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Introducción a la teoría de género (página 2)



Partes: 1, 2

A partir de estas reflexiones, es de donde surge la idea y el
interés
por realizar este trabajo, en un
intento por conciliar la lógica
de las ciencias de
la
administración y de las teorías
asociadas a la gestión
organizacional y el management, con algunos aspectos relevantes
de la identidad
organizacional, pero a partir no de la imagen que en el
imaginario colectivo se construye, sino a partir de la construcción del imaginario y de la
subjetividad de los actores organizacionales, considerando a
estos como los sujetos que dirigen y se desempeñan y
convergen la arena organizacional. Lógica que establece
como premisa la indisoluble e intrincada complejidad entre la
identidad y el lenguaje.
El lenguaje
organizacional.

De esta manera, sujeto y lenguaje devienen en
conjunción que se concreta en individuos únicos,
que enfrentarán en su cotidianeidad el incesante y
creciente dinamismo de la actividad organizacional. A decir de
Berger y Luckmann, el lenguaje hace "más real" las
subjetividades, porque las expresa, no solo para mi interlocutor,
sino también para el sujeto,… es la cualidad que
tiene el lenguaje de cristalizar y estabilizar para mí, mi
propia subjetividad que persiste (aunque modificada) cuando el
lenguaje se separa de la situación "cara a cara".

(Berger y Luckmann, 2006, p.52) Así, si el análisis organizacional estudia
"realidades", ¿No resulta entonces relevante la
inclusión de la identidad y el lenguaje como
categorías para el estudio de tales realidades? Así
lo han considerado diversos autores como Calás y Smircich
(1992), French (1996), Knigths (1999), Lukes (1985), March (1994)
y Reed (1992), y  más recientemente, Daft (2004) y
Jones (2000).

Sin embargo, valdría la pena preguntar si la propia
realidad organizacional trasciende los ámbitos
antropológico, sociológico, psicológico,
para asumirse y concretarse en los estudios organizacionales, por
esta razón, para introducirnos en el estudio de la
identidad, este trabajo propone iniciar este conocimiento a
partir del lenguaje y desde la perspectiva de March (1994), quien
señala que las organizaciones no
son solamente la concreción de la creatividad y
la iniciativa de empresarios, estados, gobiernos e instituciones,
sino que también pueden tener su origen en la causalidad
(March, 1994), es decir, en la idea de que la realidad y la
historia
están estructuradas por cadenas de causa – efecto, lo que
les confiere su carácter coyuntural, el cuál, no
puede desprenderse de criterios ciertos de intencionalidad
(March, 1994), es decir, instrumentos de propósito del
yo, en donde las identidades de los actores, se imponen y
perviven en las acciones y las
decisiones que toman, lo que confiere a las organizaciones su
carácter emergente y reactivo, lo que confirma que desde
Weber (1969,
1998), y Barnard (1968),  hasta Chiavenato, (2000), Crozier
(1988), Hofstede (1991), Presser (2000), entre otros estudiosos,
han señalado que las sujetos son seres humanos
profundamente diferentes entre sí, dotados de una personalidad
que les es propia y única, que son además
poseedores de habilidades y conocimientos, destrezas y
capacidades[1] diversas, pero que
finalmente las personas, y más específicamente los
actores organizaciones, deben ser percibidos "…como
elementos impulsores de la
organización, capaces de dotarla de la inteligencia,
el talento y el aprendizaje
indispensables para estimular la renovación y la competitividad
constantes…"
(Chiavenato, 2000, p. 4)

De acuerdo con este planteamiento, los sujetos, en tanto
actores organizacionales, están  destinados al
cumplimiento de los objetivos y
metas que les han sido impuestos, es
decir, racionalidad
instrumental[2], en donde sus
capacidades deben destinarse al éxito,
el crecimiento y desarrollo de
las organizaciones. En este sentido, el comportamiento
y el desempeño se miden  en función de
lo que debe ser y lo que se espera de los dirigentes
organizacionales, sin vislumbrar que se trata de capitales
potenciales contenidos en entidades humanas.

