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La Inquisición – El Santo Oficio (página 2)




Enviado por José Aboal



Partes: 1, 2

La Inquisición Española

La segunda variedad de Inquisición fue la infame
Inquisición Española, autorizada por el Papa Sixtus
IV en 1478. El Papa trato de mantener la armonía entre los
inquisidores y los ordenados pero le fue muy difícil
manipular a los Reyes Católicos Fernando V e Isabel.
Debido a esto Sixtus reconoció la independencia
de la Inquisición Española. Esta institución
sobrevivió hasta el siglo XIX y fue permanentemente
abolida por decreto el 15 de Julio de 1834.

La
Inquisición en las Indias
(
América)

A pesar de tratarse de una misma institución, las
particularidades propias de las colonias hispanoamericanas
originaron no pocas diferencias con el funcionamiento del Santo
Oficio peninsular. Entre las más importantes debemos
mencionar la exclusión del fuero inquisitorial de la mayor
parte de la población al haberse exceptuado a la masa
indígena de la jurisdicción del Tribunal. La
razones básicas eran dos: la primera, que los pobladores
nativos recién estaban siendo instruidos en la religión
católica y, en su mayoría, no podían
entender aún claramente los dogmas ni mucho menos
distinguirlos de las herejías. La segunda, estrechamente
relacionada con la anterior, es que la intención declarada
del monarca no era que el Tribunal fuese odiado sino querido y
respetado como ocurría en la Península
Ibérica, por lo cual se buscaba dar ejemplo a los
aborígenes controlando la conducta y
doctrina de los españoles.

Esta imputabilidad de los indios hizo que el Santo
Oficio en América tuviera un carácter eminentemente urbano mientras que
en la metrópoli era fundamentalmente rural. Recordemos que
los conquistadores hispanos venidos a estas tierras vivían
en los denominados "pueblos de españoles" por razones
políticas, en cumplimiento de las
órdenes emanadas de la autoridad
civil. En estos poblados se concentró la acción
de la Inquisición, la cual sólo comprendía a
las minorías europea, mestiza o africana.

Causas de la
extensión de la Inquisición a las Indias
(América)

En relación con una época en que los
gobiernos establecidos consideraban la unidad de la fe religiosa
como base de su política, el tribunal
del Santo Oficio, que gozaba en España de
un poder que ni
siquiera se detenía ante los miembros de la familia
real, fue encargado en América de la policía de
costumbres, de reprimir los extravíos de una
mística irrefrenada, de extirpar todo retoño del
islamismo y del judaísmo, que habían sido
eliminados de la metrópoli, y de impedir la entrada del
protestantismo en las nuevas tierras. Su instalación en
América no fue inmediata a la conquista;
Jiménez de Cisneros dio ciertos poderes inquisitoriales a
los obispos de Indias en 1517, cuando le fueron denunciados
crímenes y delitos de
herejía y de apostasía, pero la inquisición
peninsular se negaba a delegar sus facultades y pedía que
le fuesen remitidos los reos desde las Antillas. La primera
designación legal fue la hecha por el inquisidor Adriano
en favor del obispo de Puerto Rico,
Alonso Manso, en 1519. En tiempos del arzobispo Zumárraga
(1527-1548) se celebraron autos de
fe
[2]en México,
con 131 procesos (13
contra indios); en uno se
reconcilió[3]Andrés
Marván, acusado de luteranismo; en otro se
reconcilió el judaizante Francisco Millán, y en
otro fue condenado el cacique de Tezcoco, Carlos
Chichicatécotl, acusado de sacrificios humanos a los
dioses aztecas. La muerte del
cacique de Tezcoco preocupó al inquisidor general en
España, que ordenó una revisión del proceso, y
fray Zumárraga recibió advertencias sobre el trato
a los indios, contra los cuales se procedió desde entonces
con más benignidad, hasta excluirles luego enteramente
"por ser nuevos en la fe, gente flaca y de poca sustancia". En
tiempos del obispo Montúfar, sucesor de Zumárraga,
a mediados del siglo XVI, un italiano fue reconciliado por
luteranismo, María de Ocampo por pacto con el demonio,
Roberto Thompson condenado a tres años de
sambenito[4]por luteranismo,
etcétera.

Las Cédulas de Felipe II autorizando el
establecimiento del Santo Oficio en América fueron
firmadas a principios de
1569 y a mediados de 1570. A fines del siglo XVII comenzó
la declinación de este organismo; su actividad se
amortiguó en el XVIII, y fue suprimido a principios del
siglo XIX.

Según José Toribio Medina, del análisis de unas 1.500 causas juzgadas por
el Santo Oficio en América, se especifican los siguientes
casos: 243 por judaizantes, 5 por moriscos, 65 por protestantes,
298 por bígamos, 40 por aberraciones sexuales, 140 por
herejía, 97 por blasfemia, y 172 por
brujería.

El Santo Oficio tuvo tres centros en América: el
de México, el de Lima y el de Cartagena (Colombia). En
México comenzó a funcionar el tribunal de la
Inquisición en noviembre de 1570. Los primeros procesos
fueron hechos a extranjeros acusados de luteranismo. De 30
ingleses pertenecientes a la expedición de Juan Hawkins,
dos o tres fueron quemados, otros condenados a azotes y siete a
servir en conventos; y en el siglo XVI y comienzos del XVII hubo
unos 30 juicios contra luteranos y calvinistas. El 28 de febrero
de 1574 hubo un gran auto de fe con la presentación de 74
reos, de ellos 36 luteranos; el 8 de diciembre de 1596 los
penitenciados sumaban 66, de los que se reconciliaron 22
judaizantes, y fueron quemados nueve en persona y diez en
efigie; el 26 de marzo de 1601 fueron presentados 124
penitenciados, cincuenta de ellos judaizantes; se quemó a
10 en efigie y a cuatro en persona; y el más aparatoso de
los autos de fe,
culminación del período más activo de la
Inquisición en Nueva España, fue el del 11 de abril
de 1649, con 109 penitenciados y 13
relajados[5]en persona, de los
cuales sólo uno murió en la hoguera, Tomás
Tremiño de Sobremonte. En 1659 hubo 7 relajados, uno en
1678, uno en 1699, y uno dudoso en 1715. No todos los relajados
iban a la hoguera; a algunos, por circunstancias atenuantes, se
les daba garrote, instrumento usado para los condenados a
muerte.

