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La lealtad del Abogado (página 2)



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Por tanto, el abogado es, el que ejerce permanentemente
la Abogacía. Los demás serán solamente
licenciados en derecho, pero nada más.

Es importante mencionar algunas de las cualidades que
debe investir un abogado como son: saber investigar, saber
exponer, saber discutir y la más importante es amar su
profesión, pero no es menos cierto, debe poseer el
arte de hacer
y mantener buenas relaciones. Todas estas características
se logran con estudio exhaustivo y el arduo trabajo.

El abogado, es uno de los cooperadores o agentes que
intervienen en el proceso de
la
administración de justicia
defendiendo los intereses de las partes en litigio. Al ser el
abogado un profesional específicamente preparado y
especializado en cuestiones jurídicas, es la única
persona que
puede ofrecer un enfoque adecuado del problema que tiene el
ciudadano o 'justiciable' desde el punto de vista
procesal.

El abogado, debe tener un amplio concepto de
responsabilidad frente a sus clientes, quienes
en momentos difíciles de su vida entregan su confianza, en
el ejercicio de la profesión del abogado, para la
búsqueda de su libertad o el
mejoramiento o aminoramiento de una pena, así como la
defensa de su honor o su fortuna.

La prevención, es una de las funciones
básicas del abogado. Es decir, evitar los conflictos de
sus clientes. Con un buen asesoramiento y buen desempeño de sus funciones, el abogado,
más que para litigios, controversias y juicios, sirve para
no llegar a ellos, en pocas palabras este sirve para mediar,
terciar o evitar conflictos entre las partes envueltas en
algún problema. Además, lograr de manera
incansable, que su cliente salga
satisfecho de la labor realizada y reconozca que el fin de la
actividad del abogado es realizar justicia por medio del
derecho.

Es bueno resaltar, que la lealtad y ética del
abogado, no es solo con sus clientes, también debe existir
rectitud, honradez, nobleza, honestidad,
lealtad, respeto y
fraternidad con sus colegas. En tal sentido, existen normas entre los
profesionales del Derecho que deben respertarse. Podríamos
citar, cualquier arreglo o transacción con la parte
contraria deberán siempre tratarse por intermedio o por el
conducto de su representante legal, y no a espalda de
este.

Ser abogado no es saber el Derecho, sino conocer la
vida. El derecho positivo
está en los libros, pero
lo que la vida reclama no está escrito en ninguna parte.
Quien tenga previsión, serenidad, amplitud de miras y de
sentimientos para advertirlo, será Abogado; quien no tenga
más inspiración ni más guía que las
leyes,
será un desventurado mandadero.

La lealtad es un valor que no
puede ser definido fácilmente, creemos que esto es
más que nada un valor personal de cada
persona, independientemente si es o no un profesional del
derecho, es oportuno indicar que la abogacía no se
cimienta en la lucidez del ingenio, sino en la rectitud de la
conciencia. Malo
será que erremos y defendamos como moral y
rectitud lo que no es; pero si nos hemos equivocado de buena fe,
podemos estar tranquilos, siempre actuando con lealtad, tanto
para el contrario y el juez del proceso. Es adecuado citar las
palabras del novelista Gollete Iver. "Nuestro oficio ¿es
hacer triunfar a la justicia o a nuestro cliente?
¿Iluminamos al Tribunal o procuramos cegarle?

Cuando un abogado acepta una defensa, es porque estima –
aunque sea equivocadamente- que la pretensión de su
tutelado es justa, y en tal caso al triunfar el cliente triunfa
la justicia, y nuestra obra no va encaminada a cegar sino a
iluminar.

Pareciera que el tema del ejercicio de la
profesión de Abogado y su vinculación con los
derechos
humanos está claramente entendido tanto por los
propios profesionales como por la comunidad en
general.

Deplorablemente, debido a que dicho ejercicio en algunas
ocasiones no ha estado apegado
a la justicia y particularmente no se ha caracterizado por un
manejo transparente e incorruptible, la noble y digna
profesión de la abogacía ha sido estigmatizada como
una carrera que ha perdido sus cualidades morales. Bien
podría manifestarse que por un ejercicio inmoral de
algunos hemos tenido todos que afrontar que nuestra
profesión se haya desprestigiado y, en no muchas
ocasiones, se tache a todos los abogados de corruptos e
inescrupulosos.

Los
valores
morales de la profesión de abogado

Es oportuno que en todo momento reflexionemos sobre los
importantes valores
morales de nuestra profesión y particularmente su
vinculación con el ejercicio de los derechos humanos.

El Decálogo del Abogado señala, entre
otros principios, el
deber del Abogado de "estudiar", esto es, de perfeccionarse
constantemente en todas las ramas de la ciencia
jurídica. En este aspecto, por ejemplo, el ejercicio
jurídico vinculado a la promoción y respeto de los derechos humanos
requiere de una constante, permanente y ardua tarea de capacitación y
perfeccionamiento.

