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Las joyas de la hornera




Enviado por boni juarez



Partes: 1, 2

    El pueblo de  Tux, una comunidad
    alejada de la civilización, pequeña  y muy
    singular, cercanas a los márgenes del río
    Tizón, que  desemboca en el Mar Azul, llamado
    así por  sus aguas cristalinas  y sus arrecifes
    de un color
    indescriptible,  cosa que  hace imaginar un
    edén,  en aquel "pueblo lanchero" como mucha gente
    le  conoce se han suscitado historias  extraordinarias
    como aquellas de duendes, dragones  y hadas
     encantadas, que a decir de  Don  Tiburcio uno de
    los hombres más veteranos y lucidos del pueblo hace reunir
    a grupos de
    personas para escuchar historias acompañados de un buen
    topo de caña, un aguardiente destilado de caña
    para  hacer amena las  noches de crudo frió que
    se  siente a causa de la humedad de la región.

    Tacho, señor de  45 años,  nativo del
    lugar, padre de cinco chamacos, trabajador  de sol a sol
    pero eso si;  muy dado al vicio del  aguardiente,
    nunca  se perdía  los cuentos
    de  don Tiburcio, con esa enjundia de conocer 
    cosas  todos los días, siempre esperaba el atardecer
    para estar con un tarro de aguardiente con café
    calientito y escuchar las historias que  lo hacían
    imaginar un mundo de fantasía,  con los  efectos
    del alcohol
    curado; en él todo podía pasar.

    Táleb (buscador de la verdad) hijo de un mercader
    árabe que embarazo 
    a una nativa del lugar y huyo, es  joven, no ha 
    asistido a ninguna escuela, sin
    embargo desde muy pequeño de manera 
    autodidacta,  es  conocedor de muchas  cosas y muy
    preguntón, ambicioso de conocimiento
    pero su debilidad eran las mujeres, cuando se enamora  de
    una, no para hasta conseguir su objetivo, lo
    cual lo ha hecho tener  fama de mujeriego en el pueblo,
    además  de estos  personajes dicharacheros,
    había entre el publico de don Tiburcio una  mujer de 
    edad avanzada, por lo regular  nunca hablaba, solo murmuraba
    en voz baja y siempre masticaba unos chicles de zapote chico
    con  canela molida que ella misma  se preparaba,
    algunos ribereños no la querían ver, por que 
    vivía  en un lugar muy retirado del pueblo y
    además  siempre  recogía gatos y desechos
    en la calle, basura o algo
    que  la gente  no utilizaba, siempre  andaba 
    vociferando  muy despacio, acariciando un gato de manchas
    pintas de ojos bicolor que era de su preferencia, casi no se le
    escuchaba lo que decía, algunos le  inventaban 
    que  había visto seres extraños a  la
    orilla del rio en su infancia, lo
    cual afecto su estado mental
    a tal manera  que no pudo casarse y su pasatiempo era cuidar
    gatos, su nombre era Tezania, mujer de aspecto olvidado y
    retraído.

    Esa noche don Tiburcio tenía preparada una historia  muy buena, en
    voz  recia empezó a contar aquella 
    historia:

