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Jerónimo y el Volchito (página 2)



Partes: 1, 2

Como dice Jerónimo, le pasó lo
mismo que a los frijoles.    

De producto
básico, pasó a producto de
lujo.   

De ser algo deseable y alcanzable, de la noche a la
mañana, se convirtió en artículo
suntuario.   

De ser masivo y popular, se transformo en selectivo.

Con la mano en la cintura, se cambió la
concepción original : el Volchito ya no es la "nave" del
pueblo, ya no es el primer auto para aprender a manejar, ni el
auto de los Chavos y Chavas para ir a la Universidad, es
el auto de los choferes de los ricos, o el auto sustituto para
cumplir con el desafortunado programa  "
Hoy no Circula", y en algunos casos, es un incomodísimo
Taxi, sujeto a la vejación de ser el más asaltado,
el más robado, el más maltratado, de los
automóviles en circulación.  Triste
situación para quién fue un factor de desarrollo.

Pobre Volchito,   ¿ Cuando vendrá tu
rescate ?.    ¿ Tendrás la suerte de
ser el centro de atención de algún despistado
Representante en la Asamblea del D.F. ?  

¿ Podrás recuperar el lugar que por nacimiento
te corresponde ?   

¿ Podrás ser lo que antes
fuiste?       

A Jerónimo, la duda, la incertidumbre
acerca del presente y del futuro del Volchito, lo está
matando.   

Cree firmemente que la ruina del Volchito la originó el
Gobierno, porque
con tanta calcomanía, etiquetas y papeles que hay que
traer adheridos en los cristales, entre verificaciones,
tenencias, calcomanías permanentes, etiquetas, SUVA,
revistas, inspecciones, y demás requisitos legales y
reglamentarios, el Volchito se convierte en un automóvil
sumamente peligroso, pues no hay por donde el conductor vea lo
que está haciendo, y eso acarreó su desplome de las
preferencias del público.

Pero independientemente de todo eso, no podemos seguir
lamentándo-sela, y ¡ Como se extraña el
peculiar sonido del
motor del Vocho

Cómo se extraña la especial sensación de
poder llenar
el tanque de gasolina y volver hasta quien sabe cuándo a
cargar.   

Jerónimo se acuerda que al Volcho de su
amigo Ramitos, le ponían 5 pesitos y
caminaban toda la semana.     

Muy claro y obvio,  que eso fue en tiempos pre-crisis, antes
de que la oposición ocupara puestos de
importancia.                        

Es más, ni siquiera se mencionaba a la
oposición, ni se reconocía su existencia.

Para los más antiguos, el señalar su
intención de cambiar de dirección con las aletitas que
salían en el costado de la carrocería  del
Volchito era toda una distinción, era no solo una
cortesía para el otro conductor, era un prodigio de
ingeniería.

La facilidad para dar la vuelta en las esquinas con el
más leve movimiento del
volante era todo un placer de
manejar.             

Y la frenada justa, calculada, precisa, hacía sentir a
cualquiera, como piloto de Fórmula Uno.

Poder prestarle el Volchito a la señora para que fuera
a hacer sus compras y tener
que sacar bolsas de la cajuela delantera, del asiento trasero y
del hueco "hasta mero atrás", es un placer que se ha
perdido.

Llevar a los niños a
la escuela, con la
imprescindible pelea por ver a quien le "toca" ir "hasta mero" es
un recuerdo imborrable que los niños conservarán
hasta que mueran.

 Pasar por un gran charco sin que se apagara el motor,
cambiar de tercera a segunda y sentir la  inmediata
respuesta de la maquinita, era algo indescriptible.

Poder acelerar y llegar a los 100 Km. por hora en la carretera
vieja a Cuernavaca, era similar a competir en las 24 horas de Le
Mans.

Sin el Volchito,  el placer de manejar ya no es el
mismo.  Con los autos de hoy,
la sensación que se recibe es que el auto te lleva, te
maneja, es una entidad diferente., con el Volchito, el conductor
somete a la máquina, la domina, la hace obedecer,  la
identifica con la persona, la
ennoblece.            

Ningún auto actual da eso. Ningún otro auto lo
dará.

El Volchito fue escuela universal de manejo.   Miles
y miles de automovilistas aprendieron a manejar en un Volcho.
         

Ningún auto ofrece a los primerizos la sensación
de seguridad y
confianza que el Volchito
proporciona.      Ningún padre o
madre de familia
sentirá lo mismo al enseñar a manejar a sus hijos
en otro auto.

Jerónimo aprendió a manejar en un
Volchito  ( el de su amigo Ramitos ),
enseñó a su esposa y a sus hijos a manejar en otro
Volchito, su primer auto fue un Volchito, y hasta su primer
accidente fue en un Volchito.

Sin embargo, y a pesar de todos sus esfuerzo, hoy no puede
acabar de juntar para comprarle a su nieto un Volchito, para
que  sea su primer coche, aprenda a manejar y
continúe con la tradición familiar.

Por supuesto, que aún hay Volchitos, pero ya no son lo
que eran.  

Ya no son un ecualizador de la situación
económica, ya no son un producto al alcance de todos los
bolsillos. Son artículos de lujo, objetos de
colección. No son para todos, sino sólo para unos
cuantos, ya no tienen la magia que tenían.

Jerónimoagradecerá profunda y
sinceramente cualquier comentario o sugerencia que tengan a bien
hacerle a través "de la red": Windows Live
Spaces / Jerónimo, El Ciudadano.

 

 

 

 

 

Autor:

Javier Torres Landa

Partes: 1, 2
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