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La Iglesia hoy (página 2)



Partes: 1, 2

II.       La vida
responsable
o la decisión de salir a la tempestad de
la vida y enfrentarla. Asumir la vida con responsabilidad y comprometidos con la causa del
reino en el momento y lugar que nos toque vivir,
haciéndolo con visión profética de anuncio y
denuncia y con sentido de misión
delante del padre de tal manera que al final de nuestras vidas
podamos decir como Jesucristo: "Padre, he acabado la obra que
me diste que hiciera" (Juan 17: 4).

Bonhoeffer describe este aspecto como "la acción", que distingue a la iglesia como
tal (5). Lo dice de la siguiente manera: "La libertad no es
hacer y aventurar lo arbitrario, sino lo recto, no es fluctuar en
lo posible, sino abrazar valientemente la realidad, no consiste
la libertad en refugiarse en el pensamiento,
sino en la acción"
 (6).

La iglesia, para ser autentica ha de encarnarse en su mundo o
dicho coloquialmente, "meterse en el pellejo de aquellos a
quienes testifica". Esta es la manera como la iglesia enfrenta su
mundo en tiempo y
lugar. Jesús nos envía tal y como El fue enviado;
como fue enviado? "Como el padre me envió, así
yo os envío" (Jn. 17: 18)
. Jesús se
encarnó, fue crucificado y resucitó. En esas tres
dimensiones de vida es que somos realmente hombres,
genéricamente hablando. "En su encarnación somos
hombres de verdad, en su cruz somos hombres sentenciados por Dios
y en su resurrección somos hombres ante Dios"(7).
Por
tanto hemos de ir al mundo encarnándonos, viviendo y
anunciando el mensaje de la cruz en donde encontramos
redención y perdón, en el poder de la
resurrección que levantó a Cristo de entre los
muertos.

Nuestra prioridad es identificarnos con Jesucristo, no con el
mundo. Para llegar al mundo y alcanzarlo no estamos llamados a
ser como tal, sino que hemos sido llamados a ser como Cristo.
Aquí, la perspectiva de ser como Cristo no es ética sino
teológica.
Desde esta perspectiva, no tratamos de ser
como él, sino que somos El – Cristo – en la tierra.
Esto es posible por la obra del Espíritu
Santo quien hace factible que Jesucristo resucitado
continúe  su ministerio a través de la
iglesia. Somos sus manos, sus pies, sus ojos, somos su
cuerpo.

La declaración de Jesucristo cuando aparece a Saulo de
Tarso en el camino a Damasco es contundente al responder a la
pregunta de "¿Quién eres Señor?" "Yo soy
Jesús a quien tu persigues". (Hechos 9: 1-4). La iglesia
es Cristo, su cuerpo; Somos El. No tenemos que ser El, no tenemos
que tratar de parecernos a él, no se trata de que seamos
como El, sino que… Somos éL. Dios se hace mundo, lo
santo se hace profano: "hecho por nosotros maldición"
(Gal.3:13).
El evangelio no se conjuga en modo subjuntivo
(fuéramos, podríamos, tendríamos) sino en
modo indicativo (somos, podemos, tenemos). Así pues, el
ideal ético de la iglesia de ser como Jesucristo se ha de
sustentar primero sobre la base teológica que nos ofrece
el fundamento para vivir siendo El.  Lo que hacemos
(praxis) se
sustenta en lo que creemos (Orto praxis).

La iglesia de hoy no ha resistido la tentación y ha
errado al hacerse como el mundo para alcanzarlo; ha buscado
identificarse con el mundo, se ha configurado al mundo en lugar
de configurarse a Cristo. Ha olvidado hacerse carne para anunciar
el mensaje de la cruz. Si entendemos esta premisa, si vivimos con
esta conciencia y
compromiso, es entonces que venimos a ser   Cristo en
la tierra, punto
de encuentro entre Dios y la humanidad. Sólo así
somos la iglesia a la que hemos sido llamados a ser.

Bonhoeffer  fue invitado a quedarse  en Los Estados Unidos
cuando fue a dar unos cursos, Pero él decidió
regresar a Alemania por
considerar que su pueblo y la iglesia estaban viviendo momentos
cruciales en su historia. Su futuro como
académico en USA era seguro pero para
él no era un futuro responsable. El entendió que su
lugar era estar al lado de su pueblo y de sus hermanos. Regresa y
no elude su compromiso como protagonista en la historia de su
nación.
Su participación llega a ser políticamente franca
pero para él, esta acción tenía un profundo
sentido teológico al encarnarse con su pueblo en sus
sufrimientos y en una lucha de la que no podía ni
debía sustraerse. Su decisión tenía
también un sentido ético por cuanto debía
responder a las demandas de una conciencia limpia que sólo
era sostenida por la vida responsable.

Para Bonhoeffer sólo había tres posiciones
éticas ante el nazismo: 1).
Ignorarlo todo, que vale por cerrar los ojos y no meterse en
problemas. La
acción consecuente con esta postura era huir a
países más seguros. Muchos
intelectuales,
artistas y científicos tomaron esta opción. 2).
Estar de acuerdo con la política fascista de
Hitler y hacer
comparsa al régimen. Esto era posible siendo parte de la
iglesia oficial que estaba alineada con los intereses del Tercer
Reich. 3). Resistir y mantenerse firme con una conciencia libre.
Acto y posición ética que implicaba riesgos, pero
al fin y al cabo comprometido con los valores
del Reino e identificados con Jesucristo. Para Bonhoeffer el
compromiso con esta postura era tal que aun implicaba el complot
para eliminar a Hitler. él lo argumenta de la siguiente
manera: "Si un loco… lanza su automóvil sobre
los transeúntes, yo no puedo como pastor contentarme con
enterrar a los muertos y consolar a las familias. Debo, si me
encuentro allí, saltar y arrancar del volante al
conductor."
(8) Bonhoeffer había asumido la postura de
Lutero ante el Estado,
cuando éste parece actuar injustamente (9)

1. La iglesia puede preguntarle al estado si su
acción es justa, y de ese modo devolverle la
responsabilidad al Estado de examinar sus acciones a la
luz del
reproche de la iglesia.

2. La iglesia puede ayudar a las víctimas de una
acción injusta del Estado, y por ese medio puede aliviar
las consecuencias peores de una ley o
acción injusta.

3. La iglesia puede tomar acción política
directa si está segura que el Estado está faltando
en su deber de mantener la ley y el orden.

Bonhoeffer se ve obligado ante la tercera opción ya que
las acciones del estado alemán habían llevado a la
iglesia confesante hasta este punto.

