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Régimen alimentario de los pueblos indígenas (página 2)




Enviado por Sa�l Rivas-Rivas



Partes: 1, 2

En cambio,
nosotros, éramos los hijos del maíz y de
la yuca, de la piña y del amaranto, del moriche y de la
papa, según la visión del mundo de cada uno de
nuestros pueblos en relación con sus potencialidades
alimenticias y la convivencia con los diferentes ecosistemas.

Como no podían suprimir nuestros ricos y variados
regímenes alimenticios, la sociedad
colonial a lo largo de tres siglos, para formar una sociedad de
castas, jerarquizó también sus propias costumbres
alimenticias donde el trigo debía representar la cumbre de
los cielos, mientras el maíz y nuestra chicha
representarían lo mundano y lo terrenal como base del
trabajo
esclavo y servil. Aquel alimento que era Dios mismo, el trigo, en
Europa estaba
limitado a las clases altas y las clases bajas tenían que
complementar su dieta con avena y centeno. El cuerpo de Cristo,
de esta manera, no llegaba a los pobres de Europa. Era una
comunión restringida a las clases dominantes. La hostia
cósmica, pretendidamente universal a la medida del mensaje
cristiano, era de estirpe clasista y real, mientras en América
iba a tener connotaciones étnicas, racistas y de casta.
(2)

El mito del
trigo, ligado a su visión del mundo no era nuevo.
Venía consolidándose desde la Edad Media
europea, pero olvidaba su uso milenario por pueblos
asiáticos, árabes y del norte de África,
quizás para ocultar de alguna manera su remoto origen
"pagano". Lo que nos interesa destacar es, aparte de la
manipulación colonial, que el régimen alimenticio
de cada pueblo es indesligable de su visión del mundo y de
sus modos de convivencia (cosmovisión y cosmovivencia). De
su religiosidad intrínseca, adoptada libremente o impuesta
por el colonialismo. Pero que está marcado por un profundo
surco de clase en las
sociedades de
clases.

¿Què
significa minar su
estructura
interna en los pueblos colonizados?

Minar su estructura interna, en cuanto base del sustento
diario, significa trastocar sus modalidades de organización del trabajo, su economía de convivencia, sus formas de
organización familiar y comunal, sus sistemas de
valores
trasmitidos de la manera más profunda y auténtica
en su propia lengua, formas
de comunicación y de solidaridad. De
convivencia comunitaria e intercomunitaria. Formas de tenencia de
la tierra,
predominantemente familiares y comunales y estrategia de
ocupación del territorio (patrón de asentamiento).
Minar su estructura interna en los pueblos y sociedades
colonizadas, significa profundizar la dominación y la
dependencia.

El alimento,
encarnado en el cosmos y la comunidad

Lo que hace significativo a un alimento, no es el
número de ingredientes o sólo la calidad de ellos,
sino también su capacidad de vincular a la familia
entre sí, al vecino y a toda la comunidad: la
matriz
colectiva, su capacidad para comunicar, para intercambiar y
compartir. Véase incluso como la hallaca, marcada ya por
el proceso de
criollización, en cuanto plato tradicional de Venezuela,
como parte de una matriz colectiva, no se podía hacer y
comer sin que mediara el compartir, el intercambio entre
familias, parientes y amigos. Su sentido y significado
está en relación con el sentido del trabajo
compartido y la fiesta. Sin ello, nada significa, como Navidad o
buena noticia.

Desde una visión integral para un pueblo
indígena, alimento es comunión con la Madre
Tierra, con la
Madre Naturaleza.
Con la comunidad… El alimento tiene un profundo sentido
cósmico.

Alimento no es sólo lo que nos llevamos a la
boca, tal y como llegó a expresarlo en un primer momento
de su historia la
Organización Mundial de la Salud. Era todavía
una definición muy castrante y reductora.

Aquella advertencia evangélica, de que no solo de
pan viviremos, se realizaba de alguna manera en el mundo
indígena, pero bajo otras cosmovisiones. Cualquier
chamán entiende que también nos alimentamos de
oración y ayuno, con los pies desnudos en la tierra, con
el aire que
respiramos, con el Padre Sol que nos alumbra, con la brisa que
arropa nuestros brazos, con el río y el arroyo como fuente
de vida, con el aroma del paisaje y los pájaros que se
pierden en el horizonte. Con el ritual y la danza de
retribución.

