de
alimentos transgénicos.  La filosofía en que se fundamenta su
producción carece de sustento, ya que reluce por su
interés económico y la carencia de beneficio
social.  Para comenzar, los alimentos transgénicos se
crearon como solución a la hambruna del mundo, pero en la
actualidad, se produce más comida por habitante que en
cualquier era de la humanidad. Esto nos hace pensar que el
problema no es de falta de alimento, sino de concentración
y los alimentos transgénicos, en manos de unas pocas,
aumentaran esa concentración y su respectiva mala distribución.
Otro aspecto importante de la filosofía transgénica
es buscar la reducción de costos, pero en la realidad
sucede lo contrario. Esta  es costosa y monopolizada, pero
es casi obligatoria en algunos lugares del mundo, ya que la
fumigación y la utilización de algunos
químicos para controlar plagas e insectos, que atacan los
cultivos naturales, están siendo prohibidos. Dicha
prohibición esta siendo promovida por las mismas
multinacionales dueñas de las patentes de los productos
transgénicos, lo que obliga al campesino a
incorporar cultivos con semillas modificadas que son más
costosos que el cultivo natural.

El otro principio clave en los transgénicos es el
incremento de la productividad, en donde se encontrará el
verdadero beneficio. Algunas investigaciones
han demostrado que el rendimiento de los cultivos modificados
genéticamente no es significativamente mayor al de los
cultivos naturales, pero si es más costoso para el
campesino. Esto hace pensar que aunque aumente la
producción, se disminuirá la utilidad por el
aumento de los gastos.

Estos aspectos desvirtúan el carácter humano que deberían tener
los alimentos transgénicos, pero abren grandes
interrogantes que tiene que ser analizados y combatidos con una
mayor oposición y participación comunitaria en la
vigilancia de las multinacionales dueñas de patentes que
deberían ser libres para beneficio de la humanidad.
Peguntas como los posibles daños futuros del ecosistema,
efectos secundarios a la salud humana y las diferentes
implicaciones económicas son algunas preguntas que se
deben ser respondidas antes de que los productos
transgénicos invadan totalmente el mercado mundial.
A pesar de algunos factores que desacreditan la biotecnología, existen algunos beneficios
considerables para la comunidad, que de ser bien manejados,
incrementarían la calidad de vida
de muchos países que realmente necesitan solucionar
problemas de alimentación y desnutrición. Algunos de esos beneficios
son:

·             
Alargar la vida útil del producto.

·             
Resistir condiciones ambientales desfavorables. (sequías,
heladas, etc.).

·             
Resistencia a plagas y químicos.

·             
Mejores cualidades alimenticias.

De estos beneficios se desprende la aplicación y
utilidad actual de los productos transgénicos, ya que
pueden llagar a lugares alejados por ser más duraderos;
pueden ser cultivados en condiciones extremas de frió,
calor, lluvia
o sequía lo que posibilitaría su producción
en países áridos y con condiciones
climáticas inestables, donde no existen las 
características necesarias para que dichos productos
florezcan; se evitará la fumigación con algunos
agentes que son extremadamente dañinos para la salud
humana y el medio ambiente, y se mejoran los niveles de nutrición de las
personas, ya que se incrementaran las propiedades nutricionales
de los alimentos técnicamente desarrollados.

Multinacionales especializadas en manipulación
transgénica, como por ejemplo Monsanto, son
las más interesadas en evitar toda información sobre qué alimentos
participan de alguna manipulación genética
argumentando que, virtualmente, no hay diferencia entre unos y
otros: toda indicación de OGM (organismo modificado
genéticamente) sería económicamente
perjudicial. Pero, por otro lado, son bastante los especialistas
que defienden que «hoy nadie puede prever las toxicidades,
las invasiones competitivas o cualquier otra consecuencia
inesperada de las plantas transgénicas».

Por todo eso, en mayo de 1996, un centenar de
científicos hicieron público, en París, un
manifiesto proclamando la «necesidad de una
moratoria
respecto a la diseminación en el medio
ambiente de organismos genéticamente
modificados».