III.      El camino del
sufrimiento
como el camino que Jesucristo llamó
angosto. Es el camino que implica la vida responsable. La
sociedad
contemporánea nos ha enseñado que la libertad vale
por comodidad y que la ausencia del dolor constituye el "sumo
Bonum". Pero para Bonhoeffer el sufrimiento es un elemento
fundamental de la libertad del ser humano. Para él la
libertad no es hacer lo arbitrario sino lo recto, no es fluctuar
en lo posible sino abrazar valientemente la realidad, no es
pensamiento, es acción.(10)

En un balance que hace de la iglesia alemana ante los embates
del nazismo el escribe acerca del sufrimiento: "Es
infinitamente más fácil sufrir en la obediencia a
una orden humana, que en la libertad de un acto realizado con la
responsabilidad más personal. Resulta
infinitamente más fácil sufrir en comunidad que
a solas. Resulta infinitamente más fácil sufrir
públicamente y con honor que sufrir a solas y en la
deshonra. Resulta infinitamente más fácil sufrir en
la entrega de la vida corporal, que en el espíritu. Cristo
sufrió en la libertad, en la soledad, apartado y en la
deshonra, en el cuerpo y en el espíritu. Y desde entonces
muchos cristianos sufren con El." (11)

IV.    Por último, el camino
hacia la verdadera libertad se encuentra en asumir la muerte como
compromiso final de una vida responsable
. Cuando Bonhoeffer
decidió regresar a Alemania en los momentos más
difíciles y de inestabilidad social y política,
sabía que estaba escogiendo un riesgo que
podría llevarlo aun a la misma muerte.
 No rehuyó a ella, sino que la enfrentó con
valor y
determinación. Aún frente a la horca no
claudicó en sus convicciones ni en su esperanza. Mientras
para sus verdugos era el fin, para él era el comienzo. El
capitán Payne Best, piloto británico, fue uno de
los compañeros de prisión que sobrevivió y
narró posteriormente que las últimas palabras de
Dietrich Bonhoeffer  antes de ser ejecutado fueron: "Esto
es el fin, pero para mí es el principio de la
vida"(12)

La teología de Bonhoeffer no es una teología
dogmatica, de hecho el resistía a encasillarse en dicha
teología aunque era un consumado académico de la
misma. Simplemente para él la teología verdadera es
aquella que se encarna en misión y compromiso con su
geografía
y su tiempo. Para Bonhoeffer la teología es Cristo hecho
carne, el verbo encarnado. Teos: Dios; Logos: Cristo. El logos de
Dios es Cristo encarnado. La encarnación se hace historia
y espacio, tiempo y lugar, no hay otro modo de comprenderla.

La temprana muerte de Bonhoeffer – a los 39 años – es
un testimonio de que la mejor teología que un cristiano
puede expresar es la de una vida de compromiso con su tiempo y
lugar. Tal y como Dios lo reveló en su Hijo, Cristo
habitando entre nosotros. "Y aquel Verbo fue hecho carne, y
habitó entre nosotros" (Juan 1:14). Bonhoeffer amaba a su
pueblo, pero antes que identificarse con su este se identificaba
con Jesucristo, precisamente para poder impactarlo con su
mensaje.  Desde esta perspectiva es que condicionaba la
existencia de la iglesia solo cuando ésta vive para el
mundo, encarnada, crucificada y en novedad de vida.

Este sentido ético de libertad, Bonhoeffer lo resume en
una carta que escribe
el 28 de Abril de 1934 a Erwin Sutz, un párroco suizo,
antiguo compañero de estudios en el Union Theological
Seminary de New York y tal vez su más fiel confidente:
"Aunque colaboro con todas mis fuerzas en la oposición
eclesial, me resulta totalmente claro que esta oposición
es una fase transitoria muy provisional hacia una
oposición de carácter muy diverso, y que los hombres de
estas primeras escaramuzas, sólo en muy pequeña
parte son los hombres de aquella segunda lucha. Y creo que toda
la cristiandad debe pedir con nosotros que la resistencia
llegue hasta la sangre, y que
sean encontrados hombres que la sufran. Sencillamente sufrirla;
de eso se tratará, no combatir, golpear o punzar: esto
puede ser permitido y posible en los encuentros preliminares,
pero el combate propiamente dicho, al que quizá se llegue
más tarde, tiene que ser sencillamente un padecer en la
fe; y entonces, quizá entonces, Dios reconocerá de
nuevo a su iglesia con su Palabra. Pero hasta entonces hay que
creer mucho, orar mucho, sufrir mucho…" (13).

Bonhoeffer  acertó en cuanto a lo que
habría de venir en el conflicto de
la iglesia Alemana infiltrada por el nacional – socialismo de
Hitler. El vivió disciplinadamente, responsable con sus
convicciones y con su entorno, sufrió por su fe y la
libertad de su conciencia y murió sin claudicar en su
lucha por una iglesia libre y una cristiandad fiel a la
vocación de la Palabra.

LA IGLESIA DE HOY
FRENTE A SU TIEMPO Y LUGAR: MÉXICO

75 años han pasado desde que Bonhoeffer escribiera
estas reflexiones acerca de su visión y perspectiva de la
iglesia alemana frente a los embates del nazismo.

La iglesia en México ha
enfrentado su tarea no precisamente como una iglesia consciente
de su entorno ni ha vivido encarnada en su pueblo. Somos
herederos de un evangelio individualista, desencarnado y ajeno a
la realidad que nos rodea. Nuestro mensaje ha sido "chato", sin
capacidad transformadora. Hemos sido una iglesia que sueña
con Babel, estar más cerca del cielo que de los hombres, y
es tanto nuestro anhelo de estar más cerca de Dios que
vivimos alejados de la realidad humana. El espíritu de
Nimrod ha dominado al liderazgo de
nuestras iglesias.

La iglesia evangélica de México carece de
identidad, no
sabe quién es ni para que esta en el mundo. No hemos
entendido que nuestra identidad está   en
Cristo, no en el mundo. Que sólo identificados con
Jesucristo es que podemos alcanzar el mundo.

En lugar de asumirnos como hombres – genéricamente
hablando – resistimos a nuestra naturaleza
humana al pretender una espiritualidad cimentada en "superar"
la carne, en lo sobrenatural o en lo no humano. Sin
embargo, "la presencia de Dios en el mundo a través de
la encarnación fundamenta el que se tome en serio lo
terreno, pero precisamente como el lugar en el que se alzó
la cruz de Jesús… despojada de revestimientos
religiosos invitando al servicio
honesto y responsable en el seno de la realidad mundana."

(14)

Si entendiéramos la encarnación,
aceptaríamos lo humano, asumiríamos nuestra
condición de hombres y la gracia de Dios asomaría
su esplendor en nuestras vidas.

Por otro lado, necesitamos reconocer nuestra esclavitud sobre
todo cuando se piensa que la expresión sin freno de
nuestra fe es indicativa de nuestra libertad. Nada más
falso que esto.  Hace unas semanas asistí a un culto
cargado de sensualismo, desenfreno, atropellamiento, sin sentido,
sin orden, sin Palabra.  Los niños y
jóvenes en esta iglesia están aprendiendo que la
libertad es hacer lo que venga en gana y más grave es
aún cuando se cree que en tal arbitrariedad de vida se
halla el Espíritu de Dios. Provengo de una
formación teológica tradicional pero abierta a
expresiones de fe diversas, sin embargo lo que vi, si bien nada
nuevo, sólo es una muestra de lo que
sucede repetitivamente en forma creciente en todo México
en el contexto de las iglesias cristianas.

