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Las cartas estaban echadas



Partes: 1, 2

    Ese día, todo era perfecto, el día estaba
    nublado, corría una fresca brisa de julio en la zona
    cordillerana de Lagunillas.

    Pablo se preparaba a subir un cerro nuevo, era una
    ascensión por el día, en su mente corría la
    ilusión de que fuese fácil para poder invitar
    en la primavera siguiente a su padre, ellos conformaban una
    cordada desde que Pablo tenía nueve años, ó
    sea desde hace treinta  años atrás.

    Siendo como las 11:00 se encontraba a pie de cerro,
    tomó una gran bocanada de aire,
    ajustó los tirantes de su mochila y comenzó a
    caminar, como siempre con su paso lento pero constante. Es en
    esos primeros minutos es cuando uno se pregunta que hago
    aquí, que locura es está en la que estoy metido,
    eso se veía acrecentado por que los dos que
    acompañaban  comenzaron a subir por la quebrada con
    un paso más firme y rápido. Pasaron unos treinta
    minutos y Pablo ya estaba a buen ritmo, de los otros dos nada,
    probablemente se encontraba al otro lado del filo.

    Pablo por cierto no se apuraba, gozaba ya cada paso, la
    respiración estaba bien y solo se escuchaba
    el crujir de sus bototos en la escasa nieve de la quebrada, que a
    ratos lo obligaba a cantear por la dureza de la misma, ya el
    sentía la complementación entre hombre y
    montaña, que es necesaria para seguir adelante, se debe
    sentir cada paso y con cada uno de ellos sentir que la cumbre
    esta más cerca, uno comienza a desdoblarse a ser parte de
    algo más grande de algo que escapa a la fragilidad del ser
    humano .

    Pero la montaña es impredecible, el hombre es
    frágil, no siempre la montaña es compañera,
    a veces el hombre no puede acceder a ella, a veces el hombre se
    desconecta de este cordón místico, es ahí
    donde Pablo y sin mediar aviso comienza a entender su fragilidad,
    no hubo ni un grito, ni un lamento, ni siquiera un sollozo, solo
    un piquete en el hombro izquierdo. Pablo pensó esto me
    pasa por tonto, por hacer la mochila a ultima hora, esta debe
    estar contrapesada. Pablo sabia y así lo hizo que
    apretando las cintas del otro lado de su mochila volvería
    a su equilibrio,
    pero no alcanzo a dar dos pasos  y su brazo izquierdo se
    volvió un muñón sus dedos se encresparon
    como cuando uno tiene un calambre, de pronto el dolor al pecho
    era simplemente insoportable, la sudoración estaba al
    máximo, por su cara corría demasiado
    transpiración, Pablo no podía pensar en nada,
    súbitamente la vista se le nublo, las piernas flaquearon,
    solamente y cayéndose atino a dar tres pasos para caer en
    una zona menos inclinada de la quebrada.

    La caída le dejo la mochila sobre el cuerpo, Pablo
    sentía demasiado dolor , apenas podía respirar, su
    cuerpo ya no le respondía, parecía que había
    perdido la tonicidad de sus músculos. Sin saber como se saco la
    mochila, la que rodó unos metros, Pablo se arrastró
    como pudo, la abrió y saco una parka  la que puso
    encima, creía que tiritaba de frío, no sabía
    si estaba consciente o alucinaba, todo se veía
    absolutamente borroso.

    El pecho a cada momento dolía más,
    comenzó a tener ganas de vomitar, el dolor era
    intensísimo, trató de gritar pero no pudo,
    comenzaba a rendirse, ya no le quedaban muchas fuerzas.

    En esos momentos Pablo comprendió que al fin estaba
    cerca, por su mente aparecían imágenes
    como ráfagas de fuego que él no era capaz de
    procesar, dentro de ellas comprendió que lo que
    tenía era un infarto y que
    quedaban pocos momentos vidas.

    Pensó, cómo me voy a ir sin despedirme de mi
    amada esposa, sin decirle cuanto la amo, como no decirle que
    cuide a los niños,
    como no poder decirle a Carmen lo importante que es para mi,
    incluso en estos momentos, en mis últimos
    momentos………………..

    Como pudo saco el celular del bolsillo superior de la mochila,
    marco el numero de Carmen, levanto el brazo derecho, el celular
    por suerte marcaba señal ok y llamando, pero en los
    momentos que los acercaba a su oído la
    señal  se perdía, lo repitió varias
    veces pero siempre lo mismo, la señal se perdía en
    momentos que el acercaba su celular a su cuerpo. Pablo estaba
    exhausto y esto lo único que hacia era aumentar su
    angustia, ¿Cómo no me podré despedir de
    Carmen? Como no podré………….. , las lagrimas
    corrían por su cara, no de dolor sino de impotencia, solo
    quería despedirse, solo quería decirle cuanto la
    amaba………..

    Luego de varios intentos, se dio cuenta que era imposible, no
    podría despedirse. Pablo en su llanto pedía
    clemencia, solo pedía tener la posibilidad de despedirse
    de Carmen…………………………….

    Pablo luego de varios intentos dejo el celular al lado, y con
    rabia dijo yo no me moriré en este cerro, por ultimo me
    tiro quebrada abajo, alguien me verá y
    socorrerá…………………..

    Pasaban los minutos que mas bien parecían horas, cuando
    de repente sonó el celular, Pablo pensó es Carmen
    al fin podré despedirme, pero solo  escucho una voz
    que decía "ya pues Juan, no seas flojo levántate y
    camina" era su amigo el  que al no verlo se había
    colocado en el filo de la montaña y lo llamaba, Pablo
    respondió presuroso "baja luego a ayudarme me estoy
    infartando, me estoy muriendo de dolor", Gonzalo el amigo al
    verlo tirado bajo corriendo encontrando a Pablo botado,
    convulsionándose, poco se podía hacer, minutos
    después apareció el tercer integrante del grupo, Pablo
    ya no podía mas……………

    En esos momentos Gonzalo decide bajar a pedir ayuda. Pablo
    seguía con convulsiones, ya estaba muy cansado y comenzaba
    a dormirse en un sueño muy placentero, un sueño
    donde ya no había dolor, donde incluso el sentía
    que la respiración no era necesaria, donde la vista
    comenzaba a perderse en el horizonte gris azulado de la
    cordillera, esos segundos eran eternos, al fin ya no había
    dolor…….

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