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Mujeres a las urnas – Historia Social Latinoamericana (página 2)




Enviado por Sofia Lajad



Partes: 1, 2, 3

El porqué de la lucha

Al comienzo del siglo XX, el modelo femenino en Argentina
estaba cambiando. Las mujeres, aun aquellas que tenían su
ámbito de desarrollo en el seno del hogar, aprendieron de
los hombres y de las noticias que les llegaban desde Europa y
Estados Unidos, que ellas también tenían derechos.

Por la legislación imperante en Argentina en esos
años, las mujeres no tenían presencia cívica. Para
la ley eran consideradas poco menos que minusválidas o
menores de edad eternas, ya que pasaban de depender de su padre
al esposo, en caso de casarse, sin solución de
continuidad.

En cambio, los hombres tenían derecho al voto y sus
derechos como ciudadanos eran plenos desde la primera vez que se
votó en el país. Pero las mujeres quedaban fuera de la
vida como ciudadanas, no participaban de la vida política,
no tenían derechos cívicos, eran poco menos que
incapaces ante la ley.

Los primeros intentos de organización para la lucha
por los derechos cívicos

A principios del siglo XX, las mujeres más informadas y
con un espíritu de lucha un poco más desarrollado,
formaron lo que se conoció como Unión y Labor para el
Progreso Femenino y la Protección del Niño en 1900, la
Asociación de Universitarias Argentinas en 1902, y en 1905,
el Centro Feminista de Buenos Aires y la Liga de Mujeres
Librepensadoras. Estas eran todas agrupaciones que buscaron la
reivindicación de los derechos políticos de las
mujeres.

Una época de efervescencia política en la que las
mujeres más ilustradas y preparadas intentaron organizarse y
hacerles conocer a las otras, menos afortunadas, muchas de ella
inmigrantes, la necesidad de saber de sus derechos.

A mitad del siglo XX la mujer argentina seguía sin tener
derecho a votar y continuaba sin ejercer sus derechos
cívicos.

Poco a poco, las primeras mujeres luchadoras empezaron a ser
acompañadas por otras progresistas, pero menos radicalizadas
en sus reivindicaciones. Pero todas con el firme propósito
de luchar por conseguir el sufragio femenino y la plenitud de los
derechos para la mujer. Y esta lucha no era sencilla porque
diariamente se cruzaba con la problemática de la mujer que
era mucho más amplia: la mejora de las condiciones de
trabajo, pedidos de asistencia, protección para las
embarazadas y sus hijos.

Luego del golpe de 1930, las agrupaciones femeninas sufrieron
algunos cambios; el conservadurismo que tomó el poder de la
mano de Uriburu y Justo, alejando el gobierno del presidente
radical Hipólito Yrigoyen, dificultó parte de los
reclamos femeninos que debieron abandonar la cuestión de la
mujer en general, y centrarse en la cuestión del sufragio en
particular.

Los diferentes partidos políticos comenzaron a sumar
mujeres dispuestas a pelear por lo suyo, conscientes de que las
mujeres fuimos una fuerza importante dentro de la sociedad: en
1933 se crea la Asociación de Mujeres Radicales (de la
Unión Cívica Radical); en 1946 la Secretaría
Femenina del Partido Laborista, y la Secretaría Femenina de
la Unión Cívica Radical. En 1949, el Partido
Justicialista organiza su Rama Femenina.

Antecedentes de la participación femenina en el
gobierno gracias al voto

En 1862 habían logrado que en San Juan se las incluyera
en la votación, aunque el voto fuera calificado en las
elecciones municipales. Tuvieron que esperar hasta 1921 para que
se repitiera la participación: en Santa Fe se promulga una
Constitución que aseguraba el voto femenino a nivel
municipal, aunque la participación fuera menor.

En 1927, cuando en San Juan se sanciona la nueva
Constitución, estas luchadoras logran que se les reconozcan
iguales derechos que a los hombres. Pero el golpe de 1930 anula
cualquier posibilidad de reconocimiento femenino: las mujeres son
eliminadas como ciudadanas del padrón electoral. Habrá
que esperar hasta la llegada del gobierno de Perón para que
nuevamente se les tenga en cuenta. Pero la lucha no había
terminado. Continuaría.

La ley del voto femenino. Eva Perón, año
1947

Casi medio siglo tardará en imponerse la iniciativa
levantada por aquellas mujeres a principios del siglo XX, para
que la población femenina con mayoría de edad accediera
al derecho a elegir y ser elegidas.

En septiembre de 1947, en virtud de la ley 13.010 votada por
el Congreso Nacional durante el primer gobierno de Perón,
las mujeres obtuviéramos por primera vez derecho a
participar de una elección y tener los mismos derechos
civiles que los hombres, a pesar de que hacía muchos
años que constituíamos una fuerza laboral importante en
el desarrollo de Argentina.

La promotora de dicha ley fue la ex primera dama argentina Eva
Perón, una de las impulsoras de los reclamos femeninos que
muchas otras mujeres enarbolaron hacía medio siglo, y por
los que realmente lucharon sin pausa.

Pero fue hasta el 11 de noviembre de 1951 que la mujer
argentina emitió por primera vez su voto a la par de los
hombres, del resto de los ciudadanos.

La acción de Eva en el poder fue ante todo social. En lo
político, se redujo a organizar la rama femenina del Partido
Peronista.

Con respeto a la acción social, entrego alimentos, ropa,
frazadas, maquinas de coser, juguetes a los niños,
concurría a barrios pobres, recibía visitas de
niños, ancianos , hombres y mujeres con diferentes problemas
,etc.

En 1950 se inauguro " la fundación de Eva Perón"que
tenia como  objetivo la ayuda socia, la construcción de
viviendas para familias indígenas, la creación de
establecimientos educativos, hospitalarios y recreativos, la
colaboración para realizar obras de interés general ,
la contracción de hogares de ancianos y la acción
turística.

En 1947 recibió una invitación para visitar
España, por la tanto decidió realizar una gira por
Europa.

Unas de las grandes preocupaciones de Evita era la
situación social y política de la mujer, por eso,
tomó sobre sí la responsabilidad de lograr la
aprobación de una ley que permitía a la mujer
sufragar.

A partir de 1919 distintos diputados comenzaron a presentar
proyectos de ley para establecer el voto femenino
obligatorio.

Pero todos estos proyectos chocaban constantemente contra los
mismos prejuicios, que colocaban a la mujer en una situación
de reiterada sospecha con respecto a su capacidad y madurez para
hacer uso de ese derecho que la oligarquía consideraba
privilegio del hombre.

 

En 1946 Eva pasó a presidir la Comisión Pro
Sufragio Femenino y comenzó a presionar que se
sancione la ley. 
La actitud de Eva fue de lucha constante para que se
aprobara el proyecto e inicia una campaña para apoyar
la gestión.

Eva, al regresar de su gira por Europa, se debió
enfrentar con la oposición oligárquica.
La oposición era tan fuerte que el día 3 de
septiembre, en que se esperaba la sanción de la ley,
debió postergarse para el 9 del mismo mes. 

 

Finalmente ese día con los palcos del Congreso completos
de mujeres, se logró la sanción de la ley Nº
13.010, que se promulgó el 23 de septiembre.

A partir de 1919 distintos diputados comenzaron a presentar
proyectos de ley para establecer el voto femenino
obligatorio.

Pero todos éstos proyectos chocaban constantemente contra
los mismos prejuicios, que colocaban a la mujer en una
situación de reiterada sospecha con respecto a su capacidad
y madurez para hacer uso de ese derecho que la oligarquía
consideraba privilegio del hombre.

Mujeres en Argentina

Al recuperar la democracia, los esfuerzos de las mujeres en el
ámbito político se tradujeron en la creación de
instancias especializadas de gobierno, a nivel federal y
provincial, para la formulación de políticas publicas
destinadas a mejorara la condición femenina. En la
actualidad han logrado la aprobación de la Ley de Cupos, que
obliga a los partidos a llevar candidatas mujeres a cargo de
representación, cuya aplicación ha permitido una mayor
participación femenina en la Cámara de Diputados.

BOLIVIA

Bolivia -1952

A diferencia de otros países de América latina, en
Bolivia la presencia de las mujeres en la construcción
nacional y en el conflicto social ha sido permanente desde los
levantamientos indígenas del siglo XVIII. Tras la
independencia, sus luchas han estado ligadas a proyectos globales
de transformación y cambio social llevados adelante por
sectores subalternos. Históricamente sus acciones
políticas ha sido de afirmación de sus derechos
ciudadanos y de diferencia contra las diferentes dictaduras.

En 1992 la información censal indicaba que las mujeres
representaban el 40% de las fuerzas laboral del país. Esa
participación laboral se hace en condiciones diferenciales
desde la crisis económica de los años ochenta

Por otra parte, la accidentada lucha por la restauración
democrática, con dictaduras, luchas fraudes electorales y
golpes militares, coloco, en 1979, en la presidencia de la
Republica (en forma interina) a Lydia Gueiler, dirigente de gran
trayectoria en la revolución de 1952

El accionar de las mujeres en los partidos políticos con
el Movimiento Nacionalista Revolucionario (M.N.R), que fue
determinante para el éxito de la revolución, esta no se
ha traducido, sino ocasionalmente, en cargos de dirección
partidaria. Los sindicatos mineros y campesinos, han contado con
un apoyo extraordinario en los comités de Ama de casa y las
organizaciones de mujeres campesinas, que no han logrado la
aceptación de su capacidad política autónoma ni el
reconocimiento del derecho de voto en las Organizaciones
Nacionales

La incorporación de las Bolivianas a posiciones de poder
ha estado marcada por los procesos políticos vividos por el
País. En 1968 una mujer ocupo una cartera ministerial y solo
en  1990 otra participo en el gabinete.

