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La atmósfera (página 2)



Partes: 1, 2

Al analizar los gases
atmosféricos, incluidos los gases invernadero, es
importante identificar las fuentes, reservorios o
sinks y el ciclo de vida de cada uno de ellos,
datos
cruciales para controlar la contaminación
atmosférica.

Una fuente es el punto o lugar donde un gas, o
contaminante, es emitido o sea, donde entran a la atmósfera. Un
reservorio o sink, es un punto o lugar en el cual el gas
es removido de la atmósfera, o por reacciones
químicas o absorción en otros componentes del
sistema
climático, incluyendo océanos, hielos y tierra.
Elciclo de vida denota el periodo promedio que una
molécula de contaminante se mantiene en la
atmósfera. Esto se determina por las velocidades de
emisión y de captación en reservorios o sinks.

El aumento de gases invernadero atmosféricos ha
incrementado la capacidad que tiene para absorber ondas
infrarrojas, aumentando su reforzamiento radiactivo, que aumenta
la temperatura
superficial. Este fenómeno se mide en watts por metro
cuadrado (W/m2).

EFECTO INVERNADERO Y
CALENTAMIENTO GLOBAL

El clima siempre ha
variado, el problema del cambio
climático es que en el último siglo el ritmo de
estas variaciones se ha acelerado de manera anómala, a tal
grado que afecta ya la vida planetaria . Al buscar la causa de
esta aceleración, algunos científicos encontraron
que existe una relación directa entre el calentamiento
global o cambio climático y el aumento de las
emisiones de gases de efecto
invernadero (GEI), provocado principalmente por las sociedades
industrializadas.

Un fenómeno preocupa al mundo: el calentamiento global
y su efecto directo, el cambio climático, que ocupa buena
parte de los esfuerzos de la comunidad
científica internacional para estudiarlo y controlarlo,
porque, afirman, pone en riesgo el futuro
de la humanidad.

¿Por qué preocupa tanto? Destacados
científicos coinciden en que el incremento de la
concentración de gases efecto invernadero en la
atmósfera terrestre está provocando alteraciones en
el clima. Coinciden también en que las emisiones de gases
efecto invernadero (GEI) han sido muy intensas a partir de la
Revolución
Industrial, momento a partir del cual la acción
del hombre sobre
la naturaleza se
hizo intensa.

Originalmente, un fenómeno natural

El efecto invernadero es un fenómeno natural que
permite la vida en la Tierra. Es
causado por una serie de gases que se encuentran en la
atmósfera, provocando que parte del calor del sol
que nuestro planeta refleja quede atrapado manteniendo la
temperatura media global en +15º centígrados,
favorable a la vida, en lugar de -18 º centígrados,
que resultarían nocivos.

Así, durante muchos millones de años, el efecto
invernadero natural mantuvo el clima de la Tierra a una
temperatura media relativamente estable y permitía que se
desarrollase la vida. Los gases invernadero retenían el
calor del sol cerca de la superficie de la tierra, ayudando a la
evaporación del agua
superficial para formar las nubes, las cuales devuelven el agua a la
Tierra, en un ciclo vital que se había mantenido en
equilibrio.

Durante unos 160 mil años, la Tierra tuvo dos periodos
en los que las temperaturas medias globales fueron alrededor de
5º centígrados más bajas de las actuales. El
cambio fue lento, transcurrieron varios miles de años para
salir de la era glacial. Ahora, sin embargo, las concentraciones
de gases invernadero en la atmósfera están
creciendo rápidamente, como consecuencia de que el mundo
quema cantidades cada vez mayores de combustibles fósiles
y destruye los bosques y praderas, que de otro modo
podrían absorber dióxido de carbono y
favorecer el equilibrio de la temperatura.

Ante ello, la comunidad científica internacional ha
alertado de que si el desarrollo
mundial, el crecimiento demográfico y el consumo
energético basado en los combustibles fósiles,
siguen aumentando al ritmo actual , antes del año 2050 las
concentraciones de dióxido de carbono se habrán
duplicado con respecto a las que había antes de la
Revolución
Industrial. Esto podría acarrear consecuencias funestas
para la viva planetaria.

Entonces se puede decir que el efecto invernadero es uno de
los fenómenos naturales más conocidos debido a sus
graves secuelas. Es causado por el aumento en la
concentración de los gases de invernadero: el
dióxido de carbono (CO2), los clorofluorocarbonados (CFC),
el metano (CH4), el
óxido de nitrógeno (N2O) y el ozono de la
tropósfera.

En pequeñas concentraciones, los gases de invernadero
son necesarios para nuestra subsistencia. La energía
solar pasa a través de ellos, llega a la tierra y,
parte de ella, se devuelve, en forma de energía
infrarroja. Es entonces cuando los gases de invernadero la
atrapan y conservan el calor de la radiación
infrarroja, al modo en que el calor se mantiene en un
invernadero.