Se explica entonces la importancia de incorporar
categorías de análisis que nos ayuden a comprender
la complejidad de los actores organizacionales y las relaciones
entre éstos. Comprender de qué manera influye el
lenguaje en la construcción de las identidades, es el
núcleo del presente trabajo y su objetivo,
desde el punto de vista de su utilidad social,
es contribuir a enriquecer el análisis organizacional.

En este trabajo se presentan las evidencias
teóricas que confirman que género y
lenguaje, en tanto elementos constituyentes de la subjetividad,
se encuentran anclados en las redes de significados de los
sujetos, y que marcan las pautas de acción
del "yo" en las prácticas de gestión de las
organizaciones. (Alvesson, 1993 y 1996; Barba, 2000,
Montaño, 2001) y no obstante que se trata de procesos
individuales, al converger en las organizaciones vienen a
conformar el imaginario[3] que
habrá de distinguir a las unidades organizacionales y de
donde habrán de emanar las decisiones, las acciones y las
estrategias,
orientadas éstas a enfrenar un entorno dominado por las
fuerzas y condiciones macroeconómicas. Pero finalmente, no
podemos perder de vista que al interior de cada organización, son sujetos quienes
tienen a su cargo la gestión estratégica, es decir
el presente y el futuro de las organizaciones
[4]

 ¿Estudios por
género o estudios de género?

En esta pregunta se concentra el principal desafío
teórico y semántico de género que debe
resolverse previo a la consideración de realizar estudios
organizacionales con un enfoque de género o previo la
incorporación de género como categoría de
análisis.

La semántica de género

Lamas (1995) refiere que el término gender fue
impulsado desde la academia feminista anglosajón en los
años 1970"s con la finalidad de dejar en claro las
diferencias entre la biología y las
construcciones sociales y culturales; en donde la primera era
utilizada para explicar la "naturaleza"
femenina y las segundas, su condición de
subordinación. Había que distinguir entre sexo y
género, como imperativo teórico para enfrentar el
determinismo biológico bajo el cual se pretendían
explicar las dualidades mujer /
naturaleza; mujer / reproducción; mujer / ámbito
doméstico, y sus correspondientes dicotómicas sobre
las que se abundará más adelante.

La asociación significativa y la arborescencia del
vocablo género en español,
nos remite primeramente a las especies, las clases, las formas de
hacer las cosas, género teatral, género chico,
género de punto, género musical y un largo
etcétera. En cambio, en
inglés,
género hace referencia implícita a los sexos, lo
relativo a éstos y la relación entre los
mismos.

Este problema semántico, aunado a la tendencia de
sustituir en diversos trabajos y estudios la palabra "mujeres"
por "género" -con la buena intención de incrementar
la producción académica y literaria de
los estudios de género, pero en un evidente
desconocimiento de  la teoría
y epistemología de género- y a fin de
consolidar el reconocimiento político (Scott, 1990), el
uso poco riguroso de la acepción de género como
teoría y perspectiva, trajo como consecuencia la
proliferación de la confusión semántica,
género devino en una semántica vinculada al estudio
de las mujeres y de las cosas de las mujeres, su
situación, historia, trabajo, familia, etc.
Esta confusión semántica llevó a muchas/os a
sustituir simplemente mujeres por género, obviado las
diferencias teóricas y los elementos fundamentales que lo
definen y que Lamas (1995), con base en el trabajo de
Joan Scott (1990) sintetiza en cuatro puntos:

Género como alusión  o sinónimo de
sexo que exige una revisión más amplia de su
conceptualización.

Algunas definiciones de
género

Género es "… un conjunto interrelacionado de
estructuras
sociales que definen a hombres y mujeres en términos de su
papel reproductivo  […] género es mucho más
que un atributo de un individuo o
que una característica de una colectividad social; es el
proceso activo
que reduce a las personas, y concibe la vida social… 

(Hawkesworth, 1999,p.30)

De esta definición se puede desprender que
género se encuentra directa e íntimamente
relacionado con lo que el sujeto es, en donde inciden
directamente su edad, educación,
formación, sexo, etc.,  y el papel que
desempeña en un ámbito determinado e inscrito en un
contexto más amplio, sea éste económico,
social, político, laboral,
familiar, etc., jerarquizado y estructurado por la clase, la
etnia, el
grupo, sector
y generación de un sujeto o colectivo dominante.