En el poder legislativo, lentamente ha ido aumentado la
presencia femenina, asi como en los concejos municipales

Las Mujeres en Bolivia hoy en día

  • No obstante, pese a esta presencia, la identidad de las
    mujeres y sus demandas no han sido incorporados al sistema
    político, en especial al sistema de partidos y sindicatos,
    ejes de la vida publica y social.
  • Mas allá de la gran heterogeneidad de situaciones que
    viven las bolivianas, en un país pluricultural y
    multilingüe, diversidad que se acentúa con la
    creciente información de la política y la
    economía, hay trazos que unifican su experiencia desde el
    altiplano hasta los llanos orientales. Las raíces
    culturales en el allyu (comunidad andina) y la unidad "jaqui"
    (personas social formadas por la pareja) fijan una forma de
    relación con los hombres en que la complementariedad de la
    pareja marca muchas veces practica organizativas,
    políticas sociales.
  • Se expresa en fenómenos como la violencia domestica,
    tan extendida como ocultada. En las ultimas cuatro décadas
    los rasgos vitales de las bolivianas se han modificado solo
    moderadamente, a excepción de los principales núcleos
    urbanos donde ese cambio a sido mayor.
  • En promedio, continúan siendo fundamentalmente
    jóvenes, la mitad reside en zonas rurales y tiene
    todavía cerca de cinco hijos por cada mujer.

Las condiciones de vida de las bolivianas se encuentran entre
las mas deprimidas de América Latina. Su nivel educativo ha
mejorado lentamente y se encuentra todavía por debajo del de
los hombres, situación que las diferencia claramente de las
mujeres de la gran mayoría de los países
latinoamericanos, donde ese nivel se elevo sustancialmente en las
dos ultimas
décadas.                  

CENTRO
AMÉRICA:
COSTA RICA

"La lucha por el sufragio femenino en Costa Rica
(1890-1949) "

1. Antecedentes históricos del movimiento feminista y
sufragista costarricense

En esta sección trataremos de establecer cuáles
fueron algunos de los elementos centrales en la evolución
del movimiento feminista y sufragista, con el fin de ubicar mejor
el lema de estudio. En el caso costarricense, aun falta mucho por
investigar acerca del movimiento sufragista y de las tendencias y
estrategias de las mujeres que integraban el movimiento
feminista. Sin embargo, se cuenta con varios estudios a
través de los cuales se ha logrado establecer algunas de las
principales características de este proceso de conquista del
voto femenino en el período entre 1890 y 1949 (9).

Es a partir de este período que tomo mayor auge el debate
sobre la igualdad de la mujer y sus condiciones sociales y
políticas, y el planteamiento más sistemático de
reformas constitucionales tendientes a favorecer los derechos
políticos femeninos.

Este proceso se da en el marco de: 1) Una gran efervescencia
socio-política y de reforma electoral; 2) Fortalecimiento de
las políticas sociales del Estado liberal; 3)
Construcción de un modelo hegemónico liberal y, 4)
Redefinición del sistema ideológico de género,
mediante la ampliación de los espacios para las mujeres y
del auge en las demandas para que las mujeres tuvieran un acceso
igualitario a la educación y a la fuerza laboral asalariada
y a mejores condiciones laborales, de higiene y de salud, y el
reforzamiento del modelo familiar de la clase alta (lO)

También encontramos en este proceso de lucha sufragista
la influencia específica y determinante de variadas
coyunturas, entre las cuales destacan: 1) EI impacto de las
campañas sufragistas del pujante movimiento femenino de
otros países, iniciadas desde el siglo XIX en Europa,
Estados Unidos y otros países de América Latina; 2) EI
fortalecirniento de los nexos de las organizaciones feministas en
el ámbito mundial a principios del siglo XX, incluyendo al
feminismo costarricense; 3) Las reformas electorales de 1913,
1925, 1927 Y 1946; 4) La crisis política que se abrió
con el golpe de Estado de 1917, la cual incentivo una activa
participación femenina en el derrocamiento de la dictadura
de los Tinoco en 1919 y el primer planteamiento del derecho al
voto femenino ante una Asamblea Constituyente; 5) EI auge del
movimiento obrero de principios del siglo XX y del Partido
Reformista en 1923, los cuales estimularon una mayor
integración femenina en las luchas políticas (11); 6)
EI papel clave que tuvo la fundación de la Liga Feminista en
1923 y sus constantes campañas sufragistas en 1925, 1929,
1931, 1932, 1934, 1939, 1943 Y 1947; y 7) EI impacto determinante
de los movimientos de mujeres pro derechos civiles y electorales
de la década de 1940 y en la Guerra Civil de 1948 (12).

En síntesis, proponemos que dentro de este período
de evolución del movimiento sufragista podemos distinguir
tres grandes etapas: 1890-1910, 1910-1923 Y 1923-1949 (13). La
etapa preliminar de 1890-1923 se caracterizó por la apertura
de la discusión periodística y de la formulación
de los primeros planteamientos sobre la igualdad y los derechos
políticos de las mujeres ante el congreso. Así, nos
encontramos con que el derecho al voto femenino aparentemente fue
planteado por primera vez en 1890 por el presidente José
Joaquín Rodríguez, en un discurso legislativo sobre
reformas electorales. Según sus argumentos basados en una
óptica liberal igualitaria, la necesidad de promover el
sufragio femenino se justificaba como una decisión
consecuente con: "…la civilización moderna y el avance de
los principios democráticos,…[porque] la mujer esta dotada
de iguales facultades y sentimientos que el hombre, y por tanto
es tan capaz como él para ejercer sus derechos y tener
justas y legítimas aspiraciones…" (14).

Luego, en el lapso comprendido entre 1910-1923, el proceso de
lucha por el sufragio femenino adquirió una mayor fuerza, en
el marco de la efervescencia socio-política y de las
reformas electorales y del auge del movimiento feminista
internacional. En esta época, el Partido Reformista liderado
por Jorge Volio, el movimiento obrero y más tarde el Partido
Comunista (fundado en 1931), incentivaron la participación
de las mujeres en la política y la igualdad de sus
derechos.

Por otra parte, en este periodo de 1910-1923, debemos citar
los esfuerzos individuales de otras mujeres que contribuyeron a
poner las bases para la fundación de la Liga Feminista,
alimentadas por toda la influencia del movimiento feminista
internacional. Entre ellas se destacan Ángela Acuña, la
primera mujer abogada y una de las fundadoras de la Liga.
Acuña hizo los primeros intentos de promoción del voto
femenino en sus artículos periodísticos a partir de
1912 y ganó en 1916 la reforma al artículo 12 de la Ley
Orgánica de los Tribunales, el cual impedía que las
mujeres practicaran el notariado (15).

Además, en el marco de la reforma electoral de 1913 toma
mayor fuerza el debate sobre la igualdad y los derechos
políticos femeninos, en el cual sobresalieron los
artículos del profesor Luis Felipe González Flores.
Pero es la crisis política de los años 1917-1919 la que
va a incentivar una activa participación femenina en el
derrocamiento de la dictadura en 1919 y el primer planteamiento
del derecho al voto femenino ante una Asamblea Constituyente. En
este proceso destacaron los esfuerzos del presidente Julio Acosta
y del diputado Álvaro Quirós (16). Estimuladas por este
ambiente es que posteriormente, el 20 de junio de 1923, algunas
estudiantes del Colegio Superior de Señoritas, precediendo a
la fundación de la Liga, plantearon la necesidad de
implementar el voto femenino ante el Congreso (17).

Finalmente, el periodo de 1923-1949 se caracterizó por
una organización más sistemática del movimiento
feminista costarricense, la cual se vio estimulada por la
efervescencia en el ámbito internacional, y supuso la
fundación de la Liga Feminista el 12 de octubre de 1923.
  Y  fue en 1932 que definitivamente se implemento el
voto femenino en l Costa Rica.

CUBA

Los estudios sobre Historia de las Mujeres en Cuba han
aumentado en la década de los años noventa.

El fin de la guerra, en 1898, provocó reacciones y
ajustes para la nación; se abría una nueva era, en la
que Cuba se estrenaba ante las nuevas fronteras imperiales como
el país que debía seguir la modernidad y olvidar su
pasado colonial. La población cubana se preparó para la
construcción jurídica de su ciudadanía, sobre la
base de los principios de libertad y democracia, estamento
fundamental en la cimentación de la naciente
república.

La trasgresión que suponían una intervención
foránea -la primera estadounidense (1898-1902)- y su
supuesta misión "civilizadora", favoreció la
estructuración y asimilación de un discurso feminista
de mayor solidez

El General Leonardo Wood encabezó la cruzada y fomento
medidas que favorecían a las mujeres cubanas; por este
motivo fue el "Primer Feminista" del país y formo parte de
un artículo titulado "El Feminismo en Cuba" donde se hacia
alusión a la prohibición de la entrada de mujeres a
Cuba para ejercer la prostitución.

Una de las acciones más significativas, en esta primera
intervención estadounidense, lo serían los debates de
la convención constituyente, que tuvo su sesión
inaugural el lunes 5 de noviembre de 1900. La controversia sobre
el llamado "sufragio universal" traería, nuevamente,
encolerizados encuentros entre los constituyentes, que no se
pondrían de acuerdo en tan puntual asunto. En la sesión
nocturna del 29 de enero de 1901, Miguel Gener, sorprendería
con el reclamo del sufragio para las mujeres: "el sufragio
universal es falso, no es el verdadero sufragio universal. Hasta
ahora tenemos por sufragio universal el sufragio de que gozamos
los hombres, pero no se cuenta para nada con las mujeres".

Miguel Gener, Salvador Cisneros y José Lacret Morlot
adherieron y firmaron una base a la sección correspondiente
al sufragio que sugería: "Las mujeres como los hombres,
tienen derecho a votar según el Sufragio Universal y las
Leyes Electorales que se establezcan".

La moción de "sufragio femenino" fue desaprobada por 9
votos a favor y 17 en contra. La votación en contra de esta
reivindicación para las mujeres fue realizada en la
sesión nocturna del 9 de febrero de 1901.

Con esta acción se dio paso a otros debates que se
extendieron hasta el 21 de febrero de 1901, cuando se firmó
la carta fundamental rectora de la anhelada República. El
texto de la constitución quedó dividida en dos partes
fundamentales: una dogmática con los derechos individuales,
y otra orgánica, referida a la estructura de poderes.

En la primera parte, título IV, sección segunda,
bajo la denominación de "Derecho de Sufragio", las mujeres
quedaron finalmente excluidas de forma legal del ejercicio del
voto y fueron excluidas de su derecho a ser ciudadanas con
derechos políticos.

El 20 de mayo de 1902 se constituiría oficialmente la
república de Cuba y su primer mandatario, Tomás Estrada
Palma, había tenido vínculos muy directos con miles de
emigradas que habían pertenecido a los clubes afiliados al
disuelto PRC, organización en la cual ocupo el cargo
principal, el de delegado, tras la muerte de su fundador
José Martí.

