- El dibujo
en venezuela 1830- 1859 - La
cartografía nacional - Carmelo
fernández - Apreciaciones
analíticas - Conclusiones
y recomendaciones - Referencias
bibliográficas
La presente investigación tiene por objeto resaltar los
aportes más significativos y la influencia, proscrita a
veces, del artista Carmelo Fernández en el dibujo
decimonónico venezolano, específicamente entre 1830
y 1860. Se hará énfasis en su relación con
Agustín Codazzi, aunque se sabe que este último no
era artista plástico[1] sino más
bien militar; no obstante, la relación entre ambos fue
bastante fructífera para este tema particular y,
además generó sus beneficios en el ámbito
del desarrollo de
la cartografía de este país.
1.-Marco
Histórico
1.1.-Antecedentes
Son muchos los acontecimientos que tienen cabida en el
contexto particular que nos ocupa, que es el siglo XIX y, toda la
divergencia que representa este período en Venezuela,
anteriormente unida a Colombia en el
territorio que se conocía como la Gran Colombia y
que en 1819 se constituiría en la realización de
uno de los ideales de Simón Bolívar;
sin embargo, se mencionarán los hechos más
resaltantes.
En el marco de la guerra de
Independencia
era muy difícil la gestión
cultural, generándose un desarrollo lento, aunque
progresivo. Al culminar ésta, las relaciones entre
Venezuela y otras naciones en el campo diplomático y
cultural fueron más prósperas, realizándose
numerosas visitas de artistas y exploradores viajeros, tales
como: Antón
Goering, Agustín Codazzi y Arístides
Rojas[2] entre 1825 y 1899 interesados en conocer
el surgimiento de un Nuevo Mundo, gracias también a las
narraciones e investigaciones
científicas de otros entendidos como Alejandro de
Humboldt. En este sentido, es de hacer notar la gran
contribución de dichos viajeros en las artes
plásticas venezolanas, introduciendo las escenas
paisajísticas, géneros como el
retrato[3], la pintura de
historia, escenas
mitológicas y costumbristas.
Uno de los antecedentes más importantes es la
creación de la Sociedad
Económica de Amigos del País, la cual fue fundada
en 1838 por el Congreso de la gran Colombia con la finalidad
primordial de encargarse de la enseñanza artística promoviendo la
creación de escuelas y talleres afines al ramo.
En el orden político la ideología estaba representada por una
parte, en los liberales y por otra, en los conservadores. La
fundación del Partido Liberal concibió la
creación de una conciencia
nacionalista atribuida en primera instancia a Simón
Bolívar y a José Antonio Páez y que,
posteriormente, sería reivindicada por el Congreso
de la Gran Colombia en el año de 1840. A partir de esa
fecha, la economía alcanza cierto auge producido
principalmente por el aumento de los precios del
café
entre otros hechos como por ejemplo el descubrimiento de
yacimientos de oro en el sur
de dicha zona. En este orden de ideas, Raquel Rivas Rojas
señala que:
Los gobiernos liberales son recuperados en este campo
discursivo[4] a partir de la noción de que
las glorias de los forjadores originales de la nacionalidad
cristalizaron en los gobiernos modernizadores de finales del XIX
y que es esta herencia la que
es preciso rescatar para la patria futura. Aquí, la
tradición que se recupera no es la de los conceptos
esencialistas como los de gloria y heroísmo
de los forjadores de la patria, sino que se rescatan datos y fechas,
reglamentos y acciones
concretas. Este uso de la historia como arma dentro del discurso que
legitima las posiciones asumidas, permite articular de manera
concreta las acciones del pasado a las luchas del
presente.[5]
Otro suceso importante, acaecido en estas circunstancias, fue
la introducción de la fotografía
a través de la técnica daguerrotipo. Entre los
fotógrafos que
utilizaron esta técnica podemos mencionar a: Antonio
Damirón, Francisco Góñiz y José
Salvá. Ya en 1852, la fotografía sobre papel era un
hecho debido a la perseverancia de Basilio Constantín.
Es de hacer notar que, el grupo de los
pardos libres es el que mayor influjo ejerce en la esfera
cultural, debido a la posición que ocupaban en diversos
sectores de las distintas manifestaciones culturales y, entre las
ciudades que más aportaron al desarrollo de dicha esfera
es Maracaibo destacándose en las letras, la música y las artes
que, al igual que la zona caraqueña, va a evidenciar un
notorio adelanto intelectual luego de la guerra
independentista.
Otro aspecto fundamental para la comprensión del caso
que nos ocupa es el apogeo del periodismo
como medio de transmisión de ideas, de este acontecimiento
nos expresa Raquel Rivas Rojas lo siguiente:
(…) el periodismo constituyó el pilar de
las formas letradas de circulación de ideas y el espacio
por excelencia de mediación entre la letra y la
experiencia. Por ese canal se dan a conocer, a lo largo de todo
el siglo XIX, fórmulas para imaginar la identidad;
sujetos y espacios que los sectores letrados eligen como
representativos tanto de los personajes de la élite
como del pueblo.[6]
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