    Hace  ya  varias decenas de años  hubo
    pasado, Cuando mis  padres habían llegado a poblar
    esta región, la gente   de los lugares
    aledaños se  escuchaba comentar que nadie 
    quería estas tierras, por decirlas que eran leguas
    malditas, extensiones que  se veían  en el
    horizonte solo eran dueños de la  maldad que se
    respiraba por estos parajes, muchas  mujeres  de
    aquéllos tiempos perdían a sus hijos aun estando
    embarazadas al pasar  tan solo por estas tierras, algunos
    decían que  en noches de luna llena  se
    escuchaban alabanzas,  rituales, y  mucha
    algarabía por los riscos que se asoman  a la orilla
    de la hornera, ese  lugar que  tiene una cueva que se
    parece a un   horno y que muy pocos  han
    explorado, (proseguía  don Tiburcio) sabrán
    ustedes que por esos años  hubo muchas  batallas
    donde bandos opuestos tenían  sus escondites 
    justo por estos lares, cuentan  las malas lenguas 
    que  ahí en esa cueva  desapareció 
    un grupo de
    piratas que  pretendía ocultar joyas  que
    había robado a un reinado de las aguas profundas y
    adversas  del otro lado  de la
    tierra,  y que por azares del destino cayo en el lugar
    menos indicado, varios  años después,
    encontraron  una decena de huesos
    petrificados, junto con algunas armas y espadas;
    pero las  joyas  jamás  hallaron,
     (toma su vaso, y de un solo trago se empuja todo su
    contenido asistiendo: que buena esta) continua -la hornera tiene
    una entrada por la parte frontal que  colinda  justo a
    la orilla del río la cual por su corriente conecta hasta
    el Mar Azul, de donde  entraban, piratas, tropas,
    guerrillas, cazarecompenzas,  trotamundos y  todo
    aventurado a las expediciones, pero  recuerdo de uno, por
    que  mi abuelo lo platicaba , un caza recompensa llamado,
    Yardino de ascendencia Caucásica, apuesto y elegante, supo
    de la historia de la Hornera y de su tesoro perdido y no dudo en
    recorrer las leguas malditas, dicen que pregunto  con los
    ribereños, con los pescadores, con los que  pudo,
    muchos le mintieron, otros lo animaron , uno que otro  le
    dijo que no intentara  que ese  tesoro 
    pertenecía  a la maldad y que  ahí
    debía  de quedar, (lastima  por él) sin
    preguntar más  que la ubicación exacta de la
    hornera, con antorchas de carbón, unas cuerdas y
    mucha  fe, se  enfilo hacia  su futuro,
    soñaba con vivir cómodamente  en un palacio de
    extrañas  tierras.

    Esa mañana  todo estaba preparado, en canoa llego
    hasta la entrada de la  famosa cueva, al instante supo que
    no seria tan fácil  su aventura, como pudo llego a la
    boca de la cueva, emocionado no tubo el cuidado de  fijarse
    en los detalles  del risco, estando adentro,  un
    frió  calador le azoto, parecía que 
    entraba a una  zona helada por el hielo, encendió su
    antorcha, mientras caminaba escuchaba  risas, cantos, 
    y voces, el no
    sabia de donde  provenían , aun así
    entusiasmado por su sueño seguía,   -a
    decir  verdad.  Muy atento Táleb quien era
    mas  preguntón que otra cosa, comento. ¿ y que
    paso, don, no se  quede corto prosiga?.

    Yardino como él  se  hacia llamar, camino por
    varios minutos, mientras mas  caminaba la cueva se hacia mas
    pequeña, hasta   hacer casi intransitable, el
    miedo empezó a recorrerle, el frío y la ansiedad
    de  saber  en donde estaba lo acompañaban, 
    escuchó una voz  dulce  muy cerca de 
    él  - ¡vienes por lo que todos han
    vendió!-, al querer saber  de donde provenía
    la voz, lo perturbo más,  no encontró  a
    nadie, y el murmullo muerto  hacia escucharse como un eco de
    una risa traviesa, ja,ja,ja,ja, el miedo por primera vez  se
    apodero de su cuerpo, la adrenalina por  hacer  su
    sueño realidad  también transitaba  por
    todo su ser, sin fijarse donde colocaba sus pasos resbalo,
    golpeándose fuertemente la cabeza perdiendo el
    conocimiento.  Hasta la fecha nadie sabe  que
    sucedió con él,  nunca  se le vio salir
    de la Hornera, otros dicen que murió dentro de la cueva,
    algunos dicen que jamás  volvió a ser el mismo
    de antes perdió la noción del tiempo y la
    realidad, se volvió loco.

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