Pero en mayores cantidades, la consecuencia principal del
efecto de invernadero es el calentamiento global de la
atmósfera. Eso Porque debido a que los gases contaminantes
(o de invernadero), como el dióxido de carbono, provocan
que la energía solar quede atrapada en la
atmósfera. Y sólo basta una leve
modificación de la temperatura para que se rompa el
delicado equilibrio de la naturaleza.

No deja de ser tremendamente grave, porque en la medida que el
planeta se calienta, los cascos polares se derriten.
Además, el calor del sol, cuando llega a los polos, es
reflejado nuevamente hacia el espacio. Y, al derretirse los
casquetes polares, menor es la cantidad de calor que se refleja,
lo que hace que la tierra se caliente aún más.

Con esto, se evaporará más agua de los
océanos, y en otros lados habrá lluvias
torrenciales, inundaciones, vientos huracanados, sequías,
olas de calor y heladas…entre otros desastres naturales.

Gases
Invernaderos

La atmósfera de la Tierra está compuesta de
muchos gases. Los más abundantes son el nitrógeno y
el oxígeno
(este último es el que necesitamos para respirar). El
resto, menos de una centésima parte, son gases llamados
"de invernadero". No los podemos ver ni oler, pero están
allí. Algunos de ellos son el dióxido de carbono,
el metano y el dióxido de nitrógeno.

En pequeñas concentraciones, los gases de invernadero
son vitales para nuestra supervivencia. Cuando la luz solar llega a
la Tierra, un poco de esta energía se refleja en las
nubes; el resto atraviesa la atmósfera y llega al suelo. Gracias a
esta energía, por ejemplo, las plantas pueden
crecer y desarrollarse.

Pero no toda la energía del Sol es aprovechada en la
Tierra; una parte es "devuelta" al espacio. Como la Tierra es
mucho más fría que el Sol, no puede
devolver la energía en forma de luz y calor. Por eso la
envía de una manera diferente, llamada "infrarroja". Un
ejemplo de energía infrarroja es el calor que emana de una
estufa eléctrica antes de que las barras comiencen a
ponerse rojas.

Los gases de invernadero absorben esta energía
infrarroja como una esponja, calentando tanto la superficie de la
Tierra como el aire que la
rodea. Si no existieran los gases de invernadero, el planeta
sería ¡cerca de 30 grados más frío de
lo que es ahora! En esas condiciones, probablemente la vida nunca
hubiera podido desarrollarse. Esto es lo que sucede, por ejemplo,
en Marte.

El efecto de calentamiento que producen los gases se llama
efecto invernadero: la energía del Sol queda atrapada por
los gases, del mismo modo en que el calor queda atrapado
detrás de los vidrios de un invernadero.

En el Sol se producen una serie de reacciones nucleares que
tienen como consecuencia la emisión de cantidades enormes
de energía. Una parte muy pequeña de esta
energía llega a la Tierra, y participa en una serie de
procesos
físicos y químicos esenciales para la vida.

Prácticamente toda la energía que nos llega del
Sol está constituida por radiación infrarroja,
ultravioleta y luz visible. Mientras que la atmósfera
absorbe la radiación infrarroja y ultravioleta, la luz
visible llega a la superficie de la Tierra. Una parte muy
pequeña de esta energía que nos llega en forma de
luz visible es utilizada por las plantas verdes para producir
hidratos de carbono, en un proceso
químico conocido con el nombre de fotosíntesis. En este proceso, las plantas
utilizan anhídrido carbónico y luz para producir
hidratos de carbono (nuevos alimentos) y
oxígeno. En consecuencia, las plantas verdes juegan un
papel fundamental para la vida, ya que no sólo son la base
de cualquier cadena alimenticia, al ser generadoras de alimentos
sino que, además, constituyen el único aporte de
oxígeno a la atmósfera.

En la fotosíntesis participa únicamente
una cantidad muy pequeña de la energía que nos
llega en forma de luz visible. El resto de esta energía es
absorbida por la superficie de la Tierra que, a su vez, emite
gran parte de ella como radiación infrarroja. Esta
radiación infrarroja es absorbida por algunos de los
componentes de la atmósfera (los mismos que absorben la
radiación infrarroja que proviene del Sol) que, a su vez,
la remiten de nuevo hacia la Tierra. El resultado de todo esto es
que hay una gran cantidad de energía circulando entre la
superficie de la Tierra y la atmósfera, y esto provoca un
calentamiento de la misma. Así, se ha estimado que, si no
existiera este fenómeno, conocido con el nombre de efecto
invernadero, la temperatura de la superficie de la Tierra
sería de unos veinte grados bajo cero.