No por ello el régimen alimenticio de cada pueblo
deja de tener una base terrenal concreta, en el conuco, en la
terraza, en la troja para la siembra de hortalizas, en la
recolección de frutos y semillas, en la caza y la pesca, en la
combinación de lo crudo y lo cocido. Trabajo y juego, mediado
todo por la
comunicación y el intercambio. Por la
complementariedad intercomunitaria. El tan mal reputado trueque
para los economistas neoliberales, ha sido uno de los nudos de
esa complementación entre pueblos, entre familias y
comunidades. Antes de la aparición de la moneda y
aún después sobrevivió hasta hoy en algunos
casos.

La salud preventiva
sobre lo curativo

Régimen alimenticio significa también
salud preventiva y salud curativa. Por eso cada pueblo trata
desde un primer momento de dar respuesta a las enfermedades de su medio. Y
esta actitud no es
empírica o improvisada: forma parte de las modalidades
milenarias de adaptación a ecosistsemas complejos en
correspondencia con formas de organización social
también complejas. Donde la supervivencia de estos
ecosistemas son parte de la sostenibilidad alimentaria y de la
vida en su totalidad, desarrollando una ética
ecológica ligada al shamanismo y
otras formas iniciáticas y de convivencia con la
naturaleza: no agotar la tierra, no matar la hembra, no pescar en
tiempos de reproducción, no comer cierto tipo de
alimentos
prohibidos por una ética ecológica entramada en su
espiritualidad.

Todo esto nos permite ver y sentir que en principio el
sistema
alimentario de ningún pueblo es simple, todos son
complejos, con sentido de cambio y persistencia de su matriz
inicial. Pero los regímenes alimenticios de la actual
globalización representan la mayor
fragmentación y disociación, fruto del
individualismo y del despilfarro del consumismo desaforado.
Víctima del tiempo
mediático y consumista, que pasa cada vez más de
prisa, sin dejar huellas en nuestra memoria y en
nuestro suelo. De la
soledad y la incomunicación del hombre en la
hora global del avance de las comunicaciones
en los portaaviones de las tecnologías de punta.
Incomunicación consigo mismo y con los
demás.

Todo régimen
alimenticio es històrico

-Sabemos también que los regímenes
alimenticios de los pueblos son históricos:

-Sometidos a cambios sociales, económicos,
ideológicos y políticos, como ha ocurrido en la
colonia y en el neocolonialismo. Como ocurre ahora en el neoliberalismo.

-Hay cambios históricos también en las
sociedades por su propia dinámica interna (o por aculturación
producto del
colonialismo, del neocolonialismo o del colonialismo
interno).

-Cambios por tránsito de lo rural a lo urbano,
como ha ocurrido en nuestro país a raíz de la
explotación petrolera, produciendo desarraigo,
vacío de poder cultural
y desabastecimiento al perder parte de sus capacidades para
preservar la alimentación propia y
la cultura
propia. Con la consiguiente pérdida de valores y la servil
imitación del modo americano de vida.

-Todo pueblo dentro de los cambios históricos
trata de preservar su identidad
histórica, el contacto con sus orígenes más
remotos y por tanto lo esencial de su matriz alimentaria
básica y de su identidad alimentaria, sin negar por ello
su evolución y las posibilidades del
enriquecimiento mutuo en contacto con otros pueblos. Con otras
civilizaciones, fuera y dentro del continente.

-Cambios en la ecología: conucos
itinerantes o semi-itinerantes con fines de conservación
de ecosistemas frágiles (o emigración por
catástrofes naturales, enfermedades, guerra u otros
factores).

-Cambios socio-naturales: producidos por el sistema
capitalista mundial con sus tecnologías avasallantes y el
derroche de recursos que ha
conducido al desequilibrio del planeta, alterando el calendario
de los pueblos indígenas, afro- descendientes y campesinos
indiodescendientes. Todos los pueblos asentados en el continente
han heredado entre otras herencias culturales, la herencia
indígena de sus sistemas alimentarios y de
adaptación a ecosistemas complejísimos. Estos
cambios aludidos, los socio-naturales no son naturales, ni
tampoco son sobre-naturales. No son causados por Dios o por la
Madre Naturaleza. Responden al desequilibrio planetario causado
por un sistema social dominante a escala global,
pudiéndose determinar sus múltiples causas
sociales. El sistema capitalista.

