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La Evaluación del aprendizaje: Su repercusión social (página 2)



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Para muchos es un tema de difícil
solución y de difícil acuerdos, pero indudablemente
nos compromete diariamente en los desafíos similares de
esta hermosa tarea de educar.

Siendo la educación una
práctica social y la evaluación
uno de sus principales actos que se lleva a cabo en las instituciones
educativas, debemos abordarla desde distintos aspectos:
ideológicos, sociales, pedagógicos,
psicológicos y técnicos.

Porque evaluar es valorar, tiene connotaciones
ideológicas ya que tiene que ver con concepciones
históricas – sociales que predominan en el contexto que
sin duda la condiciona.

Tiene connotación social porque se
relaciona con la promoción, con el fracaso escolar,
con  el éxito,
con la deserción, donde el proceso de
enseñanza y aprendizaje de
desarrollan en un clima donde la
ambigüedad, el caos, el desorden, los conflictos,
están presentes y formando parte de las instituciones
escolares.

Tiene connotación pedagógica porque
tiene peso en la conducta de los
diferentes actores sociales involucrados en el curriculum.

Cuando la evaluación es estudiada como
instrumento de selección
puede transformarse en una práctica clasificatoria y
etiquetadora, en donde las investigaciones
psicológicas han demostrado lo importante que es para el
sujeto la imagen que los
otros tienen de él.

Tiene connotación técnica, porque
es necesario repensar y recrear instrumentos idóneos y
confiables que enriquecen el proceso de enseñanza y de
aprendizaje,  lo cual determina que el problema
técnico dependerá y estará condicionado por
los otros aspectos.

Se puede definir a la evaluación como el
proceso sistemático de recolección y análisis de la información, destinado a describir la
realidad y emitir juicios de valor sobre su
adecuación a un patrón o criterio de referencia
establecido como base para la toma de decisiones.

Evaluar es participar en la construcción de un tipo de conocimiento
axiológico, interpretando la información,
estableciendo visiones no simplificadas de la realidad y
facilitando la generación de una verdadera cultura
evaluativa.

Construir una cultura evaluativa implica incorporar a la
evaluación como una práctica cotidiana que realizan
todos y afecta a la institución en su conjunto, no ya para
sancionar y controlar sino para mejorar y potenciar el desarrollo de
sus miembros. De esta manera, la evaluación ya no puede
reducirse a una práctica que realizan unos (con autoridad o
poder) sobre
otros.

La evaluación es un proceso reflexivo,
sistemático y riguroso de indagación sobre la
realidad, que atiende al contexto, considera globalmente las
situaciones, atiende tanto a lo explícito como lo
implícito y se rige por principios de
validez, participación y ética.

Evaluar implica valorar y tomar decisiones que impactan
directamente en la vida de los otros. En tal sentido, es una
práctica que compromete una dimensión ética,
no siempre tenida en cuenta y asumida como tal. Se requiere de un
proceso reflexivo que asuma una posición de
análisis crítico en torno a las
acciones que
se realizan conjuntamente con las intenciones que se persiguen.
En decir, se hace necesario preguntarse qué se pretende,
qué valores
están involucrados, cómo se realiza, qué
efectos tiene, qué papel asumen los evaluadores, entre
otros.

Toda actividad humana supone evaluación. Esta es una
parte consustancial de aquella, porque interviene en una función
esencial: la regulación de la actividad. Ya sea efecto de
un control externo
al propio sujeto o los sujetos de la actividad de que se trate, o
de una regulación interna, o de ambas. Ya se trate,
asimismo, de la actividad vista en un plano más general en
lo social, o más individual en el plano
psicológico. En cualquiera de los casos está
presente la evaluación.

Desde una perspectiva psicológica, la evaluación
en sí, puede considerarse una de las necesidades humanas
más relevantes del individuo,
porque está ligada a la formación de su identidad.
Desde etapas tempranas del desarrollo y a través de su
ontogenia se crea y manifiesta en el niño la necesidad de
probarse, de conocer  sus realizaciones y posibilidades, de
conocerse a sí mismo, de ir conformando su autoconcepto y
autoestima,
mediante su relación con los otros, con los objetos de
actividad, consigo mismo, mientras aprende.

En la enseñanza, esto es, en las condiciones de una
actividad intencional y organizada a los efectos de producir
determinados aprendizajes relevantes para el individuo, la
evaluación del aprendizaje de los estudiantes porta tanto
los aspectos generales, esenciales, del proceso de aprender, como
las particularidades que le atribuye las condiciones de un
aprendizaje que se promueve en el contexto de la enseñanza
y, de modo más específico, en la universitaria.
Estas particularidades se tiñen de las
problemáticas propias de la educación, de sus
instituciones, del papel de las mismas en la sociedad;
así como de las derivadas del
proceso de enseñanza aprendizaje, su concepción y
práctica, sus requerimientos y fines, todo lo cual imprime
a la evaluación determinadas peculiaridades y
complejidades y la hacen parte de la evaluación
educativa.

Por otra parte, la posibilidad de concebir actualmente la
evaluación del aprendizaje como un campo de la
evaluación educativa, permite considerar aspectos
teóricos y metodológicos, que por su nivel de
esencia son comunes y válidos para cualquier caso u objeto
dentro de dicho campo y tener en cuenta los aportes que se
producen desde cualquier esfera del mismo. De ahí las
reiteradas referencias que se hace en el presente trabajo, a la
evaluación educativa en general al tratar la del
aprendizaje, sin ignorar la especificidad de ésta.