Entre los componentes de la atmósfera implicados en
este fenómeno, los más importantes son el
anhídrido carbónico y el vapor de agua (la
humedad), que actúan como un filtro en una dirección, es decir, dejan pasar
energía, en forma de luz visible, hacia la Tierra,
mientras que no permiten que la Tierra emita energía al
espacio exterior en forma de radiación infrarroja.

Una gran
preocupación

De acuerdo a los diferentes estudios científicos,
apoyados por la ONU, se calcula
que en el año 2100, la temperatura media de la Tierra
será entre 1,5 y 6 grados más que la de 1980. Y es
que las temperaturas se están elevando a escala global, y
los 15 años más calurosos desde que se tiene
registro
(1867) han ocurrido desde 1980.

Esta es la gran preocupación de los científicos,
ya que,  se podrían producir hambrunas y epidemias,
las que serían frecuentes en todos los países.
También podrían derretirse témpanos,
desaparecer flora y fauna, volverse
desérticas las tierras de cultivo, estropearse arrecifes e
inundarse las islas del Caribe.

De que es serio, es serio. Pero lo peor de todo es que
nosotros mismos somos los que estamos "colaborando" con el
calentamiento global de nuestro hábitat
al utilizar combustibles fósiles (carbon, petróleo y sus derivados como parafina, gas
licuado y bencina), permitir la contaminación industrial, entre otras, y la
destrucción de bosques y tierras húmedas.

Se cree que, de seguir aumentando la temperatura, el
calentamiento global se repartirá en forma desigual.
Será menor en las zonas costeras donde el mar refresca la
tierra, y mayor en las zonas continentales, donde el sol
quemará con todas sus fuerzas.

Lo anterior tendrá su punto máximo en el norte
de América
y en el norte y centro de Asia. Es
más, se anuncia un violento cambio climático en
Estados Unidos
y China, dos de
las naciones más desarrolladas, pero más
contaminantes de nuestro planeta.

Pese a lo anterior, el calentamiento global está
afectando el Ártico mucho más que el resto del
planeta. Algunos lugares de Alaska se han calentado hasta 10
veces más que el promedio mundial, y se espera que la
temperatura aumente el doble en el futuro.

Pero da la sensación de que las autoridades no creen
mucho en este desastre, y más bien lo ven como algo muy
lejano, que puede que – si tenemos suerte – no ocurra. Existen
150 países tratando de ponerse de acuerdo sobre
cómo frenar el aumento del "efecto invernadero".

Uno de los resultados del Efecto Invernadero, es mantener una
concentración de vapor de agua en la baja troposfera mucho
más alta que la que sería posible en las bajas
temperaturas que existirían si no existiese el
fenómeno. Se especula que en Venus, el volcanismo
elevó las temperaturas hasta el punto que no se pudieron
formar los océanos, y el vapor resultante produjo un
Efecto Invernadero, exacerbado más aún por la
liberación de dióxido de carbono en rocas
carbonatadas, terminando en temperaturas superficiales de
más de 400 °C (Anderson et al, 1987).

Teorías que
intentan explicar los cambios de temperatura

El clima varía por procesos naturales tanto internos
como externos. Entre los primeros destacan las emisiones
volcánicas, y otras fuentes de
gases de efecto invernadero (como por ejemplo el metano emitido
en las granjas animales). Entre
los segundos pueden citarse los cambios en la órbita de la
Tierra alrededor del Sol (Teoría
de Milankovitch) y la propia actividad solar.

Los especialistas en climatología aceptan que la Tierra
se ha calentado recientemente (El IPCC cita un incremento de 0.6
± 0.2 °C en el siglo XX). Más
controvertida es la posible explicación de lo que puede
haber causado este cambio. Tampoco nadie discute que la
concentración de gases invernadero ha aumentado y que la
causa de este aumento es probablemente la actividad industrial
durante los últimos 200 años.

También existen diferencias llamativas entre las
mediciones realizadas en las estaciones meteorológicas
situadas en tierra (con registros en
raras ocasiones comenzados desde finales del siglo XIX y en menos
ocasiones todavía de una forma continuada) y las medidas
de temperaturas realizadas con satélites
desde el espacio (todas comenzadas a partir de la segunda mitad
del siglo XX). Estas diferencias se han achacado a los modelos
utilizados en las predicciones del aumento de temperatura
existente en el entorno de las propias estaciones
meteorológicas debido al desarrollo urbano (el efecto
llamado Isla de calor). Dependiendo del aumento predicho por
estos modelos las temperaturas observadas por estas estaciones
serán mayores o menores (en muchas ocasiones incluso
prediciendo disminuciones de las temperaturas).

1.
Teoría de los gases invernadero

La hipótesis de que los incrementos o
descensos en concentraciones de gases de efecto invernadero
pueden dar lugar a una temperatura global mayor o menor fue
postulada extensamente por primera vez a finales del s. XIX por
Svante Arrhenius, como un intento de explicar las eras glaciales.
Sus coetáneos rechazaron radicalmente su
teoría.