Las mujeres, haciendo valer estos lazos estrechos con el nuevo
presidente, le hicieron pedidos en cientos de misivas donde le
sugirieron diversas inquietudes.

El esfuerzo fundamental realizado por el primer mandato
republicano estaría centrado en la formación de
ciudadanos; por lo que realizo un proyecto de instrucción
pública, fomentado durante la primera intervención
estadounidense, cuando, de forma gratuita, se enviaron 1256
maestros a la universidad de Harvard a pasar un curso de verano.
De este grupo, 601 eran mujeres, que tuvieron en su programa
contactos con los Women Clubs de Boston, con el objetivo de
conocer sus estatutos para que "…sean establecidos allí
para mejorar la cultura si cabe entre las familias cubanas".

El entusiasmo mostrado por las maestras en su visita fue
reflejado por la prensa de Boston el cual dio a conocer la
admiración que despertó en las cubanas la forma de vida
de las estadounidense:"…la mujer sola se basta para guardarse,
preparémosla y hagámosla hacer, vivir y desarrollarse
en ese benéfico ambiente y logremos lo que tiene la mujer en
los Estados Unidos: la independencia absoluta de la mujer, con
iguales derechos e idénticos deberes que el hombre. Tal debe
ser y tal es la realidad del mundo".

Estos viajes serían decisivos para la divulgación de
las ideas del feminismo en el país, donde se
comenzarían a editarse publicaciones sobre cómo
debían insertarse en la sociedad cubana.

En Cuba esta nueva corriente del Feminismo no fue recibida con
mucho beneplácito. Uno de los pocos libros escritos a favor
del sufragismo femenino Mujeres! ah las Urnas y al
Hogar!
del abogado F. Caraballo y Sotolongo,
confirmaría esta idea:"No olvidemos que la sufragista
exaltada no es la feminista; como el terror no es la
revolución francesa. La sufragista debe ser condenada a no
reaparecer en el escenario del Feminismo".

En este mismo estudio se exponía cómo contrarrestar
el anti-feminismo de las sufragistas, quienes no podrían
"destruir la delicadeza de la mujer, el lirio de su alma, ni el
perfume de su idealidad".

Feminismo y Sufragismo: El inicio de la utopía
democrática

El eminente estallido de la primera guerra mundial en Europa
condujo a que muchos de los paradigmas que existían acerca
de la mujer variarán al producirse una ruptura con su
tradicional papel doméstico y tener ella que desempeñar
roles no acostumbrados.

El Sufragismo se hacía inevitable en Cuba. En tiempos del
periodo presidencial del general José Miguel Gómez, del
Partido Liberal (1909-1913), se crearon las primeras asociaciones
legalmente registrada, la primera de ellas, fue el Partido
Popular Feminista, que se constituyó en la habana en
noviembre de 1912, con Emilia Pérez de Viñas en la
presidencia. Un mes después se crearían otras dos: el
Partido de Sufragistas Cubanas, que presidida Digna Collazo, y la
que fue la más importante de las tres, el Partido Nacional
Feminista.

Este última asociación quedó constituida "para
hacer propaganda en pró de la igualdad civil y política
y social de ambos sexos y proponer leyes y medidas a favor de
mujeres y niños".Esta agrupación fue la protagonista en
los primeros años del sufragismo cubano, y no sólo
estuvo pidiendo el anhelado voto femenino, sino que otras
reivindicaciones para las trabajadoras, las cuales quedaron
reflejadas en tres puntos de su programa:

1.-Reforma de la ley del Servicio Civil, estableciendo que un
tanto por ciento de los destinos públicos sean
desempeñados por mujeres, en el estado, provincia o
municipio, todas las profesoras de enseñanza primaria en las
escuelas.

2.-El libre acceso a todos los comercios, industrias y oficios
e igualdad en los salarios.

3.-Los cargos de telegrafistas, mecanógrafas, tenedoras
de libros y dependientes de establecimientos que expendan
única o principalmente artículos para señoras y
niños, venta de billetes de Lotería Nacional y de
localidades en taquilla de los lugares que se celebren
espectáculos públicos. La problemática social y
política también tenía espacio en el reclamo de la
asociación sufragista, que en otros puntos del documento
constitutivo señaló la necesidad del libre acceso de la
mujer a todos los establecimientos docentes y la aprobación
de leyes y medidas de toda índole que tendieran a la
igualdad civil absoluta.

El 31 de marzo de 1913 se trató de dar un paso de avance
en la superación del divisionismo entre las tres
organizaciones de sufragistas existentes en el país, al
acordar, primero, la fusión del Partido Nacional Feminista y
el Partido Popular Feminista, fusión a la que se
integraría, el 23 de noviembre de 1914, el de Sufragistas
Cubanas.

En los primeros tiempos del primer periodo presidencial del
general Mario García Menocal, del Partido Conservador
(1913-1917), estas tres asociaciones femeninas, ahora unidas,
integrarían el Partido Nacional Sufragista (PNS), que
tendría en la presidencia a Mallén de Ostolaza, con una
vice presidencia compartida por Digna Collazo, Emilia Pérez
de Viñas, Sara Aguirre, Concepción Barroso, Luz Rubio y
Herminia Morales Gómez. Las Bases de este nuevo partido se
ampliaron a 15, e incluyeron el pedido de puestos fijos más
altos en el Estado, provincias y municipios, además de
reformas a los aranceles de aduana, que perjudicaban a
artículos de primera necesidad; el divorcio, como
complemento para el matrimonio civil, y la abolición de la
pena de muerte. Con esta ampliación, también se
lograría un mayor prestigio e intercambio con personalidades
e instituciones extranjeras.

La influencia ganada por esta asociación le
permitiría ser la protagonista entre 1914 y 1917, de la
difusión de la necesidad del sufragio femenino y el intento
de celebrar una asamblea preparatoria para un "congreso
sufragista", cuestión que, al perder protagonismo, no se
podría materializar, y sería asumido por otras
asociaciones feministas.

Mujeres y política. El Club Femenino de Cuba y
los dos congresos

En los años de 1917-1918 se aprueban dos leyes que
habían suscitado innumerables polémicas: la ley de la
patria potestad (18 de julio de 1917) y la ley del Divorcio (30
de julio de 1918).

La primera de estas leyes, la de la patria potestad,
permitió a las mujeres liberarse de la insoportable tutela
de padres y esposos para administrar sus bienes parafernales o
dotales según expresaba el artículo segundo "En
ningún caso será necesaria la licencia del marido". De
igual modo la ley del Divorcio atacaba a una institución, el
matrimonio, totalmente dominada por los hombres.

Estas dos leyes convertirían a Cuba en el primer
país latinoamericano en aprobarlas, lo cual resulto un
triunfo de las asociaciones sufragistas que habían insistido
en este reclamo.

Otro acontecimiento trascendental para las mujeres
sucedería el 21 de marzo de 1918, cuando un grupo de ellas
se nucleó para formar la organización más
importante del feminismo nacional: El Club Femenino de Cuba, que
se dio a conocer, oficialmente, el 3 de julio de 1918, en una
sesión publica en la academia de Ciencias, que tuvo como
oradora principal a Dulce Maria Borrero.

El Club Femenino de Cuba significó un paso superior en el
feminismo nacional al transgredir el discurso tradicional en
relación con las mujeres, y desarrollar intensas
campañas más allá del sufragio femenino.
Fundó escuelas nocturnas para obreras y otras para la
enseñanza del comercio; además, creó la primera
institución de niñeras que funcionó en el
país. También le pidió al gobierno importantes
leyes, como la de la silla, que le permitiría a las
empleadas que trabajaban más de 6 horas disponer de estas
para cuando no fuera necesario permanecer de pie; la ley del 50%
de empleadas donde se vendían artículos femeninos, y
otras de carácter social, como la lucha contra la mendicidad
infantil, las drogas y la prostitución.

Una de las obras sociales más importantes de la
asociación fue la creación de la cárcel de mujeres
de Guanabacoa, donde se reeducaban reclusas, a las que se les
ofrecían cursos de instrucción primaria, y de corte y
costura, además de garantizarles camas, ropas y
alimentos.

En 1921 inauguraba el doctor Alfredo Zayas y Alfonso, del
Partido Popular, su periodo de cuatro años como presidente
de Cuba, y tuvo iniciativas para que el Congreso de la republica
aprobara el sufragio femenino pero fueron fallidas.

En ese mismo año, por iniciativa del Club Femenino, se
creó la federación nacional de Asociaciones Femeninas
de Cuba, que estuvo compuesta
inicialmente por cinco asociaciones: Club Femenino de Cuba ,
Congreso Nacional de Madres, Asociación de Católicas
Cubanas , Asociación Nacional de Enfermeras y Comité de
la creche Habana Nueva. Estas agrupaciones representaban a 8 000
mujeres. La federación Nacional de Asociaciones Femeninas de
Cuba convocaría, el 11 de octubre de 1922  a la
celebración del Primer Congreso Nacional de Mujeres, que
tendría la particularidad de ser el primero celebrado en
América Latina. Sin embargo, valga decir que, En 1916 en
Yucatán, el gobernador Carrillo Puerto, de Mérida,
promovió la celebración de un Congreso de mujeres ante
la necesidad de alcanzar "ciertas reivindicaciones para la
población femenina".

La participación en el Primer Congreso fue abierta a
todas las organizaciones femeninas del país a partir de
cuatro bases que debían ser cumplidas y en las que se
exhortaba a no emitir criterios desfavorables contra el feminismo
o el sufragismo y a no hacer proselitismo religioso o
político.

El Primer Congreso Nacional de Mujeres se reunió en la
academia de Ciencias de La habana, del 1 al 7 de abril de 1923,
con un temario dividido en 36 puntos, que resultaban muy
polémicos, y fueron debatidos por las mujeres en acalorados
encuentros.

En el acto inaugural celebrado el domingo 1 de abril, a las
nueve de la noche, en el Teatro Nacional, y ante una concurrencia
que lo abarrotó, Pilar Morlón pronunció un
discurso donde ella misma se sorprendía de que el Congreso
fuera ideado y financiado por las propias mujeres.

El sufragio femenino fue un punto de unidad de las mujeres en
este Primer Congreso. De las conclusiones aprobadas aquí, la
primera fue "que se emprenda por todas las mujeres de la
república una campaña intensa para obtener el voto,
como primera medida de profilaxis social".Y la última:
"Trabajar intensa y eficazmente, con todos los medios
lícitos a nuestro alcance y sin contraer compromisos con
ningún partido para obtener el derecho al sufragio".