La disciplina de
la oración, de la lectura
bíblica y de su estudio, de la adoración consiente
e inteligente, la predicación formal, seria y expositiva
de la Biblia, la ofrenda de nuestros cuerpos en sacrificio vivo,
agradable a Dios como expresión de adoración
racional, la disciplina de nuestros pensamientos y de nuestros
impulsos ha sido sustituida por un falso sentido de libertad.
 El "culto a la libertad" es un énfasis actual que se
pretende justificar con argumentos espirituales pero que desde mi
punto de vista tiene un trasfondo más psicosocial que
teológico. La catarsis
emocional que se busca en dichos cultos es referenciada en la
mayoría de las veces como una experiencia espiritual.
Debemos revisar lo que significa ser espirituales a la luz de la
espiritualidad de Jesús.

Por otro lado, en cuanto a la vida responsable, no tenemos
mucho de que sentirnos orgullosos. Los pobres nos rodean con
hambre, sed y frío.  Los huérfanos vagan por
las calles devorados por la bestia urbana. Los ancianos los hemos
desechado por "lentos e improductivos", La degradación
humana ya no se descubre sino se exhibe con cinismo como
distintivo de una sociedad "moderna". Las corrientes
ideológicas se pavonean – sin cuestionamiento alguno de
parte de la iglesia – con sus falacias utópicas de dar
felicidad al ser humano; los valores
éticos del reino (justicia,
vida, paz) se socavan desde las altas esferas políticas;
las instituciones
sociales, económicas y políticas se corrompen y el
futuro de México está en peligro y la iglesia no
percibe que también su futuro lo está. Hemos
errado al creer que las promesas de vida eterna implican la
sobrevivencia y la trascendencia histórica.

¿Dónde está la iglesia en todo esto?,
¿Dónde está su voz? ¿Dónde su
reflexión? ¿Dónde su compromiso?
¿Dónde está? … ¿Está?,
si, si está, pero está en su burbuja, viviendo para
sí, construyendo su propia utopía, su propio reino,
su Babel, su mundo interior, su monasticismo irrelevante en su
afán de huir de lo mundano; empecinada en discutir
nimiedades, Sin preguntas y sin respuestas, sin voz,  sin
identidad  y sin responsabilidad ante las demandas de una
sociedad agobiada y afligida.

Cuanta falta nos hace en nuestra generación, que se
levanten hombres y mujeres como los de la Biblia y la historia
del cristianismo
que marcaron no sólo su generación sino la historia
con sus vidas y testimonio de entrega, de lucha y coraje en el
servicio a Dios. ¿Donde están los hombres
como  Abraham? que obedeció a Dios sin cuestionar;
Como Elías que enfrentó sólo, con valor y
coraje a 400 sacerdotes de Baal; Como Amos y Miqueas que clamaban
por las calles justicia para los pobres y oprimidos;  Como
Juan el Bautista   que denunció el pecado de
Herodes y fue degollado por hablar en nombre de Dios; Como Pablo
que con su mensaje alborotaba ciudades enteras como
éfeso;  Como San Agustín de
Hipona que defendió la pureza de la fe de las
herejías de su tiempo. Como Martin Lutero, con mente
independiente que buscó la congruencia de su vida y de su
fe con la palabra de Dios y no valoró su vida por defender
su libertad y conciencia Hasta la muerte; Como Guillermo Carey
que estableció con entrega y sacrificio un modelo de
misión integral; Como Judson Taylor que se
encarnó en la cultura China
para comunicar con su vida a Jesucristo.; Como Juan y Carlos
Wesley que predicaban incansablemente por las calles el evangelio
llamando a la santidad de vida; como Karl Barth, quien
enarboló la bandera del retorno a la Palabra de Dios en
tiempos del liberalismo
que cuestionaba la autoridad de
la Biblia.  Como Martin Luther King que dio su vida por los
derechos civiles
de los negros en USA; Como Jim Elliot y Natanael Saint que
murieron sacrificados por los Aucas en la selva amazónica
del Ecuador en su
afán de llevarles el evangelio y como muchos más
que no dudaron en vivir, sufrir y morir por la causa del reino de
Dios. Hombres y mujeres que fueron fieles a Dios y respondieron a
las demandas de su generación.

Mientras la iglesia cristiana en México insiste en sus
proyectos
babilónicos de esplendor, seguimos ajenos a la realidad
social, política, económica y espiritual de nuestro
entorno. Tal y como sucedió con la iglesia ortodoxa rusa
que en tiempos de la revolución
bolchevique y mientras la sangre corría en las calles, los
líderes religiosos se encontraban en sus templos
discutiendo la utilización correcta de los iconos
sagrados. No es necesario demostrar que esta iglesia
desapareció como participante activa de la historia y
sociedad soviética.

Mientras nos ocupan otros intereses internos como iglesias,
los niños siguen muriendo antes de nacer, los
jóvenes siguen confundidos y apabullados ante las
propuestas del mundo; nuestra sociedad sigue su loca carrera
hacia la autodestrucción y ante esa realidad, la iglesia
-punto de encuentro entre Dios y la humanidad-  ha olvidado
quien es y para que esta en el mundo, hemos olvidado nuestra
misión profética, hemos preferido permanecer mudos
en lugar de buscar y construir espacios para comunicar nuestra
posición ante los innumerables problemas de nuestra
sociedad mexicana. Insistimos en decir que Cristo es la respuesta
sin entender cuál es la pregunta.

La iglesia contemporánea percibe el mundo al que
predica solamente en función de
vicios y virtudes personales sin tener una visión, y por
tanto una posición que refleje su mensaje ante las
realidades sociales de nuestra nación.
Creemos que si seguimos "ganando almas" hasta que todos se
conviertan en nuestra ciudad y país, entonces el mundo
será mejor. Esto tiene algo de lógica,
pero sólo es parte de la verdad porque que el evangelio de
Jesucristo confronta y transforma no sólo al individuo sino
también a todas sus instituciones – Estado, educación, familia, leyes, finanzas y
religión
y a las ideologías que las conforman.

Como iglesia hemos ignorado u olvidado que nuestra
misión es en el mundo, que nuestra agenda debe llenarse de
citas con la humanidad, que nuestro escenario no son nuestros
templos sino las calles, los pueblos y ciudades, las
instituciones vitales de las sociedades
humanas. Recordemos que el mandato de "id por todo el mundo" se
refiere a "cosmos", es decir el universo, no a
"geo", extensión geográfica.

¿Y qué decir ante el camino del sufrimiento?
Para nosotros los cristianos occidentales el sufrimiento es algo
que nos enseñaron a evitar. Somos una sociedad hedonista
que entiende el bienestar, el placer y la comodidad como signos de la
felicidad.

Sin embargo el sufrimiento tiene aún una herencia
enriquecedora en cuanto a la libertad se refiere. Fue y sigue
siendo el camino de la cruz. El camino del sufrimiento para que
sea admisible e instrumento de redención ha de ser en
libre y responsable elección. Sólo así su
semilla fructifica. No hablo del sufrimiento inherente de la
vida, hablo del sufrimiento que libremente se elige al buscar ser
responsables ante el llamado de Dios.

El camino del sufrimiento es camino de renuncia ligado a la
vocación divina. Pero si nuestra iglesia
contemporánea no tiene clara su vocación,
¿cómo puede asumir una vida de compromiso?
Misión y vocación van juntas, misión y
compromiso también.