Por su parte, Scott (1990), nos dice que género tiene
un carácter
dialéctico[5] y no un
carácter causal[6], de tal
manera que para la autora:

·   Género es una forma de
denotar las "construcciones culturales",  la creación
totalmente social de ideas sobre los roles apropiados para
mujeres y hombres.

·   Género es una forma de
referirse a los orígenes exclusivamente sociales de las
identidades subjetivas de hombres y mujeres.

·    Género es una
categoría social impuesta sobre un cuerpo sexuado.

·     Género es una
útil palabra para diferenciar la práctica sexual de
los roles sociales asignados a mujeres y hombres.

·     Género se ha centrado
en aquellas áreas tanto estructurales como
ideológicas que comprenden relaciones entre los sexos.

Otra definición de género la encontramos en
Ramos (1991) quien nos dice que es "… el conjunto de
relaciones sociales que, con base en las características
biológicas regula, establece y reproduce las diferencias
entre hombres y mujeres…"
De acuerdo a esta autora, se
trata de una construcción social, de un conjunto de
relaciones con intensidades específicas en tiempos y
espacios diversos y desde su punto de vista, considera que la
teoría de género aún se encuentra en proceso
de elaboración, y uno de sus aspectos relevantes es el
relacionado con el ordenamiento jerárquico, en el cual se
encuentra implícito el poder, ya que
legitima la subordinación, la desigualdad, la inequidad y
la injusticia social.

De acuerdo con Connell, pero vinculando género al
estudio de los fenómenos sociales, Hawkesworth (1999)
cita: Género es

…una limitación sobre el trabajo, la
organización de la actividad doméstica, la
división de trabajo pagado versus el no pagado, la
segregación de los mercados
laborales, los patrones de producción y consumo, los
niveles salariales, las oportunidades de empleo y
promoción y hasta las condiciones y
términos del intercambio laboral.  Dentro del
ámbito del poder, el género estructura la
autoridad, el
control y la
coerción, estableciendo jerarquías en los sectores
público y privado, creando un virtual monopolio
masculino sobre la violencia
institucional e interpersonal y promoviendo modos particulares de
asimetrías domésticas y sexuales… (Hawkesworth,
1999, p. 31)

Esta definición nos ayuda a comprender la visión
que tiene Connell, dice Hawkesworth (1999), acerca de la utilidad
de género para iluminar una gama de cuestiones en aquellas
investigaciones que desafían los supuestos
androcéntricos, pero además, la utilización
de género puede dotar a la
investigación de las herramientas
para identificar cuestiones importantes que tienen que ver con
las instituciones y las relaciones sociales, y con la identidad
individual, que pueden ser investigadas dentro de culturas y
subculturas particulares en momentos históricos
determinados "… sin que a género, como
categoría analítica, le podamos atribuir una
fuerza
explicativa por sí misma…"
(Hawkesworth, 1999, p.
42-43), sino a la interpretación que en investigación se pueda hacer de una
realidad social.

Para la incorporación de género en cualquier
investigación, no se pueden soslayar las relaciones entre
individuos y organizaciones, su interacción e interrelación con el
mercado, la familia y
el Estado. Es
decir, que el género, en tanto producto
cultural, incide en todos los aspectos del quehacer humano y a
cada investigador e investigadora corresponderá observar
esta consideración, bajo la premisa de que las estructuras
de poder y sus representaciones simbólicas en las
organizaciones han transformado cambios en las identidades, dice
(Martínez, 1999) y que repercute en el proceso de
construcción de las  estructuras simbólicas,
en la cotidianeidad de los sujetos sociales y sus relaciones
entre los géneros, modificando su interacción, de
forma gradual, pero continua, en diferentes medidas y efectos y
cuya relatividad dependerá, principalmente, de la forma en
que se suceda los movimientos sociales y cambios culturales que
contribuyan a la significación y resignificación de
las identidades de los individuos.

