- Introducción
- Cuba, El
deporte antes de la Revolución - El deporte
como derecho legítimo del pueblo - Resultados
deportivos cubanos en Juegos Centroamericanos, Panamericanos,
Olímpicos y Mundiales - Resumen
general de títulos obtenidos por cuba hasta el
año 2008 - Inicios de
los años 90 comienzo de la etapa difícil del
deporte cubano - Actualidad
del deporte Cubano - Cuba la
Primera Potencia Olímpica y Deportiva de todo el
Mundo - Colaboración
deportiva cubana - Actos
hostiles contra el deporte cubano - Bibliografía
Contenido
Resultados deportivos en Cuba, antes y
después del triunfo revolucionario de 1959, breve análisis de los éxitos en el terreno
deportivo, así como la actualidad del deporte cubano, constituyen los
ejes fundamentales de este trabajo, que
persigue, como objetivo
principal, demostrar que el deporte para los cubanos, es una
expresión de la política deportiva de
la revolución.
Introducción
La situación en Cuba, antes del triunfo revolucionario
de 1959, es conocida por todos, Cuba, la isla grande del Caribe,
había dejado, de ser colonia Española, para
convertirse en una seudo-republica, con gobiernos que
respondían a una política sumisa y entreguista a
los intereses de los distintos gobiernos de turno en EE UU:
En muchas esferas la situación del país era
precaria: altos índices de pobreza, desempleo, gran
por ciento de analfabetos, situación critica en el sector
de la salud, bajos
índices de industrialización, convirtiendo su
economía en exportadora de productos de
la caña de azúcar
solo a EE UU, existencia de grandes latifundios de propiedad
extranjera, con grave situación de la educación, salud,
empleo,
tierra y
vivienda y especialmente, la falta de libertades políticas
y sociales, habían convertido a la isla en un hervidero
social.
El deporte no escapaba a esta realidad, había
deportistas pero no deportes, no existía apoyo
estatal a la practica masiva de ninguna disciplina,
planes de infraestructura deportiva o escuelas especializadas en
esta esfera, solo constituía, privilegio de algunos, sobre
todo, de los más adinerados, la práctica de alguna
especialidad deportiva, excepcionalmente, en algunas
universidades o institutos del país, sus estudiantes
constituían los practicantes más asiduos, aunque en
escasos deportes.
Cuba, El deporte
antes de la Revolución
Al analizar esta época, nos percatamos que el boxeo
profesional, el béisbol
y el atletismo,
constituían los deportes más practicados y por
tanto de los más destacados, tanto nacional como
internacionalmente. Muchos de los deportistas, veían en la
práctica de estas disciplinas, la vía de escape
para resolver sus precarias situaciones económicas y
poder ayudar,
de esta manera, a sus seres más queridos, aunque en muchos
casos, la realidad del profesionalismo les jugó una mala
pasada y terminaron sus vidas de atletas activos,
enmarcados en la misma pobreza con la que
comenzaron.[1]
Cuando observamos figuras de la talla de Ramón
Fonst, campeón Olímpico de esgrima en las
Olimpiadas realizadas en Paris 1900 y San Luís 1904,
Manuel Dionisio Díaz, titular en 1904 del sable individual
y José Raúl Capablanca, campeón mundial de
Ajedrez desde
1921 hasta 1927, nos percatamos, que solo la genialidad de estos
hombres hizo posible que alcanzaran tales triunfos, en deportes
exclusivos para las capas más altas de la sociedad,
tanto en nuestro país, como a escala
mundial.
Otras modalidades como el Baloncesto,
Voleibol,
Canotaje, Fútbol
y la Natación se practicaban a nivel de clubes y
por tanto, la mayoría de la población no tenía acceso a la
práctica de las mismas, como mencionamos anteriormente,
solo a escala universitaria, algunos atletas accedían a
torneos oficiales.
No existía, en nuestro país, el apoyo oficial a
la práctica de deportes, nuestra participación en
torneos regionales deportivos no pasaba de la presencia física, sin mayores
logros en cuanto a resultados y obtención de medallas,
sólo algunas figuras alcanzaban notorias actuaciones,
tales fueron los casos de nuestro flagrante campeón
mundial de boxeo profesional Kid Chocolate y algunos peloteros de
la talla de Martín Dihigo, el inmortal, único
pelotero elevado al Salón de la Fama en 4 países:
Estados
Unidos, México,
Cuba y Venezuela,
resultado éste que representa un récord a nivel
internacional.[2] Estas 2 figuras, junto a los ya
mencionados Ramón Fonst, Manuel Dionisio Díaz y
José Raúl Capablanca, constituyen los más
genuinos baluartes de nuestro deporte en la primera mitad del
siglo xx y salvaron, a la vez, el nombre de Cuba en la escena
deportiva internacional.
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