La historia de la iglesia está construida con la sangre
de los mártires que en su momento y lugar mantuvieron la
mano firme en el arado mirando siempre hacia adelante; no
claudicaron, aunque en ello les fuera la vida. Esa sangre
aún fertiliza las nuevas generaciones de la iglesia
contemporánea. Sin embargo, para esto debe haber
desafío, ideales, conciencia histórica,
ética y teológica. De otra forma nuestra
generación pasara sin pena ni gloria, será
recordada como la generación que tuvo la oportunidad pero
no la aprovechó y no trascendió.

Dios está demandando vidas que quieran pagar el
precio, que
libremente elijan el camino angosto y que lo caminen hasta el
final.

Finalmente y como consecuencia de esto, no parece que la
muerte sea acogida hoy día como parte de este proceso de
libertad. No es común conocer cristianos que mueran por su
fe. La causa de la iglesia ya no es ir a lejanas tierras o cuando
menos a los grupos no
alcanzados de nuestra sociedad.  Todos morimos
"normalmente", involucrados en nuestros proyectos y programas de la
iglesia, calendario de actividades, congresos, templos,
auditorios, etc.

¿Dónde está la iglesia misionera? La
iglesia que se encarna con los pobres? Que visita a los presos?
La que llora con los niños de la
calle, con los huérfanos, con las viudas? La que lucha
por las causas de justicia social? La iglesia que abre sus
puertas a las prostitutas, y a los homosexuales sin juzgarlos? La
iglesia que construye asilos, albergues, comedores
públicos, hospitales, centros de rehabilitación
para adictos? La iglesia que abre foros de discusión sobre
temas de actualidad y difunde su posición ante la
sociedad?

Si no hay conciencia de vocación ni de obediencia al
llamado divino, puede haber compromiso? Habrá vidas
ofrendadas por la causa del reino de Dios?

Hemos visto vidas así? Hemos visto iglesias así?
Las que hay, si las hay, hemos de valorarlas y aprender de
ellas.

Creo que la iglesia contemporánea ha sido devorada por
el espíritu de Babilonia; pertenecemos a una
generación del "éxito"
en donde los valores del reino han sido cambiados por los valores
temporales sin que nos demos cuenta de la trampa porque
Jesucristo nunca nos ha llamado a tener "éxito" sino a
obedecerle. Hemos venido a ser una iglesia del mundo pero
no para el mundo, identificados con el mundo pero no con
Cristo.  

¿TIENE FUTURO
LA IGLESIA CRISTIANA EN MÉXICO?

¿Tiene futuro la iglesia cristiana en México?
Aunque la pregunta pareciera inadecuada por cuanto entendemos que
la iglesia es eterna ya que es Cristo mismo, sin embargo, la
iglesia también está inmersa en el tiempo y en
lugares determinados. Si reflexionamos acerca del papel de la
iglesia cristiana a lo largo de la historia encontramos algunas
cosas interesantes que nos deben alertar acerca del papel y
permanencia de la iglesia cristiana en el remolino de fuerzas
históricas desde donde emergen nuestras sociedades.

La iglesia existe para ser signo del reino. Esta llamada para
ser luz y sal de los valores del reino y a partir de esta
plataforma ha de responder a las demandas del lugar y momento
histórico que le toque vivir

Cuando no logra insertarse ni ubicarse en su mundo, deja de
ser sal, deja de ser luz. Deja de tener pertinencia y su mensaje,
sin levadura, se vuelve irrelevante. Ya no transforma y su
existencia se encuentra diluida en el mundo. Una iglesia
así sólo deja un rastro de olvido en la
historia.

Dios deja de hacerse presente en dicho momento y lugar, para
eso está su iglesia, pero si esta no entiende su
misión ni su papel en la historia de su pueblo entonces no
hay testimonio y sin el mensaje profético el pueblo se
desenfrena. En estas circunstancias los pueblos viven tiempos
difíciles, épocas de decadencia y
destrucción que incluye en este proceso a la misma
iglesia, que debió mantener su identidad con Cristo y no
lo hizo, que debió encarnarse y no lo entendió, que
debió trascender con la predicación de la palabra
pero no obedeció.

La iglesia vigorosa, dinámica y transformadora es aquella que
identificada con Jesucristo tiene respuestas a las demandas de su
tiempo y asume el protagonismo histórico a la que ha sido
llamada. Una iglesia así bendice el devenir
histórico de su pueblo porque en tanto viva como Cristo
encarnado y predica el mensaje de la cruz en el poder de la
resurrección, se convierte en punto de encuentro entre
Dios y el mundo.

Dios construye la historia de los pueblos dando a la iglesia
el ser coprotagonista de esa construcción con su testimonio y con su
mensaje. Pero si la iglesia pierde su identidad con Jesucristo,
ya no sala, ya no alumbra… ya no sirve. Perdemos
así la oportunidad de leudar nuestra generación y
nuestra historia. Si la iglesia cristiana no influye con su
testimonio transformador, otras fuerzas históricas lo
harán, lo han hecho… y en México lo
están haciendo ante una iglesia empecinada en construir
sus castillos de pureza.  Consideremos algunos casos de la
historia brevemente:

Israel Fue formado con una vocación inherente a su
origen: Dar testimonio de que sólo Jehová es Dios
entre las naciones en derredor. Pero Israel
falló, se contaminó e identificó con los
pueblos de su entorno y Dios abandonó el lugar de su
presencia en el arca del pacto y en el templo de
Jerusalén. Los tiempos que vinieron no fueron nada gratos
para la nación hebrea, y aún pagan las
consecuencias de los desatinos de aquellas generaciones.

La iglesia de Antioquia fue la primera iglesia misionera del
mundo a los gentiles, de
ella, solo quedan ruinas históricas de la ciudad y el
registro
bíblico del papel que desempeñara en la
expansión del cristianismo. No pudo sostenerse ante los
embates de las grandes herejías y la invasión
musulmana.

Las iglesias cristianas de Asia menor
fundadas por San pablo y de quienes se refiriera Juan en su
Apocalipsis. Son iglesias que ya no existen. Ya desde la misma
carta de Juan se evidenciaban sus problemas y se advertía
el rechazo de Dios. Hoy sólo hay ruinas.

El Magreb (Norte de África).
Fue territorio cristiano – La tradición dice que aquel
funcionario de Etiopía que Felipe evangelizó fue
quien llevó la semilla del evangelio -  hasta el
siglo VI cuando los ejércitos musulmanes
arrasaron los pueblos de la región y la iglesia se
diluyó ante los embates históricos de su
época. Sólo queda como testimonio de su esplendor
cristiano los escritos de San
Agustín de Hipona quien es reconocido como uno de los
más grandes apologistas del cristianismo.

La iglesia en Escocia, cuna de grandes avivamientos de la
historia y de hombres de la talla de Juan Knox de quien la reina
dijera que tenía más temor de sus oraciones que del
ejército mejor armado.  Hoy en día sólo
quedan registros e
historias de aquella influyente iglesia pero ésta se ha
debilitado significativamente. Las iglesias que hoy se encuentran
en Escocia no tienen la influencia en el mundo
contemporáneo como lo tuvo en los siglos XVIII y IXX.

