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Características genéticas y estructurales del virus de la Hepatitis C. (página 2)



Partes: 1, 2

Figura 2. Esquema de la
organización genómica del VHC y productos
génicos. (a) Estructura del
genoma viral (arriba), que contiene los genes que codifican para
las proteínas
estructurales y no estructurales y las regiones no traducidas
5´ y 3´. La representación de la organización de las proteínas en el
precursor poliproteico (abajo), muestra en cada
una de ellas su principal función.
Los círculos en negro indican los sitios de corte de la
peptidasa señal; el círculo en blanco refiere el
sitio de corte de la peptidasa señal donde se obtiene el
péptido de la proteína Core inmadura; la flecha en
blanco indica el sitio de corte autocatalítico de la
unión NS2-NS3; las flechas en negro señalan los
sitos de corte del complejo proteinasa NS3-NS4A. (b)
Topología de las proteínas del VHC
con respecto a su inserción o no en la membrana celular,
mostrando los dominios transmembranas, así como los
estiramientos hidrofóbicos de sus extremos
C-terminales.

La RNT 5´ es muy importante para el
inicio de la traducción de las proteínas virales,
ya que constituye el sitio de reconocimiento ribosomal (IRES, del
inglés
Internal Ribosomal Entry Site) (Drazan, 2000), el cual
permite la unión directa de la subunidad ribosomal 40S al
sitio del codón de inicio AUG del marco de lectura.
Varias proteínas hospederas interactúan
específicamente con la RNT 5´, así la
proteína de unión y transporte de
pirimidina (PTB) y el autoantígeno LA, son necesarias para
la traducción del genoma por mediación del IRES
(Ali y cols., 2000).

La RNT del extremo 3´ (Fig.2a) consta
de una secuencia pobremente conservada de aproximadamente 40 nt
que sigue al codón de terminación, y una
región polipirimidínica interna (U/UC) de 30 a 150
nt, aunque se reporta una región poli A en el VHC genotipo
1 (Hougton, 1994), seguida por una secuencia "X-tail"
única, de 98 nt (Tanaka y cols., 1996). Esta
última secuencia puede plegarse en una estructura
conservada en forma de tallo y lazo. Esto sugiere que la cola
3´ es una región común del genoma del VHC y
que juega un papel importante en la iniciación de la
replicación (Kolykhalov y cols., 1996). La PTB y el
autoantígeno LA también se unen
específicamente a este extremo del genoma, por lo que se
estima que se relaciona además con la encapsidación
del ARN (Kato, 2000).

Procesamiento de la poliproteína
y características de las proteínas
virales

El procesamiento proteolítico del precursor
poliproteico viral ocurre co-traduccionalmente y
post-traduccionalmente y está mediado por al menos tres
enzimas: una
peptidasa señal celular y las proteinasas virales NS2-NS3
y NS3 (Takamizawa y cols., 1991). Otra pequeña
proteína viral, NS4A es requerida para el procesamiento
proteolítico como un cofactor de NS3 ( Reed y Rice,
2000).

Las proteínas estructurales del VHC, son
producidas por cortes mediante la peptidasa señal
(Hougton, 1994). La proteinasa NS2-NS3 es una enzima dependiente
de zinc y corta el sitio entre NS2 y NS3, por lo tanto, esta
actividad se pierde luego de su acción
(Pieroni y cols., 1997). La proteinasa NS3 escinde el
sitio entre NS3 y NS4 en cis, mientras que los otros sitios
(NS4A/4B, NS4B/5A, NS5A/5B) en trans (Penin y cols.,
2004).