LA COEXISTENCIA DE VARIOS REGÌMENES
ALIMENTICIOS EN UNA SOCIEDAD PLURICULTURAL

Resulta curioso averiguar como hasta los historiadores
hispano- centristas de la alimentación en Venezuela y
América, han tenido que reconocer el hecho de la
coexistencia de varios regímenes alimenticios a pesar de
apelar siempre a la llamada "alimentación
criolla-mestiza", sobre el supuesto de una pretendida "cultura
única mestiza". Estos regímenes alimenticios si
bien pueden tener mucho en común, pueden ser irreductibles
unos a otros en cuanto a su unidad interna y visión del
mundo. Especialmente aquellos que tienen una base cultural
milenaria, como el caso de los pueblos indígenas. Se
desenvuelven en sociedades pluriculturales. Lo cual no niega por
ello sus posibilidades de intercambio y de
complementariedad.

Es así como, producto de la manipulación
mestiza hispano-centrista, se desconocen los ricos y variados
aportes asiáticos, árabes y africanos, en un amplio
abanico que sólo se atribuye al conquistador español
(simplemente con el argumento de que el español fue el que
trajo tal o cual alimento, pasando por alto su procedencia de
origen remoto y su desarrollo
histórico).

Valga la pena recordar que de los 30 productos
alimenticios más significativos que cultiva actualmente la
humanidad, la mitad es de origen indígena americano. Al
mismo tiempo, quienes esto señalan plantean la reducida
ecobase de plantas
cultivadas por la humanidad, lo cual implica una gran fragilidad
frente a los tiempos por venir. Con la nueva geografía del hambre
del capitalismo
neoliberal. En este sentido, es importante agregar que hay una
serie de potencialidades inhibidas en los pueblos
indígenas de América y de otros continentes, que
podrían ampliar en forma significativa esa estrecha
ecobase del cultivo de plantas alimenticias y de animales que
pueden ser domesticables. Allí sigue todavía casi
intocado el amaranto, pira, bledo o caraca. Pero hay un
sinnúmero de plantas desconocidas y cuya base
etno-científica residía en idiomas desaparecidos o
en peligro de extinción y sin traducción precisa a otros
idiomas.

La historia de nuestra alimentación se ha escrito
en detrimento del aporte indígena, pero también del
aporte asiático, árabe y africano. Visto todo desde
una cúspide unilateral del aporte europeo.

La juventud
urbana en la mira de la aculturaciòn alimenticia
global

En relación a la
globalización, ésta busca hacer cada vez
más fragmentarias, exógenas y dependientes las
conductas y los valores
consumistas en la alimentación, ensayando la máxima
rapidez y el destierro de toda memoria en función de
formas de división del trabajo ajustadas a las nuevas
tecnologías y a las tasas de ganancia exorbitantes de
los grandes monopolios, mientras se agotan los recursos del
planeta y se empobrece, se excluye y se condena al hambre
biológica y espiritual más espantosa a las grandes
mayorías.

De allí que no pueda extrañarnos que
habiendo aportado tanto a la alimentación de la humanidad
los pueblos indígenas de América, hoy estén
viviendo en las peores condiciones de miseria y exclusión
social y humana. Especialmente, la ironía del
desconocimiento y auto-rechazo de sus regímenes
alimentarios de origen y su evolución histórica,
producto de un largo proceso de avergonzamiento étnico,
social, moral y
espiritual. Pero en esto, no salen mejor paradas las juventudes
del mundo urbano de las grandes metrópolis americanas y
europeas, quienes parecen ser la materia prima
más frágil para la penetración cultural y la
aculturación musical y alimenticia. Al menos por ahora.
Salvo que reaccione a tiempo. Pero de cualquier manera,
tendrá que mirar hacia el socialismo, desde
el fondo de la resistencia
histórica y cultural de sus pueblos milenarios. De cuya
memoria han sido despojados por una visión
tecnocrática del sistema
educativo, que presentó la alternativa de eliminar de
un plumazo toda la herencia histórica y cultural de la
humanidad, vista como supuesto obstáculo para afrontar el
futuro. De allí el rechazo de la clase dominante al nuevo
currículo bolivariano, acusado de
sobrevalorar la herencia indígena y africana y de
construir un supuesto racismo al
revés, en detrimento de las poblaciones
eurodescendientes.

