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El regreso de Perón (página 2)




Enviado por Lucero Fern�ndez



Partes: 1, 2

Las perspectivas de las exportaciones
tradicionales era excelentes: muy buenos precios y
posibilidad de acceder a nuevos mercados, como la
unión Soviética, la nacionalización 
del comercio exterior
apuntaba a asegurar la transferencia de parte de los ingresos de los
sectores rurales, cuya productividad se
quiso incrementar combinando alicientes y castigos. Uno de ellos-
la posibilidad de expropiar las tierras sin cultivar, incluido en
el proyecto de
ley
agraria-desencadeno a la larga un fuerte conflicto.
Pero sobre todo se trato de continuar expandiendo las
exportaciones industriales a través de convenios
especiales, como el realizado con Cuba para
vender automóviles y camiones.

Las empresas
nacionales, que también deberían participar de los
beneficios de las exportaciones,  fueron respaldadas con
líneas especiales, como el del crédito
y el mecanismo del compre argentino en las empresas publicas;
para lograr mayor eficiencia y
control,
éstas integraron en una corporación de empresas
nacionales. Por otra parte, se apoyó especialmente a
algunos grandes proyectos
industriales, de " interés
nacional ", mediante importantes subvenciones. Muchos resortes
pasaban por las manos del estado: el
manejo centralizado del crédito y también el
control de precios, fundamental para la política de
estabilización. Pero además, el estado
aumento considerablemente sus gastos a
través de obras sociales incremento el número de
empleados públicos y de empresas del estado;
contribuyó así a activar la economía interna, aunque a costa de un
déficit creciente.

 La clave del programa
residía en el pacto socia, con el que se procuraba
solucionar el problema clásico de la economía, ante
el cual había fracasado en sucesivos gobiernos desde
1.955: la capacidad de los distintos sectores, empeñados
en la puja distributiva, para frenarse mutuamente. Mientras
Ongania había fracasado en su interno de cortar el nudo
con la pura autoridad.
Perón
recurría a la concentración, un mecanismo muy
común en la tradición europea, pero además
fácilmente fijable en su propia concepción de la
comunidad
organizada. Hubo concertaciones sectorales y una mayor, que las
subsumía a todas, suscripta por la cge y la cgt, que
estableció el congelamiento de los precios y la
supresión por dos años de las convenciones
colectivas o paritarias. Esto era duro para aceptar para el
sindicalismo y
fue compensado con un inmediato aumento del 20% general en los
salarios, muy
distante sin embargo de las expectativas generadas por el
advenimiento del gobierno
popular.

Los primeros resultados de este programa de
estabilización fueron espectaculares.

La inflación, desatada con intensidad en 1972, se freno
bruscamente mientras que la excelente coyuntura del comercio
exterior permitió superar la angustiante situación
de la balanza de pagos y acumular un buen superávit, y las
mejoras salariales y el incremento de gastos del Estado
estimulaban el aumento de la actividad interna. Por esa
vía, se llego pronto a estar cerca de la plena
utilización de la capacidad instalada. Pero desde
diciembre de 1973 comenzaron a acumularse problemas.

El incremento del consumo hizo
reaparecer la inflación, mientras que el aumento del
precio del
petróleo en el mundo- que ya anunciaba el
fin del ciclo de prosperidad de la posguerra- encareció
las importaciones,
empezó a complicar las cuentas externas
e incremento los costos de las
empresas. Finalmente, el mercado
común Europeo se cerró para las carnes Argentinas.
Se trataba de una crisis
cíclica habitual, pero su resolución clásica
estaba vedada a un gobierno que había echo de la "Inflamación 0" una bandera y que sabia que
una devaluación tropezaría con fuertes
resistencias.

El pacto social debía servir para encontrar la manera
equitativa y razonable de partir los mayores costos, pero las
crecientes falencias del Estado para hacer valer su autoridad.
Así, antes de que el gobierno popular hubiera cumplido un
año, estaba nuevamente planteada en forma abierta la lucha
sectorial, cuyas condiciones, sin embargo, existían desde
el mismo comienzo de esta experiencia populista.

Los actores del pacto social demostraron escasa capacidad y
poca voluntad para cumplirlo. La cge, investiga de la
delegación global de los empresarios, los representaba
mal, y aun a sus instrucciones primarias, que en muchos casos
habían sido forzadas a encuadrarse en ella, de acuerdo con
las concepciones organicistas de Perón. Es probable que en
muchos casos, por las mismas razones, hayan firmado los acuerdos,
sin mucha convicción, esperando que el paso del tiempo trajera
condiciones mejores. Pero sobre todo, se descubrió que no
podían asegurar que sus miembros cumplieron lo acordado.
Los empresarios- y muy en especial los chicos o medianos,
difícilmente controlables- encontraron muchas maneras de
violar el pacto: desabastecimiento, sobreprecios, mercado negro,
exportaciones clandestinas; también hallaron una forma de
manifestar su escaso entusiasmo: la inversión privada fue relativamente
magra.

La cgt no se hallaba cómoda y a gusto
con un gobierno peronista con el cual no servia su táctico
clásica de golpear y negociar sin comprometerse, la
única que sabían manejar cabalmente. No solo
Perón debía subornizar- como siempre- a quienes lo
apoyaban, sino que los sindicalistas carecían de
tradición, instrumentos, y objetivos para
cogobernar. Por otra  parte, la movilización de los
trabajadores, que los ponía en jague, les impedía
negociar con libertad. El
triunfo electoral avivo las expectativas de la sociedad y dio
un nuevo estimulo a la "primavera de los pueblos"; en las
fabricas, se tradujo en un generalizado incremento de las
reivindicaciones y en un estilo de lucha que incluía
ocupaciones de plantas, que
rebaso las direcciones sindicales y hasta cuestiono la autoridad
de los gerentes y patrones.

Antes de que las organizaciones
guerrilleras llegaran a tener un papel activo, según Juan
Carlos Torre, las fabricas estuvieron, por obra de la
movilización sindical, "en estado de rebeldía".

En la mayoría de los casos esa movilización
concluía con ventajas salariales directas o encubiertas,
lo que aumentaba la amenaza sobre los dirigentes nacionales
obligados a atarse al pacto. Perón se dedico a
fortalecerlos; desde que retorno al país los halago de mil
maneras distintas, reivindicando su imagen publica,
amenazaba por la izquierda peronista, y reinstalándolos
simbólicamente en le centro mismo del movimiento.
Una modificación de la Ley de Asociaciones Profesionales
reforzó la centralización de los sindicatos,
aumento el poder de sus
autoridades y prolongo sus mandatos, de modo que pudieron
enfrentar el desafió antiburocrático, pero no
impidió que reclamaran la convocatoria a paritarias y
exigieran periódicos ajustes salariales. Violado de uno y
otro lado, el pacto se fue desgastando ante la impotencia de las
autoridades. El propio gobierno, que había congelado las
tarifas públicas, tuvo interés en una
renegociación, que se produjo en marzo de 1.974, con una
ronda general de aumentos que no satisfizo a nadie. La puja
continuó. El 12 de junio Perón convocó a una
concentración masiva en la histórica Plaza de Mayo,
dramáticamente pidió a las partes disciplina y
amenazó con renunciar. Fue la la ultima aparición
en público antes de su muerte.