En Lima se estableció el Santo Oficio en 1570,
meses antes que en México. El tribunal limeño
organizó vastas redadas contra los protestantes y los
portugueses acusados de judaísmo; en 1581 procedió
contra Juan Oxemham; Enrique Oxley fue quemado el 5 de abril de
1592; los hermanos Tiller fueron salvados de las llamas y
ejecutados por garrote; nueve de los doce marinos de Tomás
Cavendish, capturados en Chile, fueron colgados; los restantes se
reconciliaron. En la persecución contra los judaizantes
portugueses murió en las llamas, el 23 de enero de 1639,
el médico de Concepción (Chile), Maldonado Silva, y
el acaudalado Manuel Bautista Pérez corrió la misma
suerte; en 1688 fue abierto proceso a la revelandera
Ángela Carranza, de Tucumán, condenada a la
reclusión en un convento. Durante los 230 años que
funcionó la Inquisición en Lima sólo hubo 30
relajados, y de ellos no murieron en las llamas más que
15. Chile y Buenos Aires
estaban sujetos a la jurisdicción del Santo Oficio
limeño.

Del tribunal de Cartagena dependían los
arzobispados de Santa Fe y de Santo Domingo, y los obispados de
Cartagena, Panamá,
Santa Marta, Popayán, Venezuela,
Puerto Rico y Santiago de Cuba.
Comenzó sus tareas en 1611 y tuco menos oportunidad de
destacar su actividad que los de México y Lima;
entendió generalmente en causas de brujería,
blasfemia y bigamia, y los autos graves, como el que llevó
a la hoguera al inglés
Adán Haydon, fueron muy raros. La población
colonial protestó con frecuencia de los procedimientos
del Santo Oficio, y por otra parte las autoridades y el clero se
quejaban de su ineficacia.

La extensión enorme de los territorios
comprendidos en las jurisdicciones de los tres tribunales del
Santo Oficio hizo que las causas demorasen a veces muchos
años y entre tanto los acusados tenían que
permanecer en las prisiones de la Inquisición. En la
época del enciclopedismo y de librepensamiento, el Santo
Oficio habría encontrado amplio campo de acción,
pero cuando esa ideas penetraron en América por los
más diversos caminos, la Inquisición había
perdido su omnipotencia y sus intervenciones se volvieron cada
vez más raras. Se destacó en sus últimos
años como instrumento de dominación
política.

El Destino del
Hereje (La Inquisición Española)

Durante la inquisición española, los
herejes eran encarcelados sin ser acusados formalmente. Eran
encadenados en frías y  hediondas mazmorras
infestadas de insectos y ratas, solo ellos y su excremento. Pan
duro y hongueado con agua sucia
suplementaban la dieta de cucarachas y arañas.

    "Un prisionero que se rehusaba a
confesar era dejado en soledad y oscuridad por semanas, meses o
hasta años, porque a la inquisición el tiempo no le
incumbía, podía esperar y así mediante,
poder salvar otra alma perdida
para el Cristo. Si unas pocas semanas o meses no
convencían al hereje acusado, el tiempo se transformaba en
años, los años en décadas y así el
prisionero quedaba en su horrible mazmorra sin nunca ser juzgado.
Hay muchos casos donde tres, cinco o hasta diez años
pasó entre la primera audiencia y el juicio final del reo,
tiempo en el cual el acusado se pudría en su celda.
Periodos mas largos han sido reportados."

Una vez convicto, el prisionero se enfrentaba a los
verdaderos terrores.

"Ambos, el inquisidor y el obispo debían de estar
presentes. Al prisionero le eran mostrados  los instrumentos
de tortura y era incitado a confesar. Al  rehusarse era
desnudado y atado y de nuevo instado a confesar. Se le
prometía misericordia si lo hacia. Estos hombres y mujeres
estaban atados y desnudos ante los agrios e implacables frailes
mientras veían como calentaban los hierros al rojo vivo,
probaban las ruedas de tortura y engrasaban los mecanismos en
preparación para su uso en sus propios huesos y
cuerpo".

 

Durante el apogeo de la Caza de Brujas terribles
torturas fueron utilizadas para obtener información y confesiones. Mediante la
tortura el inquisidor también lograba que la victima
implicara a otros y así el también podía
tener seguridad de
trabajo y
continuar la obra de Jesús. El Malleus Maleficarum
indicó que la "justicia
común exige que una bruja no sea condenada a muerte al
menos que su propia confesión la condene".  La
tortura era el medio aceptable para obtener dicha
confesión.

La tortura ha existido desde la antigüedad, pero
fue la furia Papal de Inocencio VII quien produjo las más
deshumanizadas técnicas.
Después de la Inquisición Española, las
peores torturas ocurrieron en Alemania,
Francia,
Italia y Suiza.
Estos crímenes fueron  perpetrados por inquisidores
católicos y protestantes  por igual. Después
que el Rey Jaime VI llegara al trono en Escocia, ese país
comenzó a utilizar brutales métodos de
tortura también.

La tortura no fue menos extrema y común en
Inglaterra,
Irlanda y Escandinavia.