Proteína
de la nucleocápsida: core

La proteína core es una fosfoproteína
producida a partir de la porción N-terminal del precursor
proteico, por acción de la peptidasa señal celular
del hospedero que produce la forma inmadura de esta
proteína, la cual posee 191 aa (aproximadamente 22 kDa)
(Fig.2a). Esta es nuevamente procesada por la misma enzima para
dar lugar a la forma madura de la proteína, la cual
termina alrededor del aa 179 (McLauchlan y cols., 2002).
La secuencia nucleotídica de la región codificante
para la proteína core está altamente conservada
(homología más del 90%) entre los diferentes
genotipos (Bukh y cols., 1995). Dicha proteína es
rica en prolina, en aminoácidos básicos y puede
unirse específicamente al extremo 5´ no traducido y
muy eficientemente a una secuencia de 31 nt del dominio del lazo
IIId (Fig. 2a). Adicionalmente se ha demostrado, in vivo e
in vitro, la existencia de interacciones
homotípicas, multimerización de la cápsida e
interacción con E1 y E2 (Matsumoto y
cols
., 1996). Todo esto confirma que esta proteína
forma la nucleocápsida del virus.

Algunos resultados muestran que la misma está
distribuida como una proteína nuclear o
citoplasmática dependiendo de la talla de la
proteína y del genotipo analizado.
Recientemente, mediante un estudio de la
localización subcelular de las proteínas
estructurales utilizando el aislamiento JFH-1, subtipo 2a, el
cual se replica eficientemente en la línea celular Huh-7,
se observó que la proteína core se encuentra
predominantemente en el citoplasma. En este se asocia a
partículas de origen lipídico denominadas gotas
lipídicas, consistentes en un núcleo de
triacilglicéridos y ésteres de colesterol,
recubiertos por una monocapa de fosfolípidos y
proteínas. Dicha estructura surge a partir del
retículo endoplasmático (RE) interaccionando con
este después de su maduración por la cara
citosólica (Rouillé y cols.,
2006).

Se ha demostrado en estudios recientes, la existencia de
un marco de lectura abierto alternativo dentro de la
región que codifica para el core, donde se codifica una
nueva proteína la cual fue llamada "proteína de
marco de lectura alternativo" (ARFP del inglés,
alternative reading frame protein) (Xu y cols.,
2001; Varaklioti y cols., 2002). En varios pacientes
fueron encontrados evidencias de
anticuerpos y de inmunidad mediada por células
contra esta proteína, aunque todavía no está
totalmente dilucidada su acción en el ciclo de vida
del virus (Bain y cols., 2004).

Proteínas de la envoltura: E1 y
E2

E1 y E2 son proteínas de la envoltura
lipídica del virus y tienen un peso molecular de 35
kDa y 58-72
kDa,respectivamente. Ambas poseen sitios de
glicosilación (5 ó 6 en E1 y 11 en E2) bien
conservados entre las cepas del VHC, y el patrón de
carbohidratos
consiste en oligosacáridos complejos, ricos en manosa y
que contienen además ácido siálico (Hijikata
y cols., 1991). Los extremos N-terminales de E1 y E2
están en los aminoácidos 192 y 384 del precursor
proteico, respectivamente. Mientras que las posiciones
aminoacídicas 746 y 809 fueron identificadas como los
extremos carboxilos-terminales (C-terminales) de E2 conocidos
como: E2 (E2a) y E2-p7 (E2b) (Mondelli y cols.,
2001).

Los estudios cinéticos muestran que estas dos
proteínas forman un heterodímero unido no
covalentemente (Deleersnyder y cols., 1997; Rouillé
y cols., 2006). Los ensayos de
inmunolocalización y los análisis de glicanos han
mostradoque este complejo asociado E1-E2 se localiza
predominantemente en la red reticular
endoplasmática y al menos dos señales, en este caso los dominios
transmembrana de E1 y E2, están involucradas en la
retención en el RE (Dubuisson y cols., 1994).
Además, son consideradas proteínas de transmembrana
tipo I (Fig.2b) con ectodominios de 160 y 334 aa respectivamente
en el extremo N-terminal y un pequeño dominio C-terminal
transmembranoso de aproximadamente 30 aa (Penin y cols.,
2004).