Inglaterra es otro ejemplo, cuna de grandes siervos de Dios,
misioneros y predicadores dotados de gran unción. Una
iglesia protagonista del mundo en la época del
colonialismo. Sin embargo esa iglesia ya no existe. Podemos
visitar el cementerio de Westminster para ver la tumba de David
Livingston o admirar la arquitectura
victoriana de aquellos templos de los cuales se levantaran
hombres y mujeres que impactaron su generación mirando
más allá de sus fronteras de acuerdo al
espíritu de su época, pero ya no podemos ver a
aquella pujante iglesia. Hoy la iglesia británica ha
perdido su visión, su sentido de compromiso y se ha
amoldado a su cultura, no
tiene una propuesta para su sociedad avasallada por el materialismo y el
humanismo
característico de la comunidad europea. Es una iglesia que
vive de su herencia histórica y espiritual, herencia que
se le está agotando.

La estafeta fue tomada por USA quien vivió su
época de esplendor en la segunda mitad del siglo IXX y las
dos terceras partes del siglo XX. Así como Inglaterra en sus
tiempos de gloria, los norteamericanos, inmersos en su
poderío económico han sido misioneros y
visionarios, un pueblo guerrero, violento y dominante que ha
predicado el evangelio por todo el mundo desde la perspectiva de
su sociedad individualista y progresista, teniendo como
plataforma una iglesia que pasó por alto los fundamentos
teológicos de la reforma del siglo XVI. Está claro
que la gloria de este pueblo y de esta iglesia está
pasando a la historia como las iglesias que he mencionado antes.
Aunque con cierta resistencia de parte de algunos sectores
evangélicos en Norteamérica, sin embargo la
sociedad norteamericana ha rebasado con su democracia y
culto a la libertad los valores del reino de Dios; así, la
iglesia de USA esta sucumbiendo por las mismas razones que
decayera en épocas pasadas la iglesia: Identificarse con
su Mundo e incapacidad para transformarlo, en lugar de
identificarse con Jesucristo y leudarlo.

Pareciera que se trata de ciclos o de un plan preconcebido
de Dios, pero no es así. La iglesia de Jesucristo en el
mundo a lo largo de la historia ha sido llamada a ser luz y sal,
señal del reino, pero" si la sal perdiere su sabor
servirá para algo"?

Hoy, es notoria la efervescencia de las iglesias coreanas, la
ambición misionera de las iglesias africanas y
también de las brasileñas. Sólo falta que
estas iglesias tomen también la estafeta del quehacer
teológico que aún siguen protagonizando los
cristianos de Alemania, Inglaterra y Norteamérica por
causa de sus sistemas
educativos universitarios más productivos. Son la
escolástica del mundo moderno. Este es otro tema que
inquieta y que es una realidad de la iglesia en México: La
influencia de la literatura cristiana
determinada por las grandes editoriales cuya producción y distribución de su material está
fuera del contexto sociocultural de nuestra nación y que
obedece a razones comerciales y de mercado
más que a las necesidades de educación cristiana,
teológicas y misioneras del pueblo de Dios. Por otro lado,
la filosofía educativa y nuestros sistemas
pedagógicos como nación influyen determinantemente
en la carencia de pensadores y escritores mexicanos. Esta debiera
ser una tarea que la iglesia cristiana contemporánea de
México ha de tomar en sus manos.

Mi percepción
personal es que en tanto en México los cristianos no
entendamos nuestra naturaleza y
misión; si no sabemos ser la iglesia, si no vivimos como
tal, nuestro futuro histórico se encuentra en
riesgo
. No cuestiono las promesas de eternidad o
escatológicas, ni las doctrinas de salvación. Lo
que cuestiono es nuestra identidad como iglesia, nuestro silencio
ante los problemas principales del México actual en todos
sus ámbitos. Lo que cuestiono es que no estamos salando el
mundo, no lo estamos alumbrando, no estamos respondiendo a las
demandas actuales. Prueba de esto es que no tenemos una
posición formal y oficial ante los problemas éticos
de nuestro país – aborto, pena de
muerte, las políticas de control sanitario
del gobierno, los
temas familiares, sociales y sexuales en los libros de
texto
oficiales – ante la batalla multipartidista en el plano
político, ante el cese del estado de derecho en nuestra
nación, ya que desde el momento en que las calles de las
ciudades de nuestro país se ven patrulladas por el
ejercito junto a otras fuerzas de seguridad es
indicativo de que fracasaron nuestros magistrados, los jueces, la
policía y en general nuestro gobierno.

¿Qué decimos ante la guerra entre
el gobierno y las fuerzas oscuras de la delincuencia
organizada, la inseguridad
actual por la explosión de la violencia en
todo el territorio nacional, las políticas
económicas y sociales de nuestro gobierno, ante las
corrientes filosóficas que están conformando la
sociedad mexicana como el humanismo, el materialismo, el positivismo y
ante el despertar de un "espiritualismo"   que ha
abierto las puertas al misticismo oriental.

Tenemos que admitir que si la iglesia católica de
México no estuviera librando la batalla que ha librado
para impedir que el aborto sea
favorecido legislativamente, éste ya hubiera sido aprobado
en toda la
república mexicana. Sin embargo, los cristianos de
México no hemos presentado un frente a este problema, ni
siquiera estamos reflexionando sobre el tema; mucho menos estamos
organizados para debatir y para ofrecer un frente común
ante la opinión
pública en donde expresemos nuestra posición y
luchemos no sólo desde la trinchera de la oración
sino también utilizando otras trincheras como la
política, la docencia,
los medios de
comunicación entre otros frentes que son parte del
"cosmos" al que Jesucristo nos envió a evangelizar.

Definitivamente, No nos hemos encarnado en nuestro pueblo;
insistimos en creer que nuestra misión es atraer a la
gente a nuestro "mundo feliz". No tenemos respuestas para esta
generación "light". La verdad es que no hemos despertado
en los jóvenes ninguna pasión por la causa del
reino ni estamos modelando al hombre nuevo
en Cristo.

Estamos siendo diluidos por nuestro mundo, en
peligro de ser desechados y de perder la oportunidad de cambiar
la historia de nuestra nación
. Si en México se
presentara un cambio
político radical en las libertades sociales, si arribara
al poder un caudillo – como el que sigue esperando nuestro
pueblo. Si las libertades religiosas fueran canceladas y
viviéramos el horror que vivieron los cristianos alemanes
con el nazismo o los cristianos de Bulgaria y Rumania con el
socialismo de los años 60,s no se qué
pasaría con nuestra fe. Tal vez resultaría un
acicate para despertar la conciencia y la responsabilidad
cristiana como ha sucedido en otras épocas y lugares; pero
yo preferiría no tener que llegar a esas condiciones
extremas para saber cómo reaccionaríamos. Si en el
contexto social en que vivimos nos estamos diluyendo con el
mundo, ¿Podemos esperar una respuesta radical e integra
ante las amenazas de una época de crisis social,
política y económica?  En 1992 escuche a un
pastor cubano decir: "si hubiéramos sabido lo que nos
venía con el régimen de Fidel Castro,
hubiéramos tomado en serio la libertad que tuvimos para
Cambiar nuestra historia. Hoy lo estamos lamentando
". Los
cristianos de Cuba han
librado una lucha de sobrevivencia por más de 50
años. Dios nos libre de tener que vivir experiencias
así. Mejor es que entendamos, que seamos consientes de
quien somos como iglesia y para que estamos en México y en
el mundo y seamos responsables con nuestra misión.