Hoy día abordar el término de evaluación
abarca todos los elementos componentes de la educación,
las relaciones que se dan entre ellos, los fundamentos, los fines
y las funciones de la
educación. Vale decir, todo lo relativo a la
educación se considera evaluable; desde los sistemas
educativos y su razón de ser, las instituciones
educativas, los profesores, los directivos, los alumnos, los
currículos, hasta los estudiantes y su aprendizaje.

Esta ampliación del campo tiene lugar,
fundamentalmente, en la segunda mitad del presente siglo, a
partir de los trabajos que aparecen en la década del 60 y
obedece a diversas condicionantes de índole social,
políticos, económico, científico. No
obstante su conformación científica, o más
precisamente, la construcción de teorías
de la evaluación educativa aún es incipiente,
aunque la literatura  sobre el
tema es abundante.

En este contexto de la evaluación, la del aprendizaje
se mantiene como un asunto especial, sin perder la importancia
que se le concede, ni los retos que ha impuesto desde
hace décadas, incluso, se puede considerar que la
extensión del campo y la introducción de nuevas
problemáticas, redundan en un enriquecimiento del tema
específico de la evaluación de aprendizajes, ya que
permiten ver con mayor claridad y precisión, sus nexos con
el sistema
educativo y social donde se inserta y las elaboraciones
teóricas sobre el tema de la evaluación educativa
amplían conceptual y metodológicamente su
estudio.

El objetivo de la
evaluación del aprendizaje, como actividad
genérica, es valorar el aprendizaje en
su proceso y resultados. Las finalidades o fines marcan los
propósitos que signan esa evaluación. Las funciones
se refieren al papel que desempeña para la sociedad, para
la institución, para el proceso de
enseñanza-aprendizaje, para los individuos implicados en
éste.

Las finalidades y funciones son diversas, no necesariamente
coincidentes; son variables, no
siempre propuestas concientemente, ni asumidas o reconocidas.
Pero tienen una existencia real. Están en estrecha
relación con el papel de la educación en la
sociedad con el que se reconoce de modo explícito en los
objetivos
educativos y con los implícitos. Están vinculadas
con la concepción de la enseñanza y con el
aprendizaje que se quiere promover y el que se promueve.

CONCLUSIONES

Desde la perspectiva sociológica, filosófica y
de la Pedagogía Crítica
tiene lugar, hoy día, los mayores y más ricos
aportes, sobre las funciones sociales de la evaluación
educativa y del aprendizaje. Argumentados análisis de las
implicaciones ideológicas y axiológicas de la
evaluación evidencian aquellas funciones que trascienden
el marco escolar y pedagógico, al subrayar, en
última instancia, un hecho establecido: la
inserción del sistema educativo
en un sistema mayor, el de la sociedad en su conjunto, que en
gran medida explica la multifuncionalidad de la
evaluación.

La evaluación holística o globalizadora reclama
la visión del estudiante en su integridad y en su
contexto. Tendencia actual que surge como alternativa a la
fragmentación del aprendizaje (y de su sujeto), en
ámbitos o esferas cognitivas, afectivas, psicomotoras,
presente en las taxonomías que clasifican objetivos y
aprendizajes. Y de aquellas posiciones que limitan el aprendizaje
a aspectos "puramente" cognitivos, cuyos productos son
los conocimientos y las habilidades, despojadas de todo sentido
personal.
Además, se aproxima en mayor medida a la realidad del acto
evaluativo y de los fenómenos implicados en él,
como los que devienen de la naturaleza de
la percepción humana y de la formación
de juicios valorativos, cuyo reconocimiento es imprescindible
para lograr una mayor objetividad en la práctica de la
evaluación.

Un enfoque holístico, que considera al estudiante en su
integridad, tiene sentido cuando la evaluación se
visualiza de manera natural en el proceso didáctico,
aporta y valora información a partir de las
prácticas cotidianas de trabajo, de la realización
de las tareas docentes, de
la
comunicación entre los participantes, a los fines de
orientar, regular, promover el aprendizaje. Esto es, predominio
de funciones y finalidades educativas y no de control,
calificación y clasificación. Predominio, a su vez,
de medios
informales de captación de información sobre las
vías formales especialmente concebidas para comprobar
resultados parciales y finales y las diversas dimensiones o
facetas del alumno a través de instrumentos
diseñados a tal fin, en tanto que la suma de éstos
no representa el todo, en su unidad.

Con independencia
de sus dificultades metodológicas, aún no
resueltas, estas tendencias holísticas y globalizadoras
marcan el paso de las ideas más actuales. Cuando menos
enriquecen la maltrecha evaluación del aprendizaje en lo
referido a qué evaluar, tan plagada históricamente
de reducciones, parcialización y esquematismos.

En resumen, las tendencias que debe seguir la
evaluación del aprendizaje, son aquellas que la lleve a
constituir una verdadera evaluación educativa, entendida
como tal, en breves términos, la que entra en línea
con la esencia y regularidades de la formación de los
estudiantes acordes con las finalidades sociales que signan dicha
formación en nuestra sociedad.

Bibliografía

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diccionario
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Lengua
Española/ F Alvero: La Habana. -Editorial Pueblo y
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Labarrere Reyes, Guillermina. Pedagogía/ Guillermina
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Microsoft ® Encarta ® 2006. © 1993-2005

Rivero Baxter, Yisel. Selección de lecturas de Sociología y Política
Social de la Educación /Yisel Rivero Baxter: La
Habana:– Editorial Felix Varela/ 2005:–429p.

 

 

 

 

 

Autor:

Lic. Meilyn Ramos Rodríguez

MSc. Mercedes Rodríguez
González 

Universidad de Cienfuegos"Carlos Rafael Rodríguez"

Facultad de Cultura Física

Partes: 1, 2
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