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Friedrich Nietzsche "Nihilismo y muerte de Dios" (página 2)



Partes: 1, 2

La visión religiosa del mundo había sufrido ya
un gran número de cambios por perspectivas contrarias,
cayendo en el escepticismo filosófico, y en las teorías
científicas evolucionistas y heliocéntricas
modernas, lo que no hace más que confirmar la
desvalorización de los valores
supremos. A lo ya señalado, hemos de sumar una creciente
presencia de lo democrático, la que se muestra como la
afirmación de una individualidad independiente de Dios y
acreedora de la igualdad, de
la medianía.

La democracia,
aparece a los ojos de Nietzsche como
un momento del despliegue del nihilismo
igualmente negador de la vida que los que la antecedieron. Ambas
manifestaciones del nihilismo se muestran como negaciones de la
vida en la medida en que niegan u olvidan dimensiones de ella que
a su vista aparecen como constitutivas de ella, como inalienables
a lo que a él se le aparece como vida. Estas dimensiones
negadas de la vida se muestran en ámbitos tan
determinantes como el constante darse del devenir y las
diferencias entre los hombres.

Nietzsche emplea el término nihilismo al menos con dos
significados:

Nihilismo activo: Nietzsche lo ve como
signo del creciente poder
espiritual,  intenta mostrar cómo los valores
dominantes son una pura nada, una invención; la filosofía nietzscheana es nihilista en este
sentido pues propone la destrucción completa de todos
los valores
vigentes y su sustitución por otros
radicalmente nuevos (propone la "transmutación de todos
los valores"). Este nihilismo es una fase necesaria para la
aparición de un nuevo momento en la historia de la cultura, para
el reencuentro con el "sentido de la tierra", la
aparición de una nueva moral y de un
nuevo hombre, el
superhombre.  

Nihilismo pasivo: A este tipo de
nihilismos lo describe como decadencia y retroceso del
poder  del espíritu, es una de las consecuencias de
la "muerte de
Dios", aparece por  la conciencia del
carácter radicalmente infundado de la
creencia en lo sobrenatural, de la creencia religiosa en el mundo
del espíritu. Durante siglos nuestra cultura ha
considerado que los valores descansan en algo trascendente, que
existe un ámbito objetivo
gracias al cual la existencia tiene sentido.

La vida tiene un sentido porque algo exterior a ella se lo da.
Con la muerte de
Dios sobreviene la crisis del
sentido y el convencimiento de que la existencia es absolutamente
insostenible, vacía, carente de sentido
. El "nihista
pasivo" no cree en ningún valor, puesto
que considera que todo valor es posible sólo si Dios
existe, y Dios no existe; termina en la desesperación, la
inacción, la renuncia al deseo, el suicidio.

En este momento crítico encontramos el nihilismo en la
desesperación de los que consideran que nada tiene sentido
ni valor por no existir aquello que debería ser el
fundamento de todo sentido y valor,  Dios. Aquél que
dijese que si Dios no existe todo está permitido,
aquél que desesperase de la vida y se levantase en contra
de ella por considerar que ésta solo puede tener su
fundamento en algo ajeno de ella y que dicho fundamento no
existe, ese sería también nihilista. El nihilismo
se define en función de
la volunta de poder. Cuando esta volunta disminuye o se agota,
aparece el nihilismo, puesto que tal voluntad no es otra que la
esencia de la vida.

Contra ese nihilismo pasivo, Nietzsche reacciona con el
nihilismo activo, que por un lado, es una potencia de
destrucción que se origina en el creciente poder del
espíritu, los valores no caerán por sí solos
sino que son destruidos directamente por la 'voluntad de poder',
que los niega. Y por el otro, es condición necesaria para
que la voluntad de poder cree nuevos valores.

La crítica
de Nietzsche a la cultura occidental se centra en que la
considera una manifestación de este nihilismo activo que
intenta adelantarse al nihilismo pasivo y crear una
civilización nueva antes de que la antigua sea
definitivamente derrumbada.

Para Nietzsche toda cultura que crea en la existencia de una
realidad absoluta, realidad en la que se sitúan los
valores objetivos de
la Verdad y el Bien, es una cultura nihilista. En la medida en
que el cristianismo
concentra esta realidad absoluta en la figura de Dios, a la que
le opone el mundo de las cosas naturales, y en la medida en que,
según nuestro autor, dicho mundo "superior" es una pura
nada, la cultura cristiana, y en definitiva toda la cultura
occidental, es nihilista pues dirige toda su pasión y
esperanzas a algo inexistente
(el Dios cristiano, el Mundo
Ideal y Racional de los filósofos), despreciando de modo indirecto
la única realidad existente, la realidad del mundo que se
ofrece a los sentidos, la
realidad de la vida.

