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Historia de vida: Pacheco, un llanero del siglo XX (página 2)



Partes: 1, 2, 3

Tiene además este texto otra
particularidad, producto de la
especial vida que desarrolló nuestro personaje, cual fue
que: José Bonifacio Pacheco se hizo conocer por todos,
absolutamente todos los habitantes de Guayabal y poblados
vecinos; incluso en centros poblados allende las
sabanas, que no soñó conocer Pacheco en vida,
conocen los cuentos de
Pacheco. Pero sólo eso, los cuentos. La historia de Pacheco no
cuenta nada acerca de las relaciones familiares, ascendientes,
descendientes. No existe un sitio que pueda definirse como lugar
de nacimiento del ciudadano Pacheco. Tampoco sabemos donde
reposan los restos mortales del personaje. No dejó
propiedades. Sólo los cuentos, y a éstos y
sólo a éstos se circunscribe la presente Historia
de Vida.

El autor de este texto es de las personas que no
conoció a Pacheco en persona, pero se
encontró con el Pacheco de los cuentos de caminos, el
Pacheco de los encuentros de los hombres llaneros, de trabajos de
llano, en sus horas de solaz y de fiesta. Es así, que en
la zona llanera del Sur del Guárico, en las poblaciones de
Calabozo, Caño "el Diablo, Paso "el Caballo,
Camaguán, La Negra, Uverito, Cazorla, y por supuesto,
Guayabal, donde es común, -como en todo el llano-, que los
hombres se reúnan a realizar tertulias, generalmente
acompañadas estas reuniones con cachos y juegos; en
estos momentos de esparcimiento, que no se realizan para celebrar
una ocasión especial, como un cumpleaños, -por
ejemplo-, pero que bien podrían representar el marco de
una celebración cualquiera; las que se acompañan
generalmente con bebidas espirituosas, surge siempre un
cuentacuentos, y por lo común uno de estos
juglares populares se sabe los cuentos de Pacheco. Cuentos que
hoy, con la presente obra, pasan, de ser la historia que se
cuenta y se escucha, a la historia que se escribe y se lee; con
la ventaja y desventaja de que carecerá de la vivacidad
del cuento
oído,
pero tendrá la permanencia de la letra escrita.

Para la elaboración de esta Historia se
contó con la voz de Freddy Jabano, Francisco Jabano, Trina
de Jabano, Antonio Navarro, Simón Daniel, Lorenzo
Álvarez, Emilio José Rodríguez Blanco, Pedro
Martínez, Eustoquia "Doña Toca" Colina, Ramón
Gutiérrez, Juan Ramón Seijas, Luisa Rivero "La
Paraulata del Llano" (†), Eduardo Ramón
Pérez Rojas, José Correa, Saúl
Álvarez, Cronista de Guayabal, Carmen Pantoja, Rafael
Castro, Presidente del Concejo Municipal del Municipio San
Jerónimo de Guayabal, Elia Pantoja, José
María Brizuela, Rafaela Carrasquel, Alfredo Ramón
Franco y Margarita Orta.

Ellos colaboraron en tediosas -pero fecundas-, jornadas
de trabajo,
cumplidas en las poblaciones de Guayabal y Caño`el Diablo,
lugares donde compartieron la vida con Pacheco. Algunos de los
entrevistados conocieron al personaje principal y casi
único de esta historia, cuando ellos eran adolescentes,
mientras Pacheco vivía las postrimerías de su vida.
Mientras que otros conocieron a Pacheco en plena etapa de sus
vidas adultas; hasta el punto que hemos contado con la
grabación de Antonio Navarro, de 86 años de edad,
quien tuvo la oportunidad de ser compañero de trabajo de
nuestro personaje, precisamente desempeñándose como
peón llanero de un hato denominado Santa Columba, en la
cuarta década del pasado siglo, y con la voz de la
señora Margarita Orta, de 94 años, quien
conoció al personaje en plena realización de su
vida.

Contamos, además, con la grabación de las
voces de
Reinaldo Ceballos y Luis Gómez, quienes no conocieron a
Pacheco, pero saben casi todos sus cuentos. Estos últimos
entrevistados son piezas fundamentales en la construcción de Pacheco, el personaje
creado por el imaginario popular llanero.

CAPÍTULO
I: MARCO METODOLÓGICO

"Una metodología alternativa para Ciencias
Sociales", escrito así, es el complemento del
título de la obra "Historia de Vida", de
Víctor Córdova. Este título contiene, a
nuestro parecer, la esencia del tratamiento metodológico
que nos guía en la presente indagatoria.

La Historia de Vida, también denominada Relatos
de Vida o Método
Biográfico, constituye el resurgimiento de lo
subjetivo. Resurgimiento que ocurre como respuesta a lo
objetivo, planteado por las Escuelas Positivistas hace
más de una centuria. Este cariz subjetivo que
orienta este nuevo método, "se apoya en la experiencia de
lo vivido, en la subjetividad como forma de conocimiento,
tan válido epistemológicamente como los
números, los modelos, las
curvas o cualquier otro procedimiento de
carácter estadístico."(CORDOVA,
2003).

Víctor Córdova presenta la Historia de
Vida como una alternativa metodológica, es decir, un
camino novedoso a seguir en las ciencias
sociales. Acerca de lo nuevo, nos dice: "… quiere decir
emergencia de lo subjetivo, cuya existencia en la práctica
social es muy vieja, es la emergencia de los relatos en los
cuales los actores no sólo narran su vida, sino lo vivido
socialmente, y su vida se problematiza en función de
su participación en la sociedad."
(CORDOVA, 2003).

En sentido general, la Historia de Vida,
metodológicamente hablando, significa que mediante el
estudio de un personaje, de su Historia de Vida,
se asume como representativo de una realidad histórica de
la sociedad y del tiempo en que
ha vivido. Es así que en la presente obra cuando hacemos
la historia de Pacheco, que vivió y se
desempeñó en las diversas tareas de asalariado en
la población netamente rural de San
Jerónimo de Guayabal, y hatos vecinos, estamos
incursionando también en la historia de todos los llaneros
que vivieron en sus campos o en pequeñas poblaciones del
llano colombo-venezolano en el transcurso del siglo que
recién finaliza.

Pacheco, un llanero del siglo XX, más
que la historia de vida de un personaje, es la
historia de numerosas personas del pueblo de San Jerónimo
de Guayabal, o del vecindario de todo el Sur del Estado
Guárico, de sus amigos, compañeros de trabajo y de
juegos, y familiares y compadres que se relacionaron con
él a lo largo de su vida.

CAPÍTULO
II: ANTECEDENTES HISTÓRICOS, GEOGRÁFICOS Y
CULTURALES

Estudiar la historia de
Venezuela, es estudiar necesariamente la identidad del
país. Quien estudia historia de
Venezuela, se pregunta, ¿Desde cuándo somos
venezolanos? ¿Desde cuándo nos identificamos
así?. Las respuestas a estas preguntas, nos obligan a
encontrar a los llaneros como fundamentales en la
conformación de la identidad del venezolano.

Hablar de venezolanidad es hablar de llaneridad, como
hablar de llaneros es hablar de llanos. Realidad que
además de étnica, es realidad geográfica,
que compartimos con Colombia. El
autor Eduardo Mantilla Trejos, en el texto denominado Joropo:
Identidades Llaneras
, acerca de esta cuestión nos
dice: "el llano es una unidad geográfica y cultural
perfecta que sólo se ve escindida por formulismos
políticos". ( MANTILLA, T. s/f )

La mezcla de sangre que
ocurrió en la tierra
plana de Los Llanos de los países Venezuela y
Colombia es descrita con las siguientes palabras por el autor
Luís Brito García, en el texto denominado
Llanos, de la fundación Polar: "Los colonizadores
del llano redujeron o expulsaron a cuivas, piaroas, panares,
araucos, otomacos, ciparicotos y yaruros, pero también se
unieron con los vencidos, y engendraron niños,
que del indio tenían el ojo rasgado, la tez morena y el
tobillo fino, pero también el dominio de las
complejas artes del tejido de moriche, de la alfarería y
la cerámica, de la pesca con
arpón y con flecha, del vaciado de árboles
mediante el fuego para fabricar las gráciles curiaras
(…) conocer los cambios de las estaciones (…) los
modos del cacique se perpetuaron en el caudillo."(BRITO
GARCÍA, Luis. 1986)

El estudio de la Geografía y de la
Historia de Los Llanos Colombo-Venezolanos, nos obliga a concluir
que compartimos con Colombia, además de la forma plana de
la topografía, la conformación de la
etnicidad llanera. Este aspecto
histórico-sociológico, que involucra a los dos
países, es descrito por el Doctor Adolfo Rodríguez
con las siguientes palabras: "Los llaneros venezolanos
constituyen una de las etnias de filiación mestiza, que
surgen del encuentro de los pueblos autóctonos de América
con los grupos humanos
procedentes de Europa y de
África. Un
mestizaje que se localiza en la Región de los Llanos de
las actuales repúblicas de Venezuela y de Colombia y que
no se expresa en una dinámica estructuralmente social y
cultural, sino que tiene importantes implicaciones de orden
ambiental derivadas de de
la presencia, en la misma región, de los grandes rumiantes
(bovinos y equinos), venidos también de Europa, más
o menos en la misma época: siglo XVI." (RODRÍGUEZ,
A., pp 9, 1990).