El Primer Congreso Femenino llamó la atención de la
prensa en general y permitió que un importante grupo de
mujeres empezara a realizar un nuevo tipo de periodismo, alejado
de los "recetarios de cocina y atenciones domésticas";
ayudaba así en la formación de una esfera pública
en la que estas mujeres en el periodismo opinaban y cambiaban el
estereotipo banal que se les otorgaba. Entre ellas destacó
quien asistió como delegada a este Primer Congreso: la
periodista Mariblanca Sabas Aloma.

El Segundo Congreso Nacional de Mujeres, celebrado del 12 al
18 de abril de 1925, en los mismos escenarios en que se realizo
el anterior, contó con la presencia del presidente electo,
lo que auguró un nuevo impulso para el sufragio femenino, el
cual era la demanda fundamental de este Segundo Congreso. En la
sesión solemne de apertura, en un breve discurso, afirmaba
Machado " que la mujer tiene derecho a ejercitar las funciones
cívicas, ya que ese derecho aparte de la razón humana y
universal que lo abona, surge también legítimamente, de
los esfuerzos que la mujer cubana realizó en la lucha larga
y terrible por la conquista de la república Cubana".

El tema en cuestión fue presentado de dos formas: Una,
con pasión, por parte de las líderes sufragistas Amalia
Mallén, Maria Collado y Ana Batallé; y otra,
reflexivamente, por las abogadas Graziella Barinaga y Ángela
Zaldívar, pero en ambos casos las ponencias fueron
aplaudidas con delirio.

La intervención final del viernes 17 de abril, en su
sesión nocturna, fue para Ángela Zaldívar, quien
con un discurso agresivo cuestionó que la mujer hubiera sido
alguna vez ciudadana en Cuba "Yo entiendo que no lo es (…) la
mujer no pertenece a la clase de ciudadanos". Estos criterios
fueron muy osados para un foro en el que participaban 76 hombres
denominados "congresistas adictos" y entre los cuales habían
políticos ortodoxos e intelectuales simpatizantes como
Fernando Ortiz, Juan Marinello, Enrique Loynaz del Castillo,
Ramiro Guerra y Antonio González Gurquejo. Las palabras
finales de Zaldívar fueron para pedir que siguieran "serenas
y tranquilas" ante la ignorancia de los hombres que las
excluían " (…) No podemos a los seres que hagan gala de
aquello que les falta (…) el dique no detiene la corriente que
puede derribarlo o que lo salta".

La euforia sufragista no pudo ir más allá por las
rivalidades entre la líder feminista, Pilar Morlón y la
sufragista Maria Collado, quienes llegarían a las burlas y
ataques personales.

Las asambleas públicas fueron tan turbulentas que
provocaron grandes trifulcas, desmayos y escándalos  La
junta de Gobierno de la academia de Ciencias decidió no
ceder más sus salones de actos para evitar ataques
histeriformes de damas.

No obstante, este Segundo Congreso permitió la presencia
de la mujer negra trabajadora representada por Inocencia
Valdés, veterana luchadora del Gremio de Despalilladoras, y
la presentación de temas candentes como la condena contra el
aumento de la pornografía en anuncios, libros,
periódicos y espectáculos.

Para la presidenta del evento Pilar Morlón, nada de lo
sucedido era síntoma de un debilitamiento: "Indudablemente
todas no pensáis de igual modo, pero eso no es un mal. No
dais vuestra adhesión a los mismos sistemas, pero tampoco
eso es un mal. No es un mal otorgar su preferencia a unos
métodos sobre otros. Tanta variedad en el pensamiento es
signo de vitalidad y no solo no es malo, es bueno, es
útil".

La vitalidad señalada por Morlón fue la que
permitió al sufragio femenino ganar auge en Cuba. Las
mujeres representadas en el Congreso, que eran alrededor de doce
mil, conocieron, por medio de sus delegadas, de los esfuerzos que
realizaban las propias mujeres en aras de una ciudadanía
política que les permitiera participar en la esfera
pública.

A partir de 1925 durante la etapa machadista, que se
extendió hasta 1933, el tema del sufragio femenino
dividió sustancialmente a las simpatizantes y opositoras del
dictador Machado. El sufragio para las mujeres en Cuba fue
aprobado en enero de 1934.

EL SALVADOR

El rol de la mujer en El Salvador

La participación de las mujeres en la sociedad
salvadoreña ha pasado por diferentes etapas que han dejado
la huella de algunos personajes históricos y sobre todo, han
hecho posible la apertura de espacios para las mujeres, más
allá de la tradición en la esfera doméstica, es
decir su inserción en la producción.

 No obstante existen investigaciones a la luzde la
teoría de género, sobre etapas históricas
importantes, tal como la que realizó Carlos Cañas
Dinarte quien realizó un estudio sobre "Las Mujeres en la
Independencia", en donde proporciona evidencias sobre el rol de
las mujeres de la época de la independencia. Cañas
Dinarte constata que "Las mujeres de esa época: criollas,
mestizar, indígenas y negras esclavas, compartían
algunas funciones y labores comunes, a las que se les denominaba:
"oficios mujeriles". El hogar, la iglesia, el hospital y el campo
de labranza eran sus principales espacios para desempeñar
estas labores.

La mayoría de mujeres estaba excluida del derecho a la
educación, además de que la misma era exclusividad de
una élite eminentemente religiosa y segregada para hombres y
mujeres, aunque la historia de la independencia de Centro
América y El Salvador, está sellada por la firma de los
próceres, fue hasta 1975, que en el marco del Año
Internacional de la Mujer, que se reconoció la
participación de una prócer: María de los Angeles
Miranda, declara Heroína de la Patria mediante el decreto
legislativo 101, fechado el 30 de septiembre de 1976 y a
iniciativa de la Liga Femenina de El Salvador. No obstante
existen muchos nombres en la historia que van desde heroínas
hasta mártires, como lo son la metapaneca Juana de Dios
Arriaga, en Chalatenango María Madrid, en San Miguel
Mercedes Castro, entre otras.

Las labores hechas por las mujeres en la independencia como
activistas, como defensoras públicas, convocantes,
mensajeras, así como los registros de mujeres presas
políticas y mártires, han sido hechos menos valorados y
las tareas que éstas mujeres realizaron han sido
consideradas como de apoyo y no como determinantes en este
proceso histórico, lo cual confirma el carácter sexista
de la historia escrita que ha destacado el protagonismo masculino
como determinante para los cambios sociopolíticos y se ha
dado un menor valor político a las acciones realizadas por
las mujeres.

Sin duda, estos procesos de cambio no han sido movimientos
aislados del contexto internacional, sino que han estado
influenciados por los movimientos feministas desarrollados a
escalamundial desde finales del siglo pasado, como por ejemplo la
creación en 1888, del Consejo Internacional de Mujeres. De
esta forma, en El Salvador, desde principios de siglo, las
mujeres han participado en los procesos de cambio y han luchado
por el reconocimiento de sus derechos, tanto políticos como
civiles, entre ellos, el derecho a la educación y a su
participación política.

Un importante personaje en esta lucha fue Prudencia Ayala,
reivindicó sus derechos ciudadanos y buscó participar
en la esfera política proponiéndose como candidata a la
Presidencia de la República, además de haber
incursionado en la literatura. Por supuesto que esta notoriedad
pudo ser producto también de su ubicación en la
sociedad, es decir dentro de una clase que tenía medios
económicos para hacerse sentir.

Es importante mencionar lo anterior como un avance en la lucha
por la igualdad de la mujer, el reconocimiento de ésta como
ciudadana y su derecho al voto, contemplado en la
Constitución de 1950, primera constitución del
país que consagró sin ninguna condición el derecho
de la mujer a elegir y a ser electa en cargos públicos .

En la década de 1930, El Salvador era un país que
reconocía a los hombres sus derechos políticos, la
mujer no existía como ciudadana: no podía votar ni
mucho menos optar a un cargo público, exilada del derecho a
pensar. Por rebelarse frente a este estado de cosas, a Prudencia
Ayala se le llamó "loca" y fue objeto de burlas de algunos
panfletistas de la época. En aquella provincia de prejuicio
y doble moral surgió el murmullo de las demandas por los
derechos que le correspondían, hasta el atrevimiento de
lanzarse como candidata a Presidenta, se dice atrevimiento,
porque los derechos políticos de las mujeres no estaban
reconocidos.

Como de todos es conocido en el siglo XX, las dos guerras
mundiales dejaron millones de muertes y sobre todo al descubierto
los altos índices de violación de los Derechos de las
personas. Al final de la segunda guerra mundial, se firma la paz,
la cual llevaba gran connotación social y principalmente la
necesidad de garantizar y proteger los derechos humanos, tanto de
hombres como de mujeres. En este contexto, en 1945 se
reafirmó "La Fe en los Derechos Humanos Fundamentales",
específicamente en la igualdad de mujeres y hombres. En
1946, se crea la Comisión sobre la Condición
Jurídica y Social de la Mujer. Lo anterior abrió una
brecha no sólo en el ámbito internacional, sino
también en el ámbito nacional, es decir los Estados
deberían implementar políticas para la aplicabilidad
del principio de igualdad entre hombres y mujeres por igual, lo
que a su vez implicaba un largo camino de cambios culturales y
estructurales.

La realidad de la mujer salvadoreña descansa en
políticas estatales, las cuales deben respaldar toda
iniciativa en pro del progreso humano y colectivo, aunque, bien
es cierto que en la práctica, como se puede observar, este
papel ha tenido aún poca incidencia en mejorar las
condiciones de vida y desarrollo de las mujeres, de forma
sostenida y al mismo tiempo entender que no puede haber
desarrollo sin superar el déficit de las mujeres.

