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Aspectos de la vida y la muerte en las antiguas religiones de Egipto, Grecia y Mesopotamia



Partes: 1, 2

Monografía destacada

    1. El mundo de los
      vivos
    2. El mundo de
      los muertos
    3. El contacto
      entre ambos mundos
    4. Conclusión
    5. Bibliografía

    Introducción

    El presente trabajo estará dedicado a
    la realización de un análisis comparativo
    entre ciertos aspectos relevantes de las religiones del Antiguo
    Egipto, la Antigua Mesopotamia y la Antigua
    Grecia. Una comparación
    de estas características es posible partiendo de la base de
    una estrecha interrelación entre estas tres culturas, lo
    cual permite poner en evidencia aspectos que resultan
    idénticos o similares en sus respectivos sistemas de creencias.

    La realidad histórica reconoce una
    pluralidad de religiones y no una religión única, pero cada una de
    las religiones individuales que conforman esta pluralidad
    religiosa posee elementos originales y rasgos de creatividad que les son
    propios y peculiares. Sin embargo –y desde el momento en
    que ha sido posible el desarrollo de una historia comparada de las religiones- no
    puede pasarse por alto la existencia de numerosos temas que a
    través de la difusión han llegado a hacerse presentes
    en diversos sistemas de creencias alrededor del mundo.

    De esta manera, ya sea a través del reconocimiento
    de mitos, deidades o
    prácticas de lo sagrado, que resultan comunes a más de
    una cultura, pueden reconocerse
    influencias y evidenciarse lazos de contacto –directos o
    indirectos- entre grupos humanos cuya distancia
    espacial y aun temporal resultan significativas. Con más
    razón aún, puede pensarse que debería resultar
    posible hallar temas comunes entre civilizaciones muy cercanas
    entre sí –como fueron Egipto, Mesopotamia y Grecia- y
    sobre las cuales constan además relaciones de contacto
    atestiguadas por fuentes
    independientes.

    Es en tal sentido que se pretenderá a través
    de este trabajo poner en relevancia algunos aspectos religiosos
    comunes vinculados al mundo de los vivos, al de los muertos y
    –finalmente-, al contacto entre ambos. Se entenderá en
    tal sentido que el mundo de los vivos está conformado por el
    espacio de las divinidades que gobiernan sobre la tierra y que el de los
    muertos corresponde a aquel en que habitan los hombres ya
    fallecidos, con sus respectivas divinidades específicas. El
    contacto, por su parte, estará referido a las relaciones
    entre ambos mundos y a las peculiaridades inherentes a dichas
    relaciones.

    El mundo de los
    vivos

    Si, tal como afirma Aristóteles, "los hombres
    imaginan que tanto las formas de los dioses, como también su
    conducta, son semejantes a la
    propia"[1], se torna inevitable la necesidad de
    profundizar el análisis de las religiones egipcia,
    mesopotámica y griega a partir de las respectivas sociedades humanas que las
    sustentaron. Es en tal sentido que resulta posible destacar, como
    principio de exploración, dos aspectos inherentes a la
    sociedad humana que hallan
    claro reflejo en las manifestaciones religiosas; son éstos
    los conceptos de familia y Estado.

    En lo que respecta al primer aspecto –la familia como principio
    organizativo del mundo divino- es posible observar que tanto en
    el caso griego como en el mesopotámico y egipcio se torna
    evidente la presencia de una gran familia cósmica,
    estructurada en una dualidad hombremujer a partir de un vínculo
    matrimonial y organizada a partir de generaciones sucesivas en
    las que los más jóvenes dioses son presentados como
    efectivamente nacidos de la unión de sus
    antecesores.

    En lo que se refiere al caso egipcio, puede pensarse que
    el mito cosmogónico que
    refleja de modo más claro el vínculo familiar de los
    dioses es el correspondiente al sistema heliopolitano. Se
    presenta en éste, precisamente, una estructura dual y generacional
    completa y clara, en la cual Atum-Re –el demiurgo y por
    ende el primero y mayor de su linaje- creó a la primera
    pareja divina, el dios Shu y la diosa Tefnut, de quienes nacieron
    Geb y Nut, quienes a su vez engendraron cuatro hijos: Osiris,
    Isis, Seth y Neftis, que formarían a su vez
    parejas[2]De Osiris e Isis surgiría una
    quinta generación, a partir del nacimiento de
    Horus.

    Si bien por su estructura y su claridad en los
    vínculos establecidos este sistema cosmogónico resulta
    el mejor ejemplo de organización familiar en
    el universo egipcio, no por
    ello deben dejarse de lado otras cosmogonías. En el sistema
    hermopolitano se hace evidente, a través de la Ogóada,
    el mismo principio de dualidad divina –cuatro parejas
    formadas por un macho y una hembra: Nun y Nunet, Heh y Hehet, Kek
    y Keket, Amón y Amaunet -, a quienes, según las
    versiones alternativas, se consideró tanto descendientes
    como padres de Re o de Shu, e incluso del niño demiurgo que
    habría nacido del loto en la isla de
    Hermópolis[3]

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