Comulgamos, además, con la idea del mismo autor,
quien en el mismo texto, Imagen de los Llaneros
Venezolanos,
que fue su trabajo de grado para optar al
título de Doctor en Ciencias Sociales, nos dice: "…
que la parentela del llanero debe localizarse más
allá de lo prescrito por la genealogía
convencional. Sus progenitores serían la tierra y sus
formas más significativas para la cultura
regional (la sabana, el monte, el río), y sus hermanos:
los animales,
plantas, etc.
El caballo, de fundamental importancia para la etnia llanera,
se identifica con los miembros de ésta, unas veces como
progenitor y en ocasiones como un hermano.". (RODRÍGUEZ,
A., pp 59, 1990).

La población donde vivió Pacheco se
enmarca geográfica y culturalmente en los estudiados
llanos colombo-venezolanos. Guayabal y San Jerónimo de
Guayabal, son los nombres con los cuales se denomina esta ciudad
capital del
municipio, y el municipio autónomo, que son llamados
indistintamente: Guayabal.

La ciudad de Guayabal está situada al Sur del
Estado Guárico, a 14 Kilómetros de San Fernando de
Apure, capital con la cual mantiene estrecha relación
comercial y marcada dependencia económica. Siempre
había dependido jurisdiccionalmente de la ciudad de
Calabozo hasta que la Asamblea Legislativa del Estado
Guárico le dio autonomía en el año 1992.
Actualmente tiene suscrita, políticamente, a su
jurisdicción, a la Parroquia Cazorla.

El Estado Guárico es uno de los denominados
Estados llaneros en Venezuela, dentro de los cuales se encuentran
las entidades: Apure, Barinas, Portuguesa, Cojedes,
Anzoátegui y Monagas.

La región llanera venezolana se extiende sobre
casi una tercera parte del territorio nacional, ocupan los llanos
venezolanos una superficie de 280.000 km², territorio donde
se presentan tres áreas diferenciadas por su relieve, que
son: Llanos Occidentales, Llanos Centrales y Llanos Orientales.
La ciudad de Guayabal, territorio donde José Bonifacio
Pacheco hizo su vida, está ubicada en los denominados
Llanos Centrales, en la porción denominada Llanos Bajos,
que básicamente se caracterizan por estar por debajo de
los 100 metros de altura sobre el nivel del mar y son tierras que
se inundan durante la época de lluvias.

La personalidad
del protagonista principal de esta Historia de Vida se inscribe
en este escenario de llanos que se describe en el presente
aparte. La psicología del personaje se inserta en una
manera de ser correspondiente a lo que se puede tipificar como la
etnopsicología del ser llanero.

Esta etnopsicología del ser llanero en general, y
de José Bonifacio Pacheco, en particular, determinaron
la
personalidad del personaje, que solucionó sus problemas de
la vida diaria de una forma satírica e irónica,
carácter que le funcionó durante toda su existencia
como un sistema de
defensa y ataque ante las circunstancias que le tocó
enfrentar, cual fue su condición de peón del hato
llanero frente a la presencia omnímoda del
patrón de sus labores y dueño de las tierras, del
ganado, y de cualesquiera otra propiedad que
en el llano de Colombia y Venezuela hubiera en la primera mitad
del siglo que recién finaliza. Muestra de esta
condición de la personalidad de Pacheco, de darle
respuestas acertadas, chistosas y relancinas a los
problemas que se le presentaban en su trabajo en el hato llanero,
tenemos lo sucedido en el desempeño en uno de estos hatos. La fuente
oral lo cuenta así: "En la casa de Margarita Orta,
…, allí nos encontramos con que Margarita Orta,
señora de 94 años y lúcida, había
sido cocinera de uno de los personajes más importantes
desde el punto de vista comercial de Guayabal, que se llamaba don
Félix Abrahán, que era dueño de casi todos
los terrenos de Guayabal en esa época. Entonces, Pacheco
trabajaba para don Félix Abrahán; y en una de esas
vaquerías, llegan …, cuelgan …,
después de la faena, …, cuelgan cercano, ya al
final de la tarde, …, cuelga, …, cuelga Pacheco al
lado de don Félix Abrahán. Don Félix
Abrahán, como todo dueño de hato, desconfiado, le
dice:

-¡Bueno, Pacheco! ¿Por qué
estás colgando tan cerca de mí?.

Entonces Pacheco con su tono característico, le
dice:

-Bueno usted a mí no me molesta, si yo le
estorbo, quítese.

Jajajaja".

CAPÍTULO
III: LA BÚSQUEDA DEL PERSONAJE A TRAVÉS DEL
MITO

El autor del presente texto conoció a Pacheco en
los caminos del llano, por donde transitan todos y cada uno de
los habitantes y visitantes de estas tierras. Encontramos a
Pacheco en los sitios donde se reúnen preferentemente los
llaneros del sexo
masculino. Lugares rústicos donde los muchachos ponen a
competir sus habilidades en las faenas diarias: cachos, bailes,
coplas, caballos y juegos, trabajos y fiestas.

Y cuentos.

En la reunión de los jóvenes siempre
había especial atención para aquel compañero que
tenía un cuento bueno y nuevo. Temprano nos dimos cuenta
de que esta especial atención se la ganaba,
indefectiblemente, el joven que se sabía los cuentos de
Pacheco.

El enterado de los cuentos de Pacheco, se ganaba un
numeroso auditorio por un buen rato. Con el pasar del tiempo los
cuentos se repetían. Con poca frecuencia surgía uno
nuevo. Y surgieron las preguntas: ¿Pacheco vive?. Algunos
se aventuraban a decir que sí, pero que estaba muy
viejito. ¿Dónde vive Pacheco?. Nadie lo
sabía con certeza. Alguien decía que posiblemente
vivía en Guayabal, o Cazorla, o en Caño "El Diablo,
lugares de correrías de sus cuentos; o posiblemente,
decía otro, vive en el Ancianato de Biruaca, en el Estado
Apure. Pero nadie respondía con certitud.

Esta situación de incertidumbre, junto al
conocimiento de la presencia cierta y generalizada de los cuentos
de Pacheco en los llanos del Sur del Estado Guárico,
-presencia que se alargó por más de un cuarto de
siglo-, llevó al autor de esta historia a interrogar a
quienes echaban los cuentos de Pacheco, e ir más
allá de las cuestiones relacionadas con el lugar donde
vive Pacheco, con la pregunta: ¿Tú conoces a
Pacheco?, ¿lo has visto alguna vez?, ¿conoces a
alguien que conozca a Pacheco, que lo haya visto?. Encontramos
respuestas que indicaban a las poblaciones de Guayabal y de
Caño "el Diablo. Nos dirigimos a estos centros poblados y
nos encontramos con que ciertamente había vivido en la
población de Guayabal, -hoy ciudad capital del Municipio
Autónomo San Jerónimo de Guayabal -, durante el
recién finalizado siglo XX.

Hacer una Historia de Vida, por mucho que tenga el
ropaje de ser una "nueva manera de hacer historia", que se
fundamenta en la llamada historia oral, no deja de tener visos,
que no por ser tradicionales, dejan de ser fundamentales. En este
sentido, entendemos que una biografía, hecha con
la metodología Historia de Vida, o mediante cualquier
otra, debe tener, entre otros, datos
documentales que nos indiquen: nombre exacto del personaje,
dónde nació, fecha de nacimiento, madre, padre,
hermanos, tíos, sobrinos, esposa e hijos.
¿Murió? ¿Dónde? ¿Y de
qué? ¿En qué fecha? ¿Dónde
está enterrado?.

En el devenir de la
investigación oral este autor viajó numerosas
veces a la población de Guayabal, encontrándome con
que en esta población, los habitantes con poco más
de la treintena de años de edad, conocieron a Pacheco. Y
todos, absolutamente todos los guayabalenses, sin importar la
edad, sexo y/o condición social, han oído hablar de
Pacheco, es decir, conocen sus cuentos.

Realizamos la grabación y posterior
trascripción de estas voces. Grabar los cuentos de Pacheco
no presentó dificultad alguna, todos hablaban de Pacheco
sin objeciones. Los problemas se presentaron cuando hicimos
preguntas, o cuando formulamos interrogantes de respuestas,
supuestamente, fáciles: ¿Cuál era el nombre
completo de Pacheco?, ¿Pacheco es sobrenombre?,
¿Cuál era el verdadero nombre del ciudadano
Pacheco?, ¿Dónde exactamente nació?,
¿Quiénes son sus familiares?, ¿Dónde
murió?, ¿Dónde está enterrado?.
Preguntas que no tuvieron respuesta.

Ante la interrogante, ¿cuándo nació
Pacheco?, era natural que los entrevistados no tuvieran
contestación precisa. Respondían: Pregúntale
a sus familiares. Respuesta difícil, si encontramos que en
la Guía Telefónica y en el Padrón Electoral
de esta ciudad es inexistente el apellido Pacheco, con la
excepción del personaje Pacheco, José
Nicolás, quien a la fecha en que se redacta este párrafo, aún aparece en el registro de
votantes. Las personas con los apellidos Carrasquel y Pantoja,
que los entrevistados nos indicaron como sus familiares,
señalaron a su vez, que el señor Pacheco
había llegado un buen día diciendo que era parte de
su familia, pero
que ellos no tuvieron, ni tienen ninguna manera de probarlo,
amén de que lo dudan.

