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Análisis literario del libro Mundo Del Fin Del Mundo (página 2)




Enviado por Ferchu



Partes: 1, 2

"Para escapar a la masacre, muchos de ellos se hicieron
nómades de la mar, pero en sus embarcaciones tampoco
estuvieron a salvo. […] Con la quema de millones de
hectáreas de bosque ya los habían condenado a
desaparecer, pero no les bastó. Tenían que
exterminarlos a todos, uno por uno. ¿Escuchó alguna
vez hablar del tiro al pichón helado? Ese era el deporte de los ganaderos, de los
Mac Iver, […] de los Spencer, y consistía en subir
a una familia entera de
indios sobre un trozo de hielo flotante, sobre un iceberg.
Entonces venían los disparos, primero a las piernas, luego
a los brazos, y se cruzaban apuestas respecto a cuál de
ellos sería el primero en ahogarse o morir por
congelación."[1]

Entre 1772 y 1775, el inglés
James Cook circunnavegó por primera vez la Antártida, una Bahía lleva su
nombre, y es allí donde habitan, entre otras especies
faunísticas, las ballenas enanas, las azules y las
calderón.

En la historia del "Mundo Del
Fin Del Mundo"
uno de los marinos, Don Pancho, que navega con el protagonista
adolescente, marca sobre una
carta marina
los lugares por donde tienen que pasar.

"…Veinte millas más al este empieza el
Canal Ballenero. Ahí, en la costa norte de Isla
Londonderry tenemos la factoría[2]Algunas
millas más al este se abre el Canal Beagle, y en
Bahía Cook nos estarán esperando las
ballenas…"[3]

Hasta 1843 siguieron explorando las costas antárticas. Luego, durante cincuenta
años no hubo nuevas expediciones, salvo los cazadores de
ballenas y focas. Desde el VI Congreso Internacional de Geografía de 1895, y
la Conferencia
Internacional de 1900, algunas potencias comenzaron a reclamar
derechos sobre
este continente. En 1991, la XI Reunión Consultiva
Especial del Tratado Antártico aprobó un protocolo que
prohíbe por cincuenta años las exploraciones
petroleras, alienta la investigación científica, protege la
flora y la fauna y dispone
medidas para evitar la
contaminación marina.

El continente antártico es de gran valor
ecológico, pues participa en la regulación del
clima en todo
el planeta, y en el flujo de las corrientes oceánicas. El
riesgo de la
alteración de un ecosistema de
tal importancia impulsó, a partir del Tratado
Antártico de 1959, la acción
de muchos grupos de
científicos y ecologistas, que propician declarar a la
Antártida reserva
ecológica de la humanidad.

Captura
indiscriminada de las ballenas

Uno de los peores ejemplos de explotación de la
naturaleza en
la historia de la humanidad es la caza de ballenas. Esta
actividad data de hace cientos de años. Al principio, el
tamaño y la velocidad de
varias ballenas, como la ballena azul, hacía que
estuvieran fuera de los límites de
los balleneros. Con la llegada del siglo XX este patrón
cambió y el índice de mortalidad comenzó a
incrementarse de cientos a decenas de miles, llevando a muchas
especies al límite de la extinción en menos de
medio siglo.

Como consecuencia de los avances en la construcción naval y de la invención
del cañón de arpones en 1870 se empezaron a
fabricar buques para la caza industrial de ballenas. Estos barcos
poseían una velocidad, alcance y capacidad de carga que
les permitieron navegar alrededor del mundo en busca de su presa,
una búsqueda que les condujo hasta la
Antártida.

La primera estación ballenera se
estableció en la Antártida en 1904 con un
índice de captura de varios cientos de ejemplares cada
año. Diez años más tarde la tasa de
mortalidad se había incrementado a varios miles hasta
alcanzar el 40% del total mundial de las capturas. En 1925
comenzaron a llegar los buques factoría. Estas primeras
incursiones fueron lideradas por las flotas británica y
noruega. A mediados de los años treinta, las aguas que
rodean la Antártida se habían convertido en un
campo de exterminio de ballenas a nivel internacional. Flotas
competidoras procedentes de Gran Bretaña, EEUU, Argentina,
Dinamarca, Japón,
Noruega, Holanda, Rusia y
Alemania
rápidamente mermaron la población de ballenas. Una década
más tarde la supervivencia de las ballenas estaba
seriamente amenazada y la comunidad
internacional ya no podía ignorar por más tiempo tanta
avaricia.

