INTRODUCCION
Abordar cualquier tema en relación a la realidad
caribeña, amerita de un deslinde conceptual, porque asumir
el Caribe como algo único y homogéneo es, de
entrada, un absurdo dentro del análisis de su historia, y esto se hace
más categórico en los planos de su literatura. ¿El
Caribe? ¿A cuál Caribe nos referimos? ¿Al
anglófono, al francófono o al Caribe de habla
hispana? Si no definimos estos parámetros que traspasan
los linderos de lo netamente geográfico, perdemos de vista
aquella diversidad lingüística, socio-política, educativa,
económica y cultural que representa hoy en día al
variopinto, convulso y complejo contexto caribeño.
Para este estudio he seleccionado a tres poetas del Caribe de
habla hispana: a Luís Palés Matos, de Puerto Rico; a
Nicolás Guillén, de Cuba, y a
Tomás Hernández Franco, de la República
Dominicana. El criterio utilizado para la selección
estuvo basado en mi preferencia particular en relación al
enfoque temático de este estudio y al tratamiento de la
lengua en los
autores ya citados. No me he ceñido a la falsa
catalogación de que sean poetas mayores o poetas menores.
Eso no me interesa.
DESARROLLO
DEL TEMA
De entrada, planteo que el Caribe no puede seguir
viviendo de espaldas a sí mismo. El Caribe tiene que
desenterrar sus propios espejos y mirar su rostro, reconfirmar su
mismidad y levantar los estandartes de sus otredades. El
imaginario caribeño está poblado de una
simbología fundamentada en la diversidad, donde la
utopía es lo que le da sentido y razón de ser al
discurso
fundacional de una literatura que se levanta cimarrona,
procurando sus raíces, su trópico candente, su
música,
sus creencias y tambores. Debo aclarar que en este trabajo es
imposible agotar el amplio universo
poético de la literatura caribeña de habla hispana,
por lo que es un trabajo para su aproximación.
No tengo otra manera que no sea esta que he sostenido, para
situarme en la poética afroantillana expuesta en el poema
Majestad Negra, de Luis Palés Matos (1858- 1959), ya que
en el discurso poético desplegado por este autor, el
mito se nos
plantea como una transrealidad que desborda la simple
enunciación discursiva, para recrear la imagen de
sensualidad, coqueteo y sexualidad de
un sujeto actuante (mujer) nombrado o
nombrada Tembandumba de la Quimbamba, a quien el poeta dramatiza
dentro de un escenario mental patético, eufónico y
rítmico; veamos:
"Por la encendida calle antillana
va Tembandumba de la Quimbamba.
Rumba, macumba, candombe, bámbula,
Entre dos filas de negra caras.
Ante ella un congo- gongo y maraca,
ritma una conga bomba que bamba".
El rejuego fónico entre vocales /a/, /o/, a inicio o final
de palabras que nos remiten a nombres de imaginados personajes,
tipos de bailes, géneros e instrumentos
musicales de presumida procedencia africana, son manejados de
manera estratégica, por el autor en su discurso
poético. Lo mismo hace con el uso de conceptos o
términos, donde las consonantes /m/ y /n/, tanto al
inicio, en medio, como al final de palabras, son también
convertidos en un ritmo o en una ritmicidad que le otorga sentido
y armonía al texto
poético de Luis Palés Matos.
Es una dramaturgia poética la que fluye de esta MAJESTAD
NEGRA, en una escenografía que hace linderos con el humor,
con el sexo, la
sátira y la ironía, desde un discurso de cadencias
expresivas, donde el universo de lo
semántico no es lo primordial, sino lo imaginario, la
recreación, y la proyección de un
mito etnorracial y cultural que apuntala hacia nuestra negritud,
por no decir hacia nuestro mulataje caribeño:
"Culipandeando la Reina avanza,
y de su inmensa grupa resbalan
meneos cachondos que el gongo cuaja
en ríos de azúcar
y de melaza.
Prieto trapiche de sensual zafra,
El caderamen, masa con masa,
exprime ritmos, suda que sangra,
y la molienda culmina en danza".
Al concluir esta estrofa, hay un verso que dice: "y al final la
molienda culmina en danza". Aquí el concepto
molienda, nos remite a la caña, al ingenio, al
azúcar, a las plantaciones, a la esclavitud, a la
contratación negrera (a la trata de negros) y al
cimarronaje.
¿Quién es esta Tembandumba de la Quimbamba, sino un
mito, un logo, una simbología recreada por el poeta?
Así es. Es el mito-sentido que representa a la mulata
antillana, aquella que es Flor de Tortola y rosa de Uganda.
Tembandumba de la Quimbamba, es un mito hecho historia,
narración poetizada y exaltación de los valores de
una diversidad cultural que, aunque negada, se resiste al olvido.
De ahí que:
"Por la encendida calle antillana
va Tembandumba de la Quimbamba.
Flor de Tortola, rosa de Uganda,
por ti crepitan bombas y
bámbulas;
Por ti en calendas desenfrenadas
quema la Antilla su sangre
ñáñiga.
Haití te ofrece sus calabazas;
fogones rones te da Jamaica;
Cuba te dice: ¡dale, mulata!
Y Puerto Rico: ¡melao, melamba!"
"¡Sus, mis cocolos de negras caras!
Tronad, tambores; vibrad, maracas.
Por la encendida calle antillana.
Rumba, macumba, candombre, bámbula,
va Tembandumba de la Quimbamba".
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