Nos informaron estas personas allegadas a Pacheco en
vida, y de hecho, propietarias de la vivienda donde vivió
Pacheco en Guayabal, que el nombre completo del personaje era
José Bonifacio Caballero, y que su lugar de nacimiento era
la población de Sosa, parte del Municipio Mellado, con
capital la ciudad de El Sombrero, del mismo Estado
Guárico.

Con esta información realizamos la dura, -por
infructuosa-, tarea de buscar la partida de nacimiento en el
Registro Civil de la ciudad de El Sombrero. También
buscamos el apellido Caballero y la búsqueda fue igual de
infructuosa. Nos brindaron una nueva información: Pacheco
nació en Parapara o en Cantagallo, poblaciones del
municipio Roscio. Nos dirigimos a estos repositorios de Libros de
Inscripciones de Nacimientos, esta vez con un dato que nos daba
algún principio de certeza acerca del nombre del
personaje. En un tríptico publicitario alusivo a las
fiestas patronales en honor a San Jerónimo, Santo Patrono
de Guayabal, del año 1992, aparece un apartado denominado
Guayabal en la Historia, Hijos Ilustres, donde dice: "Sr.
José Bonifacio Pacheco, (Lambiojo), Fallecido.". Esta
nueva búsqueda, que apuntaba preferentemente al apellido
Pacheco nos permitió conocer que en estas poblaciones
guariqueñas, vecinas de la ya investigada población
de Sosa, sí existía el apellido Pacheco,
especialmente en el poblado de Cantagallo. En el Registro Civil
que se ubica en la población de Parapara, nos topamos con
un niño, nacido en Cantagallo, inscrito en el año
1930, de nombre Bonifacio Pacheco, datos que nos despertaron
esperanzas. Nos dirigimos de Parapara a Cantagallo con el fin de
entrevistarnos con los familiares de nuestro posible Pacheco, y
el resultado fue que este Bonifacio Pacheco está vivo, y
no tiene nada que ver con nuestro personaje, aparte de
sólo ser homónimo. El resultado de la investigación para ese momento era: No se
sabía cuándo, ni dónde había nacido
nuestro personaje. Presumíamos, con cierto grado de
certeza, que se llamaba José Bonifacio Pacheco,
sólo eso.

Tampoco sabíamos cuándo ni dónde
había muerto Pacheco. Antes de curucutear las Partidas de
Nacimiento en los Registros Civiles
de El Sombrero y Parapara, habíamos intentado ubicar la
Partida de Defunción en los Registros Civiles de Guayabal
y San Fernando de Apure. Estas dos ciudades son señaladas
por los entrevistados, indistintamente, -la mitad a Guayabal y la
otra mitad a San Fernando de Apure-, como el lugar de muerte y
sepultura del personaje Pacheco. Para el momento de la redacción de esta parte de la
investigación no se conoce la ubicación de los
restos mortales de Pacheco. Nos gustaría tener esta
información acerca del lugar donde reposan los restos del
personaje, y cambiar la redacción de este párrafo.
Todo parece indicarnos que la historia pudo borrar al personaje
de carne y hueso, pero Pacheco se sumergió en la
sabiduría popular llanera para no ser olvidado en los
tiempos previsibles en el horizonte del llano.

En la tarea de realizar la labor de trascripción,
el autor escuchaba una entrevista de
una de las presuntas sobrinas-nietas de Pacheco, la Señora
Carmen Pantoja, oímos con detenimiento que Pacheco
había votado en unas elecciones nacionales: "Pacheco me
hizo trampa esa vez. Para las elecciones yo estaba con los
amarillos, y Pacheco había aparecido para votar en las
listas del Estado Apure, esa vez se votaba con tarjetas, no con
tarjetón. Pacheco me engañó, dijo él
que había votado por los adecos, -que en esas elecciones
estaban representados con la tarjeta negra-, porque dizque
sólo le dieron tarjetas de ese color … ".
De esta información, importante por demás, y a la
cual no le habíamos dado la relevancia que tuvo,
concluimos que si votó tenía cédula, y si
tenía cédula, seguro estaba en
los Registros de Identificación Nacional o en el Registro
del Poder
Electoral. Nos dirigimos directamente a la Oficina de
Registro de la Dirección de Identificación y
Extranjería de la Ciudad de Calabozo, donde
contamos con la eficaz colaboración de su Directora, la
Señora Carmen Noelia Hernández, quien nos
brindó información que nos permite concluir que
Pacheco, el personaje de carne y hueso, sí
existió.

CAPÍTULO
IV: BIOGRAFIA DE PACHECO

La vida de José Bonifacio Pacheco, es la vida de
un llanero más; con destacadas salidas, -por lo
extraordinariamente ocurrentes y jocosas-, ante los problemas de
la vida diaria. Es la vida de un hombre que se
dedicó a las labores propias de la condición de
humilde que mantuvo Pacheco durante toda su vida, y propias del
hombre de estos llanos del Sur del Estado Guárico. De
acuerdo con los informantes de esta Historia de Vida, el
personaje de este texto, seleccionaba, dentro de las limitadas
posibilidades propias de la faena llanera, el trabajo que
requería menos ejercicio y desarrollo de
fuerza, -no
oímos nunca en las grabaciones a un informante que nos
relatara que Pacheco se desempeñara en un trabajo como de
amansador de bestias, por ejemplo-. Uno de los trabajos en los
cuales se desempeñó Pacheco en sus tiempos de
joven, antes de su último trabajo como santero, era el de
alguacilero o peón de mes, que consistía
en realizar una labor que resultaba ser un apoyo a labores
propias del hogar llanero, como buscar agua, cortar y
buscar leña, entre otras. Algunos de los cuentos de
Pacheco ocurrieron con ocasión de desempeñarse como
cocinero en algún hato.

Al referirnos a los trabajos que desempeñó
Pacheco en su vida de llanero, el relato de señor Antonio
Navarro es esclarecedor: "… trabajábamos juntos
allá en Las Culebritas, en un hato de Antonio
Pérez, … él era el alguacilero, y
yo era ordeñador, y entonces to" el mundo Pacheco,
… le decían Lambiojo y se le ponía muy
bravo. Sí, él era el que buscaba el agua y la
leña. ¡Ah, sí!, a él le gustaba mucho
ser alguacilero. A él le pagaban por mes, yo creo que le
pagaban un rial diario, un bolívar,
… algo así, como dos bolívares".

José Bonifacio Pacheco fue un habitante del llano
que plenamente ejerció sus derechos civiles, obtuvo un
documento de identificación y votó. La ficha
técnica de este certificado fundamental, indica: "Nombre:
Pacheco, José Bonifacio; Cédula de Identidad
Nº.: 6.630.934; Madre: Modesta Pacheco; Lugar de Nacimiento:
Hato Viejo, Guayabal, Estado Guárico; Fecha de Nacimiento:
06 / 05 / 1902. Soltero. Agricultor. Estatura: 1:55 metros. Ojos:
Pardos. Cabellos: Castaño. Piel: Blanca.
No sabe firmar.

"Dirección: Calle Bolívar S/N, Guayabal
Estado Guárico.

"Acta de Nacimiento, inscrita en Guayabal, bajo el
Nº. 22 del año 1904".

Este último dato, el referido al Acta de
Nacimiento, nos permitió ubicar fácilmente esta
Acta en las Oficinas de Registro Civil de la población de
Guayabal, lugar donde no habíamos nunca buscado siguiendo
a la información de los entrevistados, quienes eran
contestes en indicar que Pacheco no había nacido en
Guayabal, que el personaje junto con su hermano, de nombre
Antonio Caballero, habían llegado a la zona ya
adultos.

La trascripción exacta de la Partida de
Nacimiento es:

"Emeterio Graterol, primera autoridad
civil del municipio Guayabal, hago constar que hoy veinte de
Febrero de mil novecientos cuatro, me ha sido presentado un
niño por Modesta Pacheco vecina de este municipio, mayor
de edad, de estado soltera y de ocupación las propias de
su sexo, y manifestó: que el niño cuya
presentación hace, nació el seis de mayo de mil
novecientos dos, tiene por nombre José Bonifacio y es hijo
natural de la presentante. Los testigos presenciales de este acto
fueron Manuel Ramos y Antonio Mª Méndez vecinos y
mayores de edad. Extendida inmediatamente la presente acta en el
libro de
Registro civil correspondiente se leyó a las
personas que deben suscribir y habiendo manifestado estar
conformes, firma el señor Antonio Mª Méndez
que es el que sabe hacerlo.

El Jefe Civil

Emeterio Graterol

El Secretario

Y. de P. Sierra R ."

Trascripción que hacemos para demostrarnos que
las fuentes orales
tienen una certeza relativa, (ver copia anexa).

CAPÍTULO
V: PERFIL PSICOGRÁFICO DE PACHECO

En el texto, IMAGEN DE LOS LLANEROS
VENEZOLANOS,
el autor Adolfo Rodríguez, citando a
Fernando Calzadilla Valdés, caracteriza así al
llanero:

"…debe ser además un buen vaquero en el
otro sentido, malicioso, atinado en sus deliberaciones, debe
poseer buena vista, no solamente para ver, sino para discriminar
lo que vé, y saber hacia dónde, cerca o lejos puede
y debe mirar". (RODRÍGUEZ, A., pp 54, 1990).