Durante los Juicios de Salem en América, la
tortura también fue utilizada, pero era extremadamente
suave comprado a los métodos usados en Europa

La mayoría de los métodos empleados en
Europa siguieron un modelo. Al
igual que los inquisidores españoles, el torturador
comenzaba su labor explicándole a su "cliente" los
pasos a seguir y el daño
que se le iba a ocasionar es sus cuerpos. Muchas veces
obtenía una confesión del acusado con la simple
explicación y un rápido vistazo al taller del
inquisidor. Sus herramientas
de trabajo hacían una gran impresión sobre las
mentes de los acusados.  Una declaración en estas
condiciones era considerada una "confesión
voluntaria".  Si el acusado no confesaba se decretaba que su
falta de miedo ante las circunstancias era prueba de su alianza
con el demonio.

Habiendo superado esta primera etapa, generalmente a la
victima se la desnudaba y afeitaba, después se la pinchaba
en diferentes partes del cuerpo con puntas de metal, frías
o al rojo vivo, estos procedimientos causaban terribles marcas y
quemaduras las cuales eran interpretadas como las marcas del
demonio, por otra parte algunos inquisidores utilizaban pinchos
retractables, así de ésta forma el acusado no
sentiría ningún dolor, comprobando así que
el demonio asistía a la bruja o al hereje. La
mayoría no confesaba a esta altura de los ejercicios y por
lo tanto continuaban las torturas a un nivel más
alto.

Mientras la victima era torturada, el sacerdote o
ministro realizaba preguntas y el notario tomaba notas.
Había un gran margen de error, especialmente cuando la
interrogación no era en su lengua natal o
dialecto.

La tortura duraría hasta que la victima
confesara. El torturador debía tener mucho cuidado y no
matar a la victima antes que ésta confesara de otra forma
el Señor perdería un alma. Si la victima no llegaba
a confesar en la primera ronda de tortura, el delirante
desafortunado era llevado  nuevamente a su mazmorra para que
pueda recuperar fuerzas y poder volver otro día. Cada
ronda seria más brutal que la anterior.

 Los "servicios"
efectuados por el torturador y demás oficiales eran 
pagados con dinero de la
víctima. Si la víctima no tenía dinero, se
les forzaba a sus parientes a pagar no solamente la comida y
alojamiento del torturador y los oficiales sino también
sus honorarios profesionales, viático, entretenimiento
para despejar su mente y forraje para sus caballos.

Pero la labor divina no terminaba allí. Una vez
que la victima confesaba, generalmente porque no aguantaba
más las torturas se la condenaba a muerte. En su camino
hacia su final, se la torturaba aun mas por medios de
golpes, latigazos, quemaduras, hierros al rojo vivo y
cercenación de dedos, manos y lenguas. Las
partes del cuerpo cortadas eran clavadas al patíbulo y
así el torturador lograba cobrar un bono
especial.

Los métodos de tortura realmente fueron
inspirados. Algunos de ellos y los más comunes se enumeran
aquí:

Instrumentos de
Tortura de la Santa Inquisición

Limpieza del Alma; la creencia católica es
que las almas de las brujas están corrompidas. A las
víctimas se las limpiaba antes de castigarlas
haciéndoles beber cosas calientes o hirvientes; como ser
agua, hierros, carbones, e incluso jabón.

La Pera oral, anal,
vaginal

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Eran forzados en la boca, recto o vagina de la
víctima y allí expandidos a fuerza por el
tornillo a su máxima apertura. El interior de la cavidad
en cuestión era irremediablemente  mutilada, y casi
siempre fatalmente. Las puntas al final de los segmentos
servían para cortar mejor la garganta, los intestinos y el
cervix." El uso de la pera originalmente fue ideado para aquellas
mujeres que habían sido encontradas culpables de la
unión sexual con el diablo o sus familiares.

Tortura de Agua o "cura de
agua"

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Estandarizado en Francia pero usado a través de
la cristiandad la tortura mantenía  al 
procesado totalmente inmovilizado sobre una mesa de madera, le
colocaban una toca o un trapo en la boca, deslizándolo
hasta la garganta; luego, el verdugo procedía a echar agua
lentamente, produciéndole al infeliz la sensación
de ahogamiento. Una variación incluía alimentar a
la víctima solamente con alimentos salados
y agua sucia.

 Note la inscripción "Maria
Purísima" en la viga
.

La Horquilla

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Con cuatro puntas afiladísimas que se clavaban
profundamente en la carne bajo la barbilla y sobre el
esternón, la horquilla impedía cualquier movimiento de
la cabeza, pero permitía que la víctima murmurase,
con voz casi apagada, "abiuro" (palabra que se halla grabada a un
costado de la horquilla). En cambio, si
éste se obstinaba o si la Inquisición era
española, el hereje considerado "impenitente", se
vestía con el traje característico y se le
conducía a la hoguera, pero con la condición de la
Extremaunción; si el inquisidor era romano, se le ahorcaba
o quemaba, sin el beneficio del traje pero siempre con el rito
cristiano.

La Sierra

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Observando el dibujo,
éste instrumento de tortura no necesita muchas
explicaciones. Sus mártires son abundantes. Debido a la
posición invertida del reo, se asegura suficiente
oxigenación al cerebro y se
impide la pérdida general de sangre, con lo
que la víctima no pierde el
conocimiento hasta que la sierra alcanza el ombligo, e
incluso el pecho, según relatos del siglo XIX. La Biblia
dice (II Samuel 12:31) que David, rey hebreo y santo cristiano,
exterminó a los habitantes de Rabbah y todas las ciudades
armonitas por el método de
poner hombres, mujeres y niños
bajo sierras y rastrillos y hachas de hierro y
hornos de ladrillo
. Ésta especie de
aprobación, poco menos que divina, contribuyo a la
aceptación de la sierra, el hacha y la hoguera. La sierra
se aplicaba a menudo a homosexuales (gays y lesbianas), aunque
principalmente a hombres. En España la sierra era un medio
de ejecución militar hasta el siglo XVIII según
referencias contemporáneas, las cuales, sin embargo, no
citan ningún hecho concreto. En
Cataluña, durante la Guerra de la
Independencia (1808-14), los guerrilleros catalanes sometieron a
decenas de oficiales enemigos a la sierra. En la Alemania
luterana la sierra esperaba a los cabecillas campesinos rebeldes,
y en Francia a las brujas preñadas por Satanás.
La ilustración nos muestra la muerte
agónica a la que son sometidos tres
homosexuales