La teoría de que las emisiones de gases de efecto
invernadero están contribuyendo al calentamiento de la
atmósfera terrestre
ha ganado muchos adeptos y algunos oponentes en la comunidad
científica durante el último cuarto de siglo. El
IPCC, que se fundó para evaluar los riesgos de los
cambios climáticos inducidos por los seres humanos,
atribuye la mayor parte del calentamiento reciente a las
actividades humanas. La Academia Nacional de Ciencias de
Estados Unidos (National Academy of Sciences, NAC)
también respaldó esa teoría. El
físico atmosférico Richard
Lindzen y otros escépticos se oponen a aspectos
parciales de la teoría.

Hay muchos aspectos sutiles en esta cuestión. Los
científicos atmosféricos saben que el hecho de
añadir dióxido de carbono
CO2 a la atmósfera, sin efectuar otros cambios,
tenderá a hacer más cálida la superficie del
planeta. Pero hay una cantidad importante de vapor de agua
(humedad, nubes) en la atmósfera terrestre, y el
agua es un gas de efecto invernadero. Si la adición de
CO2 a la atmósfera aumenta levemente la
temperatura, se espera que más vapor de agua se evapore
desde la superficie de los océanos.

El vapor de agua así liberado a la atmósfera
aumenta a su vez el efecto invernadero (El vapor de agua es un
gas de invernadero más eficiente que el CO2. A
este proceso se le conoce como la
retroalimentación del vapor de agua (water vapor
feedback
en inglés). Es esta retroalimentación la causante de la mayor
parte del calentamiento que los modelos de la atmósfera
predicen que ocurrirá durante las próximas
décadas. La cantidad de vapor de agua así como su
distribución vertical son claves en el
cálculo
de esta retroalimentación. Los procesos que controlan la
cantidad de vapor en la atmósfera son complejos de modelar
y aquí radica gran parte de la incertidumbre sobre el
calentamiento global.

El papel de las nubes es también crítico. Las
nubes tienen efectos contradictorios en el clima. Cualquier
persona ha
notado que la temperatura cae cuando pasa una nube en un
día soleado de verano, que de otro modo sería
más caluroso. Es decir: las nubes enfrían la
superficie reflejando la luz del Sol de nuevo al espacio. Pero
también se sabe que las noches claras de invierno tienden
a ser más frías que las noches con el cielo
cubierto. Esto se debe a que las nubes también devuelven
algo de calor a la superficie de la Tierra. Si el CO2
cambia la cantidad y distribución de las nubes
podría tener efectos complejos y variados en el clima y
una mayor evaporación de los océanos
contribuiría también a la formación de una
mayor cantidad de nubes.

A la vista de esto, no es correcto imaginar que existe un
debate entre
los que "defienden" y los que "se oponen" a la teoría de
que la adición de CO2 a la atmósfera
terrestre dará como resultado que las temperaturas
terrestres promedio serán más altas. Más
bien, el debate se centra sobre lo que serán los efectos
netos de la adición de CO2, y en si los cambios
en vapor de agua, nubes y demás podrán compensar y
anular este efecto de calentamiento. El calentamiento observado
en la Tierra durante los últimos 50 años parece
estar en oposición con la teoría de los
escépticos de que los mecanismos de autorregulación
del clima compensarán el calentamiento debido al
CO2.

Los científicos han estudiado también este tema
con modelos computerizados del clima. Estos modelos se aceptan
por la comunidad científica como válidos solamente
cuando han demostrado poder simular
variaciones climáticas conocidas, como la diferencia entre
el verano y el invierno, la Oscilación del
Atlántico Norte o El Niño. Se ha encontrado
universalmente que aquellos modelos climáticos que pasan
estas evaluaciones también predicen siempre que el efecto
neto de la adición de CO2 será un clima
más cálido en el futuro, incluso teniendo en cuenta
todos los cambios en el contenido de vapor de agua y en las
nubes. Sin embargo, la magnitud de este calentamiento predicho
varía según el modelo, lo
cual probablemente refleja las diferencias en el modo en que los
diferentes modelos representan las nubes y los procesos en que el
vapor de agua es redistribuido en la atmósfera.

Sin embargo, las predicciones obtenidas con estos modelos no
necesariamente tienen que cumplirse en el futuro. Los
escépticos en esta materia
responden que las predicciones contienen exageradas oscilaciones
de más de un 400% entre ellas, que hace que las
conclusiones sean inválidas, contradictorias o absurdas.
Los ecólogos responden que los escépticos no han
sido capaces de producir un modelo de clima que no prediga que
las temperaturas se elevarán en el futuro. Los
escépticos discuten la validez de los modelos
teóricos basados en sistemas de
ecuaciones
diferenciales, que son sin embargo un recurso común en
todas las áreas de la investigación de problemas
complejos difíciles de reducir a pocas variables,
cuya incertidumbre es alta siempre por la simplificación
de la realidad que el modelo implica y por la componente
caótica de los fenómenos implicados. Los modelos
evolucionan poniendo a prueba su relación con la realidad
prediciendo (retrodiciendo) evoluciones ya acaecidas y, gracias a
la creciente potencia de los
ordenadores, aumentando la resolución espacial y temporal,
puesto que trabajan calculando los cambios que afectan a
pequeñas parcelas de la atmósfera en intervalos de
tiempo
discretos.