La mayoría de casos de violación a los
derechos humanos en los que no ha existido una adecuada
reparación por los daños causados, o incluso se ha
llegado a una flagrante impunidad, no
solamente sucede por una compleja y cuestionada administración de justicia, sino
también por la falta de preparación del abogado en
este sensible tema. El abogado debe conocer a cabalidad toda la
normativa internacional y nacional de respeto a los derechos
humanos y sacar provecho de los avances jurídicos que en
los últimos tiempos se han incorporado a favor del
ejercicio de las garantías
individuales y colectivas, tanto a nivel internacional como
en el campo del derecho interno.

El Decálogo del Abogado también manifiesta
que el deber del profesional es luchar por el derecho, pero el
día que encuentres en conflicto el
derecho con la justicia, lucha por la justicia. Este precioso
mandamiento en el campo de los derechos humanos se evidencia de
manera clara y objetiva, cuando en ocasiones, la normativa
jurídica aplicable es contraria a la justicia, a la
equidad y a
los principios de ius cogens internacionalmente
reconocidos.

El abogado debe estar preparado para encontrar
contradicciones en este aspecto y para superarlas ayudado y
orientado por la doctrina y los principios universales del
derecho
internacional que privilegian la condición de la
persona humana por sobre cualquier ordenamiento obsoleto y
contrario a la dignidad de
los individuos y de las comunidades.

El principio de la lealtad al cliente, al adversario y
al juez es fundamental. El desprestigio en el que ha incurrido la
profesión se debe precisamente a que se ha utilizado la
carrera para fines meramente lucrativos y de intereses personales
y no para luchar por la justicia, a través de bases
morales firmes que permitan un ejercicio transparente, honesto y
desprovisto de cualquier interés
que vaya en contra de los derechos de los demás. En el
ámbito de los derechos humanos el principio de la lealtad
a la justicia cobra aún mayor importancia por la
sensibilidad de los derechos conculcados que, muchas veces, puede
acarrear la destrucción total de un individuo o de
una colectividad. El abogado debe estar conciente de esta grave
responsabilidad y procurar, en todo momento, un ejercicio apegado
a la verdad y al derecho, aún cuando esto signifique
sacrificar intereses económicos o personales.

La tolerancia es
fundamental para crear una sociedad que
camine hacia una cultura de
respeto a los derechos humanos de todos sus habitantes. Si el
abogado no tiene claro este principio y no puede aceptar las
diferencias, muy difícilmente podrá defender a
víctimas de esta intolerancia, ya que el mismo no puede
encontrar el verdadero sentido de la solidaridad, y
por ende, de la justicia.

La lealtad en la
profesión

Tener lealtad en la profesión de abogado, es lo
que muchos han ido perdiendo debido precisamente a un ejercicio
profesional deshonesto e injusto. No podemos culpar los abogados
a los individuos si algunos prefieren hacer justicia por su
propia mano, si no han encontrado en nosotros un compromiso claro
de defender la justicia hasta las últimas consecuencias, a
pesar de la complejidad de un sistema legal,
judicial y penitenciario que no ha cubierto las expectativas de
una protección verdadera y digna de todos los derechos
ciudadanos y si algunos de nosotros hemos sido cómplices
de la injusticia y de la corrupción que impera, en gran medida, en
la administración de justicia.

Quizás el principio de la paciencia es lo que
necesitamos para mejorar el ejercicio profesional, para ir
construyendo un sistema legal participativo, democrático,
igualitario en el que nadie se quede afuera.

La lealtad que deben tener los profesionales del derecho
tanto con el cliente, con su colega y sobre todo con el juez,
debe ser una máxima que todo profesional debe cumplir,
para poder de estar
forma cambiar la mala imagen de los
abogados y sobre todo del alicaído poder judicial,
que en este caso vendría a ser el máximo referente
de la administración de justicia nacional, es sumamente
desagradable para los abogados que se califique al poder judicial
como el órgano mas corrupto e ineficaz, si tan solo se
practicara el decálogo del abogado realizado por Couture,
cuan diferente seria la imagen que se daría a la
sociedad.

Finalmente, creemos que el amor a la
profesión debe ser un principio que tiene que ser
revalorizado en nosotros mismos y en la colectividad, que
sintamos que la profesión tiene valores morales y
trascendentes que no pueden ni deben perderse por el virus de la
inmoralidad y la corrupción, menos aun por la falta de
lealtad, que nosotros y nuestros hijos consideren un honor el
ejercicio de esta noble profesión, que en sí misma,
entraña los principios más contundentes de respeto
y promoción a los derechos humanos, como son la igualdad, la
libertad, la solidaridad y la lealtad.