La historia venezolana caracteriza así al
llanero, particularmente en lo referido a la solución
ocurrente, chistosa y relancina. Nos los describe
así un cacho que se denomina "VINO DE CALABOZO …",
narrado por el respetado autor Oscar Yánez de esta manera:
"Todos ustedes han oído hablar del famoso atentado en el
Congreso el 24 de enero de 1848. Las historias más
diversas han circulado siempre sobre este episodio; algunas, por
supuesto, tremendamente dramáticas y radiografía
exacta de la realidad venezolana, y otras, muy divertidas como es
el caso de lo que le pasó en aquella oportunidad al doctor
Palacios, representante del Guárico. Cuando comenzó
la periquera y el plomo –como decían entonces- en el
Congreso, el doctor Palacios abandonó, revolver en mano,
la presidencia y se dispuso a salir. En medio del bululú
un estudiante lo detuvo y le gritó; "Doctor vuelva a su
sitio", y el doctor Palacios le respondió: "yo peleo en
banco de
sabana, pero no peleo enchiquerado como caballo maneao en manga
entre estos cuatro paredones". "No doctor –le dijo el
estudiante- usted tiene que pelear, aquí lo que falta es
valor, hay que
morir como un romano", entonces Palacios se le quedó
viendo y le dijo: "yo no soy de Roma, yo soy de
Calabozo, y aquí voy a quedar yo como cucaracha en baile
de gallina". Vean ustedes cómo en el dramatismo de las
cosas más terribles de la historia, siempre hay el tono de
humor y el ingenio venezolano. En fin, la gente sigue siempre
recordando el atentado al Congreso el 24 de enero de 1848, y
también recuerda, la historia del doctor Palacios, cuando
dijo que el no iba a morir como romano, porque él era de
Calabozo…" (Yánez, O. pp 48).

La presente es una historia con una
característica particular, se refiere a su vez a la
historia de dos personajes: Una, la biografía del
personaje creado por el imaginario popular, que tiene soluciones
ante la vida tan ocurrentes y chistosas que "se parecen"
a los cuentos de Pacheco, y que al pasar de boca en boca, hay un
momento que "pueden ser" de Pacheco, hasta que, al fin,
"son" los cuentos de Pacheco; y Dos, la biografía
del individuo que
fue, que existió en Los Llanos Centrales de Venezuela, el
individuo que caminó por las calles llenas de polvo, o de
barro, del poblado de Guayabal, -bien fuese invierno o verano-,
el individuo de carne y hueso, que nació en Hato Viejo,
jurisdicción del Municipio San Jerónimo de
Guayabal, un 06 de mayo de 1902, y fue presentado en la Jefatura
Civil del cercano pueblo de Guayabal, el 20 de febrero del
año 1904, por su madre, Petra Modesta Pacheco. Hay que
acotar que si bien el lugar Hato Viejo existe, no se logró
alguna comprobación histórica, aparte de la Partida
de Nacimiento que se refiere, que indique que haya nacido en ese
lugar un individuo con el apellido Pacheco en el principio del
siglo pasado.

El niño José Bonifacio fue llevado al acto
de presentación civil por su madre solamente, porque no
tuvo padre, como muchos llaneros. Un importante número de
niños en la región llanera es "presentado"
sólo por sus madres ante las Oficinas de Registro Civil; y
en la "presentación" ante la sociedad la ausencia del
padre que los concibió es igual de notoria. Realidad
ésta que se vivió en la región llanera en el
siglo XX, pero que hoy, en los albores de este siglo XXI es una
situación latente; prueba de ello es la lista que se pasa
en las clases de primaria o secundaria, que se leen en esta parte
del país Venezuela, donde con frecuencia se repiten los
nombres de niños con sólo el apellido de la madre,
y que no se ocultan al decir: "presente".

José Bonifacio Pacheco, fue un llanero que
también ante la vida dijo "presente". Fue un llanero que
no conoció padre; se desempeño en las labores
cotidianas de un llanero del siglo XX, como becerrero cuando era
joven, y peón de hato cuando se hizo adulto. "Pacheco
prefería los trabajos livianos …", nos cuenta el
señor Antonio Navarro, quien cumplió los 86
años en febrero de 2006, época en la cual se
realizó la presente grabación, y tuvo la
oportunidad de desempeñarse como peón de hato,
junto a Pacheco, en el siglo XX.

Posteriormente José Bonifacio Pacheco
ejerció como "Santero", cargo que correspondía al
creyente en el Santo Patrono del pueblo, con la tarea de recoger
las limosnas de feligreses en las calles y casas de vecindarios
ubicadas en el inmenso llano de Guayabal. Precisamente, en el
desempeño de esta tarea de santero, que significaba ser
quien cuidaba el dinero de
la colecta, que se supone destinado exclusivamente a las fiestas
de San Jerónimo, que se realizaban y se realizan a finales
del mes de septiembre, fue escenario para el desarrollo de gran
cantidad de cuentos de Pacheco. La labor de santero, actividad
que comprendía el recaudar y celar los reales del
santo, reñida con la actitud
relajada y displicente de Pacheco, como consuetudinario
partícipe de los diferentes y numerosos juegos de envite y
azar que se practican de manera generalizada en el
llano.

Esta es una situación que se prestó, para
que el Pacheco de verdad, resolviera con su particular ingenio,
las numerosas situaciones que en la vida, de verdad, -repito-, se
le presentaron. Y es una ideal posición, -la de un viejito
que es santero-, para que el imaginario popular idee situaciones
y salidas con la particularidad de parecer acciones de
José Bonifacio Pacheco, porque resultan contestes al
Pacheco ideado por la mitología popular.

¿Cómo era, o es
Pacheco?

Sin distinción, los cuentos del Pacheco de
verdad, y los cuentos del Pacheco de la mitología popular,
son exactamente los mismos cuando describen el aspecto
físico del personaje. Pequeño de estatura, dicen
los cuentos, lo que es verdad. La ficha de la Oficina de
Identificación revela que el personaje único de
esta historia, medía un metro con cincuenta y cinco
centímetros. Además de pequeño era blanco,
la ficha de marras nos indica: "Pacheco, José Bonifacio
(…) Soltero (…) Agricultor. Estatura: 1:55 metros. Ojos:
Pardos. Cabellos: Castaño. Piel: Blanca. No sabe
firmar."

La mayoría de los cuentos, -no todos-, describen
a Pacheco como un viejito.

La voz de Pacheco

Es interesante resaltar una característica del
personaje, acerca de la cual coinciden de manera unívoca
todas las fuentes orales, nos referimos a la voz de José
Bonifacio Pacheco. (Recordemos que estamos tratando con una
Historia Oral). Destacamos la importancia de la oralidad, porque
usted al tener acceso a la lectura de
la presente obra, no podrá oír la voz de Pacheco,
como no puede oírse la voz de una persona muerta, a menos
que en un futuro tengamos la poco probable información que
nos indique que Pacheco fue grabado en vida.

(Como sí han informado al autor, que un
médico, oriundo de esta región llanera, llamado
Calazán Díaz, que vive en el Estado Mérida,
posee una fotografía
que le tomó en vida al llanero José Bonifacio
Pacheco. Material al cual no se ha tenido acceso).

Nunca podrá oírse una voz mediante una
obra escrita, tampoco podemos oír la voz de un muerto, al
menos que haya sido grabado. Pero lo que sí podemos
oír, -como lo hicimos nosotros-, es la voz de los
informantes que conocieron a Pacheco, en persona, o por cuentos;
que en el primer caso recuerdan sus emisiones de voz claramente,
y lo imitan. Y cuando lo han conocido por los cuentos, imitan
perfectamente a quienes conocieron al personaje. Todos vocalizan
como Pacheco, de una sola manera.

Intentaremos en los siguientes párrafos,
desarrollar una tarea harto difícil: hacer una descripción de la voz de Pacheco. Intente
Usted, por favor, "oírlo", cuando lea estas
notas.

Ante cualquier planteamiento Pacheco respondía:
"sí señor", con voz de completo sometimiento, voz
de debilidad tal, que era señal inequívoca de
asentimiento a lo planteado por el interlocutor, lo que le
evitaba cualquier posible problema. La voz de Pacheco es descrita
por los entrevistados con una suavidad extrema, como en falsete,
o atiplada, que transcribimos el "sí
señor"
de Pacheco, así: "sjiiií
jeñooó".

Como ejemplo, vale la trascripción de uno de los
cuentos de lo que le ocurrió con el Señor Lorenzo
Álvarez, quien lo relata así:

"… yo voy pasando y me saca la mano:

-¡Deeeme la coliita!

Porque él hablaba así.

A él le decían por mal nombre: Buey
Cagao, Lambiojo, Buey Barroso, Caimán
Chucuto, Toro Barroso, Bicicleta, …

Él sería que se hizo como quien no me
conocía, … y le dije, cuando se estaba
montando:

-¿Usted es el que llaman señor
Lambiojo?

-Siií jeñooó …".

Para leer esta obra, que es "oír" los cuentos de
Pacheco, hay que "darle valor a la palabra que se lee". El tono
es un ingrediente indispensable que une a quien escucha con quien
habla. Como Usted no está oyendo, si sabe de los cuentos
de Pacheco, por favor, recuérdelos vivamente al leer esta
historia; y si no los ha oído, imagíneselo.
Imagínelo en un poblado del Sur del Estado Guárico,
en un pueblo tranquilo, rural y ganadero, en tiempos del siglo
XX. Imagine la voz de un personaje humilde, generalmente
asalariado, rebuscando en su repertorio la alternativas
pertinentes ante los acertijos con que el patrón, el
propietario, el citadino, el otro, le planteaba, para salir
airoso en cada situación.

