- ¿Fantasía o
realidad? - Mensaje
a través de un ángel - Mis
reacciones - Mi
preocupación literaria - Mis
incertidumbres - Desaparición de
la médium - Días
después - Mis
reflexiones sobre el mensaje - Homenaje
a mi amiga Aurora - Todos
somos ángeles - ¿Cuántos
buenos ángeles se necesitan? - Nota
Dios siempre cumple
(Tema relacionado con "Parte 2 Nuevo
Apocalipsis-Profecías del 9-11")
Sección
1.01 ¿Fantasía o
realidad?
¿Fantasía o realidad? El tiempo lo
dirá. En algún momento pensé pedir ayuda
profesional para escribir mi historia real;
inmediatamente surgió la pregunta: ¿dejaría
de ser mi historia? Tal vez sí, tal vez no; pero lo cierto
es que mi historia no es de esas de las que se inventan en el
papel.
Con tan grande incertidumbre intenté escribir esta
historia más de una vez.
Mi primer intento lo realicé el 22 de agosto del 2001
que comencé titulando: Aunque Usted No Lo Crea,
hasta la frase: «he aquí mi historia, al principio
le parecerá increíble tal como me sucedió a
mí:»
Aunque Usted no lo crea:
Para mí también fue muy difícil creer lo
que me estaba sucediendo. Aún no me atrevo a
contárselo personalmente a mis parientes y amigos.
Prefiero que la lean, para que los más burlones y
escépticos me atribuyan una imaginación prodigiosa.
La historia la encontrará coherente y creíble,
porque la contaré de la misma manera como se fue haciendo
creíble para mí.
Muchos me creerán y otros no. Ambas caras quiero ver:
la crédula y la incrédula. Esta historia
debí haberla escrito desde cuando comencé a
escribir mi obra pacifista, pero no lo hice así, porque
ignoraba el curso de los acontecimientos futuros.
Nunca imaginé escribir un libro y mucho
menos que lo haría de un momento para otro después
de haber cumplido los cuarenta años. La mayoría de
los escritores profesionales se han iniciado desde temprana edad.
Es lo más frecuente. No es mi caso, porque no soy escritor
de profesión.
Durante mis estudios universitarios (11 años), en
muchas ocasiones, supliqué a los profesores que me
permitieran presentar los exámenes de manera verbal porque
tenía serias dificultades para escribir; y aún las
tengo. Estudié un poco más que los demás,
porque en los exámenes orales, preferidos por mí,
no es posible copiarse del compañero. Cuando iba para la
universidad, lo
primero que echaba al bolsillo era una grabadora, precisamente,
de bolsillo. Aún conservo dos cuadernos de los muchos que
utilicé para transcribir, con pelos y señales, lo grabado secretamente durante
las clases universitarias. Soy muy lento al escribir a mano o a
máquina. La velocidad de
mi mente contrasta con la lentitud de mis manos. Que un libro
fuese escrito por mí es algo así como pedirle a un
tartamudo que sea locutor. Y más difícil
después de los cuarenta; demasiado viejo para empezar a
escribir, me he dicho.
Por lo tanto, escribo motivado por sucesos de un futuro
incierto; pero siempre escuchando una voz interior, que sin
emitir sonido, me ha
venido incitando a escribir. Cumplo con un mandato que, al
principio, no lo comprendí y hasta me burlé. No
escribo por profesión sino por misión.
Muy pronto lo entenderá.
¿Por qué tengo que contar la historia que me
indujo a escribir? Me he preguntado y la respuesta es: porque fue
algo que sucedió. Dar el testimonio es justo porque se
ajusta a la verdad. Y porque no quiero quedarme con algo que no
me pertenece; la historia de mi obra literaria le pertenece a
usted amigo lector.
¡Siempre queremos hechos y más hechos para creer!
Ver y tocar para creer, es lo que decimos a coro con Santo
Tomás. Voy a dar pruebas de que
digo la verdad. Pero aseguro que aquel que no quiere creer, no
cree, aunque tenga esas pruebas en las manos. Aún
así, las aporto.
Lo que voy a contar, nada tiene que ver con alucinaciones;
pues nunca las he tenido. Soy tan práctico como muchos.
Creo que los muertos sólo aparecen en el subconsciente de
los dolientes. Tengo mis pies bien puestos sobre la tierra. Mi
único vicio, por el grado de frecuencia con que lo hago,
aunque en realidad no es un vicio: es beber a cada momento
agua pura;
esto lo advierto para que no piense que me la fumé verde,
por lo insólito de la historia. No creo en los
debilitantes ayunos ni en la abstinencia sexual como forma de
elevación intelectual; pues, más bien creo que lo
único que elevan es la desnutrición y debilidad cerebral y
disminuyen la potencia sexual;
por lo tanto me alimento bien, todos los productos sin
valor
alimenticio son excluidos de mi dieta; duermo bien después
de una satisfactoria vida laboral. Soy
amante de la filosofía y de las investigaciones
científicas; soy devoto creyente de Dios Padre Espiritual,
pero no pertenezco a alguna religión en
particular, por lo tanto no cumplo con la ortodoxia religiosa
tradicional de ir regularmente a cultos o a misas. Siento un
profundo respeto por todas
las religiones del
mundo: católicos, testigos de Jehová, mormones,
protestantes, islamistas, budistas, taoístas,
judaístas, bajaístas, jainistas, hinduistas,
sintoístas, zoroastristas, etc.; son considerados mis
hermanos; pues creo que todos somos hijos del mismo Padre
Espiritual. Estoy lejos de ser un místico, de esos que
permanecen en actitud de
contemplación y meditación por horas y horas.
Aprendo de ellos y los admiro, pero no los imito. Tampoco
pertenezco a la secta de los incrédulos rebeldes. A
grandes rasgos estas son algunas características de mi
personalidad.
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