La intuición
de las incompatiblidades alimenticias

Como los regímenes alimenticios de los pueblos y
especialmente de los pueblos milenarios no son improvisados, de
alguna manera llevan consigo las necesidades e interrogantes
más sentidas y aún inhibidas de una humanidad que
busca su salud integral. Veamos por ejemplo la creencia de
nuestras abuelas y abuelos sobre ciertos y determinados alimentos
que no deben comerse juntos en una misma comida. Era hasta hace
poco asumido por la ciencia
occidental como un prejuicio o un
tabú religioso, carente de toda veracidad. Otros lo
asumían como residuos de viejos prejuicios
españoles que se prolongaron hasta nuestros días.
Conste que en muchos de los regímenes alimenticios de los
pueblos indígenas hay advertencias de este tipo por parte
de piaches y ancianos como depositarios de la cultura oral.
Podremos encontrar prejuicios y razones infundadas en algunas
cosas, pero también hay reservorios de sabiduría
que muchas veces han pisoteado las academias. No todo en esos
regímenes alimenticios se queda en la superficie
empírica del sentido común.

Al margen de la ciencia
oficial, ciertos trofólogos españoles y americanos,
han venido construyendo tablas sobre compatibilidad e
incompatibilidad de alimentos ingeridos en una misma comida,
insistiendo en la simplificación de las comidas
balanceadas donde intervienen alimentos plásticos,
catalíticos y energéticos, eliminando los famosos
postres dulces occidentales y el llamado pan artolagano (el
plátano frito o pan de sartén), dado que grasas y
azúcares ingeridos juntos producen fermentaciones
alcohólicas. O el café
con leche como
otra fuente de incompatibilidades, el cual todavía reciben
nuestros enfermos en los departamentos de
gastroenterología de los hospitales públicos y de
clínicas privadas.

De otra manera, llama poderosamente la atención la poca importancia que asigna
todavía la ciencia médica oficial a los criterios
de salud preventiva y a las investigaciones
sobre los regímenes alimentarios de los pueblos
milenarios.

De allí la importancia de encarar un diálogo de
saberes que permita el mutuo enriquecimiento entre academia y
vida, vida y academia, oralidad y escritura, que
permita la construcción de una nueva
civilización indoamericana –caribeña, sin
detrimento de nuestras diversidades.

La
complementación intercultural de los regímenes
alimenticios

Es lógico pensar en la necesidad de investigar y
conocer, desde la vida y desde la academia los distintos
regímenes alimenticios que discurren en una sociedad
multiétnica y pluricultural como la nuestra, comenzando
por los regímenes alimenticios de los pueblos
indígenas y los diferentes aportes de asiáticos,
africanos y europeos. Si no se conocen a sí mismos y entre
sí ¿qué podrán intercambiar ya sea
por la oralidad o por la
investigación escrita? El intercambio intercultural
permitirá entre otras cosas, ver las posibilidades, pero
también las limitaciones, excesos o errores de cada
régimen alimenticio, para entrar en un proceso de
construcción y de perfeccionamiento de la salud humana a
través del muto enriquecimiento, aprendiendo de nuestros
aciertos y de nuestros errores. Esto sin negar el esfuerzo de
cada pueblo por incorporar desde su visión del mundo las
respuestas más integrales a
su régimen alimenticio. Sin olvidar que el régimen
alimenticio de cada pueblo habla en su propia lengua y por lo
tanto, comienza a reivindicarse en su idioma materno.

Pero hasta ahora, el bloqueo cultural que viene de una
sociedad de castas a sociedades de clases, ha impedido que los
pueblos indios conozcan entre sí sus aportes,
potencialidades y limitaciones a sus propios regímenes
alimenticios. Y mientras los venezolanos no conozcamos estas
posibilidades y limitaciones, no podremos enriquecer con bases
sólidas los distintos regímenes alimenticios con el
aporte de todos los pueblos que concurren a la
construcción de la venezolanidad y del proceso de integración indoamericana y
caribeña. Para ello es necesario salir del tabú
colonial de altas, medias y bajas culturas americanas, que han
contribuido notablemente a devaluar nuestros pueblos y culturas,
las microsociedades caribes, arahuacas, chibchas y de lenguas
independientes y sus ricos y variados regímenes
alimenticios. Ello con el agravante de que el patrimonio de
las llamadas "Altas culturas", sigue tan negado en el fondo, como
le es negado a las microsociedades indígenas de
hoy.