CAPÍTULO
VI: LOS CUENTOS

Reitero que van a referirse los cuentos del Pacheco
real, quien vivió de verdad en un espacio del llano
venezolano llamado Guayabal, así como del Pacheco
imaginario, que en realidad no existió físicamente,
pero que "vive" aún en un lugar indefinido de los llanos
venezolanos, en el amplio Sur del Guárico. Con amplias
posibilidades de trasladarse, -el Pacheco del imaginario
popular-, a otros poblados de los Estados llaneros de Venezuela,
de acuerdo a lo que ha podido determinar el autor, y hasta los
Departamentos llaneros de Colombia, aspecto este último
que esperamos contestar en otra investigación.

En este apartado de la obra, identificaremos al
personaje que existió de verdad, con el nombre de
"José Bonifacio Pacheco", y lo distinguiremos del
personaje que es presencia de la creación de todos los
días del imaginario popular llanero, que denominaremos
simplemente "Pacheco", como generalmente es llamado.

Dentro de los registros de hechos que ciertamente
vivió el ciudadano José Bonifacio Pacheco, existe
aún, la posibilidad de otra discriminación: la referida a las cosas que
realmente le sucedieron, y las que el propio Pacheco se
inventaba, como cosas que le habían ocurrido a sí
mismo; como cuando el propio Pacheco cuenta que él
viajó a México,
luego de ganar en los caballos, o cuando se disfrazó de
becerro y engañaba a la vaca madre para mamarle la
leche, o como
cuando cazó un tigre.

En los relatos que se hacen del personaje real, aun en
la Ciudad de Guayabal, en fuentes orales cercanas en la distancia
y en el tiempo a José Bonifacio Pacheco, nos encontramos
con diferentes versiones. Se destacará en los relatos, la
versión que haga la mayor referencia de modo, tiempo y
lugar de los hechos.

Por ejemplo, cuando se relata el "Cuento del Cochino",
-que así es generalmente llamado-, se resaltará, lo
dicho por la Señora Luisa Rivero, conocida como La
Paraulata del Llano, quien textualmente nos dijo: "El cuento del
cochino fue cuando José del Carmen Hernández lo
mandó a matá un cochino. Pacheco y
Caballero llegaron al Fundo Santa Columba, que era el fundo de
José del Carmen Hernández, entonces, tú
sabes que la gente de antes ocupaba al visitante al igual que al
obrero, y les ponían tareas al que visitaba sin ser
invitado, entonces, obligao tenían que
jacelas. Entonces, a Caballero y a Pacheco, que llegaron
fortuitamente al hato, les dice Don José del Carmen
Hernández:

-Bueno, mira, … mañana Caballero va a
jacé …, fulano va a
enterrá palo … y Pacheco va
matá el cochino.

Bueno, en la mañana … to" el mundo se fue
a cumplí su tarea. El dueño del hato se
levanta a las siete de la mañana y ve a Pacheco muy
sentao en el tranquero (…)"

Se resaltará esta versión pormenorizada,
en lugar de otras versiones que de manera muy general, acerca de
los mismos hechos nos dicen:

"Otra vez le ordenan a Pacheco:

-Pacheco se me para a las tres de la mañana y me
matas el cochino que está en el chiquero.

A las cuatro de la mañana se paró Pacheco,
le metió un macetazo al cochino, le metió una
puñalada, lo dejó ahí y se fue a
dormí. Cuado el patrón se paró a
las seis, … las siete, estaba el cochino en el chiquero
aventao.

Y Pacheco estaba dormiiío. Y le
dicen:

-Pacheco, ¡¿y el cochino?!
¿qué pasó? ¿No matates el
cochino?

-El cochino muelto desde la
madrugá, ¿usté no me dijo
que me parara a las tres y lo matara?. Bueno yo me paré y
lo maté. Allá ta muelto ".

Se respeta en la trascripción, el hablar del
llanero en general, y en particular se intenta que ésta
refleje, en lo posible, la fonética empleada por Pacheco,
cuestión que nos es útil para explorar el perfil
psicológico y cultural del personaje. En este sentido, -en
el sentido del respeto al hablar
como fundamento de esta forma de hacer historia-, el autor de la
presente sigue al historiador Oscar Lewis, autor de Los HIJOS
DE SÁNCHEZ
, que en su obra, LA VIDA, UNA FAMILIA
PUERTORIQUEÑA EN LA CULTURA DE LA POBREZA: SAN
JUAN Y NUEVA YORK
, nos dice que: "En las
autobiografías he confiado mucho en las grabaciones en
cinta magnetofónica. El valor de este método fue
examinado en la Introducción de los Hijos de
Sánchez. La grabación, creo yo, capta todo el sabor
del habla de la gente, el argot, los matices de expresión,
las vacilaciones, las dudas, las risas, las lágrimas. Las
autobiografías basadas en transcripciones de cintas
magnetofónicas presentan documentos
vivientes difíciles de igualar por cualquier otro
método." (LEWIS, 1969).

LOS CUENTOS DE JOSÉ BONIFACIO
PACHECO

PACHECO Y LA BURRA DE CIPRIANO
PÉREZ

(Versión del Señor Antonio
Navarro)

¡Ajá!, ¿¡ujú!?,
… bueno, … hay unos cuentos, … ¿pero
yo creo que no se pueden grabá?.

Porque él, … él … él
taba queje Cipriano Pérez. Y Gabriel
Pérez, papá de Cipriano Pérez, le
dijo:

-Mira, …mira Pacheco, mañana me vas a
enjalmá esa burra y le vas a pegá dos
rollos de alambre, y se los vas a llevá a La
Guásima, allá, a Don Camilo.

-Bueno, -responde Pacheco con su voz suavecita-, como
noooo Don Gabriel.

Agarró en la mañana a
enjalmá su burra. La enjalmó y le
pegó los dos rollos de alambre y se jue. Pero
Gabriel Pérez se jue atrás en una mula.
Pacheco se había ido con su burra por delante
cargá de alambre; cuando llegó a un camino
que llaman Morrocoy, la burra quedó más bajita y
él, … él, … él. Ja ja ja.
Él se quedó en una posición, y él la
…, la …, la ató y se puso a … a
… Ja ja ja, a jorungala.

Y estando en eso llegó Don Gabriel y lo
jalló:

-¡Ajá!.: ¡mira, mira, mira!
¡Pacheco!, ¡¿y qué estás
jaciendo tú ahí?!.

– ¿y no viendo Don
Gabriel?.

Y pasa un tiempito, y pregunta Don Gabriel:

-Mira Pacheco, ¿y eso es bueno?.

-Bueno, bueno, … bueeno, bueno: Bueno no es. Pero
se amoltiiigua.

Jajajaja.

PACHECO NO ES PANADERO.

(Versión de Señor Antonio
Navarro)

Bueno, entonces Pacheco pasó a ser obrero de
Cipriano Pérez, un hijo de Don Gabriel, yo trabajaba
allá también. Una madrugá
pasó el patrón por la puerta por donde Pacheco
dormía en la cocina, … pasó por la puerta e"
la cocina, y le dijo:

-Mira Pacheco ¿Tú como que estás
dolmío?, ¡levántate!.

Eran como las cuatro y media, … las
cinco.

Y Pacheco le dijo:

-Miire Don Cipriano, usted me hubiera dicho que
tenía panadería y yoo noo veengo, es que yoo no
sooy panadeeero.

Jajajajaja.

PACHECO TENÍA MUCHO
FRÍO

(Versión de Señor Antonio
Navarro)

A Pacheco le pagaban un bolívar, …algo
así, … como dos bolívares. Bueno, en el
mismo hato había una sirvienta,… la sirvienta e" la
casa que era la esposa del quesero Lorenzo Martínez, y
tenían una muchachita como de catorce años, y
entonces como él colgaba por la orilla "el fogón,
le quedaba el chinchorro como a medio metro del
fogón.

Entonces, ¡ujú!, una
madrugá la muchacha le pasó y la
agarró y la tumbó en el chinchorro. ¡Jeja!,
¡salió esa muchacha pataleando!, y esos gritos,
¡ey! ¡Caracha!.

-¿Qué pasa?, ¡¿Qué es
eso Pacheco?!. ¡Chico, chico!, y ahora tú con esa
muchacha entro el chinchorro, ¿qué vas a
jacé?.

-Don José, … es que, … es que, …
es que, … bueno pues, … usted sabe, … la
necesidá, tengo mucho frío. ¡Pa"
calentame un poquito!, ¡pá
calentame un poquito!.

Tenía mucho frío.

Jajaja.

EL CUENTO DEL COCHINO

(Versión de Señor Antonio
Navarro. Versión similar a la contada por la informante
Luisa Rivero y trascrita en otro pasaje de esta obra).

Eso jue aquí en la costa"el río,
eso jue a queje José del Carmen
Hernández, y la Señora allá,
llamá Columba. Una familia muy rica. Ese era muy
rico, … bueno, … y dormimos. El otro día
teníamos que echale comía a unos cochinos.
Y entre esos, taba un cochino muy grande, muy gordo;
Pacheco era quien les atendía. Eso era en la casa e"
Doña Columba de Hernández, que era la esposa de Don
José del Carmen. Bueno …, ya cuando al cochino
más grande se le llegó el tiempo en que hay que
matálo, ¿verdá?, pa"
sacá chicharrón. Porque a to" cochino le
llega su sábado.

¡Ah! ¡Sí! ¡jajaja!, entonces el
patrón le dijo en la noche, antes de acostase, a
Pacheco:

-Mira, te vas a levantá en la
madrugá, Pacheco, y me matas ese
cochino.