Desde los años de 1970 y con el auge de los Derechos
Humanos, a escala internacional se han venido enfatizando los
aspectos relacionados a la situación de la mujer, la
necesidad de revalorizar su papel en el desarrollo de la
sociedad; así como de evaluar y contrarrestar las
condiciones de disparidad que condicionan su participación
plena. Esto ha generado una dinámica que es impulsada tanto
desde las instancias estatales como desde los organismos
internacionales y del mismo sector de mujeres. Es en este marco,
bajo la responsabilidad de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), han sido organizadas conferencias mundiales sobre
la mujer, de las que han emanado diversas Convenciones y
Declaraciones, como las que se citan a continuación y que
han sido firmadas y ratificadas por El Salvador:

·                    
Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer
(1952), ratificada por El Salvador mediante Decreto Legislativo
No. 754 de 15 de diciembre de 1993. Diario Oficial 17 de 25 de
enero de 1994. Esta Convención condena la
discriminaciónque sufren las mujeres en los ámbitos de
las libertades y los derechos políticos. Asegura a toda
mujer participar en el gobierno de su país, a elegir y ser
elegida así como a obtener iguales oportunidades de ingreso
en el servicio público de su nación.

·                    
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (1979), la cual fue
ratificada por El Salvador por medio del Decreto Legislativo No.
705 de 2 de junio de 1981. Publicada en el Diario Oficial No. 105
de 9 de junio de 1981. Reivindica el pleno desarrollo de las
mujeres modificando las estructuras sociales y culturales
fundadas en los estereotipos de género y reconociendo el
gran aporte de la mujer al desarrollo de la sociedad.

·                    
Convenios 100 y 111 de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) relativos a la discriminación. Decreto
Legislativo No. 78 del 14 de julio de 1994. D.O. No.157 de 26 de
agosto de 1994. Establece que toda persona debe gozar de igualdad
de oportunidades y de trato en la formación, acceso,
admisión, seguridad y remuneración a un empleo de igual
valor. La maternidad en las mujeres y las cargas familiares
deberán recibir protección o asistencia especial.

·                    
Declaración final de la Conferencia Mundial de
Educación Para Todos y Todas (Jomtiem, 1990). Suscrita por
El Salvador en el mismo año de 1990. Se compromete a
suprimir las disparidades entre los géneros en la
enseñanza primaria y secundaria logrando la igualdad entre
mujeres y hombres en la educación, en particular
garantizando a las niñas un acceso pleno y equitativo a una
escuela básica de buena calidad.

·                    
Declaración final de la IV Conferencia Mundial de la Mujer
(Beijing 1995). Suscrita por El Salvador en el mismo año de
1995. Intenta avanzar en la igualdad y protección de los
derechos humanos de las mujeres con independencia de sus
características individuales y en los ámbitos de la
pobreza, la educación, la salud, la violencia, el ejercicio
de poder y la discriminación en la niñez.

Es importante mencionar como durante el proceso de guerra
civil que se vivió en El Salvador entre 1980 y 1992, la
mujer tuvo una participación de vanguardia(miles de mujeres
y niñas se insertaron en la lucha y muchas de ellas fueron
dirigentes) en este proceso, el cual dejó experiencias en
todos los ámbitos de la vida de una mujer, porque
tenían que dejar su hogar, sus hijos, su familia; en el
económico, porque muchas dejaron su trabajo, pero en el
político vieron la oportunidad de superar muchas
dificultades que se tenían (por medio de grupos opositores
al gobierno en turno), y lo más importante en un plano de
igualdad entre hombres y mujeres, porque la lucha político y
militar que iniciaron los grupos de izquierda no
distinguían, al menos en los objetivos por alcanzar, ninguna
desigualdad de género.

En resumen la participación de las mujeres en los
movimientos sociales, políticos o militares, ha sido
relevante y sobre todo ha permitido la reivindicación de las
mismas, al desempeñar roles distintos a los que se les
habían adjudicado tradicionalmente, incluyendo el
productivo.

Pero no sólo la mujer que se fue a la guerra
enfrentó retos, también la que se quedó en la vida
cotidiana o sociedad civil, si se le quiere llamar así; los
retos eran muchos, entre ellos, sus maridos se insertaron en
cualquiera de las dos partes en conflicto, es decir el
ejército legalmente establecido (Fuera Armada) o el
ejército revolucionario conformado por grupos insurgentes
denominado el FMLN; por otra parte algunos otros que quedaban
emigraban fuera del país, ya sea para Estados Unidos,
Belice, México, entre otros, buscando fuentes de empleo. En
el peor de los casos éstos hombres fallecían en
combate.

Cualquiera hubiese sido la forma de separación de su
familia, lo cierto es que las mujeres se quedaron solas, y eso
significó asumir la jefatura del hogar y todos los
compromisos que ello implicaba.

Eran tantos los costos de la guerra que, en esta coyuntura
incidió notablemente para que en 1990, se estableciera un
calendario de reuniones para una negociación entre el FMLN y
el GOES y poner fin a la guerra.

"La solución negociada de la guerra requirió crear
espacios civiles y legitimar así el liderazgo del FMLN,
surgen entonces, una serie de organizacionesfemeninas y algunas
de las que ya existían reorientan sus estrategias en una
dirección más claramente feminista" .

CONAMUS abre en 1990 la primera clínica de atención
a mujeres víctimas de violencia: un curso sobre teoría
de género auspiciado por el Fondo de las Naciones Unidas
(UNICEF) ofreció un espacio importante para que las
dirigentes de varias organizaciones profundizaran el
análisis de la opresión femenina y posibilitó,
meses después, la formación del Centro de Estudios
Feministas (CEF), primer colectivo dedicado a la difusión
del feminismo en el país. Luego surgen Mujeres por la
Dignidad y la Vida (Dignas), el Instituto Mujer Ciudadana, el
Centro de Estudios de la Mujer (CEMUJER), la Iniciativa de
Mujeres Cristianas (IMC), el Movimiento Social de Mujeres y el
grupo de Mujeres Universitarias (MUES). Se crean, espacios para
el trabajo con mujeres en ONGs y organizaciones mixtas.

En este contexto las presiones de los gobiernos amigos de El
Salvador y la mediación de la Organización de las
Naciones Unidas sobre las comisiones negociadoras del FMLN y el
GOES dieron como resultado que el 1 de enero de 1992 se acordara
finalizar la guerra en El Salvador y se firma la paz el 16 del
mismo mes en Chapultepec, México.

Los Acuerdos de Paz abrieron la democratización del
sistema político salvadoreño y desataron tres
transiciones en El Salvador: 1) el tránsito de la guerra a
la paz, 2) la desmilitarización del régimen y 3) el
inicio de una nueva concepción y práctica del poder
político. No se pretendió resolver todos los problemas
existentes en ese momento de la sociedad y por tanto, no se
crearon mecanismos para combatir la forma de tenencia de la
tierra en pocas manos, la injusta distribución de la
riqueza, el problema estructural de la pobreza, el deterioro
ecológico y las desigualdades existentes entre hombres y
mujeres, entre otros. Es decir, se negoció, pero sin adoptar
medidas que pusieran en riesgo el sistema vigente.

Un punto oportuno de mencionar, fue que los Acuerdos de Paz
fueron escritos totalmente en masculino, literal y
simbólicamente hablando, a pesar de la presencia de más
de una mujer en las comisiones negociadoras y firmantes de los
mismos.

La población civil femenina que colaboró con el FMLN
no fue específicamente tomada en cuenta en los Acuerdos de
Paz, lo que implicó que la mayoría de estas mujeres
quedaran tras la guerra sin ningún recurso para su
supervivencia. Además, en la ejecución del Programa de
Transferencia de Tierras muchas tenedoras no fueron reconocidas
como tales y no tuvieron acceso individual a la tierra repartida:
utilizando una definición arbitraria de tenedor que abarcaba
únicamente al jefe de familia, las comisiones zonales del
FMLN excluyeron de los listados de beneficiarios a gran cantidad
de mujeres acompañadas o casadas que habían ocupado y
trabajado parcelas durante el conflicto, es decir, otra vez
más a la mujer se le consideró como parte del
hombre.

Nuevamente la mayoría de mujeres estaba en desventaja
frente a los hombres, pues las políticas económicas y
sociales no ofrecían escenarios para superar la desigualdad
e inequidad que hacía la diferencia entre ambos.
Posteriormente se implementó una política de ajuste
estructural desde la administración Cristiani .

Bajo esta perspectiva, en uno de sus análisis sobre la
situación de la mujer, la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)
relaciona estos cambios con la implementación de las medidas
de ajuste estructural que se llevaron a cabo en diferentes
países, principalmente en Latinoamérica y otros
países en vías de desarrollo, siendo El Salvador como
se mencionó en el párrafo anterior, uno de ellos.

Es durante este período que la importancia de la
participación de la mujer en la esfera económica y
familiar se hizo más visible, evidenciando las fuertes
responsabilidades que asumían las mujeres y las condiciones
de disparidad en las que se encontraban. Tal evidencia llevó
a la necesidad de replantearse el carácter de las
políticas sociales llevadas a cabo y avanzar hacia un
análisis más profundo sobre el tema de la mujer. En El
Salvador se han seguido estas tendencias, tanto desde el Estado
como desde la sociedad civil.

Así las mujeres han logrado crear espacios importantes en
organismos para mejorar las condiciones del sector en diferentes
áreas. Por su parte, el Gobierno de El Salvador, a raíz
de la IV Conferencia Mundial sobre Mujeres, celebrada en Beijing
en 1995 y como signatario de la Plataforma de Acción de
dicha conferencia, adquirió el compromiso de definir
estrategias de acción que permitieran cumplir con las
orientaciones fundamentales de la plataforma.

En marzo de 1995, se crea el Programa de Saneamiento de la
Relación Familiar (PSRF), dicho programa pretendía
proporcionar atención integral a las víctimas de la
violencia intrafamiliar y fortalecer a la familia. Para ello se
llevan a cabo convenios interinstitucionales; además de
auxiliarse de grupos multidisciplinarios.

Bajo esta dinámica, en 1996 fue creado el Instituto
Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), en el
marco del cual fue presentada en 1997 la Política Nacional
de la Mujer. Los objetivos estratégicos de la política
cubren diferentes áreas, entre ellas el área denominada
"Medios de Comunicación y Cultura" , la cual integró
aspectos relacionados con la situación de la mujer en la
esfera cultural y más ampliamente en los medios de
comunicación.

El documento de política afirma en cuanto a esta
temática: "En el área cultural a la mujer se le ha
ubicado en un segundo plano, marginándola y
excluyéndola de cualquier expresión cultural y
étnica donde pueda participar y demostrar su capacidad, por
lo que se deben crear nuevos espacios para todas las mujeres en
todas las áreas, incluyendo los espacios jurídicos,
tanto legislativos como en la aplicabilidad de las leyes,
partiendo que la mayoría de población es femenina, es
decir alcanza el 52.51% del total con 3,375,686 de mujeres.