Propuestas iniciales
para reivindicar los regímenes alimenticios de los pueblos
indìgenas

1.-Es fundamental darle continuidad al
proceso de demarcación del hábitat
y tierras de los pueblos indígenas, lo cual guarda
estrecha relación con la reivindicación de los
regímenes alimentarios y con la factibilidad de
su aplicación en sus distintas modalidades de tenencia de
la tierra.

2.-Es importante pensar en un banco de
preservación de la semilla autóctona de los
países del ALBA frente a
los peligros de los transgénicos, que facilite al mismo
tiempo el diálogo intercultural agroalimentario y lo
proyecte a todo el continente.

2.1.- Es igualmente importante contar con
el Ministerio del poder popular para el Ambiente, CVG,
Corpozulia, Pdvsa y otros en el mantenimiento
de viveros que permitan intensificar con rapidez esta
reactivación del conuco y las modalidades de
reforestación con agricultura de
árboles
frutales en las comunidades, escuelas, centros de salud, centros
comunales, caminos, etc.

3-Hay que darle continuidad a los talleres
de formación sobre los Regímenes Alimenticios de
cada Pueblo Indio, que iniciamos el año pasado con los
pueblos y movimientos indígenas el Instituto Nacional de
Nutrición,
la Comisión Permanente de Pueblos Indígenas de la
Asamblea Nacional y la Dirección de Educación
Intercultural del Ministerio del poder popular para la Educación y el
Proyecto
Intercultural Guaicaipuro. Esto con la finalidad de motivar a los
propios sujetos o actores en el redescubrimiento de sus
regímenes alimenticios, la conveniencia del intercambio
cultural y las acciones
inmediatas, con estrategias a
mediano y largo plazo para enfrentar la hambruna global, como
legado del capitalismo neoliberal.

3.1.- Estos talleres interétnicos e
interculturales deben darse en una segunda fase a escala
regional, incorporando en las regiones a las poblaciones
afrodescendientes, indiodescendientes y campesinas, sin perder de
vista la contextualización social y cultural de cada una
de ellas. En algunos casos estos talleres pueden ser promovidos
desde lo local, partiendo de aquellas localidades que
estén poniendo el mayor empeño en el desarrollo de
los lineamientos del primer taller. Particularmente, con los
warao de Sucre, en la zona de Guariquen, estamos desarrollando
talleres locales y municipales con PDVSA Gas y donde se ha
discutido el problema de la seguridad y
soberanía alimentaria, en el marco de
cierta autosuficiencia de las comunidades.

4.-Es urgente aplicar políticas
con acciones concretas e inmediatas para que los pueblos y
comunidades indígenas mejoren sus propios conucos
familiares, incorporando el huerto familiar, la siembra de
árboles frutales en calles, caminos, solares, plazas
públicas y otros espacios abiertos, el jardín de
plantas
medicinales, así como las técnicas
ancestrales para elaborar abonos orgánicos,
técnicas de conservación de alimentos y
ética para el mantenimiento de suelos. En este
sentido es importante la incorporación de las poblaciones
afrodescendientes y campesinas a estos proyectos en
tanto herederos del conuco y de otras modalidades de
adaptación indígena a nuestros complejos y
frágiles ecosistemas.

4.1.- A estos efectos se ha elaborado un
instructivo inicial abierto y flexible para el trabajo
contextualizado por comunidad de cada pueblo indígena.
Este instructivo tiene por finalidad, primero organizar el
trabajo, darle continuidad, poderlo sistematizar sobre la marcha
e incitar la creatividad en
torno al problema
alimentario y de salud preventiva desde sus respectivas
cosmovisiones.

5.-Las políticas de
revalorización de los regímenes alimentarios de los
pueblos indígenas, deben estar destinados, en primera
instancia a la reconstrucción, estabilización y
fortalecimiento de las comunidades ya existentes y sus formas de
organización social, comunal y familiar, sin lo cual es
impensable que cada pueblo pueda formar comunas dentro de su
propio esquema cultural indosocialista.

5.1.-Esta perspectiva ofrece de antemano
mucho interés
para los ancianos y ancianas, los niños,
jóvenes y maestros, al ponerlos en directo contacto con la
vida, sea desde la asamblea comunal, desde la escuela, en
talleres específicos o en círculos de estudio y de
trabajo.

6.-Desde el aparato educativo intercultural
y en el marco del nuevo currículo bolivariano, en proceso
de debate y
construcción, continuar incorporando el problema de la
soberanía y seguridad alimentaria, la
contextualización del menú escolar

y la incorporación de las Escuelas y
Liceos a la producción de parte de sus propios
alimentos de consumo.