Un cochino grande …

-Ah bueeeno, como nooo Don José.

Respondió Pacheco con su voz.

En la madrugá cogió una mano
e" pilón y se jué al chiquero.
Jajaja. Quedó tendío el cochino.
Ai llega Pacheco y se acuesta a dolmí.
Entonces Don José del Carmen Hernández, …
entonces se levanta a revisá los chicharrones
…, a buscá jumo. ¡Y iujjj!. No
encontró jumo.

Jué al chinchorro de Pacheco, … y
Pacheco dolmío.

-¡Mira Pacheco!, ¡pero Pacheco!,
¿¡Qué pasó!?, ¿No te dije que
mataras al cochino?, ¿No lo matates?

-Como nooo, Don José, yo maté al
cochino.

-¿Y andestá?.

-Bueno, desdesta mañana ta
muelto
en el chiquero. Usted lo que me dijo no más
jué que lo matara, y yo lo maté.

Jajaja.

LES PASARON HOJILLA

Una vez andaba con, … con el hermano. Andaba con
Caballero. Y ellos dos jugaban mucho, entonces llegó una
vez, se ponen a jugá, ¿veldá?, pa"
el Niño Dios. Sacaban a San Jerónimo en un
cajoncito y al Niño Dios en otro cajoncito, y a eso se
iban en el mes de agosto. Y en eso taban hasta
septiembre que llegaban con los riales. Pero antes
caminaron y se fueron pa" Cazorla, y anduvieron por ahí
pol Perico, y por Las Tres Lagunas. To" esos vecindarios
los andaban. Entonces, iban jugando, y que va,
peldieron, llevaban cinco bolívares
namás. Ai Pacheco jue y y los
agarró, y le dice al santo:

-Mire Niño Dios, yo me voy a
llevá estos cinco bolívares polque
tamos peldíos
, pa" desquitame.

Ahí llegó allá, empezó a
jugá y los perdió. Ahí fue a
queje el santo y le dijo:

-¡Niño Dios!, ¡hojilla Niño
Dios!.

-¡Hojilla!. Jajaja.

ESTO NO SE VA A QUEDAR
ASÍ.

Cuando estaba viejo, los muchachos de Guayabal, a
Pacheco le decían Lambiojo, y entonces cuando le
decían Lambiojo, él les tiraba piedra a
los muchachos. Y Pacheco logró pegarle con la piedra a uno
de ellos. Que bravo con el dolor, reclamó:

-¡Mira Pacheco, eso no se va a quedar
así!

Y él le contestó:

-Claro que nooo, claro que no se va a queda
asiií, ¡porque te va a saliií un
morao! ¡Se te va a
jinchá!.

Jajaja.

CORRAN QUE ES UNA APARICIÓN

Estaban en una fiesta, Pacheco y su hermano Caballero,
por la vía de Los Indios; por la vía de Guayabal,
hacia adentro, …en Tacaramajal.

¡Coño!, y de repente sale y se prende una
vaina. Estaban en un velorio de santo y se prende un peo.
Ahí en, …en el velorio e" santo, sale to" el mundo
corriendo. Y Pacheco le dice a Caballero:

-¡Vámonos Caballero que es una
aparición!.

Y sale corriendo Caballero, creyendo que es una
aparición, junto con él, y corren, corren y corren
hasta que ya no podían correr más. Entonces le dice
Caballero a Pacheco:

-Coño, ¿por qué
corremos?.

-Yo no sé a quién le corres tú, yo
dije que era una aparición pero era porque tenía
los reales del santo en la mano.

Jajajaja.

PACHECO LOS ESPERÓ EN LA
BAJAITA

Y tiene otro, … otra anécdota. Pacheco ya
viejo con sus amigos tomaba mucho aguardiente. Entonces ellos se
ganaban la plata allí donde Don Ramón
Gutiérrez, bajándole la mercancía de los
camiones que llegaban aquí, ¿okey?. Como Pacheco
era muy impulsivo y le gustaba mandar más que los
demás, ¡y coño!, le tiraron una trampa.
Dijeron los dos hermanos compañeros de jornada de
Pacheco:

-¡Vale!, ¡vamos a agarrá a
Pacheco!. Lo ponemos a bajá la vaina, pero los
reales nos los llevamos nosotros.

Así fue. Dejaron a Pacheco por fuera, compraron
una caja e" caña, al lado estaba Don Bernardo
Pérez, y hay un palo al frente de la casa de ellos, es un
palo e" mamón gigante, los dos hermanos se montaron en el
mamón ¿okey?, huyéndole a
Pacheco.

¡Coño!, y Pacheco busca a su gente por
tos laos y vaina. Él caminaba así
encorbaito y vaina, y bien metío, pero
nadie, nadie los veía. Los carajos se rascaron allá
arriba, ¡y coño!, y después que se rascaron
allá no hallaban como bajarse. Y entonces ellos mismos se
descubrieron:

-¡Pacheco ayúdanos!.

Y Pacheco del otro lao, esperando que cayeran
pa" terminarlos de jodé, pués. Los carajos
al fin de cuentas
rascaos allá arriba, fueron cayendo uno a uno al
suelo, pero en
lo que caía cada uno, Pacheco los estaba esperando con una
maceta, y los macetió a todos. Y ahí
parece que rompieron la relación de negocios.
Pacheco les cayó a palo abajo a los dos hermanos porque se
rascaron allá arriba y no hallaban como bajarse del palo
e" mamón.

Estaba esperándolos en la
bajaííta.

Pacheco llegó y los acabó a
palos

PACHECO EN EL TERMINAL

En los terminales de pasajeros todavía hay la
costumbre de preguntarle a la persona que esté con la
pinta de pasajero, para dónde va. Así era en la
Línea Los Mereyes, en Calabozo, como actualmente es. Es
que tú llegas al terminal con una maleta y te sale el del
carrito, …el del autobús, … y te
pregunta:

-¿Pande va, mayor?

-Yo voy pa" Maracay, pa" tal sitio …

-¡Ajá! falta uno.

Y te quitan la maleta y la guardan,
¿verdá?. Bueno, él llegó al
terminal y le preguntaron, quien no lo conocía,
claro:

-¿Pa" ónde va, mayor?.

-Voooy pa Aaapuuure, -decía, porque él
hablaba bajito ¿verdá?-. Y quien lo
conocía no se metía con él.
¡Ajá!, pero quien no lo conocía
…:

-Suba pues ¡Suba! ¡vámonos!,
tamos listos.

Guardaban la maleta y … ¡y se iban pa"
Apure!

Cuando llegaron a Apure, y el hombre
cobrando a los pasajeros, le dijo:

-Señor, por favor, el pasaje.

-¿Qué pasaje?. ¡No! ¡No!.
Usté fue quien me trajo. Usté me
dijo que me montaaara.

-Este viejito vagabundo, -decía el chofer
molesto-, … si no lo hubiera traído allá
estuviera en el terminal.

Y remataba Pacheco:

-Si le molesto mucho vaya a llévame ande
estaba. Lléveme ande me encontró.
Usté me dijo que me montaaara.

Jajaja.

LOS SOBRENOMBRES Y LA
COLA

(Versión del Señor Lorenzo
Álvarez)

En esos momentos Pacheco se dedicaba a vender mangos en
San Fernando de Apure, en el Puente María Nieves, y yo voy
pasando y me saca la mano:

-¡Deeeme la coliita!

Porque él hablaba así.

A él le decían por mal nombre: Buey
Cagao, Lambiojo, Buey Barroso, Caimán
Chucuto, Toro Barroso, Bicicleta, …

Se montó … y … él
sería que se hizo como el que no me conocía,
… y le dije:

-¿Usted es al que llaman señor
Lambiojo?

-¡Siií señooó!.

Le abrí la maleta del carro, y metió su
capotera …

-¿Usted es a quien llaman Caimán
Chucuto?

-¡Siií señooó!.

Nos montamos y …

-¿Usted es a quien llaman Buey
Cagao?

– ¡Siií señooó!.

-¿Usted es a quien llaman Buey
Barroso?

-¡Siií señooó!.

Pero ese iba más arrrreeecho, hablando
vulgarmente. Muy caliente. Pero no se atrevía a decime
porque lo dejaba.

Entonces cuando llegamos a la alcabala, ai
donde venden fresco, le pregunté:

-¿No quiere, "Buey Cagao", tomarse un
fresquito, o comese un pancito?

-¡Siií señooó!.

Cuando llegamos, dice:

-Deejeme aquiií.

Me paré, le abrí la puerta, sacó la
capotera. Y le digo:

-Adiós, Buey Cagao.

Ai sí me respondió
rapidito:

-¡¡El cooñoe"suuumadre
será Buey Cagao!!. ¡Nojoooda!.

Pero ya estaba en su casa …

LA BURRA

(Versión del Señor Lorenzo
Álvarez).

Un día, donde un tío mío que
tenía un cañaveral y un trapiche, llamado
Crispín Colmenares, le dijo temprano:

-¡¡Pacheco!!

-¡Siií señooó!.

-¡Vaya buscá la burra pá
que me vaya calgá la caña.

-¡Siií señooó!.

Bueno y se fue. Se fue y se puso a jace bromas
con la burra.

Mi tío en vista de que, … no llegaba,
… no llegaba Pacheco … se fue
pallá. Se fue, y lo jalló
cogiéndose la burra.