Las industrias que
utilizan el carbón como fuente de energía, los
tubos de escape de los automóviles, las chimeneas de las
fábricas y otros subproductos gaseosos procedentes de la
actividad humana contribuyen con cerca de 22.000 millones de
toneladas de dióxido de carbono (correspondientes a 6.000
millones de toneladas de carbón puro) y otros gases de
efecto invernadero a la atmósfera terrestre cada
año. La concentración atmosférica de
CO2 se ha incrementado hasta un 31% por encima de los
niveles pre-industriales, desde 1750. Esta concentración
es considerablemente más alta que en cualquier momento de
los últimos 420.000 años, el período del
cual han podido obtenerse datos fiables a partir de
núcleos de hielo. Se cree, a raíz de una evidencia
geológica menos directa, que los valores de
CO2 estuvieron a esta altura por última vez
hace 40 millones de años. Alrededor de tres cuartos de las
emisiones antropogénicas de CO2 a la
atmósfera durante los últimos 20 años se
deben al uso de combustibles fósiles. El
resto es predominantemente debido a usos agropecuarios, en
especial deforestación.[17]

Los gases de efecto invernadero
toman su nombre del hecho de que no dejan salir al espacio la
energía que emite la Tierra, en forma de radiación
infrarroja, cuando se calienta con la radiación procedente
del Sol, que es el mismo efecto que producen los vidrios de un
invernadero de jardinería. Aunque éstos se
calientan principalmente al evitar el escape de calor por
convección.

El efecto invernadero natural que
suaviza el clima de la Tierra no es cuestión que se
incluya en el debate sobre el calentamiento global. Sin este
efecto invernadero natural las temperaturas caerían
aproximadamente 30 ºC. Los océanos podrían
congelarse, y la vida, tal como la conocemos, sería
imposible. Para que este efecto se produzca, son necesarios estos
gases de efecto invernadero, pero en proporciones adecuadas. Lo
que preocupa a los climatólogos es que una
elevación de esa proporción producirá un
aumento de la temperatura debido al calor atrapado en la baja
atmósfera.

Los incrementos de CO2 medidos desde 1958 en Mauna
Loa muestran una concentración que se incrementa a una
tasa de cerca de 1.5 ppm por año. De hecho, resulta
evidente que el incremento es más rápido de lo que
sería un incremento lineal. El 21 de marzo del 2004 se
informó de que la concentración alcanzó 376
ppm (partes por millón). Los registros del Polo Sur
muestran un crecimiento similar al ser el CO2 un gas
que se mezcla de manera homogénea en la
atmósfera.

2. Teoría de la variación
solar

Se han propuesto varias hipótesis para
relacionar las variaciones de la temperatura terrestre con
variaciones de la actividad solar, que han sido refutadas por los
físicos Terry Sloan y Arnold W.
Wolfendale.[18] La comunidad meteorológica
ha respondido con escepticismo, en parte, porque las teorías
de esta naturaleza han sufrido idas y venidas durante el curso
del siglo XX.[19]

Sami Solanki,
director del Instituto Max Planck para la
Investigación del Sistema Solar, en
[20]

El Sol está en su punto álgido de actividad
durante los últimos 60 años, y puede estar ahora
afectando a las temperaturas globales. (…) Las dos cosas: el
Sol más brillante y unos niveles más elevados de
los así llamados "gases de efecto invernadero", han
contribuido al cambio de la temperatura de la Tierra, pero es
imposible decir cuál de los dos tiene una incidencia
mayor.

Willie Soon y Sallie Baliunas del Observatorio de Harvard
correlacionaron recuentos históricos de manchas solares
con variaciones de temperatura. Observaron que cuando ha habido
menos manchas solares, la Tierra se ha enfriado y que cuando ha
habido más manchas solares, la Tierra se ha calentado,
aunque, ya que el número de manchas solares solamente
comenzó a estudiarse a partir de 1700, el enlace con el
período cálido medieval es, como mucho, una
especulación.

Las teorías han defendido normalmente uno de los
siguientes tipos:

  • Los cambios en la radiación solar afectan
    directamente al clima. Esto es considerado en general
    improbable, ya que estas variaciones parecen ser
    pequeñas.
  • Las variaciones en el componente ultravioleta tienen un
    efecto. El componente UV varía más que el
    total.
  • Efectos mediados por cambios en los rayos cósmicos
    (que son afectados por el viento solar, el cual es afectado por
    el flujo solar), tales como cambios en la cobertura de
    nubes.