Por otro lado, las semillas de las plantas
transgénicas, que pueden aumentar los rendimientos del 15%
al 20%, introducen el problema de las patentes de plantas o
animales creados. Si una multinacional, haciendo millonarias
inversiones,
ha conseguido crear un trigo o un arroz de alto rendimiento, el
agricultor que las compra no tiene derecho a
replantarlas una y otra vez
.
Ciertamente, desde hace más de 10.000 años, los
agricultores han reservado parte de las semillas obtenidas en
cosechas para la replantación o intercambios; ahora bien,
las multinacionales argumentan que las semillas
transgénicas son creaciones patentadas y su compra
sólo da derecho a plantarlas una vez
, cosa que se hace
constar en el contrato de
compra.

Con el objetivo que no se escapen los beneficios de la
inversión, las multinacionales de la
biotecnología agrícola han patentado el
«sistema de protección
tecnológica
» (Technology Protection System,
TPS), un polémico y controvertido sistema de
protección que comporta la esterilización de las
semillas. Modificando tres genes de las semillas se consigue
neutralizar las semillas obtenidas en la cosecha: si se replanta,
la semilla no germina. éstas semillas TPS son conocidas
por sus muchos detractores con el nombre de "Terminator". Los
efectos ambientales, económicos y sociales de las entonces
Terminator son incalculables.

Normativa internacional

Esta tecnología ha generado controversias en cuanto a
como controlar y regular la introducción de los OGM en los
diferentes mercados del
mundo.  Seguidamente se enumeran tres de los instrumentos
internacionales relacionados con el tema objeto de este
trabajo.

Declaración de Río de Janeiro

En 1992 la Declaración de Río de Janeiro, se
establece en el principio Nº 15 lo que se conoce como
Principio Precautorio, el cual se formuló para asegurar el
resarcimiento al menoscabo de la vida humana originado por
efectos nocivos de productos químicos respecto de los
cuales los daños no son visuales sino después de
transcurrido un período de 20 o 30 años.

Este principio dice lo siguiente: "Con el fin de proteger el
medio ambiente, los Estados deberán aplicar ampliamente el
criterio de precaución conforme a sus capacidades. Cuando
haya peligro de daño
grave o irreversible, la falta de certeza científica
absoluta no deberá utilizarse como razón para
postergar la adopción
de medidas eficaces en función de
los costos para impedir la degradación del medio
ambiente."

El principio se articula en base a dos presupuestos:
por una parte, la posibilidad de que conductas humanas 
causen daños colectivos vinculados a situaciones
catastróficas que puedan afectar un conjunto de seres
vivos, y por la otra, la falta de evidencia científica
(incertidumbre) respecto a la existencia misma del daño
temido.

La noción de Precaución responde al concepto de
detección precoz de todos los peligros para la salud y el
medio ambiente mediante una investigación multidisciplinar
y sincronizada basada en la relación causa – efecto.

Sin embargo, este marco conceptual de la prevención fue
eliminado en el Protocolo de
Bioseguridad (del año 2000), al plantearse que basta que
un Estado
señale que posee sospechas, no probadas
científicamente, que un producto puede causar un
daño a la población, para que se lo autorice a
prohibir la importación de un OGM.

Convenio sobre Diversidad Biológica

También en 1992, en la Cumbre de la Tierra de
Río de Janeiro, se firmó el Convenio sobre
Diversidad Biológica, el cual estableció sus
objetivos en
el artículo 1: "… la conservación de la
diversidad biológica, la utilización sostenible de
sus componentes y la participación justa y equitativa en
los beneficios que se deriven de la utilización de los
recursos genéticos, mediante, entre otras cosas, un acceso
adecuado a esos recursos y una transferencia apropiada de las
tecnologías pertinentes, teniendo en cuenta todos los
derechos sobre
esos recursos y a esas tecnologías, así como
mediante una financiación apropiada
."

Mediante los artículos 15, 16 y 19 se  pretende la
integración del libre comercio de
los recursos genéticos, reglando el acceso adecuado a los
mismos, con la transferencia de tecnologías, (reconociendo
que la tecnología incluye la biotecnología, y que
el acceso a la tecnología como su transferencia entre
Partes Contratantes son elementos esenciales para el logro de los
objetivos del Convenio, comprometiéndose, a asegurar y/o
facilitar a otras Partes Contratantes el acceso a
tecnologías pertinentes para la conservación y
utilización sostenible de la diversidad biológica o
que utilicen recursos genéticos y no causen daños
significativos al medio ambiente), y la compensación justa
por el acceso a los recursos biológicos de otros.