En 1946, surgió un nuevo frente de batalla en la
caza de ballenas. Se fundó la Comisión Ballenera
Internacional (CBI), cuya Carta declaraba: "Considerando que la
historia de la caza de ballenas ha asistido a la
sobreexplotación de una zona tras otra hasta tal punto que
resulta esencial proteger de la sobrepesca a todas las especies".
Sin embargo, el poder de la
industria era
demasiado grande para la CBI y la devastación
continuó. El primer intento de la CBI para establecer un
área protegida para las ballenas, denominada "El
Santuario", cubría una cuarta parte de lo que actualmente
se conoce como el Océano Antártico, y duró
solamente nueve años. La disminución de las
capturas en las aguas circundantes llevó a su
suspensión.

En 1965 la CBI prohibió finalmente la captura de
la ballena azul en la Antártida. Los balleneros
respondieron a esta prohibición de dos maneras: con la
captura de especies más pequeñas y con el fraude.

En el libro "Mundo
Del Fin Del Mundo" se menciona la trampa que utilizan los
japoneses para cazar fuera de la ley.

"Los japoneses habían descubierto un método
para cazar ballenas ilegalmente. Con toda seguridad el
Nishin Maru navegaba rumbo a Madagascar, pero ése era el
Nishin Maru II. La otra nave, camuflada bajo el certificado de
desguace entregado por las autoridades de
Timor[4]podía navegar por los mares
australes con la impunidad de
un barco fantasma."[5]

Hacia 1979 Noruega, el Reino Unido y
Holanda interrumpieron la caza comercial de ballenas en la
Antártida. Por su parte, Rusia y Japón dirigieron
su atención a la más pequeña de
las grandes ballenas, el rorcual aliblanco.

Durante los últimos 30 años,
Greenpeace[6]se ha enfrentado a la flota ballenera
de países como Australia, Noruega, Rusia, España,
Islandia, Perú y Japón. En todo este tiempo, los
activistas han arriesgado repetidamente sus vidas para defender a
las ballenas de los arpones. Han sido golpeados y magullados,
detenidos y encarcelados. Apoyado por un respaldo público
aplastante, en 1985, un año antes de que la CBI declarara
la moratoria internacional sobre la caza comercial de ballenas,
Greenpeace envió un millón de firmas a la CBI
demandando el cese definitivo de la caza. Posteriormente, en
1993, se enviaron dos millones de firmas al Gobierno de los
EEUU para reclamar la creación del Santuario
Antártico. En 1994, la CBI designó el Océano
Antártico como "Santuario Ballenero".

De acuerdo con la moratoria internacional, Japón
redujo las capturas anuales en el Océano Antártico
a 300 rorcuales aliblancos etiquetándolas como
"científicas", lo cual respetaba las normas de la CBI
aunque no su espíritu. Sin embargo, durante la presente
temporada, los balleneros han incrementado el número de
capturas a la asombrosa cantidad de 935 rorcuales aliblancos,
además está prevista una ampliación a otras
especies de mayor tamaño, como los rorcuales comunes y
yubartas, a lo largo de los próximos dos años.
Además, la CBI dejó varios flecos sin atar:
primero, el acuerdo de la moratoria es voluntario, de manera que
cualquier país puede oponerse a ello y no tener que
obedecer las normas que imponga; segundo, existen excepciones
para la caza llevada a cabo por aborígenes, (los
esquimales americanos aún pueden cazar algunas especies,
como la ballena gris); y tercer punto, la caza letal para la
"investigación científica"
todavía está permitida.