Aunque pueden encontrarse a menudo correlaciones, el mecanismo
existente tras esas correlaciones es materia de
especulación. Muchas de estas explicaciones especulativas
han salido mal paradas del paso del tiempo, y en un
artículo "Actividad solar y clima terrestre, un análisis de algunas pretendidas
correlaciones" (Journal of Atmospheric and Solar-Terrestrial
Physics
, 2003 p801-812) Peter Laut demuestra que hay
inexactitudes en algunas de las más populares,
notablemente en las de Svensmark y Lassen (ver más
abajo).

En 1991 Knud Lassen, del Instituto Meteorológico de
Dinamarca, en Copenhague, y su colega Eigil Friis-Christensen,
encontraron una importante correlación entre la
duración del ciclo solar y los cambios de temperatura en
el Hemisferio Norte. Inicialmente utilizaron mediciones de
temperaturas y recuentos de manchas solares desde 1861 hasta
1989, pero posteriormente encontraron que los registros del clima
de cuatro siglos atrás apoyaban sus hallazgos. Esta
relación aparentemente explicaba, de modo aproximado, el
80% de los cambios en las mediciones de temperatura durante ese
período. Sallie Baliuna, un astrónomo del Centro
Harvard-Smithsoniano para la astrofísica
(Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics), se
encuentra entre los que apoyan la teoría de que los
cambios en el Sol "pueden ser responsables de los cambios
climáticos mayores en la Tierra durante los últimos
300 años, incluyendo parte de la reciente ola de
calentamiento global
".

Sin embargo, el 6 de mayo de 2000 la revista New
Scientist
informó que Lassen y el astrofísico
Peter Thejil habían actualizado la investigación de
Lassen de 1991 y habían encontrado que, a pesar de que los
ciclos solares son responsables de cerca de la mitad de la
elevación de temperatura desde 1900, no logran explicar
una elevación de 0,4 ºC desde 1980:

Las curvas divergen a partir de 1980 y se trata de una
desviación sorprendentemente grande. Algo más
está actuando sobre el clima. […] Tiene las
«huellas digitales» del efecto invernadero.

Posteriormente, en el mismo año, Peter Stoff y otros
investigadores de Centro Hadley, en el Reino Unido, publicaron un
artículo en el que dieron a conocer el modelo de simulación
hasta la fecha más exhaustivo sobre el clima del Siglo XX.
Su estudio prestó atención tanto a los agentes forzadores
naturales (variaciones solares y emisiones volcánicas)
como al forzamiento antropogénico (gases invernadero y
aerosoles de sulfato). Al igual que Lassen y Thejil, encontraron
que los factores naturales daban explicación al
calentamiento gradual hasta aproximadamente 1960, seguido
posteriormente de un retorno a las temperaturas de finales del
siglo XIX, lo cual era consistente con los cambios graduales en
el forzamiento solar a lo largo del siglo XX y la actividad
volcánica durante las últimas décadas.

Sin embargo, estos factores no podían explicar por
sí solos el calentamiento en las últimas
décadas. De forma similar, el forzamiento
antropogénico, por sí solo, era insuficiente para
explicar el calentamiento entre 1910-1945, pero era necesario
para simular el calentamiento desde 1976. El equipo de Stott
encontró que combinando todos estos factores se
podía obtener una simulación cercana a la realidad
de los cambios de temperatura globales a lo largo del siglo XX.
Predijeron que las emisiones continuadas de gases invernadero
podían causar incrementos de temperatura adicionales en el
futuro "a un ritmo similar al observado en las décadas
recientes
".[21]

3. Otras
hipótesis

Se han propuesto otras hipótesis en el ámbito
científico:

  • El incremento en temperatura actual es predecible a partir
    de la teoría de las Variaciones orbitales, según
    la cual, los cambios graduales en la órbita terrestre
    alrededor del Sol y los cambios en la inclinación axial
    de la Tierra afectan a la cantidad de energía solar que
    llega a la Tierra.
  • El calentamiento se encuentra dentro de los límites
    de variación natural y no necesita otra
    explicación particular.[22]
  • El calentamiento es una consecuencia del proceso de salida
    de un periodo frío previo, la Pequeña Edad de
    Hielo y no requiere otra explicación.
  • En ocasiones se atribuye el aumento en las medidas al sesgo
    en la lectura
    de los termómetros de las Estaciones
    Meteorológicas "inmersas" en las islas de calor que han formado las
    edificaciones en las ciudades.

Algunos escépticos argumentan que la tendencia al
calentamiento no está dentro de los márgenes de lo
que es posible observar (dificultad de generar un promedio de la
temperatura terrestre para todo el globo debido a la ausencia de
estaciones meteorológicas, especialmente en el
océano, sensibilidad de los instrumentos a cambios de unas
pocas decenas de grados Celsius), y que por lo tanto no requiere
de una explicación a través del efecto
invernadero.