La resistencia a la
digestión con la
endo-β-N-Acetilglucosaminidasa H
(endo H) es indicativa de que las glicoproteínas se mueven
desde el RE hasta por lo menos las regiones media y trans del
Complejo de Golgi, donde los azúcares complejos son
formados (Op De Beeck y cols., 2001).

La proteína E2 es conocida como E2/ NS1 y tiene
función antirreceptora. En su extremo N-terminal se
encuentran las regiones más variables de
todo el genoma viral, denominadas regiones hipervariables I y II
(RHV I y II) (Hijikata y cols., 1991; Kato, 2001).
La primera, de 30 aa, ha sido detectada en todos los
aislamientos virales y se ubica justo en el inicio de la
proteína (aa 384) y tiene epítopos de
linfocitos B. La segunda RHV, ha sido descrita
sólo en los aislamientos de genotipo 1b y abarca 7 aa (aa
454-460) (Hijikata y cols., 1991; Kato y
cols
., 1992, Rosa y cols., 1996). Puntoriero y
colaboradores en 1998 descubrieron que existen segmentos
altamente conservados dentro de la RHV I, sugiriendo que la
variabilidad inmunológica esta limitada a la
heterogeneidad en la secuencia primaria. Se ha reportado
recientemente que estas dos RHV modulan la unión de E2 al
receptor celular de entrada del virus, a través de
interacciones intermoleculares (Roccasecca y cols., 2003).
La variabilidad presente en esta región puede deberse a la
ocurrencia de mutaciones al azar y a la selección
de los mutantes que son capaces de escapar a la
neutralización por los anticuerpos del
hospedero.

Proteína p7

El polipéptido p7 es una proteína
intrínseca de membrana (Fig.2b) de 63 aa (Sakai y
cols
., 2003). Posee dos segmentos transmembrana unidos por un
lazo citosólico y sus extremos N y C-terminal están
orientados hacia el lumen del RE (Carrere y cols., 2002).
Observaciones actuales indican que p7 tiene
características semejantes a un conjunto de
proteínas llamadas viroporinas y que puede formar canales
iónicos en liposomas (Griffin y cols., 2005), lo
que sugiere una posible relación con la liberación
de las partículas virales. Se ha demostrado que no es
importante para la replicación viral (Lohmann y
cols
., 1999), pero se ha visto que es crítica
para la infectividad del VHC in vivo y que tiene
secuencias funcionalmente genotipo-específicas, que
interactúan con otras regiones del genoma (Sakai y
cols
., 2003).

Proteínas no estructurales: NS2,
NS3, NS4A, NS4B, NS5A, NS5B

Las proteínas no estructurales presentan funciones
enzimáticas que comprenden una polimerasa, una helicasa y
dos proteasas (Fig.2a) (Selby y cols., 1993).

La proteína de transmembrana NS2 (Fig.2b), es un
polipéptido que contiene un dominio proteasa del tipo
cisteína (Snijder y cols.,  1995) que, junto
al tercio N-terminal de NS3, forma una metaloproteasa dependiente
de zinc (Pieroni y cols., 1997). Aunque la proteína
NS2 es rica en aa hidrofóbicos y es producida por
autoprocesamiento entre NS2 y NS3 por la proteinasa NS2-NS3, la
función biológica de NS2 no está clara
(Penin y cols., 2004).

La tercera proteína no estructural, NS3, de 70
kDa de peso molecular, posee tres actividades enzimáticas:
actividad serino proteasa, localizada en un tercio de NS3, hacia
el extremo N-terminal y posee un potencial catalítico
trivalente, similar a la tripsina. La actividad
helicasa-nucleósido trifosfatasa fue identificada en la
mitad del extremo C-terminal de la proteína NS3, y
está involucrada en la replicación y
posiblemente en la traducción del genoma viral
(Jin y Peterson, 1995).