Protocolo de Cartagena

La elaboración y firma de este protocolo estaba
prevista desde el origen de la firma del Convenio sobre
Diversidad Biológica. Pero los países productores
de transgénicos, con Estados Unidos y Canadá a la
cabeza, se dedicaron desde sus orígenes a sabotear la
firma del mismo y a vaciar sus contenidos en forma
sistemática, colocando los intereses de lucro de las
empresas por arriba del interés incluso de sus propias
poblaciones.

Finalmente el protocolo se firmó, tiene algunos puntos
interesantes, como la inclusión del principio de
precaución y la posibilidad de que los países
importadores puedan rechazar cargamentos de transgénicos
basados en este principio, que básicamente dice que frente
a la duda sobre los riesgos, mejor abstenerse.

Es el primer Tratado Internacional que reconoce los organismos
modificados genéticamente como una categoría
separada de organismos que requieren un marco regulador
específico.

El artículo 1, establece cuál es su objetivo de
conformidad con el Principio 15 de la Declaración de
Río: "… contribuir a garantizar un nivel adecuado de
protección en la esfera de la transferencia,
manipulación y utilización seguras de los
organismos vivos modificados resultantes de la
biotecnología moderna que puedan tener efectos adversos
para la conservación y la utilización sostenible de
la diversidad biológica, teniendo también en cuenta
los riesgos para la salud humana, y centrándose
concretamente en los movimientos transfronterizos."

Establece las bases de una legislación internacional
sobre el movimiento
transfronterizo de OGM, hace referencia principalmente a los
mecanismos de notificación por adelantado por parte del
exportador y al consentimiento que concede un país
importador de semillas u otras muestras vivas derivadas de
manipulación biotecnológica, antes de permitir su
tránsito transfronterizo, detalla los requerimientos para
la evaluación
y gestión
de los riesgos, las medidas de emergencia, el manejo, transporte,
etiquetado e identificación del material. Sin embrago,
resulta insuficiente ya que sólo abarca a los organismos
"vivos" modificados, quedando excluidos los productos derivados
de organismos transgénicos, productos transgénicos
farmacológicos e insumos agrícolas
transgénicos.

Algo similar ocurre con el etiquetado, ya que solamente exige
mencionar en una carga "que puede contener organismos vivos
modificados" y no ordena al instante de la importación,
individualizarlos, cuantificarlos ni describir los procesos. Esta
omisión afecta sobre todo a los consumidores, que no
tienen acceso a las notificaciones previas que intercambian los
estados y abre una brecha amplia para introducir sin controles
los mencionados organismos.

Equivalencia
sustancial

Para la evaluación de los productos alimenticios se ha
introducido el concepto de "Equivalencia Sustancial",
según el cual, si un alimento procedente de la nueva
biotecnología se puede caracterizar como equivalente a su
predecesor convencional, se puede suponer que no plantea nuevos
riesgos, y por lo tanto, es aceptable para consumo.

Técnicamente hablando, si un OGM y su equivalente no
genéticamente modificado poseen similaridad 
sustancial en un limitado espectro de variables (por
ejemplo composición de proteínas, minerales,
vitaminas,
etc.) pueden así mismo presumirse sustancialmente
equivalentes en todos sus otros aspectos. Esto implica suponer
que el análisis químico es capaz de
detectar adecuadamente efectos colaterales negativos no deseados
y que no es necesaria la confirmación de equivalencia
mediante rigurosa experimentación con pruebas de
alimentación a largo plazo.

Este concepto fue introducido por la OCDE en 1993 (antes de la
comercialización de ninguna planta genéticamente
manipulada), tras varios años de trabajos de gran cantidad
de expertos de muchos países. En 1996 la OMS y la FAO
recomendaron su adopción como base para los estudios de
seguridad alimenticia de los OGM. La propia OCDE sigue
profundizando en este enfoque, en un intento de mejorarlo, de
modo que en la actualidad se siguen desarrollando nuevas
metodologías de evaluación que incluyen la
identificación de niveles de nutrientes, antinutrientes y
posibles toxinas y alérgenos en todo tipo de plantas de
cultivo.

La equivalencia sustancial no sustituye a las evaluaciones de
seguridad más rigurosas, sino que exige que la variedad
genéticamente manipulada sea tan segura como la antigua
predecesora. De hecho, en el caso de identificarse alguna
diferencia, se realizan ensayos
nutricionales, inmunológicos y toxicológicos
adicionales.

