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Leishmaniasis: sus consecuencias para los portadores del parásito (página 2)



Partes: 1, 2

Leishmaniasis cutánea

El período de incubación oscila entre semanas y
meses. La primera manifestación es una pápula en la
picadura del mosquito. La lesión evoluciona a nodular y
ulcerativa con una depresión
central rodeada de un borde endurado. Algunas lesiones puede
perdurar como nódulos o placas. Otros signos o
síntomas son otras lesiones múltiples primarias o
satélite, adenopatías regionales, dolor, prurito e
infecciones bacterianas secundarias. El diagnóstico se realiza mediante raspado de
la lesión para el exámen histológico o
aspirado de los nódulos linfáticos para el cultivo
del protozoo.

El tratamiento dependerá de si la diseminación a
las mucosas es posible, así como de la
localización, el número, el tamaño, la
evolución y cronicidad de la lesión.
Cuando se desea rapidez en la resolución de la
lesión, el antimonio pentavalente es el recomendado.

Leishmaniasis mucosa o mucocutánea

La Leishmaniasis de la mucosa naso-orofarígea es
relativamente poco frecuente. Los primeros síntomas son
epistaxis, eritema y edema de la mucosa basal y luego una
progresiva destrucción ulcerativa de la zona
naso-orofaríngea. El tratamiento con antimonio
pentavalente es moderadamente eficaz cuando la enfermedad
está en los primeros estadíos, pero puede fracasar
en situaciones más avanzadas.

Estados Morfologicos
de Leishmania

Leishmania presenta 2 estados morfológicos, el
promastigote, presente de forma extracelular y ubicado en el
intestino de los flebótomos, se caracteriza por tener un
cuerpo alargado y un flagelo que les permite el movimiento,
ésta forma al ser inoculada dentro de los hospederos se
transforma en el segundo estado
morfológico conocido como amastigote. Los amastigotes se
caracterizan por ser redondeados, sin la presencia del flagelo,
de 2 a 4 micras de diámetro con un núcleo y un
kinetoplasto (estructura
mitocondrial especializada que contiene ADN), ésta
forma parasitaria es la visualizada en los frotis y biopsias para
el diagnóstico de la enfermedad. Los amastigotes son
exclusivamente intracelulares pero pueden encontrarse en el
intersticio en los casos en los que el parásito se replica
hasta producir la ruptura de la célula
hospedera.

Diagnostico

El diagnóstico de la Leishmaniasis requiere la
visualización directa del parásito en improntas del
sitio de la lesión, las cuales se tiñen con Giemsa
o tinción de Romanowsky o por medio de biopsias. Otras
posibilidades de diagnóstico, consisten en el cultivo del
protozoo o el uso de técnicas
moleculares como la PCR (Reacción en cadena de la
polimerasa) para amplificar e identificar el ADN del
parásito. Entre los métodos
indirectos de diagnóstico se encuentran métodos
serológicos tradicionales como inmunofluorescencia y
ELISA. La prueba de Montenegro o Leishmanina es la más
usada en el mundo y consiste en la inoculación de
extractos parasitarios en la piel. Si el
paciente es positivo a Leishmania, se genera una reacción
de hipersensibilidad de tipo celular (IV), caracterizada por el
rubor y tumefacción del área inoculada. Esta prueba
es semejante a la tuberculina usada para el diagnóstico de
tuberculosis.

Tratamiento

El tratamiento de la Leishmaniasis es complicado y la
enfermedad presenta una morbilidad sustancial por lo que a menudo
se requieren terapias expeditivas.

Tratamientos de Primera Línea

El tratamiento de primera línea son fármacos
basados en antimonio pentavalente (SbV) tales como
estibogluconato sódico (Pentostam) usado principalmente en
Europa y el
antimoniato de meglimina (Glucantime) en el nuevo mundo. La
adherencia de los pacientes al tratamiento presenta dificultades
dada la toxicidad de la droga y lo
doloroso de éste, pues consiste de 20 inyecciones de
material oleoso.

Sin embargo, cada vez son mas frecuentes los reportes de falla
terapéutica, lo cual se traduce en la resistencia del
parásito al antimonio, áreas como la de Bihar en la
India,
reportan resistencia en el 70% de los casos tratados para
Leishmaniasis visceral.

Tratamientos de segunda línea

Tratamientos de segunda línea como el isotionato de
pentamidina, la anfotericina B (en particular la
formulación en liposomas) pueden representar cura
clínica a pesar de su toxicidad. La Anfotericina B es el
tratamiento de eleccion en la leishmaniasis visceral en regiones
en las que se presenta alta resistencia al tratamiento con
estibogluconato sodico (algunas regiones de India), aunque
recientemente se esta estudiando el uso de la paramomicina, el
cual ha demostrado una eficacia similar
y es mas economico. Recientemente se descubrió una nueva
droga, la Miltefosina, que tiene ventajas sobre las demás,
ya que esta es de administración oral; se han realizado
ensayos
clínicos en humanos para determinar la seguridad y
eficacia de este prometedor fármaco. Miltefosina no puede
ser usada en mujeres embarazadas dadas sus propiedades
teratogénicas, razón por la cual el uso de esta
droga es desestimulado.

Conclusión

De esta manera culmina mi trabajo acerca
de la leishmaniasis. El cual es una enfermedad muy grave para el
organismo humano.

Es importante combatir los criaderos de mosquitos transmisores
para que de esa manera podamos tener una vida libre de este mal
que acecha a la población mundial.

Anexo

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Autor:

Juan José Mendoza

2008

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