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La oscuridad como factor determinante, e inadvertido, en la obesidad epidémica




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

    1. Génesis
    2. El desayuno y la
      cena
    3. Demografía
    4. Hábitos
      alimenticios y estrategias
      recolectoras
    5. Economía
      aplicada
    6. Nuestra
      noche disipada…
    7. Bibliografía

    La noche quedó atrás: La oscuridad como
    factor determinante, e inadvertido, en la obesidad
    epidémica

    Cuando escribiera el
    artículo:
    Los efectos Mentales y Físicos de los Apagones,
    publicado en monografías.com, lo hice,
    empeñándome en resaltar lo siguiente, que, a
    continuación, reproduzco:

    "En Génesis, Dios hace uso alegórico de
    los siguientes términos:

    Del día = 11 veces

    De la luz = 5
    veces

    De la noche = 4 veces

    De las tinieblas = 3 veces

    "Obviamente, que Dios desearía luz y más
    luz… De no ser así, no nos hubiera recalcado en sus
    acciones, que,
    para todo originarse, en un sentido creacionista, él
    comandaría: "¡Sea la luz!"…
    Separándola de las tinieblas."

    Sin duda, Dios supo lo que hacía.

    Bosquiano preparando
    comida

    Mi artículo, entonces, además de
    representar una parodia mordaz del estado de
    salud física y emocional de
    poblaciones que viven en la oscuridad forzosa — porque carecen
    de energía
    eléctrica adecuada, como son las de Cuba,
    Nicaragua y la República
    Dominicana, sin mencionar, al pobre país vecino,
    Haití — constituiría un introito hacia el
    entendimiento de las relaciones que tienen entre sí, y que
    permanecen poco conocidas, entre las refecciones nocturnas y la
    obesidad epidémica que nos azota.  

    Génesis

    Interpretando la Biblia, es posible que, en ese acto en
    que iluminara el camino que había trazado para el hombre, Dios
    significara que la manera de vida del nuevo habitante del
    Jardín del Edén, era de índole diurna,
    haciendo de las tinieblas, para su estirpe, anatema
    retórico. Ya que desde ese entonces siempre hablamos,
    alegóricamente, de la oscuridad como algo, para nosotros,
    indeseable — al menos, en cuanto, a los apagones, se refiere
    — y para la circunferencia de nuestra cintura. 

    La oscuridad y la estrategia de
    comer de nuestra especie. 

    Desierto de Kalahari

    Visitando las Islas Galápagos en el
    Pacífico, y Machu Picchu, en el Perú, muy pronto
    nos volvemos conscientes de que la Naturaleza ha
    dotado las diversas especies creadas, con nichos
    ecológicos y estrategias de
    comer que, para las mismas, son fijadas.

    Como género
    animal de constitución relativamente frágil.
    Sin pelambre abundante, sin carapacho que lo proteja, carente de
    aditamentos físicos idóneos para la defensa propia
    o para la subordinación directa de las presas que caza,
    dotados con una visión nocturna deficiente y con un
    sentido del percepción
    auditiva mediocre; para el ser humano salir en búsqueda de
    comida, después de la caída del sol sería
    temerario. Lo que determinó que sus correrías en
    obtención de algo para comer debían de ser hechas
    durante las horas soleadas, consumiendo sus comidas dentro de
    esas mismas horas.

    El desayuno y la
    cena

    Estas dos colaciones, como hemos establecidos en algunas
    ponencias, ya publicadas, desde principio, no existían —
    porque no podían existir — haciendo de ambas, ajustes a
    los que tuviéramos que reconciliarnos.

    ECHA (Estrategia de Comer Humana
    Adaptiva)

    La estrategia de comer del ser humano está
    expresada en la mejor de sus formas en la que adoptaran nuestros
    antepasados quienes vivieran en el paleolítico
    superior.

    Las comidas de nuestra especie, durante este
    período, nunca se dispondrían durante las noches,
    por ser muy arriesgado salir a cazar o a recogerla. Por la misma
    razón es que contendemos que comer de noche resulta en
    cambios y ajustes hipotalámicos muy pocos estudiados y
    menos entendidos. Ya que, repetimos, no somos especie de
    hábitos nocturnos. Lo mismo pudiera decirse de una lechuza
    que de manera súbita dependiera de la caza diurna, para lo
    que no está facultada.

    La dieta humana del paleolítico,
    explicada.

    En su notable contribución al entendimiento de la
    estrategia alimenticia y de comer, peculiar a nuestra especie,
    h. sapiens sapiens, los autores del libro The
    Paleolithic
    Prescription, describen
    sistemáticamente el modo en que se han sustentado,
    históricamente, los bosquimanos residentes del desierto de
    Kalahari en África.

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