Al tocar el aspecto demográfico, hay un crecimiento de
las mujeres, importante, que además es un indicador para
reorientar efectiva y urgentemente las políticas
económicas y sociales de desarrollo hacia la población
femenina. Por ejemplo para el año 2000 eran 3,270,285, para
2001: 3,373,686 y para el 2002: 3,425,723 mujeres .

Hay que hacer notar que en los últimos años, tanto
ISDEMU como la sociedad civil a través de las ONG's han
implementado muchos proyectos que contribuyen al desarrollo de la
mujer salvadoreña, tales como teléfono amigo y ferias
informativas sobre derechos de género, entre otros; no
obstante el arraigo cultural y la marginación
económica, producto de la forma de tenencia de la tierra y
la concentración de la riqueza en pocas manos, no permiten
que se apliquen los principios de igualdad y equidad acertada y
eficientemente, por lo que los problemas persisten,
principalmente los de violencia de género, el cual
legalmente se ha tratado de erradicar, por medio de la Ley Contra
la Violencia Intrafamiliar.

No obstante muchas reformas legales, se siguen vulnerando
derechos, por ejemplo el incumpliendo de las cuotas de
pensión alimenticia, porque para muchos demandados esto no
es prioridad y aun cuando hay presiones legales y políticas,
la situación no mejora para los y las alimentarías.

Los enfoques que sobre género se hacen, sea éste
feminista o de equidad, se vinculan con la institución de
los Derechos Humanos, dando apertura al principio de igualdad
jurídica en el nuevo contexto de no-discriminación,
enmarcado en el Derecho Internacional y nacional.

GUATEMALA

EL VOTO FEMENINO EN  GUATEMALA

Fue EN 1965, con una nueva Carta Magna (…)
Cuando se aprobó la ley del voto universal

Las mujeres que se atrevieron a manifestar en contra del
presidente Jorge Ubico y, posteriormente, de Federico Ponce
Vaides, prepararon el terreno para que se reconociera el
aporte de las féminas, más allá de la
crianza de nuevos ciudadanos.
El asesinato de la maestra María Chinchilla, cometido
por la caballería de Ubico, se convirtió en la
bandera de un grupo de diputados que en 1945 apoyó la
iniciativa de ley que permitió a las mujeres alfabetas
participar con voto en los procesos electorales, comenta
Hilda Morales, abogada e integrante de la Red de la No
Violencia contra la Mujer.

No obstante, los factores culturales que en la actualidad
impiden a las mujeres acercarse a las urnas se marcaban
entonces con más fuerza.  Sólo algunas
mujeres, decididas a no prestar oídos a críticas
como "están locas" tuvieron el valor de involucrarse
en movimientos políticos, añade Morales.
 
Fue en 1965, con una nueva Carta Magna criticada por la
designación -no elección- de una Asamblea
Nacional Constituyente, cuando se aprobó la ley del
voto universal: personas analfabetas, de cualquier
condición étnica y socio económica y mayores
de 18 años, podían votar.

No cantamos victoria
Aunque dicha ley podría considerarse una batalla
ganada para el género femenino, aún no puede
cantarse victoria.  Han transcurrido años desde
que las mujeres tienen legalmente el derecho de manifestar
sus preferencias por uno u otro candidato o partido
político, pero en las últimas elecciones -2003-,
su participación fue apenas del 55.8 por ciento del
total de mujeres empadronadas, señala
Aun con los avances en tecnología, la firma de los
Acuerdos de Paz, una mayor presencia femenina en las
universidades y el desarrollo económico del país,
los obstáculos para que las mujeres emitan su voto
siguen siendo los mismos:
• Un sistema social cuyos valores presionan a las
mujeres a seguir a cargo de los quehaceres de la casa. Y
aunque muchas trabajan fuera del hogar, no tienen tiempo
para dedicarse a la participación cívica.
• Temor a ser víctimas de violencia.  
• Falta de credibilidad en los políticos.
• Escasez de recursos, en especial si para votar la
mujer debe trasladarse de un lugar a otro, llevar consigo a
sus hijos y darles de comer.
• Falta de la documentación legal de
identificación. En Guatemala, aún hay miles de
mujeres sin partida de nacimiento, cédula de vecindad
y que no han sido empadronadas. En otras palabras, no
tienen presencia legal en los registros nacionales.

Una mayor participación de mujeres en la política
también podría motivar la respuesta de las
votantes.  Y la postulación de una candidata a la
presidencia puede generar el interés de féminas
simpatizantes para ejercer el voto.

PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LA MUJER

Según información de Mujeres Latinoamericanas en
Cifras, en 1945 se otorgó por vez primera el derecho al voto
a las mujeres de Guatemala pero se excluyó a las
analfabetas. Veinte años después, en 1965 se
extendió el voto a todas las mujeres sin
distinción.

La participación de las mujeres en la vida política
de este país ha sido baja. Se estima que en los años 50
las mujeres representaban el 35 por ciento de los registros
electorales y en 1985 constituían casi el 40 por ciento de
los mismos.

En la historia del país, la presidencia y vicepresidencia
nunca han sido ocupados por una mujer.

En 1983 fue designada por vez primera una mujer al cargo de
ministra y durante el periodo de 1986 a 1990, cinco mujeres
ocuparon puestos de importancia en el Congreso.

Durante 1992 cuatro mujeres fueron embajadoras en Honduras,
Canadá, Venezuela e Israel. En este mismo año, de las
330 alcaldías, solamente tres mujeres llegaron a ocupar
una.

El congreso Nacional de Guatemala es unicameral y está
conformado por 100 diputados. La primera mujer llegó a la
cámara en 1956.Actualmente, de los cien escaños en el
Congreso, solamente hay siete mujeres.

NICARAGUA

El voto de la mujer en Nicaragua

El acceso de la mujer al sufragio en Nicaragua es producto de
un proceso histórico marcado de avances y retrocesos,
protagonismos y anonimatos que se conocen al estudiar los hitos
de la historia nacional en materia de participación
ciudadana.

La historia oral y las tradiciones nos permiten encontrar
algunos rasgos del período prehispánico que aún
prevalecen en la vida cotidiana de los diversos grupos culturales
de Nicaragua. Dentro de ellas tenemos la gran importancia de la
familia como núcleo básico de la sociedad, el papel de
la autoridad moral que ejercían los ancianos, y los chamanes
o curanderos, hombres y mujeres. En este período
histórico la autoridad se obtenía mediante méritos
como la valentía y la sabiduría.

Más adelante, durante el período de la conquista los
cronistas nos relatan sobre mujeres y hombres dedicados a los
trabajos de cultivar la tierra. Ellos eran orgullosos poseedores
de grandes riquezas en oro, plata y piedras preciosas y se
ataviaban con hermosos textiles y plumas. Sin embargo la codicia
de los conquistadores los condujo a un saqueo sistemático,
impuso la obligación de los tributos, y jornadas de trabajo
extenuantes a los indígenas, cuyo resultado fue el
exterminio masivo de la población natural.

En esta época las mujeres fueron obligadas a servir
sexualmente a los conquistadores y fue así que miles de
ellas, en resistencia a los abusos cometidos se suicidaban con el
fin de no dar a luz a hijos de los españoles. Sin embargo,
con el paso del tiempo, se fue dando el mestizaje y con ello la
imposición del modelo patriarcal de los conquistadores.

Esta Nicaragua mestiza consolidada durante el período
colonial es el resultado de este proceso de imposiciones
culturales, en donde el estatus y los roles sociales estaban
claramente segmentados: castellanos, criollos, indios, y negros
traídos inicialmente como esclavos, y por supuesto, en donde
los habitantes no tenían igualdad de derechos. Los sectores
que podían tener acceso al poder y al goce y disfrute de los
bienes eran en primera instancia los castellanos y los criollos,
los cuales estaban al servicio de la Corona Española.

A partir de 1821 con la firma del Acta de Independencia de
Centroamérica y posteriormente con la independencia de las
Repúblicas se inicia el periodo independentista. Las
primeras constituciones de Nicaragua establecen deberes y
derechos para los ciudadanos, pero con grandes diferencias entre
ellos. Por ejemplo, la Constitución Política de 1826
estipulaba que para ejercer el voto, el ciudadano debía
tener propiedades y ejercer una profesión. Eso evidentemente
inhibía a grandes sectores sociales, especialmente a la
mujer, la que en absoluto era mencionada en ese documento.

La Revolución Liberal de Zelaya marca un giro en la
política interna y externa de Nicaragua. Constitucionalmente
reconoce una ampliación de los derechos ciudadanos. Tal es
el caso de la llamada "Libérrima" que establece el derecho
al voto y la elegibilidad de los ciudadanos que cumplan con los
requisitos de edad y que sepan leer y escribir. En el caso de la
llamada "Autocrática", se define únicamente el criterio
de edad. Ninguna de las dos Constituciones menciona todavía
a la mujer.

La sociedad nicaragüense evoluciona en sus aspectos
formales y ejerce, desde distintas perspectivas una fuerte
presión para incorporar a las mujeres al ejercicio de los
derechos ciudadanos. Esto lo podemos observar comparando algunos
elementos de las Constituciones Políticas y sus reformas,
dictadas durante el período de la Dictadura Somocista.
Encontramos que el documento de 1939 consigna que la mujer queda
exenta del servicio militar y que la ley determinará
cuándo podrá ella ejercer el voto activo. (22 de marzo
de 1939, art. 30). Más adelante, en la Constitución de
1948 se reafirma la segunda disposición antes mencionada.
(22 de enero de 1948, art. 30).

La Constitución de 1950 establece que la mujer
ejercerá el sufragio activo de acuerdo con la ley de la
materia, limitando de hecho su capacidad de ejercicio de derechos
ciudadanos. Aquí merece especial atención la reforma a
la Constitución del 20 de abril de 1955 que, al suprimir los
párrafos restrictivos con respecto a los derechos de las
mujeres demarcados en la Constitución de 1950, deja libre el
camino para la participación plena de la mujer como
ciudadana. Es decir, se otorga el derecho al voto de la mujer
indirectamente, de una manera tácita y no
explícita.

