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Análisis del diálogo "Ion o de la Poesía", de Platón (página 2)



Partes: 1, 2, 3

Y le resaltaba a Ion el arte que tenia de hablar bien de
Homero como talento innato de Ion, y no era en el ningún
efecto del arte, como decía antes, sino que es no
sé qué virtud divina que te transporta, virtud
semejante a la piedra que Eurípides ha llamado
magnética, y que los más llaman piedra de
Heráclea. Esta piedra, no sólo atrae los anillos de
hierro, sino
que les comunica la virtud de producir el mismo efecto y de
atraer otros anillos, de suerte que se ve algunas veces una larga
cadena de trozos de hierro y de anillos suspendidos los unos de
los otros, y todos estos anillos sacan su virtud de esta
piedra.

En igual forma, la musa inspira a los poetas, éstos
comunican a otros su entusiasmo, y se forma una cadena de
inspirados. No es mediante el arte, sino por el
entusiasmo y la inspiración, que los buenos poetas
épicos componen sus bellos poemas.

Lo mismo sucede con los poetas líricos. Semejantes a
los coribantes, que no danzan sino cuando están fuera de
sí mismos, los poetas no están con la sangre
fría cuando componen sus preciosas odas, sino que desde el
momento en que toman el tono de la armonía y el ritmo,
entran en furor, y se ven arrastrados por un entusiasmo igual al
de las bacantes, que en sus movimientos y embriaguez sacan de los
ríos leche y miel,
y cesan de sacarlas en el momento en que cesa su delirio.
Así es, que el alma de los
poetas líricos hace realmente lo que estos se alaban de
practicar. Nos dicen que, semejantes a las abejas, vuelan
aquí y allá por los jardines y vergeles de las
musas, y que recogen y extraen de las fuentes de
miel los versos que nos cantan. En esto dicen la verdad, porque
el poeta es un ser alado, ligero y sagrado, incapaz de producir
mientras el entusiasmo no le arrastra y le hace salir de
sí mismo. Hasta el momento de la inspiración, todo
hombre es
impotente para hacer versos y pronunciar oráculos.

Como los poetas no componen merced al arte, sino por una
inspiración divina, y dicen sobre diversos objetos muchas
cosas y muy bellas, tales como las que tú dices sobre
Homero, cada
uno de ellos sólo puede sobresalir en la clase de
composición a que le arrastra la musa. Uno sobresale en el
ditirambo, otro en los elogios, éste en las canciones
destinadas al baile, aquél en los versos épicos, y
otro en los yambos, y todos son medianos fuera del género de
su inspiración, porque es ésta y no el arte la que
preside a su trabajo. En
efecto, si supiesen hablar bien, gracias al arte, en un
sólo género, sabrían igualmente hablar bien
de todos los demás.

El objeto que Dios se propone al privarles del sentido, y
servirse de ellos como ministros, a manera de los profetas y
otros adivinos inspirados, es que, al oírles nosotros,
tengamos entendido que no son ellos los que dicen cosas tan
maravillosas, puesto que están fuera de su buen sentido,
sino que son los órganos de la divinidad que nos habla por
su boca.

Tinnicos de Calcide es una prueba bien patente de ello. No
tenemos de él más pieza en verso, que sea digna de
tenerse en cuenta, que su Pean que todo el mundo canta, la
oda más preciosa que se ha hecho jamás, y que, como
dice él mismo, es realmente una producción de las musas. Me parece, que
la divinidad nos ha dejado ver en él un ejemplo patente,
para que no nos quede la más pequeña duda de que si
bien estos bellos poemas son humanos y hechos por la mano del
hombre, son, sin embargo, divinos y obra de los dioses, y que los
poetas no son más que sus intérpretes, cualquiera
que sea el Dios que los posea. Para hacernos conocer esta verdad,
el Dios ha querido cantar con toda intención la oda
más bella del mundo por boca del poeta más
mediano.

También le decía Sócrates a
Ion, que un poeta estaba ligado a una musa, otro poeta a otra
musa, y que ellos decían a esto estar poseído,
dominado, puesto que el poeta no es sui juris, sino que
pertenece a la musa. A estos primeros anillos, quiero decir, a
los poetas, están ligados otros anillos, los unos a
éste, los otros a aquel, e influidos todos por diferentes
aclamaciones.

Sócrates le decía a Ion que todo eso era porque
el que conoce el arte que corresponde a todas estas cosas o por
otra razón.