Los grupos japoneses se han inventado excusas para
continuar con la caza. Según ellos, lo primero es la Ciencia,
basándose en la necesidad de tomar todas las medidas
posibles y reunir cuantos más datos mejor para
así poder realizar una actividad comercial sostenible. En
segundo lugar, destacan su cultura, ya
que la caza de ballenas cuenta con un amplio historial y la carne
de ballena es de gran importancia en su dieta. Y el último
punto, y quizás el más absurdo de todos, es que las
ballenas comen demasiado pescado, y ponen en peligro los
stocks.

Análisis
literario

El libro que hace referencia al tema elegido, la captura
indiscriminada de las ballenas, es "Mundo Del Fin Del Mundo". A
través de la historia que narra el autor, el lector se va
enterando entre leyendas,
aventuras e información verídica, de lo que
sucede realmente con estos grandes mamíferos en el mar austral y de la
crueldad del hombre hacia
el hombre
mismo y hacia otros seres vivos.

Cabe hacer una comparación con la novela Moby
Dick[7]de Herman Melville, que si bien no aborda
de pleno la aberración cometida contra los grandes
cetáceos, trata de la obsesiva y autodestructiva
persecución de una gran ballena blanca realizada por el
capitán Ahab, que busca venganza contra el animal que lo
mutiló. No obstante, el tono de la misma, al margen de los
pasajes que describen la persecución y
transformación que va sufriendo el personaje, es
eminentemente enciclopédico, incluyendo el autor extensas
y detalladas descripciones de la pesca de las
ballenas en el siglo XIX y multitud de otros detalles sobre la
vida marinera de la época.

La muerte
horrenda de las ballenas provocada por los arponeros
también es tema de poesía.
Roberto Carlos, a través de los versos de su
canción "Las Ballenas" pretende llegar a lo más
profundo de los sentimientos de quienes empuñan el
arpón, haciéndoles saber que se pueden sentir
verdaderos vencedores sin tener la cruel necesidad de
matar.

Recuerdos del mundo
del fin del mundo

La historia comienza cuando el protagonista se encuentra
en el aeropuerto de Hamburgo, esperando el avión que lo
llevará a Chile, su país natal, desde donde
partió hace veinticuatro años. Entre sus cosas
lleva el libro "En La Patagonia" de
Bruce Chatwin[8]cuya lectura fue la
que le devolvió el deseo de regresar a las tierras
más australes, a ¡su tierra!, al
mundo del fin del mundo.

Mientras aguarda la partida del avión, un sin fin
de recuerdos vienen a su mente, el más fuerte es el que lo
traslada a sus catorce años: su Tío Pepe,
considerado la oveja negra de la familia, le
había regalado libros, entre
los que se encontraba aquel que marcó su
vida, Moby Dick de Herman Melville. A partir de ahí, su
deseo por conocer los barcos balleneros y los hombres que en
ellos navegaban, no lo detuvo hasta conseguir el permiso de sus
padres para viajar a Puerto Montt. Allí, gracias a las
gestiones de su Tío Pepe, lo aceptaron como tripulante en
un barco que se dedicaba a llevar y traer mercancías y
pasajeros. El barco se llamaba Estrella del Sur y se
dirigía a Punta Arenas. La tarea que se le había
encomendado era "pinche de cocina", (pelar papas, cebolla y
ajos). El viaje duró una semana y pasaron por muchos
lugares, cuyos nombres le eran conocidos a través de las
aventuras que había leído. Lo más impactante
fue el Estrecho de Magallanes. Cuando llegaron allí tanto
el capitán como los oficiales, se pusieron muy tensos, ya
que atravesar el lugar no era nada fácil.

"…Ahora empieza la parte jodida del viaje,
grumete. Vamos a tomar el estrecho en el mejor sentido de la
palabra […] Ahí tenemos la costa sureste de Isla
Desolación. Arrecifes mortales y, como si no bastara, en
pocas millas toparemos con las correntadas del Canal Abra que
trae toda la fuerza de la
mar abierta…"[9]

Al arribar a Punta Arenas se alojó en la casa de
los Brito, una pareja de conocidos de su Tío Pepe. Don
Félix, que era locutor de radio e
investigador de biología marina, le
contó historias interesantes sobre ballenas y balleneros,
pero él no se conformaba con escucharlas, quería
vivirlas.