NS4A es un péptido hidrofóbico
pequeño, de 54 aa (≈ 8 kDa) (Fig.2b), que posee tres
dominios distintos. El dominio central forma un complejo estable
con NS3 como cofactor esencial de esta proteinasa, para el
eficiente procesamiento de las proteínas no
estructurales (Asabe y cols.,
1997). El segmento hidrofóbico N-terminal es
responsable de su inserción en membrana y el reclutamiento
de NS3 a la membrana. Recientemente se encontró que el
dominio acídico C-terminal contiene aa importantes para el
establecimiento de la replicación del ARN (Lindenbach y
cols.
, 2005).

NS4B es una proteína integral de membrana que se
asocia a la membrana del RE por medio de una secuencia tipo
"secuencia señal interna" (Fig.2b) (Hugle y cols.,
2001) y tiene un peso molecular de 27 kDa. Reportes individuales
sugieren que este polipéptido puede inhibir la
traducción de proteínas, modula la función
de NS5B, recluta otras proteínas no estructurales a un
compartimiento con características similares a balsas
lipídicas o media la transformación celular (Gao
y cols., 2004). Se ha reportado además que la
expresión de esta proteína es capaz de inducir la
formación de redes originadas de la
membrana del RE, que contienen todas las proteínas, tanto
estructurales como no estructurales (Gosert y cols.,
2003), por lo que sugiere la inducción de un escenario
membrana-específico para la formación del complejo
de replicación viral (Penin y cols., 2004).
Estudios recientes revelan la presencia de motivos de
unión a nucleótidos (NBM, del inglés
Nucleotide Binding Motif), los cuales median la
unión de trifosfato de guanosina (GTP) y una actividad
GTPasa, la cual ha mostrado ser esencial para la
replicación del VHC (Einav y cols.,
2004).

Hacia la última región del genoma se
encuentran las dos últimas proteínas no
estructurales: NS5A y NS5B (Fig.2b), las cuales son
cortadas como productos maduros al unísono con NS4A por
acción de la NS3 (Clarke y cols., 1997). La NS5A
está fosforilada en residuos de serina por
fosforilación basal en la región C-terminal y posee
un peso molecular de 56 kDa en esta forma basal y 58 kDa en otra
hiperfosforilada (Penin y cols., 2004).

La NS5B es la ARN polimerasa ARN
dependiente, clave en la replicación del genoma viral
(Bartenshlager, 2000).
Es una proteína cuya secuencia de inserción
atraviesa la membrana del RE (Fig.2b) como un segmento
transmembrana (Ivashkina y cols., 2002) y su dominio
funcional se encuentra hacia el lado citosólico
(Wattenberg y Lithgow, 2001). Se ha reportado que la
alfa-subunidad 7 del proteosoma y el Hu antígeno R (HuR), actúan como
cofactores de la polimerasa viral (Korf y cols.,
2005).

1.4 Heterogenicidad del VHC

El VHC presenta una gran heterogeneidad en su genoma,
característica de la mayoría de los virus de simple
cadena (Abe y cols., 1992). Esta notable diversidad
genómica puede ser explicada en primer lugar, por la alta
tasa de errores de la ARN polimerasa dependiente de ARN, ya que
la misma no posee función correctora. Esta es considerada
la razón principal para la generación de secuencias
de gran diversidad en el genoma viral, las cuales conllevan a la
existencia de una población de cuasi-especies en un mismo
individuo con
genomas virales que difieren entre un 1-5% en su secuencia
nucleotídica (Kato, 2001). La alta capacidad de
mutación de este virus se encuentra entre
10-3 y 10-4 sustituciones por sitio
de genoma por año (Abe y cols.,
1992). Debido a estas mutaciones en el
genoma se producen partículas virales diferentes
genéticamente, que constituyen un mecanismo rápido
y eficiente para el escape del virus a la respuesta inmune,
explicándose de esta forma la alta proporción de
infecciones crónicas por el VHC y uno de los principales
obstáculos para el desarrollo de
una vacuna (Jonas, 2000).