-¡Mira Pacheco! ¡Apúrate!

-¡Unju! ¡ Hubiera venío
primero, y se monta primero y después voy yo.

Y le agregó Pacheco:

-¡Yo no estoy tan apurao!.

Jajajaja.

PACHECO COCINERO

Pacheco se fue a trabajá pa" un punto
que llaman La Islita, … entonces lo llevan pa" allá
de coqui, es decir, de cocinero, … entonces
llegan y le entregan dos sacos de sal, una escopetica de
pitón, y una caja de pitón, -las armas de caza
antes eran de pitón-, y un pote de pólvora.
Ahí había buena cacería. Váquiro,
venao, pato, guacharaca, mucha cacería …

Entonces el viejo llegó y colgó una
hamaca, y le dijo:

-¡Pacheco, aquí está la
comía!

Le puso en una mesa la caja de pitón, un paquete
de tacos, la escopeta, la pólvora …

-Y allí está la comía

Y el viejo se acostó.

Pacheco montó la olla, le vació ese poco
e" plomo, le vació el poco e" pólvora, le
echó medio saco e" sal, … y, … y
quedó la escopeta, … y se la echó
también.

Entonces, se levantó el viejo, y con voz de
patrón que recién se despierta, le dice:

-¡Pacheco! ¡¿Ya está la
comía?

Y Pacheco con su voz:

-¡Deeesde cuaaaando!

Y agregó:

-Beberá cardo porque las presas no
quisieron ablandase.

Jajajaja.

TOPOCHOS MADUROS

En el hato donde trabajaba Pacheco, la señora
dueña del hato llevó una mano de topocho, y
advirtió:

-Estos topochos que traigo son pa"
coménolos, bien maduros.

Y dice Pacheco, con voz baja, para que lo oyeran sus
compañeros, y no la patrona:

-¡uhju! ¡Si les doy tiempo!

Jajajaja.

PACHECO PAGA, PERO

Pa" comenzar un trabajo de llanero, le dice el
patrón a Pacheco, con tono jactancioso:

-¡Pacheco! ¡Quince bolívares pa"
empezá!.

Pero en aquel tiempo quince bolívares era una
platá muy grande. Mucha plata: Un mosquitero, un
par de alpargatas, un apero, una cuarta de tabaco que
costaba un real, … bueno: quince
bolívares.

Llegó y se fueron … llegaron al hato y le
dice:

-Cuelgue por aquí.

– No, no. Yo voy a colgá por aquí
polque yo soy muy peorro.

-No, no importa.

-No. Yo cuelgo poraquí.
–Terminó Pacheco.

Después que se durmieron, llegó Pacheco,
recogió su capotera, se la puso en el hombro, y se vino
pa" acá, pa" Guayabal.

Ai llega el hombre y lo denuncia con el
Prefecto: Que le había quitao un despacho, que se
había venío, que no le había
trabajao, … y que no le había
pagao.

Entonces buscaron a Pacheco por ai, y lo
consiguieron. Entonces el Prefecto le dice, (con voz de
Prefecto):

-Mire Señor Pacheco, ¿es
verdá que usted le debe quince bolívares
al señor?.

-¡Siií!. ¡Sií es
veldá!.

Y pregunta el Prefecto, (con la voz con que hablaba un
Prefecto en la primera mitad del siglo pasado en los llanos de
Guayabal):

-¡¿Y cuándo se los vas a
pagá?!

Y Pacheco respondió con su especial voz, ante
estas tan especiales circunstancias:

– ¡Bueeeno! ¡Coomo noo! ¡Cuando
pueeeda!

Bueno eso era "cuando pueda". Y lo pusieron a
firmá.

-Yoo no seeé firmaá.

-¡Bueno con la huella!

Entonces viene el patrón y se para
así.

(La fuente indica que el patrón que
pretendía el pago de inmediato era un llanero de gran
estatura, y que se recostó en la pared, colocando la mano
de tal manera que hizo un arco con su cuerpo. Y Pacheco era un
llanero muy pequeño).

Y Pacheco pasó por debajo agachadito. Y con el
puño amenazante el patrón le dice:

-¡¡¡Ahorita que mato a este
cooñoemadrree!!!

Y con su voz remata Pacheco:

-¡Así si es veldá que no le
pago nuuunca!

Jajajaja.

EN LA ALCABALA DE
COROZOPANDO

Una vez en la Alcabala de Corozopando, estaba pidiendo
cola; porque ya los chóferes no lo traían, …
porque no pagaba. Llegó ahí, y venía un tipo
en un carrito, y el Guardia Nacional pidiéndole el favor
le dice:

-Dale la cola a este señor.

El hombre, que conocía a Pacheco, voltea y lo
vio, y le dice:

-¿A quién? ¡¿A Pacheco?. No
jo … chico, ¡ese es un coño e"
madre!.

El Guardia le dice:

-¡No chico! ¿Vas a estar con eso?. Dale la
cola al señor, vale, es un señor mayor.

Bueno, se montó, se lo llevó, y cuando
llegó aquí Pacheco le dijo:

-Déjeme aquííí.

Y le dice el chofer:

-Tienes que agradecé que te traje porque
el Guardia me pidió, -por caridad-, la cola.

-Noooo, es que usté no se gobielnaaa. El
gualdia le oldenó que me
trajieeera y tenía que traeeeeme. Sin
discutidera, compai, es que usté no se
gobielna.

Jajajaja.

PACHECO ES UN BECERRO

Estaba Pacheco en un hato, después de una de las
salidas propias de él, en la que sabía que lo iban
a corré.

Y contaba Pacheco:

-Me metí sal y candela en los bolsillos
polque sabía lo que me venía

Y corrieron a Pacheco.

-Y salí corriendo pa"l monte, y me encamé
po"allá lejos, ande no me encontraran. Y veo que
venía una vaca cachalera. La vaca venía a
parí, y parió la vaca. Y la vaca se
jue. Cogí el becerro y lo maté, y lo
asé. Como yo calgaba sal y
fósfaro lo asé y me forré con el
cuero. Todos
los días mamaba, cuado la vaca salía bramando yo le
salía y mamaba. ¡Taba goldo!, yo en la pata
"e un palo ¡¡traanquiiilo!!.

Un día oí a un llanero que
dijo:

Ai va la vaca cachalera,
déjala que se vaya, que no carga becerro.

Otro día "se me duerme la mosca", y cuando siento
es que viene un llanero en un caballo cebruno, -por cierto
escogió el color más malo-, ¡me venía
lambiendo el pecho, chico!. ¡Y me echó ese
lazo por to" el moriche!. Y le quedó el cuero en el
lazo.

-¡Ave María Purísima! ¡Este es
el diablo!.

Jajajaja.

Yo vivía bien bueno chico, lo malo era cuando la
vaca me lambía el culo.

Jajajaja.

ESE NO ME VA
CARGÁ

(Versión del Señor
Heliodoro Cárdenas)

Este me lo echo a mí el propio
Pacheco:

Ya iban a enterrá a un señor que
en vida le decían Espantapájaros.

Y le digo yo a Pacheco, allá en casa e"
Ramón Gutiérrez,

-Mira Pacheco, ¿no vas a ir a
ayudá a cargar el muerto?

-¡Nooo! ¡Nooooo!. (Con su vocecita). Ese no
me va cargá a mi cuando yo me muera.

Jajajaja.

LO IBA A MATÁ EL
SOL

Pacheco veía, -estando en los velorios-, que a la
gente, cuando le daban los vahídos, (cuando les daba como
que se desmayaban), comenzaban una abrazadera, y le daban agua.
¡Figúrate tú pa" que le pasara la
vaina!.

Entonces un día Pacheco, pa" que le hicieran eso,
pa" que lo consintieran, en el velorio hizo como que le
había dao el ataque en la
madrugá.

Y cuenta Pacheco que si no se para por él mismo
lo mata el sol, porque se
iba a morí y nadie le
paró.

Jajaja.

LOS SOBRENOMBRES NO SON
GRATIS

A Pacheco los muchachos pasaban y le
decían:

-¡Buey Barroso!

-¡Tu madre!, respondía.

-¡Topocho Verde!, le decía otro.

– ¡Tu madre que te parió, chico!

-¡Bicicleta!

¡Tu mama!

Volvaguen!

Tu mae!

Y le tiraba piedra.

O Buey Cagao, o Lambiojo. No le
gustaba ninguno.

Pero ai le decía:

-Venga acá Pacheco, -le decía yo-, te doy
una peseta y me dices los sobrenombres tuyos.

-¡Momentiiíco!. A mi me dicen: Buey
Barroso, Lambiojo, Volvaguen, Topocho Gacho, Bicicleta,
Topocho Verde …

-Pero Pacheco, …eso, … ¿…eso
no es malo, que te pongan sobrenombre?.

-Cuando se paga no es malo. ¡Malo es
gratis!

Jajajajaja.

EN LA SABANA HAY BASTANTE
ZAMURO

Pacheco caminaba solo por un camino solo del llano, y le
dicen:

-Pacheco no andes por estos llanos tan solos que te
puedes perdé.

-¡No, no!. ¡No chico!, no me pierdo, pa" eso
hay bastante zamuro en la sabana.

Jajajaja.

LOS CUENTOS DE PACHECO

Se relatan en el presente aparte los cuentos que colocan
a Pacheco como protagonista, pero que el autor no pudo comprobar
como de su autoría en las entrevistas
realizadas a las fuentes que conocieron al personaje, son por
tanto, -hasta que no se tenga testimonio en contrario-,
creación del imaginario popular.