   En la segunda fase del gobierno peronista, los
actores cambiaron de estrategia y la
puja recuperó sus formas clásicas. En la CGT se
impusieron los partidarios de la negociación dura, en la menor
tradición bandurrista, encarnada precisamente por su
sucesor entre los metalúrgicos, Lorenzo Miguel. Isabel
Perón- alrededor de cuya figura simbólica todas las
fuerzas concertaron una tregua tacita- se lanzo a construir una
base propia de pode, rodeada de un grupo de
fieles, de escasa tradición en el peronismo, que
encabezaba la extraña y siniestra figura de José
López Rega, a quien apodaban "E l Brujo" por su gusto por
las practicas esotéricas. Pese a que Isabel se dedico a
parodiar las formulas y gestos del líder
muerto para capitalizar su herencia
simbólica, su política se aparto totalmente de la
que a aquel había trazado en sus últimos
años. Isabel se propuso homogenizar el gobierno, colocando
a amigos e incondicionales en los puestos clave y rompiendo una a
una las alianzas que había tejido Perón, que en el
futuro esperaba reemplazar por otras nuevas, con los militares y
empresarios.

En algunos de esos propósitos, Isabel y los
sindicalistas coincidieron. Así, provocaron la renuncia
del ministro GelBard, y, aprovechando los mecanismos de la nueva
ley de Asociaciones y de la ley de Seguridad,
desalojaron sistemáticamente a las cabezas del
sindicalismo opositor: Raimundo Ongaro, Agustín Tosco y
René Salamanca perdieron sus sindicatos y la
agitación gremial disminuyo considerablemente en 1975.

Pero básicamente se enfrentaron alrededor de los resto
del pacto social. En 1975 la crisis económica urgía
a tomar medidas drásticas, que terminaría de
liquidarlo: los problemas de la balanza de pago
eran muy graves, la inflación estaba desatada, la puja
distributiva era encarnizada y el estado estaba totalmente
desbordado. En ese contexto, el gobierno debió acceder a
la tradicional demanda de la
cgt y convoco a paritarias, de modo que el ajuste inminente
debía realizarse en el momento mismo en que estas se
encontraban discutiendo los ajustes salariales, lo que genero una
situación inmanejable. A fines de marzo la mayoría
de los gremios había acordado aumentos del 40%; el 2 de
junio, el  nuevo ministro de economía, Celestino
Rodrigo, del equipo de López Rega, provoco un shock
económico al decidir una devaluación del 100% y un
aumento de tarifas y combustibles similar o superior el
"rodrigado" echo por tierra los
aumentos acordados; los sindicalistas volvieron a exigir en las
paritarias y los empresarios concedieron- con llamativa
facilidad- aumentos que llegaban al 200%. La presidencia
decidió no homologarlos y genero una masiva resistencia de
los trabajadores, que culmino en movilizaciones en la Plaza de
Mayo y un paro general
de 48hs. El hecho era notable porque, contra toda una
tradición, las cgt encabezaban la acción
contra un gobierno peronista. Isabel cedió, López
Rega y Rodrigo renunciaron, los aumentos fueron homologados y
devorados por la inflación en solo un mes. En medio de una
crisis económica galopante, el gobierno entro en su etapa
final.

El triunfo de 1973 acabo con los equívocos dentro del
peronismo y abrió una lucho por la conducción real
y simbólica del movimiento y del pueblo, empujados por la
euforia electoral y estimulados por el espacio que les
había abierto el propio Perón, los militares de la
tendencia se lanzaron a ocupar espacios de poder en el Estado,
quizá suponiendo que el poder real estaba al alcance de la
mano. Aliados o simpatizantes suyos ocupaban varias gobernaciones
incluyendo las claves de Buenos Aires,
Córdoba y Mendoza, dos o tres ministerios,
las universidades, que fueron la gran base de movilización
de la Juventud
Peronista, y muchas otras instituciones
y departamentos reales.

A partir de la renuncia de Campora, el 13 de julio de ese
año, una a una perdieron las posiciones ocupadas. Primero
fueron los ministerios. En enero de 1974, luego de que el
erp realizara
un ataque importante contra una guarnición militar en la
provincia de Buenos Aires, Perón aprovecho para exigir la
renuncia de su gobernador, y poco después promovió
un golpe palaciego contra el de Córdoba; la
operación siguió después de su muerte, en
julio de    1974, cuando cayeron los gobernadores
restantes, así como muchos sindicales disidentes, y la
universidad
fueron entregadas para su depuración a sectores de ultra
derecha.

Desplazada de las posiciones el poder del gobierno, la
tendencia revolucionaria se lanzo a la lucha de aparatos, en
competencia con
el sindicalismo y con lo grupos de derecha
que rodeaban a Perón. Se trataba de demostrar de diversas
maneras, quien tenía mas poder quien movía mas
gente y quien pegaba mas duro. Dentro de la tradición del
peronismo, la movilización callejera y la
concentración en la Plaza de Mayo, lugar de la
representación mítica del poder, constituida la
expresión del poder popular y el ámbito donde el
líder recogía los impulsos del pueblo. En cada una
de esas jornadas de libraba una batalla real, como el 20 de junio
de 1973, en Ezeiza, donde antes dos millones de personas reunidas
para recibir a Perón se peleo a tiros por los espacios o
el 1 de mayo de 1974, cuando los militantes de la tendencia se
enfrentaron con sus competidores y con el mismo Perón y
luego abandonaron la Plaza de Mayo dejándola
semivacía.

Desde el 20 de junio el conflicto era publico, pero durante un
año los Montoneros lograron soslayar la definición:
mientras concentraban a toda su artillería en los
"traidores", ajenos al peronismo, reinterpretaron hasta donde era
posible la palabra Perón, sostenían que se trataba
de desvíos puramente tácticos, muestras de la
genialidad de un líder que no los desautorizaba
explícitamente, elaboraron la teoría
del cerco o el entorno que impedía a Perón conocer
la verdadera voluntad de su pueblo, y se aferraron a la imagen de
una "Evita montonera" que debía legitimar su ortodoxia en
los orígenes mismo del Peronismo. El 1 de mayo de 1974 se
llego a la ruptura: al abandonar una Plaza de donde el propio
Perón los expulsaba, renunciaban a hablar en nombre del
movimiento. Reaparecieron una vez mas, apenas dos meses
después, en los fantásticos funerales de
Perón, y luego pretendieron asumir su herencia, fundando
el Partido Peronista Autentico, sin mayor éxito:
la magia se había roto y solo los seguían los
militares.

En ese camino los siguió el ERP, que desde 1974
había instalado un foco en el monte de Tucumán.
Contra ambos creció la represión clandestina, que
se cebo sobre todo en quienes –intelectuales,
estudiantes, obreros, militantes de villas o barrios –
habían acompañado la movilización pero no
pudieron pasar a la clandestinidad. Desde febrero de 1975, el
ejército, convocado por la presidencia, asumió la
tarea de reprimir la guerrilla en Tucumán. El genocidio
estaba en marcha. El retorno de Isabel a la  presidencia
clausuro la posibilidad y a la vez agravo la crisis
política que, sumaba a la económica, creo una
situación de tensión insoportable y una
aceptación anticipada de cualquier salida. Muchos
peronistas se convencieron de que la caída de Isabel era
inevitable, y pensando en el futuro prefirieron evitar
divisiones, acompañándola hasta el fin, el 24 de
marzo de 1976, cuando los comandantes militares la depusieron y
arrestaron. Como en ocasiones anteriores, el grueso de la
población recibió el golpe con
inmenso alivio y muchas expectativas.

