Resumen
Mientras en el mundo -sobre todo en Europa–
proliferan los Gabinetes de Comunicación como constante en el sistema
informativo, en Cuba
todavía se le miran desde lejos. En la actualidad no
existe partido político, institución o grupo
económico de cierto relieve que no
utilice los servicios de
estos departamentos, cuya aparición incrementa las rutinas
periodísticas del profesional. A su vez se hacen
más fuertes las fuentes
informativas cercanas al poder y
más débiles a las no oficiales. Esta
dicotomía entre la comunicación organizacional y la
comunicación masiva, se deben observar en el entorno
cubano con el propósito de hallar puntos de
convergencias, en tanto no puede significar la
suplantación de una por otra. Las dos coinciden en ser
actividades colectivas destinadas a proveer de la información necesaria para la reproducción de la comunidad.
Señalar las diferencias en sus modos de funcionar y las
particularidades de ambos tipos de
comunicación, será pertinente para entender
cómo pueden interrelacionarse y así limar posibles
contrariedades.
Abstract
While in the world, especially in Europe, with frequent
communication offices as a constant in the information system in
Cuba will still be watching from afar. There is currently no
political party, institution or group of some economic relief
that does not use the services of these departments, whose
appearance increased the routines of the journalistic profession.
In turn they become more powerful sources close to the power of
information and weaker at unofficial. This dichotomy between
organizational communication and mass communication, be respected
in the Cuban environment with the aim of finding points of
convergence, while it can not mean impersonation of one by
another. The two agree to be collective efforts to provide the
information necessary for reproduction of the community. Noted
the differences in their modes of operation and characteristics
of both types of communication, it will be relevant to
understanding how they can interact and ironing out any
setbacks.
Juntos, ¿y
también revueltos?
Divulgar información desde una organización económica o social, no
es hacer periodismo.
Sin embargo, la persona encargada
de hacerlo y los periodistas deben andar juntos; e incluso
«revueltos». Aunque signifique contradecir un
refrán popular.
Tal unión debe concebirse sobre fundamentos
teóricos y científicamente demostrados,
según los conceptos planteados por los analistas de la
comunicación social. Como resulta conocido,
las funciones de
ambos -periodista y divulgador-, se corresponden con la de un
emisor de mensajes en el nivel público de la
comunicación.
De acuerdo con Manuel Martín Serrano, de esta manera
tiene lugar la comunicación pública, y ésta
no es más que: «La forma social de
comunicación en la cual la información se produce y
distribuye por el recurso a un Sistema de Comunicación
especializado en el manejo de la información que concierne
a la comunidad como un conjunto.»
De ahí que sean evidentes las coincidencias entre la
comunicación organizacional y la comunicación
masiva, en tanto esta última se deriva de la primera.
Más, difieren en la implementación de sus
respectivos sistemas de
comunicación y especialización de los
mismos.
En el sitio digital La Tecla, aparece el artículo
¿Comunicación Social en Cuba?, en el que su
autor y periodista Zeus Naya Catalá define al divulgador
de una institución como: « (…) la persona
encargada de potenciar cuestiones de la comunicación
(…) alguien que en un puesto y funciones diferentes se
concebía análogo a lo que es el Relacionista
Público.»
Más adelante explica cómo a partir de 1981 se
aprobó la denominación y descripción del procedimiento de
trabajo del
Especialista en Divulgación. Asimismo, advierte que
durante la década de los ochenta no había en el
país una carrera que concentrara a las Relaciones
Públicas, Publicidad,
Mercadotecnia,
Propaganda,
Divulgación, Promoción, Protocolo.
Tampoco una organización social que agrupara a quienes
llevaban esas funciones. «Entonces la UPEC acogió en
su seno a todos los trabajadores, no solo de la prensa, sino de
la comunicación en general (…) precisó las
convergencias y diferencias entre Periodismo, Relaciones
Públicas, Publicidad, Mercadotecnia, Propaganda,
Divulgación, Promoción y Protocolo mientras se
daban los pasos para convocar en 1989 a la Primera Asamblea
Nacional de Propaganda y Publicidad. El 25 de junio del
año 1991 fue instituida la Asociación Cubana de
Publicitarios y Propagandistas
(ACCP).»[1]
A lo anterior debemos agregar que la educación
superior cubana, que como parte del proceso de
rectificación venía revisando los planes de
estudio, decidió incluir la Comunicación Social y
para ella atendió el llamado Plan C. En el
año 1993 llegó a conformarse la Facultad de
Comunicación con la carrera de Comunicación Social
con un amplio perfil que permitió graduar profesionales
preparados para ejercer tanto en el Periodismo, como en las
Relaciones Públicas, Publicidad, Mercadotecnia,
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