- Introducción
- Formas Clínicas de la
TBC - Fármacos
usados en el Tratamiento de la TBC - Esquemas
Terapéuticos
Introducción
Personas de todas las edades, nacionalidades y niveles
económicos pueden contraer la tuberculosis.
Más de 23.000 estadounidenses, incluyendo a más de
3.000 que viven en la ciudad de Nueva York, contraen la
tuberculosis cada año. Sin embargo, hoy en día la
tuberculosis puede curarse con la ayuda de la medicina
moderna. Además, la tuberculosis es una de las enfermedades más
antiguas conocidas por la humanidad, citadas incluso desde el
antiguo Egipto. A
través de la historia ha sido de las
epidemias que más muertes ha causado en el mundo.
Actualmente, la tuberculosis mata cerca de 3 millones de personas
cada año, incluyendo más adultos que el sida, la malaria
y las enfermedades tropicales combinadas. Esto continuará
empeorando a menos que el mundo haga un mejor uso de las herramientas
disponibles en la lucha contra la epidemia. Recientemente el
mundo ha ganado la oportunidad de liberarse del antiguo terror.
Desde 1944, cinco muy efectivas drogas
antituberculosas han sido descubiertas. En 1977 nuevas estrategias de
control
desarrolladas en Tanzania, probaron que fue posible derrotar la
enfermedad en los países pobres y en 1993 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró
la tuberculosis como una emergencia global, haciendo el esfuerzo
de movilizar los recursos para
luchar contra el empeoramiento de la epidemia.
En nuestro medio, el tratamiento de la tuberculosis esta
normada y dirigida por el Programa Nacional
de Control de la Tuberculosis, que es un ente dependiente del
Ministerio de Salud.
Formas Clínicas
de la TBC
Primoinfección tuberculosa
En cualquier área donde el bacilo se localice
provocará una reacción inflamatoria que constituye
el chancro de inoculación normalmente pulmonar y a veces
digestivo, cutáneo o mucoso. Alrededor del bacilo se
agrupan una serie de células
gigantes (celulas de Langhans). El centro de este folículo
o granuloma suele necrosarse, se rodea de una cápsula y
luego se calcifica . Esta lesión suele esterilizarse,
aunque a veces los bacilos pueden persistir en forma latente y
dar posteriormente una reactivación. Clínicamente
se manifiesta como primo infección. Esta puede ser
totalmente asintomática y en otros casos provocan
manifestaciones atenuadas como fatiga, febrícula
vespertina, palidez, palidez, adelgazamiento y alteración
del estado
general. A veces da un cuadro semitifoideo, eritema nodoso,
querato-conjuntivitis flictenular, pleuresía
serofibrinosa, chancro de inoculación externo
cutáneo o mucoso. Radiológicamente pueden
observarse imágenes
ganglionares en las regiones paratraqueales o interbronquiales
hiliares, con opacidades de variable densidad, que
pueden dejar una cicatriz indeleble y a veces se calcifican.
Las imágenes parenquimatosas del chancro de
inoculación son habitualmente reducidas, localizadas en la
parte media o inferior de los pulmones, y no suelen verse en
radiografías a no ser que tengan dimensiones importantes.
A veces se observan imágenes pleurales u opacidades
parenquimatosas localizadas.
La mayoría de los casos quedan en esta
primoinfección, que da lugar a la alergia
tuberculínica que sensibiliza en uno o dos meses al
organismo frente a M. tuberculosis y que se manifiesta por la
positivización en la reacción de tuberculina, y a
la inmunidad tuberculosa, que provoca un estado defensivo en el
organismo hacia nuevas infecciones o a la diseminación de
la infección en curso. Esta inmunidad fallara en los
sujetos inmuno deprimidos, provocando una enfermedad tuberculosa
meses o años después de la infección por el
mismo bacilo o por reinfección exógena.
Enfermedad tuberculosa
Se manifiesta por un gran polimorfismo con variadas
localizaciones, bien pulmonares o extrapulmonares (renales,
osteoarticulares, pericárdicas, etc.). La TBC pulmonar
puede ser aguda, neumónica o bronconeumonica,
ulcerocaseosa o infiltrativa. Puede ocasionar también una
diseminación hematógena con afectación
miliar o meníngea, así como provocar complicaciones
bronquiales debido a las adenopatías mediastínicas
que pueden ocasionar por comprimir el árbol bronquial,
manifestándose en diseña, tos, expectoración
y síndrome de condensación parenquimatosa, con
opacidad en la radiografía. A veces puede provocar una
fistulización a bronquios con febrícula, tos,
expectoración bacilífera.
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