LAS FUERZAS OSCURAS QUE
DILUYEN NUESTRA IDENTIDAD EN CRISTO

Cuando el estado alemán ordenó que todos los
creyentes no pertenecientes a la raza aria fueran expulsados de
las iglesias cristianas; la respuesta de Bonhoeffer no se hizo
esperar. Predicó un sermón a su congregación
el 23 de julio de 1933 en el que abiertamente desafió la
política segregacionista del Tercer Reich y también
a la iglesia oficial, es decir, a los cristianos alemanes que
estaban sometidos al partido nazi. El declaró que
sentía aversión por entrar en una lucha que
llegaría inevitablemente a ser política y agrega:
"Si la decisión fuera nuestra, preferiríamos
evitar las decisiones que ahora se nos imponen; si la
decisión fuera nuestra no nos dejaríamos arrebatar
en esta lucha de iglesia; si pudiésemos,
preferiríamos no tener que insistir en la rectitud de
nuestra causa, y con cuanto gusto evitaríamos el peligro
de exaltarnos sobre otros".
(15) Bonhoeffer enmarca su
sermón con Mat. 16: 13 – 18 en el que reflexiona sobre la
naturaleza de la iglesia y vislumbra el estado terrible de una
iglesia dividida y vacilante, devorada por las fuerzas
históricas del momento. Busca a la iglesia en medio del
caos y la visualiza apagada, frágil, sin saber qué
hacer, en una crisis de identidad. Sin embargo, también
advierte el peligro de pretender ser constructores de la
iglesia.

Hoy no estamos en las circunstancias de la iglesia alemana.
Los cristianos en México no estamos envueltos en una
guerra de las proporciones de la segunda Guerra mundial.
Pero si estamos rodeados de fuerzas oscuras que han debilitado la
identidad de la iglesia. Menciono tres antiguas fuerzas a
continuación que diluyen nuestra identidad y que
aún no hemos sabido cómo enfrentarlas.

1.- La separación de lo sagrado y lo secular.
Desde la invasión española recibimos esta
dicotomía de origen persa (Zoroastrismo) que nos
llegó a través de la influencia helénica y
que está infiltrada en nuestro pensamiento mestizo hasta
los huesos.
Distinguimos entre lo santo y lo pagano relacionando esta
distinción entre lo espiritual y lo carnal. Esta
dicotomía nos ha llevado a santificar lo religioso y a
satanizar lo secular. Así pues hemos entendido lo
religioso como el ideal espiritual. Nuestra meta es tener
dominio sobre
la carne; (Muchos gurús de la india
podrían ser fácilmente nuestros héroes),
creemos que esto es ser espirituales; "elevarse" por encima de lo
carnal y por tanto del mundo, creemos que así alcanzamos
un estado "superior". A esto le llamamos "espiritualidad." No hay
duda de que estamos ante una de las herejías más
antiguas de la iglesia y que todavía se sigue predicando
en nuestros pulpitos. El principal problema es que esta idea
tiene un peso enorme en la conciencia social y cultural que nos
impide entender la doctrina de la encarnación, de tal
manera que "ser humanos" ha llegado a ser un conflicto para ser
cristianos. Bonhoeffer escribe al respecto: "Dios se hace
hombre, hombre
real. Mientras nosotros nos esforzamos por avanzar por encima de
nuestro ser de hombres, por dejar al hombre tras nosotros. Dios
se hace hombre y debemos saber que Dios quiere que también
nosotros seamos hombres, seamos hombres reales"
(16). Por
esto, pretender un cristianismo sin religión, como
Bonhoeffer lo proponía (17) es tan secular que nos es
difícil asimilar tal propuesta. Dios no esta circunscrito
a la esfera de la religión ni esta ausente del resto del
mundo.

2.- El humanismo como eje de nuestra expresión de
fe
. En nuestra concepción del mundo, de la vida y de
Dios, en la liturgia, en la música y en los
cantos, así como en muchas expresiones de nuestra fe,
el hombre es
eje y no Dios. Los temas de interés
son "como ser cristianos de éxito", "como prosperar
económicamente" La voluntad de Dios se busca en
función de encontrar un camino a la felicidad personal.
Los pulpitos están cargados de mensajes en relación
a la prosperidad del creyente o de la iglesia. Dios órbita
alrededor del creyente. Se trata de un humanismo desbordante en
el que el cristianismo (Iglesia, biblia, oraciones, fe, tc.)
están al servicio del hombre. Por supuesto que tal mensaje
está lejos de una identificación con Cristo y muy
cerca de identificarse y diluirse con el mundo.

3.- Un individualismo enajenante. Como un elemento
hilvanado a las anteriores fuerzas, tenemos un individualismo
inherente a la cultura anglosajona que nos ha sido heredado a
través de los misioneros que trajeron el evangelio a
nuestras tierras. Dicho individualismo se refuerza a
través de la música, de la literatura, etc. Somos
iglesias en donde el "yo" se disputa los espacios con el
"nosotros" y la ventaja de la primera persona ya es
mucha. Por esto se nos dificulta vivir en comunidad, encarnarnos
en el tejido social, se nos dificulta ser iglesia, entendiendo
que ésta no se concibe si no es en la conjugación
del "nosotros". Jesús mismo cuando enseña a sus
discípulos a orar muestra una oración cargada de
comunión, de hermandad, de vida compartida: Padre
Nuestro; El pan nuestro,
dánoslo…; perdónanos
nuestras deudas; Como también nosotros
perdonamos a nuestros deudores; No nos metas
en tentación; Líbranos…"

La santa Cena nos enseña a vivir como pan compartido
para los demás. ¡Cuánta riqueza encierra la
celebración de dicha ordenanza para la vida en comunidad!
¡Cuánta sabiduría divina al ordenarnos este
memorial. Sin embargo, al no entender el valor y el significado
de esta ordenanza, la celebración de la misma se ha
relegado como un ritualismo intrascendente e incomodo del que
muchas confesiones de fe no saben cómo hacer de esta
celebración algo fundamental para la vida en
comunidad.

Como resultado de este predominio de fuerzas sobre la iglesia
cristiana, tenemos una iglesia en México que proclama su
separación del mundo pero que se encuentra infiltrada por
el mismo en todos los sentidos. En
el afán de alcanzar su ideal espiritual la iglesia niega
su humanidad alejándose así del ser humano. No
hemos entendido que Dios quiere que seamos hombres, hombres de
verdad, porque la gracia es sólo para los hombres, no para
los ángeles. Hoy día vemos una iglesia afanada en
construirse a sí misma, megalómana, proclamando un
mensaje desencarnado, afanada por mostrarse fuerte en sus
estructuras y
en su imagen pero
débil en su identidad y en el cumplimiento de su tarea.
Sin impacto, sin capacidad de leudar o transformar su entorno
social, sin presencia, sin saber cómo encarnarse,
secularizada, antropocéntrica y muy individualista.