La cigüeña

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Este es otro de los instrumentos de tortura que a
primera vista no da fe de los sufrimientos que es capaz de crear,
porque su misión no
es únicamente la de inmovilizar a la víctima. A los
pocos minutos de su utilización sobre la persona,
ésta sufre fuertísimos calambres, primero de los
músculos abdominales y rectales, luego de
los pectorales, cervicales y de las extremidades. Con el paso de
las horas, estos calambres conducen a un continuo e insufrible
dolor en abdomen y recto. En tal situación, la
víctima solía ser golpeada, pateada, quemada y
mutilada a placer.

La flauta del
alborotador

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Los instrumentos de tortura hechos con forma de
trompeta, trombón, flauta, dulce, oboe…. están
fabricados en madera, bronce o hierro. Probablemente, son de
origen holandés, y se asocian sobre todo a los siglos XVII
y XVIII, aunque se conocen algunos ejemplos anteriores y
posteriores.  El collar de hierro se cerraba por
detrás del cuello de la víctima, y sus dedos
colocados como los de un músico bajo los cortes de la
mordaza eran apretados a voluntad del verdugo pudiendo llegar al
aplastamiento de carne, huesos y articulaciones.
Ésta tortura era, sobre todo, una forma de la picota de
exposición a la vergüenza
pública, con todas las consecuencias habituales, dolorosa
y a veces fatales, que marcaban la suerte de los así
expuestos.  Se imponía para castigar delitos menores:
conflictividad, blasfemia en primer grado, palabrería
soez, alteración del orden público, etc. En Italia,
según referencias de archivos romanos,
napolitanos, parmesanos y boloñeses, a menudo se aplicaba
a los que montaban juerga y provocaban alboroto delante de la
iglesia
durante las misas. En la
República Veneciana, se aplicaban flautas pesadas de
hierro a quienes abusaban de la denuncia anónima contra
otros, "empujados por la malicia, enojo o envidia". Flauta
de hierro, probablemente veneciana, de 1600 a
1700.

El aplasta pulgares

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Simple y muy eficaz, el aplastamiento de los nudillos,
falanges y uñas es una de las torturas más
antiguas. Los resultados, en términos de dolor infringido
con relación al esfuerzo realizado y al tiempo consumido,
son altamente "satisfactorios". Éste era uno de los muchos
instrumentos utilizados en lo que se conoce como "las preguntas
dolorosas", que consistían en la extracción de
confesiones por medio de torturas descritas e ilustradas con
precisión científica, hasta los mínimos
detalles: el grosor de cuerdas, el número de eslabones de
las cadenas, la longitud de clavos y tornillos, los grados de
mutilación permanentes permitidos para diferentes grados
de acusaciones, etc.

El Péndulo

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Una tortura fundamental, que a veces constituía
únicamente una preparación de la víctima
para posteriores tormentos, era la dislocación de los
hombros mediante la rotación violenta de los brazos hacia
atrás y arriba. El suplicio del péndulo es (como
tantas otras torturas) barato y eficiente. No necesita equipos
complicados. Las muñecas de la víctima se ataban
por detrás de la espalda, y en esa ligadura se
añade una cuerda y se iza. Inmediatamente, los
húmeros se desarticulan junto con la escápula y la
clavícula. Tal dislocación producía
horribles deformaciones, a menudo permanentes. La agonía
se podía estimular mediante pesas agregadas
progresivamente a los pies, hasta que al fin el esqueleto se
desmembraba. Al final, la víctima, paralizada,
moría.

Garras de gato o cosquilleador
español

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Su tamaño rondaba el de los cuatro dedos de una
persona. Se colocaba encima de un mango y se usaba para reducir a
tiras la carne de la victima y extraerla de los huesos en
cualquier parte del cuerpo: cara, abdomen, espalda, extremidades,
senos…. Todas unas cosquillas. Garras de gato de una
colección privada de Nuremberg. Usados en Europa,
1600-1800. El grabado representa un detalle de una
ilustración de Agustín Calmet.

La Doncella de Hierro

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Hay multitud de instrumentos de tortura con
forma de sarcófago antropomorfo con dos puertas y clavos
en su interior que penetran en el cuerpo de la víctima
cuando éstas se cierran. Los clavos eran desmontables, con
lo que se podían cambiar de lugar, con el fin de poseer un
amplio abanico de posibles mutilaciones y heridas que daban lugar
a una muerte más o menos prolongada, siempre entre grandes
sufrimientos. Éste ejemplar es una copia hecha en
1828 de la famosa "doncella" de Nuremberg del siglo XV (destruida
por los bombardeos de 1944) para la colocación en la sala
gótica de un palacio patricio de Milán. En 1982 las
partes de hierro fueron restauradas y vueltas a montar sobre una
nueva armadura interna de madera en sustitución de la
vieja.