Mientras todo sucedía, tanto lanusse como todos los
sectores políticos comprendían que el éxito
del GAN dependía de la decisión de Peron. En esa
época Daniel Paladino, el delegado personal de
Peron, mostraba cierto grado de acuerdo con el plan delineado
por Lanusse pero los contactos entre Paladino y el presidente de
facto comenzaron a ser cuestionados por el peronismo (sobre todo
por su ala izquierda) y también por la mayoría de
la diferencia política de la hora del pueblo. Finalmente
en 1971 Peron reemplazo a Paladino por Héctor José
Campora, quien contaba con el apoyo de la Juventud Peronista.

La alianza revolucionaria (ARP) se formo con fuerzas de la
izquierda tradicional, estaba integrada por el partido
intransigente, (que había surgido como un desprendimiento
de la UCRI frondista y era liderado por Oscar Alende) el partido
comunista y el partido revolucionario cristiano.

Para la ARP, la formula Alende – Sueldo (Horacio Sueldo era
dirigente del PRC) era una opción antidictatorial
diferente del peronismo. La ARP criticaba al peronismo porque,
según su punto de vista, la hora del pueblo había
significado una transición con los militares. Tampoco
estaban de acuerdo con el clima de
agitación y las acciones de
violencia que
formaban parte de la estrategia del peronismo para enfrentar al
gobierno militar.

El espacio de la derecha fue ocupado por partidos y alianzas
calificados por sus adversarios como continuistas, porque muchos
de sus integrantes eran de orientación conservadora y
estaban muy extremadamente relacionados con las Fuerzas
Armadas.

La coalición de derecha más significativa fue la
Alianza Popular Federalista, liderada por Francisco Manrique, ex
marino y ministro de Bienestar Social de Lanusse. También
presento una nueva fuerza el
partido de Álvaro Alzogaray que representaba al liberalismo
económico ortodoxo. Su formula Chomizo – Andorts fue
presentada por una costosa campaña
publicitaria que contracto con los pocos votos que obtuvo.
Otro candidato del comunismo fue el
militar retirado Ezequiel Martínez, que se presento como
"el presidente joven, que sabe y puede."

La coexistencia conflictiva de fracciones antagónicas
en torno de la
figura de su conductor, dio al peronismo un extraordinario
dinamismo y, a su jefe, una gran capacidad de maniobra
política.

Durante los años del exilio, Peron se había
apoyado básicamente en sectores negociadores (el aparato
político y la burocracia
sindical) y en la guerrilla (FAP, FAR, Montoneros). La Juventud
Peronista y la guerrilla eran su carta contra los
sectores negociadores dispuestos a entenderse con el gobierno de
turno. A su vez los negociadores le permitían mantener un
aparato de superficie que le aseguraba la vigilancia y la
continuidad del movimiento y su integración como pieza imprescindible en el
juego
político

Estimulando a todos los que en la derecha e izquierda del
espectro político invocaban su liderazgo,
Peron armo un esquema de fuerzas heterogéneas, sin caer en
una definición ideológica que lo enfrentase a un
rival o eventual sucesor. La manipulación táctica
de los distintos sectores del movimiento permitió al
líder mantener un equilibrio de
compromisos inestables permanentemente redefinido de acuerdo con
las necesidades de la hora como gustaba decir el propio
Peron.

La estrategia política de Perón consistió
en la consolidación del orden institucional y la
búsqueda de un pacto social. De este modo se
proponía, en un contexto de intensa conflictividad
política y social, resumir plenamente su liderazgo e
impulsar una política de reformas.

Para asegurar el funcionamiento de las instituciones políticas,
Perón propuso un acuerdo con los partidos de
oposición en particular con la UCR.

A diferencia de lo ocurrido entre 1946 y 1955, el peronismo en
el gobierno, acepto el parlamento como una crema de
discusión y negociación en la que el peronismo y el
radicalismo se reconoció como interlocutores
legítimos

En el plano social Peron impulso una tregua en la lucha por la
distribución de la riqueza, procurando un
acuerdo entre la CGT y la CGE. El llamado pacto social
proponía disciplinar las relaciones entre trabajadores y
empresarios, con el objetivo de
construir un marco adecuado en el cual implementan un plan de sus
formas económicas.

Perón respaldo decididamente a los que se proclamaban
como ortodoxos (los jefes de la CGT y el círculo de Lopez
Rega) y esto acentúo al distanciamiento entre el
presidente y los sectores de la tendencia.

El punto culminante de este proceso fue la
ruptura pública entre Peron y los grupos de la Juventud
Peronista vinculados con la
organización Montonera durante el transcurso del acto
en conmemoración del día de los trabajadores (el
1º de mayo de 1974) realizado en la plaza de mayo. En un
hecho que no tenia precedentes en la historia del peronismo mas
de la mitad de las concurrentes al acto (simpatizantes de los
sectores de izquierda) cuestionaron a la esposa de Peron 
con la consigne "Evita hay una sola" e interrumpieron el discurso del
líder preguntando "¿Qué pasa general que
esta lleno de gorilas el gobierno popular?". La reacción
de Perón que señalo a los jóvenes como
"estos entupidos que gritan" y acabo la lealtad de los viejos
sindicalistas, "sabios prudentes) provoco la retirada de las
columnas de manifestantes que se identificaban con los montoneros
y la plaza quedo semivacía aunque el discurso de Peron no
había concluido.

Ahora los sectores juveniles demostraban su importancia, como
actores políticos y su deseo de disputarle al propio Peron
la dirección política del
movimiento.

El 20 de junio de 1973 se produjeron violentos choques entre
las distintas fracciones políticas que dividían al
peronismo.

Grupos armados  reprimieron a las columnas  de la
juventud peronista a fin a montoneros y otros grupos de
izquierda.

Pero no aterrizo en Ezeiza, como se pensaba sino en la base
aérea de morón.

Los hechos conmovieron a la sociedad argentina y
empañaron las expectativas de un amplio sector del propio
movimiento peronista.

La matanza de Ezeiza marco el regreso definitivo de
Perón al país.

Tras ser derrocado Perón se exilio en diversos
países hasta establecerse en Madrid,
durante 18 años.  "luche y vuelve" se
convirtió en la consigna que sintetizo la
aspiración popular que clamaba la presencia del
líder justicialista.

 El día que volvió Perón  para
evitar una movilización popular difícil de
controlar el gobierno del general Alejandro A Lanusse 
declaro feriado nacional.

Tras con 49 días de gobierno Campora renuncio,
permitiendo la convocatoria a nuevas elecciones. Esta vez como
Perón como candidato.

El 23 de septiembre, la formula presidencial que integro con
su tercera esposa obtuvo el 62 % de los votos, con los que
accedió a su tercer mandato.

El 5 de marzo de 1956 se dicto un decreto que lo merito
debía ingresar una historia de esos esfuerzos que en todas
las épocas y lugares han hecho inútilmente los
gobernantes inseguros.

El decreto prohibía las imágenes,
símbolos, signos
expresiones significativas, artículos y obras
artísticas que fueron o pudieran ser temidos por lo que el
decreto llamaba afirmación ideológica peronista. A
partir de allí no se podía exhibir la imagen de
Perón ni escribir su nombre, ni el de sus parientes.