No veo un futuro halagador para la trascendencia
histórica de la iglesia cristiana en México,

Sé que suena fatalista y negativo, quisiera argumentar lo
contrario, quisiera ser optimista pero no encuentro en donde
apoyarme para tener una mejor perspectiva. No veo en
México que la iglesia cristiana esté aprovechando
las tremendas oportunidades que tenemos en nuestras manos. Si,
sé que hay iglesias que tienen ministerios de
misericordia, que recogen "desechos" humanos por las calles y los
restauran, que algunas tienen orfanatos o comedores
públicos dando un testimonio de amor y
compasión en su entorno social; que hay iglesias que
envían misioneros a las etnias no alcanzadas en
México y en el mundo entero, que hay mexicanos haciendo un
excelente trabajo
encarnados en lejanos pueblos. ¡En hora buena!, esta es una
buena señal, pero nuestra perspectiva no debe ser lo que
yo hago ni lo que otros hacen para concluir que si se hace, sino
que debemos reflexionar desde la plataforma de la iglesia en
México, a la luz de las demandas de nuestro momento
histórico y es aquí en donde debemos entender que
no estamos dando buenas cuentas. Por
ejemplo, no estamos reflexionando sobre las necesidades reales de
nuestra sociedad.

Debemos afrontar nuestra responsabilidad histórica de
frente a una seria reflexión ante la actuación de
nuestras instituciones (Gobierno, leyes, educación,
familia, economía y religión). Debemos
plantear propuestas a nuestros gobernantes, denunciar atropellos,
señalar los peligros sociales y económicos
inminentes que vive nuestro pueblo, debemos advertir y discutir
los riesgos que nuestros hijos enfrentaran en el futuro, pero no
lo hacemos y lo más alarmante es que no creemos que
debamos hacerlo. Tenemos en nuestras manos la oportunidad de
cambiar nuestra historia pero no lo hemos advertido.
Hemos
sido rebasados. Debiéramos estar "pateando" las puertas
del infierno para invadirlo pero en lugar de esto los cristianos
estamos refugiados dentro de las iglesias resistiendo los embates
de la maldad, estamos sobreviviendo pero creyendo que vamos rumbo
al "éxito". Es algo que buscamos afanosamente porque este
es el ideal del cristiano contemporáneo.

El pueblo tiene hambre de Dios; esto se nota porque la gente
escucha la palabra, los templos se llenan, pero ¿es esto
indicativo de que estamos haciendo bien la tarea? Creo que hay
indicios abundantes de que Dios está visitando nuestra
nación en el "cinco para las doce" de nuestra era. Pero
también Dios lo está haciendo en otros pueblos,
como los musulmanes, por ejemplo. Hay testimonios de
conversión sorprendentes en donde Dios se está
revelando en sueños y obrando milagros entre los
musulmanes, pero eso no quiere decir que la iglesia cristiana en
México está siendo responsable en enviar misioneros
a esos pueblos. Si nosotros callamos, las piedras
hablarán.  Este mismo criterio es el que uso para
establecer mi posición en cuanto a lo que pasa en
México. Dios esta bendiciendo, pero la iglesia necesita
ubicarse correctamente ante su responsabilidad y oportunidad
histórica.

LA ESPERANZA ES QUE
CRISTO CONSTRUYE

Sin embargo, ante toda esta situación busco alguna
esperanza, algo de lo cual pueda "agarrarme", y entonces recuerdo
cuando las iglesias de Asia menor eran perseguidas, cuando los
cristianos se reunían a escondidas, cuando el futuro se
veía amenazador y sombrío, cuando las
herejías opacaban el mensaje de la cruz; Juan ve a un
Cristo glorioso, majestuoso y triunfante que está por
encima de todo imperio humano y sobrenatural. Aún y cuando
todo parece ir mal y no se ve el horizonte con claridad,
Jesucristo reina sobre todo el universo.

Por eso necesitamos cuidar el no actuar con soberbia y pensar
que podemos construir una iglesia mejor. Despreciar la iglesia de
hoy tal y como se encuentra es errar con arrogancia y Dios se
encargara de enseñarnos a ser humildes, sin embargo esto
no nos exime de ser autocríticos y revisar nuestra
situación en el contexto de nuestra trayectoria
histórica en nuestro tiempo y lugar.

A pesar de todo la iglesia sigue siendo cuerpo de Cristo, que
no entendamos esto o que no sepamos cómo vivir siendo
Cristo en el mundo es otro asunto. Sin embargo, no nos toca
despreciarla, rechazarla o juzgarla. Dios se encarga de cada
iglesia en su momento, la historia es testigo de esta realidad.
El cumplirá sus promesas y determinará sus juicios;
a nosotros nos toca amarla, valorarla, ser parte de ella y
proclamar a Cristo como Señor siendo responsables ante las
demandas de nuestro mundo, pero viviendo en la libertad de una
vida disciplinada, siendo responsables con nuestro entorno,
asumiendo el sufrimiento en libertad y dando la vida por la causa
del reino.

Ante esta disyuntiva y en tiempos en que la iglesia alemana
requería ser levantada y reconstruida, en el sermón
que Bonhoeffer predicara denunciando la altanería del
Estado sobre la iglesia y asumiendo responsablemente el camino de
la lucha y el enfrentamiento, y ante la desolación y
futuro incierto de la iglesia alemana, Bonhoeffer vislumbra la
esperanza y la convicción de que sólo Cristo
construye la iglesia. A continuación cito un fragmento de
tal sermón:

"nadie sino sólo Cristo construye la iglesia. Quien
se propone construir la iglesia ciertamente está
encaminado a destruirla, ya que sin quererlo ni saberlo
hará un templo para ídolos. Nosotros debemos
confesar, El construye, nosotros debemos proclamar, El construye;
nosotros debemos rogarle que construya, No conocemos su plan ni
podemos ver si está construyendo o destruyendo. Es posible
que los tiempos que por las normas humanas
son épocas de desplome, para El son grandes épocas
de construcción… es un gran consuelo que Cristo le
ha dado a su iglesia. Tu confiesa, predica, testifica en mi
nombre, y yo sólo construiré donde me plazca. No te
metas en lo que es provincia mía. Lo que te es dado por
hacer, hazlo bien y habrás hecho suficiente, pero hazlo
bien. No atiendas puntos de vista ni opiniones, no pidas juicios
ni acostumbres a calcular lo que ha de venir, ni estés en
búsqueda constante de otro refugio. ¡Iglesia, sigue
siendo iglesia, pero iglesia, confiesa, confiesa, confiesa,
sólo Cristo es tu señor! Sólo de su gracia
puedes vivir. ¡Cristo construye!"(18)

CONCLUSIÓN

Me pregunto ¿qué se puede hacer?, además
de orar, para advertir a la iglesia contemporánea de
México acerca del peligro histórico ante el que nos
encontramos. Es un asunto de conciencia teológica,
ética e histórica. ¿Cómo despertar
esa conciencia en el pueblo cristiano de México?. Que Dios
esté visitando México añade aun mayor
responsabilidad a nuestra situación porque el
Espíritu Santo no es derramado sobre una iglesia, pueblo o
nación para vivir "borrachos" de gozo sino para predicar
el evangelio con el poder de Dios, para transformar nuestra
historia y sociedad con el poder del evangelio; esta es la
enseñanza detrás del
pentecostés. Nuestra tarea no es desde afuera sino desde
adentro, en sujeción libre y responsable al liderazgo,
actuando con inteligencia y
con madurez; sabiendo cuando permanecer en una comunidad
particular y cuando no.