El Garrote

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Hay dos versiones básicas de éste
instrumento: -La típicamente española, en la cual
el tornillo hace retroceder el collar de hierro matando a la
víctima por asfixia. Estamos hablando de la
Inquisición, y sin embargo, éste tipo de Garrote
(el tristemente célebre Garrote Vil) fue usado en
España hasta que en 1975 se abolió la pena capital con la
muerte de Franco. -La catalana, en la cual un punzón de
hierro penetra y rompe las vértebras cervicales al mismo
tiempo que empuja todo el cuello hacia delante aplastando la
tráquea contra el collar fijo, matando así por
asfixia o por lenta destrucción de la médula
espinal. La presencia de la punta en la parte posterior no
sólo no provoca una muerte rápida, sino que aumenta
las posibilidades de una agonía prolongada. Fue usado
hasta principios de éste siglo en Cataluña y en
algunos países latinoamericanos. Se usa todavía en
el Nuevo Mundo, sobre todo para la tortura policial (esa que
dicen que no existe), pero también para
ejecuciones.

El Toro de Falaris

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Se atribuye la quema de seres humanos dentro de la
efigie de un toro a Falaris, tirano de Agrakas (la actual
Agriento, en Sicilia), que murió en el año 554 a.C.
Los alaridos y los gritos de las víctimas salían
por la boca del toro, haciendo parecer que la figura
mugía.  De todas formas, no existen pruebas. Al
contrario, Falaris fue considerado por escritores casi
contemporáneos un gobernante culto y justo.  El toro
de Falaris estaba presente en numerosas salas de tortura de la
Inquisición de los siglos XVI, XVII y XVIII.

Látigos

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Hay gran variedad de látigos. Entre ellos, los
hay de dos, tres y hasta ocho cadenas provistas de abundantes
estrellas o/y hojas de acero cortante
que se usaban y se usan para flagelar el cuerpo humano.
Para desollar se utilizaban látigos de muy diferentes
tamaños; gigantes como "el gato de nueve colas", que
podía lisiar un brazo y un hombro de un sólo golpe,
o finos y pérfidos, como el "nervio de toro", que con dos
o tres golpes podía cortar la carne de las nalgas hasta
llegar a la pelvis. El látigo de desollar se empapaba en
una solución de sal y azufre disuelto en agua antes de
utilizarlo, lo que unido a sus estrellas lo convertía en
una herramienta destructiva y muy útil para el
torturado… La carne, al ser golpeada, se convertía en
pulpa, dejando a la vista diferentes órganos internos. Los
látigos se siguen usando en la actualidad. El
grabado representa españoles en Méjico degollando a
un indio con un látigo mientras vierten plomo hirviendo en
la espalda de oro.
Reconstrucción moderna de un látigo para desollar.
Cloppenburg, le miroir de la trannie espagnole, Amsterdam,
producido en Villeneuve.

La mordaza o el "barbero de
hierro"

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Éste artilugio sofocaba los gritos de los
condenados para que no estorbaran la conversación de los
verdugos. La "caja" de hierro del interior del aro es embutida en
la boca de la víctima, y el collar asegurado a la nuca. Un
agujero permite el paso del aire, pero el
verdugo lo puede tapar con la punta del dedo y provocar la
asfixia. A menudo los condenados a la hoguera eran amordazados de
esta manera, sobre todo durante los autos de fe, porque sino los
gritos interferirían con la música sacra.
Giordani Bruno, culpable de ser una de las inteligencias
más luminosas de su tiempo, fue quemado en la plaza del
Campo dei Fiori en Roma en 1600 con
la mordaza de hierro provista de dos largas púas, una de
las cuales perforaba la lengua y salía por debajo de la
barbilla, mientras que la otra perforaba el paladar.
Reproducción de un original del siglo XVI, hecho en
1857 para una exposición de historia ciudadana en
Bamberg, Alemania.

El potro en escalera

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Pero en éste caso se abrasaban los costados y las
axilas mediante una antorcha compuesta por siete bujías.
Si la víctima, ya paralizada, con los hombros destrozados
y moribunda a causa de las infecciones producidas por las
quemaduras seguía sin confesar, el tribunal estaba
obligado, como siempre en un caso semejante, a reconocer su
inocencia.  Constitutio criminalis theresiana, 1769.
Reconstrucción moderna.
Los hombros ya han
sido dislocados violentamente cuando el verdugo G ha empujado los
pies de la víctima hacia delante. Se muestra aquí
el último grado, la quemadura de las axilas y el costado
por medio de teas de cera

Collar de púas
punitivo

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Está provisto de pinchos en todos los lados. El
instrumento de la fotografía
pesa más de cinco kilos, se cerraba en el cuello de la
víctima, y a menudo se convertía en un medio de
ejecución: la erosión
hasta el hueso de la carne del cuello, hombros y
mandíbula, la progresiva gangrena, la infección
febril y la erosión final de los huesos, sobre todo de las
vértebras descarnadas conducen a una muerte segura, atroz
y rápida. Aparte de esto, el collar presentaba la ventaja
de economizar tiempo y dinero: su función es
pasiva y no requiere el esfuerzo, ni por tanto el pago, de un
verdugo; "trabaja" por sí mismo, día y noche, sin
descanso, sin problemas y
sin manutención. Por ésta razón
todavía es usado por la policía en muchas partes,
no sólo del Tercer Mundo.

Inquisidores
Generales (1483-1818)

Inquisición
General

  • Tomás de Torquemada 1483-1498
      Prior de los Dominicos de Segovia

  • Diego Deza 1498-1507   Arzobispo
    de Sevilla. Renunció

Inquisición de
Castilla

  • Francisco Jiménez de Cisneros
    1507-1517   Cardenal y Arzobispo de Toledo

Inquisición de
Aragón

  • Juan Enguera 1507-1513 Obispo de Vic.