La sociedad argentina fue excepcionalmente homogénea en
América
Latina. La ausencia de campesinado y de población
indígena, la temprana y generalizada incorporación
del territorio y de la población al mercado mundial, el
sustancial desarrollo de
los sectores medios y la
generalización del sindicalismo en el país, le
confieren rasgos peculiares en el continente.

Pero las mismas razones que dan cuenta de su gran homogeneidad
hicieron de esa sociedad una sociedad altamente diferenciada a su
estructura
social y compleja en el plano político. Esta
difusión temprana y bastante compleja de las relaciones
capitalistas de producción en la argentina impulso un
contingente dilatado de pequeñas y medianas empresas,
sobre todo a partir de la década de 1940.

Apenas se supo que el 20 de junio de 1973 Perón seria
recibido con un gran acto en el puente de Ezeiza comenzó
la que se llamo "la lucha por los primeros 300 metros". La pelea
fue entre las organizaciones de derecha y de izquierda del
peronismo, que  desde ese primer momento pugnaron por
alcanzar el mejor lugar frente al palco. La seguridad del acto
quedo bajo el mando del retirado teniente Coronel Jorge un
militar de la derecha peronista .comando de
orientación  Revolucionaria, que ese 20 de junio
actuó como cuerpo de seguridad para lograr uno de los
siguientes objetivos: impedir que la columna de los montoneros,
la juventud peronista y las fuerzas armadas Revolucionarias
ocuparan un lugar de privilegio. Esta pugna desencadeno los
tiroteos.

El gobierno nacional mediante un mensaje al país invito
a todos los compatriotas a recibir al general Perón.

A las 3:30 (hora argentina) se inicio el vuelo del
avión que trajo al general Juan Domingo  Perón
de un exilio que se prolongo durante 18 años. Lo
acompaño una comitiva encabezada por el presidente de la
nación,
doctor Héctor J Campora. Luego de su llegada al aeropuerto
de Ezeiza se trasladara al palco levantado en la
intersección de la ruta 205 y a la avenida Ricchieri desde
a media tarde hablara al país. Pero el avión que
trajo desde regreso al país al líder del movimiento
justicialista debió descender en Morón y desde
allí fue trasladado en helicóptero hacia la quinta
presidencial. Perón hablo señalando que las razones
motivaron al desvió fueron los incidentes  y
desbordes registrados en la concentración que lo esperaba
sobre el acceso a Ezeiza.

Perón no acepto el condicionamiento de fechas pese a
que ya su regreso estaba en marcha y que los preparativos
venían efectuándose desde tiempo atrás.
Sabia que aceptar las reglas de juego que se le imponían
equivalía a una especie de claudicación que no
entraba en sus cálculos, Por el contrario, denuncio la
cláusula de residencia como una nueva maniobra
proscriptita y la rechazo energéticamente.
Manifestó "Lanusse parece que se auto proscribió al
invitarme que hiciera lo mismo, pero su situación no es la
misma que la mía. La misma posibilidad que tengo yo de ser
rey de Inglaterra es al
que tiene el de ser presidente constitucional de la Republica
Argentina."

Lanusse volvió a atacar en un discurso pronunciado en
el colegio militar el 27 de julio: "Perón aquí no
me corran mas a mi, ni voy a admitir que corran mas a
ningún argentino, diciendo que Perón no viene
porque no puede. Permitiré que digan: porque no quiere,
pero en mi fuero intimo diré: porque no le da el cuero para
venir"

El desafió de Lanusse término por decidir el
regreso. En un documento emitido desde Madrid, que firmaba
Perón y Campora, Decía: "las actitudes
asumidas por la actual dictadura,
así como su grave responsabilidad en crisis del país,
invalidad toda iniciativa acuerdista que surja de su seno. En
consecuencia, toca a las fuerzas políticas,
económicas y sociales, establecer un acuerdo genuino y
autentico, con miras a preparar el proceso de
reconstrucción nacional, cuyo objetivo fundamental ha de
ser local al pueblo argentino ante su verdadera alternativa:
liberación o dependencia. También como parte de la
respuesta, el movimiento peronista se movilizo organizando una
serie de actos por todo el país agitando la que
había sido la mas histórica consigna durante la
residencia: luche y vuelve.

A partir de entonces, las cartas estaban
echadas. El justicialismo anunciaba al país que el retorno
se produciría indefectiblemente durante 1972 y seria
Perón el que decidiera la fecha definitiva y los medios
que utilizaría para su regreso. Un cúmulo de
versiones se instalo en la opinión publica algunos daban
como cierto que el regreso se produciría el 17 de octubre
otros que la FF AA lo impedirían pero lo que el movimiento
expreso, por  sus voceros oficiales es que habría
regreso y que como digiera el delegado de Perón, el
justicialismo no se negocia.

El operativo de regreso se había iniciado formalmente a
la vuelta de Campora desde Madrid.

Solo la férrea conducción de Perón logro
evitar la fractura y permitió llegar al 17 de noviembre de
1972.concluía así la epopeya de un líder y
de millones de argentinos encolumnados tras el, que durante 18
años lograron evitar que su proscripción y
marginamiento permitiera silenciar gran mayoría
política de nuestro país.

El
aislamiento

La llegada de Campora al gobierno y el retorno de perón
marcaron un punto de inflexión para las organizaciones
armadas. La elusión de la movilización popular y la
euforia por el triunfo sufrieron su primer revés en
Ezeiza. El enfrentamiento entre  grupos de derecha e
izquierda dijo un dijo un importante salud de nuestros y heridos.
Los  montoneros iniciaron la lucha por definir su lugar en
el movimiento y ganar a perón para su causa. Las otras
organizaciones armadas consideraban menos conflictiva la
situación. No confiaban en la democracia y
no veían en perón el líder capaz de
implantar el socialismo.
Después de una breve tregua reiniciaron la lucha armada
contra el gobierno social y otro pasaba, entonces, por la
marca que a su
vez, determinaba el precio.  Como contra partida surgieron
expresiones de rechazo a la sociedad de consumo, que 
valorizaban el trabajo
artesanal y la vida en comunidad frente a la creciente
individualización. Los hippies provenían "hacer
el amor y no a
la guerra". El
uso de la píldora anticonceptiva y  la
difusión del psicoanálisis contribuyeron a flexibilizar
las relaciones familiares y las conductas sexuales; a la par que
el pacifismo y la tecnología se
transformaban en temas recurrentes. También se produjeron
cambios en la universidad. La caída del peronismo marco el
retorno a la reforma de 1918, el gobierno  tripartito, la
renovación de los cuadros de profesores y el desarrollo de
nuevas carreras como, psicología o administración de empresas.

Perón vuelve al
gobierno

El tercer triunfo de Peron, el 23 de septiembre de 1973, fue
contundente. La formula justicialista, integrada por Peron y su
esposa Maria Estela Martínez, obtuvo el 61,85% de los
votos y gano en todas las provincias.

Aunque el conflicto del peronismo comenzaba a definirse, la
violencia política no desapareció, sino todo lo
contrario. Dos días después de las elecciones, en
un atentado cometido por Montoneros, fue asesinado el secretario
general de la C G T José Ignacio Rucci. En abril de 1974
fue creada la alianza anticomunista argentina, mas conocida como
la triple A, que organizaba atentados y asesinatos contra
dirigentes y simpatizantes de la izquierda.