LOS QUESOS ESTÁN
COMPLETOS

Pacheco no sabía leer, y lo envían a
llevar una encomienda. Mandaron con Pacheco una carga de queso. Y
enviaron también una carta. Le
encomendaron ocho quesos, y en la hoja de papel lo dejaron
escrito. Pero sólo llegaron a su destino seis quesos,
cuando el destinatario recibió los quesos, se dio cuenta
de que faltaban dos quesos, y le dijo:

-Pacheco, los quesos no están
completos

-Coomo noooo, -respondió Pacheco-,
cuéntelos bien.

-Pacheco faltan dos. Aquí dice que me mandaron
ocho quesos, y aquí hay seis.

-Vio que están completos,- repitió
Pacheco-, claro que están completos, con los dos que yo me
comí.

Jajaja.

CUANDO LA MAMÁ DE PACHECO
ESTABA ENFERMA

Nos encontramos de nuevo con la situación de
varias versiones acerca de un mismo cuento. Este es uno de los
relatos más conocidos. Se cuenta la versión que
dice que quien estaba enferma era la mamá de Pacheco,
también existe la versión que coloca como enfermo a
un amigo, o a un hermano de él. Acerca de esta
situación nos cuentan:

Ja ja ja. Bueno, ese cuento tiene dos versiones,
¿no es veldá?. Taba
meciéndose él en un chinchorro,
¿veldá?, echando cuento.
¡Ajá! …, y le dijeron:

-Mira Pacheco, ¿tú sabes?, hay un amigo
tuyo que no conoce, (pa" decirle que estaba enfermo).

Y le respondió Pacheco:

-Bueno, ese debe que no será
de aquí entonces, si no conoce.

Jajajaja.

¡Ajá!, pero hay otro en el que le
dicen:

-Pacheco, fulano, grave, casi se
está muriendo, en el último
estado.

Y responde Pacheco:

-¡Ah!, ¡en el último Estado!, eso
debe se en el Estado Apure, polque ese pega con
Colombia.

Jajaja.

CUANDO LA MAMÁ DE PACHECO
ESTABA ENFERMA

(Otra Versión)

La mamá estaba enferma, y fueron a
buscá a Pacheco, y le dijeron:

-Mira Pacheco, te vinimos a buscá, tu
mamá está mala.

-Bueno, y si está mala porque no la amarran

-¡A bueno Pacheco!, ¿Es que tú no
entiendes?, ¡es que está mal!. Vamos a hablarte
claro: está en el último estado.

-¡Ahhh!, ¡ha caminao! más
que yo, porque yo he caminao bastante y no he
llegao nunca al último Estado.

-¡Ahh! ¡Pacheco! Eso es mucho.

-¡¿Ahh?! ¿es mucho?, coma y deje,
pues. ¡Cómase la mitá!

Jajaja.

PACHECO FUE
EVANGÉLICO

Se iniciaba Pacheco en una religión
evangélica, cuando el pastor hablaba del milagro de la
multiplicación de los panes…

Y decía:

-El milagro fue grande, porque Jesús es grande:
¡Jesús tomó un pan y le alcanzó para
repartirle a mil personas!.

Y dice Pacheco, con voz para que lo oyeran quienes
estaban más cerca, y no el pastor:

-¿Un pan pa" miiil? ¿¡Unju!?
¡Lo rayariiía!

Jajajaja.

CUANDO MURIÓ LA MAMÁ DE
PACHECO

La mamá de Pacheco había muerto, y ya
tenían los llaneros una noche velándola. Y Pacheco
no había llegao, y por fin llega:

-¡Pacheco!. Tenemos una noche velando a tu
mamá.

Y dice Pacheco:

-¿Y no ha bajao?,

Ni que fuera lapa, o venao.

Jajajajaja.

ESTE MAUTE ES PA`
COMÉSELO

Él consiguió trabajo en un hato, entonces
llegó el dueño del hato y le dijo:

-Mira Pacheco amarra un par de caballos, viene el Dr.
Eduardo, pa" di a buscá un maute pa
regaláselo al Dr. Eduardo.

Bueno, y el hombre fue y amarró los caballos y
los ensilló. Y se fueron a amarrá al
maute. Entonces el dueño le enlazó el maute alante,
pero Pacheco era muy cobarde; tú sabes que la ley del
llano dice que quien enlaza el otro barrea. El hombre enlaza el
maute, y tira por la soga. El maute cae entre una mata y
dice:

-¡Pacheco: corre a amarrá el
maute!

Y Pacheco sale a amarrá el
maute.

-¡Epa! ¡Pacheco! ¡¿que
pasó?!.

Y Pacheco le decía:

Jale que me está viendo!
¡Jale!

Llegó el momento en que le dijo:

-¡Ajá! Ahora sí, afloje, el
maute.

El maute taba ajorcao. ¡Que va a esta
maneando si ya taba ajorcao!.

Y el dueño le dice:

-Pacheco tú si tienes bolas.

Responde Pacheco:

-Bueno sí, dos nomás.

-¡Coño! ¿y qué vamos a
jace con ese maute?. Que ése era pa"
regálaselo al Doctor.

-Buenoooo, nos lo comereeemooos.

MENÉESE

Pacheco trabajaba en un hato donde había una
sirvienta y cuarenta o cincuenta obreros. Después que
fregaba esa corotá, la mujé se
bañó y se acostó.

Pero el Encargao parece que acomodaba la
sirvienta pues, ajá. Entonces el hombre había
salío pa"l pueblo y ella le había
dicho:

Traéme un corte pa" jace un
vestido.

Entonces Pacheco se le metió en el mosquitero a
la mujé. Como la mujé ta entre
dormía y despierta, con el cansancio, ella cree que
Pacheco es el marío. Y Pacheco le está
dando y vaina. La mujé le pregunta:

-¿Me traítes el corte?

Porque ella ta creyendo que era su hombre. Y
era Pacheco, que le dice:

-Qué colte naaaa,
menéese es que eeeess, que lo tiene
adentro.

Jajajajaja

PACHECO ESTABA
RETOZANDO

Sucedió que Pacheco andaba cargando el santo con
su hermano Caballero, venían de una ranchería
lejana, ya llegando al pueblo. Y Pacheco quería
llegá temprano, … quería
llegá rápido. Él quería
rendí, pues.

Entonces, mientras al santo lo cargaba su hermano
Caballero, él, -Pacheco-, arrancó a
corré. Pa" rendí.

¡Pa" rendí!.

Entonces por allá se paró a
descansá, pero el otro venía más
cansao, porque corría cargando con el santo, al
que de ninguna manera podía abandonar. Y pregunta
Caballero a Pacheco, sudando y respirando el
cansancio:

-Pero Pacheco, ¿qué pasó?, pero
… ¿qué pasó?, ¿algún
aparecío?.

-No, no, nada. Taba retozando, estaba
retozando.

Jajaja.

PACHECO Y EL CERRO
PLATILLÓN

Trabajaba Pacheco de arreador de ganado, y llevaban un
ganado para Villa de Cura. Los compañeros de arreo de
Pacheco sabían que nunca en su vida había visto los
cerros, y planificaban chistes a
costillas de la ignorancia y de las ocurrencias de
Pacheco.

Vieron, al acercarse y llegar a Ortiz, la cara de
asombro del llanero Pacheco acostumbrado a las llanuras. En San
Juan de los Morros, en una parada, se quedó con la boca
abierta viendo el Cerro Platillón, y le
preguntaron:

-Pacheco, ¿tú conocías esto
poaquí?

-Sí, sí. Yo conozco to" esto.
-Respondió el asombrado llanero.

-Mira Pacheco, como tú conoces estos cerros,
tú tienes que sabé ¿Cuántas
carretillas de tierra se necesitan pa" mudá este cerro pa"
Guayabal?. ¿Cuántas carretillas, ah?.

-¡Faciliiito! -Responde Pacheco dándosela
de enterado.

-¡Aja!, ¡¿facilito?! Dinos:
¡¿Cuántas carretillas?!

-Depende.

-¿Depende de qué?

-Si la carretilla es grande, y es del tamaño del
cerro, con una sola carretillá nos llevamos este
cerro pa" Guayabal.

CAPÍTULO
VII: TRES COMENTARIOS ACERCA DE PACHECO

1.- PACHECO, EL PÍCARO Y LA
PICARESCA ESPAÑOLA

El humor es componente esencial de la humanidad, por lo
que es también, por supuesto, parte de la historia. Nos
encontramos con que en el devenir del trato entre diferentes
clases
sociales, es común que éste sea presentado por
la historia, a través de la sátira
humorística, con ciertos patrones representativos de la
sociedad, que generalmente se repiten.

Lo picaresco es reconocido universalmente como una forma
de vida. Todas las naciones, con mayor o menor estatura,
reconocen en sí mismas que poseen una mayor o menor dosis
de picaresca. Los países de habla hispana le reconocen un
sitial privilegiado en su cultura, a tal punto que una de las
corrientes literarias más significativas de España es
la denominada Novela Picaresca.
Aunque no intentamos con el análisis que se realiza en el presente
aparte, asimilar a Pacheco con un personaje de novela, sí
resaltamos lo relevante de las similitudes entre la realidad
social de miseria en la cual surge la novela
picaresca española con la pobreza en la que
vivió y murió Pacheco, en el Sur del Estado
Guárico en Venezuela.

Partes: 1, 2, 3
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