Más evidencias del
Calentamiento Global

– No existe certeza sobre cómo seguirá
evolucionando el calentamiento global, existen modelos creados
por los científicos que proponen teorías sobre los
resultados de un calentamiento global extremo.

– Un cuarto de la población China está actualmente en
riesgo por la velocidad en
la que sus glaciares se están derritiendo. El
calentamiento global costará a China dos tercios de sus
glaciares para mitad de siglo.

– La capa de hielo del planeta tiene suficiente agua como para
incrementar el nivel de los mares siete metros, si estos se
derritieran.

– El bloque de hielo más grande del planeta, el Ward
Hunt en la costa norte de Canadá, se partió en dos
durante el período 2000 a 2002.

– En mayo del 2000 Argentina reportó las peores lluvias
en 100 años.

– De seis glaciares que tenía Venezuela en
los Andes en 1972, sólo quedan dos y los
científicos predicen que en 10 años no
quedará ninguno.

Efectos del
Calentamiento Global

A medida que el planeta se calienta, los cascos polares se
derriten. Además el calor del sol cuando llega a los
polos, es reflejado de nuevo hacia el espacio. Al derretirse los
casquetes polares, menor será la cantidad de calor que se
refleje, lo que hará que la tierra se caliente aún
más. El calentamiento global también
ocasionará que se evapore más agua de los
océanos. El vapor de agua actúa como un gas
invernadero. Así pues, habrá un mayor
calentamiento. Esto contribuye al llamado "efecto
amplificador".

El Panel de las Naciones Unidas
sobre Cambios Climáticos (IPCC) ha reunido a cientos de
científicos. Su primer informe,
publicado en 1990, confirma que de duplicarse la cantidad de
CO2 en la atmósfera, el efecto amplificador
producirá un incremento total en la temperatura del
planeta de 2.5 grados Celsius.

Un calentamiento de esta naturaleza, tendrá graves
efectos sobre el planeta. Mientras se deshielan las capas
polares, se elevará el nivel del mar, lo cual hará
que se inunden las tierras más bajas, y quizás
desaparezcan países completos en el Pacífico y
afectaran gravemente otros en Asia. Por otra parte, mientras el
ba­lance energético de la atmósfera cambia,
habrá cambios drásticos en el clima mundial,
ocasionando severas fluctuaciones en la temperatura y la
pluviosidad, alterando significativamente las estaciones de
cultivos agrícolas.

Los desiertos tenderán a expandirse, las arenas del
norte de África
podrán invadir al Mediterráneo, así como
podrán retornar las tormentas de polvo en el Medio Oeste
norteamericano. ¿Fueron acaso las sequías en 1980
de Etiopia y Sudán víctimas del efecto invernadero?
Nadie puede responder a esta pregunta, pero son esos los efectos
que los científicos pronostican.

Consecuencias

Se conoce las consecuencias que se pueden esperar del efecto
invernadero para los próximos años en  caso de
que no vuelva a valores
más bajos:

·        
Aumento de la temperatura media del planeta.

·        
Aumento de sequías en unas zonas e inundaciones en
otras.

·         Mayor
frecuencia de formación de huracanes.

·        
Progresivo deshielo de los casquetes polares, con la consiguiente
subida de los niveles de los océanos.

·        
Incremento de las precipitaciones a nivel planetario pero
lloverá menos días y más
torrencialmente.

·        
Aumento de la cantidad de días calurosos, traducido en
olas de calor.

¿Qué hacen las autoridades al
respecto?

El informe de IPCC contribuyó para que 150
países firmaran la Convención sobre cambios
Climáticos, durante la Cumbre de la Tierra celebrada en
Río de Janeiro en 1992. La Convención hace un
llamado a los países industrializados para que en el
año 2000 retornen las emisiones de gases invernaderos a
los niveles de 1990.

También busca estabilizar las concentraciones de gases
invernaderos en la atmósfera a niveles que prevengan
severas intervenciones (inducidas por el hombre) del sistema
climático".

Sin embargo la Convención deja una serie de preguntas
sin respuestas. Desde Río, las conversaciones sobre la
convención han estado en mano
del Comité negociador intergubernamental (INC). Los
países que han ratificado la convención se
reunirán por primera vez en Berlín en marzo de
1995. Dicha reunión deberá responder las siguientes
preguntas:

  • ¿Qué pasará después del
    año 2000?
  • ¿Para ser verdaderamente efectivo, hasta que niveles
    y cuando deberán reducirse los gases invernadero?
  • ¿Podrán los países seguir emitiendo
    más CO2, si plantan suficientes árboles para absorber los gases del
    aire?
  • ¿A qué nivel tope deberán reducirse
    mundialmente dichas emisiones a fin de estabilizar los gases
    invernaderos en la atmósfera?