El anuncio de la muerte
de Dios

En La Gaya ciencia el
hombre enloquecido anuncia a los hombres que Dios ha muerto. La
civilización occidental, poco a poco y por diversas
razones, se ha ido apartando de Dios: así es como lo ha
matado. Pero al matar a Dios, se eliminan todos aquellos valores
que sirven de fundamento a nuestra vida, y por lo que tanto se
pierde todo punto de referencia. Hemos eliminado el mundo de lo
sobrenatural, pero al hacerlo también hemos quebrado de
valores, o ideales, que estaba vinculada con aquél. Nos
encontramos así sin ningún punto de referencia:
hemos asesinado a Dios, y junto con él ha desaparecido
el hombre
viejo, pero el hombre nuevo
aún no ha parecido.

La muerte de Dios es el más grande de los hechos. Es un
acontecimiento que divide la historia de la humanidad. No es el
nacimiento de Cristo sino la muerte de Dios la que divide la
historia de la humanidad: Cualquiera que nazca después que
nosotros pertenecerá por eso mismo a una historia
más alta que ninguna de las que hayan transcurrido.
Zaratustra comienza por anunciar este acontecimiento -la muerte
de Dios- y luego, sobre las cenizas de Dios, levantará la
noción de superhombre, del hombre nuevo, dominado por el
ideal dionisiaco que ama la vida y que, volviendo la espalda a
las quimeras del cielo, volverá a la saludabilidad de la
tierra. Oh
hermanos míos, predica Zaratustra, aquel dios que 
cree era la obra enloquecida de un hombre, al igual que todos los
dioses, el hastío, que de un solo golpe con un salto
mortal quisiera llegar a la cima, el pobre hastío
ignorante, que ya no sabe ni siquiera querer: éste fue el
que creó todos los dioses y lo sobrenatural. Aquellos que
predicen mundos sobrenaturales son predicadores de la muerte,
porque todos los dioses han muerto.

Nietzsche en base a sus conocimiento
de nihilismo, y en lo que significa para el  forja su famosa
frase, «Dios ha muerto». La frase, por una parte
señala el fin de eso que antes aparecía como lo
imperante y por otra indica un terreno fértil, un terreno
inexplorado, en el cual Nietzsche mismo es un colono.

(…)"¿No habéis oído
hablar de ese loco que encendió un farol en pleno
día y corrió al mercado gritando
sin cesar: "¡Busco a Dios!, ¡Busco a Dios!". Como
precisamente estaban allí reunidos muchos que no
creían en dios, sus gritos provocaron enormes risotadas.
¿Es que se te ha perdido?, decía uno. ¿Se ha
perdido como un niño pequeño?, decía otro.
¿O se ha escondido? ¿Tiene miedo de nosotros?
¿Se habrá embarcado? ¿Habrá emigrado?
– así gritaban y reían alborozadamente. El loco
saltó en medio de ellos y los traspasó con su
mirada. "¿Qué a dónde se ha ido Dios?
-exclamó-, os lo voy a decir. Lo hemos matado:
¡vosotros y yo! Todos somos su asesino.?(…)

(…) ¿No tenemos que encender faroles a
mediodía? ¿No oímos todavía el
ruido de los
sepultureros que entierran a Dios? ¿No nos llega
todavía ningún olor de la putrefacción
divina? ¡También los dioses se pudren! ¡Dios
ha muerto! ¡Y nosotros lo hemos matado! ¿Cómo
podremos consolarnos, asesinos entre los asesinos? Lo más
sagrado y poderoso que poseía hasta ahora el mundo se ha
desangrado bajo nuestros cuchillos. ¿Quién nos
lavará esa sangre?
¿Con qué agua podremos
purificarnos? ¿Qué ritos expiatorios, qué
juegos
sagrados tendremos que inventar? ¿No es la grandeza de
este acto demasiado grande para nosotros? ¿No tendremos
que volvernos nosotros mismos dioses para parecer dignos de
ella?(…)

(…) Todavía se cuenta que el loco entró
aquel mismo día en varias iglesias y entonó 
en ellas su Requiem aeternan deo. Una vez conducido al
exterior e interpelado contestó siempre esta única
frase: "¿Pues, qué son ahora ya estas iglesias,
más que las tumbas y panteones de Dios?".(…)
(1)

A partir de la frase "Dios ha muerto", Nietzsche se refiere
tanto a la ceguera del pasado en tanto incapacidad de ver esto,
como a la asunción de una nueva posibilidad de
relacionarse con lo que es, posibilidad dada por la
asunción de dicha muerte.

Nietzsche trata esta frase más que como una mera
declaración provocativa, casi como una revelación,
como si representase el potencial de nihilismo que arrastra el
alzamiento y el progreso en el contexto de un concepto absurdo
y sin significado.

(…)¡Ante Dios! – ¡Mas ahora ese Dios ha
muerto! Vosotros hombres superiores, ese Dios era vuestro
máximo peligro.