La importancia de género en el análisis de las
relaciones entre los individuos, radica en la dilucidación
de los roles que desempeñan y en el hecho de que nos
permite comprender la organización social y sus
colectivos, reconociendo además: "… que hombres y
mujeres ocupan diferentes posiciones en los procesos de
producción y reproducción…" (Martínez
Corona, 2000, p. 36)

Psicoanálisis,
género y
la división sexual del
trabajo

De acuerdo con Lamas (1986, 1995) y a la descripción de Serret (2001), cuando se
asignan las características de "propio" para la mujer o para
el hombre, se
determinó que no existía relación alguna
entre las características físicas de los sexos y
los trabajos que debían realizar cada uno, teniendo que
aceptar la arbitrariedad de la supuestamente "natural"
división del trabajo, que se había sustentado en
los constructos  femenino y masculino de la identidad,
concluyendo por tanto que se trata de productos
culturales.

Desde la perspectiva psicológica, género es una
categoría en la que se articulan tres instancias
básicas:

A.      La asignación
(rotulación, atribución) de género. Se
realiza a partir de la apariencia externa de los genitales.

B.      La identidad de
género.- Se establece más o menos a la misma edad
en que el infante adquiere el leguaje (entre los dos y tres
años),  y es anterior a un conocimiento de la
diferencia anatómica entre los sexos.

C.      El papel (rol) de
género.- Se forma con el conjunto de normas y
prescripciones que dicta la sociedad y la
cultura sobre
el comportamiento de femenino o masculino. Es importante analizar
la articulación de lo biológico con lo social, o
se, no negar las diferencias biológicas indudables entre
mujeres y hombres; pero también hay que reconocer que lo
que marca la
diferencia fundamental entre los sexos es el género.

Lo que básicamente aporta la categoría de
género es una nueva manera de plantearse viejos problemas. Los
interrogantes nuevos que surgen y las interpretaciones diferentes
que se generan no solo ponen en cuestión muchos postulados
sobre el origen de la subordinación femenina (y de sus
modalidades actuales), sino que replantean la forma de entender o
visualizar cuestiones fundamentales de la organización
social, económica y política, como el
sistema de
parentesco y el matrimonio. La
categoría de género nos permite sacar del terreno
biológico lo que determina la diferencia entre los sexos y
colocarlo en el terreno simbólico.

Para  algunos autores, la transformación de la
diferencia  en desigualdad se da en el terreno del
parentesco; otros autores opinan que se da en la simétrica
distribución de tareas y otros, en el
territorio de los simbólico, especialmente en las
estructuras de prestigio. Así por ejemplo Rubin (1996), en
su intento por comprender y desentrañar la
construcción del género en su contexto social y
cultural, señala la necesidad de desentrañar la
parte de la vida social que el locus (el lugar) de la
opresión de las mujeres, de las minorías sexuales y
de ciertos aspectos de personalidad humana en las personas, ella
nombra ese lugar "el sistema sexo/género" y lo
define como el conjunto de arreglos por los cuales una sociedad
transforma la sexualidad
biológica en productos de actividad humana; con estos
"productos" culturales son satisfechas las necesidades
sexuales. El hambre es hambre, el sexo es sexo, pero cada cultura
determina que comida es la adecuada y que conducta sexual
es considerada como "aceptable.

Rubin (1996) señala que la subordinación de las
mujeres es producto de las relaciones que organizan y producen la
sexualidad y el género y rechaza la hipótesis de que la opresión de las
mujeres se debe a cuestiones económicas, señalando
que estas son secundarias y derivativas.

La hipótesis de
Ortner y Whitehead (1981), se refiere a la organización
social del prestigio como aspecto que afecta más
directamente las nociones culturales de género y
sexualidad. Los aspectos económicos e ideológicos
en una sociedad, se articulan en el sistema de prestigio.Los
sistemas de
prestigio son parte del orden político, económico y
social.  Así el parentesco, el matrimonio, hasta las
relaciones de producción tienen un lugar dentro de estos
sistemas de prestigio. 

Para Ortner y Whitehead (1981), el prestigio es el concepto que
tiene las implicaciones más claras e inteligibles para
entender las ideas de género. De ahí la importancia
de los sistemas de prestigio para comprender ciertos conceptos
que tienen que ver con el género, como por ejemplo, el
concepto de honor. Los sistemas de prestigio están
entretejidos con las construcciones culturales de género,
Ortner y Whitehead (1981) afirman que un sistema de género
es primero más que nada, un sistema de prestigio y que si
se parte de ese punto, ciertos aspectos transculturales de las
ideologías de género cobran sentido.