  • Luis Meracader 1512-1516 Obispo de
    Tortosa

  • Adriano de Utrecht   1516
      Cardenal y Obispo de Tortosa

Inquisición
General

  • Adriano de Utrecht  
    1518-1522 En enero de 1522 fue elegido Papa con el nombre de
    Adriano VI

  • Alfonso Manrique 1523-1538  
    Arzobispo y Cardenal de Sevilla

  • Juan Pardo de Tabera 1539-1545  
    Arzobispo de Toledo

  • Francisco García de Loaysa 1546
    Arzobispo de Sevilla

  • Fernando Valdés 1547-1566  
    Arzobispo de Sevilla. Renunció en 1566

  • Diego de Espinosa 1567-1572  
    Obispo de Sigüenza

  • Gaspar de Quiroga 1573-1594  
    Cardenal y Arzobispo de Toledo

  • Jerónimo Manrique de Lara 1595
      Obispo de Ávila

  • Pedro de Portocarrero 1596-1599  
    Obispo de Calahorra y Córdoba.
    Renunció

  • Fernando Niño de Guevara
    1599-1600   Cardenal y Arzobispo de Sevilla.
    Renunció

  • Juan de Zúñiga 1602
      Obispo de Cartagena

  • Juan Bautista de Acevedo 1603-1608
      Arzobispo in partibus infidelium

  • Bernardo de Sandoval y Rojas 1608-1618
      Cardenal y Arzobispo de Toledo

  • Luis de Aliaga 1619-1621  
    Confesor real. Renunció

  • Andrés Pacheco 1622-1626  
    Obispo de Cuenca

  • Antonio de Zapata 1627-1632  
    Cardenal y Arzobispo de Burgos. Renunció

  • Antonio de Sotomayor 1632-1643  
    Arzobispo de Damasco

  • Diego de Arce y Reinoso 1643-1665
      Obispo de Plascencia

  • Pascual de Aragón 1665  
    Arzobispo de Toledo. Renunció

  • Juan Everardo Nithard S.J. 1666-1669
      Confesor del rey, Cardenal y Arzobispo de Edessa.
    Renunció

  • Diego Sarmiento de Valladares 1669-1695
      Obispo de Plascencia

  • Juan Tomás de Rocabert 1695-1699
      Arzobispo de Valencia

  • Baltasar de Mendoza y Sandoval
    1699-1705   Obispo de Segovia.
    Renunció

  • Vidal Marín 1705-1709  
    Obispo de Ceuta

  • Antonio Ibáñez de la
    Rivaherrera 1709-1710   Arzobispo de Zaragoza

  • Francisco Giudice 1711-1716  
    Cardenal. Renunció

  • José de Molines 1717  
    Auditor de la Rota romana

  • Felipe de Arcemendi 1718  
    Propuesto por Felipe V, no  tomó
    posesión

  • Diego de Astorga y Céspedes 1720
      Obispo de Barcelona. Renunció

  • Juan de Camargo 1720-1733   Obispo
    de Pamplona

  • Andrés de Orbe y
    Larreátegui 1733-1740   Arzobispo de
    Valencia

  • Manuel Isidro Manrique de Lara
    1742-1746   Arzobispo de Santiago

  • Francisco Pérez de Prado y
    Cuesta 1746-1755   Obispo de Teruel

  • Manuel Quintano Bonifaz 1755-1774
      Arzobispo de Farsala. Renunció

  • Felipe Beltrán 1775-1783  
    Obispo de Salamanca

  • Agustín Rubín de Ceballos
    1784-1793   Obispo de Jaén

  • Manuel Abad y la Sierra 1793-1794
      Obispo de Astorga y Arzobispo de Selimbria

  • Francisco Antonio Lorenzana 1794-1797
      Cardenal Arzobispo de Toledo.
    Renunció

  • Ramón José de Arce
    1798-1808   Arzobispo de Burgos y Zaragoza.
    Renunció

  • Francisco J. Mier y Campillo 1814-1818
      Obispo de Almería

  • Jerónimo Castellón y
    Salas 1818   Obispo de Tarazona. Fue el último
    inquisidor

Tomás de
Torquemada

El Gran Inquisidor

Monografias.com

Torquemada, Tomás de (1420-1498), monje
español y
gran inquisidor, famoso por su implacable administración de la Inquisición.
Nació en Valladolid e ingresó muy joven en la orden
de los dominicos. En 1452 fue prior del monasterio de Santa Cruz
en Segovia y, desde 1474, confesor de los Reyes Católicos,
Isabel y Fernando.

Por recomendación de Isabel, el papa Sixto IV lo
designó primer inquisidor general de Castilla en 1483.
Animado por sus soberanos, reorganizó la
Inquisición fundada en 1478. En 1487 fue nombrado gran
inquisidor para toda España por el papa Inocencio VIII.
Religioso profundo y celoso católico, estaba convencido de
que los no católicos y los falsos conversos eran capaces
de destruir a la Iglesia y al país, por lo que
utilizó la Inquisición durante los 11 años
siguientes para investigar y castigar a marranos (falsos
conversos procedentes del judaísmo), moros, apostatas y
otros a una escala sin
precedentes. Como en otros sistemas
judiciales europeos de la época, la tortura se empleaba
para conseguir declaraciones y pruebas, persiguiendo un amplio
abanico de delitos que incluían la herejía, la
brujería, la bigamia y la usura. Cerca de 2.000 personas
fueron quemadas en la hoguera durante el mandato de Torquemada.
También apoyó, en 1492, la expulsión de los
judíos
y los moriscos de España.

¿Quién logró acabar con
la inquisición?