En 1979, profundos cambios en la política nacional
cristalizan el proyecto de la Revolución Popular Sandinista
que en 1987 establece en su Carta Magna[1] la igualdad incondicional de todos los
nicaragüenses en el goce de sus derechos políticos, en
el ejercicio de los mismos y en el cumplimiento de los deberes y
responsabilidades y consigna que existe igualdad absoluta entre
el hombre y la mujer.

Afortunadamente los espacios ganados en el ámbito
jurídico encuentran bases sólidas para legitimar la
igualdad de derechos y deberes de hombres y mujeres en Nicaragua;
sin embargo, todavía es necesario desarrollar conciencia
alrededor de las costumbres y la cultura.

Al reflexionar acerca de la construcción de los nuevos
espacios en el nuevo milenio es importante prestar atención
y reconocer los valores y las potencialidades de las mujeres. El
derecho al voto de la mujer en Nicaragua nos confirma que tenemos
un espacio ganado en el ámbito social y jurídico, de
deberes y derechos.

 Cualquier paso hacia el desarrollo nacional requiere del
esfuerzo común, y nos interesa especialmente propiciar la
formación, y educación de las nuevas generaciones de
nicaragüenses capaces de enfrentar los retos del futuro con
una conciencia más plena sobre los derechos que tenemos como
seres humanos y especialmente como mujeres. El derecho al voto es
uno de ellos.

[1] Constitución
Política, 9 de Enero de 1987.

CHILE

Sufragio femenino en Chile

Durante los siglos XIX Y XX, Chile ha sido consolidado
lentamente una institucionalidad democrática, en el contexto
de un sistema político con altos grados de estabilidad. La
maduración de las instituciones democráticas tuvo que
lidiar durante todo el siglo XX con la abierta intervención
electoral del poder ejecutivo, con una sociedad altamente
jerarquizada que concentraba el poder político en una
pequeña elite de terratenientes y comerciantes.

Durante el siglo xx, el sistema político se fue abriendo
paulatinamente a la participación de nuevos sectores
sociales, en un proceso que fue interrumpido con el golpe de
Estado de 1973, y que solo se retomo en 1989, con el retorno ala
democracia.

Las primeras elecciones que se realizaron en el país
fueron en diciembre de1810, en las que se eligió el primer
Congreso Nacional. Sin embargo, la guerra de Independencia y las
luchas entre distintas facciones internas que la sucedieron,
impidieron una consolidación de las instituciones
políticas y el desarrollo de un sistema de  elecciones
regulares.

Todo ello llevo a la aprobación de una serie d reformas
entre 1871 y 1891 que se despojaron gradualmente por el poder
ejecutivo de su capacidad para intervenir en el proceso
electoral. A la prohibición de la reelección
presidencial en 1871, siguieron la reforma electoral de1874, que
amplio el derecho del sufragio.

Las elecciones de1920 marcaron un profundo cambio en la
dinámica electoral. En ellas irrumpieron por primera vez los
movimientos sociales, lo que marco la pauta para el posterior
desarrollo político durante el siglo xx. Los niveles de
participación electoral aumentaron gradualmente, y la
conformación de partidos políticos de izquierda como el
comunismo (1922) y el socialismo (1933) transformo el escenario
político.

El aumento de los niveles de participación electoral tuvo
un impulso considerable con la incorporación de la mujer en
la vida política. En 1935 se permitió el voto femenino
en las elecciones municipales, y en 1949 en las elecciones
presidenciales y parlamentarias. El aumento del electorado tuvo
desde entonces un rápido crecimiento, incentivado por la
introducción de la cedula única electoral en 1958, que
supuso fin al cohecho , la aprobación del voto de ciegos en
1969 y de los alfabetos en 1972. El porcentaje de votantes con
respecto a la población paso de un 7,6% en 1932 a un 36,1%
en las elecciones de 1973, uno de los niveles mas altos en la
historia de Chile. La movilización masiva de la
población a fines de la década de 1960 e inicios de los
"70, en un contexto de alta polarización política, se
interrumpió abruptamente con el golpe de Estado del 11 de
septiembre de 1973, que puso fin al gobierno de Salvador
Allende.

COLOMBIA

El voto femenino en Colombia

Las mujeres colombianas obtuvieron el derecho al voto en 1954
y votaron por primera vez en el plebiscito de 1957. en efecto, la
Asamblea Nacional Constituyente, según acto Legislativo
Nº 3 de septiembre 14 de 1956 recogio tanto los avances que
por esos momentos adoptaban distintas legislaciones para otorgar
ciudadania plena a las mujeres, como al movimiento interno que
"en un movimiento pluriclasista, desarrollaron su creatividad:
para hacerse sentir apelaron a estrategias que iban desde
conversaciones y acuerdos privados con candidatos, cartas,
manifiestos, tomas de la barra del congreso e intervenciones,
hasta crear periodicos y programas de radio para difundir sus
puntos de vista y polemizar como columnistas en diarios que les
abrian las puertas".

Logros y dificultades de las mujeres en su luchador
constituirse en ciudadanas plenas

El ambiente que rodeo y siguió a los años 30 en el
plano internacional, estuvo marcado por la guerra fria y en el
plano nacional por el proceso de violencia sectaria entre
liberales y conservadores. En este ambiente hostil se
desarrollaron las luchas de las mujeres colombianas por sus
derechos.

A iniciativa de Georgina Fletchter y un grupo de mujeres, se
le presento al presidente Olaya Herrera la solicitud de
transformar la legislación colombiana en lo relativo al
derecho de las mujeres para administrar sus bienes, que se llamo
la ley sobre Régimen de Capitulación Matrimoniales, que
fue presentada en diciembre de 1930 por Ofelia Uribe de Acosta,
como una reforma constitucional que le daría a la mujer la
posibilidad de ser ella quien administrara sus bienes y no su
marido, hermano, padre o tutor.

El escándalo fue inmenso y ocupo la prensa del país,
presionando para que la ley no fuera aprobada.

EL GOBIERNO DE ROJAS, LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE Y
EL SUFRAGIO FEMENINO

A pesar de todas las dificultades vividas con el proyecto del
voto femenino, el contexto internacional era favorable; en muchos
países de América Latina, las mujeres habían
conquistado este derecho y en la Argentina de Perón, Evita,
la primera dama, había tenido una aceptación popular
arrasadora.

Por supuesto que el dictador y general Rojas Pinilla,
tenía intereses políticos, necesitaba apoyo popular y
tenía a su hija María Eugenia, quien podría emular
lo hecho por Evita en Argentina. El movimiento sufragista supo
interpretar claramente esta situación y por encima de
intereses partidistas, mujeres liberales y conservadoras,
intelectuales, profesionales y en general las mujeres organizadas
se unieron a la campaña sufragista. Fue realmente su
proceso, su movimiento, su persistencia, lo que despejó el
camino para que en la Asamblea Nacional
Constituyente de 1954 el general Rojas, nombrara a dos
mujeres, Esmeralda Arboleda, liberal y Josefina Valencia,
conservadora, con el objetivo de evaluar y presentar el proyecto
de Acto Legislativo sobre la Ciudadanía de las
Mujeres
. Ellas lo presentaron el 5 de agosto para ser
estudiado por los constituyentes. El 25 de agosto de 1954 fue
aprobado por la plenaria de la Asamblea el texto del Acto
Legislativo No. 3
que decía en su artículo 1º
"queda modificado el artículo 171 de la constitución en
cuanto restringe el sufragio a los varones".

El general Rojas Pinilla también aprovechó el
discurso populista maternalista que venía desde la
época del caudillo Jorge Eliécer Gaitán, en el
cual se planteaba la idea que las mujeres, por ser madres, eran
ciudadanas importantes. El Papa Pío XII había bendecido
el voto femenino para salvar a Italia del comunismo; no es casual
que en las mismas sesiones de agosto de 1954, también se
aprobara un Acto Legislativo que declaraba ilegal el
comunismo.

Tanto la iglesia como el populismo, utilizan la ideología
maternalista, exaltando socialmente a las mujeres por este rol, e
invitándolas al sufragio, es decir a votar por los intereses
de la patria. No era la misma interpretación que las
sufragistas tenían; sus aspiraciones  iban por la
participación política, la democracia, la paz y el
ejercicio pleno de la ciudadanía.

En Bogotá, desde abril de 1954 se había fundado la
Organización Feminista Nacional bajo la
presidencia de doña Berta Hernández; la
acompañaban María Currea de Aya, Esmeralda Arboleda y
Josefina Valencia. Esta asociación había invitado a las
mujeres de los diversos partidos y organizaciones a unirse por
encima de los intereses partidistas para el logro de sus
objetivos y la paz en el país.

Las luchas de las mujeres estaban vinculadas a la
ampliación de la democracia; cuando el general Rojas Pinilla
restringe las libertades políticas y la democracia pierde su
rol en el proceso político, también se restringió
el proceso de reivindicaciones femeninas y un sector amplio de
mujeres se integra a la lucha nacional contra la dictadura y
publican el periódico Verdad que fue censurado
rápidamente. Las mujeres participaron en el derrocamiento
del régimen militar y al calor de esta lucha se organizaron
para el reestablecimiento de los derechos civiles. Sin embargo,
el escenario no era claro, y fue así como se dio la
división entre las mujeres sufragistas. Las que apoyaban al
general y las que lo tomaban por dictador y se fueron a la
oposición. A Josefina Valencia, quien se alineó y fue
amiga del general, éste la nombró como la primera
gobernadora en el país, en su departamento Cauca;
posteriormente la nombró Ministra de Educación. Lo
contrario sucedió con Esmeralda Arboleda, quien había
manifestado públicamente no tener afinidad ideológica
con el general, por lo que fue destituida de la
Constituyente por decreto presidencial.