El 1 de mayo de 1974, Peron ataco a los sectores de la
izquierda congregados en la Plaza de Mayo, que abandonaron la
Plaza en medio de incidentes y la ruptura del anciano presidente
con el sector es definitiva.

En medio de este clima de violencia incontrolable, Peron
confirmo a José Ver Gelbard como ministro de
Economía. Fueron presentados un nuevo plan Trienal y un
Pacto Social, que dieron algunos resultados iniciales positivos.
Los salarios y los precios fueron congelados durante un
año, mediante un compromiso firmado por el gobierno, los
empresarios y la C G T. Sin embargo, al poco tiempo, hubo aumento
de precios y subas de salarios que impulsaron la
inflación.

Enfermo y cansado, Peron hablo al país el 12 de junio
de 1974, desde el balcón de la casa Rosada. Seria su
última aparición en el lugar donde había
comenzado la historia del justicialismo,

Murió el 1 de julio, dejando la presidencia en manos de
Isabel

Chequeo medico: Peron ingresa al consultorio de su medico
personal, Pedro Cossio. Sus problemas cardiacos se habían
agravado desde 1972.

"Prefiero morir con las botas puestas que en un hospital",
había dicho.

El regreso de
Perón

El 17 de noviembre, Peron regreso luego de diecisiete
años de ausencia. Durante su breve estadía (27
días), la residencia de Gaspar Campos, en Vicente Lopez,
fue lugar de incesantes peregrinaciones y desfiles peronistas,
entre los que se destacaron las largas columnas de la Juventud
Peronista, cerca de cien mil militantes.

El protagonismo de la juventud se acentuaría aun
más durante la campaña electoral de 1973, como
respuesta a la orden de "ganar la calle" que había lanzado
la secretaria de prensa, en manos
de la tendencia. Tocaría a la Juventud Peronista, luego de
un primer rechazo a la candidatura de la formula Campora – Solano
Lima, acuñar también la celebre consigna "Campora
al gobierno, Peron al poder." Finalmente, durante la
campaña, se aceitarían los vínculos
privilegiados de la juventud con el delegado y candidato
Héctor Campora, apodado "el tío".

Ahora bien, el breve gobierno de Campora se
caracterizaría por el recrudecimiento de la violencia y
por la actitud de los
debates en torno de las diferentes concepciones del peronismo,
sea la experiencia del gobierno nacional – popular, sea la de una
vía "revolucionaria", o para decirlo con palabras de la
época: la opción entre la "patria peronista" o la
"patria socialista".

Operación regreso

Perón no podía postergar más su retorno.
No solamente clamaban por su presencia física los
peronistas, sino también las fuerzas aliadas; y hasta
Lanusse iba a presionar desde su lado y a su modo para que
Perón volviera al país y asumiera compromisos
definidos. El delegado personal del líder, Héctor
José Campora, hacía declaraciones cada vez mas
precisas sobre el regreso; la adquisición de una
residencia en Vicente Lopez aseguraba que esta vez no se
trataría de una finita.

En octubre se anuncio que, antes de finalizar noviembre,
Perón estaría en el país.

La noche del 17 de noviembre, día en el que
Perón regresaría al país, el gobierno monto
un dispositivo militar y de seguridad alrededor del aeropuerto
internacional, que hizo prácticamente imposible acercarse
a los miles de militantes que se proponían a recibir a
Perón. Había nerviosismo y, al mismo tiempo, una
gran expectativa.

En ese momento toda la tensión de los argentinos se
concentraban esa aeronave donde venían en primera clase,
Perón, "Isabelita", Lopez Rega, su hija Norma y su yerno
Raúl Lastiri, la señora de Héctor Campora,
dos militantes retirados peronistas y un custodio croata.

A las 11:06 del 17 de noviembre de 1972 concluyo la
"operación Retorno", cuando El avión se detuvo y
José Rucci y Juan Manuel Abal Medina cubrieron con un
paraguas a Perón para evitarle la molestia de la
llovizna.

Finalmente había vuelto Perón…

El
retorno

En Buenos Aires se aguardaba su llegada con enorme
expectativa. […]

[…] El aparato de seguridad armado por Osinde, por una
parte, y los militantes de Montoneros y de otros grupos de
izquierda por otra, pugnaron, desde la tarde del día
anterior, por ocupar posiciones estratégicas que le
permitieran copar el acto. Por lo menos un millón de
personas, llegadas de todos los puntos del país, fueron
los involuntarios asistentes a la batalla campal que se desato
hacia el mediodía.

Fue una batalla cuyo luctuoso saldo tal vez no se conozca
nunca con exactitud. El periodista Horacio Verbitsky habla
módicamente de solo 13 muertos y 365 heridos, pero es muy
probable que los muertos hayan alcanzado el centenar. Los peores
momentos se sitúan entre las 14:30 y las 16:30. fueron
inútiles los llamados formados por el cineasta Leonardo
Favio: había una decisión irrevocable por ambas
partes de no dejar el acto en manos de los otros…Entre
tanto, el vicepresidente Solano Lima se comunicaba con el
avión que traía a Perón y le pedía
que aterrizara en Morón, pues todas las medidas de
seguridad habían sido desbordadas.

Al día siguiente, Perón se dirigió al
pueblo sin aludir a los hechos de Ezeiza. Pidió
comprensión ante la marcha de las cosas, repitió
que venia "desencarnando" y advirtió a quienes
pretendían infiltrarse en el peronismo, o coparlo, que el
no lo permitiría.

El 13 de julio, el país se conmovió con la
noticia de la renuncia de Campora. Aunque se habían
detectado algunos indicios en los días previos, pocos
creyeron que la situación presidencial se realizara con
tanta celeridad.

Lopez Rega había hechos diversos cargos a Campora y
planteado la necesidad de su renuncia. La voz del secretario
privado de Perón, era la de Perón mismo, y Campora
no dejaría de ser nunca leal a su líder. De
inmediato hizo publica si dimisión; Lima hizo lo propio.
Al vicepresidente provisional del senado se lo envío a
Europa en una
misión
nunca aclarada y Raúl Lastiri, tercero en la línea
de sucesión constitucional como presidente de la
Cámara de Diputados, pudo hacerse cargo del gobierno como
presidente provisional, hasta que se realizaran las elecciones
presidenciales.

La fórmula
peronista

A pesar de todos estos hechos, seguía
desarrollándose una curiosa campaña electoral.
Porque todos sabían que perón triunfaría
abrumadoramente, y la mayoría de los posibles candidatos
se había apartado: de algún modo todos hicieron
suyas las declaraciones de Alende en el sentido que"El pueblo
quiere que Pero sea presidente, y nosotros no lo
entorpeceremos…" Pero también curiosa, porque la
formula ganadora la integraba un matrimonio… Y un matrimonio que no realizo
ningún esfuerzo proselitista. Solo Balbín,
acompañado esta vez por De LA Rua, y Manrique, a la
expectativa de recoger el electorado no comprometido, ensayaron
un contrapunto a Peron – Peron. El 23 de septiembre la formula
peronista obtuvo el 62% de los sufragios, porcentaje nunca visto
en los anales electorales; Balbín mantuvo su 25%, y
Manrique bajo al 12%. Finalmente, Peron volvería a ser
presidente. Si bien se examina, esa era la última derrota
de la "Revolución
Argentina"…

Y llego el 12 de octubre de 1973. Peron juro ante la asamblea
legislativa en presencia de todos los ex presidentes civiles
(Frondizi, Guido, Illia y Campora) y después lo hizo la
vicepresidenta. El presidente no leyó mensaje alguno ante
el cuerpo legislativo; hablo al pueblo desde la casa de gobierno,
amparado por una caja de vidrio blindado.
Pidió la colaboración de todos los sectores y
reclamo paz y tranquilidad para concretar las tareas que el
país necesitaba. Si la "tendencia revolucionaria" esperaba
un discurso en la sintonía que deseaba, se desencanto.
Pero de todos modos, ¡Peron era al fin presidente! Se
concretaba aquello de "que lindo va a ser / Peron en el poder",
con una autoridad política como nadie la había
tenido en la historia del país. A pesar de sus 78
años, conservaba la gallardía de sus viejos
tiempos; seguía siendo un hombre
ocurrente y lleno de ideas, aunque algunos visitantes notaban que
su lucidez solía declinar por la tarde.