De acuerdo con el IPCC, si fuésemos a estabilizar las
concentraciones de gases a los niveles actuales, deberán
reducir, en la actualidad, las emisiones del CO2 en un
60 por ciento.

La Convención requiere que todas las naciones midan
tanto sus emisiones de gases invernadero así como los
llamados "pozos de carbón", tales como los bosques que
absorben dichos gases. Y deberán diseñar planes
nacionales para ser más eficientes energéticamente,
modificar las políticas
de transporte y
motivar a las personas para que disminuyan su contribución
al efecto invernadero.

¿Que pueden hacer los ciudadanos comunes?

  • Reducir el uso de vehículos automotores. De ser
    posible vivir cerca del colegio u oficina. Hacer
    sus compras en
    su vecindario.
  • Usar el transporte público y las bicicletas.
  • Comprar artefactos del hogar, tales como refrigeradores y
    bombillas, que sean más eficientes en el consumo de
    energía.
  • Apoyar medidas poco populares, pero que son ambientalmente
    importantes, tales como impuestos a los
    combustibles y que lo recaudado sea utilizado para prevenir el
    calentamiento global.
  • Presionar a sus representantes públicos para que
    mejoren los servicios de
    transporte colectivo y promuevan el ahorro de
    energía.
  • Instar a los gobiernos para que diseñen un plan nacional
    de reducción de emisiones de gases invernadero.

El WWF tiene por objetivo
conservar la naturaleza y los procesos
ecológicos:

  • Preservando la diversidad genética, de especies y de ecosistemas
  • Garantizando un uso sostenible de los recursos
    naturales renovables tanto ahora como a largo plazo y
  • Promoviendo acciones
    destinadas a reducir la
    contaminación y el despilfarro de los recursos y la
    energía

Protocolo de
Kyoto

El Protocolo de
Kioto sobre el cambio climático[1] es un
acuerdo internacional que tiene por objetivo reducir las
emisiones de seis gases provocadores del calentamiento global:
dióxido de carbono
(CO2), gas metano (CH4) y óxido
nitroso (N2O), además de tres gases
industriales fluorados: Hidrofluorocarbonos (HFC),
Perfluorocarbonos (PFC) y Hexafluoruro de azufre
(SF6), en un porcentaje aproximado de un 5%, dentro
del periodo que va desde el año 2008 al 2012, en
comparación a las emisiones al año 1990. Por
ejemplo, si la contaminación de estos gases en el
año 1990 alcanzaba el 100%, al término del
año 2012 deberá ser del 95%. Es preciso
señalar que esto no significa que cada país deba
reducir sus emisiones de gases regulados en un 5%, sino que este
es un porcentaje a nivel global y, por el contrario, cada
país obligado por Kioto tiene sus propios porcentajes de
emisión que debe disminuir.

Este instrumento se encuentra dentro del marco de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático (CMNUCC), suscrita en 1992 dentro
de lo que se conoció como la Cumbre de la Tierra de
Río de Janeiro. El protocolo vino a dar fuerza
vinculante a lo que en ese entonces no pudo hacer la CMNUCC.

Este instrumento se encuentra dentro del marco de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático (CMNUCC), suscrita en 1992 dentro de lo que se
conoció como la Cumbre de la Tierra de Río de
Janeiro. El protocolo vino a dar fuerza vinculante a lo que en
ese entonces no pudo hacer la CMNUCC.

Se estableció que el compromiso sería de
obligatorio cumplimiento cuando lo ratificasen los países
industrializados responsables de, al menos, un 55% de las
emisiones de CO2. Con la
ratificación de Rusia en
noviembre de 2004, después de conseguir que la UE pague la
reconversión industrial, así como la
modernización de sus instalaciones, en especial las
petroleras, el protocolo ha entrado en vigor.

Además del cumplimiento que estos países
hicieron en cuanto a la emisión de gases de efecto
invernadero se promovió también la
generación de un desarrollo
sostenible, de tal forma que se utilice también
energías no convencionales y así disminuya el
calentamiento global.

El gobierno de
Estados Unidos firmó el acuerdo pero no lo ratificó
(ni Bill Clinton, ni George W. Bush), por lo que su
adhesión sólo fue simbólica hasta el
año 2001 en el cual el gobierno de Bush se retiró
del protocolo, según su declaración, no porque no
compartiese su idea de fondo de reducir las emisiones, sino
porque considera que la aplicación del Protocolo es
ineficiente e injusta al involucrar sólo a los
países industrializados y excluir de las restricciones a
algunos de los mayores emisores de gases en vías de
desarrollo (China e India en
particular), lo cual considera que perjudicaría gravemente
la economía estadounidense

 

 

 

Autora:

Mariajose Sosa Solorzano

Partes: 1, 2
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