7.-Hay que darle un tratamiento
específico en la reorientación del problema
alimentario a los pueblos indígenas urbanos y
semi-urbanos, así como también a los
afrodescendientes. Sobre el particular, habrán familias
del medio urbano y semiurbano que tendrán contacto con la
tierra y sus comunidades de origen, que puedan contribuir a
fortalecer estas políticas y a organizar en el medio
urbano las factibilidades de ciertos tipos de siembra en solares,
en balcones, plazas y otros espacios abiertos, centros de salud,
centros deportivos. Cabe aquí destacar la importancia de
la agricultura de ciertos árboles frutales que requieran
poco cuido y agua. El mango
por ejemplo, a pesar de ser un transplante ecológico de la
India, es
bastante resistente al verano y cada mango tiene 4000 unidades de
vitamina A.

-8.- Es necesario advertir que si bien la
convergencia en las sociedades multiculturales de diversos
regímenes alimenticios contribuye al mutuo
enriquecimiento, este enriquecimiento es desigual en las
sociedades colonizadas, sometidas a un continuo proceso de
expropiación por parte de las civilizaciones dominantes.
Ahora bien, si el intercambio cultural constituye un factor de
enriquecimiento mutuo, cuando esta relación no es
desigual, también es necesario apuntar que desde un punto
de vista dietético en las sociedades multiculturales los
platos se hacen cada vez más complejos, en detrimento de
la simplicidad de un balanceo adecuado y en unos casos, en los
países empobrecidos esta situación deviene por lo
general en una alimentación farinácea e
hiperproteica en los países dominadores, esto con el
agravante de los embutidos, el refinamiento de los cereales y los
aditivos químicos. Desembocando en la comida chatarra de
la sociedad veloz y lo que hace hoy del pueblo norteamericano uno
de los pueblos más enfermos del planeta por
sobrealimentación.

De allí la importancia
estratégica de que cada pueblo no abandone su identidad
alimentaria: su matriz societaria y alimentaria básica, a
partir de la cual puede complementar su dieta en el intercambio
intercultural.

Notas

( 1 ) Un nombre difícil.
"Cristóbal Colòn introdujo el maìz en
Europa. En esa època se llamaba trigo turco, mijo de la
India o trigo sarraceno. Y no solo su nombre comùn
tardò tiempo en implantarse ; los botànicos
tambièn necesitaron su tiempo para ponerse de acuerdo
sobre su nombre cientìfico. En los siglos XVI y XVII, el
maìz tuvo 10 nombres diferentes. Fue el botànico
Carl von Linneo, quien finalmente, en 1753, le dio su nombre
actual, Zea mays". La agrigucltura. De lo tradicional a lo
transgènico. Selección
Larousse, El Mundo contemporàneo. El maìz del
continente americano. EDICA. Española. 2004.
pàg.30.

( 2 ) El trigo era venerado antes del
cristianismo y
ya atribuían su origen a la divinidad: Ceres (para los
romanos); Remeter (para los griegos). Este cereal significaba ya
el paso de la oscuridad a la revelación y se asociaba a la
fertilidad y riqueza. Ver: La agricultura. De lo tradicional
a los transgénicos. Colección Larousse. El mundo
contemporáneo. El trigo cereal universal. Edic.
española. 2004. pag. 28.

Anexo

(en preparación)

Saùl Rivas-Rivas

ORIGEN DE LA AGRICULTURA

La agricultura apareció en distintos
lugares del planeta hace aproximadamente unos 10.000 años
y 4.000 años. Los centros más antiguos se ubican en
Papúa y Nueva Guinea. Del mismo modo apareció en la
Media Luna fértil (Irak, Irán,
Líbano, este de Turquía, Palestina. En
América Central apareció hace 9000 años y en
China hace
8.500, América del Sur hace 6000 años y
América del Norte hace 4000 años. Se cree que estos
focos surgieron con cierta independencia
unos de otros.

Origen de los alimentos

LOS CEREALES:

-El maíz en la América
precolombina

-El arroz en Asia

-El trigo en el Próximo
Oriente.

-Cebada

-Avena. La avena y el centeno parecen ser
cruces espontáneos entre el trigo y la cebada.

Mijo o millo (norte de China)

Sorgo

 

 

Autor:

Saúl Rivas-Rivas

Noelí Pocaterra Uliana

Partes: 1, 2
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