La inquisición fue abolida durante la
dominación de Napoleón y el reinado de José I
(1808-1812). En 1813, los diputados liberales de las Cortes de
Cádiz lograron también su abolición, en
buena medida por la propia condena que el Santo Oficio
había realizado de la sublevación popular contra la
invasión del francés. Pero fue restaurada cuando
Fernando VII recuperó el trono el 1 de julio de 1814. Fue
de nuevo abolida durante el Trienio liberal. Posteriormente, en
la Década Ominosa, la Inquisición no fue
formalmente restablecida,[40] aunque de facto volvió a
actuar bajo la fórmula de las Juntas de Fe, toleradas en
las diócesis por el rey Fernando y que tuvieron el triste
honor de ejecutar al último hereje condenado, el maestro
de escuela Cayetano
Ripoll, muerto por garrote vil en Valencia el 26 de julio de 1826
(presuntamente por haber enseñado los principios
deístas), y todo ello entre un escándalo
internacional en Europa por la actitud de
despotismo que todavía pervivía en España.
La Inquisición fue definitivamente abolida el 15 de julio
de 1834 por un Real Decreto firmado por la regente María
Cristina de Borbón, durante la minoría de edad de
Isabel II y con el visto bueno de Presidente del Consejo de
Ministros Francisco Martínez de la Rosa. (Es posible que
algo semejante a la Inquisición actuase durante la primera
Guerra Carlista, en las zonas dominadas por los carlistas, puesto
que una de las medidas de gobierno que
preconizaba Carlos María Isidro de Borbón era la
reimplantación de la Inquisición).

Los Cataros
"Hombres Buenos"

Los Cataros, también llamados "Los Hombres
Buenos" (se incluye también a las mujeres con el
término de "hombres")  

El Catarismo arraigó en Occidente, y de modo
particular en la tierra de
Occitania, al sur de Francia.

La amenaza que representaban los Cataros contra la
Iglesia Católica de aquellas fechas, fue una excusa para
tratarlos como herejes y rebeldes sociales, y a caballo de los
poderes de la Iglesia y del Estado,
exterminarlos. 

El catarismo fue una filosofía que recogió los conceptos
mas humanos del cristianismo,
Los Perfectos y las Perfectas (que así eran 
denominados) y que enseñaban esta nueva doctrina, se
consideraban herederos de los apóstoles de un Jesús
espiritual, nunca material, tenían como libro
máximo al "Evangelio de San Juan"

La doctrina enseñaba la visión dualista
del universo. Con sus
dos principios antagónicos: el bien y el mal, la luz y las
tiniebla. La creación del mundo la atribuía a un
ángel malvado o Satán.

Y esto suponía que todo lo material simbolizaba
lo negativo y pecaminoso. Por lo que la única
solución para el ser humano de salvarse, radicaba en
seguir las enseñanzas de Jesucristo, quien  mostrara
al mundo el camino de la redención.

Los Cataros consideraban pecado lo que
la Iglesia romana consideraba pecado. Pero había una
excepción: El Juramento y el homicidio. Para
ellos estaban prohibidas las guerras y la
muerte de los animales. Tampoco
reconocían la autoridad de los Reyes, los Obispos y el
Papa. Con sus actos lograron anular a los curas del Languedoc y
por lo tanto se convirtieron en enemigos de la Iglesia Romana. El
merito de los cataros se basaba esencialmente en que no
mentían.

Todo lo que predicaban en el acto lo llevaban a la
practica, no apoyándose nunca en el razonamiento
hipócrita de "haz lo que yo te digo, pero no lo que
yo hago"
tan común en muchos
sacerdotes.

Otra de sus virtudes era que a diferencia de los
clérigos, trabajaban y no vivían de la caridad.
Aceptaban dadivas y donaciones pero enseguida eran utilizadas en
servicios a la comunidad,
reparando las casas de los pobres, los pajares, construyendo
pozos artesianos, etc. todo ello contribuyo mas tarde a la
terrible persecución de que fueron objeto y a su
aniquilación.

La casi totalidad de sus referencias eran cristianas, ya
que todo el saber estaba condensado en los monasterios y
abadías. Su universo mental no podía salirse de
esos conceptos religiosos. Y entendía su propia existencia
como resultado de una creación. Toda su vida social y
privada se centraba en su salvación y giraba en torno a un tema
recurrente: Dios.

Los Clérigos y laicos, poco a poco saldrán
con valentía a recorrer aldeas,  poblados y ciudades,
para predicar el Evangelio, sin preocuparles obtener ni la
autorización de Roma, ni el derecho a traducir las
Escrituras del latín.

Y en estas tierras, los cataros se hicieron famosos, y
poco a poco fueron siendo conocidos también con el nombre
de albigenses, nombre que se tomó de la famosa ciudad de
Albi. Ello también afectaba a otras ciudades como Tolosa
de Languedoc, Narbona, Carcassona, Beziers y Foix, entre
otras.

Uno de los puntos centrales del propósito de vida
cátara era la observación literal de los preceptos del
Cristo y, los cataros se mostraron a las poblaciones cristianas
como unos predicadores (itinerantes y pobres
1ndividualmente)
de la Palabra de Dios. Como ya hemos dicho
"Predicaban con el Ejemplo".  

Esta situación no gustó ya desde el primer
momento a la Iglesia Católica de Roma, y aunque se
hicieron esfuerzos profundos por parte del Clero para llevar a
los cataros a la ortodoxia católica, en ningún
momento lo consiguieron sino que lograron que poco a poco
crecieran sus adeptos.

La Iglesia intentó recurrir a las órdenes
religiosas para que pusieran
baza[6]pero ni cistercienses ni
dominicos lo consiguieron. El asesinato en 1208 de Pedro de
Castelnou, legado pontificio, en extrañas circunstancias,
dio margen al Papa Inocencio III a cambiar de táctica y
utilizar la violencia en
contra de los Cataros.

Se inició así una verdadera cruzada contra
los cataros. Esta cruzada fue una gran ocasión que se le
brindó a la monarquía francesa del Norte para ocupar
las tierras del Sur, más rico y civilizado. De esta manera
la Iglesia consiguió adeptos que le ayudaran en el
exterminio.