Algunos críticos han señalado que el enfoque de
equivalencia sustancial es inadecuado para encarar los posibles
riesgos de las plantas transgénicas, y quisieran que
dichas plantas fueran sistemáticamente analizadas en busca
de cualquier diferencia cualitativa o cuantitativa respecto de
las plantas tradicionales, y sometidas a sistemáticos
análisis de toxinas. Otros, sin embargo, esgrimen que
habría que realizar carísimos y complejos ensayos
con todas las nuevas variedades de plantas que se producen,
independientemente del método de
obtención y las pruebas se multiplicarían al
infinito si se quisiera conocer cómo afectan diversos
factores ambientales a su composición a lo largo del
tiempo.

Esta corriente de pensamiento
basa su postura en virtud de que cada inserción de
material genético mediante tecnología recombinante
del ADN constituye un evento singular  generador de un
correspondiente espectro  de efectos colaterales negativos
potenciales, aún si se confirmara la inocuidad de un tipo
de alimento transgénico, esto no implicaría que
cualquier otro transgénico sea similarmente inocuo. Ocurre
que un vector genético puede generar diferentes efectos al
insertarse en puntos diferentes de la cadena de ADN.

Cuando la ingeniería genética introduce un nuevo
rasgo en una planta de cultivo, la planta manipulada puede que no
sea sustancialmente equivalente a la convencional. En estos casos
la evaluación de su seguridad requiere responder a una
serie de cuestiones relativas a cambios buscados por la
manipulación, posibles cambios no pretendidos, estabilidad
de la construcción genética, y posible
transferencia génica horizontal a otras plantas.

Por lo tanto, el principio de equivalencia sustancial
considera seguro un
producto transgénico si éste es igual al natural en
todas las características excepto en aquellas introducidas
por la manipulación genética y cuya
consecución constituía el objeto de tal
manipulación. Una vez cumplido el principio de
equivalencia sustancial, debe probarse la inocuidad del producto
génico.

CONCLUSIONES

En conclusión, los alimentos transgénicos se han
situado en el centro de un complejo debate en el que se mezclan
aspectos meramente técnicos y biológicos, con otros
de diversa índole: intereses generados por las patentes,
protección de los consumidores, derechos de los
agricultores, bioseguridad, etc. Ciertamente, la
aceptación ética de la aplicación de las
técnicas del ADN recombinante a las especies vegetales
debe tener en cuenta el incremento de la producción y la
mayor rentabilidad y
seguridad de las futuras cosechas. Sin embargo, es claro que
éste no puede convertirse en el único y exclusivo
factor a tener en cuenta.

El debate ético sobre las especies transgénicas
y su repercusión sobre la salud y el entorno del ser
humano, debe partir de una crítica
previa a la moderna visión instrumental de la naturaleza
reconociéndole, por el contrario, un claro valor
inherente. Ello puede justificar el establecimiento de límites a
la actuación humana, impidiendo la consideración de
lo creado como un mero objeto susceptible de apropiación.
De acuerdo con ello, la aplicación de la técnica
del  ADN recombinante a especies vegetales sólo
podría ser hipotéticamente aceptada si tuviera como
finalidad la promoción del bien común humano y
ambiental, de tal modo que se garantizara la inexistencia de
cualquier implícito

atentado o riesgo para la biodiversidad. Asimismo,
debería garantizarse que van a ser tenidos en cuenta, de
una manera especial, los intereses de los

más necesitados de los beneficios de estas
especies.

Por otro lado, es importante resaltar que el control de las
nuevas especies transgénicas no puede reducirse, como
ocurre en la actualidad, a un capítulo meramente privado.
Se trata de una cuestión de carácter
público, por los bienes que
quedan afectados, especies vivas, y porque sus posibles
consecuencias en el medio ambiente y en los organismos humanos
afectan a toda la población, e incluso a las futuras
generaciones. Por último, creo que es importante insistir
en que, en la actualidad, no se cumplen, de hecho, estas
condiciones. No está totalmente demostrada la ausencia de
peligro para el medio ambiente y para los seres humanos derivada
del cultivo y comercialización de estas especies. Al
contrario, cada vez se reafirma más la  existencia de
verdaderos riesgos inherentes al cultivo de estas especies.

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Autor:

Lic. Chais E. Calaña Gonzalez

Cuba, 2007

Partes: 1, 2
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