Sólo desde que él yace en la tumba
habéis vuelto vosotros a resucitar. Sólo ahora
llega el gran mediodía, sólo ahora se convierte el
hombre superior – ¡en señor!

¿Habéis entendido esta palabra, oh hermanos
míos? Estáis asustados: ¿sienten
vértigo vuestros corazones? ¿Veis abrirse
aquí para vosotros el abismo? ¿Os ladra aquí
el perro infernal?

¡Bien! ¡Adelante! ¡Vosotros hombres
superiores! Ahora es cuando la montaña del futuro humano
está de parto. Dios ha
muerto: ahora nosotros queremos -que viva el superhombre
(2)

«Dios ha muerto», decía Nietzsche. La
concepción según la cual el mundo tiene un orden y
sentido, ya sea éste inmanente o trascendente, ha sido
superada. El hombre ha tomado conciencia de que todo lo que
consideraba como sagrado, santo, bello y bueno, no lo era en
sí mismo sino porque él lo valoraba así.
Dios

había sido la brújula
del hombre occidental. Pero el hombre ha ido matando a Dios sin
darse cuenta, expulsándolo poco a poco de su pensamiento y
de su cultura

Si no hacemos de la muerte de Dios un gran renunciamiento y
una perpetua victoria sobre nosotros mismos, tendremos que pagar
esa perdida"Al descubrir la muerte de Dios el hombre queda
desorientado, su vida pierde el sentido. La muerte de Dios es, en
realidad, la muerte del monoteísmo cristiano y de la
metafísica dogmática, para quienes
sólo hay un Dios y una verdad. Y el responsable de ello es
el hombre. Al cobrar conciencia de ello el hombre sustituye a ese
Dios y a esa verdad única por múltiples dioses y
múltiples verdades, en un intento desesperado por salvar
los valores asociados a esa imagen de Dios.
Pese a ello, con la caída del Dios y de la
metafísica tradicionales los valores asociados a ellos no
pueden subsistir, no encuentran justificación
trascendental alguna y, carentes de fundamentación. Dicho
de otro modo, con Nietzsche la rebelión desemboca en la
ascesis. La rebelión parte del "Dios ha
muerto
" al que considera como un hecho establecido, y se
vuelve contra todo lo que aspira a reemplazar falsamente a la
divinidad desaparecida y deshonra a un mundo, sin duda sin
dirección, pero que sigue siendo el
único crisol de los dioses. Nietzsche no ha concebido el
proyecto de
matar a Dios. Lo ha encontrado muerto en el alma de su
época. Es el primero que ha comprendido la inmensidad del
acontecimiento y decidido que esta rebelión del hombre no
podía llevar a un renacimiento si
no era dirigida. Cualquier otra actitud con
respecto a ella, ya fuese el pesar o la complacencia,
debía llevar al Apocalipsis. El no ha formulado, por lo
tanto, una filosofía de la rebelión, sino que ha
edificado un filosofía sobre la rebelión. El hombre
se descubre como aquel que valora, aquel que da sentido. La vida
tiene el sentido que nosotros le damos y en ello reside la
grandeza del hombre.

____________

(1) Friedrich Nietzsche ,"De la gaya scienza". El loco

(2) Friedrich Nietzsche,"Así habló Zaratustra".
Del hombre superior.

Conclusión

Puede decirse que Nietzsche se lanza con una especie de
alegría espantosa al callejón sin salida al que
empuja metódicamente a su nihilismo. Su finalidad
confesada es hacer insoportable la situación para el
hombre de su época. La única esperanza parece
consistir para él en llegar al extremo de la
contradicción. Si entonces el hombre no quiere perecer
entre los nudos que le ahogan, tendrá que cortarlos de un
golpe y crear sus propios valores. La muerte de Dios no termina
nada y no se puede vivir sino con la condición de preparar
una resurrección. "Cuando no se encuentra la grandeza en
Dios -dice Nietzsche-, no se la encuentra en ninguna parte; hay
que negarla o crearla". Negarla era la tarea del mundo que le
rodeaba y que veía correr al suicidio. Crearla fue la
tarea sobre humana por la que quiso morir.

Bibliografía

-       Friedrich Nietzsche,
"Así habló Zaratustra", (Del hombre superior).

-       Friedrich Nietzsche ,
"De la gaya scienza", (El loco).

-       Historia del pensamiento
filosófico y científico, tomo III "del romanticismo
hasta hoy", Giovanni Reale y Darío Antiseri.

-       www.es.wikipedia.org

-      
www.nietzscheana.com.ar

-       filosofia.idoneos.com

 

 

 

Autora:

María Belén Bezero

Materia: Filosofía
contemporánea

Universidad Católica de Santa Fe

Facultad de Humanidades

Lic. En Psicología

Argentina, Santa Fe

08 de Noviembre de 2006

Partes: 1, 2
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