Investigaciones de aislamiento y secuenciación en
diferentes países revelan que existen cambios a nivel de
secuencia nucleotídica y de aminoácidos entre
sí, variando de una región a otra entre un 30 y un
40% (Takada y cols., 1993), hasta un 20% entre individuos
y un 10% en un mismo paciente (Houghton y cols., 1991).
Para los aislamientos que se diferencian entre un 30 y un 40%, se
han definido hasta 12 genotipos; de los que se han descrito seis
(1-6) con variación en su secuencia nucleotídica
entre un 30 y un 50%. La mayor variabilidad del genoma se
encuentra hacia el extremo N-terminal de la E2, donde se
encuentran las regiones hipervariables (Hijikata y cols.,
1991; Kato, 2001).

Todos los aislamientos del VHC se separan en grupos
filogenéticamente relacionados, llamados subtipos. Dentro
de los genotipos se definen más de 90 subtipos (1a, 1b…,
2a, 2b…, etc) con variaciones entre un 15 y un 30% (Simmonds,
2005). Cada subtipo muestra regularmente una diferencia de
más de un 20% a nivel nucleotídico y más de
un 15% a nivel de aa, aunque la RNT 5´ y la región
que codifica para la proteína de la cápsida
muestran una elevada homología (más de un 90%)
(Hoofnagle, 2002). Según algunos investigadores, los
diversos genotipos difieren poco en su expresión
clínica y no están asociados con los resultados
clínicos o con la severidad de la enfermedad (Lau y
cols
., 1996). Sin embargo, se ha observado que la respuesta
al tratamiento con IFN-a pegilado
(modificado con polietilénglicol)
combinado con ribavirina, es bastante diferente en
pacientes infectados con los genotipos 2 y 3 en
comparación a los infectados con la variante 1 y 4 que son
más resistentes (Liang y cols., 2000).

1.5 Ciclo replicativo del VHC y
sistemas de
replicación viral

El virus de la Hepatitis C se
replica principalmente en hepatocitos (Sugano y cols.,
1995), aunque se ha detectado genoma y antígenos virales
en otras células del hígado, entre las que se
incluyen las células de Kupffer y las células
endoteliales (Blight y cols., 1994). Otros estudios han
demostrado que el virus puede replicarse en células
mononucleadas de sangre
periférica (linfocitos T y linfocitos B), en
células polimorfonucleadas (en este caso monocitos), en
células de los nódulos linfáticos y en
células epiteliales del tracto gastrointestinal y de
cerebro (Deforges
y cols., 2004; Forton y cols., 2004).

El ciclo de vida incluye:

1)  Unión a un receptor de
la superficie celular todavía no identificado y su
internalización.