Mas le decía, que Dios había atribuido a cada
arte la facultad de juzgar sobre las materias que a cada uno
corresponde por qué no juzmaban mediante la medicina las
mismas cosas que conocían por el pilotaje, ni por el arte
de carpintería lo que conocemos por la medicina y, que no
sucedía con todas las demás arte  y lo que no
era conocido por la una no le era conocido por la otra. Pero
antes de responder a esto no reconocía que las artes
diferían una de otras.

Y porque si fuese la ciencia de
los mismos objetos, ¿qué razón
tendríamos para hacer diferencia entre un arte y otro
arte, puesto que ambos conducían al conocimiento
de las mismas cosas? Y daba un ejemplo, yo sé que estos
son cinco dedos, y tú lo sabes como yo. Si yo te
preguntase, si lo sabemos ambos por la aritmética, o lo
sabemos tú por un arte y yo por otro, dirías sin
dudar que por un mismo arte, la aritmética.

Le daba un consejo: Por consiguiente, el que no posee un arte,
no está en estado de
juzgar bien de lo que se dice o se hace en virtud de este
arte.

Mas el arte del rapsoda era distinto que el del cochero.

El arte del rapsodista, según lo que tú dices,
no conocerá todas las cosas, como no las conocerá
el rapsodista.

Y hacían comparación acerca del arte del
rapsodista con el arte de la guerra.

Mas le decía a modo de consejo para que Ion entendiera:
si es al arte y a la ciencia a lo
que debes tu buena inteligencia
de Homero, entonces obras mal conmigo, porque después de
haberte alabado por las bellezas que sabes de Homero y haberme
prometido que me harías partícipe de ellas.

No al arte sino a una inspiración divina se debe el que
digas tan bellas cosas sobre Homero, por estar tú
poseído y sin ninguna ciencia, como te dije antes, en este
caso no tengo motivo para quejarme de tí. Por lo tanto
mira si quieres pasar a mis ojos por un hombre injusto o por un
hombre divino. Mas Ion pudo darse cuenta de las diferencia y se
dio cuenta que era mucho mejor pasar por un hombre divino.

Y Sócrates le confirió el precioso titulo a Ion
de celebrar a Homero por inspiración divina y no en virtud
del arte.

CONCLUSIÓN

Al analizar este trabajo pude aprender que Ion trata sobre la
poesía
y se interroga más específicamente sobre la
naturaleza de
la fuente de donde los poetas sacan su talento. ¿Es la
poesía un arte o es solo una cuestión de
inspiración?

Ion, si bien admirado por las ideas desarrolladas por Sócrates,
no se confiesa más que convencido a medias por lo que
acaba de escuchar. Reconoce de buena gana que la parte de su
oficio que consiste en recitar poemas podría ser el
resultado de una inspiración divina, porque siente con una
extraordinaria intensidad todas las cosas que cuenta, llegando a
reír o a llorar según el pasaje que recite.

En lo que concierne a su segunda misión,
que es la de interpretar los poemas y la de hacer el elogio de
Homero, afirma que se trata de un verdadero arte que requiere un
largo aprendizaje, como
cualquier otra ciencia.

¿Por qué razón Ion no es capaz de juzgar
el valor de
cualquier poeta? La respuesta, para Sócrates, se impone
por sí misma: es, dice, porque el poeta y el rapsoda, al
igual que los profetas, no extraen su talento de un arte o de una
ciencia, sino de una inspiración que les es comunicada por
los dioses.

Los poetas y los rapsodas desempeñan el rol de
intérpretes entre los dioses y la población, lo que tiene el efecto de crear
una verdadera "cadena de inspirados": los dioses y las musas,
primero, insuflan la inspiración en el espíritu de
los poetas, que escriben sus versos bajo la influencia de esta
fuerza
sobrenatural.

 Los rapsodas, luego, van de ciudad en ciudad recitando
poemas y, poseídos por la misma inspiración divina,
comunican una parte de su fervor a la población. La
inspiración poética es, por consiguiente, parecida
al imán, que puede atraer un anillo de hierro, que es
a su vez imantado y puede atraer un nuevo anillo.

Es esta la razón por la cual los poetas se dedican
generalmente a un solo género (ditirambos,
panegíricos, epopeyas, etc.), porque ellos no pueden tener
éxito
más que en el único dominio al que
las musas los han empujado. ¿No ha escrito, por ejemplo,
el gran Tinicos de Calcis, sólo un poema digno de memoria a lo
largo de su vida, pero uno de los más bellos que existen?
Ion, por su parte, ha sido orientado por su musa hacia el
conocimiento de Homero, y he ahí por qué no tiene
ni la necesidad ni el impulso de estudiar otra cosa.

 

 

 

Autora:

Venero Encarnación Martínez

Fecha de Entrega: 11/10/2008

Materia: Estética I

República Dominicana

Partes: 1, 2, 3
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