Culminaba ese día una de las aventuras políticas
más extraordinarias de los tiempos contemporáneos:
el retorno al poder de un político echado 18 años
atrás por sus propios errores. Un retorno enmarcado por el
apoyo de multitudes y las esperanzas de quienes no eran
peronistas pero veían en el viejo líder la
única garantía de una Argentina razonablemente
ordenada.

Las organizaciones
guerrilleras

Los Montoneros y las tendencias izquierdistas del peronismo no
dejaron de movilizarse para mantener su presencia. El 21 de julio
se consagraron unos 80.000, casi todos jóvenes, frente a
la residencia de Perón, que se entrevisto con alguno de
sus dirigentes en presencia de Lastiri y Lopez Rega, a quien
confirmo en su confianza. Cuatro días después,
nueva convocatoria en el parque Saavedra con similar
concurrencia, en conmemoración de Eva
Perón, convertida en una especie de símbolo de
la juventud peronista en tasito rechazo a "Isabelita". Y el 22 de
agosto, recordando la "Masacre de Trelew", la juventud realiza un
acto en Atlanta cuya parte oratoria
cierra Mario Firmenich. Sus dirigentes no lo sabían, pero
eran las últimas apariciones públicas de la
tendencia izquierdista del peronismo.

En contraposición a estas demostraciones, el 31 de
agosto la CGT realizo un gran desfile frente a su cede en apoyo a
la formula Peron – Perón. La "tendencia" 
(izquierdista peronista) rivalizo con los cegetistas en ese
acto.

No eran los únicos en moverse; el ERP obligo al diario
clarín a publicar tres solicitadas a toda pagina para
denunciar las próximas elecciones como una farsa,
profetizando que se acercaba el momento de que el pueblo adquiera
una conciencia
socialista v ridiculizando a "Isabelita", Lopez Rega y Lastiri.
El grupo había secuestrado al apoderado de Clarín,
amenazando con matarlo si no se publicaban sus avisos. El mismo
día en que aparecieron las solicitadas del ERP, un grupo
de sindicalistas ataco a clarín con explosivos y armas cortas, en
castigo por su blandura… el 25 de septiembre
ocurrió un hecho demostrativo de la audacia de las
organizaciones subversivas. Mientras Rucci salía de una
casa en la cale Avellaneda, en Capital
Federal, una ráfaga lo alcanzo sin que su
numerosísima custodia armada pudiera repeler la
agresión.

Veintitrés impactos de bala recibió el
secretario general de la CGT, que murió en el acto. Nadie
reclamo el asesinato de Rucci. Los rumores lo atribuyeron al ERP
y a la CIA, pero años mas tarde se supo que habían
sido los Montoneros los autores de esta acción,
cuidadosamente planeada por el poeta y militante Francisco
Urondo. ¿El motivo? "Apretar" a Perón
mostrándole que sus bases eran vulnerables y que la
única alternativa que le quedaba era apoyarse en la
juventud…

Al día siguiente cuatro mujeres asesinaron al jefe del
Departamento de Investigaciones
Aplicadas de la UBA, Enrique Grinberg.

Montoneros en la
clandestinidad

En octubre de 1974 la organización peronista Montoneros anuncio
su regreso a la clandestinidad. Previamente, la
publicación "la causa peronista", vocero de esa
organización, dio a conocer todos los pormenores del
secuestro y
ajusticiamiento del oficial Aramburu. El relato conmovió a
la opinión publica, a pesar de que desde 1970, año
en que acontecio. La violencia de izquierda y d derecha
había causado estragos en la sociedad argentina.

En un solo mes hubo 400 estallidos de bombas, y en un
año, de julio de 1974 a julio de 1975, hubo 500 homicidios
políticos.

Los atentados se centraban preferentemente en las
personalidades destacadas de la extrema izquierda y de la extrema
derecha del espectro político nacional, pero
también alcanzaba a veces a los moderados, como Mor Roig,
a circunstantes no políticos, a los agentes de
política que se limitaban a cumplir sus funciones, a los
ideólogos y a los activistas.

La vida humana había perdido valor en la
Argentina. El terrorismo era
planeado cuidadosamente por la guerrilla urbana, ERP y
Montoneros, que luego se jactaba públicamente de haber
"ejecutado" a un supuesto culpable. Si la responsable de las
muertes era la Triple A, la organización que
respondía al ministro López Regad, era frecuente
que a la victima se le retirase previamente la custodia policial,
en caso de tenerla, lo que hacia presumir que esa
organización tenia contactos con la policía y los
servicios de
informaciones.

La Triple A amenazaba a si mismo, en forma generalizada, a
militantes de izquierda, artistas e intelectuales, y fue
responsable de muchos exilios y del comienzo del apagón
cultural de la década del setenta.

En cuanto al ERP, había elegido en 1974 la vía
guevarista para llegar a la "Revolución", y desde el mes
de mayo sus efectivos se trasladaron al monte tucumano.
Allí iban a formar un "foco" que tiempo después se
convertiría en "territorio liberado". En julio,
guerrilleros vestidos con uniforme verde oliva se presentaron en
los pueblos, tomaron la fabrica Norwinco en Bella Vista y
arengaron a los obreros.

En septiembre ocuparon en el pueblo Santa Lucia y fusilaron a
dos personas acusadas de colaborar con la represión. Tres
meses después los campamentos habían aumentado. El
intento fracasado de copar el regimentó 17 de
Infantería Aereotransportadora, en Catamarca, fue otro de
los episodios de violencia planeados por esa
organización.

Con el propósito de recaudar fondos para su ofensiva
del año próximo, en septiembre del 74 los
Montoneros realizaron un operativo espectacular: el secuestro de
los hermanos Jorge y Juan Born, de la firma Bunge y Born,
multimillonaria transnacional exportadora de cereales. El rescate
de mas de 70 millones de dólares se paso en junio de 1975
y la empresa se vio
forzada también a repartir víveres en villas
miserias y a colocar bustos de Perón y de Evita en
reparticiones de la firma. Los Montoneros pudieron así
hacer alarde de su poderío.

Pero el gobierno había respondido a la escalada
terrorista con la declaración del estado de sitio, que
sirvió de paso para cerrar algunos periódicos
opositores: el diario izquierdista "el Mundo", y "Noticias", que
respondía a los Montoneros. La ola de prohibiciones
alcanzo asimismo a expresiones culturales tan ingenuas como el
programa cómico de Tato Bores y los formalísimos
almuerzos de Mirta Legrand. El ambiente
político en Argentina se iba haciendo irrespirable.