2) Liberación al citoplasma y
descubrimiento del RNA viral

3) Traducción mediada por
IRES

4) Procesamiento de la poliproteína
por proteasas celulares y virales

5) Replicación del RNA

6) Ensamblaje y empaquetamiento

7) Maduración del
virión

8) Liberación de la célula
del huésped

Fuertes evidencias confirman que la proteína
CD81, miembro de la familia de
las tetraspaninas, está implicada en la
internalización del virus a la célula
(Pileri y cols., 1998). Sin embargo, se ha reportado que
otras moléculas están involucradas en este
mecanismo, incluyendo el receptor scavanger clase B tipo I
(SRB-I), el cual dentro de otras funciones, es el receptor de la
lipoproteína de alta densidad (HDL,
del inglés High Density Lipoprotein)(Scarselli y
cols.
, 2002) y el receptor de lipoproteína de baja
densidad (LDL-R) mediante la asociación de las
apoproteínas ApoB y ApoE con el virus, sugiriendo que
quizás la entrada del virus se realice mediante su
unión a lipoproteínas (Nielsen y cols.,
2006). Unido a estos reportes, se han encontrado como posibles
candidatos las lectinas de tipo C: L-SIGN(CD 209L)(del
inglés, lectin-specific intercellular adhesion molecule
3 grabbing-nonintegrin
) y DC-SIGN(CD 209)(del inglés,
dendritic cell-specific intercellular adhesion molecule 3
grabbing-nonintegrin
) (Cormier y cols., 2004), ambas
expresadas en las células endoteliales hepáticas y
las células dendríticas (CD) respectivamente; el
heparán sulfato presente en los glucosaminoglicanos de la
superficie celular (Barth y cols., 2003); el receptor de
asialoglicoproteína (Saunier y cols., 2003), y la
proteína claudina-1 que forma parte de las uniones
estrechas presentes en las células hepáticas (Evans
y cols., 2007). Todo esto debido a que la
expresión de CD81 no se restringe a los hepatocitos o a
células de sangre periférica, y es posible que se
requiera un co-receptor. Trabajos recientes indican
que el CD81 y el SRB-I se encuentran asociados a balsas
lipídicas ricas en colesterol, sugiriendo que la presencia
de este lípido es crítica para la infección
por el virus (Cherukuri y cols., 2004) y que además
estos dos receptores actúan cooperativamente en la
infección por el aislamiento viral JHF-1 en la
línea celular de hepatoma humano Huh-7 (Kapadia y
cols
., 2007).

Luego de la entrada a la célula, el ARN viral es
liberado al citoplasma. Dirigido por el IRES de la RNT 5´,
el genoma viral es traducido y la poliproteína resultante
es procesada en proteínas individuales. La mayoría
de ellas, si no todas, forman un complejo multiproteico
íntimamente relacionado con membranas intracelulares.
Dentro de este complejo, el ARN positivo es copiado a un ARN
negativo intermediario, que sirve de molde para la síntesis
de la progenie de ARN positivo. Estos son usados para la
síntesis de nuevos ARN negativos, para la
traducción o para la encapsidación (Bartenschlager
y Lohmann, 2000). Se ha reportado que la alfa-subunidad 7 del
proteosoma y el Hu antígeno R (HuR), actúan como
cofactores de la polimerasa viral (Korf y cols.,
2005).

 El hecho de que las proteínas
estructurales no son transportadas más allá de la
región cis del Complejo de Golgi, sugiere que las
nucleocápsidas virales adquieren su envoltura por
gemación dentro del lumen del retículo
endoplasmático. En este caso, el virus sería
exportado por la vía de secreción constitutiva. De
acuerdo con esta suposición, se encontraron complejos
N-glicosilados en la superficie de partículas virales
parcialmente purificadas, sugiriendo que el virus transita a
través del Complejo de  Golgi (Bartenschlager y
Lohmann, 2000).

La mayor limitante en el estudio del VHC ha sido la
falta de un sistema de
cultivo celular que permita una propagación confiable y
eficiente de este virus. Se ha logrado un avance significativo
con el desarrollo de ARN subgenómicos autorreplicativos.
Algunos de estos sistemas contienen el IRES del VHC y las
regiones no estructurales del genoma fusionados a un gen de
selección y un promotor potente (Lohmann y cols.,
1999). Estos sistemas se replican a niveles moderadamente altos
en cultivo celular, pero no producen viriones intactos o
partículas infectivas (Blight y cols., 2000). No
obstante, ha permitido estudiar la replicación del VHC y
provee un medio rápido para monitorear agentes antivirales
(Hoofnagle, 2002).