"Parece que tienes muy metido el bicho de embarcarte en
un ballenero. […] En esta época los pocos
balleneros que quedan están en la mar, pero sé que
en Puerto Nuevo fondea un amigo mío con su barco en
reparaciones…"[10]

Con el deseo grande de hacer realidad su sueño,
se dirigió a Puerto Nuevo en busca de Antonio Garaicochea,
conocido como "el Vasco" y su barco "el Evangelista". En una
pensión fueguina conoció al amigo de don
Félix y a don Pancho Armendia, dos hombres de aspecto
rudo, muy altos y corpulentos. Les comentó que su
intensión era embarcarse con ellos, que tenía la
ilusión de navegar en un ballenero desde que había
leído una novela que
trataba sobre la persecución de una gran ballena blanca y
allí narró para los presentes la odisea del
capitán Ahab. Después de escuchar la historia lo
invitaron a integrar la tripulación.

En esta parte se presenta una similitud entre El Mundo
Del Fin Del Mundo y Moby Dick, ya que en ambas narraciones un
joven se embarca en un navío ballenero en busca de nuevas
experiencias.

A bordo del "Evangelista" tenía por misión
atender a la información meteorológica. Estaba
fascinado, cada experiencia era única, como el avistaje de
un grupo de
graciosos delfines o la
visita a la factoría donde se encontró con las
osamentas de cientos de ballenas faenadas en la playa.

"…Este es el destino final de las ballenas. Primero
las arponeamos con el cañón para tenerlas seguras,
las terminamos de matar con los arpones de mano, y luego las
traemos hasta la factoría donde entran en acción
los cuchillos…"[11]

Pero lo más emocionante y cruel aún estaba
por verse. Después de una tensa navegación,
llegaron a la Bahía Cook y allí apareció la
primera presa, pero la tuvieron que dejar ir por tratarse de una
hembra.

"Mala pata. Es una hembra…"

"Se ve en la forma de emerger: lenta y con el cuerpo
casi horizontal al tocar la superficie"

"…Nadie mata a la gallina de los huevos de
oro"[12]

Transcurridos tres días, don Pancho
arponeó a un cachalote[13]la caza del
animal fue dura. La lucha de la ballena por zafar se
contraponía a la de los hombres por capturarla. Al fin
terminaron con la vida del mamífero y lo trasladaron hasta
la playa, donde lo abrieron con cuchillos.

"…La sangre
bañó las piedras y conchuelas formando oscuros
ríos que enrojecieron el
agua…"[14]

"…Como es posible que soporte tu conciencia, mirar
los ojos de quien muere frente a ti. […] No es posible que
en el fondo de tu pecho, tu corazón no
tenga lágrimas guardadas, que derramar sobre ese rojo
derramado, en esas aguas que has dejado tu
manchadas…"[15]

Aquí se puede apreciar como, al igual que la
historia del "Mundo Del Fin Del Mundo", la poesía a
través de sus versos hace mención a la muerte del
animal; con la diferencia que la historia narra el suceso como
simple medio de vida, en cambio la
poesía lo hace desde el punto de vista de los
sentimientos, refiriéndose al dolor de quien es capturado
y al comportamiento
de quien lo captura.

Terminada la faena regresaron a Puerto Nuevo. El viaje
había sido fascinante pero el ser ballenero realmente no
le agradaba. El Vasco se alegró de que así
fuera.

"…me alegra de que no le haya gustado la caza.
Cada día hay menos ballenas. […] Es hora de
dejarlas en paz…"[16]

Se despidió del Vasco y de don Pancho, pero el
cariño y el recuerdo quedarían guardados por
siempre en lo más hondo de su corazón.