En febrero se firmo el decreto "S" (secreto) 261/75 que
establecía que el comando general del ejército
tendría a su cargo la neutralización o el
aniquilamiento de los elementos subversivos que actuaban en la
provincia de Tucumán. Los ministerios de defensa, del
interior y de bienestar social tenían que desarrollar
operaciones de
control y acción cívica en apoyo a ese
objetivo.

El decreto S-261/75 representaba el regreso de las Fuerzas
Armadas al primer plano del escenario político nacional.
El agravamiento de la situación económica y la
exacerbada lucha interna dentro del oficialismo iban a agudizar
el deterioro de la nueva experiencia democrática
emprendida en 1973.

La crisis del gobierno
peronista

Luego de la muerte de
Perón, la vicepresidenta Maria Estela Martínez de
Perón asumió a la presidencia. Desde entonces de
acentúo el proceso de derechización del gobierno y
se agravo la crisis política.

Con el objetivo de eliminar la oposición social y
política el estado organizo una política represiva
ilegal, que fue llevada a la práctica entre otros, por el
grupo para policial conocido como la Triple A (alianza
anticomunista argentina)

Las acciones de la Triple A agravaron el clima de
persecución y violencia. Fueron frecuentes las amenazas a
figuras del campo de la cultura que
habían declarado su adhesión a ideas de izquierda
por ejemplo, a través de la difusión de listas
negras de futuras victimas, además se multiplicaron los
asesinatos de dirigentes políticos y gremiales del
peronismo revolucionario y del sindicalismo clasicista y
combativo. Al mismo tiempo, el gobierno expulso a los pocos
funcionarios vinculados con la tendencia revolucionaria que
todavía quedaban en la
administración nacional y algunas provincias.

El ministro Gelbard, presionado por los sectores de derecha y
por los empresarios más poderosos que no apoyaban su plan,
fue forzado a renunciar. A partir de entonces, los
pequeños empresarios de la CGE perdieron posiciones y se
fortaleció el sector de los capitalistas asociados al
capital extranjero. En junio de 1975, el gobierno, liderado por
López Rega, designo a Celestino Rodrigo como ministro de
economía. En contra de lo que había sido la
tradicional política peronista, las nuevas medidas
económicas (a las que popularmente se llamo "rodrigazo")
provocaron una fuerte transferencia de ingresos a favor de los
exportadores agropecuarios y significaron un violento recorte del
poder adquisitivo de los salarios.

La CGT que hasta entonces había apoyado al gobierno,
declaro una huelga general
por 48 horas y una movilización hacia la plaza de mayo. La
fuerte adhesión de la sociedad a estas acciones provocaron
las renuncias de López Rega y de Rodrigo.

La ofensiva sindical agudizo aun más la crisis
política. El gobierno cada vez mas aislado, decidió
profundizar la política
económica liberal y la acción depresiva,
medidas que reclamaban los grandes empresarios y los militares
preocupados por la "falta de orden".

El reclamo de orden se extendió entre vastos sectores
de las clases medias urbanas y la gran mayoría de sus
integrantes, implícitamente, apoyo la intervención
militar.

Además, las medidas de comunicación tuvieron gran influencia en la
preparación de un clima favorable entre la opinión
publica para el golpe militar.

Finalmente el 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas
quebraban otra vez el orden constitucional e impusieron una nueva
dictadura
militar.

El
rodrigazo

A principios de
1975 la estrategia del entorno de la presidenta podía
describirse en estos términos: Lopez Rega y su grupo
(Lastiri, Villone, Vignes, P. Vázquez, Osinde, entre
otros) estaban decididos a congraciarse con los poderes militares
y económicos tradicionalmente fuertes en el país.
"La preocupación por ganar, sino la confianza, al menos la
neutralidad de los sectores en los que, según su
visión de la inestable historia política argentina,
residían las garantías ultimas de la permanencia en
el poder, fue una obsesión que nunca abandono a la
presidenta Isabel y a sus asesores", escribe Torres.

Los dos años de tregua social habían terminado.
El costo de la vida
aumentaba mes tras mes y el "Pacto Social" era ya algo del
pasado. El Ministro Gómez Morales, urgido por la
cúpula sindical, autorizo que en los contratos de
trabajo que se
firmaran luego de las paritarias se diese un 38% de aumento
salarial. El 31 de mayo el veterano economista renuncio al cargo,
pues carecía de apoyo en el gobierno y advertía la
peligrosa situación en la cual se encontraba la
economía nacional, por desinversión e
inflación.

El entorno que no había sostenido a Gómez
Morales, maniobro entonces con rapidez para que fuese designado
Celestino Rodrigo en el cargo vacante.

El 5 de julio el flamante ministro anuncio el paquete de
medidas económicas que se conocen como "rodrigazo" y que
consistían en una devaluación monetaria del 100%,
aumento del precio de los combustibles del 175%, de las tarifas
eléctricas del 75%, y de otros servicios
públicos en proporciones similares. De un día
para el otro se modifico no solo la economía nacional,
sino millones de economías familiares.

El "Rodrigazo" repercutió inmediatamente en las
negociaciones salariales de los metalúrgicos. Los
empresarios de ese sector industrial se negaron a aceptar las
demandas sindicales mientras no se conocía la futura
política de precios del gobierno. Otros empresarios
adoptaron una actitud similar. Los líderes sindicales
sintieron entonces que sus posiciones estaban amenazadas.
Corrían rumores de que el gobierno planeaba
defenestarlos.

El 28 de junio, "Isabel" anuncia la anulación de las
paritarias y que el aumento seria del 50%, y un 15% mas en
octubre y en enero siguientes. Desbordada por las bases obreras
que inician protestas d manera espontánea, la CGT decreta
dos días de huelga general, fijados para el 7 y el 8 de
julio.

El país asistía estupefacto a la pulseada en el
interior del oficialismo. El conflicto era mirado con mal
disimulado júbilo con los enemigos consuetudinarios de la
democracia: la división de las fuerzas del campo popular y
la incapacidad del gobierno para afrontar la situación
eran la promesa de que a corto o mediano plazo los militares iban
a volver. Y la violencia multiplicada en episodios sangrientos
era otra apelación a que la fuerza rigiera definitivamente
los conflictos
entre los argentinos.

La caída de
Isabel

El gobierno de la viuda de Perón fue dando la imagen
del vacío de poder que alentaban las Fuerzas Armadas y la
ultraderecha. La CGT dispuso un paro general de 48 horas en julio
de 1975; los empresarios eran en su mayoría opositores;
los militares optaron por el golpe cuando se nombro al general
Videla comandante del Ejército. Lopez Rega fue alejado del
gobierno acusado de manejar "las tres A", y las acciones
violentas eran casi diarias (Monte Chingolo, Formosa,
Tucumán, asesinatos y secuestros). Aunque la
mayoría de los políticos sostenían la
legalidad, a
medianoche del 23 de marzo fue detenida la presidenta y la junta
de comandantes se arrogo la suma del poder publico, para iniciar
el cruento "Proceso de Reorganización Nacional"

El golpe militar se presento para muchos como el camino
más fácil para solucionar el conflicto, no solo del
peronismo sino de toda la sociedad argentina. Muchos testimonios
revelan el clima de desesperanza que facilito que las tendencias
autoritarias de uno y otro signo ocuparan el espacio que dejaban
los partidos
políticos y las escasas voces que
desde distintos ángulos reclamaban serenidad.