La ética y
lealtad profesional del abogado

Se ha cuestionado la posibilidad de señalar
principios éticos y normas morales para el ejercicio de
una profesión que es realizada por un hombre adulto,
ya formado, que tiene su propia concepción de la vida, de
la sociedad y por tanto de la profesión. Pero lo que se
pretende es formular pautas específicas que regulen el
correcto desempeño de cualquier profesión. En lo
que se relaciona con la profesión de abogado se establecen
tres clases de deberes: con el cliente,
con el juez y con el adversario.

5.1 DEBERES DEL ABOGADO CON EL CLIENTE.

Los deberes del abogado con el cliente pueden
sintetizarse así: lealtad e independencia.

La lealtad obliga al abogado el cumplimiento de los
siguientes deberes: decirle la verdad, hacerle conocer el alcance
del problema mantenerlo informado sobre el avance del proceso,
demostrar interés
por la causa, actuar con agilidad, instruir al cliente sobre lo
que debe hacer o decir, presentar toda la prueba posible, no
transigir ni renunciar derechos sin
el expreso consentimiento del cliente, etc.

La
independencia del abogado le obliga a no ser partícipe
de los intereses en conflicto
y por eso no es conveniente el pacto de cuota- litis así
como la aceptación del mandato, porque el primero
convierte al abogado interesado en la cuota-litis, y, el segundo
le hace también litigante, haciendo proclive a que el
proceso se
revista de pasión y encono.

5.2 DEBERES DEL ABOGADO CON EL JUEZ.

Los deberes del abogado con el Juez los resumimos
así:

  • a) Respeto a la magistratura. La Autoridad,
    el juez o tribunal son dignos de todo
    respeto por la investidura y función que ejerce independientemente
    de la persona.

  • b) Verdad para la justicia y fe en la justicia.
    El abogado debe hacer del proceso una síntesis de la verdad descubierta con
    la investigación
    a fin de que el Juez pueda tener
    seguridad de "administrar justicia". El abogado tiene que
    demostrar su fe en la justicia y en el ejercicio de la
    profesión frente a la autoridad.

  • c) Independencia. La independencia del abogado
    en el ejercicio del derecho le permite actuar con
    responsabilidad, con sensibilidad, con sentimiento altruista,
    con desinterés, con delicadeza y con
    modestia.

5.3 DEBERES DEL ABOGADO CON EL
ADVERSARIO.

Los deberes del abogado con el adversario se refieren a
la lealtad en la contienda, a la independencia, al
respeto y solidaridad
profesional. La lealtad en la contienda significa la defensa
honesta de la causa, utilizando
el lenguaje forense que no debe confundirse con el
lenguaje vulgar. El respeto solidaridad
obliga al abogado a mantener con el colega adversario relaciones
de cordialidad, sin que eso signifique abdicación de la
independencia, no debemos olvidar las celebre frase: "tratemos
como nos gustaria que nos traten", consideramos que esta frase
encierra el punto basico de la lealtad con el adversario, mas aun
cuando esta en discusión un derecho y se produce por tanto
un conflicto de intereses o una incertidumbre juridica, creemos
que esta en nosotros los abogados demostrar nuestros valores
morales y éticos, actuando no solo con lealtad, sino con
veracidad, compromiso y sobre todo con un profundo amor a la
justicia, todos los artículos expuestos por Couture se
relacionan el uno con el otro y son una extensa cadena de
principios que deben y deberían ser cumplidos por todos
los profesionales, no solo por los abogados, la
deontología profesional, nos inculca estos principios y
esta en nosotros seguirlos o no.

Reflexión
final

Debemos tomar en consideración que la principal
característica de la profesión de abogado, es
servir a los demás, con empeño, dedicación y
lealtad. Hacer de nosotros la frase del famoso jurisconsulto
español
Ángel Ossorio y Gallardo, "Quien elige una carrera
como la de abogado a ella tiene que entregarle el corazón".

Es obligación de cada abogado enseñar a
amar y a defender la Justicia a través del Derecho. El
abogado debe ser no sólo soldado de la justicia, sino
también defensor de la libertad., esto implica que tiene
que actuar en su cotidiano ejercicio profesional con lealtad,
probidad, dedicación y con un profundo amor a la
justicia.

Por tanto, debemos saber que cada uno de nosotros tiene
como norte serle fiel a nuestros clientes y respetar a nuestros
colegas y sobre todo a jueces y demás profesionales de la
justicia.

Que nuestro fin como abogado, es saber que desde que
comenzamos a ejercer profesionalmente muchas personas ponen sus
esperanzas en nosotros, y al asumir esa responsabilidad, no solo
debemos demostrar nuestra capacidad académica sino
también nuestros valores morales, un abogado debe ser una
persona comprometida con la justicia de su país, aun desde
la pequeña labor que pueda desempeñar, su accionar
puede hacer la diferencia en nuestra sociedad.

 

 

 

 

 

Autor:

Brandon M. Olivera Lovon

Abogado Egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias
Politicas de la Universidad
Andina del Cusco

Con estudios de Post-Grado en Derecho Civil y
Procesal Civil por la UNSAAC y Derecho de la Empresa por la
PUCP

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