El misterioso barco
fantasma

El protagonista, después de varias postergaciones
decide viajar a Chile. El motivo por el cual toma esta
determinación, es un mensaje que reciben en la agencia de
noticias
alternativas, en Hamburgo, de la cual forma parte junto a otros
tres socios. Dicha oficina se ocupa
de los problemas
ecológicos que sufre el planeta y para ello se encuentra
conectada a las agencias alternativas de otros países. El
mencionado mensaje había sido enviado por la corresponsal
que tienen en la zona austral, una chica chilena llamada Sara
Díaz. El mismo hacía referencia a un barco
factoría, de bandera japonesa, que había arribado a
Puerto Montt remolcado por la Armada chilena y reportaba
dieciocho tripulantes desaparecidos en las aguas del Estrecho de
Magallanes. El nombre del barco era "Nishin Maru" y el de su
capitán, Toshiro Tanifuji.

Según la información que obtuvieron desde
Greenpeace-Tokio, el barco japonés se encontraba navegando
en cercanías de Islas Mauricio, con lo cual no
podía ser que estuviera en el puerto de Chile. La vocera
de Greenpeace-Hamburgo, al enterarse de lo sucedido,
comentó que se trataba de algo terrible.

"…Dios mío, creo que estamos frente a un
asunto gordo,
gordísimo…"[17]

Arianne, la vocera, sabía de una licencia que el
gobierno chileno había concedido para cazar cincuenta
ballenas azules con fines científicos. El favorecido se
había mantenido en secreto. Al parecer se trataba de
Japón.

Aquí vale preguntar si realmente la importancia
radica en la ciencia o
simplemente es un comercio. La
respuesta que se obtiene desde diversos sectores es que de
cualquier punto de vista, se trata de una actividad
económica que no deja espacio para los investigadores. No
cumple en ninguna medida con el propósito
científico autorizado por la Comisión Ballenera
Internacional. El Instituto de Investigación de
Cetáceos argumenta que la
investigación letal es el único método
válido para la recopilación de datos necesarios.
Sin embargo, científicos de renombre de Nueva Zelanda
afirman que esta "caza científica" que propone
Japón carece totalmente de credibilidad. Ha quedado
debidamente demostrado que existen métodos
alternativos de medida no letales, como el análisis de muestras de biopsias, que
revelan la cantidad de grasa o la tasa reproductora, y el
análisis de heces, que ofrece información sobre la
dieta alimenticia de las ballenas.

Además, habían recibido la llamada de un
hombre, Jorge Nilssen, comunicándoles que el Nishin Maru,
con tripulación completa, se encontraba cerca de Puerto
Montt y que andaba tras ballenas piloto, también llamadas
calderón. La caza de esta especie, en peligro de
extinción, ha sido terminantemente prohibida por la
Comisión Ballenera Internacional. El misterioso hombre al
saber que la flota del Arco Iris, perteneciente a Greenpeace no
se encontraba en condiciones de hacerle frente a la barbarie
japonesa, puso a disposición su barco "el
Finisterre".

El hecho parecía ser cierto pero la
información era poca y desde Tokio seguían
comunicando que el barco Nishin Maru, navegaba rumbo a
Madagascar. Cómo se explicaba este enigmático y
complicado tema del barco fantasma que podía estar en dos
partes al mismo tiempo. La resolución no tardó en
llegar. La clave estaba en el desguace de los barcos. A
través de una compañía chatarrera,
conseguían los certificados y de esta manera navegaban por
los mares australes con total impunidad. Los japoneses
habían encontrado la trampa para cazar
ilegalmente.

A través de otra comunicación telefónica con Nilssen,
se enteran del asalto a Sarita Díaz, la periodista
corresponsal de Chile, a quien le habían robado la
evidencia fotográfica que poseía sobre el barco
japonés en el astillero de la Armada.