También se ha probado la susceptibilidad de
varias líneas celulares humanas y de chimpancé
(Pan troglodytes), sin embargo, el nivel de
replicación en estos sistemas no es satisfactorio, ya que
se requiere realizar una reacción en cadena de la
polimerasa con retrotranscripción (RT-RCP) para la
detección del ARN. Por otra parte, se han tratado de
aislar clones infecciosos de ADN
complementario; pero no han proliferado en cultivo de
células humanas (Kato, 2001). Recientemente se
logró que el asilamiento viral JFH-1, perteneciente al
subtipo 2a, se replicara eficientemente en la línea
celular de hepatoma humano Huh-7 obteniéndose de esta
forma un modelo de
cultivo de células que propaga eficientemente el VHC
(Lindenbach y cols., 2005; Wakita y cols.,
2005).

Hasta el momento sólo en chimpancés se
logra una reproducción confiable de la
infección por este virus. Se han desarrollado
pequeños modelos
animales que
incluyen animales quiméricos con hepatocitos humanos
trasplantados (Ilan y cols., 2002), pero aún no son
ampliamente utilizados. Por otra parte, se ha encontrado que las
musarañas arborícolas (Tupaia belangeri
chinensis
) son susceptibles a la infección, pero la
tasa de transmisión es muy baja, desarrollan viremia con
títulos muy bajos y los resultados parecen poco
reproducibles (Xie y cols., 1998).

1.6 Historia natural del VHC

La historia natural precisa de
la hepatitis C permanece desconocida. Su estudio se torna
difícil por la ausencia de datos
relacionados con el tiempo inicial
de la enfermedad debido al establecimiento silente de la fase
aguda, y a los escasos síntomas que se observan durante
los estadíos tempranos de la infección
crónica. A esto contribuye la influencia variable de
múltiples factores que conducen a la progresión de
la enfermedad (Wong y Lee, 2006).

La infección por el VHC es infrecuentemente
diagnosticada en la fase aguda. Las manifestaciones
clínicas ocurren usualmente de 6 a 8 semanas
después de la exposición
al virus desarrollándose la infección aguda de la
enfermedad, en la que del 60-75% de los individuos permanecen
asintomáticos. Aproximadamente del 15-50% de los pacientes
expuestos al VHC se recuperan espontáneamente, mientras
que el 50-85% desarrollan infección crónica. De
ellos, del 2-20% sufrirán de cirrosis en las dos a tres
décadas siguientes. A partir de este estado, del
2-5% de los paciente por año sufren de
descompensación o fallo hepático y del 1-4%
desarrollan carcinoma hepatocelular, conduciendo en ambos casos a
la muerte
(Seeff, 2000).

El incremento de la tasa de progresión de
fibrosis en los pacientes con infección por VHC se ha
asociado a: edad mayor de 40 años al momento de la
infección, consumo diario
de alcohol de 50
g o más, género
masculino (Alvarado-Esquivel y cols., 1999) y
coinfección con el virus de la Hepatitis B (VHB) o el
virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) (Eyster y
cols., 1993).

A pesar de su hepatotropismo, este agente
microbiológico puede ocasionar diversas manifestaciones
extrahepáticas, muchas de ellas debidas a las alteraciones
inmunológicas. Entre estas manifestaciones se destacan la
crioglobulinemia mixta, la disfunción de las
glándulas salivales y lagrimales, y algunas
nefropatías (Nocente y cols., 2003).

1.7 Vías de
transmisión

El virus es transmitido fundamentalmente por vía
parenteral y percutánea. Antes del año 1992 el
principal factor de riesgo para ser
infectado eran las transfusiones de sangre o sus derivados.
Actualmente en los países donde se realizan ensayos de
detección del virus en hemoderivados que se usan para
transfusiones, el principal factor de riesgo es la
inyección de drogas. Los
índices de infección por esta vía oscilan en
un 80 % globalmente y en EE.UU. llega hasta un 95 %. La
transmisión perinatal de la hepatitis C ocurre
aproximadamente del 3 al 5% de los recién nacidos de
madres infectadas con VHC (Alter y cols.,
1999).