No nos motiva la soberbia de un nuevo conocimiento o
una nueva perspectiva de la iglesia. Hemos de amar a nuestros
hermanos y vivir en comunidad, hemos de respetar y apoyar a
nuestros pastores. Pero hay que aprovechar cualquier coyuntura
para provocar la reflexión y despertar la conciencia, hay
que abrir espacios de reflexión, construir foros
estratégicos para opinar y desde donde establezcamos
posiciones pero sobre todo, orar y confesar a Jesucristo a tiempo
y fuera de tiempo, y dejar que El siga construyendo su
iglesia.

Propongo a continuación algunas ideas que espero
elaborar mejor en otra ocasión pero que pueden contribuir
a definir posiciones y despertar la conciencia teológica,
ética e histórica:

1). Convocar a un periodo de oración y ayuno durante no
menos de tres meses.

2). Organizar un conclave  o reunión cumbre
nacional para revisar nuestra actuación como cristianos
evangélicos en México a lo largo de nuestra
historia y para proponer nuevos caminos a seguir con la finalidad
de coprotagonizar la transformación de nuestro rumbo
histórico en un México renovado. Será
necesario formar un comité de trabajo previo a dicho
conclave, así como preceder el mismo con conclaves
regionales. Los temas teológicos claves son la
cristología, la misionologia y el reino de Dios, en el
marco de la pastoral de la iglesia.

3). Una buena  cobertura  nacional de oración
durante todo el proceso.

4). Programar reuniones trianuales y quinquenales para la
revisión de nuestra agenda como iglesia cristiana en
México.

5). Los líderes nacionales deberán doblar
rodillas juntos, buscando la dirección de Dios en la revisión y
renovación de nuestro ser y hacer como iglesia a la luz de
la obra y naturaleza de Cristo. Se trata de revisar seriamente el
cumplimiento de nuestra tarea como iglesia, nuestro futuro
histórico y el de nuestra nación.

Oro y espero que como cristianos de México entendamos
la encrucijada histórica que vivimos y asumamos nuestra
identidad en Cristo para cumplir con la tarea a la que hemos sido
llamados. Dios nos ayude a vivir responsables con Dios, con
nuestro pueblo y con nuestra historia.

Por otro lado, si este ensayo provoca
el deseo de conocer más de la vida de Dietrich Bonhoeffer
y su obra literaria, como un siervo que fue parte aguas en su
generación, en hora buena, hay muchos más que en
diferente tiempo y lugar vivieron y murieron respondiendo a la
vocación de quien los redimió y los envió al
mundo a servirle. Dios permita que estas reflexiones nos
provoquen e inspiren a ser responsables con nuestra
generación.

 

Referencias
Bibliográficas

1.       Dietrich
Bonhoeffer, nació en Breslau el 4 de febrero de 1906. Su
padre, Karl Bonhoeffer, era profesor
numerario de psiquiatría. Su madre, Paula,
pertenecía a la familia Von
Hase. En 1912 los Bonhoeffer pasaron a vivir a Berlín, en
cuya universidad
Dietrich estudió teología de 1923 a 1927 en que se
licenció. En 1928 – 1929 es vicario en Barcelona. En 1929
obtiene la agregación en la Universidad de Berlín.
En 1930 marcha a América
y cursa un año de estudios en el Unión TTheological
Seminary de Nueva York. En 1931 es nombrado profesor en la
Universidad de Berlín y ejerce de Consiliario en la
Escuela
Técnica Superior. En 1933 pasa a ser pastor de la iglesia
alemana de Londres. En 1935 regresa a Alemania y es nombrado
director del Seminario de la
iglesia confesora en Finkewald. En 1936 es desposeído de
su docencia en la Universidad de Berlín. En junio de 1939
acepta la invitación de profesor en curso en los Estados
Unidos, pero en agosto de ese mismo año, ante las
inquietantes perspectivas de una nueva guerra, decide regresar
voluntariamente a su país. A partir de 1940, la iglesia
confesora le encomienda algunas misiones especiales. El 5 de
abril de 1943 es detenido y encarcelado en Berlín. El 9 de
Abril de 1945 es ejecutado en Flossenburg. Dietrich
Bonhoeffer. Resistencia y Sumisión, Sígueme
Salamanca, 1983, contraportada
.

2.       Ibid, pg.
166

3.       Bonhoeffer
inició esta obra – su segundo tema después de su
tesis
"sanctorum communio"- a los 22 años de edad cuando se
encontraba en Barcelona como pastor asistente en la comunidad
alemana de esta ciudad en 1929. Bonhoeffer trabajo sobre esta
obra durante toda su vida y aun escribió sobre el tema
estando en prisión los últimos meses de su vida. El
consideraba  este trabajo como el libro de su
vida.

4.       Dietrich
Bonhoeffer, Etica, Editorial Estela, 1968, pg. 1

5.       Ibid.

6.       Ibid.

7.      
E.H.Robertson,  Su Pensamiento teológico,
 Mundo Hispano, 1966, pg.72

8.       Dietrich
Bonhoeffer, ética, Editorial Estela, 1968, pg.
XVII

9.       E.H.
Robertson, Dietrich Bonhoeffer, Su Pensamiento Teologico,
Mundo Hispano, 1966, pg. 51

10.   Dietrich Bonhoeffer, Etica,
Editorial Estela, 1968, pg. 1

11.   Dietrich Bonhoeffer, Resistencia
y Sumisión, Cartas y apuntes
desde la prisión; editadas por Eberhard Bethege,
editorial Sígueme, 1983, pg.21

12.   Dietrich Bonhoeffer, Etica,
Editorial Estela, edición
española por Luis Duch, 1968, pg.XIX

13.   Dietrich Bonhoeffer, Redimidos
para lo humano, Editorial Sígueme
, 1979,
pg. 81

14.   Dietrich Bonhoeffer, Redimidos
para lo humano, Editorial Sígueme, 1979, pg.
13

15.    E.H. Robertson, Dietrich
Bonhoeffer, Su Pensamiento Teológico, Mundo
Hispano, 1966, pg. 49

16.   Dietrich Bonhoeffer, Etica,
Editorial Estela, 1968, pg. 48

17.   Dietrich Bonhoeffer, Etica,
Editorial Estela, 1968, pg. 21

18.   E.H.Robertson, Dietrich Bonhoeffer, Su
pensamiento teológico, Mundo Hispano, 1968, pg. 50

 

 

 

 

Autor:

Gonzalo Viniegra Villa

Otoño de
2008                                                                                                      

Partes: 1, 2
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