"Sarita estaba en dificultades. […] los que se
atreven a mover un barco cuya matrícula es un certificado
de defunción no se andan con
miramientos"[18]

El mundo del fin del
mundo "hoy"

El protagonista finalmente arriba a Chile. Busca al
capitán Nilssen en la caleta, como habían quedado
por teléfono. El hombre tenía todas las
características de los marinos que ya pocos quedan:
crecida cabellera canosa, de andar seguro y la
confianza plena que brotaba de su ser, cuando realmente se
sentía a gusto. Se saludaron, caminaron en silencio y
frente al fuego de la salamandra, después de una sabrosa
cena y un par de copas, iniciaron una larga charla. Nilssen le
contó su historia desde la llegada de su abuelo a los
mares australes.

"…un aventurero danés que en 1910 se
aventuró por las aguas magallánicas sin otra
compañía que un gato y la esperanza de descubrir un
paso de mar al noroeste de Isla
Desolación…"[19]

También habló sobre la vida de los onas.
Su madre había pertenecido a esa raza atacada y
exterminada por los europeos que habían llegado al
territorio con el fin de conquistar las tierras. Él
había nacido a bordo del "Paso del Ona", un pequeño
barco perteneciente a su padre. Toda su vida la había
dedicado al mar, deambulando de barco en barco por el mundo. Al
cumplir los sesenta años tuvo que abandonar esa
profesión, ya que ninguna naviera lo contrataba como
tripulante. Entonces, en compañía de Pedro Chico,
un peón de abordo, noble y gigantón, regresó
a los mares del sur del mundo para navegar por sus canales como
lo había soñado en repetidas
oportunidades.

Por último, y antes de retirarse a descansar, el
capitán contó cosas horribles sobre el desastre
ecológico provocado por los japoneses y la gente del
régimen militar chileno. La deforestación masiva de las cordilleras
costeñas, la tala del bosque nativo, había
originado un lamentable proceso de
desertización con el consiguiente exterminio de miles de
especies. Pero eso no era todo, lo más cruel y espantoso
sucedía en el mar: los barcos fantasmas
succionaban todo lo que encontraban a su paso, devolviendo al
agua los
restos no deseados.

"…Esos barcos factoría son una de las
monstruosidades más grandes inventadas por el hombre.
[…] La pesca no es su oficio. Andan tras grasa o aceite animal
para la industria de los países ricos. […] no
vacilan en asesinar los
océanos."[20]

Al día siguiente, después de informarse
sobre la salud de
Sarita, zarparon en el Pájaro loco, un lanchón
veloz, cuyos tripulantes eran: don Checho, hombre parco de
palabras, y "el Socio", peón de abordo y cocinero. Tomaron
rumbo hacia la Bahía de Corcovado, en busca del
"Finisterre". Pero antes pasaron por el puerto para ver el barco
japonés, el Nishin Maru se encontraba muy averiado y en
reparación. Navegaron durante todo el día pasando
por golfos, canales, cabos e islas. El viaje resultó
entretenido, ya que a pesar del fuerte oleaje y las bajas
temperaturas, fue interesante escuchar las historias de piratas y
corsarios narradas por Nilssen.

El recorrido subsiguiente debió hacerse a
caballo. Atravesaron cordilleras, ventisqueros, bosques y grutas
hasta llegar al golfo donde se encontraba el barco del
capitán Nilssen.

A bordo del "Finisterre", navegaron hacia el sur para
descubrir el misterio que guardaba el Nishin Maru y su
tripulación. Según el capitán Nilssen, el
destino que buscaba en aquel momento el barco japonés era
una ensenada de más de cincuenta fiordos, donde se
refugiaban varios grupos de ballenas calderón. Con la
ayuda de un helicóptero, que con sus reflectores
atraía a los cetáceos, los japoneses ametrallaron
sin descanso.