Otras vías potenciales para la infección
son: los tatuajes, piercing, la sexual, las diálisis, el
contacto doméstico donde se usan comúnmente
cuchillas de afeitar, pinzas para uñas o cepillos para
dientes; también los accidentes con
agujas y el consumo intranasal de cocaína y
otras vías indefinidas como el contacto de la piel
dañada con sangre contaminada. Los por cientos de
transmisión por estas vías, excepto entre los que
requieren ser dializados, son bajos (Alter y cols.,
1999).

El riesgo de transmisión desde personas con bajos
niveles de ARN viral es insignificante (Prince y cols.,
1999). Adicionalmente se ha evaluado ARN viral en fluido
ascítico, semen, y orina de pacientes crónicos, lo
que no descarta la entrada del virus por otras vías entre
ellas la mucosal (Seeff, 2000). En aproximadamente un 10 % de los
individuos infectados no se puede definir la fuente de la
infección. Muchas personas en esta categoría son de
bajo nivel social lo que se asocia a su vez con muchas
infecciones y a un alto nivel de exposición a las enfermedades, en estos
grupos
sociales la prevención también se dificulta
(Alter y cols.,1999).

1.8 Pruebas de
Diagnóstico

Se recomienda para un diagnóstico certero la realización
de ensayos inmunológicos, biopsia, e independientemente la
determinación de alanita transaminasa (ALAT) y aspartato
transaminasa (ASAT) (Hoofnagle, 2002).

Una forma primaria de testaje está disponible
para la detección de anticuerpos anti-VHC son los ensayos
inmunoensayos enzimáticos (EIA), la determinación
de los anticuerpos contra la proteína core es uno de los
más utilizados, debido precisamente a la
conservación de esta proteína entrte los diferentes
genotipos También, ensayos moleculares como la
reacción en cadena de la polimerasa (PCR, del
inglés polimerase chain reaction) son útiles
en la identificación de individuos infectados (Jonas,
2000). La carga viral puede ser medida como una función
cualitativa o cuantitativa, las cuales tienen un papel en la
evaluación y tratamiento de pacientes con
hepatitis C.

La detección de genoma del VHC en suero y
tejidos a
través del uso del ensayo de PCR
es corrientemente el principal método
para detectar infecciones activas (Jonas, 2000). Este ensayo ha
sido útil en la identificación de portadores
seronegativos y transmisión perinatal del VHC. Ensayos
cuantitativos de PCR se convierten en importantes herramientas
en la evolución de la terapia. El test es el
más ampliamente usado puede detectar niveles de virus tan
bajos como 100 copias por mL de suero (Jonas, 2000).

En resumen, el diagnóstico de infección
con VHC en un individuo con hepatitis crónica, definida
como infección persistente por más de 6 meses,
usualmente incluye la detección de anti-VHC en suero
seguido por la detección de la viremia usando un PCR
cuantitativo. El diagnóstico de una infección aguda
es más problemático, porque los anticuerpos
anti-VHC no aparecen antes de los 2 meses. Adicionalmente,
individuos inmuno-comprometidos como los
hipogammaglobulinémicos y pacientes transplantados
inmuno-suprimidos, pueden no elevar una respuesta anti-VHC. En
esta situación, el diagnóstico es hecho por
detección del ARN en suero por técnicas
de amplificación por RT-PCR (PCR con
retrotranscripción) (Jonas, 2000).

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Autor:

Lic. Julián Triana
Dopico

Lugar de nacimiento: Pinar del Río, Cuba.

Estudios realizados: Licenciatura en Bioquímica, Universidad de La
Habana, Facultad de Biología.

Profesión: Profesor-investigador, Universidad de Pinar del
Río "Hermanos Saíz Montes de Oca", Facultad de
Forestal y Agronomía, Departamento de Química.

País, ciudad y fecha correspondiente al trabajo
realizado: Cuba, Pinar del Río, Noviembre
2008.

Partes: 1, 2
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