Esta violencia contra los cataros continuó
años más tarde con los procedimientos empleados por
la Inquisición y las posteriores hogueras
colectivas ordenadas por los distintos brazos temporales de la
Iglesia de Roma, para terminar con "gente indeseable y molesta"
como para ella fueron en todo momento los Cataros.

Se reunían principalmente en casas simples antes
de la famosa persecución y posteriormente durante ella en
simples cuevas o grutas, en los bosques. Y es que su
concepción de la vida chocaba contra la fastuosa pompa de
la Iglesia de aquellos tiempos.

Aunque atacaron el poder temporal de Iglesia, y la
venalidad de los prelados y de los clérigos, no formaron
nunca lo que hoy en día se podría denominar
"Partido Político". Sin embargo posteriormente serian
acusados vilmente de "Levantarse contra la Propiedad".

Impregnados de una profunda sabiduría y paz
interior, afirmaban que los hombres no tenían derecho a
juzgar a otros hombres. Consideraban que los móviles
humanos eran demasiado complejos y demasiado secretos, como para
que los jueces pudieran conocerlos y apreciarlos de manera
ecuánime.

Solo aceptaban para los culpables sanciones educativas y
reformadoras, que debían de estar cargadas de amor para con
los culpables, nunca de odio. Los castigos, según su
consideración no debían hacer que los delincuentes
se revelasen, sino despertar en ellos el deseo de la
enmienda.

Si eran pagados, utilizaban la mayor parte de las pagas
en la reconstrucción de casas de los pobres y necesitados,
predicando con hechos y no con palabras vanas y desnudas, el voto
de pobreza.

Los Cataros consideraban que la justicia aplicaba en los
países cristianos era una Ley demasiado
dura. Que era inhumana y maligna, ya que olvidaba el sentido
caritativo del perdón, al considerar a todo reo "Culpable
mientras no se demostrara lo contrario". Basaban sus argumentos
en esta circunstancia: "En una sociedad
gobernada por Lucifer, todo lo que se realice ha de ser
diabólico. Los Jueces, los Señores y los Sacerdotes
no tienen derecho a castigar, por que ven al acusado o al pecador
como una victima, y no como un hermano al que se le debe brindar
la oportunidad de arrepentirse".

Los Cataros basaron su eficacia en la
predicación, dando ejemplo de lo que predicaban, por lo
que causaron claro esta preocupación e inquietud en la
Iglesia de Roma.

Su principal valor estaba
en la dignidad
personal de
sus vidas. Sus actos y sus palabras, concordaban absolutamente.
Los que les escuchaban no podían acusarles de
hipocresía. Tenían la habilidad de aparecer como
auténticos "Hombres Buenos".

Llevaban una vida dura y errante, huían a veces
de alguna ciudad para dirigirse a otra, igual que ovejas entre
lobos, y durante su represión, sufrieron
persecución como los mismísimos apóstoles y
los mártires. Sin embargo su vida continuaba siendo santa
y austera, transcurriendo de abstinencia en abstinencia,
consagrándose a la oración.

Su trabajo era constante. Algunos eran médicos,
otros tejedores, otros trabajadores agrícolas. Y
así en el ejercicio de sus funciones
entraban en contacto con el pueblo creyente, al que consideraban
que debían aleccionar y preparar para el "Bautismo
Cátaro".

Los historiadores silencian, en efecto, cuál era
el ideario de aquellos hombres incomprendidos por el poder y el
clero y a los cuales finalmente se les exterminaría a
sangre y fuego. La excusa de luchar contra la herejía fue
solamente la coartada que debía enmascarar los verdaderos
fines que el exterminio encubría.

En la concepción que tenemos de nuestro actual
Padrenuestro los cristianos, hemos podido encontrar una sencilla
oración que según los estudiosos era el Padre
Nuestro de los Cataros, este rezaba así:

Padre Nuestro, que estas en los cielos, Santificado
sea tu nombreVenga a nosotros tu reino Hágase tu voluntad
así en la tierra como en
el cielo El Pan Nuestro, Supersubstancial, dánoslo hoy Y
perdona nuestra deudas Así como nosotros perdonamos a
nuestros deudores

Y no nos dejes caer en la tentación Mas
líbranos del Mal Ya que a ti pertenecen el Reino, el Poder
y la Gloria Por los eones de los eones Amen.

La herejía fue un desafió a la Iglesia
Católica. El descubrimiento de este desafió
causó una intensa crisis a
finales del siglo XII. A este desafió, la Cruzada y la
Inquisición dieron una respuesta violenta. Y hay
que entender la violencia y la brutalidad contra los cataros, a
causa de la crisis del pontificado de Inocencio III.

Este controvertido Papa comprendió mejor que
nadie de su tiempo que el catarismo había surgido en
Occidente, por una grave carencia de la Iglesia. Es decir una
catequesis inadaptada a los problemas cotidianos vividos por los
laicos. Y una culpable vida de relajo de clérigos
demasiado atraídos por las facilidades del mundo
temporal.

 

 

 

 

 

Autor:

José Aboal
Madriaga

[1] Inquisitio: investigación. Inquire: investigar,
averiguar, sacar a la luz.

[2] Ceremonia en que se ejecutaba
públicamente a los condenados por la Inquisición en
España y Portugal. Ocurrieron entre 1481 y 1826. Los
condenados eran quemados vivos.

[3] Restituir al gremio de la Iglesia a quien
se había apartado de sus doctrinas.

[4] Escapulario o capotillo que el Tribunal de
la Inquisición ponía a los penitentes reconciliados
por él.

[5] Viciado, estragado en las costumbres.

[6] Característica o conjunto de
características que conceden cierta ventaja a una persona
o cosa sobre otras: la baza fundamental del joven delantero es su
rapidez; la baza principal de la Costa del Sol como lugar de
vacaciones es su clima y sus
playas.

Partes: 1, 2
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