"Al amanecer, los japoneses seguían subiendo
ballenas muertas a bordo. […] es imposible saber
cuántas mataron. El agua de la ensenada hedía a
sangre y por todas partes flotaban restos de piel."[21]

Entonces, el capitán Nilssen contó
cómo Pedro Chico sin temor se arrojó al mar y
remó hasta alcanzar el barco japonés. Éstos
se reían, le arrojaban agua, basura y le
orinaban encima, cuando una ballena calderón
emergió y empujó a Pedro lejos del barco. Luego con
una llamada que estremeció hasta lo más profundo,
un sin número de ballenas y delfines nadaron con mucha
velocidad y estrellaron sus cabezas contra el barco. Repitieron
el ataque una y otra vez, muriendo muchas de ellas reventadas por
el impacto, empujando al Nishin Maru hacia la costa, cerca de los
arrecifes. Algunos tripulantes se cayeron al agua, otros se
tiraron con los botes salvavidas, todos eran destrozados a
coletazos. El capitán Tanifuji dio la orden de alejarse
sin importarle la suerte de sus tripulantes que aún
quedaban en el agua. Todo lo que había ocurrido era
increíble.

La historia Mundo Del Fin Del Mundo llega a su fin de
una manera similar a la novela Moby Dyck, donde la gran ballena
blanca, con su lomo cubierto de arpones retorcidos, no se deja
vencer y arremete contra el barco, causando la muerte de sus
ocupantes, al igual que las ballenas y delfines que destrozaron
el barco japonés La diferencia radica en que el
capitán japonés, Tanifuji, logra marcharse y salvar
el barco, en cambio el capitán Ahab muere y su barco se
hunde.

Finalmente, el protagonista después de haber
vivido semejante experiencia regresa a Hamburgo en
compañía de Sarita, no sin antes entregarles al
capitán Nilssen y a Pedro Chico, un emblema de Greenpeace
para colocarlo en el mástil del "Finisterre". Por su
parte, ellos le obsequiaron una bellísima concha para
llevársela al mayor de sus hijos que le había
encargado una para escuchar el sonido del mar,
de su mar, del mar del mundo del fin del mundo.

 

 

 

 

 

 

Autor:

Ferchu

[1] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis
Sepúlveda, (pág. 95 y 96)

[2] La factoría es la fábrica o
industria donde, en este caso, faenan las ballenas.

[3] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis
Sepúlveda, (pág. 34).

[4] Timor: Isla de Indonesia, en el grupo de
las islas menores de la Sonda. Allí se encuentra la
compañía chatarrera Timor Metal Corporation que
se ocupa del desguace de los barcos, cuyo mayor accionista es
un consorcio japonés dedicado a productos
del mar.

[5] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis
Sepúlveda, (pág. 69 y 70).

[6] Greenpeace: Organización no gubernamental ecologista,
fundada en 1971 en Vancouver (Canadá).

[7] Moby Dick: la lectura
de esta novela fue realizada sobre una reseña de la
misma, es por ello que en la monografía no se encuentran citas
textuales de dicho libro.

[8] Bruce Chatwin: (1940-1989)
Arqueólogo y escritor británico. Realizó
una serie de largos viajes que
dieron pie a sus novelas. "En la
Patagonia" está escrito con la más entretenida
pluma inglesa. La duda infantil acerca de un pequeño
trozo de piel supuestamente de un dinosaurio, trae a Bruce
Chatwin a conocer la hermosa "Cueva del Milodón" en
Puerto Natales, al sur de Chile en la Patagonia Chilena. Para
ello, debe hacer un largo viaje pasando por la Patagonia
Argentina, donde descubrirá y tratará de
averiguar de los temas más diversos, hasta donde la
curiosidad lo permiten.

[9] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis
Sepúlveda, (pág. 19 y 20).

[10] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis
Sepúlveda, (pág 22).

[11] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis
Sepúlveda, (pág. 36).

[12] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis
Sepúlveda, (pág. 39).

[13] Cachalote: Mamífero
cetáceo de gran tamaño y color gris.

[14] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis
Sepúlveda, (pág. 41).

[15] Fragmentos de la canción "Las
Ballenas", de Roberto Carlos

[16] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis
Sepúlveda, (pág. 42).

[17] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis
Sepúlveda, (pág. 52)

[18] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis
Sepúlveda, (pág. 76).

[19] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis
Sepúlveda, (pág. 93).

[20] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis
Sepúlveda, (pág. 102).

[21] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis
Sepúlveda, (pág. 134).

Partes: 1, 2
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