Los partidos liberal y conservador buscaron la unión para
derrocar a Rojas Pinilla y en mayo de 1957 fue forzado por una
amplia movilización nacional de todos los sectores sociales
a entregar el poder a una Junta Militar. Se realizó un
plebiscito en este mismo año, en el cual pudieron 
votar las mujeres por primera vez. Con este plebiscito se dio
origen al Frente Nacional (pacto entre los partidos para
sucederse en el poder cada cuatro años) y en donde se
requería refrendar, por la vía del sufragio, la reforma
constitucional que llevó al acuerdo bipartidista que puso
fin al periodo de guerra civil conocido como la época de la
violencia. El Frente Nacional en su ejercicio fue
intolerante, corrupto y excluyente, de ahí que las mujeres
iniciaran el ejercicio político en el marco de una
democracia debilitada que no ofrecía oportunidades.
Además, quien iniciaba en el poder ejecutivo, Alberto Lleras
Camargo (1958-1962) no había sido afín al voto
femenino, desde cuando era Ministro de Gobierno del presidente
López Pumarejo. Ofelia Uribe de Acosta consignó su
opinión sobre este personaje público al que a veces se
le ha dado un papel de apoyo definitivo en la conquista del voto
femenino. Dice Ofelia:

Por su parte el señor ministro de gobierno, doctor
Alberto Lleras Camargo se empeñaba también en la
Cámara en dilatar y entrabar la reforma, alegando,
según la transcripción hecha en el capítulo
tercero, que la política colombiana era una actividad
defectuosa, razón por la cual debía apartarse a la
mujer cuyo temperamento pasional complicaría la
situación y echaría a perder el progreso en que estaba
empeñada la nación
.

Calibán y Alberto Lleras encabezaron una campaña en
contra de este derecho a través de los medios escritos y la
radio, para demostrar "que a la mayoría de las mujeres no
les interesaba éste derecho", como lo señala Gladys
Jimeno. En aquel momento el proyecto fue derrotado y se
intensificó la persecución contra las mujeres
defensoras del sufragio y los derechos ciudadanos, muchas de las
cuales fueron despedidas de sus trabajos.

Derrocado el general Rojas Pinilla, el 10 de mayo de 1957, fue
remplazado transitoriamente por una junta militar. Los dos
partidos liberal y conservador, con sus líderes a la cabeza,
Alberto Lleras Camargo y Guillermo León Valencia
respectivamente, iniciaron una gira por el país para buscar
el respaldo político con el fin de lograr la
reconciliación nacional mediante el Plebiscito, lo que
daría piso jurídico a esta iniciativa.

En este contexto, la Asociación Profesional
Femenina de Medellín, le solicitó audiencia al
doctor Alberto Lleras Camargo y al doctor Guillermo León
Valencia para definir el asunto de mayor interés en ese
momento para las mujeres ¿qué iba a pasar con el voto
femenino reconocido en la constituyente del 54. El grupo de
mujeres profesionales lideradas, entre otras, por la doctora
Rosita Turizo, lograron en reunión del Club Campestre de
Medellín que estos políticos, protagonistas de lo que
sería el Frente Nacional, públicamente
anunciaran que el Plebiscito ratificaría los derechos
políticos de las mujeres. Esa misma noche, nos diría
Rosita Turizo, nació la idea de fundar la Unión
de Ciudadanas de Colombia, con el objetivo de formar a las
mujeres en su nuevo rol de sujetas de derechos y deberes.

Es inexplicable la oposición generalizada en el país
frente a la participación de las mujeres en las elecciones
como ciudadanas que ejercen uno de sus derechos, el sufragio,
cuando en la mayoría de países del mundo ya había
sido reconocido. Las mujeres en Colombia participaron en las
elecciones 64 años después de que lo hicieran las
mujeres de Nueva Zelanda, quienes obtuvieron el derecho al voto
en 1893, en Australia (1901), Finlandia (1906), URSS (1918), USA
(1920) y en América Latina, Ecuador (1929), Brasil y Uruguay
en (1932), Cuba (1934), República Dominicana en (1942),
Jamaica (1944), México (1953), Honduras, Perú y
Nicaragua (1955), Colombia en 1957.

 ECUADOR

Ecuador fue el primer país latinoamericano que
concedió el voto optativo a las mujeres alfabetas, en la
Constitución de 1929. Tal reconocimiento de ciudadanía
no estuvo, sin embargo, precedido de un movimiento sufragista de
mujeres que lo demandara, como ocurrió en otros países
de América Latina. El único antecedente conocido es el
de una mujer lojana que exigió que se la inscribiera en el
registro electoral de Machala para poder votar en las elecciones
de 1924, dado que la Constitución vigente no prohibía
expresamente el voto femenino. Esta pionera obtuvo ese derecho
tras una resolución del Consejo de Estado. Recién en
1967 el voto femenino se hizo obligatorio.

Matilde Hidalgo, la pionera que abrió el voto para
las mujeres en Ecuador

En una época en que las mujeres ecuatorianas no
podían votar, Matilde Hidalgo rompió la regla. En los
comicios de 1924 concurrió a sufragar. De esta forma se
convirtió en la primera mujer votante de Ecuador. Hoy, esta
gran rebelde es reconocida como la pionera de pioneras en ese
país.

Para lograr su cometido, en 1924, Matilde Hidalgo acudió
a los Registros Electorales del cantón de Machala para
inscribirse, aprovechando un resquicio legal que no prohibía
expresamente el sufragio a las mujeres. Sorprendido, el
presidente del Consejo Electoral solicitó la
autorización al Consejo de Estado, quien al no encontrar
ningún impedimento legal, ordenó su
inscripción.

El gesto de Matilde Hidalgo permitió que, en 1929,
Ecuador se convirtiera en el primer país de América
Latina que otorgó el derecho de sufragio a las mujeres.

Su poema El deber de la mujer es una suerte de decálogo
para incitar a la rebeldía.

"No contentarse tan sólo
con el rosario en la mano
y el breviario del cristiano
querer la vida pasar…

Es preciso al pensamiento
remontarlo a las regiones
donde se hallan instrucciones
que la ciencia suele dar…

Es preciso abrirse paso
entre envidia y mezquindades
y burlando tempestades
dedicarse ya a estudiar."

MéXICO

En México, hay datos de planteamientos de voto para las
mujeres en 1870 en agrupaciones alrededor del periódico
Siempre Viva. Entre 1884 y 1887 se volvió a poner en la
discusión pública este tema. En el inicio del
movimiento revolucionario de 1910, el Club Femenil
Antirreleccionista demandó el derecho a votar. En 1916 hubo
un Congreso Feminista, celebrado en Yucatán, que retomó
la estafeta. La Constitución de 1917 no les negaba el voto a
las mujeres, pero tampoco lo reconocía expresamente. Una
mujer lanzó su candidatura por un distrito electoral en la
ciudad de México. En 1923 el Congreso Nacional Feminista,
celebrado en la capital mexicana, concluyó que se debía
conseguir la igualdad civil para que la mujer fuera elegible en
los cargos administrativos del gobierno local.

Como fruto de este movimiento, en San Luis Potosí se
concedió a las mujeres el derecho a votar y a ser elegidas
en las elecciones municipales. Ese mismo año en Yucatán
una mujer resultó electa diputada al congreso local. En 1925
el ejemplo potosino prendió en Chiapas. En el ámbito
nacional, durante 1929, surgieron nuevos agrupamientos de mujeres
que tenían en su programa la exigencia del voto femenino. En
la década de los treinta destacó el Frente Único
Pro Derechos de la Mujer que conjuntó a más de 30
mil

mujeres; de esta asociación se radicalizó un grupo
que se puso por nombre La República de las Mujeres. En 1936
dos mujeres veracruzanas lanzaron sus candidaturas para comicios
locales. En 1938 una mujer dirigió un municipio guerrerense.
Pero fue hasta diciembre de 1946 cuando los diputados federales
aprobaron el voto de las mujeres en elecciones municipales; y
hasta el segundo semestre de 1953 se extendió ese derecho
para las elecciones federales.

Los puntos que habría que resaltar es que las
modificaciones puntuales a favor del derecho político de las
mujeres no es necesariamente fruto inmediato de una
organización o movimiento político fuerte puntual, pero
sí el efecto de un movimiento internacional de largo
alcance. Ha sido un derecho arrancado a una sociedad de corte
patriarcal, que se ha esforzado por sacarle la vuelta al
reconocimiento legal y que en la práctica ha puesto muchos
obstáculos para que ese derecho se ejerza plenamente. Las
mujeres han tenido que luchar primero por un reconocimiento legal
y después por su respeto a lo largo de muchos años.

Cuando en Jalisco en las sesiones de discusión sobre la
reforma electoral de 1996 se planteaba la necesidad de que
hubiera una cuota mínima de género para garantizar la
inclusión de las mujeres

en las listas electorales, algunos representantes de partidos
aducían que quienes hacían tales planteamientos no
conocían la clase de alimañas que tenían en sus
sectores femeninos. Sólo iniciado el siglo XXI la cuota de
género (que ninguno pueda tener más de 70%)
prosperó en la legislación federal mexicana. Los
argumentos en contra de las cuotas que obligan a respetar
espacios de elección para las mujeres aducen que al ser las
mujeres un poco más de la mitad de los electores, esa
condición las puede llevar más allá de las
cuotas.

No obstante, lo que han hecho las cuotas es asegurar un
mínimo ante una sociedad política con tendencias
machistas.

Otro de los grandes peligros que ha habido es que esa misma
sociedad ha obligado a no pocas mujeres que llegan a puestos
públicos a mimetizarse en una cultura política que les
dificulta distinguirse de las prácticas políticas
machistas. El panorama actual en cuanto a los porcentajes de los
puestos de elección conseguidos por las mujeres, pese a las
declaratorias de igualdad, es preocupante.

Desde finales de los años setenta, cuando una mujer
ocupó una gubernatura, en total sólo cuatro mujeres han
estado al frente de una entidad federativa. En la Cámara de
Diputados, desde los años cincuenta a la fecha, sólo
10.2% han sido mujeres. Al Senado llegaron las primeras mujeres
hasta 1964. Desde entonces para acá, 11.1% de los
escaños senatoriales han sido ocupados por mujeres.

Al celebrarse el 50 aniversario del voto femenino en
México, en 2003 la presencia de las mujeres en el congreso
no supera  proporción considerada por debajo del
mínimo planteado por la ONU.

Si miramos a los congresos, la situación es todavía
más inequitativa. Hay diez estados en cuyos congresos no hay
una sola mujer. Sólo cuatro legislaciones estatales obligan
a los partidos a postular mujeres a las candidaturas. La
proporción de alcaldesas no llega a 4%.

Para revertir las grandes desigualdades que padecen las
mujeres por su género, haría falta que las mujeres que
ocupan puestos públicos se defiendan de esa cultura
política que tiende a desdibujar su ser mujer en el
ejercicio de los cargos y que impulsen políticas
públicas desde una perspectiva femenina. Otro grave problema
es que crece la proporción de la pobreza, y en ésta el
número de mujeres.

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