Sin alternativas validas, ni proyectos convincentes, el
país se encontraba a la deriva. Escaseaban los
protagonistas y sobraban en cambio los
sujetos pasivos de la historia.

La disolución
isabelina

Juan Domingo Perón murió el 1 de julio de 1974.
Durante 30 años, su liderazgo marco la historia
política argentina con un fuerte sello personalista. A
diferencia de sus 2 primeros gobiernos, caracterizados por una
política basada en la acentuación de los
antagonismos, en esta oportunidad, Perón había
buscado apoyo institucional, sobre todo en el líder de la
UCR. Dicha política se había plasmado en la frase
"Para un argentino, no hay mejor que otro argentino ", que
había corregido y reemplazado a aquella máxima
celebre "Para un peronista no hay nada mejor que otro
peronista".

  Isabel Perón asumió la jefatura del
estado, entrando axial al libro de los
récords, al convertirse en la primera mujer en el mundo
en ejercer constitucionalmente el mandato supremo de un
país. El panorama que se abría frente a ella
aparecía cargado de incertidumbre. Un rápido
balance de la inconclusa gestión
de Perón arrojaba un cúmulo de asignaturas
pendientes, entre las que se contaba el pacto social, cada vez
más tambaleante, en un clima de creciente conflictividad
social y violencia política. El gobierno de Isabel
acentúo estas líneas, al mismo tiempo que impulso
una inflexión importante en términos
políticos-económicos. En efecto, su política
apunto a la consolidación de un proyecto de ultramontano,
que parecía no solo la exterminación total del ala
izquierdista sino también la disolución del
modelo
nacional-popular., Mediante la subordinación del
histórico actor del modelo peronista, el poder
sindical.

 La figura que encarno uno de los proyectos de la extrema
derecha, José López Regad, fue uno de los
personajes más oscuros y siniestros de la política
argentina de todos los tiempos.

 Durante el gobierno de Isabel Perón, López
Regad (convertido en virtual primer ministro, después de
que su cargo como secretario presidencial adquirió por
decreto de principio de 1975 rango ministerial) no vacilo en
utilizar metodologías propias del terrorismo de estado. El
fue el creador y sostenedor de la Triple A, Organización
clandestina en la cual actuaban elementos policiales y
parapoliciales, cuyo objetivo era la eliminación
física de sus adversarios a través del asesinato
político.

 En el orden sindical, la política de Isabel
supuso también altos niveles de represión, como lo
prueba el conflicto protagonizado por la seccional
metalúrgica de Villa Constitución, encabezada por Alberto
Piccinini

A raíz de las huelgas desatadas entre fabricas
importantes, Acindar, Marathon y Meticón. Este conflicto,
cuyas dimensiones superaban ampliamente la cuestión
intrasindical, sería resuelto por la intervención
de las fuerzas policiales en 1975, a la que seguiria una cruenta
represión y el encarcelamiento de los principales
dirigentes. Por oro lado, el
autoritarismo gubernamental apunto al cierre de los canales
institucionales a través del ejercicio sistemático
de las censura, cuyo blanco predilecto fueron los medios de
comunicación. La depuración
ideológica  alcanzo los claustros académicos,
mediante el nombramiento de Alberto  Ottalagano,  como
inventor de la UBA.

  En definitiva,  en  su avanzada 
represiva,  la extrema  derecha   apuntaba a
ampliar su poder, desequilibrando las relaciones existentes en el
interior del régimen populista. Pero a esa altura de los
acontecimientos, su mayor adversario no era la izquierda
política o cultural, la que, sin mayores posibilidades de
desarrollar actividades legales, se hallaba cada vez mas
acorralada entre la opción del repliegue o el lanzamiento
a la lucha armada. El gran adversario que restaba en pie era el
sindicalismo Peronista, la histórica columna vertebral;
otro de los beneficiados por las nuevas condiciones
políticas.

Conclusión

Las tensiones internas del peronismo (que se extendían
a la sociedad en general) que fueron necesarias para provocar la
vuelta de Perón, lo superaron en habilidad política
y en tiempo de vida. Perón murió en el peor
momento, cuando era casi la única personaque
podía, al menos con su imagen
y su diatriba, mantener al peronismo "unido".

A medida que fuimos realizando este trabajo nos fuimos dando
cuenta de que esa época estuvo llena de enfrentamientos
entre distintos grupos guerrilleros, y distintos sectores del
peronismo. ¿Valen la pena las cientos de víctimas
que se produjeron, solo para debatir (de forma violenta)
quién tomaba el control?

Así nos dimos cuenta de que, a pesar de no vivir una
situación muy favorable en nuestro país, no se
compara con las cosas que pasaban en ese entonces.

Debemos unirnos para, de una vez por todas, debatir sobre el
país que queremos, y no sobre retóricas
retrospectivas sobre quién disparó primero. Este
trabajo es como un testimonio de una época en la cual
decenas de miles de argentinos, muchos de ellos en la flor de su
edad, murieron por esta intolerancia, esperando que sea una
lección de algo malo que pasó y una advertencia de
lo que nos puede pasar si nos dejamos llevar por la furia ciega.
De nosotros depende que nunca más nuestro país este
signado por el odio, la violencia y la venganza.

Bibliografía

v      -Economía y
Política en la sociedad Argentina -Retorno y derrumbe- el
ultimo gobierno peronista -Liliana de Riz – Editorial Hyspamerica
(Biblioteca
Nacional) pagina  23

v      -Enciclopedia visual de la
argentina- proyecto especial de Clarín tomo I pagina
544

v      -Enciclopedia visual de la
argentina- proyecto especial de Clarín tomo II pagina
1071

v      -Grandes Hechos siglo XX –
Clarín  tomo VII paginas 2; 3; 7; 11 y 12

v      –Historia Argentina la
política en suspenso 1966-1976 Liliana de Riz pagina 97
(Biblioteca Nacional)

v      -Historia Grafica de la
Argentina Contemporanea "Nuestro Tiempo", desde Roca hasta
Menem. Tomo XVIII
(1966 – 1976) – Editorial Hyspamerica – Felix Luna – Buenos
Aires, 1991. (Biblioteca de Bernal)

v      -Los 400 días de
Perón -Rodolfo Terragino- ediciones de la flor
colección: cuestionario
(Biblioteca Nacional)

v      -Nueva Historia
Argentina "violencia, proscripcion y autoritarismo", Tomo IX
– editorial Sudamericana – Daniel James – 3 edición
Buenos Aires 2007. (Biblioteca de Bernal)

v      -Perón vuelve- el
retorno de Perón y las luchas de la resistencia peronista
páginas 20; 21; 22; 107; 108 (Biblioteca Nacional)

 

 

 

Autoras:

Fiamma Alvarez

Belen Billordo

Lucero Fernández

Mariana Greco

Andrea Herrera

Magali Maciel

Giuliana Moran

Belen Moreta

Sofía Ojeda

Florencia Pérez

Natalia Tocco

Fecha de entrega: 30/11/08

Instituto Nuestra Señora Del Perpetuo Socorro

Año: 2008

Partes: 1, 2
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