Ortner y Whitehead (1981) proponen estudiar ciertos aspectos
de las relaciones entre el género y otros órdenes
de prestigio, analizando la relación de mutua
metaforización entre las categorías de
género y las usadas por el sistema de prestigio y las
autoras destacan la importancia de investigar cuáles son
las fuerza sociales y los elementos culturales que construyen,
moldean y modifican las ideas sobre el género para
así acabar con lo que parece ser el "locus" de la
opresión, subordinación o como quiera
llamársela, femenina: el "sistema sexo/género" que
denominó Rubin (1996).

Marta Lamas (1986, 1995) da por hecho el desmantelamiento del
pensamiento
biologicista -feminista y patriarcal- respecto al origen de la
opresión femenina, ubicándolo en el registro
"humano", o sea, en lo simbólico.

El análisis de la articulación entre el sistema
de prestigio y el de género, pone en evidencia una
importante contradicción: que aunque la estructura de la
sociedad sea patriarcal y las mujeres como género
esté subordinadas, los hombres y las mujeres de un mismo
rango están mucho más cerca entre sí que de
hombres y mujeres con otro estatus. Las diferencias de clase y
etnia crean una separación, más otra
separación entre mujeres, pero también entre
hombres.

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Autor:

Jorge Luis Flores

Institución: UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA PUEBLA

Domicilio: Blvd. Del Niño Poblano 2901, Unidad
Territorial Atlixcáyotl

Puebla, Puebla, C. P. 72430 tels. (222) 229 07 00 y (222) 372
30 00

[1] Desde la perspectiva del
Capital Humano Sostenible, Amartya Sen plantea que las
capacidades del individuo deben ser estudiadas en tanto
"titularidades", es decir, que se es titular de ciertas
capacidades y que estas capacidades pueden ser potenciadas
(Mateo, 2000)

[2] Desde el enfoque
sociológico, a  Weber (1998) le interesan las formas
en que se asume la dominación en las organizaciones. Para
Weber (1998), la burocracia es una
forma de dominación legítima, pero de entre las
formas de dominación, sin duda una de las más
representativas es a través de la racionalidad
instrumental, herencia de las
teorías de las escuelas clásica y
neoclásica, que propugnaba por una sola realidad, física y objetiva.
     
           

[3] Shutz, Alfred (1993)

[4] Habrá que recordar también que en este
sentido, Ibarra y Montaño (1991) han señalado que
en el contexto de la administración se habla de
"complementariedad  disciplinaria" mientras que al hablar de
organizaciones, y en la construcción teórica en
torno a
éstas, se busca el rompimiento y cambio
paradigmático, para la mayor comprensión de los
fenómenos organizacionales. Fenómenos que se
suceden en su interior y con su entorno, en lo individual y en lo
colectivo, entre el "yo" ideal y el imaginario organizacional
(Aubert y Gaujelac, 1993)

[5] Al exponer su
análisis de la obra de R.W. Connell, Hawkesworth (1999, p.
28) nos dice que este autor expone una "… teoría
social sistemática del género que lucha por
representar la historicidad del género; el papel
dinámico del género en los terrenos
económico, político, sexual y
psicológico
…"

[6] "… La "fuerza causal",
reside en la dinámica histórica de la estructura
de las relaciones sociales […] La historicidad del
género se explica en todos los niveles de análisis;
desde la relación del cuerpo con la sociedad, a
través de la estructura
social, la
personalidad y la política…" (Connell,  1999,
p. 71

[1] Albert, S., & Whetten,
D. A. (1985) Organizational identity. In L. L. Cummings & B.
M. Staw (Eds.), Research in Organizational Behavior, 7, 263-295.
Greenwich, CT: JAI

[2] También denominado
imagen corporativa, prestigio de la organización, o
simplemente imagen, o reputación, acepciones que
nos serán abordadas en este trabajo.

Partes: 1, 2
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